Las
principales ciudades argentinas se han caracterizado por conformar un
sistemamacrocefálico, tanto en la estructura urbana regional o nacional como en
la organización interna de cada centro urbano. A lo largo de la historia, a
través de políticas de planeamiento directo o coyunturas político-económicas,
se ha consolidado una estructura
sometida a la tensión constante entre un centro híper-densificado, saturado o
colapsado, que concentra las actividades de servicios, y una periferia funcionalmente atrofiada, que se extiende por el
territorio circundante y que depende fuertemente del centro urbano para su
funcionamiento.

Fig. 1: Esquema de perfiles urbanos de
ciudades argentinas.
La ciudad de Córdoba (arriba) y las
ciudades de Buenos Aires y Rosario (abajo),
donde se observa la típica forma de
"carpa" producto de áreas centrales hiper-densificadas y
periferias
de densidad mínima sin solución de continuidad.
En
este modelo urbano pueden leerse varias influencias:
- El trazado colonizador español, que
perpetuó la cuadrícula que se impone como un esténcil sobre el territorio, y
que produce un conflicto entre la organización abstracta y la realidad física
del terreno. Este trazado produce una trama anodina,fragmentada por los
diferentes accidentes topográficos o elementos de infraestructura urbana, sin
solución de continuidad.
- La
arquitectura colonial de origen español, pero con fuerte influencia mudéjar.
Esta es la arquitectura que produce un
tejido compacto, donde la separación entre el espacio público -la calle, la
plaza, el mercado- y el espacio privado -la vivienda, el lugar de trabajo- está
bien definida y materializa un cierre continuo que define las manzanas en la
cuadrícula, creando un límite concreto entre la calle y el interior de las
mismas. Además, se configura el corazón de las manzanas como una sumatoria de
espacios ajardinados de carácter privado aislados entre sí.
- El barrio suburbano inglés -que a su
vez toma elementos de los distintos modelos utópicos de ciudad jardín-, con su
concepción higienista de una casa unifamiliar con amplio jardín por lote, que
generó barrios residenciales monofuncionales donde el tejido incorporó el
jardín delantero -reforzando aún más la separación entre el espacio público y
privado-, y se restringió la localización de actividades productivas o de
servicio -una restricción más o menos absoluta de acuerdo a la condición
socio-económica de la población de cada sector.

Fig. 2: Esquema de la ocupación
territorial resultante de imponer el modelo de barrio suburbano.
Este
modelo expandió la trama urbana a una velocidad cada vez mayor, al reducir
progresivamente la densidad de ocupación del suelo, y acrecentó la dependencia funcional de la periferia residencial con
respecto al centro, congestionando cada vez más la infraestructura de conexión
y transporte, y saturando el centro urbano, cuyo crecimiento se ve impedido
al estar rodeado de tejido residencial de baja densidad.

Fig. 3: Imagen de un conventillo típico
de Buenos Aires (aprox. 1900)
Fuente: historiacocina.com
No
debe olvidarse la influencia negativa que tuvieron los primeros ejemplos de
vivienda multifamiliar que aparecieron durante la segunda mitad del siglo XIX
en las ciudades, para albergar a los crecientes grupos de inmigrantes que
llegaban a las ciudades. Desgraciadamente, estas tipologías -los
"conventillos"- son el símbolo de la vivienda multifamiliar de la
época, y sirvieron para estereotipar a la
vivienda colectiva como la causa de numerosos conflictos sociales, promover
condiciones de vida insalubres y deterioro de la estructura urbana, por lo que
todos los modelos reguladores posteriores se concentraron en evitar tipologías
multifamiliares hasta entrado el siglo XX, donde, sin escalas intermedias y gracias a la presión de grandes inversores
privados, hizo su aparición la torre de departamentos de alta densidad -por
supuesto, ubicada casi exclusivamente en el ya congestionado centro de la
ciudad.

