
En ese lugar de Madrid donde la Calle de Alcalá cruza
el Paseo del Prado, frente mismo a la Fuente de las Cibeles,
no hace mucho tiempo me llamó la atención una
suerte de info-box de formas poliédricas y deliberada
terminación provisional. Al acercarme encontré,
por así decirlo, una situación ambigua. La construcción
podía tomarse como una instalación publicitaria
de un sistema constructivo o como una elaborada ironía
sobre las dificultades que la burbuja inmobiliaria le ocasiona
a quienes necesitan una casa y no pertenecen al selecto grupo
de mortales que pueden pagarla y, además, elegir donde
tenerla. Contribuían a mi desconcierto las referencias
a la "autoconstrucción" en los afiches
colgados cerca de la entrada al box, y seguramente la influencia
de las numerosas pegatinas referidas al derecho a la vivienda
que algún colectivo radical había pegado en
los alrededores.
No
fui el único confundido en ese domingo de frío
madrileño. Unas señoras que promediaban sus
sesentas, un chaval cercano a casarse y algunas otras personas
inquirían a la chica del mostrador de atención
los detalles de la oferta. Algo sobrepasada, la muchacha explicaba
a los interesados que la construcción exhibida y la
promesa publicitaria ("alquiler de azoteas: instale
apartamentos reversibles en la azotea de su edificio")
eran en realidad parte de una instalación artística,
pero que sin embargo los interesados podían acceder
a una carpeta técnica con la cual construir en
la azotea de sus casas una cabaña contemporánea
(e incluso a un modelo de contrato para salvar las cuestiones
legales del arrendamiento).

La idea de una cabaña de construcción en seco,
fácil de montar y resolutoria en forma casi instantánea
del problema de vivienda de su instalador está
bastante arraigada en el imaginario de mi país (soy
argentino y vivo en un suburbio de Buenos Aires). Este tipo
de construcción ha prácticamente acaparado la
definición de "prefabricada", palabra que
la designa popularmente, así como el ladrillo y las
mezclas cementicias acaparan en el habla cotidiana la definición
de "material" de construcción. La prefabricada
es entendida como una construcción no exactamente precaria,
pero si de menor categoría y calidad que la casa de
material. Arturo Jauretche la reivindicó
como solución ingeniosa al problema de la precariedad
habitacional, propia de los sectores inmigrantes que llegaban
a la metrópolis y necesitaban rápidamente acceder
a un cobijo en un lote de la periferia.
Las
prefabricadas se vendían (y todavía hoy se siguen
vendiendo) en los alrededores de las grandes estaciones
porteñas y en los subcentros barriales, en especial
aquellos donde se produce la expansión periférica
de la ciudad. Una de las más famosas, la "Tarzán",
cuyo jingle publicitario personalizaba en la figura de su
proyectista y director de obra el aspecto profesional de la
operación y en la marca la operación crematística
de vender y financiar, quedo asociada a una leyenda urbana
sobre un oscuro episodio que habría afectado la integridad
genital del project manager. En esta revista se ha
comentado la tesis de Ricardo de Sárraga sobre un barrio
de Florencio Varela ("la extrema periferia")
donde la casilla prefabricada es todavía hoy el medio
más rápido de vivienda instantánea en
esos lotes que primero se habitan y luego recién
se construyen (y quizás solo después de todo
eso se poseen…).

Construcción
de un apartamento reversible en una azotea madrileña
El ejemplo madrileño, si bien comparte algo de este
carácter de solución instantánea a un
problema de acceso al suelo, tiene más de ironía
conceptual, aunque ha sido aplicado en algunos casos prácticos.
Integra el curioso repertorio de recetas urbanas
que propone el arquitecto andaluz Santiago Cirugeda. Son soluciones
ingeniosas, para-arquitectónicas y, en muchos casos,
situadas en el borde mismo de la legalidad. Al entrar
al sitio que promueve estas recetas en la Web, el visitante
recibe inmediatamente una advertencia: "Se recomienda
el estudio exhaustivo de las distintas localizaciones y situaciones
urbanas en las que el ciudadano quiera intervenir. Cualquier
riesgo físico o intelectual producido con el uso de
las mismas correrá a cargo del ciudadano". No
obstante, Cirugeda también aclara que "todas las
recetas urbanas mostradas a continuación son de uso
público, pudiendo ser utilizadas en todo su desarrollo
estratégico y jurídico por los ciudadanos que
se animen a hacerlo".

