N.
de la R.: Esta nota fue publicada originalmente en la revista
Ciencia Hoy, Vol. 17, Nº 99, junio-julio 2007, pp. 34-45.
Se reproduce con autorización de la Asociación
Civil Ciencia Hoy.
Debido
fundamentalmente a sus aspectos ambientales, el hidrógeno
se plantea como un vector energético económicamente
factible. Para esto, el presente artículo da cuenta
de los desarrollos científico técnicos –como
las celdas de combustible– que permitirán que el mundo
deje de alimentarse energéticamente con combustibles
fósiles para ingresar, mediante una economía
basada en el hidrógeno, hacia la ‘segunda civilización
solar’. En este contexto, la Argentina está llamada
a convertirse en un país productor de hidrógeno
limpio, obtenido a partir de fuentes renovables.

¿Qué es la economía de hidrógeno?
En términos
simples, la generación de bienes y servicios
mueve la economía de un país y del mundo. Para
generar esos bienes y servicios es necesario contar con energía,
que puede provenir de recursos naturales disponibles en
forma directa, tales como la energía hidráulica,
eólica y solar, o indirecta, tal como el petróleo,
el gas natural o el carbón mineral, que deben extraerse
de los yacimientos. Estas energías se denominan primarias,
pues no requieren un proceso de transformación para
su empleo. Las energías secundarias son las que se
obtienen por procesos físicos, químicos o bioquímicos,
entre las que se encuentran la electricidad y los derivados
del petróleo que se obtienen en las refinerías
(naftas, diesel y otros).
La matriz
energética en la Argentina y en el mundo (tabla 1)
muestra que actualmente la mayor parte de la energía
se obtiene de combustible fósil (petróleo,
gas, carbón). Estamos pues inmersos en un mundo cuya
economía se basa en el petróleo, así
como la revolución industrial se basó en el
uso del carbón. La era de la energía fósil
es, sin embargo, un abrir y cerrar de ojos entre las llamadas
"primera y segunda civilización solar". La
primera abarca desde el hombre primitivo hasta la sociedad
preindustrial, donde toda la energía consumida por
el hombre provenía de la biomasa generada por acción
del sol. La segunda comenzará cuando se agoten las
reservas de combustible fósil o, más probablemente,
cuando los efectos ambientales producidos por su uso obliguen
al uso de energías renovables, aun cuando los costos
sean mayores que los de una economía basada en petróleo
y gas.
Fuente
|
En
la Argentina
|
En
el mundo
|
Petróleo
|
38,6%
|
39,0%
|
Gas
natural
|
48,4%
|
24,3%
|
Carbón
|
1,0%
|
32,2%
|
Hidroeléctrica
|
5,8%
|
2,2%
|
Nuclear
|
3,2%
|
2,1%
|
Renovables
|
3,0%
|
0,2%
|
Tabla
1. Matriz energética en la Argentina y el mundo.
Fuente: Dirección de Prospectiva - Secretaría
de Energía.
Las
energías renovables no implican únicamente
la energía solar directa, que puede aprovecharse
en forma térmica o mediante conversores fotovoltaicos
que la convierten en electricidad, sino que abarcan las
energías eólica, geotérmica, mareomotriz
y toda aquella que sea producto de la influencia del sol
sobre nuestro planeta, incluyendo la biomasa. Esta segunda
civilización solar, que se iniciará durante
este siglo, estará fuertemente vinculada al uso
del hidrógeno como vector energético.
Contrariamente a lo que sucede con la energía eléctrica,
el gas o los combustibles derivados del petróleo,
las energías renovables no pueden llevarse a los
centros de consumo, a menos que se conviertan en energía
eléctrica que debería distribuirse a través
de costosas redes. Una alternativa es utilizarlas
para generar hidrógeno, lo que daría origen
a una economía basada en este gas. En la figura
1 se muestran los dos caminos a través de los que
puede obtenerse hidrógeno a partir de fuentes renovables,
básicamente utilizando la energía eléctrica
producida por estas para electrolizar agua o por reformado
de biomasa, un proceso químico donde un hidrocarburo
o la biomasa es transformado en una mezcla de hidrógeno
y dióxido de carbono.
El hidrógeno,
como vector energético, podría almacenarse o
transportarse a los centros de consumo para convertirlo en
forma limpia en energía eléctrica utilizando
celdas de combustible que impulsarían vehículos
eléctricos o se utilizarían como celdas estacionarias
para energía distribuida (es la generación de
energía eléctrica a pequeña escala, lo
más cercana al centro de carga, con la opción
de interactuar con la red eléctrica, es decir, comprar
o vender electricidad). En la figura 1 se incluyen también
otras formas de obtener hidrógeno, como la electrólisis
utilizando energía eléctrica de origen nuclear
o por reformado de combustible fósil. Veremos luego
que, a pesar de que en este proceso de reformado se genera
dióxido de carbono (CO2) que
contribuye al efecto invernadero, el posterior uso del hidrógeno
en celdas de combustible hace que las emisiones totales de
CO2 sean sustancialmente menores a las
que se tendrían si se utiliza el combustible fósil
para generar energía eléctrica en una central
térmica.
¿Qué es el hidrógeno?
El hidrógeno
(H2) es un gas en condiciones normales
de presión y temperatura, que está formado por
dos átomos de hidrógeno, el átomo más
sencillo que se conoce y el más abundante de la naturaleza
pues es el principal elemento en las estrellas, aun nuestro
Sol. El hidrógeno es el compuesto que almacena la
mayor cantidad de energía por unidad de peso (33,3
Wh/g, comparado con 11,4 Wh/g del gas natural o 12,0 Wh/g
de la nafta, todos los valores expresados en Watt-hora/gramo).
Su combustión con el oxígeno del aire produce
agua, es decir que no es contaminante.
2H2
+ O2 = 2H2O.
En la
Tierra se encuentra mayormente como agua (líquida,
vapor, hielo) o combinado con otros elementos formando compuestos
como metano o gas natural (CH4), metanol
(CH3OH), etanol (CH3CH2OH)
o hidrocarburos (CnHm).
Por ello debe gastarse energía en producirlo a partir
de estos compuestos.
El H2
se utiliza principalmente en la industria química para
la obtención de amoníaco (y luego fertilizantes)
y metanol, en la industria petroquímica para procesos
de hidrogenación y en menor medida en metalurgia, como
reductor en la obtención del hierro esponja, en la
industria electrónica y en la aeroespacial.
El H2
es un gas más liviano que el aire, fácilmente
inflamable, que difunde rápidamente y arde con llama
invisible. Tiene un amplio ámbito de inflamabilidad
en sus mezclas con aire (4 a 75%) y los límites de
detonación en aire van de 18 a 59%. Esto indica que
es un gas peligroso de utilizar y si bien fue muy utilizado
a principios del siglo XX en dirigibles, esta historia terminó
trágicamente con el accidente del Hindenburg en 1937
(en realidad, se demostró que no fue el hidrógeno
lo que inició el incendio sino que la causa fue la
inflamabilidad de la tela con que estaba construido el dirigible).
Sin embargo, cuando se lo compara con otros combustibles utilizados
comúnmente, tales como el gas natural o la nafta, se
observa que su temperatura de autoignición (585°C)
no es mucho menor que la del gas natural (630°C) y es muy
superior a la de la nafta (215°C), mientras que su límite
inferior de detonación en aire es 18% v/v (esto es,
el volumen de la sustancia es el 18% del volumen total de
la mezcla), mientras que la del gas y la nafta son sensiblemente
menores (6,3 y 1,1% respectivamente). Si además se
considera que es el gas más liviano y que difunde fácilmente,
por lo que es difícil de acumular en ambientes ventilados,
se concluye que su uso no implica una peligrosidad mayor
a la de otros combustibles ampliamente empleados por el
público.

