
conocimiento, reflexiones
y miradas sobre la ciudad
r e v i s t a d i g i t a l
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el primer lunes de cada mes
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AÑO
6 - NUMERO 57 - Julio 2007
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Lugares
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Desplazamientos
y retornos urbanos de la pasión azulgrana
I
Por
Mario L. Tercco |

Viven
en el barrio de Boedo (corazón del club que hace unos
días obtuvo en forma brillante su décimo campeonato
en el fútbol argentino), según datos de 2001,
48.520 habitantes. Si consideramos que la Avenida La Plata
es el límite con el barrio de Parque Chacabuco (59.239
habitantes según la misma fuente) y que dicha avenida
es el eje territorial desgarrado de la pasión
por San Lorenzo, tendríamos un total de 107.759 potenciales
hinchas del Ciclón: menos de un 5% de los dos millones
y medio que surgen de las estimaciones más serias.
Estos
números, cuya frialdad contrasta con la emotiva celebración
de los "cuervos" urbi et orbi (o en Boedo
y en el mundo), son sin embargo una adecuada introducción
al tema de esta nota. Intento analizar la paradoja territorial
del club de barrio más grande del mundo; la
naturaleza de esos movimientos centrífugos y centrípetos
que hacen a San Lorenzo el club más emotivamente ligado
a su territorio de entre los que han logrado superar las barreras
de la mera representatividad vecinal. Se me dirá que
existen infinidad de clubes ligados a sus barrios, pero son
equipos sin trascendencia masiva más allá de
lo territorial; hay también clubes de trascendencia
mediática y de marketing, pero alejados de su origen
y desligados del barrio; clubes, finalmente, que representan
a ciudades o a una mitad de ellas. Pero ninguno, como San
Lorenzo, logran esa cualidad simultáneamente centrífuga
y centrípeta de representar a "un pedazo de
barrio" al tiempo de trascender sus fronteras.

La primera
de las paradojas se vincula al propio nombre del Ciclón,
que lo pretende patrimonio de otro barrio que Boedo: San Lorenzo
de Almagro, dice el imaginario DNI del campeón argentino.
Almagro ha sido, efectivamente, el sitio donde nace la pasión
azulgrana "el día que Juancito Abondanza se
llevó por delante al tranvía" (sic)
mientras jugaba con sus amigos en la calle, según le
refiriera Luis Giannella a Osvaldo Soriano en un reportaje
de 1972. Esto fue en 1908 y fue testigo el padre Lorenzo Massa,
que con el doble objetivo de evitar accidentes y ganar
feligreses (salvar cuerpos y almas...) les ofrece a los
chicos de la barra de 33 Orientales y Quintino Bocayuva los
fondos del Oratorio de San Antonio para que practiquen su
deporte favorito. La historia habla de Los Forzosos de Almagro
y de una camiseta color borravino que afortunadamente vinieron
a remplazar la apelación a la batalla de San Lorenzo
(excusa para que el Padre Massa aceptara su alusión
en el nombre) y la camiseta a franjas verticales azul y grana.
San Lorenzo deambuló por unos años en busca
de un lugar donde instalar su estadio: la historia registra
también un insólito paso por el otro extremo
de la metrópolis (la entonces descampada zona norte,
en el pueblo de Martínez) y un par de campeonatos jugados
en Caballito, en la cancha de Ferro Carril Oeste. Finalmente,
en 1916 los muchachos de Massa acceden al predio de Avenida
La Plata donde en pocos años se estableció el
mítico Wembley argentino, el Gasómetro
al que Roberto Arlt dedicara una de sus más logradas
Aguafuertes Porteñas y en el que jugó la Selección
Argentina durante más de 30 años.

El periodista
Norberto Verea, en su columna digital "Fútbol
Ruso",
descubre con sagacidad en el festejo en San Juan y Boedo un
eco de las construcciones culturales que Adrián Gorelik
describe en La Grilla y el Parque, centradas en la formación
de un "barrio obrero modelo" en el "nuevo Sur"
de la ciudad. "Sin ninguna duda es merecida la fiesta
de San Lorenzo. Y una de las cosas que tengo que reconocer
es que me encanta que los clubes festejen en sus lugares tradicionales.
Porque mientras se está perdiendo todo, nos están
robando todo y a veces dejamos que nos roben todo, la pertenencia
es una de las cosas más grandes y bonitas que puede
tener una persona. Y hay que resaltar al hincha que sabe disfrutar
de esa pertenencia. (…) Veía pasar al plantel arriba
de ese micro sin techo por San Juan y Boedo y pensaba en todo
aquello que pueden entregar desde los fantasmas de la alegría
hasta los fantasmas de la tristeza. ¡Esa esquina es mítica,
al fin y al cabo!", dice Verea en su crónica
del campeonato azulgrana.
