"Ahora existen mecanismos para corregir
las distorsiones del mercado"
Entrevista
a Samuel Jaramillo: la gestión del suelo urbano en
Latinoamérica.
El
economista colombiano Samuel Jaramillo es uno de los más
importantes expertos latinoamericanos en el campo de las rentas
urbanas. café
de las ciudades entrevistó a Jaramillo en
su reciente paso por Buenos Aires, donde participó
del seminario de apertura del Curso sobre mercados del suelo
de la Universidad de General Sarmiento y el Lincoln
Institute of Land Policy. Fue una breve pero ilustrativa
charla sobre los procesos de capatación de plusvalías
urbanas, los intereses encontrados de propietarios del suelo
y promotores inmobiliarios, los modos de la gentrification
en Latinoamérica, las burbujas inmobiliarias, la semiótica
urbana y, en general, sobre las actuales tendencias del mercado
del suelo en nuestras ciudades.

Plan Eixo Tamanduatehy, en Santo André, Brasil
cdlc:
Considerando el desarrollo teórico permanente que
has realizado sobre la formación y composición
de la renta urbana, ¿cómo crees que los cambios
de la última década (la expansión formidable
del modo de producción globalizado, la deslocalización
de la industria, la aparición de nuevos objetos urbanos,
etc.) han afectado, confirmado o modificado la teoría
general de la renta urbana?
SJ:
Es paradójico, porque uno esperaría que en esta
época donde predominan las concepciones liberales sobre
la economía, los aspectos relacionados con el mercado
de tierras y la disputa por esos valores estuvieran en una
etapa de dificultades. Pero en cambio pasa algo peculiar,
que no es tan fácil de explicar. Durante un período
muy largo, en nuestras ciudades se vivió la contradicción
de que la urbanización, ese fenómeno tan avasallador
en todos nuestros países, implicó, por un lado
enormes, precariedades y dificultades que todos conocemos
(obligando al Estado a responder por demandas realmente muy
exigentes en poco tiempo, por las penurias de la población),
al mismo tiempo que ese proceso generaba una transferencia
masiva de valor hacia ciertos sectores. Eso ha sido lo tradicional
en América Latina durante décadas; pero, curiosamente,
en esta época en que uno diría que no hay una
clima propicio para transformar ese estado de cosas, en distintos
países están apareciendo mecanismos que parecen
muy prometedores para atacar esa verdadera distorsión.
No se exactamente si se debe a transformaciones en los protagonistas,
si es un fenómeno de la acumulación de saber
técnico, si es un problema de exacerbación de
ciertas contradicciones que hacen intolerable un estado de
cosas, o una combinación de todos estos procesos, pero
lo cierto es que tiendo a ser optimista. Hay mecanismos que
hoy parecen aceptados, y que en algunos países se están
desarrollando y experimentando, para recuperar por ejemplo
los enormes incrementos de los precios de los terrenos ligados
a procesos de urbanización, o mecanismos para tratar
de negociar con los emprendedores las ganancias territoriales
que, a veces, son exageradas
. Está también la
experiencia de algunas ciudades del Brasil,
o la experiencia colombiana con la llamada recuperación
de plusvalías, y algunas más que se están
expandiendo en los distintos países latinoamericanos
comienzan. En este sentido el Lincoln
Institute
ha jugado un rol interesante, por que ha conectado las distintas
experiencias y ha difundido esos criterios. Entonces, paradójicamente,
mientras que hay otras cosas que nos cuesta más ajustar
(como los servicios públicos, donde los criterios liberales
han exacerbado las contradicciones, y han dificultado el acceso
de una parte de la población a servicios que son indispensables),
en este aspecto de la gestión de suelo urbano me siento
realmente optimista. Por supuesto que también hay oposiciones
y, en algunas partes, hay hasta reacciones atroces al respecto.
