Nuevas
ciudades para nuevos habitantes
Los ejemplos
de Luanda en Angola y Togliatti en Rusia.
Por
Clovis Ultramari, Sylvia Leitão y Zulma Schussel
Cualquier
viajero por el Moscú actual paseará por una ciudad
con el escenario preparado por el clasicismo socialista, el pompier
estaliniano convertido en improvisado campamento para los topos
y urdidores del capitalismo salvaje.
Manuel
Vázquez Montalbán, 1997
El presente
artículo es el resultado de una reflexión profesional
sobre las experiencias de los autores en dos ciudades: Luanda, en
Angola, y Togliatti, en Rusia.
Luanda es una
ciudad de aproximadamente 3,5 millones de habitantes, establecida
en 1575, y considerada como la primera ciudad construida por los
portugueses en la parte continental de Africa. Hasta el siglo XIX
su crecimiento era lento, manteniendo toda su área urbana
dentro de los límites definidos por la Fortaleza de San Miguel,
la Ermita de San José, el Convento de Nuestra Señora
del Carmo, la Ermita del Nazaré y la playa de la bahía*.
En ese tiempo, la principal actividad económica consistió
en el comercio de esclavos hacia Brasil.
*
De acuerdo con el modelo medieval que predominaba en Portugal, la
ciudadela debía localizarse en una bahía o sobre un
lugar elevado, como Lisboa y Oporto. La ciudad era concebida de
forma dual, con una ciudad alta y una ciudad baja, y puede asociarse
la estratificación del espacio a la jerarquía social.
En la ciudad alta, se localizaban las instituciones, los edificios
administrativos y religiosos, y la mayor parte de las áreas
residenciales; en la ciudad baja, a orillas de un río o del
mar, la zona comercial. Este modelo puede ser identificado en ciudad
es coloniales brasileñas, como por ejemplo Salvador; Sangodeyi-Dabrowski,
2003, p. 169 y 170.
Entre 1641 y
1648, Luanda fue ocupada por los holandeses, que en ese corto período
destruyeron los edificios y diezmaron a la mayoría de los
habitantes. Con la construcción del actual Sé Arquiepiscopado
(1651), y de la Iglesia del Nazaré (1664) se comenzó
a delinear la parte baja de la ciudad. En la parte alta, que se
extendía desde la Fortaleza de San Miguel hasta la Iglesia
de la Concepción, nada más de notable se realizó,
con la excepción de la construcción del Hospicio de
Santo Antonio, en 1668.

São
Paulo da Assunção de Luanda.
Grabado de Caetano Alberto
(Fuente: "O Occidente", vol. 6º, 1883).
Desde la segunda
mitad del siglo XIX, con la reducción en el tráfico
de esclavos, se produjo una caída en las exportaciones desde
el puerto de Luanda y, con esto, una degradación de la
ciudad. En el inicio del siglo XX, el 45% de los pobladores
de la ciudad eran blancos, dado que, en las décadas anteriores
se había promovido la expulsión de los negros hacia
la periferia, surgiendo así los musseques (el nombre
musseque es una referencia a un tipo de arena roja, común
en la región, adonde se asentaban los ranchos de los colonizados;
Pepetela, 1990, p.103 y p. 106), que delimitaron los espacios entre
las clases sociales y promovieron una fuerte segregación
espacial. Según Pepetela, en la Luanda colonial, el espacio
"estaba distribuido entre la ciudad del asfalto y la del musseque".
El musseque, en esta época, fue caracterizado como
un espacio transcultural: además de hacer de puente
entre la ciudad y el campo, era el locus donde se mezclaban
culturas y lenguas: la del colonizador portugués para la
vida urbana, y las del campesino colonizado, como el kimbundo
y el kikongo.
A partir de
1948,el crecimiento de Luanda se acelera, como consecuencia de una
fase económica donde Angola es el cuarto productor mundial
de café. En 1975, con la independencia de Portugal, se inicia
la era de la guerra civil angoleña, la cual se extendió
hasta la década de `90, promoviendo un fuerte proceso de
migración campo-ciudad y dejando marcas de este período
de violencia en la ciudad.
El Tratado de
Amistad y Cooperación con la Unión Soviética,
firmado en 1976, influenció la formación de las estructuras
institucionales locales con el modelo socialista de gestión,
lo cuál a su vez influenció la arquitectura y el urbanismo.
