N.
de la
R.: El texto de esta nota fue presentado
originalmente en el Congreso Internacional Ciencias,
Tecnologías y Cultura, Diálogo entre las Disciplinas
del Conocimiento. Mirando al futuro de América Latina
y el Caribe. Santiago de Chile, 30 de octubre-2 de noviembre,
2008, Universidad de Santiago de Chile, USACH, Santiago.
Introducción
La
expansión de las ciudades latinoamericanas vuelve a
tomar importancia en los años noventa, pero ésta vez
en el contexto de menores tasas de crecimiento poblacional,
disminución de las migraciones campo-ciudad, menor intervención
del Estado, privatización de los servicios públicos
y aparición de nuevas ofertas inmobiliarias.
La
orientación y el contenido del desarrollo metropolitano
son motivados por el capital privado. Así se observan
grandes mega-proyectos
inmobiliarios comerciales y residenciales que, dado
su volumen y superficie, impactan en su entorno y tienen
la capacidad de remodelar el paisaje urbano y social,
dibujando una ciudad cada vez más dispersa, fragmentada
y segregativa, en las que las diferencias son cada vez
más marcadas. Los altos valores del suelo en las zonas
centrales de la ciudad producen una expansión anárquica que es liderada por las fuerzas del mercado, mientras
el Estado permanece ausente.
La
expansión responde a nuevos
patrones urbanos que buscan dar respuesta a la necesidad
de la población de gozar un ambiente más sano, agradable
y seguro; sin embargo, esto no siempre se consigue.
Las
distancias que median entre los lugares de residencia
y de trabajo cada vez son mayores, aunque se construyan
grandes autopistas de acceso rápido. Las presiones por
la ocupación del territorio llevan a ocupar tierras
aptas para el uso agrícola, zonas de mayor biodiversidad
u otras que presentan riesgos ante amenazas naturales
o sociales, por lo que aumenta
la inseguridad de las personas, se encarecen los servicios,
se deteriora el ambiente y se acentúa la vulnerabilidad.
La
complejidad que entraña esta situación lleva a reflexionar
sobre el tipo de hábitat en el que pretendemos vivir
y sobre la necesidad
de plantear utopías que nos lleven a transformaciones
radicales para revertir algunas tendencias y construir
una ciudad más inclusiva y sostenible.

Un
mundo de ciudades
El
fenómeno de la urbanización es más intenso y la proyección
para el año 2030 señala que la mayoría de la población
vivirá en ciudades. En la actualidad 300 conurbaciones
han accedido a la categoría de urbes millonarias y se
espera 650 en el 2025 (FNUAP, 1991 a y b). Un número
considerable de estas ciudades supera los 10 millones
de habitantes y los primeros lugares pasan a ser ocupados
por mega-ciudades como Ciudad de México y San Pablo
en Brasil. Sin embargo, del 80% de la población que
habita en ciudades, solo un 8% lo hace en áreas metropolitanas
y megalópolis mientras que el 72% restante de la población
mundial se ubica en ciudades intermedias, las que comienzan
a manifestar también un
proceso de concentración poblacional con los consecuentes
desequilibrios territoriales.
En
el caso de América Latina, mientras en el año 1950 la
población urbana ascendía a 69 millones de habitantes,
en el año 2000 pasa a 391 millones y en el 2005 a 429
millones, lo que representa el 78% de la población total
(552 millones). Estas cifras dan cuenta de que la población
urbana se multiplica 5,6 veces mientras la europea se
multiplica sólo en casi dos veces. De las 18 ciudades
más grandes del planeta, 4 se encuentran en el territorio
latinoamericano, lo que señala una agudización del proceso
de concentración con el consecuente aumento de las disparidades, a pesar de la disminución operada en
el ritmo de crecimiento poblacional y de la expansión
urbana hacia la periferia.

La
lógica del mercado y su impacto en las ciudades
A
comienzos de los años ´80 se pensaba que la diseminación
de las actividades provocada por la aceleración de los
procesos de integración de la economía mundial y el
avance en las tecnologías de comunicación daría como
resultado un decrecimiento de la polarización urbana,
pero a lo largo del tiempo se ha podido comprobar que
esto no ha sido así.