Figura
1. Producción, almacenamiento, transporte y utilización
del hidrógeno en una economía basada en su uso
como vector energético.
¿Cómo se obtiene el hidrógeno?
En la
figura 2 se esquematiza la forma de obtener H2
a partir de combustibles fósiles, biomasa y
agua, utilizando procesos de reformado (suministrando calor)
o electrólisis (suministrando energía eléctrica).
Desde el punto de vista ambiental, el aprovechamiento energético
de la biomasa no contribuye al aumento de los gases de efecto
invernadero, dado que el balance de emisiones de CO2
a la atmósfera es neutro. En efecto, el CO2
generado en la combustión de la biomasa es reciclado
mediante la fotosíntesis en el crecimiento de las plantas
necesarias para su producción y, por lo tanto, no aumenta
la cantidad de CO2 presente en la atmósfera.
En cambio, el carbono que se libera a la atmósfera
al quemar combustibles fósiles es el que está
fijo a la Tierra desde hace millones de años.

Figura
2. Algunas formas de obtención de hidrógeno
a partir de combustibles fósiles, biomasa y agua.
Cuando el H2 se produce por electrólisis
del agua, se libera CO2 a la atmósfera
si la electricidad utilizada en el proceso se genera a partir
de fuentes no renovables. Solo se obtiene H2
sin emitir CO2 cuando la electricidad
se genera a partir de fuentes renovables.
Este caso
se ilustra en la figura 3, donde se muestra el ciclo del agua
que se descompone en sus elementos en la electrólisis
y se vuelve a formar cuando el H2 y
el O2 se combinan en la celda de combustible.

Figura
3. Esquema del ciclo del agua en la generación de energía
eléctrica utilizando H2 producido por electrólisis
usando fuentes renovables y celdas de combustible.
El método más utilizado en la actualidad para
la obtención de H2 es el reformado
con vapor de hidrocarburos, en especial de gas natural.
Este proceso, que se realiza a temperaturas entre 600 y 700°C,
produce H2 mezclado con grandes cantidades
de CO2 y monóxido de carbono
(CO).
Reformado
con vapor: CnHm
+ H2O ----> CO + CO + H2
Este
proceso es endotérmico, es decir que debe entregarse
calor para que ocurra. Como veremos más adelante, algunas
celdas de combustible requieren que el contenido de CO en
el H2 sea muy pequeño, pues este
compuesto envenena los catalizadores. Por esta razón
se recurre a procesos adicionales como la reacción
de corrimiento del agua (200-250°C) que es levemente exotérmica
(libera calor) y la oxidación selectiva (25-150°C)
que eliminan la mayor parte del CO presente.
Reacción
de corrimiento: CO + H2O ----> CO2
+ H2
Oxidación
selectiva: CO + 1/2 O2 ----> CO2
Existe
un proceso, llamado reformado autotérmico, que
combina el reformado con vapor (endotérmico) con la
oxidación parcial (utiliza oxígeno como oxidante)
que es exotérmica. Por tanto, este proceso requiere
mucho menos suministro de calor que el reformado con vapor.
En la
Argentina, el H2
es producido casi exclusivamente por reformado con vapor de
gas natural. Las dos plantas más importantes son las
de Siderca (Campana) con una producción (en caudal
de gas) de 70.200 Nm³/h y la de Repsol-YPF (Plaza Huincul)
que produce 57.500 Nm³/h.
Otra forma
de obtener H2
es mediante el reformado con vapor de metanol o etanol.
En el caso de metanol la tecnología está desarrollada
pero no es comercial, mientras que en el caso del etanol se
encuentra en una etapa de experimentación. La ventaja
del reformado de metanol es que se realiza a temperaturas
moderadas (250-300°C) comparadas con el reformado
de gas natural.
El método
electrolítico de obtención de H2
requiere solo agua y energía eléctrica y se
esquematiza en la figura 4. Es importante entender qué
ocurre durante este proceso dado que, como veremos más
adelante, está estrechamente vinculado al que ocurre
en una celda de combustible. El agua no se encuentra totalmente
en forma molecular (H2O)
sino que una fracción muy pequeña (aproximadamente
una de cada 10.000.000 de moléculas) se
encuentra disociada, es decir que una de las uniones O-H
del agua se rompe para formar lo que se conoce como especies
iónicas, en este caso protones (H+) y oxidrilos
(HO-),
segú el equilibrio: H2O
<=> H+ + HO-