Pero mirando hacia el largo plazo, hay como nunca una situación
favorable. Hay experiencias realmente interesantes, de distinto
tipo; se está experimentando y aprendiendo, con distintos
enfoques, pero todos tienen en común tratar de corregir
estas distorsiones que ha tenido un mercado sin ninguna cortapisa,
situación que ha sido lo tradicional en la organización
latinoamericana durante décadas. Eso está en
camino, a mi juicio, por lo menos de matizarse.
cdlc:
En este momento de expansión tan fenomenal del capital
abstracto (se habla de que ya no vivimos una era donde importe
la propiedad sino el acceso), ¿tendrá algo que ver
con esta aparente paradoja, el hecho de que históricamente
los propietarios de la tierra hayan sido una clase diferenciada
de los capitalistas? Ya en la teoría de la renta diferencial
de Ricardo (en la que se basa Marx) aparecía este antagonismo
como una oposición de intereses muy fuerte.
SJ:
Es posible, pero digamos que las comparaciones con esos análisis
ricardianos, o del marxismo original, tienen un cierto
peligro, porque no solamente se refieren a dos épocas
distintas sino a dos situaciones que no son exactamente las
mismas. La tierra rural, por naturaleza, genera una clase
social estable, muy poderosa: esos terratenientes a los que
se refería Ricardo, una clase homogénea y
estable que no solo tiene una definición económica
sino sociológica y política. En el caso urbano
es más difícil encontrar eso, porque los
propietarios jurídicos de la tierra pueden ser agentes
de muy distinta naturaleza. Es más: una gran cantidad
de los habitantes de las ciudades son propietarios del suelo
por extensión, el propietario de su propia vivienda
es propietario del suelo. Hay una gran difuminación:
identificar quienes son los agentes que juegan las contradicciones
centrales no es tan fácil como hacer un traslado.
Pero, por supuesto, hay una propiedad de la tierra urbana,
poderosa, que está mas ligada a los procesos de especulación.
Y es cierto que estos modos y procesos se han transformado
en esta época, y la tensión entre el promotor
y el especulador ha cambiado, muy probablemente, de equilibrio,
e incluso la estructura se ha transformado. En los procesos
de décadas anteriores, tienes razón en el sentido
de que en buena parte se basaban en que había una identificación
ente el promotor y el especulador: los que invertían
en lo inmobiliario hacían simultáneamente ganancias
como capitalistas y como especuladores, pero esa fusión,
por lo menos en algunas circunstancias, comienza a ser problemática,
y es probable que ese sea un elemento importante para ver
más críticamente este asunto, es claramente
una vertiente. Otra, curiosamente, es la maduración
del pensamiento al respecto. Yo no desconfío, o mejor
dicho, soy menos escéptico que otros colegas sobre
el papel de los técnicos y los intelectuales, de los
mismos estudiosos de la ciudad. Hoy tenemos más claro
eso, entonces hay propuestas sociales que para los distintos
actores se vuelven opciones reales, y eso puede ser la obra
de grupos de personas, incluso de sectores que tienen sus
propios intereses pero
también su propio rol.
cdlc:
Entonces, al menos en el campo teórico, pasaríamos
de un fuerte determinismo a un reconocimiento del rol de los
intelectuales y técnicos.
SJ:
Yo estoy convencido de eso, y particularmente creo que el
papel de los técnicos e intelectuales es importante.
Mientras no haya opciones, los grupos sociales y actores políticos
en generales no encuentran instrumentos de transformación;
cuando en cambio hay delimitada una serie de opciones se ve
que hay algunas posibilidades, y ese es el papel de los urbanistas.
Creo que en eso ha habido acumulación, y creo que buena
parte de las transformaciones se dan también porque
esas opciones se han diseñado, han tomado cuerpo,
ha habido experiencias. Hoy se tienen justificaciones teóricas,
y eso también es importante.
cdlc:
Ha habido en los últimos años, en función
de los ciclos económicos, algunas circunstancias muy
especificas: por un lado las grandes burbujas inmobiliarias,
como la que hoy tiene España, donde el precio del suelo
está disparado y genera dificultades muy fuertes (incluso
a nivel social y cultural: los obstáculos para la emancipación
de los jóvenes, los procesos de gentrificación,
que incluso a veces están generados por propuestas
muy progresistas de transformación urbana). Y por otro
lado experiencias como las de la Argentina, Colombia, y actualmente
Venezuela, donde se producen bruscas caídas del valor
del suelo urbano, que pueden aprovechar los especuladores
como para hacerse de propiedades en ciudades que si bien a
veces no vuelven a retomar su valor original, rebotan desde
un piso muy bajo. ¿Ves alguna conexión entre estos
fenómenos, son reproducción de ciclos económicos
más generales o tienen alguna especificidad desde lo
urbano?
