N. de la R.: Esta nota
fue publicada originalmente en idioma portugués en la revista
Vitruvius.
Con
motivo de la realización del “Seminario de Integración Urbana
Río-Caracas”, en el año 2001, el arquitecto Tomás Sanabria
estuvo en Río de Janeiro, donde participó de encuentros
y debates con el arquitecto Jorge Mario Jáuregui y su equipo.
En esa ocasión fue realizada la entrevista transcrita a
continuación, en
el marco del diálogo y la integración latino-americanas.
Debido a la actualidad de las cuestiones abordadas, sirve
como homenaje al arquitecto Sanabria, fallecido el día 20
de diciembre último en Caracas, su ciudad natal.

Tomás Sanabria estudió y trabajó con algunos de los maestros
europeos y norteamericanos más importantes del siglo XX.
Entre ellos, Walter Gropius, Marcel Breuer, Martin Wagner,Mies
Van der Rohe, Le Corbusier, Frank Lloyd Wright, Buckminster
Fuller, I.M. Pei y Hugh Stubbins. Su excelente obra incluye
edificios y espacios públicos, residencias colectivas e
individuales, hoteles, instalaciones industriales, aeropuertos,
etc., y una permanente
reflexión sobre las cuestiones urbanas y arquitectónicas
contemporáneas.
Fue,
además, un extraordinario “croquizador”, como se puede verificar
en su libro “Sketches”, de la Editorial Artes de
Caracas, 1995, del cual se reproducen algunas imágenes.
JMJ: ¿Como evalúa la trayectoria
de la Arquitectura Moderna en nuestro continente y cual fue su relación con la Modernidad, en el sentido
de articulación del
objeto (arquitectónico) con la ciudad?
TJS: Me cuesta ubicarme en una arquitectura de rótulo, porque para mi la arquitectura debe ser contemporánea.
Desde muy temprano me llamó la atención la simplicidad de
nuestra arquitectura “criolla” y me agrado el hecho de que,
por falta de recursos, los materiales que se usaban eran
elegidos conforme a las circunstancias. Casi todos los poblados
y caseríos eran blancos encalados, los techos de madera
con aleros de protección y cubiertas de tejas (a diferencia
de la arquitectura de México, Brasil o Perú, con sus
culturas ricas en tradición y materiales) y, dependiendo
de los recursos, se apropiaban de elementos inspirados en
la arquitectura española, simples ornatos que podían contribuir
a tornarlas en magníficas composiciones.
En
aquella época ahorraba dinero para visitar poblados y hacer croquis de paisajes urbanos
que me llamaban la atención: un gran árbol y su relación
con las construcciones vecinas, las pequeñas iglesias y
sus espacios públicos, etc.
Más
tarde, cuando me encontré finalmente en la
Escuela de Arquitectura, donde existía
disciplina, donde me exigían una tarea específica, me vi
obligado a dejar
de lado el romanticismo. Fue cuando entendí el significado
del Diseño Urbano; tuve la gran suerte de ser aceptado en
la Graduate School of
Design, en la
Universidad de Harvard.
Era
a finales de la Segunda Guerra Mundial;
en toda la
Escuela éramos unos 30 alumnos, era dirigida
por Walter Gropius y también daban clases Martin Wagner,
I. M. Pei, Hugh Stubbins y Marcel Breuer. Como los profesores
no tenían trabajo, se dedicaban solo a la enseñanza, lo
que permitía un estrecho contacto entre maestros y alumnos.
En resumen, yo me sentía en un mundo increíble, todo era
diferente; nos exigían un gran esfuerzo y mucha destreza.
No teníamos feriados, porque las escuelas debían prepararse
para la gran demanda de nuevos alumnos que dejaban el frente
de combate.
En
fin, recibí mi diploma de arquitecto y cuando regresé à
Venezuela no sabía para que había ido a estudiar a Harvard;
eran tantas las dudas que no
tenía aun muy claro el papel del profesional en la sociedad.
Tenía sí bien claro el credo a seguir, pero no como aplicarlo.
Me encontré en un medio muy atrasado, sin mayores atractivos,
en el cual la profesión no solo era desconocida sino subestimada,
hecho que me indujo a crear el primer estudio de arquitectura
del país.
El
Funcionalismo fue la base de nuestra formación. En la medida
en que pude, fui incorporando nuevos conceptos a la realidad
de la cultura local, tales como la
simplicidad y el respeto por el hombre y por el ambiente
urbano.
En
mi época de estudiante, existían muy pocos libros de arquitectura
contemporánea. Recuerdo uno sobre Le Corbusier, y, entre
otros, uno que compré en 1945, que me impresionó mucho...
“Brazil Built”, publicado en 1944. Este libro hizo que renaciese
mi amor por lo que es nuestro, por lo latinoamericano, y
al mismo tiempo me permitió gozar y palpar la nueva filosofía,
la contemporaneidad que acabábamos de aprender en las obras
de los brasileños ejecutadas en los años ‘30.
JMJ: ¿Cuáles fueron sus referencias,
tanto en nuestro continente como fuera de él,
para la formación da su visión del campo de la arquitectura
y del urbanismo, una vez inserto en la práctica profesional?
TJS: Me gustaría resumir nuestra formación en tres etapas fundamentales:
ETAPA
1: Aquella previa a nuestros estudios formales, donde la
curiosidad y el interés nos orientan para el futuro.
ETAPA
2: La Universidad, a la que
veo como un crisol donde amalgamamos las más variadas observaciones,
hasta obtener el diploma que nos permite ejercer la profesión.
ETAPA
3: Esta, donde nunca dejamos de aprender para enfrentarnos ante la vida.
Cada
una de estas etapas incluye sus propias tensiones y emociones.
Así
pues, en mi etapa universitaria, maestros como Walter Gropius,
Mies Van der Rohe, Frank Lloyd Wright, Hugh Stubbins, Marcel
Breuer, Buckminster Fuller y Le Corbusier influenciaron
muchísimo para formar mi base de arquitecto.
Después,
la admiración y el contacto personal que disfruté con amigos
como Francis X. Gina, Oscar Niemeyer, Roberto Burle Marx,
George Rockrise, I. M. Pei, Laurence Halprin, entre otros,
han sido ejemplos determinantes en mí actuación, tanto en
el campo de la arquitectura como del diseño urbano. El hecho
de haberlos conocido, de poder haber hecho una alternancia
de habilidades y experiencias, ha sido lo más enriquecedor
en mi re-confirmación como profesional ante los problemas
de la vida, ante las personas que confiaron en mí y ante
la sociedad venezolana en general.
He
llegado hace muchos años a la conclusión de que la
arquitectura, sin el “diseño urbano”, no es completa.
Me preocupa que hoy continuemos pensando en piezas de arquitectura
aisladas de su entorno, como si la ciudad se tratase de
una galería de objetos. Es por eso que, con alarmante frecuencia,
no se actúa en pro de mantener y buscar el perfeccionamiento
de la ciudad. La ignorancia y el egoísmo nos separan cada
día más de la obligación que tenemos de ayudar a forjar
una comunidad.