Figura
4. Esquema de una celda de electrólisis para producir
H2 y O2 a partir de agua.
Cuando se colocan en agua dos electrodos de metales nobles
(que no se oxidan en contacto con el agua) y se aplica una
diferencia de potencial entre ellos desde una fuente de corriente
externa (o sea que se entrega trabajo eléctrico a la
celda de electrólisis) los protones cargados positivamente
migran hacia el electrodo cargado negativamente (cátodo)
y allí se reduce a hidrógeno al combinarse con
los electrones:
2H+
----> + 2e H2
En el
otro electrodo, cargado positivamente (ánodo) los iones
HO-
se oxidan a oxígeno:
HO-
----> 1/2 O2
+ H+ + 2e
Para mantener
el balance de cargas positivas y negativas en cada región
de la celda de electrólisis es necesario que el exceso
de protones que se produce en el ánodo se transporte
a través del medio acuoso hacia el cátodo. En
los electrolizadores comerciales el medio acuoso es en realidad
una membrana de intercambio iónico que tiene cargas
negativas fijas sobre ella y los iones de carga opuesta son
protones. La membrana absorbe una gran cantidad de agua y
la alta cantidad de protones asegura una buena conducción
eléctrica dentro de la celda. Para producir 1000 litros
(90g) de H2
se requieren unos 0,8 litros de agua y 4,5 kWh de energía.
Existen
otros métodos de producción de hidrógeno
en etapa de desarrollo. Entre ellos podemos mencionar la bioproducción
de H2
a partir de algas verdes. Estas algas, en ausencia de
azufre y oxígeno, producen mucho H2
y se espera que el costo actual de producción (que
es muy elevado) se reduzca un factor 10 en los próximos
años.
Otro método
que se está explorando a nivel de prototipos es la
descomposición térmica del agua. Ella
es factible en forma directa a temperaturas superiores a los
4000°C, pero esto es inviable económicamente por los
materiales que deberían usarse. Por ello se trabaja
con ciclos termodinámicos como el del yodo-dióxido
de azufre, que permiten disociar el agua en sus elementos
a temperaturas mucho menores (alrededor de 900°C) utilizando,
por ejemplo, calor de reactores nucleares de alta temperatura.
La
forma más económica de producir H2
en
la actualidad es por reformado de gas natural: cuesta
entre 6 y 8 U$S por giga Joule (GJ) de energía que
puede obtenerse por la combustión del H2.
La electrólisis del agua es mucho más cara;
según el costo del combustible que se utilice, para
generar la electricidad se necesitan entre 12 y 20 dólares
estadounidenses por GJ. Si se utiliza electricidad de fuentes
renovables, los costos son aún mayores (por encima
de U$S 20/GJ para energía eólica y más
de U$S 40/GJ para energía fotovoltaica).
¿Por qué el hidrógeno en el siglo XXI?
Los números
anteriores no nos dicen gran cosa, a menos que expresemos
el costo de producir, almacenar y transportar el H2
como un porcentaje de su contenido energético (CE).
Estos valores, que se muestran en la tabla 2, permiten concluir
que el costo de producir H2
y llevarlo a los centros de consumo puede representar, en
el mejor de los casos, el 24% de su contenido energético.
Etapa
|
%
del CE
|
Alternativa
|
Producción
|
12
43
|
Reformado
de gas natural
Electrólisis
|
Almacenamiento
|
7
13
30
|
Compresión
a 200 bar
Compresión
a 800 bar
Licuefacción
|
Transporte
(500 km)
|
4
5
30
|
Como
Líquido
Como
gas (tuberías)
Comprimido
|
Tabla
2. Consumo de energía para producir, almacenar y transportar
H2.
Fuente: Eliasson, B, ABB Switzerland Ltd., Corporate Research
y Bossel, U, Fuel Cell
Consultant. Energy and the Hydrogen Economy, Enero 2003.
Si se compara esto con el 12% que se necesita para llevar
el combustible derivado del petróleo del pozo al consumidor,
puede concluirse que estamos frente a una barrera económica
para la implementación en el corto plazo de una economía
de hidrógeno.
Si bien
es cierto que los costos de explotación del petróleo
irán aumentando progresivamente a medida que disminuyan
las reservas, las predicciones más confiables indican
que hay petróleo para más de 30 años,
gas natural para más de 50 años y carbón
para más de 2 siglos (véase el artículo
de Laherrere).
Es decir que no será la escasez de combustible fósil
lo que determine el surgimiento de una economía de
hidrógeno en el siglo XXI. Es probable que sean
los factores ambientales los que determinen que el H2
deba
reemplazar paulatinamente a las fuentes no renovables
en las próximas décadas. La creciente alarma
y concientización de la población por los cambios
climáticos a escala global pueden ser los factores
determinantes de una paulatina transición hacia el
hidrógeno. Hay quienes estiman que esta transición
demandará unas pocas décadas y mientras tanto
tendremos una economía basada en combustibles líquidos
cada vez más ricos en hidrógeno, es decir
con una relación H/C cada vez más grande, junto
con combustibles provenientes de biomasa, como biodiesel y
bioetanol.
Tal como
sentenció el sheik Ahmed Yamani: "La
edad de piedra no terminó por falta de piedras. La
edad del petróleo terminará pronto, y no será
por falta de petróleo". Debe tenerse en cuenta,
sin embargo, que son las tecnologías y no los combustibles
los que compiten y por tanto el surgimiento de una
economía de hidrógeno estará determinada
por el desarrollo de las tecnologías que llevan a este:
• Reformado
de combustibles con alta relación H/C.
• Conversores
fotovoltaicos de alta eficiencia.
• Electrolizadores
de alta eficiencia.
• Celdas
de combustible.
Las tres
primeras tienen que ver con la producción barata y
no contaminante del hidrógeno. La última tiene
que ver con su utilización eficiente como vector de
energía para generar electricidad.
RT
¿Qué
es una celda de combustible?
¡Sorprendentemente,
las celdas de combustible son una tecnología del siglo
XIX! En efecto, fueron inventadas por el abogado galés
William Grove en 1839, unos pocos años después
que Michael Faraday descubriera las leyes de la electrólisis.
Grove mostró que era posible producir energía
eléctrica y agua haciendo burbujear H2
y O2
sobre ciertos metales, es decir, mostró que el proceso
inverso a la electrólisis del agua era posible: se
puede convertir H2
y O2
en agua y obtener energía eléctrica en este
proceso.
La ciencia
de materiales no estaba muy desarrollada por aquel entonces
y la invención de Grove pasó a ser una mera
curiosidad debido al bajo rendimiento de este proceso. Pero
casi un siglo después, Francis T Bacon desarrolló
una celda de combustible utilizando electrocatalizadores de
platino y solución alcalina como medio conductor. Esta
celda alcalina se perfeccionó rápidamente y
en la década del 60 una celda alcalina de 1 kW se utilizó
en el módulo espacial Gemini que llevó al primer
hombre a la Luna.