SJ:
Tienen gran especificidad. Estos fenómenos de las
burbujas especulativas no solamente son mucho más acentuados
que en cualquier otro sector, sino que tienen sus dinámicas
propias. El desafío de estos procesos, sobre todo las
retracciones después de una expansión especulativa,
es que tienen efectos que tienden a ser deletereos para muchos
actores. Y por supuesto hay una lucha de cada uno de los actores
por recomponerse, por salir, e incluso algunos, ganar de las
contracciones. En general, el que paga más o sufre
más es el más débil: con frecuencia
son los deudores hipotecarios, los pequeños propietarios
de sus propias viviendas, los que no pueden acceder al mercado
y durante un tiempo quedan fuera de él. En estos casos
los desafíos son diseñar instrumentos o intentar
incidir en los procesos de recuperación, de tal manera
que sean algo más equilibrados, más equitativos
para los distintos sectores, y sobre todo tratar de que esas
recuperaciones no sean peores para algunos sectores que el
propio momento de la crisis, como suelen ser, precisamente
porque los reajustes se hacen de una manera muy desigual.
Pero
también se comienzan a ver opciones para enfrentar
estos problemas: generalmente requieren una intervención
estatal. Eso va un poco a contramano de las tendencias liberales,
pero también es cierto que estas opciones dejan de
estar solas en el campo de lo social.
cdlc:
Cuando se planteó la situación argentina
en el seminario de la UNGS y el Lincoln Institute, y aunque
con cierta modestia de no pretender dar respuestas específicas,
hablabas acerca de la necesidad de estudiar los cambios culturales
que produce esta reorganización del mercado de la tierra
con, por ejemplo, el retorno a los valores anteriores a la
crisis en algunas zonas de buen nivel social.
SJ:
Lo tomaba con cierta cautela, porque lo cierto es que es evidente
que hay una serie de fenómenos relativamente nuevos.
Particularmente, estos últimos años han generado
en las ciudades latinoamericanas la aparición de nuevas
prácticas de ocupación del territorio, de nuevas
prácticas espaciales. Algunas son muy conspicuas,
como en el caso de las urbanizaciones cerradas. Pero yo tomaba
algunas precauciones: lo que yo señalaba era que las
interpretaciones en general no me parecen tan satisfactorias;
hay una tentación de hacer una interpretación
relativamente simple, por no llamarla simplista, entre los
procesos de globalización y la aparición de
estos nuevos fenómenos territoriales, y la conexión
no me parece muy clara. Aparece como una conexión muy
externa, una mera imitación. Pero ver esto solo
como imitación (las personas de mayores ingresos
pasaron las vacaciones en Miami y entonces querrían
vivir de la misma manera...) me parece realmente limitado
como interpretación.
 
Urbanizaciones
en Santiago, Chile
Y lo que yo veía en las exposiciones es que efectivamente
eran muy ricas en información, y que la interpretación
comenzaba a construirse, y lo más interesante era que
parecía haber referencias a la forma como funcionan
los agentes, particularmente los inmobiliarios, el mercado
del suelo. Esto podía dar otras luces para interpretar
de manera más adecuada esos procesos, y sobre todo
para ver cuales son sus desarrollos posibles y sus limitaciones,
y en ese sentido había algo que se constataba, no se
cuan preciso sea realmente, en el sentido de que hay una inversión
muy focalizada en un área, un cono territorial relativamente
preciso, como por ejemplo la zona norte en Buenos Aires. No
estoy seguro de que uno pueda proyectar eso de una manera
general, creo que también hay un fenómeno geográfico,
donde primero se van llenando ciertos espacios, lo que
disminuye ciertos riesgos. Aquí se presentan ciertas
cosas interesantes: mientras una cierta macrosegregación
parece disminuir en esos sectores, porque en ellos hay una
serie de mezclas, paradójicamente una cierta segregación
mayor pareciera aceptarse. En esto es un poco paradójico
lo de Buenos Aires, que siempre ha tenido algunas particularidades
en su modelo de ocupación del espacio con respecto
a otras ciudades latinoamericanas. Señalo, por ejemplo,
un punto muy importante: a diferencia de otras ciudades latinoamericanas,
en Buenos Aires el papel del centro no ha sido disminuido.