Actualmente, el país vive innumerables transformaciones de
orden institucional y físico con el final de la guerra y
la economía se dinamiza hacia la exploración mineral
(petróleo y diamantes), bajo el comando de una población
extranjera nueva, migrante, que exige nuevos espacios de ocupación.
Esto permite ensayar la reconstrucción urbana de la capital,
Luanda, y sus alrededores, y exige la oferta de nuevos espacios
bajo nuevos dogmas del urbanismo.
Togliatti, proyectada
por el arquitecto Yury Bocharov, es una ciudad con aproximadamente
600.000 habitantes, localizada a unos 900 kilómetros al este
de Moscú, a orillas del río Volga. Construida en los
años `60, bajo los dogmas del urbanismo moderno funcionalista,
hoy tiene una economía basada sobre todo en la industria
de automóviles Lada. A despecho de los cambios que se perciben
en la actualidad, Togliatti aun tiene la apariencia predominante
de una iniciativa soviética en el área del urbanismo,
respetando la segregación funcionalista (mucho más
allá de lo que en el modelo de Le Corbusier podría
imaginarse), fuertemente relacionada con una arquitectura modernista
que consiste en un paisaje homogéneo de conjuntos habitacionales.
Togliatti está
asociada, en términos de polarización, a la ciudad
de Samara, a unos 100 kilómetros de distancia, la cual se
estructura según principios anteriores al urbanismo modernista,
mezclando un patrimonio arquitectónico del siglo XIX anterior
a la revolución socialista de 1917 (y ahora en revalorización)
y una arquitectura con fuertes raíces en el constructivismo
soviético.

Vista
Aérea de Togliatti, con su urbanismo modernista.

Las
grandes avenidas de la ciudad baja de Luanda
(fuente: Geotécnica, 2003).
La semejanza
de los procesos observados en estas dos ciudades permitió
construir la discusión que aquí se presenta, indicando
también una situación urbana que se puede considerar
recurrente en otras de las llamadas ciudades de los países
en vías de desarrollo, sobre todo en los que ahora giran
hacia la economía de mercado, después de décadas
de fuerte control estatal. Sin poder generalizar dos experiencias
que, en principio, parecen social, ambiental y geográficamente
distantes, el presente artículo señala hechos urbanos
que, al analizar otros estudios elaborados para otras ciudades,
constituyen tendencias recurrentes cuando se observan cambios estructurales
en la economía, en la política y en las instituciones
nacionales. A continuación, una síntesis de los hechos
observados en estas ciudades y, en especial, de sus esfuerzos actuales
de transformación urbana.
Ciudades y Gobiernos Nacionales
A despecho de
los recurrentes comentarios acerca de que las ciudades, cada vez
más, asumen el lead de los cambios económicos
e, incluso, de profundas transformaciones sociales, los casos analizados
conducen a una conclusión inversa: que a despecho de que
las ciudades todavía sean el locus de cambios de diversos
perfiles (es en las ciudades que suceden las cosas), los espacios
urbanos siguen siendo extremadamente dependientes de decisiones
de orden nacional e internacional. En los casos analizados,
los cambios buscados en las estructuras físicas, sea en Luanda,
sea en Togliatti, suceden como requisitos o exigencias determinados
por lo que se decide en el nivel nacional. A pesar de que los cambios
buscados sean negociados, planificados e implementados por agentes
de la administración local, el principio del proceso se observa
en nivel nacional. Así, vale la observación de que
tal entendimiento reposiciona o relativiza la importancia de la
política urbana en la transformación de una economía
nacional, por ejemplo: "la manera en que las ciudades manejan
su desarrollo, incluyendo la atracción de industrias, es
de gran importancia en la determinación del nivel del desarrollo
económico del país. Los gobiernos urbanos pueden estimular
el desarrollo económico, así como pueden provocar
retrocesos" (World Bank, 2000, p 126, traducido).
Evidentemente,
tales decisiones nacionales no están, a su vez, desligadas
de intereses internacionales, sobre todo los de agencias de financiamiento
tales como el Banco Mundial. Aurelio Vianna Júnior, al analizar
la importancia de estas agencias para el caso brasileño,
afirma: "...más allá de la función
meramente financiera, los bancos han actuado como auxiliar de la
inteligencia del gobierno en la elaboración de
programas y de proyectos, como por ejemplo, los programas responsables
de las políticas del ajuste estructural, los proyectos sectoriales
de desarrollo, de combate a la pobreza... De esta manera, parte
de las innovaciones en políticas públicas y en los
proyectos del gobierno brasileño es, muchas veces, el resultado
de un trabajo de la cooperación internacional donde el Banco
Mundial y el IRB tienen un papel relevante" (1998, p. 82).
