Habituado
últimamente a fastidiarme con edificios de pretensión
emblemática, áreas de prestigio, campañas
electorales con propuestas zen, discursos de corrección,
financiamientos públicos de negocios privados, consensos
amorales, defensas de intereses mezquinos disfrazados de solidaridad
ciudadana, ignorancias premiadas y empedrados del camino al
infierno construidos con nuestras mejores intenciones y nuestros
más admirables ideales, me pareció adecuado
el intento de enumerar las grandes ideas que, tras una apariencia
de respetabilidad y buena conciencia, están arruinando
nuestras ciudades.
Prescindí
de males evidentes y de valores devaluados. La dispersión,
el despilfarro de recursos, la expresión territorial
de la segregación social, la obscenidad de las diferencias
entre ricos y pobres, son asumidos más o menos universalmente
como problemas. En cambio, los que voy a enumerar a continuación
son vistos en muchos casos no como problemas sino como soluciones,
lo que agrava su capacidad de daño ("la mejor
estrategia del Diablo es hacernos creer que no existe",
advertía ya Baudelaire). Resultaron ser siete, como
las plagas de Egipto: los reproduzco y comento con la esperanza
de alertar a quienes todavía pueden hacer algo
y procurar que una próxima generación urbana
crezca liberada de estos flagelos.

Marketing de ciudades:
Pongo
a un lado con respeto y admiración el nombre de Toni
Puig, quien justamente no cree que los problemas de las ciudades
sean de marketing, pero a quien cada vez con más frecuencia
se recurre en el sur del continente americano para la ardua
tarea de crear marcas de ciudades. Alguna vez le escuché
decir que en la comunicación de la ciudad había
que poner un 25% de exageración, no más que
eso, sobre lo que realmente es la ciudad: "realismo,
más un 25% de color", fueron sus palabras.
Pero hoy
la fórmula es exactamente la contraria: resignados
o indiferentes al colapso de nuestras ciudades, el city
marketing se propone como deus ex machina que,
sin preocuparnos por la decadencia de nuestra vida urbana,
nos permitirá armar, con el 25% que más o menos
se puede rescatar, un mensaje de alcance global que las restituirá
al universo bidimensional de los medios.
Consignas
cool, slogans seductores, segundos de pantalla, festivales
y "eventos" remplazan en los imaginarios de los
gobernantes la preocupación que deberían tener
por abrir los ghettos o universalizar las infraestructuras.
El marketing de la ciudad ha dejado de ser una tarea de consultores
específicos para derramarse por la totalidad de las
administraciones, más preocupadas por la tapa del diario
que por la suerte de los barrios. Los contenidos se vulgarizan,
las complejidades se reducen, las realidades se eluden;
los funcionarios bailan los pasos de moda, ponen cara de compungidos
ante las "tragedias" y simulan firmeza cuando se
les pregunta por sus proyectos.
Mariona
Tomàs y
su ácida mirada de la marca Barcelona, y mi propio
(e incomprendido) ensayo sobre la
boludización de Palermo Viejo
pueden ampliar este punto en viejas ediciones de café
de las ciudades.
Conjuro:
Si alguien te dice que tu ciudad necesita desplegar una nueva
estrategia de comunicación para atraer la mirada del
mundo: ¡Que sea anatema!

El mito de la gestión:
Bueno
sería que cuestionáramos la necesidad de llevar
las ideas, los planes y los proyectos a la práctica,
pero... ¿yo soy el único a quien le resulta sospechoso
el énfasis en la gestión aséptica
y desideologizada como desideratum del buen gobierno?
Plan sin gestión es, no cabe duda, una masturbación
ideológica, pero la gestión en estado puro es
una máscara vacía, que se caerá por su
propia vacuidad más temprano que tarde.
Yo he
escuchado apologías de la ejecución prolija
de partidas presupuestarias, de las auditorías infinitas,
de las normas y protocolos; en el colmo, una vez me tocó
escuchar en una conversación a una señora asegurando
que la buena gestión hace progresista al gobierno más
conservador y (en un arrebato místico) que la buena
gestión santifica...
Si la
gestión fuera todo, habría que aprender de Albert
Speer, tan eficaz en la gestión de los grandes monumentos
del nazismo que Hitler le confió la marcha de la industria
bélica del III Reich. Se que es un ejemplo extremo
y chicanero, pero ¿no está esa exaltación
acrítica de la gestión en la base de clásicos
populares reaccionarios como "lo importante es hacer,
mal o bien, pero hacer" o el temible "roba pero
hace"?
Vean en
los relatos de Maurizio
Marcelloni
sobre el Plan de Roma en que forma condiciona la realidad
a la buena gestión urbana, y a Beto
Eliash
para comprobar que ésta puede servir a buenas ideas.
Conjuro:
Si alguien te dice que tu ciudad necesita olvidarse por un
tiempo de las estériles disputas ideológicas
y abocarse a una gestión prolija y racional: ¡Que sea
anatema!