El
mundo se organiza en torno a grandes aglomeraciones
difusas de funciones económicas y asentamientos humanos
diseminados a lo largo de vías de transporte, zonas
rurales intersticiales, áreas periurbanas
incontroladas y servicios desigualmente repartidos en
una infraestructura discontinua...... (Borja J.
y Castells, M., 1997, p.13)
América
Latina no es ajena a este proceso. Uno de los efectos
más significativos de la globalización ha sido la recuperación
de la importancia de las grandes ciudades y de su crecimiento
y el consecuente desencadenamiento de nuevas
modalidades de expansión metropolitana, donde la
suburbanización, la policentralización,
la polarización social, la segregación residencial,
la fragmentación de la estructura urbana, etc., aparecen
como rasgos destacados de una nueva geografía urbana.
(De Mattos, 2002; Hiernaux-Nicolas,
D. 1999)
Cabe
preguntarse entonces si las transformaciones territoriales
a las que hace mención J. Borja, M. Castells, C. de
Mattos o D. Hiernaux-Nicolas
solo se producen en ciudades globales o grandes metrópolis
o si también aparecen en otras ciudades. La respuesta
es afirmativa en el caso de ciudades intermedias vinculadas
al comercio internacional.
Los
procesos de urbanización privada y la tendencia al aislamiento
de complejos habitacionales y comerciales se impusieron
en la mayoría de las metrópolis latinoamericanas y aún
en ciudades medias del continente. (Janoschka,
2002)
Los
estudios comparativos realizados por la Red Iberoamericana de Investigadores sobre Globalización
y Territorio desde el año 1998 a la fecha, demuestran
que este fenómeno comienza a darse también en ciudades
como Montevideo, Bogotá, San Salvador, Guatemala, San
José de Costa Rica, San Diego, Tijuana, La Plata, Rosario, Mendoza, Toluca,
Caracas, Salvador (Brasil), Belo
Horizonte, Porto Alegre.
Con
el propósito de profundizar en este tema, el Instituto
de Cartografía, Investigación y Formación para el Ordenamiento
Territorial (CIFOT)
de la Universidad Nacional
de Cuyo y el Instituto de Estudios Urbanos de la Pontificia Universidad
Católica de Chile realizan un estudio comparativo entre
Mendoza, ciudad intermedia y puerta de entrada y salida
del MERCOSUR, y Santiago de Chile, considerada ciudad
global, cabecera nacional y centro de decisiones económicas
relacionadas con el NAFTA y puertos que conectan con
el Pacífico. Se busca determinar si las transformaciones territoriales
de una ciudad intermedia han sido semejantes o diferentes
a la de la gran metrópoli y si se vinculan o no
a los mismos procesos. Se comprueba, entre otras cosas,
que la expansión en ambas ciudades produce cambios significativos
en su morfología ante el influjo de la internacionalización
de la economía. Son mayores las disparidades y tensiones
en Santiago, pero los patrones urbanos y la expansión descontrolada
hacia la periferia también comienzan a manifestarse
en el caso de Mendoza.
Si
bien el slogan del mercado inmobiliario es la oferta
de lugares para vivir en un ambiente sano, agradable
y seguro, esto no siempre es así. En el proyecto Amenazas
naturales de origen hídrico en el centro-oeste árido
de Argentina, realizado por investigadores del IANIGLA-CCT-CONICET-Mendoza,
el Instituto CIFOT de la Universidad Nacional
de Cuyo y la
Universidad Nacional de San Juan, se
demuestra que el avance urbano producido en las últimas
décadas provoca una importante presión antrópica
en zonas frágiles, lo que ha incrementado notablemente
el riesgo aluvional.
Se
manifiesta una gran fragmentación espacial debido a
la forma de ocupación y actividades que se desarrollan.