Figura
5. William Grove y una reproducción de la primera pila
de combustible tal como fue publicada en el Philosophical
Magazine en 1839.
El funcionamiento de una celda de combustible se puede explicar
recurriendo al mismo esquema de la figura 4 de la celda electrolítica.
En el caso de una celda de combustible (figura 6) tenemos
dos electrodos formados por partículas de platino muy
pequeñas y sobre uno de ellos (ánodo) se hace
burbujear H2
que se oxida formando protones cargados positivamente: H2
---->2H+ + 2e
Los protones
migran a través de la solución acuosa hacia
el otro electrodo (cátodo), donde se produce la reducción
del oxígeno: 1/2 O2
+ H+ + 2e ---->HO-
La reacción
neta en la celda es pues la formación de agua: H2
+ 1/2 O2
---->H2O
y la circulación de electrones por la carga externa,
es decir, la producción de energía eléctrica.

Figura
6. Esquema básico de funcionamiento de una celda de
combustible.
El trabajo eléctrico máximo que puede obtenerse
de este proceso es igual a la energía libre (DG) de
la reacción de formación de agua que en condiciones
normales de temperatura es de 237,2 kJ/mol de H2.
Por otra
parte, la entalpía de combustión (DH) del H2,
el calor liberado cuando se quema con O2
para dar agua, es 285,8 kJ/mol de H2.
Es decir que el rendimiento máximo que puede obtenerse
en una celda de combustible es el cociente DG/DH=0,83. Esto
significa que en una celda de combustible funcionando idealmente
(sin las pérdidas debido a los procesos irreversibles
que disipan entropía en los electrodos y en la solución)
se puede convertir en energía eléctrica el 83%
del calor que se generaría por combustión. Esto,
que parece ser una desventaja de la celda de combustible frente
a la generación de trabajo por combustión directa
del H2,
no es tal pues una celda de combustible en condiciones reales
alcanza rendimientos del 45-50%, mientras que la mejor máquina
térmica que convierte calor en trabajo mecánico
típicamente alcanza rendimientos que no superan el
25%. En términos simples: la misma cantidad de H2
al
alimentar una celda de combustible produce el doble de energía
que cuando se lo quema en una máquina térmica.
Tipos de celdas de combustible
Las celdas
de combustible se clasifican según el tipo de medio
conductor de la carga iónica (electrolito) dentro de
la celda.
La celda
alcalina utilizada por la NASA en los años ‘60 empleaba
como electrolito una solución acuosa concentrada de
hidróxido de potasio. En los años ’70, la empresa
DuPont desarrolló un polímero conductor llamado
Nafion, formado por un esqueleto polimérico fluorocarbonado
con cargas fijas negativas debido a grupos sulfónicos
intercalados en la cadenapolimérica (figura 7). El
esqueleto del Nafion es similar al del polímero neutro
conocido como teflón y, como este, posee una alta resistencia
química y térmica. Las cargas móviles
positivas (M+)
son protones que pueden moverse por el agua que absorbe el
polímero y esto hace que la conductividad de la membrana
sea similar a la de un ácido concentrado.
A
Figura
7. Estructura química del Nafion (x=6,5).
El Nafion se usa desde entonces como electrolito en electrolizadores
y en celdas de combustible. Estas últimas se denominan
celdas de combustible de membrana de intercambio de protones
(PEM).
Existen
otros tipos de celdas de combustible que no tienen electrolito
acuoso. Ellas son las celdas de ácido fosfórico
que utilizan el ácido concentrado (exento de agua),
las celdas de carbonato fundido, que utilizan como electrolito
una mezcla eutéctica de carbonatos de sodio, litio
y potasio y las celdas de óxido sólido, en donde
el electrolito es un cerámico conductor de iones óxido.
Una mezcla eutéctica se refiere a aquella mezcla de
sólidos que posee un punto de fusión más
bajo que el que poseen los compuestos individualmente. La
tabla 3 muestra las características generales de estos
tipos de celda.
Puede
apreciarse el amplio ámbito de temperatura de operación
de las celdas, que van desde temperaturas por debajo de 100°C
(PEM) hasta temperaturas de 1000°C (OS). La temperatura
de operación y la naturaleza de los materiales utilizados
en ánodo y cátodo tiene una fuerte influencia
sobre la calidad del H2
que debe alimentar cada celda.
Los catalizadores
de base Pt utilizados en las celdas PEM y de ácido
fosfórico adsorben CO irreversiblemente y esto produce
su envenenamiento y drástica reducción de la
eficiencia electroquímica.
Cuanto
menor es la temperatura de operación menor es la concentración
de CO que pueden tolerar los catalizadores. Los electrodos
de las celdas PEM solo toleran menos de 10 ppm de CO en el
H2,
mientras que las celdas de ácido fosfórico pueden
trabajar con menos de 1% en volumen de CO.
Las celdas
de alta temperatura emplean otro tipo de catalizadores en