En casi todas las otras ciudades latinoamericanas ha habido
un abandono del centro por parte de las elites, de una manera
muy radical; en Buenos Aires, a pesar de que se dice que hay
algo de esa tendencia, no hay comparación posible con
los otros casos.
Pero, paradójicamente, en estas
últimas fases Buenos Aires tiende, por un lado, a acercarse
a ese modelo que hemos construido como modelo latinoamericano,
pero las otras ciudades, al contrario, comienzan más
bien a diferenciarse... Es paradójico, ¿no?
Uno ve ciudades como Santiago,
Bogotá o Lima, donde hay dos o tres procesos que uno
tomaría como desfasaje de ese modelo, por ejemplo:
el retorno relativamente masivo de ciertos grupos sociales
de esas ciudades, de sectores medios, a zonas que antes habían
sido abandonados por los grupos medios altos, es decir, es
una gentrification no al centro de la ciudad propiamente
dicho, sino a zonas que tradicionalmente habían sido
zonas de la elite en los años `40...
cdlc:
Es decir, a la expansión del centro de la ciudad
a principios de siglo XX, no a la periferia metropolitana
más reciente.
SJ:...exacto,
hay como un retorno a esas zonas, no se si eso se da en Buenos
Aires, pareciera más bien que hay un fenómeno
contrario, un transvase en el otro sentido. La otra cosa que
también se ve es una ruptura de esa macrosegregación
tan severa en algunas ciudades latinoamericanas, y en varios
sentidos: por un lado, zonas que eran muy homogéneamente
populares comienzan a ser colonizadas por spots de
sectores medios, (conjuntos cerrados o semicerrados), y
por supuesto, producción de desarrollos de elite fuera
de los sectores habituales, pero no estoy seguro que sea un
fenómeno estructural: en Buenos Aires es posible que
sea un problema de coyuntura. Por ejemplo en
la zona norte se ve la convergencia de nuevos emprendimientos
para sectores altos con zonas populares: es posible que se
trate de un fenómeno de coyuntura, de inercia de un
modelo anterior que está comenzando a desplazarse,
a transformarse, y que por lo pronto genera fenómenos
interesantes. Pero más que un nuevo modelo es la transición
entre dos modelos, dos fases que se superponen., en fin, que
en la comparación entre los modelos latinoamericanos
tenemos una ventaja, y es que en muchas cosas somos muy parecidos
estructuralmente, pero tenemos resultados que no siempre son
los mismos, y entonces las comparaciones son una buena herramienta.
Comparar, por ejemplo, los fenómenos que se están
viendo en Buenos Aires con algunas cosas que ya se ven muy
claramente en algunas ciudades latinoamericanas, puede ser
algo interesante.
cdlc:
Estos fenómenos de retorno de sectores medios altos
a ciertas zonas del centro, ¿se corresponden con un proceso
clásico de gentrificación, con expulsión
de sectores populares que habían permanecido en el
centro, o es posible ilusionarse con la idea de una integración
más civilizada...?
SJ:
Yo diría que se dan los dos casos. Hay, por un
lado, ciertos procesos de recuperación de zonas que
ya eran muy populares del centro, porque lo que le pasa al
centro de la ciudad latinoamericana no es exactamente lo que
sucede en las ciudades norteamericanas, es decir la desertificación
del centro. Más bien hay un exceso de vitalidad del
centro, solo que muy monoclasista, muy
limitado a sectores populares, y eso también trae dificultades.
