
Según
María Cristina Cravino, en
la Villa 31 de Retiro se juega hoy el destino de las
políticas urbanas en la Argentina. Lo
expresado por la antropóloga de la Universidad de General
Sarmiento en el reciente Seminario “Ciudad y programas del
hábitat” se refiere, en principio, a los conflictos sociales
y políticos que envuelven a los habitantes del barrio y
a los gobiernos de la Nación y de la Ciudad. Sin embargo, siguiendo
el razonamiento de Cravino y extendiéndolo
a campos más amplios, es probable que el conflicto más profundo
al respecto se ubique en la cultura profunda de la sociedad.
Apartando los velos de pseudo-racionalidad que ocultan
los discursos hegemónicos sobre “la 31”,
aparecen cuestiones de singular transparencia interpretativa.
Por
ejemplo: el escándalo que produce la ubicación de la villa en el centro de la Ciudad. ¿Será este el motivo por el cual lleva el número más
alto en la denominación burocrática de las villas de Buenos
Aires? En todo caso, es seguramente el motivo por el cual
las restantes “30” villas no tienen tanta prensa…
Sigamos
con el discurso Treinta-y-único (si se me disculpa
el estilo Carlitos Balá…): las
discusiones abstractas acerca de un valor inmobiliario inexistente,
la preocupación por la altura de las edificaciones, las
referencias a la ilegalidad (omitida en la consideración de las construcciones clandestinas
en countries y barrios cerrados,
cierres de calles, ocupaciones de predios urbanos y rurales
en la Patagonia
por grupos de buena posición económica, etc.), entre los
lugares comunes de las posiciones conservadoras. No faltan
tampoco lugares comunes entre las visiones “progresistas”,
en especial los que parecieran celebrar la pobreza más que
procurar superarla.
¿Cuáles
son los conflictos profundos acerca de las villas y del
hábitat popular en general que encuentran
su expresión más difundida en la villa de Retiro? El más
primario: el status de la pobreza como mandato divino
o, en una versión más contemporánea, un atributo, una culpa
o, en definitiva, una elección del pobre (y no la resultante
de unas peculiares circunstancias y construcciones históricas
y sociales). Tranquiliza al conservador bienpensante creer
que el pobre elige su pobreza; esto tiene además el corolario
de validar la propia posición, “elegida” también (y “merecida”).
Otro
corolario es urbanístico: la ciudad ha de merecerse, tesis,
precisamente, del brigadier Cacciatore,
intendente de la dictadura que erradicó “la 31”. Los
servicios de la ciudad, los equipamientos culturales, sociales,
recreativos, comerciales, la calidad ambiental, la amenidad
y la belleza urbana, son para quienes pueden pagarlos.
En
el Seminario de la UNGS se presentó el libro “Los mil barrios (in)formales. Aportes
para la construcción de un observatorio del hábitat popular
del Área Metropolitana de Buenos Aires”, que trata precisamente
de estos temas. Organizado
por la propia Cravino, el volumen incluye un completo desarrollo de aspectos
ineludibles para la definición, comprensión y categorización
del fenómeno urbano de los asentamientos y villas.
En
el primer capítulo, Raúl Fernández Wagner reconstruye la historia de las interpretaciones y conflictos
acerca de la construcción del hábitat popular latinoamericano,
y en especial las polémicas acerca de la
autogestión como estrategia popular
(posición de John Turner,
el fundador de HIC),
las críticas de Pradilla y Burgués a la autoconstrucción como prolongación de la explotación capitalista
sobre “el ejército de reserva” de mano de obra de la industrialización
sudamericana, y las recientes tesis
de Hernando de Soto sobre la regularización y
el “capital oculto” de los pobres.