sus electrodos.
Las celdas
de carbonato fundido utilizan ánodos de Ni, aleado
con cromo o aluminio para mejorar sus propiedades mecánicas,
mientras que los cátodos son de NiO litiado.
Las reacciones
en el ánodo son:
H2
+ CO3= ---->H2O
+ CO2
+ 2e-
En el
caso de que el hidrógeno tenga alto contenido de CO
hay una reacción alternativa,
CO + CO3=
----> 2 CO2
+ 2e-
Es decir
que, lejos de ser un veneno, el CO es un combustible para
este tipo de celdas.
La reacción
catódica es:
1/2O2
+ CO2
+ 2e- ---->CO3=
de modo
que la reacción global en la celda es:
H2
+ 1/2O2
+ CO2
(cátodo) ----> H2O
+ CO2
(ánodo) de modo que hay una transferencia de CO2
del cátodo al ánodo y el potencial de la celda
depende de la relación de presiones parciales de este
gas.
En estas
celdas es posible el reformado interno del combustible mediante
un catalizador de Ni soportado sobre MgO o LiAlO2,
que se encuentra cercano al ánodo para aprovechar el
calor que se genera en dicho electrodo. En el caso de ser
alimentadas con gas natural el proceso que ocurre es: CH4
+ H2O
----> CO + 3 H2
Las celdas
de óxido sólido utilizan como electrolito un
conductor iónico cerámico, circonia (ZrO2)
dopada con 8% de ytria (Y2O3).
La red cristalina de este material presenta vacancias de óxido
(O=) y su conductividad eléctrica (medida en Siemens
por centímetro) a la temperatura de trabajo (alrededor
de 1000°C)
es cercana a 0,1 Scm-1, es decir similar a las membranas de
Nafion utilizadas en celdas PEM.
Tipo
|
Electrolito
|
Toperación
(Co)
|
Anodo
|
Cátodo
|
Tolerancia
al CO
|
PEM
Membrana
de Intercambio de H+
|
Membrana
Nafion
|
80-100
|
Pt/C
|
Pt/C
|
<10
ppm
|
A
Alcalina
|
KOH
acuoso
|
80-100
|
Pt/C
|
Pt/C
|
<
0,3%
|
AF
Acido
fosfórico
|
H3PO4
|
200-220
|
Pt/C
|
Pt/C
|
1%
|
CF
Carbonato
fundido
|
Li2CO3/
K2CO3
|
600-650
|
Ni-Cr
sint
Ni-Cu
|
NiO
|
Sin
efecto
|
OS
Óxido
sólido
|
ZrO2/Y2O3
|
800-1000
|
Ni/ZrO2
|
LaMnO3
|
Sin
efecto
|
Tabla
3. Tipos de celdas de combustible.
Las reacciones en el ánodo, según el tipo de
combustible que se alimenta, son:
H2
+ O= ---->H2O
+ 2e-
CO + O=
---->CO2
+ 2e-
CH4
+ O= ---->CO2
+ 2 H2O
+ 8e-
La reacción
catódica es:
1/2O2
+ 2e- ---->O= de modo que durante la operación hay
conducción de iones óxido del cátodo
al ánodo a través de conductor cerámico.
Las celdas
de óxido sólido también pueden realizar
el reformado interno de combustible y, por tanto, al igual
que las celdas de carbonato fundido, pueden alimentarse con
H2
o con una mezcla de H2
con CO y CH4.
Solo requieren la eliminación del azufre en el gas
de alimentación del ánodo.
Aplicaciones de las celdas de combustible
En la
figura 8 se muestra el rango de potencia típico de
cada celda, incluyendo las bioceldas de combustible capaces
de funcionar utilizando metabolitos de seres vivos como combustible.
Las celdas PEM pueden utilizar también metanol en lugar
de H2
como combustible en el ánodo y en ese caso se denominan
celdas PEM de metanol directo (DMPEM).
Las celdas
PEM alimentadas con H2
tienen como nicho de aplicación principal, pero no
único, la impulsión de vehículos.
Por otra parte, las celdas de alta temperatura tienen como
principal aplicación la generación de energía
estacionaria y distribuida.

Figura
8. Potencia y posibles aplicaciones de los distintos tipos
de celdas de combustible.
Celdas PEM para usos móviles
La figura
9 muestra un esquema de la anatomía de una celda de
combustible PEM. El componente central de la celda es el conjunto
membrana-electrodo, formado por la membrana conductora de
protones (Nafion) sobre cuyas caras se depositan las capas
de catalizadores (electrodos) anódico y catódico.

Figura
9. Anatomía de una celda de combustible PEM.
Adaptado
de Fuel Cell Handbook (6ta. Edición), DOE/NETL-2002/1179,
pag. 3-2.
Este conjunto se encuentra entre dos capas difusoras de gases
fabricadas de tela o lámina de grafito porosa que tiene
por función distribuir homogéneamente el hidrógeno
y el aire (oxígeno) sobre la superficie del catalizador.
Las placas bipolares de grafito tienen a
cada lado canales en forma de serpentina por donde se alimentan
el hidrógeno y el oxígeno a cada electrodo.
La hermeticidad del sistema se logra con sellos de teflón.
Este conjunto
representa una monocelda, es decir el componente unitario
de la celda de combustible PEM, cuyo detalle se muestra en
la figura 10. Allí se pueden ver los catalizadores
anódico y catódico formados por nanopartículas
de platino de 2 a 5 nm de tamaño sobre soporte de carbono,
típicamente Vulcan XC-72, que consiste en microesferas
de carbón con un área específica mayor
de 200 m².g-¹.
La carga de platino en las primeras celdas era de 2 a 4 mg
Pt/cm²,
pero en la actualidad esto ha disminuido hasta valores de
0,1 mg Pt/cm².