Fig. 4: Esquema de la ocupación
territorial resultante de imponer el
modelo de
torres
monofuncionales de la
ciudad jardín de alta densidad.
Sumado
a todo esto,debe reconocerse la importancia de la incorporación del zoning -heredero de los modelos del CIAM- como un
instrumento regulador de la "calidad urbana", pero también como
herramienta para lograr sectores urbanos homogéneos funcionalmente -y también
social y económicamente- sin conexión entre sí, pero siempre dependientes del
centro de la ciudad.
Fig. 5: Esquema de la ciudad organizada
por fragmentos, con un área central
y corredores que lo articulan con la
periferia.
Analizando
la historia del planeamiento de estas ciudades, se hace evidente que los
modelos urbanos mencionados van articulándose sucesiva y simultáneamente,
formando una suerte de palimpsesto. Sin embargo, es evidente que los modelos
utilizados van reduciéndose cada vez más, hasta acotar las alternativas de desarrollo de tejido a dos modelos:
-
Por
un lado, el modelo de alta densidad
ubicado en el centro de la ciudad. Este modelo fue posteriormente
incorporado en los ejes de conexión centro-periferia. Esta decisión, que en un
principio intentó descongestionar el centro, sólo reforzó la tensión en las
vías de conexión urbanas -ya colapsadas debido a los intensos movimientos
pendulares centro/periferia de la población-, sin presentar una verdadera
alternativa de descentralización.
-
Paralelamente,
el modelo de "una vivienda por parcela con patio y jardín", donde el tamaño
de la parcela y la relación de espacio verde con respecto al construido, así
como la homogeneidad socio-cultural-económica, son los factores que imperan
frente a otros como la cercanía a servicios y equipamiento, espacio público,
diversidad cultural-funcional, etc.
Los
dos modelos conviven simultáneamente en la estructura urbana sin solución de
continuidad ni propuestas intermedias. La fragmentación urbana originada por la
incompatibilidad de la cuadrícula con el territorio y la presencia de las vías
de conexión centro-periferia (que dividen la trama urbana en vez de
conectarla), se acentúa con la diferencia marcada entre los sectores definidos
como residenciales -monofuncionales, de baja densidad- para cada grupo
socio-económico, y los sectores designados para la localización de equipamiento
y servicios.
La
estructura urbana generada, entonces, es de tipo macrocefálica, donde la
tensión entre el centro sobresaturado y la enorme periferia que crece cada vez
más, parece no tener solución para evitar el completo colapso del sistema.
Efectivamente, esta estructura -impuesta no sólo por las condiciones sociales y
económicas, sino por la regulación de ocupación y uso del suelo urbano y las
políticas urbanas- expulsa a la
población a una periferia cada vez más lejana del centro del quesin embargo depende.
El valor de la tierra urbana se dispara, así como los costos de movilidad e
intercambio, y la oferta habitacional genera modelos cada vez menos
diversificados, que no contemplan los requerimientos de la mayor parte de la
población.
Frente
a la tensión creciente que fatiga la estructura urbana cada vez más, el sistema
ha generado una respuesta de tipo emergente. En efecto, esta "irritación" en el sistema se ha resuelto de manera
informal. En un principio, se generó como una iniciativa de los
propietarios de tierra urbana localizada en estos barrios -sobre todo en
barrios consolidados hace varias décadas-, cuya oferta habitacional construida
es casi obsoleta para la demanda actual, y su relación valor de mercado/valor
de uso no es redituable, pero veían la oportunidad de hacer un uso más
intensivo de cada parcela, aprovechando la superficie construible vacante
incorporando nuevas unidades funcionales a la vivienda original para obtener
una renta mayor. Pronto, distintos grupos socio-económicos que se veían
excluidos del mercado formal de vivienda -debido a los altos costos del área
central, y los costos aún más altos de movilidad desde la periferia, entre
otros motivos- vieron la oportunidad que ofrecían estas propuestas, yeste tipo
de intervenciones se consolidó como una forma segura de incrementar la renta de
sus propietarios, y a la vez ofrecía un producto habitacional que se adaptaba a
las necesidades de un grupo cada vez más numeroso de consumidores.
Este
proceso de revitalización y renovación de
los sectores periféricos a través de la micro densificación se concentra
sobre todo en los sectores cuya localización dentro de la estructura urbana les
otorga una "vocación" de centralidad: Los sectores del primer anillo
pericentral, que por su ubicación estratégica tienen conexión directa con el
centro de servicios -y bajo costo de conectividad-, y son parte de la primera
etapa de expansión de la trama urbana, por lo que la red de infraestructura y
servicios se encuentra completa. Además, son sectores que se localizan entre el centro de la ciudad y la periferia más
alejada, en proceso de consolidación, donde la estructura de servicios y
conexión no ha sido completada todavía.
Estos
sectores intermedios fueron consolidados con el mencionado modelo de vivienda
unifamiliar de baja densidad, pero la relación entre la superficie construida
y la superficie construible ofrece la posibilidad de intervenir agregando
unidades funcionales más o menos independientes de la vivienda original.
Entonces, se genera un proceso de caracterizado por intervenciones sucesivas
que aumentan la densidad de forma gradual y atomizada. Se trata de
intervenciones individuales, no concertadas, que conforman una tendencia
emergente.
Espacialmente,
la trama se complejiza a través de la densificación individual de cada parcela,
de acuerdo a criterios circunstanciales muy fuertes. Las intervenciones pueden
actuar por adición, yuxtaposición,
apilamiento a la unidad original, e incluso por esqueje de la misma en
varias unidades funcionales nuevas o reemplazo de la construcción existente con
la multiplicación de nuevas unidades en la parcela.Las intervenciones pueden
realizarse mimetizándose, con un lenguaje armónico o en contraste con la unidad original. Por último,
el uso residencial pierde su exclusividad, al incorporarse nuevas funciones que
enriquecen el programa doméstico.