En los dos casos
internacionales analizados, es ostensible la flexibilización
del dogmatismo socialista en las economías (angoleña
y rusa), con la revisión parcial de la propiedad de la tierra
y la posibilidad de agentes externos a la administración
gubernamental de actuar en la oferta y en la implantación
de políticas para sus ciudades. Así, el final del
comunismo en Rusia y el final de la guerra en Angola (también
con la discusión sobre el fin de los dogmas de la centralidad
del Estado), ambos provocando alteraciones profundas en las necesidades
básicas de la población, han provocado alteraciones
en el uso, en la apropiación e incluso en el paisaje urbano
de estos países.
En Rusia, queda
claro el surgimiento de usos comerciales hasta entonces inexistentes,
antes de la nueva política económica y de su proceso
de apertura. Debido a la carencia de espacios construidos para tales
usos, se observa una apropiación de espacios públicos,
sobre todo cuando hay existencia de grandes paseos urbanos, para
la instalación de quioscos del pequeño comercio privado.
De la misma manera, en la intención de demostrar su desdén
a la arquitectura hasta entonces proporcionada por el gobierno,
las clases en ascenso ahora adoptan en sus casas formas y estilos
que se singularizan en el paisaje urbano, repitiendo una situación
conocida en los países que ya cuentan con una tradición
de iniciativa privada e individual para transformar el espacio urbano.

Nuevo
uso de los paseos de Moscú por el pequeño comercio.
En Luanda, de
la misma manera, el espacio público es apropiado por millares
de vendedores ambulantes que substituyen el mercado formal y
tiene en este pequeño comercio su única fuente de
renta. Un ejemplo de esto es la ocupación de una área
significativa de su borde, durante el período de la guerra
civil, por musseques gigantes, y por el mercado abierto llamado
Roque Santeiro (en alusión a un personaje de novela brasileña;
es considerado el mas grande mercado popular del mundo de acuerdo
con el Guiness), donde coexisten centenares de tiendas de mercado
diversificado
(que comercian
desde pan a piezas para helicópteros).

Mercado
público en Luanda, popularmente conocido como Roque Santeiro.
Gentrification y un nuevo urbanismo
El surgimiento
de una clase que ahora puede vivir sin la dependencia del estado
(no solo en términos de hábitat y urbanismo, sino
también en términos de la educación y de la
salud, por ejemplo; y aunque evidentemente hay también otra
clase, careciente, que es obligada a vivir sin esa dependencia)
ejerce, en la realidad, presiones significativas sobre el tejido
urbano. Entre tales presiones, es ostensible el deseo de gentrification
observado en estas sociedades, sobre todo en el caso ruso.
Las nuevas clases
sociales en Togliatti, con poder adquisitivo superior al del promedio,
ahora desean más espacios de ocio, una proximidad con los
paisajes naturales (en este caso, las orillas del río Volga)
y una arquitectura distinta a la hasta entonces ofrecida por el
gobierno. Esto se puede confirmar por la decisión del poder
local de emprender esfuerzos para la construcción de un waterfront
en las orillas del Volga, y la disposición de nuevas áreas
residenciales valorizadas para esta clase social emergente. Así,
mientras que el proyecto original de la ciudad de Togliatti hizo
caso omiso de la presencia del río, distanciándose
de este aproximadamente unos 2 kilómetros y creando una tierra
vacía u ocupada solamente por grandes parques públicos
subutilizados y con innumerables referencias a la gloria de la revolución
comunista, la administración actual desea ahora un uso privado
de este área para una población capaz de pagar
por esa nueva manera de ocupar el suelo urbano. Así, aquí
se repite la idea de un proyecto urbanístico costoso de
waterfront, común en muchas otras ciudades del
mundo desarrollado, para el disfrute de la población local
o para el turista, como Johanesburgo y Cape Town, en Africa del
Sur, Baltimore, en los Estados Unidos y otros innumerables en Europa,
para citar algunos ejemplos: un hecho nuevo, en el medio de un urbanismo
hasta entonces utilitarista y solo preocupado con la imagen de la
revolución socialista.