Figura
10. Esquema de una monocelda PEM. La parte ampliada muestra
las partículas de carbón (grises) y las partículas
de platino (rojas) depositadas sobre ellas. Adaptado de Fuel
Cell Handbook (6ta. Edición), DOE/NETL-2002/1179, pag.
3-2.
Cada monocelda PEM en condiciones óptimas puede entregar
una corriente de 600 mA/cm²
a 0,7 V, de modo que para lograr la potencia y voltaje adecuada
a cada uso se apilan varias monocapas formando un ‘stack’,
como el mostrado en la figura 11.
El área
de cada monocelda determina la corriente máxima extraíble,
mientras que el número de monoceldas fija el voltaje
del stack. Los vehículos eléctricos son
alimentados por stacks de celdas PEM como los mostrados
en la figura 11. Casi todas las empresas fabricantes de automóviles
tienen un prototipo de auto eléctrico impulsado
con celdas PEM.

Figura
11. Stack de celda de combustible PEM.
En algunos modelos, como el Necar 4 de Daimler Crysler, se
utilizan tanques de H2
comprimido que alimentan dos stacks de 35 kW y tienen
una autonomía de 450 km. Sin embargo, el uso de
H2
tiene el inconveniente de la recarga, ya que las estaciones
de servicio están preparadas para manejar combustibles
líquidos. Por esta razón se piensa en utilizar
combustibles líquidos, como el metanol, que puedan
ser reformados a bordo del vehículo.
La planta
motriz de un vehículo eléctrico se esquematiza
en la figura 12, donde el proceso comienza en el reformador
que convierte el metanol en una mezcla rica en H2
que alimenta el ánodo de la celda de combustible y
aire que alimenta el cátodo. La celda produce corriente
eléctrica continua (DC) y agua. El agua es reciclada
al reformador y la carga DC se transforma en alterna (AC)
y alimenta los motores eléctricos ubicados en cada
rueda del automóvil. El sistema de control es complejo,
ya que debe proveer la cantidad de H2
que necesita el vehículo según la potencia instantánea
que desarrolle y además debe mantener el balance de
agua dentro de la celda (no debe inundarse ni secarse la membrana
de Nafion pues esto lleva a un deterioro de su conductividad
eléctrica).

Figura
12. Planta de un vehículo eléctrico.
En la figura 13 se muestra un automóvil eléctrico,
el Honda FCX, provisto con tanques de H2
comprimido y celdas de combustible. En el caso de los buses,
el H2
se almacena comprimido en tanques que se ubican en el techo
de este.

Figura
13. Auto eléctrico Honda (izq.), detalle de su planta
motriz (centro) y bus eléctrico en Madrid.
Celdas
PEM de metanol directo para usos portátiles
En la
década de los ‘90, investigadores en Los Alamos National
Laboratories (Estados Unidos) mostraron que era posible oxidar
directamente metanol (CH3OH) en lugar
de H2
en una celda de combustible PEM.
Esto solo
es posible con la presencia de rutenio (Ru) metálico
en el catalizador anódico, pues evita que el CO, que
es el producto final de la oxidación del metanol, envenene
el catalizador de Pt. El mecanismo de la reacción anódica
comprende la sucesiva desprotonación
de metanol sobre el Pt hasta llegar a la etapa de CO adsorbido
sobre Pt, mientras que el agua se adsorbe sobre los sitios
contiguos de Ru con la liberación de H2
y la formación de O adsorbido que reacciona con el
CO según:
Pt-CO
+ Pt/Ru-Ox ---->Pt + Pt/RuOx-1 +
CO2
Este tipo
de celdas está en plena etapa de desarrollo y ellas
son especialmente atractivas para su uso como fuentes portátiles
en potencias del orden del Watt. Teóricamente, su densidad
de energía por peso o por tamaño es varias veces
superior al de las baterías de
Li-ion y Ni-hidruro, y podrían alimentar equipos electrónicos
tales como teléfonos celulares, computadoras personales,
reproductores de sonido y otros equipos, en reemplazo de las
baterías recargables.
La ventaja
adicional es que no habría tiempo de recarga,
pues con un cartucho que contenga unos pocos cm³
de metanol se podría tener energía por varios
días, y una vez agotado el metanol el recambio del
cartucho insume solo unos pocos segundos.
La figura
14 muestra un prototipo de minicelda PEM de metanol directo
de Toshiba para teléfonos celulares y una celda de
40 W para su uso en comunicaciones.

Figura
14. Prototipo de minicelda DMPEM para telefonía celular
y celda de 40 W para comunicaciones.
Celdas estacionarias para generación distribuida
Las celdas
de ácido fosfórico y las de alta temperatura
(carbonato fundido óxido sólido) son las más
apropiadas para generación distribuida, dado que no
tienen requerimientos tan extremos en cuanto a la pureza del
H2.
Las
pilas de combustible de ácido fosfórico han
alcanzado su madurez tecnológica y son las únicas
que se encuentran disponibles comercialmente. La empresa
United Technologies Corporation (UTC) produce celdas de 200
kW, conocidas como PC25, que tienen una potencia de 200 kW
y cuya eficiencia es de 40% pero pueden alcanzar el 80% en
cogeneración (cuando se aprovecha el agua y los gases
del reformado en calentar la propia celda y en calefacción
de las instalaciones). Estas unidades tienen un costo de U$S
4.500/kW y se alimentan generalmente con gas natural (el consumo
es de 256 m3/MWh), aunque pueden alimentarse también
con gas de digestores anaeróbicos (CH4
+ CO2).
Su tiempo de vida útil es de alrededor de 40.000 horas.
Existen
más de 300 unidades instaladas en todo el mundo,
la mayor parte de ellas en instalaciones militares estadounidenses
y también en centros de cómputo, bancos, hospitales
y otros lugares donde es necesario energía con disponibilidad
mayor de 99,9999%
(la denominada "energía premium"). En Brasil
hay 4 celdas PC 25 operando desde el año 2002 (figura
15).

