Capital
financiero, propiedad inmobiliaria y cultura
David Harvey
y Neil Smith explican la ciudad de la renta monopólica.

La secuencia
es conocida: artistas, intelectuales y snobs redescubren áreas
degradadas en ciudades tradicionales, las administraciones encaran
algunas obras de recuperación de espacios públicos
y edificios de valor patrimonial, algún desarrollador privado
propone la transformación de un sector, no pocas veces con
apoyo estatal. Los diarios comienzan a hablar de la recuperación,
algunos profesionales y empresarios se instalan en el área,
el turismo comienza a llegar y no tardan en instalarse hoteles de
cierto lujo, y luego la sede de alguna corporación, y una
feria internacional. Los precios del suelo se disparan, en pocos
años la renovación inmobiliaria arrastra consigo a
los viejos y encantadores edificios tradicionales, los habitantes
del área venden sus propiedades y los inquilinos deben buscar
residencia en las afueras de la ciudad, ante la imposibilidad de
mantener la renta. Queda un sector urbano banalizado y homogéneo,
de alto nivel de renta, donde ya se hace difícil encontrar
las características urbanas que, años atrás,
atraían a los sensibles.
Es la historia
de muchas ciudades en Europa y las Américas, un tipo de desarrollo
que ha sido explicado en artículos, libros y tesis académicas,
y que ha traído al lenguaje disciplinario conceptos y palabras
como gentrification, banalización, burbuja inmobiliaria,
etc. Un
reciente libro editado por el MACBA y la UAB (Capital
financiero, propiedad inmobiliaria y cultura) presenta la visión
crítica de dos conocidos geógrafos, David Harvey y
Neil Smith, sobre este fenómeno de la urbanización
contemporánea. Harvey explica estos procesos desde la economía
política, a partir del estudio de las rentas monopólicas
territoriales, en tanto que Smith describe algunas particularidades
de lo que denomina "la ciudad revanchista" del capital
financiero internacional, con foco en la Nueva York de Rudy
Giuliani.

La hipótesis
de Harvey explora esa tensión irresuelta del capitalismo
entre la homogeneidad, que asegura economías de escala y
el control de los procesos productivos y simbólicos, y las
condiciones monopólicas, cuya apropiación genera rentas
extraordinarias esenciales al sistema. Con la reducción de
los costos del transporte y los avances de la telecomunicación,
la distancia ya no es en sí un costo que genere rentas monopólicas:
éstas deben buscarse ahora en las particularidades diferenciales
del territorio, en las "marcas especiales de distinción"
vinculadas a un lugar determinado. Harvey considera, en la ortodoxia
marxista, que estas rentas monopólicas son esenciales a la
reproducción del capital, pero encuentran su contradicción
en la imposibilidad de tornar mercancía algunas reacciones
incontrolables contra la homogeneización. De paso, aprovecha
para golpear desde la geografía una de las inconsistencias
más endémicas del pensamiento económico: su
incapacidad para concebir el espacio y el territorio como condicionantes
de los mercados (su incapacidad para concebir una dimensión
espacial de la economía).
Para ejemplificar
estas condicionantes culturales, Harvey recurre a una atractiva
didáctica donde conviven la delirante reflexión de
una adolescente sobre las diferencias entre Europa y Disneyworld,
la geografía histórica de la cerveza, y los variados
y contradictorios discursos sobre el sabor y el terroir ("las
virtudes excepcionales de la tierra, el clima y la tradición")
en la industria vitivinícola. También, una lúcida
confrontación entre las vertientes nacionalistas y románticas
que reivindican la arquitectura de Schinkel en Berlín, respecto
a la homogénea internacionalidad de las obras corporativas
en Postdamer Platz.
La buena noticia
es que, para mantener la excepcionalidad territorial y cultural
que genera rentas monopólicas de la ciudad, el capital debe
tolerar la heterogeneidad y los particularismos locales.
Es en esa contradicción donde Harvey encuentra los "espacios
de esperanza" en los que puede surgir una globalización
alternativa: la pregunta correcta en todo caso es que memoria
colectiva y que estética se promueven como generadores
de rentas monopólicas, y a quienes benefician éstas;
"que segmentos de la población se beneficiarán
del capital simbólico al que todos, a su modo, han contribuido".
Entre los casos destacables, Harvey ubica ejemplos tan diversos
como la Porto Alegre del Foro Social Mundial y la apropiación
pública de las rentas del suelo en ciudades (por otro lado,
tan globalizadas...) como Hong Kong y Singapur.