Fig. 6 a 8: Esquemas de densificación
por anexión de nuevas unidades, esqueje de la unidad original en varias
unidades funcionales más pequeñas
y multiplicación de nuevas unidades en
la parcela

Fig. 9 a 11: Esquemas de densificación
por apilamiento sobre la unidad original,relleno del corazón de manzana con
nuevas unidadesy ocupación del espacio vacante en el tejido.

Fig. 12 a 14: Esquemas de funcionamiento
de las nuevas unidades:
independientes entre sí, con una
relación de intercambio y/o simbiosis entre sí o como prótesis funcional de la
unidad funcional original.
La
particularidad es que en este proceso el
grano del tejido construido del barrio mantiene su escala y carácter.
Debido a las restricciones impuestas por la normativa, no se materializa un
perfil continuo, sino que se completa la superficie construible vacante de cada
parcela dentro de parámetros más flexibles.
Pero
lo más importante es que estas intervenciones significan una mutación del
tejido tradicional de estos barrios. Efectivamente, el tejido continuo se esponja y se vuelve más poroso, permitiendo
el acceso al interior de la manzana. La conquista del espacio más privado del
tejido se realiza de forma gradual. El
espacio público -la calle- penetra hasta el corazón mismo de la manzana debido a cuestiones puramente funcionales -lograr el acceso a las nuevas
unidades-, pero adquiere connotaciones simbólicas muy fuertes: se genera un
nuevo espacio público de escala doméstica, un híbrido funcional que disuelve el
filtro entre lo público y lo privado. El tejido de la manzana logra un cambio,
y lo que estaba adentro ahora está afuera, en el ámbito privado. El tejido
tradicional se perforó, se esponjó, y finalmente se dio vuelta de adentro hacia
afuera -como si fuera una media-. Las fachadas más privadas son ahora la cara
más visible del tejido, y articulan un nuevo acceso a los espacios más privados.

Fig. 15: El espacio público de escala
doméstica generado en el proceso de micro densificación.
En
esta conquista del corazón de manzana, las
medianeras empiezan a convertirse en un elemento que obstaculiza el desarrollo.
La medianera como paradigma del tejido residencial urbano pierde su pertinencia
y da paso a mecanismos integradores, como la servidumbre de paso, que aceleran
aún más la mutación del tejido.

Fig. 16: Fotomontaje que señala el
espacio vacante como cubierta de las construcciones existentes en
uno de estos
barrios, y que está ocupándose con usos recreativos o con nuevas unidades
funcionales.
Nuevas formas de intimidad doméstica
aparecen, y se generan espacios de sociabilidad e intercambio en estos nuevos
intersticios. Los mecanismos de protección de la intimidad generados por la normativa
demuestran su ineficacia y se tornan obsoletos frente a la nueva realidad
doméstica.
La
complejidad espacial es simultánea a la complejidad funcional. Las
intervenciones aparecen como agregados más o menos independientes de la unidad
inicial, o entre sí. Pero además incorporan nuevas funciones al tejido
netamente residencial. No sólo aparecen nuevas unidades que funcionan como
vivienda, sino que se incorporan espacios de trabajo y comercialde distinta
escala que complejizan la oferta de servicios del barrio, tanto interna como a
escala sectorial.Además, aparecen
tipologías residenciales que no responden a las consagradas por el mercado de
vivienda formal. Las nuevas configuraciones familiares, la movilidad
social, los nuevos espacios domésticos y el teletrabajo son los factores que
determinan las nuevas propuestas habitacionales.

Fig. 17: Esquemas de nuevas estructuras
familiares/domésticas.
Estas
intervenciones pueden leerse como una solución a una situación de emergencia
dentro del sistema, realizada de forma
emergente por pequeños actores privados de manera atomizada -sin relación
entre sí-. Este hecho, sumado a que son realizadas en un proceso desarrollado a
lo largo del tiempo, de acuerdo a las necesidades específicas detectadas en la
demanda, le otorga a estas intervenciones un carácter sumamente flexible para
adaptarse a cada situación particular, incluso para ajustarse a nuevas
condiciones generadas dentro del sistema urbano. Se da lugar a un proceso
emergente de revitalización del tejido que aumenta su resiliencia funcional y
socio-económica.

Fig. 18: El espacio público de escala
doméstica generado en el proceso de micro densificación.
De
continuarse este proceso, la complejización espacial y funcional del sector
implicaría incrementar la cantidad de intercambios posibles, tanto internos
como del sector con el resto de la ciudad.La
simultaneidad y diversidad de usos permitiría consolidar el sector con un nuevo
rol articulador de la periferia circundante. El proceso de revitalización
del sector, aunque incipiente, permite inferir una posible descongestión funcional del área central aprovechando
la capacidad de saturación que este sector posee, gracias a la infraestructura
construida -infrautilizada- y a la superficie construible vacante.