JMJ: ¿A quien considera como
maestros latino-americanos?
TJS: Cuando viajamos, nos damos cuenta que nos queda mucho por ver y que
cuanto más hacemos,
menos conocemos. Por eso no me siento capaz de nombrar
maestros de la arquitectura latino-americana, porque son
muchos los arquitectos por los cuales tengo admiración en
nuestro Continente
(además, lamentablemente, conozco muy poco de sus personalidades).
De ahí mi cuidado en no omitir a muchos maestros que aún
no conozco.
JMJ: ¿Como arquitecto viajero
que usted es, cuales son los mayores estímulos recibidos
en sus innumerables viajes por la superficie del planeta?
TJS: Desde muy joven me atrajo
observar todo; soy curioso por naturaleza y me di cuenta
de la enorme diferencia que existe entre lo instantáneo
de una foto y el poder de examen y
análisis que representa un croquis, un “sketch”.
La fotografía puede deformar un ambiente, dependiendo de
la intención del fotógrafo, y la gente siempre tendrá que
aceptarla como tal. Un croquis, por el contrario, permite
alterar situaciones y entender
mejor el espacio observado; el
hecho de movernos unos centímetros, escuchar ruidos
y cambios de tonalidad, de lugar; esto hace una inmensa
diferencia.
He
tenido la suerte de poder organizar mi vida para viajar
hasta donde me ha sido posible, y siempre que me sea posible.
Como arquitecto siento continua preocupación por el ambiente
donde vivo y veo que no
hacemos gran cosa para superarnos, a pesar de contar con
increíbles recursos.
He
querido viajar para oxigenarme, pero lamentablemente lo
que he encontrado en esta última década es una triste realidad
y, lejos de disfrutar con lo esperado, he sentido profundos
desengaños. Me produce pena lo superficial del contraste entre el ideal y lo práctico en la mayoría
de las exuberantes soluciones que llenan los espacios urbanos
de las grandes ciudades del primer mundo. Por el contrario,
es muy estimulante admirar como otras disciplinas técnico-sociales
(tales como la comunicación, el transporte y las técnicas
constructivas) han conseguido y continúan mejorando situaciones
relativas al sprawl, a las dificultades de desplazamiento
en la ciudad y a la falta de adecuación climática, que evidencian
la triste realidad urbana.