Cravino y Omar Varela procuran luego categorizar
los asentamientos y villas en un sentido tanto estructural
como simbólico, analizando una gran cantidad de nombres
dados en el habla popular, oficial, mediática y técnica
a estos barrios, y las imprecisiones
y asociaciones profundas que caracterizan esta profusión
designativa. Partiendo de las definiciones canónicas de
la villa como urbanización de tejido irregular y alta densidad
en intersticios de áreas centrales, y de los asentamientos
como urbanizaciones periféricas, cuya regularidad en el
trazado y su organización inicial apuntan a una integración
final con la ciudad a partir de la adaptación a las pautas
normativas, Cravino y Varela producen
un rico desarrollo de las diferencias y (a veces) similitudes
de ambos tipos de hábitat popular. Sostienen como base para
su investigación que “al
uso ideológico de los términos se los debe enfrentar sin
tapujos ni eufemismos, por el contrario, hay que desenmascarar sus connotaciones, ya sean
estas sutiles o no”.
Más
adelante, del Río, Duarte, Graham y Varela describen el proceso de creación de una base
de datos georreferenciada del
fenómeno de las villas y asentamientos en el AMBA, como
una herramienta capaz de facilitar la toma de decisiones
sobre políticas públicas para el hábitat popular. A tal
efecto se prevé su difusión la
Web de Info
Hábitat y la confección de un CD interactivo.
Esta
aproximación continúa en dos capítulos consecutivos, por
un lado a partir del dimensionamiento
del fenómeno que realizan Cravino,
del Río y Duarte: sobre 819 casos identificados, 363 son
villas, 429 asentamientos y en 27 casos no se pudo identificar
la tipología, ocupando algo menos de 6.500 hectáreas
en donde habitan un millón de personas. Los autores sostienen
que la informalidad se ha constituido en la principal
forma de crecimiento poblacional en el Area
Metropolitana de Buenos Aires, en gran parte debido
a la dificultad que implica para los sectores populares
el acceso al suelo urbano. También exploran los paradigmas
de intervención en estos barrios: la erradicación sin alternativas (propia, aunque no exclusiva, de los
gobiernos dictatoriales), la erradicación a conjuntos de vivienda construidos por el Estado y la regularización dominial en sus distintas
variantes, incluyendo la radicación en viviendas de producción
estatal. Por otro lado, Cravino
realiza un análisis cuali-cuantitativo de casos en el Gran Buenos Aires, estudiando
a través de encuestas y entrevistas en 5 barrios diferentes
los patrones de movilidad residencial, el perfil socio-demográfico
de los barrios, la situación habitacional y de tenencia,
la calidad y el uso de la vivienda y las pautas de sociabilidad
barrial. Entre los datos así recabados, surge que un 15%
de las viviendas tienen espacios dedicadas a actividades
comerciales, laborales o productivas (situación no contemplada
en general en los planes de vivienda estatal), que casi
un 60% de las viviendas fueron autoconstruidas
por sus habitantes y que el 70% de los habitantes integra alguna red de reciprocidad, institucionalizada o no, que varía
desde el cuidado de los niños al intercambio de herramientas
de trabajo, alimentos o simplemente información barrial
o social.
Fernando
Ostuni y Jean Louis Van Gelder
exploran los deseos e imaginarios de los habitantes de villas
y asentamientos acerca de la regularización, sobre la base
de oponer la seguridad
en la titulación a la seguridad en la tenencia, que
constituye la opción preferencial de los autores.
Consideran que esa sensación de seguridad “puede ser generada por títulos legales o derechos
de propiedad, más también por medios alternativos como señales
de buena voluntad de parte de los funcionarios públicos,
una política gubernamental de laissez-faire
para el desarrollo de urbanizaciones populares o la provisión
de servicios básicos” y, en general, la estimación de
una baja posibilidad de desalojos o relocalizaciones involuntarias. Ostuni
y Van Gelder formulan también
interesantes planteos acerca de la transformación del trabajo
del ocupante en un capital personal o familiar, utilizando
las externalidades propias de
la ocupación en un
factor de progreso social y no (como sostiene el discurso
pequeño burgués) con la mera voluntad de evadir impuestos
o pago de servicios.
Finalmente,
María Rosa Silva estudia las representaciones de la villa
y el villero en el discurso construido por los medios. Para
Silva, “si bien Clarín,
La Nación o Página 12
tienen una línea de desarrollo diferente a la hora de presentarse
al lector, cuando escriben sobre villas utilizan un discurso
similar: asocian esos espacios con la delincuencia y a sus habitantes como
proclives a caer en prácticas clientelares”.