Entonces hay ciertas experiencias de zonas donde se da la
"opción feliz" que tu mencionas. No son todos
los sectores medios sino sectores con un cierto perfil, que
también tiene la gentrification norteamericana:
son ciertos sectores medios que, entre otras cosas, por su
relación con la cultura, son especialmente sensibles
a la diversidad cultural, y eso genera resultados valiosos.
Eso está comenzando a darse, en algunas partes con
mayor éxito que en otras, y
esto en general a veces responde a políticas del Estado,
y otras veces es más probable que sean cambios culturales.
Tal vez no implica el mismo fenómeno que la gentrification
norteamericana, y consiste en ese retorno a zonas ocupadas
por sectores medios, generalmente no implica un reemplazo
propiamente dicho de la población existente originalmente,
porque con frecuencia son sectores con ingresos similares,
solo que en general se hace con mucha mayor densidad. En estos
casos el peligro es la renovación salvaje, sin ninguna
orientación, que con frecuencia implica perdidas culturales,
del patrimonio construido, porque con frecuencia los barrios
que sufren estos procesos son los que han albergado la arquitectura
más valiosa en los años `50 y `60. Estoy pensando
en Lima, Bogota y México DF, y esos procesos de remplazar
la arquitectura del primer estilo internacional, el modernismo
de los años `40 y `50, por torres a veces anodinas.
En fin, es una amenaza en términos culturales, pero
genera transformaciones que hay que registrar.
cdlc:
Mencionaste dos experiencias positivas de gestión
del suelo urbano, el caso
brasileño que aquí es bastante bien
conocido, y ha sido tratado en café
de las ciudades, y, además, experiencias
de recuperación de plusvalías en Bogotá
que se están desarrollando en estos momentos. ¿Puedes
decirnos algo sobre las características de estos procesos?
SJ:
Esos dos casos tienen
una pequeña diferencia, que consiste en la noción
de que tan rígidos son los procesos. En Brasil se subraya
más bien la relación negociada entre el Estado,
los promotores y los propietarios, En cambio en Colombia el
proceso es algo más incorporado a la legislación,
de tal manera que no sea un fenómeno puramente discrecional,
de que la ciudad "se gane la lotería" porque
hay un alcalde bien intencionado, y sino no... Nosotros tenemos
en Colombia una larga tradición de algún instrumento,
sobre todo del pago de obras públicas a partir de los
incrementos en los precios de los terrenos o los inmuebles
beneficiados, pero se han dado, en la última etapa,
saltos interesantes, instrumentos que no solamente financian
la obra pública sino que efectivamente tratan de recuperar
todas la acciones, o todos los impactos positivos en los precios
del suelo, que están asociados a acciones del Estado.
Acciones que muchas veces no son de inversión, sino
que se trata de cambios en la legislación, en la normativa.
Eso ya apunta al eslabón central de la especulación,
los propietarios o los agentes que se benefician de esas
mutaciones muy rápidas en los precios del suelo ligados
a incorporaciones de urbanización o a cambios de normativa.
Ese instrumento es muy interesante: es muy ambicioso, y sin
embargo se está mostrando que es posible hacerlo. Que
es compatible con nuestras legislaciones, con nuestra dinámica
urbana; que no es un sueño utópico de extremistas,
sino que es posible y que incluso, como tu lo señalabas,
una parte de los actores, de los inversores, ve que eso no
es algo que los afecte negativamente sino que los favorece,
y entonces paradójicamente hay sectores importantes
de este sector de la construcción que apoyan estos
procesos.
cdlc:
En algún trabajo de los `80 habías abordado
un enfoque semiótico de la renta urbana, al analizar
el carácter colectivo y convencional de la asignación
de usos del suelo urbano, usando instrumentos de la lingüística
y la semiología. De este modo, asimilabas la estructura
del lenguaje al consumo de espacio construido como instancia
colectiva y estructurada de asignación de usos. Decías
que así como es imposible cambiar los significados
y la estructura del lenguaje, (y aquí cito textualmente)
"yo no puedo producir unidades de espacio construido y
localizarlas en cualquier parte del espacio urbano, y esperar
que sobre ellas se puedan desarrollar ciertas actividades
que tengo en mente: para ello debo contar con normas que son
colectivas y que escapan a mi voluntad individual". Los
diversos agentes de la construcción de la ciudad están
sometidos a las leyes de asignación de usos del suelo:
si quiero poner una tienda de zapatos elegantes, debo hacerlo
en ciertas localizaciones precisas que en el modo colectivo
de uso del espacio estén asociados a tal función.