Aparecen asentamientos residenciales, villas inestables
junto a barrios de vivienda social impulsados por el
Estado, barrios privados, servicios de esparcimiento,
deportivos, industrias, ripieras
y basurales. La terrible brecha entre clases sociales
es cada vez más marcada. La planificación de colosales
barrios de vivienda social, sin la infraestructura necesaria
ni servicios, sin espacios verdes ni arboledas públicas,
no consiguen asegurar los mínimos requerimientos para
una calidad de vida medianamente tolerable. Como contrapartida, algunas urbanizaciones monstruosas y de elevado valor también se instalan
en el piedemonte, escapando
a toda lógica. Algunos emprendimientos irrigan grandes
superficies extrayendo agua subterránea y obviando las
normas de equidad que regulan el uso del agua en una
zona árida. Sin lugar a dudas el factor más peligroso
está dado por la impermeabilización del suelo, ahora
tapizado por el asfalto. Frente a aluviones de gran
magnitud, el terreno y la vegetación natural pierden
su capacidad absorbente transformándose el sitio en
un verdadero corredor de agua con las consecuencias
imaginables para la ciudad emplazada aguas abajo. La
orientación del amanzanado, el ancho de calles, el entramado,
la densidad y volumen de la edificación, la ausencia
o mal uso de la forestación, acentúan las consecuencias
frente al riesgo, porque no son tenidas en cuenta las
características del medio natural y las condiciones
del suelo. (López, M., 2007)
Es
decir que las condiciones de vulnerabilidad y el deterioro
de la calidad de vida se acentúan progresivamente. En
un mismo espacio coexisten barrios cerrados de clase
alta o media-alta con villas inestables y barrios populares.
La marginalidad y la segregación social generan violencia
y llevan a condiciones de inseguridad. Pero también
la inseguridad es producto de habitar en un lugar donde
aparecen procesos de degradación natural y riesgos para
la población frente a amenazas naturales que pueden
terminar en catástrofe, con la consecuencia de pérdida
de vidas humanas y materiales. Si bien los más afectados
son los que viven sumidos en la pobreza, también sufren
los efectos aquellos grupos de altos y medios ingresos
que cuentan con una vivienda digna, pero ubicada en
una zona inadecuada desde el punto de vista ambiental.
Otro
aspecto, no siempre considerado, es el relacionado con
el tiempo disponible para gozar del ambiente sano, agradable
y seguro promovido por las empresas inmobiliarias por
los efectos que ocasiona la movilidad diaria. El tiempo
que implica el traslado desde los lugares de residencia
a los del trabajo son muy grandes, sin contar las horas
que por razones laborales se pasan en la ciudad. A pesar
de la construcción de rutas de acceso que se conectan
a autopistas cercanas, la movilidad es dificultosa. Si trasladarse
de punto a otro en una ciudad implica tiempo y dinero,
es más complicado aún en el caso de ciudades menores
donde las condiciones de las redes viales no son óptimas,
ni se encuentran bien conectadas.
Los
medios de transporte adolecen de serias deficiencias
por lo que el automóvil pasa a ser una necesidad ineludible,
sin embargo no todos tienen acceso a él, lo que contribuye
a acentuar las desigualdades. Para el que no lo tiene,
debe recurrir al empleo de medios de transporte público
de baja frecuencia, lo que implica una carga adicional
de horas. Para aquellos que sí lo tienen, deben salvar
varios obstáculos para llegar a sus lugares de destino,
los ingresos a la ciudad resultan muy dificultosos debido
al incremento del parque automotor, las demoras son importantes y se generan nuevas
externalidades negativas,
entre ellas el aumento de la contaminación del aire
por combustión y ruido.
En
consecuencia la movilidad urbana que origina la búsqueda
de un ambiente sano, agradable y seguro insume tiempo
y costos que repercuten en la vida urbana.

Hábitat
y calidad de vida
El
tema del hábitat se incluye por primera vez en
la
Conferencia de Estocolmo sobre Medio
Ambiente Humano (ONU, 1972); más tarde, en las cumbres
mundiales de Hábitat I (Vancouver, 1976) y Hábitat II
(Estambul, 1996). Primero se lo relaciona directamente
con las posibilidades ciertas de acceder a una vivienda
pero luego se amplía esta noción a la de la
vivienda digna en asentamientos humanos sustentables,
lo que incluye no solo la tenencia y la infraestructura
de servicios, sino las condiciones adecuadas del entorno.
Más recientemente el Foro Social Mundial de 2001 y el
Foro Global Urbano de 2002 avanzan en los aspectos sustantivos
del derecho a vivir en un ambiente sano con equidad
y justicia social, lo que significa tener acceso al
espacio público. Los últimos avances se dan en cumbre
de Hábitat III (Vancouver, 2006), en la que se enfatiza
en el crecimiento descontrolado de las ciudades, las
pérdidas ocasionadas por desastres naturales, la violencia
y pobreza y se insta a prevenir, a mejorar el manejo
de la ciudad a través de una planificación acorde a
la realidad de cada lugar.