Fig. 19: Modelo del tejido de las
manzanas existentes típicas en esta clase de barrios, con viviendas
individuales de una o dos plantas (izquierda) y modelo del tejido de una
manzana donde se ha intervenido microdensificando lo existente (derecha).
La
resiliencia de la estructura urbana de la ciudad aumenta en relación a la
capacidad de funcionar de forma descentralizada y aumentar la complejidad de
cada uno de los elementos del sistema, incrementando la suficiencia de cada uno
de los sectores urbanos, y redistribuyendo las cargas en la estructura espacial
y funcional. La tensión entre los distintos sectores de la ciudad -el centro,
la periferia- se reduce al permitir la
consolidación de sectores intermedios, tanto en densidad de tejido construido
como en escala funcional, que articulan los fragmentos urbanos entre sí.
Sin
embargo, es preciso determinar el nivel
de saturación del sector, para evitar su colapso. ¿Hasta qué punto puede
aumentarse la densidad de población y los intercambios producidos? ¿Cuál es el
nivel de saturación de la estructura urbana, en cuanto a infraestructura de
movilidad y redes de provisión de servicios, pero también en cuanto a calidad
ambiental y urbana?
La
planificación tradicional se ha centrado en la generación de modelos
positivistas, en los que la ciudad debía funcionar como un sistema simple,
concebido como la sumatoria de elementos de funciones y comportamientos claros
y constantes, que podían regularse de manera directa. Estudiando el desarrollo
real de las ciudades comprendemos que el sistema urbano es más complejo, y
continuamente responde a la tensión generada por los lineamientos tecnicistas
con procesos emergentes, que deben ser generados de manera informal, ya que son la respuesta a la irritación que
produce la contraposición de la lógica normativa a la dinámica social,
económica y espacial.
Este
proceso de revitalización emergente del tejido urbano pone en evidencia la
necesidad de incorporar nuevos conceptos a los procesos de planeamiento urbano.
La inclusión de la diversidad y la escala intermedia -espacial y funcional-, la
complejidad y aumento de la resiliencia del sistema permitirán un desarrollo
más eficiente y sostenible de la estructura urbana. Sin embargo, el estudio de
este fenómeno también muestra que se
deben incorporar a las herramientas de planeamiento conceptos como la
inmanencia de la estructura urbana, la simultaneidad de procesos y el grado de
incertidumbre que caracterizan el desarrollo de sistemas tan complejos
comoel evento urbano.
Pero como planificadores, no podemos abdicar
de nuestro rol como ordenadores urbanos. Ordenadores no en el sentido
tradicional de imponer modelos ideales a los que la realidad urbana debe
acomodarse, sino en el sentido de lograr un desarrollo sostenible del sistema,
donde los recursos son utilizados de forma eficiente, y tanto los costos como
los beneficios generados son redistribuidos de forma equitativa dentro del
sistema. Quizás es momento de modificar el paradigma de la planificación
tradicional, e incorporar procesos no
lineales, instrumentos que puedan retroalimentarse a lo largo del proceso,
y sean lo suficientemente flexibles para adaptarse al cambio constante. La
planificación determinista ha demostrado ser insuficiente, y muchas veces la
causa de los males que pretende reparar. Sin embargo, un enfoque flexible, de
tipo abierto, que combine las lógicas emergentes con las directivas y permita
la reorganización constante pueda ser un paso más para resolver la situación de
emergencia constante del sistema urbano.
SB
La autora es arquitecta y Magíster en Desarrollo y
Gestión Habitacional (UNC). Ha combinado el ejercicio profesional en el área
privada con trabajos como investigadora y asesora en planeamiento urbano.
Actualmente se encuentra realizando un Doctorado en Estudios Urbanos como parte
de un programa conjunto entre la Universidad Nacional de Córdoba y la Bauhaus
Universität.
Contacto: saraboccolini@gmail.com
Sobre el tema, ver también Barrios que no crecen en la sección POSICiones cordobesas de este número, y las POSICiones anteriores.
Sobre la renovación de la manzana urbana
latinoamericana, ver también en café de las ciudades:
Número 46 | Lugares
Dos manzanas del Centro de Buenos Aires | Apuntes
para una normativa urbana (II). | Mario L. Tercco
Número 116 | Cultura de las ciudades
(II)
Nueva visita a la manzana de Buenos Aires | Una
exploración urbana en la pintura de Miguel Jurado | Mario L. Tercco
Número 130 I Arquitectura y Proyectos de
las ciudades (II)
El
híbrido urbano I La “manzana latinoamericana” de MVRDV para Emmen I Por Marcelo
Corti