Figura
15. Celda de combustible PC25 instalada en LACTEC (Curitiba,
Brasil), en funcionamiento desde abril de 2002.
En la actualidad, los electrodos porosos de las pilas de combustible
de ácido fosfórico son de Pt sobre grafito poroso
impregnado con 40% de teflón con una carga del orden
de 0,1 mg de Pt/cm²
en el ánodo y de 0,5 mg de Pt/cm²
en el cátodo. El electrolito, soportado sobre SiC-teflón
es H3PO4 100%
(inicialmente se utilizaba una solución acuosa que
contenía un 85% de ácido) y la temperatura de
operación es cercana a 200°C. Las placas bipolares
son de grafito tratado térmicamente para reducir la
corrosión en estas celdas.
Las densidades
de potencia en las celdas de ácido fosfórico
más avanzadas están entre unos 300 mWcm-²
para monoceldas y no más de 150 mWcm-²
para un stack de gran potencia.
El contenido
de CO en estas pilas de combustible debe ser inferior al 1%
en volumen y el de azufre, S, en forma de H2S,
debe ser inferior a 10 ppm. La imposibilidad de reducir el
costo de las celdas de ácido fosfórico hace
que se visualice a las celdas de óxido sólido,
y en menor medida a las de carbonato fundido, como las
celdas estacionarias del futuro.
Hay dos
tipos de configuraciones para las celdas de óxido sólido:
las tubulares y las planares. Las celdas de tipo tubular son
desarrolladas principalmente por Siemens-Westinghouse en Estados
Unidos y entre los objetivos está reducir el costo
de las celdas a valores de alrededor de U$S 1.500 por kW para
unidades de 250 a 550 kW de potencia. Los prototipos de diseño
tubular han sido testeados durante más de 60.000 horas
con caídas en el potencial menores de 0,5% cada 1000
horas.
Los principales
contaminantes en estas pilas son H2S,
HCl y H3N (presentes en la gasificación del carbón).
El H2S
tiene menor impacto sobre estas celdas que sobre las de carbonato
fundido; solo concentraciones mayores de 1 ppm producen algún
deterioro en la performance.
Las celdas
de óxido sólido pueden reformar internamente
combustibles como CH4
y tienen la ventaja respecto de las de carbonato fundido que
no requieren el reciclaje de CO2
desde la salida de gases de combustión hasta el cátodo,
pues solo necesitan de la inyección de O2
en este.
El mayor
problema para el desarrollo de este tipo de celdas es el elevado
costo de los materiales que deben soportar temperaturas
algo superiores a los 1000°C.
Hay una
gran actividad de investigación y desarrollo en el
mundo para desarrollar materiales para celdas de óxido
sólido que puedan operar a temperaturas del orden de
700°C. Los avances son continuos y ya se han desarrollado
ánodos con 2 capas, una de CeO2-Y2O3
y otra de Ni/ZrO2-Y2O3,
que permiten la oxidación directa de metano sin formación
de grafito y con densidades de potencia de 370 mW cm-2 a 650°C.
Se trabaja
también en celdas de óxido sólido de
una cámara, donde el cátodo y el ánodo
están en contacto con una mezcla de aire y combustible
(hidrocarburo). El aire se aprovecha para la oxidación
parcial del hidrocarburo en el ánodo. En estas celdas,
los materiales de electrodo deben ser selectivos a las respectivas
reacciones y ya se han alcanzado potencias de hasta 200 mWcm-²
utilizado cátodos de Ni con Ce0,8Gd0,2O
y cátodos de La0,8Sr0,2MnO3
con 15% de MnO2.
La idea
es que las celdas de una cámara permitirán reducir
el peso y el costo de las celdas de óxido sólido.
Recientemente se han desarrollado celdas de óxido sólido
de una cámara con Ce0.9Gd0.1O1.95
como electrolito y en mezclas de butano y aire se han logrado
densidades de potencia de 176 mW cm-²
a 300°C, lo que demuestra que en los próximos años
se pueden esperar grandes avances en este tipo de celdas a
temperaturas mucho menores que las utilizadas actualmente.
El futuro de las celdas de combustible y de la economía
de hidrógeno
Karl Yeager,
del Electric Power Research Institute (Estados Unidos), decía
en un artículo publicado en la revista New Scientist
el 18 de noviembre de 2000: "Dentro de cinco años
podré ir a Wal-Mart, y tomar de la góndola una
celda de combustible para alimentar mi casa. La conectaré
a la tubería de gas, generará electricidad,
calentará mi hogar y será más barata
que la electricidad de la red". Evidentemente, esta
profecía no se ha cumplido. Tal vez deberíamos
seguir los consejos del físico español Jorge
Wagenberg, y decir que "la ciencia pretende adivinar
el futuro, pero en asuntos tan complicados como estos debemos
quedarnos en lo que hacen los economistas, que es predecir
muy bien lo que ya ha ocurrido", pero intentaremos
arriesgar un poco...
Una de
las razones por las que las celdas PEM no están en
los supermercados es que su costo no ha alcanzado los valores
que se esperaban (menos de U$S 400 /kW) y la durabilidad
de las membranas de Nafion no superan las 40.000 horas (5
años) de uso continuo. Esto ha demorado la comercialización
de estas celdas para su uso vehicular y también para
aplicaciones domésticas.
Otro de
los motivos, como ya vimos, tiene que ver con el costo del
H2:
1 kg de H2
equivale a 1 galón de nafta y producir 1 kg de H2
cuesta entre 4 y 6 veces más que producir 1 galón
de nafta. Si bien cuando se usa en una celda de combustible
el H2
tiene el doble de eficiencia que quemar nafta en un motor
de combustión interna, la conclusión es que,
por ahora, mover un vehículo eléctrico con
H2
cuesta
el doble que mover un vehículo convencional con nafta.
No cabe
duda de que estos problemas se irán resolviendo
y que el desarrollo de reformadores a bordo más
eficientes y celdas PEM más confiables y baratas posibilitarán
en los próximos años la reducción de
emisiones de CO2