Otro
libro reciente de Cravino, “Vivir
en la Villa - Relatos, trayectorias y estrategias habitacionales”
(en este caso de autoría exclusiva), continúa la reflexión
sobre el estigma villero y su construcción socio-mediática.
El texto procura responder los interrogantes acerca de cómo
se llega a las villas, cuales son las redes y relaciones
sociales que se establecen, sus transformaciones, la
incidencia del mercado inmobiliario informal, los recorridos
habitacionales realizados por quienes hoy viven en las villas
de la Ciudad de Buenos Aires y las miradas que estos habitantes
tienen sobre su propio barrio y sus vecinos.
Para esto el libro se estructura en tres capítulos.
En el primero se desarrolla una discusión acerca de sociabilidad
barrial y conceptualización de
las villas, con una magnífica y muy didáctica presentación
de temas tan citados y tan poco entendidos como la
segregación, la comunidad y las estrategias familiares de
supervivencia. Para la autora las villas son barrios
que pretenden ser similares a los formales, "fragmentos
de ciudad sin status de ciudad"; la transformación
material queda en un segundo plano detrás de esa
búsqueda de reconocimiento, ya que las villas son
siempre un lugar en transformación física,
"siempre haciéndose", siempre construyéndose.
Es particularmente interesante la crítica a los actores
gubernamentales que suponen para las villas una situación
similar a la de la "comunidad folk" de Redfield
y por lo tanto consideran que "una interlocución
con dirigentes barriales garantiza la comunicación
con todos sus habitantes". Cravino encuentra una
interacción muy fuerte con el resto de la ciudad,
a cuya reproducción los habitantes de las villas
contribuyen activamente, y alerta por consiguiente contra
la simplificación del análisis (y como resultado,
las prácticas sociales y políticas) en términos
de "ghetto".
En
el segundo capítulo se analizan algunas historias
de vida y las estrategias de movilidad residencial de los
habitantes de las villas. Los relatos de seis entrevistados
evidencian la diversidad y complejidad de las experiencias
de los habitantes de las villas, tanto en sus orígenes
como en su formación, su inserción educativa
y laboral y su trayectoria habitacional. Según Cravino,
"la idea de que la villa es el lugar de la pobreza
no sintetiza, de ninguna manera, la trayectoria o los proyectos
de los sujetos que allí la viven, no solo por la
estratificación social que existe en ella sino por
como se ven a si mismo los villeros". El "nudo
comprensivo" para entender entonces estas trayectorias
y estrategias pasa en realidad por la creencia o no en
un posible ascenso social.
Finalmente,
se exponen algunas perspectivas acerca de cómo son miradas
las villas, “pensando las dificultades de definir
una identidad villera en contraposición
al homogéneo dispositivo del estigma villero”. Esta
identidad, dejando de lado las pretensiones esencialistas
y los prejuicios, es para la autora "una construcción
conflictiva de sentidos. Los habitantes de las villas intentan
sostener una imagen positiva: aquel que está dispuesto
a ser un vecino más, pagar impuestos, integrado a
la vida social de una ciudad. Sin embargo, a pesar de estos
esfuerzos, prima una imagen que acusa moralmente a los habitantes
de las villas y los coloca como sujetos sospechables de
cometer delitos. Esta imagen imperante en la opinión
pública deslegitima cualquier acción del Estado
tendiente a mejorar la condición de vida de los habitantes
de estos barrios". Los medios de comunicación
(cómo sostiene Silva en Los mil barrios (in)formales)
juegan una parte activa en este proceso, en particular a
partir de igualar la condición irregular ("ilegal")
de la vivienda y la ocupación del suelo con la
condición del actor social villero, remitida así
a la del delincuente.
Una
amplia y valiosa bibliografía cierra el libro, que continúa
el anterior Las
villas de la ciudad. Con la próxima publicación
de La ley de la villa
concluirá esta trilogía de investigaciones sobre mercados,
redes sociales y legalidades en la urbanización informal
de Buenos Aires.