Receta
Urbana: casa-rompecabezas en un solar baldío
Entre las recetas propuestas se encuentran la implantación
de usos recreativos provisorios en predios desocupados, la
definición de configuraciones espaciales definidas
por las opciones particulares de arrendamiento de habitaciones
o fragmentos de ellas pertenecientes a distintos vecinos de
una propiedad colectiva, la instalación de refugios
urbanos en volquetes de obra, casas-insecto (ocupaciones de
árboles con refugios ocasionales), casas-rompecabezas
de cartón yeso en solares baldíos, el agregado
de prótesis o cápsulas autogestionadas a un
edificio institucional en Sevilla, y diversas acciones de
desobediencia civil a la normativa urbanística. Buena
parte de la eficacia de estas Estrategias Subversivas de
Ocupación Urbana está en la evidente tensión
que se produce entre su crudeza instrumental y la crítica
que representan a las condiciones sociales de producción
de la ciudad contemporánea. En el blog
del investigador español Juan Freire se describe
su obra como "un compendio de herramientas para superar
a las burocracias locales y poder desarrollar proyectos innovadores
y baratos que generen cambios sociales y una mayor calidad
de vida". Esas herramientas "se enfrentan a las
ordenanzas urbanísticas que, tratando de proteger
unos determinados "valores" estéticos (lo
cual, miremos a nuestro alrededor, casi nunca consiguen),
impiden muchas veces mejoras en las condiciones de vida de
los ciudadanos".

Receta
urbana: juegos infantiles en un volquete de obra, en Sevilla
Algunas definiciones de Cirugeda en la entrevista
que Anatxu Zubalbeascoa le realizara en El País
informan sobre su posición respecto a la arquitectura
y la ciudad contemporáneas:
-
"Aunque hoy represente más el espectáculo
que el compromiso social, [la arquitectura] puede aliarse
con cualquiera. La arquitectura da un servicio igual a la
Administración que a la gente sin hogar.
-
Se puede y se debe hacer una ciudad con otras herramientas
que no son la arquitectura. (…) El asociacionismo, la clandestinidad.
Una movilización puede cambiar más una ley
que cualquier arquitectura. Puede solucionar problemas
de habitabilidad, de acondicionamiento. En el trabajo que
hacemos, la forma final de la arquitectura importa muy poco.
Da igual que sea plástico negro o blanco.
-
Me fastidian y me fascinan los lugares vacíos. Son
lugares irreales, en stand by. Todavía no son, pero
pueden ser. En los sitios deben ocurrir cosas. Y allí
nunca pasa nada.
-
Siento urgencia por dar vida a las cosas que no la tienen
y que deberían tenerla: un solar, un edificio vacío.
Creo en el reciclaje de lugares tanto como en el de
objetos.
-
Yo apenas veo arquitectos que pongan en juego su vida
laboral por quejarse por algo injusto.
-
La protesta pacífica es importante. Durante años
me he nutrido de los correos electrónicos que llegan
con gente que cuenta sus problemas, sus dudas sobre la vivienda.
Te piden ayuda técnica para poder hacerse una casa.
Y soluciones hay muchas. Hay montones. Las cooperativas nórdicas:
"Danos suelo, nosotros construimos". No somos propietarios
de la casa, pero la utilizamos toda la vida. Rehabilitemos
edificios públicos y luego utilicémoslos nosotros.
-
No empecé protestando, sino solucionando. Muy tímidamente,
cuando puse columpios sobre contenedores en un descampado
para que el barrio tuviera una zona de juegos, creo que solucioné
una carencia.
-
Yo no hacía las cosas por denunciar. Yo hacía
lo que hacía falta. Luego fui tomando conciencia de
que hacer lo que nadie ha hecho es protestar. Ponerte
a solucionar problemas puede ser protestar. Pero yo no era
protestón. De hecho, necesitaba mucha serenidad, porque
tenía que estudiar la ordenanza y ver por dónde
fallaba para interpretarla.
-
En la escuela de arquitectura aprendes que una de las vías
para trabajar son los concursos. Pero nadie se plantea que
un concurso es tratar de solucionar con una pieza arquitectónica
la ciudad que otros han inventado en un pliego de condiciones.
Hay que plantear si hace falta un museo, no si va a ser marrón.
-
Como arquitecto, o eres borde y aparentemente intelectual
o no te valoran. En los noventa estaba de moda hablar de los
procesos. Cogían una mancha de su camisa, la fotocopiaban
y de ahí salían los trazos para hacer la arquitectura.
Yo les pregunté que puestos a elegir un proceso, por
qué elegían ser elegantes. Les dije que en el
arte de entonces estaban trabajando con el sexo, con excrementos,
con el miedo, con la violencia. Y ellos, con cositas de colores.
-
La diferencia entre el arte y mi trabajo es que si un artista
pone una cuba en la calle y llega la policía, el artista
dice: "Soy artista y tengo un permiso del Reina Sofía",
y el policía va y le pone una valla protegiendo la
cuba. El artista pone una cosa en la calle porque tiene que
cumplir un precepto. Yo todo lo que he hecho en la calle
lo he hecho porque soy ciudadano. No voy a la Gerencia
de Urbanismo y digo: "Soy Santi Cirugeda, déme
una licencia".
-
La ley de civismo catalana es la más severa hoy. Impide
atar una bicicleta en una farola, sentarse en el respaldo
de un banco, dormir en la calle. Y está cundiendo el
ejemplo. Cada vez es más castrante pasear por la
calle. [En Sevilla] no se puede siquiera ingerir alimentos
en la calle. Esa ley, obviamente, la usan cuando quieren usarla.
A una señora con un cruasán no le dicen nada.
A un hippy comiéndose una pizza en un portal a las
tres de la madrugada, yo he visto cómo le tiraban la
pizza al suelo. Son ordenanzas arbitrarias".