Togliatti,
a orillas del Volga:
área propuesta para una intervención para el ocio
y la residencia.
En Luanda, a
su vez, se consolida un modelo urbano basado en una fuerte segregación
social y que se materializa por medio de condominios cerrados,
verdaderas gated cities aisladas del resto de la ciudad.
Equipados con fuertes sistemas de protección, representan
un urbanismo nuevo que, a despecho de prometer una seguridad que
no existe, se reproduce rápidamente en las ciudades de los
países periféricos (en Brasil, el modelo de los condominios
cerrados se multiplica en el paisaje urbano, aun con una seguridad
menos ostensible que en el caso angoleño).
Con esto, la
fragmentación de los espacios urbanos se hace perceptible,
alternando grandes espacios vacíos, musseques y condominios
dispersos. Desde el punto de vista de la infraestructura, los condominios
se sirven de generadores de energía y de pozos de agua propios,
en tanto que la mayoría de la población permanece
sin esos servicios (en el caso del agua, por ejemplo, es vendida
en camiones privados). Desde el punto de vista de la construcción
de esos espacios, los condominios reproducen las características
internacionales, con una arquitectura que no se comunica con la
sociedad local; al contrario, establece una línea divisoria
que los distingue del resto de la ciudad. En cuanto al consumo
de estos espacios, es importante resaltar su relación con
las cuestiones de orden social y étnica. Por un lado, la
ocupación de los condominios se da por representantes de
una clase social emergente (funcionarios públicos y empresarios).
Del otro, están los representantes de las empresas extranjeras,
que ahora participan del proceso de reestructuración del
país.
De la sumisión al gobierno central
a la sumisión al modelo internacional
En el caso de
Togliatti, con su deseo de construir un waterfront, se pone
en marcha una flexibilización de las reglas nacionales
que habían moldeado las ciudades soviéticas y sus
paisajes urbanos hasta entonces: una verdadera ruptura en términos
de las ordenes y principios enanados del gobierno central y que
debían ser repetidos en todo el territorio nacional. Resumidamente,
tales líneas de dirección pueden ser presentadas así:
limites al tamaño de las ciudades, creación de paisajes
simbólicos en el centro de las ciudades, provisión
de las necesidades culturales y de consumo para todos los habitantes;
áreas residenciales cerca de las áreas industriales,
con la consiguiente reducción de las distancias diarias de
los trabajadores; zoning rígido; control del estado
sobre el hábitat (construcción y mantenimiento); provisión
de grandes espacios verdes para el uso recreacional, entre otros.
(Fuente: Macalester College).
En Moscú,
más que en las otras ciudades soviéticas, estas directrices
parecen haber sido adoptadas con gran celo. Así, en 1935,
ya con el gobierno comunista consolidado y la Primera Gran Guerra
terminada, la ciudad recibe su Gran Plan, así llamado y impuesto
por Stalin, con el objetivo de reflejar la "grandeza y belleza"
del período soviético. Evidentemente, la visibilidad
internacional posibilitada por Moscú llevó el gobierno
central a utilizar estos principios al agotamiento; en el caso de
Togliatti, ciudad situada en una Europa distante y poco conocida,
es menor la monumentalidad y la sofisticación del diseño
urbano y de la arquitectura oficial. Aún así, los
principios nacionales para el urbanismo son muy visibles, sobre
todo en el sistema viario y en la reserva de grandes espacios verdes
para el ocio, el culto a la imagen de los héroes nacionales
y, también, en la propia denominación de la ciudad.
Así,
las reglas del urbanismo oficial se observan no solamente en la
concreción del espacio construido y en su apropiación
por los habitantes, sino también en la toponimia, elegida
casi siempre según los líderes históricos del
comunismo o incluso de líderes aun en el poder. Es el caso,
por ejemplo, de José Stalin, nombre que serviría para
bautizar ciudades hasta el período conocido como desestalinización,
en 1961 (vale citar como ejemplos: Oraşul Stalin, 1951-1961,
en Rumania, Qyteti Stalin, 1950-1990, en Albania, Stalin, 1949-1956,
en Bulgaria, Stalinabad, 1929-1961, en el Tajikistão, Stalingrad,
1925-1961, en Rusia, Stalingrad en la República Checa, Staliniri,
1934-1961, en Georgia, Stalino, 1924-1961, en Ucrania, Stalinogorsk,
1934-1961, en Rusia, Stalinogród, 1953-1956, en Polonia,
Stalinsk, 1932-1961, en Rusia, Stalinstadt, 1953-1961, en la Alemania
Oriental, y Sztálinváros, 1951-1961, en Hungría
(fuente:
Wikipedia).