Y así como la relación con la "lengua" no es
pasiva, los distintos agentes querrán cambiar las leyes
en su propio beneficio, pero esas mutaciones deben someterse
a las leyes de transformación del sistema y son en
general graduales. Las posibilidades de introducir neologismos
son siempre precarias: ningún mecanismo garantiza el
éxito de una operación de este tipo, y aunque
existen incentivos para la constante modificación de
esta estructura, la mayoría de los intentos son fallidos.
Mencionabas como ejemplo de transformación parcial
del texto la apertura de una panadería en una ciudad
francesa en un inmueble antes destinado a vivienda. Tenga
éxito o no, se transforma el uso del suelo sin cambiar
el código lingüístico. Pero puedo intentar
la transformación de ese código si trato de
abrir en la misma ciudad un supermercado en el que se venda
pan. Y sostenías que esta diferencia en las modalidades
de mutación tiene incidencia en la dinámica
de las rentas. Los grandes objetos urbanos de las periferias
metropolitanas, los shopping malls, los parques de oficinas,
los centros lúdicos, corresponden nítidamente
a esta modalidad de "neologismo" urbano que señalabas.
¿Pueden, por lo tanto, generar una dinámica que establezca
condiciones propias respecto a la renta urbana, distintas
a las que interpreta la teoría clásica?
SJ:
Para entender estos mercados urbanos, sobre todo las personas
que trabajamos con el espacio, a veces tenemos una confianza
excesiva en la respuesta de la economía, entendida
como una cosa objetiva. Lo cierto que ese es un proceso
mucho más complejo, que la economía convencional,
frecuentemente, no logra manejar. Y en ese sentido, la
mención que tu haces sobre la dimensión semiótica
del funcionamiento y la transformación del espacio
urbano, es crucial para entender a los mercados. Lo que se
debe mirar, en esa óptica, es que estos nuevos capitales
han ganado incluso en discrecionalidad. Hay reglas generales
que escapan a la acción individual, pero en la medida
que hay capitales más grandes, que tienen la capacidad
de hacer emprendimientos muy grandes, pues tienen un margen
de
acción
mayor. Y eso es lo que estamos viendo. Sin embargo, no hay
que perder de vista que, como todo fenómeno lingüístico,
semiótico, hay una incertidumbre irreductible, y con
frecuencia esos gigantes se equivocan. De hecho hay grandes
equivocaciones en la historia reciente, incluso en países
centrales, de la hybris del capital especulador que
siente que eventualmente puede hacer cualquier cosa, pero
en realidad... ¡no se puede hacer cualquier cosa! Esa es una
dimensión crucial de procesos que apenas estamos empezando
a comprender de una manera sistemática; yo creo que
estas referencias a los procesos de construcción colectiva
de sentido son muy prometedores, aunque tengan su dificultad.
cdlc:
Suena parecido a algo que mencionó en el seminario
el brasileño Pedro Abramo, sobre la generación
de las "profecías urbanas".
SJ:
Claro, ese fenómeno de las profecías autocumplidas
es un caso muy típico, el de un proceso de construcción
de sentido que tiene sus propias paradojas.
Entrevista
por Marcelo Corti

Ver
la página del Lincoln
Institute of Land Policy,
con excelente material sobre gestión del mercado del
suelo urbano.
Sobre
la experiencia brasileña en instrumentos de gestión
del suelo urbano,
ver entrevista a Raquel Rolnik en el número
1
de café
de las ciudades.
Samuel
Jaramillo es, además de economista y urbanista, un
reconocido poeta:
ver algunos
de sus trabajos
en una página web de poesía colombiana.
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Unicenter, Martínez, Buenos Aires
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