En
el hoyo
Los trabajos
y los días en el Segundo Piso del Periférico mexicano.

La encargada
de la guardia de tránsito nocturna asegura que Dios y el
Diablo la visitaron una noche y la conminaron a que definiera con
quien estaba. A tan atendible fuente debemos la tesis colateral
de En el hoyo: la gran infraestructura urbana como un gigantesco
monstruo que exige vidas humanas para alimentarse (vidas de obreros,
vidas de automovilistas). El DF mexicano es con seguridad la
ciudad más fértil del mundo para la maduración
de mitos,
la mayoría asociada a monstruos: la propia ciudad es un monstruo
en buena parte de las representaciones populares y cultas.
La película
de Juan Carlos Rulfo
documenta algunos episodios en la vida de un grupo de trabajadores
de la construcción del Segundo Piso del Periférico,
la gran autopista del DF. Participa así de la tendencia en
curso a valorizar el trabajo humano como constituyente esencial
de los procesos por los cuales se gestan las grandes obras y "maravillas"
del mundo. Algo similar ocurría en la catalana En construcción,
crónica de la renovación del Raval de Barcelona. Es
la operación exactamente inversa a la de atribuir las grandes
construcciones a inteligencias extraterrestres (especialmente, si
las "maravillas" son no-occidentales, como el Machu Picchu
o las Pirámides egipcias…).
Brecht
preguntaba en un poema
quien había erigido las Siete Puertas de Tebas y los arcos
de triunfo de Roma la Grande, o "en qué casas de la
dorada Lima vivían los obreros que la construyeron",
y adónde fueron los albañiles "la noche en que
fue terminada la Muralla china". En el Hoyo presenta,
de modo tácito, la pregunta inversa: ¿qué es
lo que está construyendo este puñado de personajes
que la obra reúne ocasionalmente? (a la manera en que también
es ocasional la comunión humana del embotellamiento en La
Autopista del Sur, de Julio Cortazar). La película solo
muestra partes incomprensibles y desconexas, gruesas varillas hierros
en ovillos gigantescos e inextricables, vigas en el aire, soldaduras,
ruidos de martillos y bocinas ritmando la música break
beat, forzados transportes de piezas colosales en la noche.
El alucinado traveling aéreo del final muestra la supuesta
totalidad de la obra, que en realidad es un inútil recorrido
entre el punto de partida y llegada del "puente", aun
no finalizado. En un artículo de La
Nación
del miércoles 16 de agosto, Néstor García Canclini
cuenta desde el mismo DF la continuidad de esta pesadilla: "Ya
anduve cinco kilómetros, pero en bicicleta fija. Los anchos
ventanales del gimnasio permiten desde este cuarto piso ver las
filas de coches que vienen desde el norte de la ciudad de México,
y persisten hasta lo que entreveo del Sur, ocupando los dos niveles
del periférico, tres carriles arriba, tres abajo y los dos
laterales enteramente saturados. Las ocho filas de autos muestran
a esta vía rápida, estrenada hace seis meses, casi
tan desanimada como un estacionamiento. Ahora tengo que salir a
la megaciudad, donde ni los ejes viales, ni el segundo piso acortan
los viajes de dos o tres horas".

Chabelo, el
Chaparro, el Guapo, el Chómpiras, Vicencio, Pedro, Tomás:
los trabajadores "en el hoyo" son presentados como
individuos y no como colectivo gremial. Algunas escenas filmadas
en los barrios o en los lugares que frecuentan los personajes dan
algo más de profundidad a estas mínimas biografías;
allí aparecen la barriada donde viven o las fiestas de mariachis
en que se divierten.
La película
no recurre a la denuncia social, salvo que por tal se interprete
algunos comentarios sobre la paga o los gobernantes, o la evidente
inseguridad física en la que se desarrollan algunas partes
de la obra, aunque más bien éstas son las materias
que el ojo "paciente" (así lo define Rulfo)
de la cámara encuentra en la larga mirada de dos años
sobre la obra. En estos registros del Güero Rulfo quedan
capturadas confesiones (un ex narco y golpeador de mujeres), banalidades
(el espionaje de piernas femeninas desde lo alto de las vigas),
accidentes (la caída y rescate de un obrero en un pozo de
fundación) y frases graciosas o sesudas ("A todo se
acostumbra uno: al calor, al frío... a todo, menos a trabajar;
nadie dice que a las dos, tres de la mañana se quiere levantar
a trabajar", "Me dedico a todo menos a nada";
"la vida es muy buena, hay que saberla aprovechar: si llueve
que llueva, cuando haya sol, que haga calor"; "el trabajo
nunca se va a acabar, el que se acaba es uno", "conozco
arquitectos, médicos e ingenieros. Todos estudian para robar".).
La diversidad de conductas y actitudes recupera así el espesor
personal de estas vidas anónimas pero no insignificantes.
Y queda como registro memorable la respuesta de "El Grandote"
sobre el miedo a las alturas y los peligros: "más
miedo me da no tener qué comer el sábado".
MC
En
el hoyo, documental de Juan Carlos Rulfo, obtuvo premios en los
festivales de Sundance, Miami, Guadalajara, Buenos Aires, Docaviv,
y Karlovy Vary. La música es de Leo Heiblum. Se grabó
en su mayor parte en cámara digital; la edición estuvo
a cargo de Valentina Leduc, y la producción ejecutiva de
Eugenia Montiel. La productora y distribuidora es La Media Luna
Producciones. Euforia Films participa en la distribución.
Es una coproducción de Forpocine e Imcine, con el apoyo del
gobierno de la ciudad de México, Sundance Institute, el John
Simon Guggenheim Fund y el Grupo New Art. Ver su sitio
Web
oficial.
Juan
Carlos Rulfo es hijo del gran escritor Juan Rulfo, de quien Ricardo
Green F. comenta su Comala
y reproduce magníficas fotos del territorio mexicano en el
número 34 de
café de las ciudades.
Sobre
los Espectros
de la ciudad de México
y, en especial, el urbanismo como mitología y el DF como
monstruo, ver la nota de Juan Villoro en el número 36 de
café
de las ciudades.
Sobre
el DF ver también la nota Imaginando
Tepito,
de Iván Peñoñori, en este mismo número
de
café de las ciudades.
Texto completo de "Preguntas de un obrero ante un libro",
de Bertolt Brecht:
Tebas, la de las Siete Puertas, ¿quién la construyó?
En los libros figuran los nombres de los reyes.
¿Arrastraron los reyes los grandes bloques de piedra?
Y Babilonia, destruida tantas veces,
¿quién la volvió a construir otras tantas?¿En qué
casas
de la dorada Lima vivían los obreros que la construyeron?
La noche en que fue terminada la Muralla china,
¿adónde fueron los albañiles? Roma la Grande
está llena de arcos de triunfo. ¿Quién los erigió?
¿Sobre quiénes triunfaron los Césares? Bizancio, tan
cantada,
¿tenía sólo palacios para sus habitantes? Hasta en
la fabulosa Atlántida,
la noche en que el mar se la tragaba, los habitantes clamaban
pidiendo ayuda a sus esclavos.
El joven Alejandro conquistó la India.
¿El sólo?
César venció a los galos.
¿No llevaba consigo ni siquiera un cocinero?
Felipe II lloró al hundirse
su flota. ¿No lloró nadie más?
Federico II ganó la Guerra de los Siete Años.
¿Quién la ganó, además?
Una victoria en cada página.
¿Quién cocinaba los banquetes de la victoria?
Un gran hombre cada diez años.
¿Quién paga sus gastos?
BB
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