JMJ: ¿Cómo definiría a la
“Casa Venezolana”, si es que existe algo que pudiésemos
denominar de esta manera?
TJS: Complejo tema que difícilmente se puede resumir. La casa venezolana
representó una solución al problema de la residencia y funcionó
como morada estable por excelencia, hasta que perdió
su encanto con la presencia del automóvil, para convertirse
en uno de los más críticos desajustes del problema social
de nuestros días.
Este
trauma universal hizo que la casa perdiese su función social,
y por haber vivido este problema del desparramo y la congestión
muy duramente en Caracas, puedo afirmar que ha sido un proceso
de inspiración positiva en muchas de mis obras, en el sentido
de obligarme a pensar en enfrentarlo.

Vista
y planta de la Casa Mochera
JMJ: Cómo piensa que debería ser tratada la vereda,
un serio problema en Caracas?
TJS: Es verdad que la situación a la que hemos dejado llegar un elemento
urbano tan determinante como es la vereda, es un síntoma del caos en el cual vivimos los caraqueños. En el mes de
septiembre de 2002 (N.
de la R.: con posterioridad a la realización
de esta entrevista), respondiendo a una proposición
mía, habrá unas sesiones de trabajo en el curso de Maestría
de Diseño Urbano de la Universidad Metropolitana,
con el objetivo de
discutir en torno de la cuestión “¿qué es una vereda?”.
La
iniciativa que he propuesto es con el fin de reunir varios
grupos (a modo de brainstorming)
en los cuales se convoque a sociólogos, psicoanalistas,
urbanistas, arquitectos y todo profesional que desee representar
a la sociedad de Caracas.
El objetivo es tratar de definir la vereda para este conglomerado
de millones de habitantes, aparentemente
“conformes” con el desorden que nos viene caracterizando
por demasiado tiempo.

Interior
de la casa Sucre
JMJ: ¿En que
direcciones cree que debería invertirse tiempo, esfuerzos
y recursos en el campo de la investigación, en las áreas
de Arquitectura y del Urbanismo en nuestro Continente?
TJS: El problema más grave que enfrentamos en las nuevas ciudades (en toda
América Latina) es la del “Urbe
Oportunismo” (parcelamientos irregulares o en áreas
de protección, zonas de invasión, zonas de “ranchos”, favelas,
etc.). Hasta que no sea enfrentada esta realidad, no podremos
dormir tranquilos pues día a día la situación empeora.
Es
la prioridad por excelencia, se trata de una situación producto
del desinterés, de no haber percibido su complejidad, y
que hoy nos angustia. Cada día que pasa se torna más improbable
superar este fenómeno. ¿Podremos hacerlo de modo inteligente
y efectivo?
Aquel arquitecto que de alguna forma se haya implicado en
esta realidad, no podrá volver a ejercer su profesión libremente
como hasta ese momento venía haciendo, pues habrá de sentirse
culpable de no haber actuado oportunamente. Es una responsabilidad de toda la Sociedad, sin excluir
edades ni credos, lo que incluye políticos y militares.
Se trata de una emergencia del más terrible enemigo, que
si no es combatido sabiamente, paralizará cualquier Razón
Social.
La
inversión de esfuerzo requerido es de gigantescas proporciones
y no creo que exista sociedad alguna que se haya apercibido
del asunto. Es de tal naturaleza la gravedad del problema,
que hemos de admitir que es de dudosa solución. No es un
asunto de arquitectos o urbanistas solamente; admitimos
que se requiere de
un Mega Equipo y a través del cual, toda la sociedad
debe actuar con determinación y urgencia. Es de esperarse
que las sociedades y colegios de profesionales acuerden
y no continúen enmudecidos ante el tema.