La esquina
del Grupo literario de Boedo y el gran Homero Manzi forma
parte de esas construcciones y como tal experimentó
los vaivenes que suelen acompañar el destino de los
lugares sagrados. Hace algunos años, en pleno
auge del debate sobre las mitologías urbanas traído
por la difusión en Argentina de las reivindicaciones
europeas sobre la vida urbana, se mencionaba a la esquina
como un baluarte de los negocios de electodomésticos
más que como un testimonio de la Buenos Aires tanguera.
Hoy, los bares que se suceden entre San Juan y la cortada
San Ignacio reinventan la idea del barrio rebelde y literario
implícita en la leyenda del Grupo de Boedo.
Por aquel
entonces, cuenta Gorelik, había en el área de
Parque Patricios y Boedo dos clubes emblemáticos, San
Lorenzo y Huracán, "con su origen en grupos
juveniles de vecindarios pequeños que se consolidan
y sobreponen por encima de una densa red de clubes menores
(...); estos dos definirán por décadas las identidades
y rivaidades de esta zona del suburbio".
El regreso
de Huracán a la primera categoría del fútbol
argentino, casi simultáneo al campeonato azulgrana,
aventó al menos por un tiempo el riesgo de desaparición
que corría el "clásico" de cuervos
y quemeros. Deportivamente, San Lorenzo ha resuelto el
pleito con una diferencia de más de 30 partidos
en el historial (solo el derby Juventus - Torino registra
semejante diferencia; el Ciclón y la "vecchia
signora" turinesa comparten ese agridulce sabor de
haber resuelto su clásico). Institución poderosa
durante las primeras décadas del fútbol argentino,
hoy Huracán deambula cíclicamente entre ascensos
y descensos y su hinchada ha quedado restringida al entorno
fundacional de Parque Patricios, con alguna prolongación
en Villa Soldatti y Pompeya.
Vélez
Sarfield, a partir de algunos éxitos deportivos en
los ’90, ha querido remplazar infructuosamente al Globito
en la rivalidad azulgrana. Los del Fortín intentan
establecer un clásico Sur vs. Oeste, que consideran
le permitiría acceder al ansiado rol de "sexto
grande" (se supone que tener un clásico con un
grande les permitiría merecer ese galardón).
Pero chocan con la indiferencia azulgrana, que poco y nada
cree tener que dirimir en términos de gloria y masividad
con el Fourteen (irónica deformación del apelativo
velezano, en alusión al número de hinchas que
los sanlorencistas suponen que reúne el equipo de Liniers...).
La ausencia del "hijo basurero" Huracán,
que en esta ocasión se prolongó por cuatro años,
motiva en cambio en los cuervos un exacerbamiento del encono
hacia los otros grandes. Y en particular al otro "hijo",
a quien la diferencia en el historial favorable a San Lorenzo
lleva a nombrar como Juniors, más que con el nombre
del barrio del que el mediático equipo de Mauricio
Macri considera la posibilidad de irse ante las limitaciones
de visibilidad y capacidad de la Bombonera boquense (una
ingeniosa solución estructural al problema de un terreno
reducido, pero no un gran estadio como pregona el afinado
marketing bostero).
Carmelo
Ricot ha relatado en este mismo medio el asedio a la pasión
azulgrana que, con la complicidad de dirigentes ineptos o
corruptos, mantuvo la dictadura militar ’76-’83; me remito
a sus notas para narrar el ocaso
y resurgimiento del Gasómetro
y los
avatares de Tierra Santa.
Este centro vaciado y recuperado de la pasión azulgrana
ejemplifica como pocos la idea de un genius loci contemporáneo;
al redactarse esta nota ya cuenta con aprobación inicial
la Ley que restituye el predio de Mármol y Salcedo
a San Lorenzo. Y la recuperación total, con la reconstrucción
del Gasómetro incluida, es el sueño de muchos
que hoy no aparece tan disparatado como años atrás.
Otro hito
de la pasión sanlorencista, la plaza Butteler, es en
realidad una pequeña placita en el centro de una manzana
construida entre 1907 y 1910, como parte de una serie de operaciones
de vivienda popular en el área. Parece haber sido el
lugar de reunión del núcleo duro de la hinchada,
que por eso lleva el nombre de La Butteler o, simplemente,
La Butte.