El
citado Seminario de la UNGS fue un encuentro apropiado
para avanzar en la comprensión de estos problemas en Buenos
Aires, en la
Argentina y en la región. Además de presentarse
y comentarse experiencias y ponencias muy interesantes sobre
barrios informales y políticas de vivienda, los enfoques
teóricos de los especialistas dieron lugar a un estimulante
debate que abordó la complejidad de la cuestión.
Ana
Sugranyes, por ejemplo, volvió
a cuestionar el modelo de subsidio a la “demanda” chilena
y su resultado: lo que ella y Alfredo Rodríguez denominaron
el problema de
los “con techo”. Pedro Abramo
planteó la hipótesis de unos territorios
populares creativos, en oposición al concepto de “ciudad
creativa” (título del reciente libro de Richard Florida),
al que considera el nuevo slogan neoliberal que suplanta
a aquel de “imponerse en la competencia entre ciudades”.
Betiana Alfonsín
expuso una visión crítica sobre los reales logros del reciente
urbanismo brasileño y Eduardo Reese,
lejos de pensar como muchos de los expositores en la falta
de articulación de
las políticas urbanas más generales con las políticas de
vivienda, sostuvo que ambas en realidad se articulan
y lo hacen muy bien: el problema es que esa coincidencia
se basa en maximizar la renta especulativa, segregar la ciudad y ponerla fuera del alcance
de los más pobres...
Los
mil barrios (in)formales y Vivir en la villa son un material importante y valioso para
la prosecución de este debate y para la acción que requieren
de los profesionales y técnicos aquellos que pelean en asentamientos
y villas por su derecho a la ciudad. Como se sostiene en
Los mil barrios…: “el
gran desafío que enfrentan las políticas públicas es cómo
facilitar el acceso al suelo y a la vivienda popular a los sectores populares”.
MC
Los mil barrios (in)formales. Aportes para la construcción
de un observatorio del hábitat popular del Área Metropolitana
de Buenos Aires, de María Cristina
Cravino (organizadora), Juan Pablo
Del Río, Juan Ignacio Duarte, Raúl Fernández Wagner, María Ignacia Gram., Fernando Ostuni,
Jean Louis Van Gelder, María Rosa
Silva, Omar David Varela; Universidad
Nacional de General Sarmiento, 2008, 278 páginas de 22 x 15
cm., ISBN 978-987-630-043-8
Vivir en la Villa. Relatos, trayectorias y estrategias habitacionales,
de María Cristina Cravino, Universidad
Nacional de General Sarmiento, 2008, 240 páginas
de 22 x 15 cm., ISBN 978-987-630-044-5
De
María Cristina Cravino y sus investigaciones
sobre la vivienda popular en Buenos Aires ver también en
café
de las ciudades:
Número
70 I Política de las ciudades (I)
La
urbanización del Barrio Carlos Mugica,
de Retiro I Un debate recurrente y
la opinión de Jorge Jáuregui I Marcelo Corti
Número
61 I Economía y Política de las ciudades
“Acordate que la tierra no es de nosotros...”
I El mercado inmobiliario en las villas de Buenos
Aires, según María Cristina Cravino I Marcelo Corti
Número
56 I Tendencias (I)
Transformaciones
estructurales de las villas de emergencia I
Despejando mitos sobre los asentamientos informales de Buenos Aires. I María Cristina Cravino
Número
49 I Política de las ciudades (II)
Teoría
y política sobre asentamientos informales I Cuestionario
a Raúl Fernández Wagner y María Cristina Cravino,
en vísperas del Seminario en la
UNGS. I Raúl Fernández Wagner y María Cristina
Cravino
Ver
también en café
de
las ciudades:
Número
19 I Economía
“El
problema de los “con techo”..." I Alfredo Rodríguez describe las paradojas
del subsidio habitacional en Chile. I Alfredo Rodríguez
Número
1 I Economía
Clandestinos
en la ciudad del Tercer Mundo I En
“El misterio del capital”, Hernando de Soto propone algo
más inteligente que erradicarlos. I Marcelo Corti