El Día de San Patricio en Buenos Aires
Y la trilogía
de las nuevas fiestas porteñas.
Por
Carmelo Ricot

Los lectores
que me consideran inhabilitado para opinar sobre Buenos Aires, o
los que se sienten ofendidos por mi visión crítica
de barrios que quiero entrañablemente, o los que puedan sentirse
heridos con mi torpe ironía, pueden saltear esta nota y pasar
directamente a mi Apología
y mea culpa.
Aclarado esto,
al grano. Estuve el pasado jueves 17 de marzo, en horario de after
office (más o menos a las 7 de la tarde, en mi caso)
en el corazón del Bajo porteño, zona ayer prostibularia,
hoy de bares y restaurants que durante el día reciben oficinistas,
profesionales y ejecutivos, y en la noche turistas y personajes
de la movida porteña (incluyendo la versión reloaded
de aquella vieja estirpe de alternadoras de cabaret). Hasta la cruzada
moralizadora del intendente de facto Cacciatore, los piringundines
aprovechaban la cercanía del puerto para ofertar su
mercadería lasciva y sospechosa. Hoy, los bares reciben oficinistas
que bajan de las plantas altas, tardo-yuppies que
cruzan desde Catalinas y suben por las cortadas Tres Sargentos o
Ricardo Rojas, brokers que fatigan unas cuadras desde
San Martín o la Bolsa.
El día
en cuestión era el de la fiesta de San Patricio, venerable
patrono irlandés. Resulta ser que muchos de los bares en
cuestión responden al formato de pub irlandés, y que
desde hace unos años promocionan ese día como excusa
para "el sabor del encuentro" y el consumo de Guinnes
con amigos. El San Patricio criollo no tiene desfiles, ni misas,
y hasta podría prescindir de irlandeses; llegué
a pensar que no había ninguno, pero uno de los testimonios
que leeremos más adelante demuestra que al menos había
un descendiente. Lo que si vi fue a un tipo con aspecto de linaje
calabrés, vestido con la camiseta verde de la selección
irlandesa y un sombrero alusivo, pero creo que era un extra pagado
por los organizadores. Pese a todo, el San Patricio criollo convoca
cada vez más gente y este año llegó a los 50.000
concurrentes, según distintas versiones.
Los chicos que
van, en general, llegan a San Patricio desde la emulación
neoyorquina y desde la nueva admiración de la Argentina
bienpensante por los logros de la Irlanda reciente (es cada vez
más frecuente ver a alumnos de universidades privadas con
t-shirts alusivos a Irlanda, notas complacientes en las revistas
de actualidad, y todos esos signos larvarios que sirven para transmitir
sutilmente un must de sentido común). Otros usuarios
son los turistas en busca de excentricidades y, más al caer
la noche, los buscadores del último trago y de las alegrías
fáciles.
Debo a un amigo
sagaz está reflexión: San Patricio cierra (por ahora)
el círculo de las fiestas adquiridas por Buenos Aires
durante y después del menemismo. Primero fue el Halloween,
que se empezó festejando tímidamente en colegios privados
y hoy es ya una obligación. Luego vino el día de San
Valentín, azuzado por vendedores de flores y chocolates,
restaurants sensuales y diarios en busca de nuevos negocios. San
Patricio viene a completar la trilogía: pronto tendremos
niños que festejarán Noche de Brujas en casa de una
familia amiga del country, sus padres charlarán entre
sí y revelarán haberse conocido un día de St.
Pat`s, para formalizar su compromiso casi un año después
("le pedí que fuera mi Valentino", precisarán).
Yo no comulgo
mucho con estas fiestas importadas, así que a las 7 y cuarto
ya estaba en Retiro, esperando el tren para Tigre. De todos modos,
tengo algunos testimonios que quiero compartir.
Testimonios
El Señor
Luis Lehmann es vecino del barrio donde se festeja este San Patricio
porteño, y es Presidente de la Asociación
Vecinal del Barrio del Retiro.
Según Lehmann, "lamentablemente, y a diferencia de
otras latitudes en donde la fecha se celebra civilizadamente, en
los últimos años los festejos en nuestra ciudad desbordaron
en todo tipo de excesos. De hecho, sus consecuencias se hacen
notar por varios días: basura, botellas rotas y entradas
de viviendas usadas como baños públicos, que se suman
a los ruidos y gritos molestos hasta altas horas de la madrugada".
El dirigente vecinal considera positivo que se desarrollen este
tipo de actividades recreativas, "siempre que no deriven
en excesos". Para ello considera necesario prever un dispositivo
especial de control y seguridad, asegurar que la fiesta cuente con
todos los permisos y las habilitaciones correspondientes, asegurar
la presencia de médicos y bomberos y realizar un control
de ruidos molestos y un dispositivo especial de limpieza.