Finalmente,
la Ciudad Deportiva y su Estadio Pedro Bidegain cn
la avanzada de Boedo hacia el sur profundo y desangelado,
el Bajo Flores recuperado a partir del Plan Regulador de 1958-62.
La posesión de este predio, que hasta mediados de siglo
XX era parte de un insalubre bañado, fue pieza de
cambio en la extorsión que sufrió el club
en la última dictadura. (con un celebre relator de
fútbol como cómplice y vocero). La zona sigue
siendo hoy tan postergada como lo era en los ’60; cercana
sin embargo al núcleo original de Boedo, tanto la Ciudad
Deportiva como su barrio necesitan que el eterno discurso
vacío sobre el Sur se lleve a la práctica desde
el poder político y que el área se integre
realmente a la Ciudad.
A
lo largo de los años, la diáspora azulgrana
llevó a miles de sanlorencistas fuera del barrio, de
la ciudad y hasta del país. Un ejemplo evidente es
Osvaldo Soriano, quien de niño lo siguió desde
Cipolletti, de adolescente desde Tandil y en su madurez, en
el exilio, desde París. Hoy los medios de comunicación
y las TICs permiten a los hinchas del Ciclón reproducir
su cultura en cualquier parte del mundo. A diferencia
del "Gordo", hoy los
cuervos por el mundo siguen, sufren y disfrutan en tiempo
real las hazañas del Ciclón. Allí están
los hinchas de Jerusalén, que a principios de este
año dejaron en el Muro de los Lamentos su pedido por
el campeonato (mal no les fue...). O la bullanguera peña
de Madrid (justicieramente bautizada "Osvaldo Soriano",
de la que puede verse su festejo
en Getafe), Els Corbs de Barcelona, los cuervoricuas de
Puerto Rico. El muy buen sitio De
Boedo Vengo menciona entre las 185 peñas repartidas
por el mundo las de Hawai, Singapur, Miami, Nueva York, Zaragoza,
Rimini, Valencia, Andorra, Montevideo, Monterrey, Sydney y
otras en todo el orbe conocido. Sin olvidar los enloquecidos
festejos en todas las ciudades del interior argentino.

"¿Por
qué será que te sigo a todas partes, Ciclón,
por qué será que no puedo vivir sin vos?",
se pregunta una canción de La Gloriosa (otro apelativo
de la hinchada azulgrana). En tiempo en que el editor de cdlc
era joven, el mito fundante de la pasión azulgrana
podría pasar por la gloria de los Matadores y esos
equipos invencibles de Telch, Cocco, Villar y Veglio; en el
nefasto 1981, en cambio, Soriano
asimilaba el destino de San Lorenzo con el del país.
Hoy en día, la respuesta a la pregunta de la hinchada
podría venir de otra idea fuerza: yo propongo la
hipótesis de la redención.
San Lorenzo
es, sin duda alguna, un club ciclotímico que, más
allá de lo profundo a que pueda llevar su caída,
siempre te brinda la posibilidad de una resurrección.
Como aquel Jacobo Urso que en la década del 20 dejó
la vida en el vestuario del Gasómetro tras haber soportado
el estallido de su hígado por una patada en pleno partido
y haber seguido jugando, como Omar Higinio García,
malamente infectado por usar zapatos apretados en una gira,
como el Manco Casá de los Carasucias, que perdió
un brazo ametrallado por un guardia de la ESMA y siguió
jugando, como las absurdas muertes del Chino Coudannes y el
Tomate Pena, como Mirko Saric y su pena de joven, la desgracia
es siempre una cara del Ciclón a la que le sigue, más
temprano que tarde, la gloria redentora, incluso inesperada.
Al descenso infame del ´81 le siguió el multitudinario
retorno al año siguiente, a la sequía de campeonatos,
los títulos sucesivos desde el ´95, al surrealista
1-7 de agosto del 2006, el campeonato de Ramón. Tipos
que eran insultados hace 6 meses, son hoy reconocidos por
su hinchada y entraron en la rica historia azulgrana, al lado
de Monti (el Doble Ancho que en 1930 tuvo que perder la final
del Mundo para sobrevivir en Montevideo, y 4 años después
ganar otra final para que no lo fusilara Mussolini...), Martino,
Sanfilippo, Albretch, Silas, Romeo y tantos otros.
Lejos
de la llorona mística del eterno sufrimiento que practican
algunos, y de la mediática marketinería de otros,
ser de San Lorenzo te garantiza que ninguna pena será
eterna y ningún oprobio quedará sin revancha.