A
medida que pasa el tiempo el
hábitat adquiere más connotaciones y múltiples
dimensiones relacionadas con las características constructivas y servicios
que posee una vivienda (luz, agua, cloacas), la accesibilidad a los equipamientos básicos (centros de salud, escuelas,
policía), la distancia
a los lugares de trabajo, el paisaje y del entorno
en cuanto al grado de vulnerabilidad a que está expuesta
la población frente a riesgos provocados por desastres
naturales, deterioro de las condiciones ambientales
y violencia, lo que repercute directamente en la seguridad
y en la calidad de vida de las personas.

Necesidad
de ciudades sostenibles
El
escenario tendencial es preocupante porque hoy la ciudad no asegura
un hábitat sano, agradable y seguro y la expansión urbana
hacia zonas periféricas trae consigo nuevos problemas
que impactan en forma negativa en la población.
La
preocupación por el logro de ciudades sostenibles
es manifiesta en encuentros como el realizado en
el año 2006 por el PNUMA y el Instituto de Estudios
Urbanos y Territoriales de la
Pontificia Universidad Católica de
Chile, en el que se llega a la conclusión que las tendencias
y temas emergentes que marcarán la agenda futura de
la expansión urbana se vinculan con la escasez y deterioro de recursos naturales y la desigual distribución
de los pasivos (daños) ambientales.
Algunas
investigaciones que intentan interpretar la relación
ambiente-territorio son el proyecto GEO Ciudades (PNUMA),
la puesta en práctica de las Agendas 21 Locales, la Estrategia Ambiental-Urbana
para América Latina y el Caribe formulada entre el Programa
de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA)
y el Programa de las Naciones Unidas para los Asentamientos
Humanos (UN-HABITAT) cuyo objetivo es reforzar la complementariedad
entre los programas (GEO Ciudades y Agendas 21 Locales).
No
obstante su relevancia, son pocos los estudios integrales
que abordan la relación de las ciudades y sus ecosistemas
circundantes ante el proceso de expansión descontrolado.
Faltan
estudios sistémicos y holísticos
que ayuden a descubrir las relaciones que se entretejen
a distintas escalas y que permitan interpretar los fenómenos
de cambio que se producen en la ciudad. De nada vale
definir políticas, metas y acciones para armonizar el
desarrollo urbano regional si no se consigue preservar
los ecosistemas en el contexto de la estrategia de desarrollo
sostenible. Pero tampoco es posible definir estrategias
concretas que reviertan tendencias hacia la degradación
y que ayuden a conservar las condiciones del ecosistema
urbano sino se logran definir
pautas para el ordenamiento de los territorios a partir
de un mayor conocimiento sobre los procesos que subyacen
en una ciudad, la forma y orientación del crecimiento
urbano y la interrelación que surge entre la ciudad
y su entorno.

Reflexiones
finales
La
expansión urbana no puede ser indefinida. Si antes
la movilidad desde las zonas rurales a la ciudad era
una de las causas que provocaba la concentración en
las grandes ciudades, hoy la migración es en sentido
inverso. Pero el crecimiento desmesurado, sin planificación
y consecuentemente anárquico amenaza la seguridad de
las personas e incrementa la movilidad urbana.
Este
fenómeno no ha mejorado las condiciones de vida de las
personas ni ha solucionado el problema de la concentración,
al contrario, el proceso sigue profundizándose y continúa
produciendo efectos no deseables.
Si
el objetivo de la movilidad ha sido siempre la búsqueda
de fuentes de trabajo y la satisfacción de las necesidades
básicas, es necesario
replantearse el paradigma del crecimiento sin finalidad
humana que se da en la macroeconomía y el diseño de
políticas que incentivan la concentración.
Si
planteamos utopías, podremos construir escenarios deseables
y posibles para revertir algunos procesos desde una
concepción más integral focalizada, en un desarrollo
humano más sustentable y seguro en ciudades de crecimiento
planificado, armónico, y más equilibrado.
No
es el desarrollo urbano en sí lo que ha hecho inhabitable
las ciudades o al menos un lugar no agradable para vivir,
sino la pérdida de la relación del hombre con la naturaleza,
por lo cual debemos preguntarnos qué tipo de ciudad
queremos, o cuáles son las condiciones que debe reunir
el hábitat en el que pretendemos vivir para luego poder
intervenir en el territorio.