Togliatti asiste
a las mismas transformaciones: originalmente conocida como Stavropol,
la ciudad fue obligada a cambiar de sitio de ocupación cuando
se realizó la construcción de la Usina Hidroeléctrica
Lenin, para la producción energética, en los años
`50, lo que permitiría su industrialización. En 1964,
era renombrada en homenaje a Palmiro Togliatti, líder del
Partido Comunista Italiano.
Hoy, entre los
cambios exigidos en Togliatti, más allá de los que
resultan de sus nuevas clases sociales con un poder adquisitivo
mas alto que el promedio, está la de la inserción
de su producción automovilística (antes estatal, industrias
Lada; ahora producido en asociación con industrias extranjeras)
en el mercado internacional: una demanda mayor o menor por parte
del mercado importador es mucho más importante para la
supervivencia de la ciudad que las decisiones del gobierno central.
Los cambios
en el orden internacional, principalmente en la Unión Soviética
y la fragilidad económica de Cuba, han hecho que el gobierno
angoleño se acercara a organismos multilaterales mantenidos
por los países capitalistas en la búsqueda de los
recursos para la reconstrucción del país. En 1994
fue instituido el "derecho individual de uso de la superficie",
que tenía el objetivo de producir urbanizaciones en colaboración
con la iniciativa privada; una transformación significativa,
desde el punto ideológico, en un país donde hasta
entonces el suelo urbano era una propiedad exclusivamente pública.
En 1996 fue creada una compañía de capital mixto
del gobierno de Luanda y del sector privado, cuya finalidad era
la gestión del nuevo proceso de ocupación del suelo
urbano.
En base a los
conceptos de planeamiento estratégico de ciudades, el gobierno
central coordinó la elaboración de un proyecto de
reorganización urbana para Luanda. Para ello se hicieron
contratos con consultorías internacionales y fue elaborado
un Plan Estratégico de Desarrollo. El Plan previó
tres frentes de actuación: rehabilitar la parte central
de la ciudad y los alrededores del puerto, adonde se encuentran
las construcciones coloniales de los siglos XIX y XX; integrar
los musseques ubicados en la área central de la
ciudad; y expandir la ciudad hacia nuevas áreas.
En lo que se
refiere a ese tercer objetivo, fue elaborado un programa denominado
Programa Autofinanciado Luanda Sur. La característica principal
del programa, más allá de la viabilidad económica,
era atender a los diversos segmentos de renta. En cuanto
a las rentas altas y medias, fueran ejecutados modernos emprendimientos
en áreas todavía no ocupadas por musseques,
tales como el waterfront a lo largo de la costa del Atlántico,
siguiendo tendencias internacionales. Para las capas bajas de renta,
fueran construidas 2.000 viviendas, con recursos del gobierno central
(el Programa Luanda Sur proporciono al gobierno de Angola el Premio
Internacional de Dubai en el año 2000 a la mejor práctica
en términos de infraestructura, comunicaciones y transportes,
habitación, arquitectura y diseño urbano).
En relación
al diseño urbano, es importante tener en cuenta que en las
décadas del cuarenta y cincuenta, Luanda y otras ciudades
coloniales portuguesas, como Lourenço Marques, Macao, Son
Tomé, habían sido organizadas y planificadas según
los principios de una urbanística formal, en la cuál
se reconocen la influencia de experiencias como los conjuntos habitacionales
de Holanda en los años 30, los estudios de Unwin en el Town
Planning y los conceptos de la unidad de vecindad (Lamas, 2004,
p. 286). Según Jose M. Ressano García Lamas, estos
principios tendrían su origen en los planos de Faria da Costa
para los barrios de Alvalade y de Arriero, en Lisboa (estos barrios
fueron proyectados en momentos diferentes: Arriero, en 1938, para
9000 habitantes, con 32 hectáreas, Alvalade, en 1945, para
45.000 habitantes, con 230 hectáreas; Lamas, 2004, p.284):
expansión prevista, libre de restricciones inmobiliarias
y con fuerte control público; equilibrio entre la ciudad
tradicional y el área de expansión, en cuánto
a la organización de las funciones y de los equipamientos
urbanos, la jerarquización viaria, y las zonas libres y arboladas.