Croquis
del Edificio Rivodó
JMJ: ¿Cómo sintetizaría
sus principios orientadores para la práctica de la profesión?
TJS: ¡No me apartaría de lo que acabo de decir, pues como tantas veces
hemos conversado, ahí está el problema! Tu me has dicho
muy claramente dos frases que me han impactado profundamente:
“El proyecto fundamental
es un proyecto
de Ciudad y no de viviendas o de oficinas”.
Y la otra, refiriéndonos al tema que nos ocupa con tanta
vehemencia y dedicación: “En términos urbanos, la primera
cosa es “hacer” barrio, a través de la arquitectura”. Sinceramente, creo que es dentro
de este orden de pensamientos que debemos actuar, si queremos
tener el campo libre y una mente clara para poder formular
una renovación urbana consistente.

Perspectiva
general y vista de la plaza de acceso al Banco Central de
Venezuela
JMJ: ¿Existe
para usted alguna cosa que pudiese llamarse Arquitectura
Latino-Americana?
TJS: Vuelvo a hacer referencia a la publicación de 1944 “Brasil Built”.
Si en ese extraordinario momento un grupo de arquitectos
brasileños pudo llamar la atención a nivel mundial, ¿porque
no hacerlo ahora?
Analicemos
su ejecutabilidad, pues no se trata de resucitar el mismo
tema. ¿Que ganaríamos con hacer edificios que llamen la
atención si de eso
estamos empachados por causa de la globalización sin
criterio?
Personalmente,
creo que la actual arquitectura común a toda América
Latina es el rancho, la favela, o chabola, o como sea
denominada en cada país. Este tipo de “arquitectura” se
encuentra en cada uno de nuestros países; sus habitantes
pasan de frontera en frontera, sus constructores tienen
niveles de instrucción muy similar, las condiciones de sus
moradores son casi idénticas y crece de una manera rápida
al margen de cualquier normativa nacional.
Ahora
bien, el hecho de que esta “arquitectura” no sea la más
adecuada, la que mejor ayude al hombre en su superación,
nos debería hacer pensar
y actuar con mayor convicción. El problema es que con
mucha frecuencia vemos que en la ciudad hemos asimilado
la facilidad y economía de este tipo de “arquitectura”,
hasta “favelizar” también nuestros espacios.
Indiscutiblemente,
estamos invadidos por la anarquía urbana y el tiempo está
contra nosotros. Cada día la invasión informal de áreas
pseudo-urbanas crece como una sombra densa e imposibilita
evitar la decadencia urbana.
Tenemos
excelentes profesionales, capaces de liderar una acción
Latino-Americana a nivel continental. Mas en tanto no borremos
la imagen que hoy nos caracteriza, esa continuará siendo
la etiqueta de nuestra arquitectura.
¿Tendría
alguna razón sustentable diseñar centros o sub-centros urbanos
con todos sus servicios, en tanto este fantasma nos siga
invadiendo y controlando? Jamás lo conseguiremos si no cambiamos
de actitud.
Para
poder hacer de nuevo arquitectura tendremos que ser otro
tipo de ciudadanos; profesionales que podamos sentirnos
orgullosos de haber vencido... ¡El tiempo dirá!
TS,
Entrevista: JMJ
De
Jorge Mario Jáuregui, ver también en café
de las ciudades:
Número
70 I Política de las ciudades (I)
La
urbanización del Barrio Carlos Mugica, de Retiro
I Un debate recurrente y la opinión de Jorge Jáuregui I
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I Una estrategia de reconquista de la ciudad en la 12 DOCUMENTA
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Favelas
en la ciudad: articular, no separar I Los muros de la vergüenza (II). I Jorge Mario Jáuregui
Número
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“Políticas
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