Lejos del infierno, lejos del paraíso artificial del
complejo mediático-publicitario, el reino azulgrana
es terrestre (es territorial): se encuentra en el barro del
Bajo Flores, en las baldosas vainilla de San Juan y Boedo,
en los adoquines de la Avenida La Plata, en el césped
de la cancha más grande de la Argentina. En cualquier
lugar del mundo, en fin, donde un cuervo trasnochado reconstruya
su propio Boedo personal en un canto a la pasión azulgrana.
MLT
Sobre
la Pasión Azulgrana, ver también en café
de las ciudades:
Número
12 I La mirada del flanneur
Ocaso
y renacimiento del Gasómetro I Fútbol
y ciudad (II) I Carmelo Ricot
Número
46 I Política de las ciudades (III)
El
regreso a Avenida La Plata I Un proyecto de
reparación histórica para San Lorenzo (y los
ecos del Mundial). I Carmelo Ricot
Otras
notas de la serie Fútbol y ciudad:
Número
18 I Fútbol y ciudad (III)
El
acoso a la fiesta
I No se escucha (son amargos...) I Carmelo Ricot
Número
10 I Economía
Futbol
y ciudad I
Un negocio galáctico. I Josep Alías y Marcelo
Corti I
Ver
la nota "San
Lorenzo, Requiem",
de Osvaldo Soriano, publicada en la revista Humor en septiembre
de 1981.
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Cultura
de las ciudades (I) |
Dos
escuelas: Boedo y Florida
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Buenos
Aires y sus cafés como un espacio urbano para la
creatividad literaria I
Por
Gabriela Yocco |
La
calle Florida, eje del porteñismo aguerrido,
de la extraña mezcla de vanguardia, cosmopolitismo
y xenofobia de estos años, sigue siendo la calle
de la elite. Una calle sin espíritu, como la
definiría, palabras más palabras menos,
Roberto Arlt. Una calle en la que todos se reconocen,
se saludan, se reafirman en su sensación de pertenencia
a esa "clase" de legítimos portadores
de lo porteño puro, de la pura idiosincrasia
de una ciudad. Entre tanto, Boedo comienza a crecer
desde el loteo de quintas hasta parcelas de bajo costo,
destinadas a las viviendas de los inmigrantes. Este
cambio urbanístico también implicó,
por supuesto, cambios en la estructura cultural del
barrio.
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De
Florida a Boedo, 2007
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La
opción por el Sur I
Por
Marcelo
Corti |
En
Boedo entre San Juan y la cortada San Ignacio, los bares
con nombres de escritores simulaban para nuestro grupo
una continuidad con un pasado que en realidad fue desechado
por décadas hasta que se descubrió su
potencial para el armado de un incipiente circuito turístico.
Fue una buena ocasión de discutir que tan real
y que tan mitológico es el ciclo "arrabal
– barrio obrero – sur profundo" que propone el
tango Sur (del que no se discutió, en cambio,
su calidad poética y musical, bien expresada
a capella por la profesora Yocco). Siguiendo el recorrido,
el Pasaje Totoral se mostró como un hermano pobre
y desconocido de los pasajes de Palermo Viejo que, 30
o cuarenta cuadras al norte, hoy se reivindican como
un supuesto SoHo porteño.
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Tangos
del Sur
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La
fundación poética del barrio porteño:
Boedo, Pompeya, Almagro, Chiclana... I
Por
Marcelo Corti |
La
historia del tango, como la de Boedo, registra cortes
dolorosos. Mencionaré uno, generacional, que
me toca por razones epocales. Hubo a partir de los años
’60 (o quizás un poco antes), una negación
juvenil del tango que hizo pensar en la posible desaparición
de su vigencia. La crisis poética, los conflictos
sobre el "verdadero tango" y, especialmente,
el abandono del tango bailado, fueron a la vez el marco
y la consecuencia de esa brecha cultural abierta entre
padres e hijos. Sea cual fuera el futuro del relativamente
reciente renacimiento tanguero, y todo lo exasperante
que sea el tematicismo que lo marca, al menos este revival
implica la recuperación de una producción
artística excepcional y de una formidable cultura
urbana.
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Esa
cosa que perdió en Buenos Aires
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El
triunfo de Macri y la "sofisticada política"
porteña I
Por
Marcelo Corti |
Una
elemental lectura política indicaba que la destitución
de Ibarra votada por los legisladores en marzo del 2006
era funcionalmente eficaz a la expectativa macrista.