Apartamentos
reversibles en azoteas: gráfico del manual de instrucciones
Como lo ha descripto Josep María Montaner (también
en El País,
en este caso del pasado 26 de abril), el más reciente
parque construido en Barcelona es una operación de
arquitectura cara (muy cara, carísima), sin ligazón
a necesidad ciudadana alguna, de discutible concepción
estética, mal relacionado con la ciudad y que ni siquiera
cumple aceptablemente sus funciones cotidianas. El Parque
Central proyectado por Jean Nouvel para Poblenou es, sin duda,
la antítesis perfecta de las operaciones de Cirugeda
(quien seguramente nunca recibirá un Premio Pritzker
de Arquitectura como el que acaba de ganar su colega francés…).
MC
Ver
las Recetas Urbanas de Santiago Cirugeda.
Ver
Santiago Cirugeda, el agitador de la arquitectura, entrevista
por Anatxu Zubalbeascoa, en El
País del 02/08/2007.
Sobre
Arturo Jauretche, ver en café de las ciudades:
Número
15 I Política
Las
10 boludeces más repetidas sobre los piqueteros y otros
personajes, situaciones y escenarios de la crisis argentina.
I Con un prólogo sobre la derecha, otro sobre
Jauretche, y un epílogo sobre la consigna más
idiota de la historia. I Carmelo Ricot
Sobre
el uso de las casillas "prefabricadas" en la periferia
de Buenos Aires, ver en café
de las ciudades:
Número
16 I Tendencias:
La
extrema periferia I Ricardo de Sárraga relaciona
lo doméstico y lo barrial en un barrio de Florencio
Varela. I Marcelo Corti
Sobre
la legalidad y la ilegalidad urbana, ver también en
café de las ciudades:
Número
8 I Economía
La
ciudad clandestina I Ocupaciones y "oKupas", abusivismo,
privatización forzada. I Marcelo Corti
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