El Planeamiento Participativo:
Durante
siglos, las ciudades se hicieron con escasa incidencia de
los deseos de sus ciudadanos; hoy la tendencia es seguir los
titulares de los medios y evitar cualquier acción,
por necesaria que sea, que pueda afectar la opinión
de los grupos constituidos de vecinos, sobre todo si son
pudientes y con buen acceso a la prensa. De la omnipotencia
del planificador se ha pasado a la no menos dañina
omnipotencia de colectivos con frecuencia insolidarios y cortos
de miras, principistas de sus derechos y hasta de sus privilegios,
pero con demasiada frecuencia indiferentes a cualquier externalidad
negativa de sus propias conductas urbanas, a cualquier huella
ecológica o paisajística que ocurra en cualquier
sitio que quede los suficientemente lejos de sus casas
y de sus ámbitos de referencia.
Los gobiernos
urbanos creen o simulan ser participativos porque aceptan
cualquier extorsión vecinal que los salve de aparecer
cuestionados en los medios. El concurso
de Les Halles ejemplifica
en el mundo desarrollado esta matriz conservadora de la opinión
pública-da en cuestiones urbanas.
Conjuro:
Si alguien te dice que tu ciudad sería mejor si se
proyectara y gestionara de acuerdo a los deseos directos de
sus vecinos: ¡Que sea anatema!

Valorizar las propiedades:
Un urbanista
argentino señala la incongruencia de que los gobiernos
se preocupen cuando aumenta el precio de la carne, la leche
o el pan, pero se alegren cuando aumenta el valor de las propiedades
inmobiliarias. ¡Como si el suelo urbano y las viviendas no
fueran un componente esencial de los gastos ciudadanos y su
aumento un costo que terminan pagando quienes necesitan acceder
a esos bienes!
Al celebrar
la valorización de las propiedades inmobiliarias, los
gobiernos y los planificadores adoptan el punto de vista de
los propietarios y privilegian al suelo y la vivienda como
bienes de cambio por sobre su valor de uso insoslayable.
Samuel
Jaramillo puede
decir mucho sobre este tema.
Conjuro:
Si alguien te dice que un proyecto o una medida de gobierno
contribuirá a valorizar las propiedades inmobiliarias
en un sector de tu ciudad: ¡Que sea
anatema!

Glamour, Frivolidad y Banalización:
Plaga
mutante y resistente, una especie de body snatcher
de la ciudad que toma de ella lo que le es más propio
y auténtico, lo invade, lo desangra y lo re-presenta
en su versión más vulgar e inodora. Allí
están los murales de Gardel en el Abasto de Buenos
Aires y sus bailarines de tango, los tours Pura Adrenalina
del clásico turístico en que han convertido
al otrora respetable Boca - River, los gladiadores con cuchillo
de plástico del Foro romano, los desfiles de moda en
la escalinata de Piazza Spagna o de la porteña Facultad
de Derecho, y centenares de etcéteras distribuidos
en avisos publicitarios, fragmentos de películas main-stream
y circuitos turísticos a lo largo del mundo.
Ver al
respecto el análisis que hace
Zaida Muxí
de la macdonaldización y la disneylandización
de las ciudades.
Conjuro:
Si alguien te dice que tu ciudad debe explotar la capacidad
icónica de su patrimonio y sus tradiciones: ¡Que sea
anatema!

Competitividad de (entre...) las ciudades:
Un buen
aeropuerto, mano de obra barata, un sector de la población
que hable bien el inglés y sepa usar computadoras:
el kit mínimo de una ciudad que desee competir con
sus vecinas. Luego agreguémosle módulos para
ir saltando de nivel: extensas redes de fibra óptica,
sectores de prestigio, barrios SoHo para la relajación
de ejecutivos, etc.
Ver lo
que al respecto dice Saskia
Sassen:
"se ha exagerado mucho este asunto de la competencia
entre ciudades...". Y el maravilloso
cuento de Ray Bradbury
sobre la cometa y el viento.
Conjuro:
Si alguien te dice que tu ciudad debe concentrarse en algunas
áreas y grupos sociales que pueden sostener su competitividad
con otras ciudades: ¡Que sea anatema!