Plan
del Barrio Alvalade, actual Avenida del Brasil
(en José Manuel Ressano Lamas, 2004, p. 287).
Cambios recientes
En ambos casos,
en la búsqueda de las explicaciones para los cambios en marcha,
puede decirse que la revisión de la propiedad de la tierra,
hasta entonces casi íntegramente del estado, es el cambio
que más impacto ha generado. En Togliatti, por ejemplo,
ya son muy evidentes en el paisaje urbano los nuevos edificios
construidos para una clase emergente, exitosa en su inserción
en una nueva economía de una forma más competitiva.
Sin embargo, los edificios de esta nueva clase están lado
a lado con los edificios construidos por el estado proveedor de
las necesidades básicas urbanas. Tal convivencia, sin embargo,
no siempre es positiva, sea por la tipología arquitectónica,
que la mayoría de las veces es un pastiche de la arquitectura
occidental internacional, sea por la falta de compromiso con la
realidad local, valorando tan solo la visualización ostensible
de la clase social a la que su usuario pertenece. Refiriéndose
menos a Togliatti y más a Moscú , para
la cuál se tiene más información disponible
(alrededor del 90%, o sea, cerca de 3 millones de habitaciones,
fueron construidas en Moscú después de 1955, la mayoría
en forma de bloques de edificios; a despecho de que muchos necesiten
renovación, todos tienen agua y alcantarillado y la mayoría
tiene agua caliente. En 1992, la municipalidad permitió que
los moradores adquiriesen la propiedad de sus apartamentos, a partir
de una pequeña tasa; puede decirse que hay un sector privado
emergente, nuevo, al que vender un producto urbanístico y
arquitectónico que responde a los deseos de una clase social
igualmente emergente y que considera importante distinguirse
en medio de una sociedad que por muchos años intentaba parecer
homogénea en términos de recursos financieros. Tales
cambios han ocurrido no solamente en las áreas residenciales
construidas según las reglas del urbanismo modernista, sino
también, y eso es lo que más impresiona, en áreas
de valor histórico singular para estos países. De
cierta manera, en este caso, la historia se repite: si, en algunos
casos, la revolución socialista soviética había
derrumbado íconos importantes para dar lugar a nuevos símbolos
urbanísticos, ahora, a despecho de intentar corregir algunos
daños históricos, el capital privado, y ya no el
estado, compromete valores importantes del patrimonio histórico-arquitectónico.
Como ejemplo, vale citar la construcción del complejo Manezhnaya
Ploshchad (plaza) y un Shopping Center en las cercanías del
Kremlin, hasta entonces un espacio que había quedado vacío
por cuenta de otra demolición histórica, la de los
viejos edificios, y que, con el proyecto actual, se convirtió
en una referencia para la población joven de la ciudad y
también para el turismo internacional: "... the external
treatment is so crassly decorated and over ornamented with both
architectural and sculptural elements that comparisons with Disneyland
are appropriate" (Maria Kiernan, 1998). Otro ejemplo es
la destrucción de la iglesia del Cristo Salvador, en 1931,
para dar lugar al Palacio de los Soviets y, en los años 90,
recuperada a un alto costo financiero, aunque con un gran valor
en cuanto al imaginario.

"Plan
de Urbanización de la Zona Sur de la Avenida Alferes Malheiro,
en Lisboa"
Réplica
de la Iglesia de Cristo Salvador, construida en 1883,
y destruida en 1931 para dar lugar al Palacio de los Soviets
(fuente: página Web de los Católicos
Bizantinos).

Palacio
de los Soviets, según el deseo de Stalin, con una estatua
gigantesca de Lenin al tope.
Las condiciones geológicas del terreno forzaron al abandono
del proyecto.
En el mismo sitio, hasta el inicio de la construcción de
la réplica,
funcionaba una piscina pública (fuente: idem anterior).
Los
Jardines de Alexandre, parte del complejo Manezhnaya Ploshchad,
inaugurado en 1997 a partir de una consultoría internacional,
en las cercanías de la Plaza Roja. Sugiere explícitamente
un parque temático (foto: Virtual
Tourist).