en las grandes ciudades.
Si bien
estos vehículos no serán de ‘emisión
cero’, pues el H2
se obtiene por reformado de un combustible fósil, el
hecho de utilizar una celda de combustible con el doble
de eficiencia que un motor de combustión interna,
hará que las emisiones se reduzcan a la mitad (¡lo
que no es poca cosa!).
Por otra
parte, si el combustible es producido a partir de biomasa
(biometanol o bioetanol) las emisiones netas a la atmósfera
serán nulas. En la Argentina hay un proyecto en desarrollo
para producir H2 de pureza para celda
PEM a partir de bioetanol, liderado por el Ing. Miguel Laborde
de la Facultad de Ingeniería de la UBA, que puede ser
una alternativa al proyecto de promover los biocombustibles
para ser adicionados a la nafta y al gasoil (ley 26.093, promulgada
en abril de 2006).
Las estimaciones
para Estados Unidos indican que en 2015 harán su
entrada al mercado vehículos eléctricos con
celdas PEM competitivos con vehículos convencionales
e híbridos. En 2027 habrá un 25% de vehículos
eléctricos con celdas de combustible, para llegar a
un 100% en 2050, con una demanda de más de 10¹¹
kg H2/año.
Es muy
probable, sin embargo, que la irrupción masiva de las
celdas de combustible en el mercado se produzca en uno o dos
años a través de miniceldas PEM portátiles
alimentadas con metanol para proveer energía a
equipos electrónicos tales como teléfonos celulares,
MP3 y laptops, en reemplazo de las baterías recargables.
En el año 2005 había en la Argentina 15 millones
de celulares que, con una potencia media de 200 mW, significan
una potencia total de 3 MW, el equivalente a 15 celdas PC25
de ácido fosfórico.
El futuro
de las celdas estacionarias de gran potencia está íntimamente
ligado al futuro de la economía de H2.
Las predicciones más razonables y realistas indican
que la sustitución de combustibles fósiles
por H2
dependerá en gran medida de cómo se achique
la brecha entre la energía necesaria para generarlo
y llevarlo al lugar de consumo en comparación con lo
que cuesta hacerlo con derivados del petróleo.
El uso de hidrógeno almacenado en un combustible sintético
líquido puede reducir considerablemente estas pérdidas
y hacer viable una economía de combustibles sintéticos
u originados en biomasa con una alta relación H/C.
En lo
que se refiere a la producción de H2
a partir de fuentes renovables o biomasa, la Argentina
está en una posición interesante. Existen en
la Patagonia vientos de excelente calidad para la generación
eólica y hay industrias nacionales que ya han comenzado
a desarrollar generadores eólicos de potencia. La potencialidad
para producción de biomasa es muy grande y ya se han
anunciado proyectos para producción de bioetanol con
inversiones de U$S 4.000 millones en los próximos cinco
años y existen proyectos para la producción
de biodiesel por U$S 285 millones. Estos proyectos apuntan
fundamentalmente a la exportación de estos biocombustibles.
En agosto
de 2006 se promulgó la ley 26.123 de "Régimen
para el desarrollo de la tecnología, producción,
uso y aplicaciones del hidrógeno como combustible y
vector de energía". Es de esperar que esta ley
se reglamente en breve y que desde el Estado se promuevan
acciones de investigación y desarrollo en hidrógeno
y celdas de combustible para que la Argentina pueda, en estos
años de transición, avanzar en forma decidida
en el tema y aspirar a formar parte de la segunda civilización
solar en el siglo XXI.
HRC
El
autor es Doctor en Química, UBA; Profesor titular,
FCEN, UBA; Investigador principal, CONICET y CNEA;
integra
la Unidad de Actividad Física e Instituto de Energía
y Desarrollo Sustentable (IEDS), CNEA y Departamento de Química
Inorgánica, Analítica y Química Física,
Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, UBA.
Ver
también en café
de las ciudades:
Número
1 I Ambiente
Limpio
y democrático I La economía del
hidrógeno: Jeremy Rifkin anticipa un mundo donde cada
uno produce la energía que consume. I Marcelo Corti
El
autor sugiere la lectura de los siguientes textos en la Web:
Fuel
Cell Handbook,
5ta. Edición, 2000.
J.
Laherrere –"Hidrocarbons
Resources: Forecast of oil & gas supply to 2050".
Petrotech (New Dehli) 2003.
USDOE,
National
Hydrogen Energy Roadmap - Production, Delivery, Storage, Conversion,
Applications, Public Education and Outreach,
2002.
Eliasson,
B. y Bossel, U - Energy
and the Hydrogen Economy -
2003.
W.
A. Amos - Costs
of Storing and Transporting Hydrogen
- National Renewable Energy Laboratory - U.S. DOE, Efficiency
& Renewable Energy NREL/TP-570-25106, 1998.
Lecturas
sugeridas
Hidrógeno
y la Energía del Futuro; Edts. R.A.Dubois, R.P.J. Perrazo
y W.E. Triaca, Academia Nacional de Ciencias Exactas Físicas
y Naturales y Academia Nacional de Ingeniería. Publicaciones
Científicas No 1, 2004.
Hydrogen
as an Energy Carrier; Edts. C-J. Winter y J. Nitsch, Springer-Verlag,
1988.
On Energies
of Change – The Hydrogen Solution; Ed. C-J.Winter. Gerling
Akademie Verlag, 2000.
Producción
y Purificación de Hidrógeno a Partir de Bioetanol
y su Aplicación en Pilas de
Combustible;
M.A. Laborde, M.C. Abello, P. Aguirre, N. Amadeo, J. Bussi,
H.R. Corti, E. González Suárez, M.A. Gutiérrez
Ortiz, V. Kafarov y A. Rodríguez. CYTED, 2006.
The Hydrogen
Economy, J. Rifkin. Tarcher and Penguin, 2003.
"The
Hydrogen Economy: opportunities, costs, barriers, and R&D
needs". Committee on
Alternatives
and Strategies for Future Hydrogen Production and Use. Editado
por National Research Council & National Academy of Engineering
(Estados Unidos), 2004.
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