MEGM
La
autora es Investigadora del CONICET, Directora del Instituto
de Cartografía, Investigación y Formación para el Ordenamiento
Territorial (CIFOT) y de la Maestría en Ordenamiento
del Territorio con orientación en Planificación Estratégica,
Profesora Titular de Geografía Económica, Departamento
de Geografía, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad
Nacional de Cuyo.
Sobre
Santiago, ver también entre otras notas en café
de las ciudades:
Número
3
| Proyectos
Portal
Bicentenario: Santiago y la Reforma Urbana | Recuperación de un antiguo
aeropuerto y políticas de integración territorial en
la capital chilena. La reforma urbana chilena según
su Secretario Ejecutivo, Mario Tala | Marcelo
Corti
Número
19
| Economía
El
problema de los "con techo"... | Alfredo Rodríguez describe
las paradojas del subsidio habitacional en Chile.
| Alfredo Rodríguez
Número
52
| Lugares
Santiago
a la vanguardia
| Los
claroscuros de una ciudad en desarrollo | Marcelo Corti
Número
59
| Economía de
las ciudades
25
años de mercado de suelo en Santiago
| Desarrollo urbano, valorización inmobiliaria
y equidad territorial en la capital chilena |
Pablo Trivelli
Número
68
| Planes de
las ciudades
La
extensión de Santiago
| Una propuesta
de actualización del Plan Regulador Metropolitano |
Marcelo Corti
Número
77 |
Planes de las
ciudades
Sobre
la propuesta de modificación de Plan Regulador Metropolitano
de Santiago
| La necesidad
de una justificación más sólida ante la ciudadanía
| Pablo Trivelli O.
Y
sobre Mendoza:
Número
12 |
Lugares
La
amable Mendoza | Una
ciudad sustentable entre el desierto y la cordillera.
| Marcelo Corti
Número
82
| Planes de
las ciudades
La
Ley de Ordenamiento Territorial y Usos del Suelo de
Mendoza | Un
análisis crítico de la legislación argentina (I)
| Marcelo Corti
Bibliografía
BEAUCHARD,
Jacques (1993): Ou
Va la Ville,
Actions et Recherches
Sociales, N° 1, Janvier.
BORJA,
J. Y CASTELLS, M (1997): Local y global. La gestión
de las ciudades en la era de la información, Barcelona,
UNCHS, Santillana, S.S. Taurus.
DE
MATTOS, CARLOS (2002): Transformación de las
ciudades latinoamericanas ¿Impactos de la globalización?”
EURE
(Santiago), diciembre, vol.
28, Nº 85, p.5-10.
HIERNAUX-NICOLAS,
DANIEL (1999): Los frutos amargos de la globalización:
expansión y reestructuración metropolitana de la ciudad
de México, .EURE (Santiago), diciembre, vol.25,
Nº 76, p.57-78.
JANOSCHKA,
M. (2002): El nuevo modelo de ciudad latinoamericana:
fragmentación y privatización, EURE (Santiago),
diciembre, vol. 28, Nº.85,
p.11-20.
GUDIÑO,
MARÍA ELINA (2007): Hábitat seguro y desarrollo,
en “Inseguridad estrategias para fortalecer la convivencia
social, EDIUNC, Mendoza, 2008, pp
141-188.
GUDIÑO
DE MUÑOZ, MARIA ELINA; REYES PAECKE, SONIA (2005): Estrategias
de integración y transformaciones metropolitanas. Santiago
de Chile y Mendoza, Argentina. Mendoza, EDIUNC (Mendoza),
ISBN: 950-39-019, 160 p.
LÓPEZ,
MARIELA (2007): Avance urbano hacia zonas riesgo:
caso del piedemonte del Gran
Mendoza, en IV Seminario Ordenamiento Territorio,
Instituto de Cartografía, Investigación y Formación
para el Ordenamiento Territorial (CIFOT), Facultad de
Filosofía y Letras, Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza,
ISSN 1851 – 4022.
PONTIFICIA
UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CHILE-PNUMA (2006): Seminario
sobre Ciudades y Ecosistemas. Oficina regional para
América Latina (ORPALC) del Programa de Naciones Unidas
para el Medio Ambiente (PNUMA). Facultad de Arquitectura,
Diseño y Estudios Urbanos, Instituto de Estudios Urbanos
de la Pontificia Universidad
Católica de Chile. Santiago de Chile, 22 al 24 de mayo.