En Rusia, sin
embargo, estos deseos de una arquitectura y de un urbanismo monumental,
ora se constituyen en la concreción de un sueño, ora
permanecen en los proyectos de sus ideadores. Actualmente, el gobierno
anuncia, una vez más, la construcción de lo que será
el edificio más alto de Europa, en sociedad con el sector
privado (la municipalidad participa con la infraestructura y el
sector privado con la obra de los edificios). Será un nuevo
hermano de los rascacielos de la era stalinista, conocidos como
Siete Estrellas* y que habían dominado el paisaje moscovita
por 50 años: el Rusia Tower,( proyecto de la Oficina Skidmore,
Owings & Merrill), parte integrante del Moscow-City, o Moscow
International Business Center, uno de los proyectos más ambiciosos
de la ciudad. Ubicado a escasos 4 kilómetros del Kremlin,
en el área conocida como Krasnopresnenskaya Naberezhnaya
(embarcadero), a orillas del río Moscú, el proyecto
tiene conclusión prevista para 2015 y costará alrededor
de entre 10 y 12 millones de dólares, financiados evidentemente
con recursos internacionales.
*
Joseph Stalin marcó exitosamente su época por medio
de un gran proyecto urbanístico y arquitectónico que
debía revelar la gloria del pueblo soviético y las
maravillas del modelo socialista: entre otras cosas, se construyeron
siete grandes edificios, a partir de 1947, con un gigantismo desmesurado.
El más significativo, tal vez, sea el de la Universidad Lomonossov,
con 26 pisos y estratégicamente ubicado sobre una colina.

Moscú:
al fondo, una de las Siete Estrellas de Stalin.
En este relato
se tiene, entonces, un cambio y una permanencia: el estado ahora
se divide con el sector privado las intervenciones en la ciudad;
sin embargo, permanece, de una parte y de otra, el deseo de autenticar
una idea definitiva: si en el pasado, era la ideología de
un nuevo mundo socialista, ahora es la esperanza marcada por
el dinero, pudiendo la arquitectura y el urbanismo, una vez
más, fantasear con ser la concreción de una ideología.
De la misma manera que Stalin asumió el urbanismo modernista
(cabe recordar que, en arquitectura, Stalin abandona la calificada
arquitectura modernista conocida como el constructivismo soviético
y busca la magnitud de sus proyectos en la arquitectura neo-gótica,
tal como se utilizaba en los edificios contemporáneos de
Nueva York) con una rapidez tal al punto de no poder filtrar sus
eventuales aspectos negativos, el mercado, hoy, se lanza hacia un
modelo desesperado de inserción internacional en un mundo
considerado desarrollado.
En Angola, sobre
todo en la capital, Luanda, el standard arquitectónico que
se observa refleja la práctica de oficinas internacionales,
pero en una escala perceptiblemente mas pequeña, siempre
con el objetivo de demostrar los cambios políticos y económicos
del país. Evidentemente, el capital inmobiliario en Angola
no recibe los mismos flujos financieros americanos y europeos observados
en Rusia, y las consultorías internacionales se plantean
mucho más en términos de la reconstrucción
de una ciudad destruida por la guerra, que en la dinamización
de un espacio consolidado a lo largo de décadas de estancamiento
impuesta por un modelo de economía central como el de la
ex Unión Soviética.
Las nuevas deudas urbanas
De un momento
a otro, a partir de los cambios políticos ocurridos en sus
países, ciudades como Togliatti y Luanda (pudiéndose
incluso especular con su generalización en otras ciudades
de Angola y de Rusia), se hallarán en situación de
no poder afrontar más las necesidades básicas y
tradicionales de sus habitantes. Si, sobre todo en Luanda, ya
se tenían carencias, con la nueva configuración de
las sociedades de estas ciudades ahora se deben procurar nuevos
espacios y nuevas formas de ocupación para satisfacer sus
intereses.
En Rusia, a
partir del ejemplo de Togliatti, llaman la atención dos aspectos:
los espacios para el sector de nuevos comercios y servicios y los
espacios para un clase media emergente que procura en modo occidental
su satisfacción e incluso la de sus nuevas necesidades creadas
a imagen de una ciudad externa a sus medios.
En Togliatti,
en lo que respecta a los espacios que ahora se construyen de acuerdo
con la tendencia a la gentrification, como fue dicho, hay
como oferta la construcción de un waterfront y nuevas
áreas residenciales y comerciales a lo largo del río
Volga, siempre olvidado en los planos urbanísticos pretéritos.