Los estereotipos de la clase media:
No será
de mi boca que salgan invectivas snobs contra las clases medias
urbanas (a las que pertenezco, como la mayoría de quienes
las demonizan), pero sí que cuestionaré algunos
de sus estereotipos históricos o recientes: la seguridad
física como entrega de libertades, la seguridad "y
tranquilidad de su familia" como ilusión de
una sociedad sin riesgos (ni siquiera empresariales...),
el "buen gusto" de las estéticas convencionales,
probadas y legitimadas, las prerrogativas de genero y clase
para el macho - cuello blanco - motorizado, la inmigración
como problema, la segregación de lo diferente, la contemporánea
dispersión y especialización metropolitana.
Edward
Soja,
entre otros, ha hablado convincentemente de estas cuestiones.
Conjuro:
Si alguien se muestra compungido por la mala imagen que dan
los cartoneros, los travestis, los okupas y los junkies
en tu ciudad: ¡Que sea anatema!
La buena dosis homeopática
No pretendo
que se tome al pie de la letra mi denuncia de estas siete
plagas; es más: estoy dispuesto a aceptar que la sana,
crítica y atildada aplicación de estas contemporaneidades
pueda servir para mejorar nuestras ciudades y atacar sus
injusticias. Un marketing que no invente la ciudad sino
que la comunique (con sus orgullos y sus deudas), una gestión
que parta de ideas y vaya hacia un deseo colectivo decente,
una participación que obligue a los gobiernos a escuchar
a los ciudadanos y no simule genuflexión ante cualquier
barbaridad de un vecino, un mercado inmobiliario pujante y
regulado, que privilegie la inversión sobre la especulación,
el encanto de la ciudad con su misterio y su riesgo, una sana
vocación por competir honestamente y una clase media
dispuesta a aceptar el ascenso social y la inclusión
de los viejos y nuevos marginados podrían convertir
cualquier ciudad en un paraíso. Que así sea;
mientras tanto, sirvan estas advertencias para escarnio de
los necios, prudencia de los honestos y humildad de los sabios.
CR
Carmelo
Ricot es suizo y vive en Sudamérica, donde trabaja
en la prestación de servicios administrativos a la
producción del hábitat. Dilettante, y
estudioso de la ciudad, interrumpe (más que acompaña)
su trabajo cotidiano con reflexiones y ensayos sobre estética,
erotismo y política.
Ver
Proyecto
Mitzuoda
y otras
colaboraciones
con café
de las ciudades.
(ir
al buscador)
A
continuación, las notas de nuestra revista mencionadas
por Ricot. La administración y superioridad editorial
de café
de las ciudades quieren dejar aclarado expresamente
que la cita de estos artículos no comprometen de ninguna
manera a los autores de los mismos ni a nuestra revista con
las opiniones expresadas en esta nota (a cuya publicación
se accede por respeto a la libertad de expresión del
Sr. Ricot y a su habitual colaboración con cdlc).
Número
6 I Economía
La
marquetización de las ciudades I Mariona
Tomàs analiza el "modelo Barcelona". I Mariona
Tomàs
Número
28 I Lugares
La
preocupante boludización de Palermo Viejo
I De la recuperación barrial al snobismo gastronómico.
I Carmelo Ricot
Número
28 I Tendencias (II)
El
Urbanismo: una disciplina border line de frente a poderes
inciertos (II) I "El urbanista debe desempeñar
su rol de la manera más radical posible". I Maurizio
Marcelloni
Número
13 I Tendencias
"La
forma sigue a la gestión" I Los
desafíos de hacer ciudad en América Latina.
I Humberto Eliash D.
Número
27 I Proyectos de las ciudades
Les
Halles, el difícil equilibrio del proyecto urbano I
Una opción conservadora en el corazón de París.
I Marcelo Corti
Número
20 I Economía de las ciudades
"Ahora
existen mecanismos para corregir las distorsiones del mercado"
I Entrevista a Samuel Jaramillo: la gestión
del suelo urbano en Latinoamérica. I Marcelo Corti
Número
24 I Tendencias (II)
Buenos
Aires en los `90 y otras consecuencias de la ciudad global
I Macdonaldización y disneylandificación,
en una entrevista a Zaida Muxí
Número
10 I Tendencias
Saskia
Sassen: una visita guiada a la Ciudad Global I
Dispersión, centralidad, nuevos movimientos políticos,
culturas alternativas, y una pregunta: ¿de quien es la ciudad?
Número
40 I Cultura de las ciudades (I)
La
dorada cometa, el plateado viento I Sobre la
competencia entre ciudades y las arquitecturas emblemáticas...
I Ray Bradbury
Número
22 I Política
Lo
macro, lo mezzo, lo micro I Edward Soja: ‘nosotros
hemos producido nuestros espacios y podemos cambiarlos".
I Edward Soja por Mariona Tomàs
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