Los tres legisladores kirchneristas que participaron
del juicio político expresaron las distintas
posibilidades ante la elección: un voto a favor
de la destitución, una abstención y un
voto en contra. Cuesta creer que estos oscuros diputados
no hubieran podido ser disciplinados a la estrategia
política del Presidente: o bien el kirchnerismo
apostó a la debacle de Ibarra, o bien hizo una
lectura incorrecta de la situación. Tampoco pudieron
disciplinar a Telerman, a pesar de que era el hombre
del peronismo en la fórmula del 2003.
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El
autor y el intérprete
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Le
Corbusier y Amancio Willliams en la Casa Curutchet I
Por
Daniel Merro Johnston |
En
1947 se conocen personalmente en París. El argentino
explica su magnífica propuesta para un edificio
de oficinas que terminaba de proyectar y sueña
con un futuro industrial, preciso y moderno para sus
obras cuando Le Corbusier le presenta a Jean Prouvé.
Pero la prueba de fuego llegaría en 1949, cuando
Le Corbusier lo elige para dirigir su proyecto más
reciente, la Casa Curutchet en La Plata. En ese momento
cambian los roles: de amigos a colaboradores. En lugar
de debatir sobre conceptos y teorías de la modernidad
en abstracto, tendrían ahora que compartir la
misma obra y en algunos casos situarse uno a cada lado
del atril. Las condiciones variaron sustancialmente:
de maestro y discípulo a autor e intérprete.
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Proyecto
Mitzuoda
I
Una
ficción metropolitana contemporánea (por
entregas). I
De
Carmelo Ricot, con Verónicka Ruiz
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Epílogo
(segunda parte)
Donde
se explica un curioso episodio de paternidad compartida,
falseamiento de identidades y retiro del mundo.
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Adiós
al maestro Vilca, desalojo en Santiago y el blog de
Susana Fernández Quesada.
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Semana
de Boedo - Ciudad e inmigración, en Buenos Aires
- Muebles Improbables, por Miguel Jurado - Miradas perdidas
y corazones solitarios, muestra fotográfica en
Barcelona - Revista OÍDLES - Inversión,
concentración y desindustrialización -
Concurso de experiencias exitosas en gestión
del agua - XXII Jornadas de Investigación Urbe
y Territorio, en la FADU-UBA - Seminario Hipótesis
de Paisaje, en Santiago - Piacenza Futura: experimentar
la renovación urbana - Laboratorio de la Vivienda
del Siglo XXI, en Barcelona - Dott, innovación
social y diseño - Convención de Ordenamiento
Territorial y Urbanismo, en La Habana - Seminario Internacional
de Ordenamiento Territorial, en Mendoza - XII Seminario
de Arquitectura Latinoamericana, en Concepción
y Chiloé - Himnos del Ciclón... - El grito
de Soriano.
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ACERCA DE CAFÉ DE LAS CIUDADES
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café de las ciudades
es un lugar en la red para
el encuentro de conocimientos, reflexiones y miradas sobre
la ciudad. No es propiedad de ningún grupo, disciplina
o profesión: cualquiera que tenga algo que decir
puede sentarse a sus mesas, y hablar con los parroquianos.
Amor por la ciudad (la propia, alguna en particular, o todas,
según el gusto de cada uno), y tolerancia con las
opiniones ajenas, son la única condición para
entrar. Hay quien desconfía de las charlas de café:
trataremos de demostrarle su error. Nuestro café
está en cualquier lugar donde alguien lo quiera disfrutar,
pero algunos datos ayudarán a encontrarlo. Estamos
en una esquina, porque nos gustan los encuentros, y porque
desde allí se mira mejor en todas las direcciones.
Tenemos ventanas muy amplias para ver la vida en las calles,
y no nos asustan sus conflictos. Es fácil llegar
caminando a nuestro café, y por eso viene gente del
centro y de todos los barrios (sí alguien prefiere
un ambiente exclusivo, que se busque otro lugar). No faltaran
datos sobre cafés amigos, porque nos gusta andar
de bar en bar: ¿cómo pedirle a los parroquianos que
se queden toda la noche en el nuestro? Esa es la única
cadena a la que pertenece el café
de las ciudades: la
de todos los cafés únicos e irrepetibles,
en cualquier esquina de cualquier ciudad.
Marca en trámite
Editor y Director: Marcelo Corti
Diseño: Laura
I. Corti
Corresponsal
en Buenos Aires: Mario L. Tercco
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