Tal oferta, debido a la escasez de recursos del gobierno y quizás
al desinterés en invertir capital en áreas alejadas,
distantes de Moscú o de San Petersburgo, sobrecargará
los esfuerzos locales de recuperación de edificios y infraestructuras
hace mucho tiempo abandonados por el gobierno. Si ese gobierno era
experto en ofertar infraestructuras urbanas de manera universal
y, de la misma forma, eliminar el déficit habitacional en
términos cuantitativos, hoy, la ciudad construida y consolidada,
presenta nuevas demandas, o sea, pasivos antes no considerados en
el planeamiento urbano. Resumidamente, lo que se tiene son inmuebles
y ciudades que ya no responden a las necesidades de una población
que ahora consume (o quiere consumir) a la manera capitalista, siguiendo
los mismos patrones de los países ricos.
En el caso de
Angola, el pasivo más evidente que se observa es el déficit
habitacional, cuantitativo y cualitativo, sobre todo el debido
al gran flujo de población de áreas rurales ocurrido
al fin de la guerra, en 1994. Luanda pasó de una población
de 560 mil habitantes, en 1970, a 3 millones en 2000. En el mismo
período, Angola pasó de 5,5 millones a 12,4 millones
de habitantes. La concentración de esta población
agravó todavía más la carencia de infraestructura
y habitaciones urbanas, ampliando viejos musseques, creando
otros, y formando un verdadero cinturón alrededor del centro
tradicional.
Más allá
de esta demanda, que es un pasivo "tradicional" de los
países pobres, aparece otra necesidad, aquélla que
resulta del deseo de aislamiento de las nuevas clases emergentes
y ricas del país. De un lado, un pasivo con alto grado
de compromiso social; de otro, una demanda que resulta de
una nueva abundancia y de un deseo de externalizarla por medio
de la arquitectura y de algunas intervenciones urbanas, y de protegerse
por medio del "urbanismo de la seguridad".
En ambos casos,
se tiene entonces una fuerte pérdida de referencia del patrimonio,
no solamente arquitectónico, sino también cultural
en un sentido amplio, con un proceso de aculturación, con
efectos en la construcción de una ciudad que se desea nueva,
y que muchas veces desea abandonar deliberadamente lo viejo como
parte de un pasado que no se desea recordar (esa cuestión
es largamente discutida en China, sobretodo en Shangai, todavía
bajo la influencia de los pensamientos de Mao Tse Tung, quien en
su Revolución Cultural, insiste en la destrucción
de un pasado que nada más significaba que opresión
de las clases dominantes y sujeción al capitalismo internacional.
Hoy, especialmente en las ciudades de la costa este del país,
el urbanismo y la arquitectura insisten en reproducir el modelo
occidental como manera de ostentar el milagro económico chino
y su opción capitalista).
En ambos los
casos hay, entonces, nuevas soluciones y nuevos problemas emergentes
de una nueva situación económica, social y política.
Tal situación excluye partes de la ciudad, crea nuevas
élites y, lo que es mas importante para la conclusión
de este trabajo, busca en la arquitectura y en el urbanismo (para
bien o para mal) instrumentos de protección, de demostración
de poder y de revelación de cambios.
CU,
SL y ZS
Clovis
Ultramari es Arquitecto, Doctor por la Universidad Federal de Paraná,
profesor de Arquitectura en la Pontificia Católica de Paraná,
consultor para el proyecto de transformación urbana de la
ciudad de Togliatti, Rusia.
Sylvia
Leitão es Arquitecta, Magister por FAU/USP, profesora del
Departamento de Arquitectura en la Pontificia Católica de
Paraná, consultora para el proyecto de reconfiguración
urbana de Luanda, Angola.
Zulma
Schussel es Arquitecta, Magister por la Universidad Federal de Paraná,
profesora en la Pontificia Católica de Paraná, consultora
para el proyecto de reconfiguración urbana en Luanda, Angola
Sobre
otras tendencias recientes de la ciudad en la globalización,
ver las notas Saskia
Sassen: una visita guiada a la Ciudad Global y Berlín,
Praga, Barcelona: "8 días 7 noches", de César
Cáceres Seguel, en los números 10 y 28, respectivamente,
de café
de las ciudades.
Referencias:
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Da C.L. Algunos aspectos de la vida de Luanda Antigua. Conferencia
dictada en la Asociación Comercial de Luanda el 12/09/1952.
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presentada al Núcleo de Postgrado en Administración
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