Los señores
Carlos Ford y Guillermo Murray son descendientes de irlandeses en
Argentina. Me pareció oportuno solicitar su opinión
sobre este tema que involucra un festejo muy querido por la comunidad
irlandesa:
"El 17
de marzo ha sido, desde que Irlanda es católica, una fecha
para celebrar; el Santo Patrono de Irlanda, misionero romano de
quien se dice venció a las fuerzas del mal en la isla, es
una figura todavía venerada en este mundo material.
La identidad
de Irlanda se debate entre el pasado celta, la vida de los pubs,
la fe católica, la convivencia con la corona británica
y, ahora, su crecimiento económico. Este crecimiento
económico va de la mano de uno de los mayores productores
de cerveza del mundo, Guinness. Si bien no es la única marca
de origen irlandés, es la mas renombrada.
Argentina es
la tercer comunidad de descendientes de irlandeses fuera
de Irlanda. Hacia 1850 la gran hambruna ("The great Famine")
dispersó a muchos de sus jóvenes hacia América
(Estados Unidos, Argentina) y Australia. Aquí se consolido
una comunidad importante, que fue creando sus propias instituciones
con gran cohesión. Hoy, 150 años después, la
comunidad irlandesa en Argentina cuenta con el diario bilingüe
de mayor antigüedad en el país, colegios, y un club
que intentan mantener la tradición de los primeros inmigrantes.
La fiesta de
San Patricio tiene dos versiones: la de la comunidad, con celebración
religiosa, encuentro de familias y amigos, bailes tradicionales,
conjuntos celtas. Este encuentro combina las cervezas con el
tinto, el choripan y la hamburguesa. Es el momento de encontrarse
y saludar a parientes, amigos que comparten una raíz común.
La otra versión
es la de los pubs, que en Buenos Aires apareció hace unos
7 años y crece con cada celebración. Los pubs de la
zona de Retiro se convierten en una aglomeración de jóvenes
que aprovechan la excusa para celebrar y tomar. El marketing
de las cervezas ha hecho mucho por esta manifestación
y sin duda le ha cambiado la cara al histórico San Patricio.
Irlanda dejo
de ser la periferia de Europa y es nombrada como el país
de mejor standard de vida; también la imagen de San Patricio
se desdibuja con la dorada espuma" (Carlos Ford ).
"St Patrick
Day es la expresión del sentimiento irlandés, desde
lo ancestral y espiritual hasta lo festivo y actual de "la reunión
de amigos". Hay algunas paradojas que alimentan el mito; el carácter
flemático y rancio de los irlandeses, ahora devenidos en
protagonistas (héroes y villanos)de la "fiesta de la cerveza"
(como "los paracaidistas" entienden este festejo).Aun mayor
es la paradoja del cambio de escala; ya que del ambiente casi intimista
del Irish Pub nos corremos al pub/ciudad (asfalto-fachadas-cielo
abierto)definiendo un nuevo espacio ganado por la gente, en día
y hora determinada, para la explosión de esta verde pasión
(no conocida por todos, pero con cada vez mas fieles).
Los vecinos de Retiro piden a gritos otro lugar, algún estadio,
etc..Los que creemos ser parte protagonista de ese día queremos
recuperar el pub; mientras tanto
afuera la gente se adueñó de un hábitat fantástico
que les resultaría casi ideal si se redefiniera como un corredor
determinado por la calle Florida "cubierta", como proponía
Clorindo Testa. El tiempo construirá y definirá el
espacio real" (Guillermo Murray).

La fiesta urbana,
como todo en la ciudad (como la ciudad misma) es azarosa e incierta,
cambia con las generaciones y torna tradición lo que al principio
era snobismo y coloniaje. Disculpemos las irreverencias, toleremos
lo que no nos llama, y festejemos, que la vida es breve.
CR
Apología*
y mea culpa,
por Carmelo Ricot.
*
Apología en su sentido original (conservado en la lengua
inglesa) de disculpa, pedido de perdón, recoger el hilo
del barrilete, arrugar.
Llegado a las
oficinas de café
de las ciudades para dejar mi nota, me entero del alboroto
motivado por alguna de mis notas, y en especial la que hablaba de
la
boludización de Palermo Viejo
(N. de la R.: ver los mensajes
de este número y el anterior).
Muchachos, y
muchachas: lamento profundamente que la bronca que quiero transmitir
por las agresiones que sufre Buenos Aires sea mal transmitida por
mi pluma y se vuelque hacia mi modesta persona. Yo no soy un provocador:
no disfruto de generar conflictos ni de ocasionar escándalos;
solo digo lo que pienso y trato de hacerle un bien a la ciudad que
me hizo su amigo hace ya varios años. Si molesté,
pido perdón; si ofendí, ofrezco mi buena voluntad
para remediar las heridas.
Eso sí:
lo que dije, lo pienso y lo defiendo. Como dijo un poeta de estas
tierras, si canto de este modo por encontrarlo oportuno, no es
para mal de ninguno sino para bien de todos. Cuiden, porteños,
su Palermo y su Obelisco, su ciudad y su río, sus barrios
y sus calles. Y no se enojen conmigo, que solo soy el mensajero,
si no les gusta la carta que les muestro.
Por último:
quiero decirles que en el mes de febrero he iniciado los trámites
para acceder a la ciudadanía argentina. Llevará meses,
años, pero mi argentinidad está en camino.
Así que, por favor, júzguenme por lo que digo y no
por el país de donde vengo. ¡Que he visto muchos boludos,
y he oído muchas boludeces, aquí y en Suiza, campeón!
CR
Sobre
las contradicciones de la fiesta porteña, ver la nota El
acoso a la fiesta,
también
de Carmelo Ricot, en el número 18 de café
de las ciudades.
Ver
la página Web de la Asociación
Vecinal del Barrio del Retiro.
Carmelo
Ricot es suizo y vive en Sudamérica, donde trabaja en la
prestación de servicios administrativos a la producción
del hábitat. Dilettante, y estudioso de la ciudad,
interrumpe (más que acompaña) su trabajo cotidiano
con reflexiones y ensayos sobre estética, erotismo y política.
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