A diferencia
de este certero análisis que realiza Harvey del "arte
de la renta", Neil Smith explora en su texto algunos emergentes
del redimensionamiento de las ciudades como espacio económico,
y en especial el vínculo entre la expansión del sistema
financiero mundial, la globalización y el urbanismo neoliberal.
Cuatro episodios neoyorquinos de los ´90 le sirven para ilustrar
sus tesis: la dura advertencia de Giuliani a los diplomáticos
de la ONU (crónicos infractores de las normas de estacionamiento)
y su bizarra amenaza de implementar una política internacional
propia de la ciudad; la contratación de docentes extranjeros
ante la magnitud de la crisis educativa; el "geo-soborno"
de 900 millones de dólares en inversiones públicas
para garantizar la permanencia de las instituciones financieras
del sur de Manhattan (contrastando con la aceptación de la
bancarrota de la ciudad en el `74) y, como la cara brutal de estos
procesos, el asesinato a manos de un grupo de policías del
inmigrante guineano Amadou Diallo, en el marco de la "tolerancia
cero".
Smith considera
que estos episodios no son aislados y evidencian el nuevo rol de
las ciudades en una economía globalizada, como unidad de
producción a escala metropolitana y en el marco de la crisis
del estado nación. También, la transformación
de la ciudad keynesiana (a la vez "una oficina de contratación
y oficina de bienestar social para cada uno de los capitales nacionales",
desarrollada en función de los movimientos de los trabajadores
entre su lugar de trabajo y de residencia) en una ciudad ligada
a las nuevas formas de producción social. Por el contrario,
el desmantelamiento de las instituciones de reproducción
social implican el regreso a ciertas formas de capitalismo salvaje:
paradójicamente, "la ciudad post-industrial es la
más industrial de todas". Esta reconversión
implica una inquietante "oportunidad" para ciudades del
mundo subdesarrollado, donde las instituciones del Estado de Bienestar
nunca tuvieron fuerza política ni cultural (Lagos, Sao Paulo,
Bombay, Shanghai). Y en el caso de Nueva York, da lugar a un revanchismo
a la manera de la Ligue des Patriotes del fin de siglo XIX
en Francia, con sus componentes de venganza y reacción. En
ese marco, la brutalidad policial no es un exceso sino un componente
esencial del sistema, quizás el preludio del nuevo fascismo
urbano que Jordi Borja examina en el prólogo.

Los textos originales
han sido escritos evidentemente hace unos pocos años (la
edición no aclara la fecha precisa) y adolecen por tanto
de ciertos anacronismos, pero su concisión y rigor intelectual
brindan una explicación creíble y consistente de los
recientes fenómenos urbanos y justifica su edición
en castellano. Además, los estilos y las visiones de Harvey
y Smith (sutil y estructural el primero, vibrante y descriptivo
el segundo) se complementan y potencian en la lectura conjunta.
El prólogo
de Borja
relaciona las tendencias explicadas por los autores con el reciente
desarrollo urbano de Barcelona, seguramente una de las ciudades
que, para bien y para mal, mejor ejemplifica este tipo de procesos.
MC

Capital
financiero, propiedad inmobiliaria y cultura, de David Harvey
y Neil Smith, con prologo de Jordi Borja, en castellano, 78 páginas,
fue publicado en 2005 en colaboración entre el Museu d’Art
Contemporani de Barcelona (MACBA) y la Universitat Autònoma
de Barcelona (UAB). Su costo es de 10 euros. Más información,
en el sitio Web del MACBA.
Una
versión original del prologo de Jordi Borja a Capital
financiero, propiedad inmobiliaria y cultura fue publicada con
el título de La
Revolución Urbana (I) en
el número 31 de café
de las ciudades.
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