N. del A.: El presente ensayo deriva del trabajo de investigación
iniciado en el marco del Master
Laboratorio de la vivienda del siglo XXI, que dirigen
Josep Maria Montaner y Zaida Muxí. Mi más sincero agradecimiento
tanto a Ricardo Flores como a Iñaki Ábalos por su ayuda y consejo
en la elaboración de esta investigación.
Cabe destacar que el artículo fue originalmente
publicado en Pasajes de Arquitectura y Crítica Nº 104, pags.
32-36.

CONCEPTO
“Hay un desierto. Pero tampoco tendría sentido
decir que estoy en el desierto. Es una visión panorámica del
desierto, ese desierto no es trágico ni está deshabitado, solo
es desierto por su color ocre y su luz, ardiente y sin sombra.
En él hay una multitud bulliciosa, enjambre de abejas, melé
de futbolistas o grupo de tuaregs. Yo estoy en el borde de esa
multitud, en la periferia; pero pertenezco a ella, estoy unido
a ella por una extremidad de mi cuerpo, una mano o un pie. Sé
que esta periferia es el único lugar posible para mí, moriría
si me dejara arrastrar al centro de la melé. Pero seguramente
me ocurriría lo mismo si abandonara. Mi posición no es fácil
de mantener, porque esos seres se mueven sin parar, sus movimientos
son imprevisibles y no responden a ningún ritmo. Unas veces
se arremolinan, otras van hacia el norte y luego, bruscamente,
hacia el este, sin que ninguno de los individuos que componen
la multitud mantenga la misma posición con relación a los demás.
Así pues, también yo estoy en perpetuo movimiento, y eso exige
una gran tensión, pero a la vez me proporciona un sentimiento
de felicidad violento, casi vertiginoso”.
La
situación intermedia, la invariabilidad del constante cambio,
el permanecer siempre
en movimiento para mantener el equilibrio. Esta relación
de inestabilidad constante entre el ser y su entorno rige el
mundo occidental del siglo XXI.
El
capitalismo, junto con los procesos de globalización, han
convertido el globo en una red de flujos por donde viajan a
velocidades vertiginosas dinero, personas, vehículos, recursos,
conocimiento. Este mundo que hemos creado es el escenario de nuestras vidas. Pero sería ingenuo pensar que el escenario
se comporta como un personaje inerte, que simplemente enmarca
nuestras acciones de cada día, es evidente que juega un papel
decisivo en cada una de nuestras acciones, en cada uno de nuestros
movimientos.
El
propósito de este ensayo es poner en relación esta forma de
pensamiento, la forma de habitar del individuo del siglo XXI
en la sociedad occidental, y la casa donde este individuo habita
y deja huella. Cómo es su vivienda, con quién y con qué comparte
su hogar.
RIZOMA
1.m. Bot. Tallo horizontal y
subterráneo, como el del lirio común.
Rizoma,
según definieron Deleuze y Guattari, es un modelo de organización,
que se formula a sí mismo por oposición a los esquemas arbóreos o jerárquicos.
En el rizoma, la importancia
radica en la relación por encima de los entes relacionados.
Lo importante es la línea que conecta, y no los puntos que son
conectados. A partir de ahora nos importan las relaciones de
co-implicación, los procesos de ida y vuelta, la interacción
y lo múltiple. En el rizoma, la unidad principal de la que depende
todo el resto ha desaparecido; en su lugar defendemos el triunfo
de lo múltiple, la igualdad, el plano, la inmanencia frente
a la trascendencia. En
un rizoma hay líneas de articulación o de segmentariedad, estratos,
territorialidades, pero también líneas de fuga, movimientos
de desterritorialización y de desestratificación. Por lo tanto,
cualquier rizoma está formado o construido en base a relaciones
materializadas en distintos estratos y líneas de flujos. Podemos
llegar a afirmar que un rizoma se define por una serie de líneas
de cohesión interna y una serie de líneas de cohesión externa.
Las líneas de cohesión interna se encargan de dar coherencia
y estructura al interior del rizoma, mientras que las líneas
de cohesión externa ponen en relación distintos rizomas, formando
un rizoma de mayor complejidad. La unidad entendida como ente
autónomo ha quedado obsoleta y tan sólo puede llegar a comprenderse
mediante la interacción
de multiplicidades.
Para
terminar de clarificar el concepto enunciemos los seis principios
que lo definen:
1º
y 2º_ Principios de conexión y heterogeneidad:
cualquier punto del rizoma puede y debe ser conectado con cualquier
otro, y debe serlo.
3º_
Principio de multiplicidad: “Sólo cuando lo múltiple es tratado como sustantivo, multiplicidad deja
de tener relación con lo Uno como sujeto o como objeto, como
realidad natural o espiritual, como imagen y mundo”.
4º_ Principio de ruptura asignificante: “Un rizoma puede ser roto, interrumpido en cualquier
parte, pero siempre recomienza según ésta o aquella de sus líneas,
y según otras”.
5º
y 6º_ Principio de cartografía y de calcomanía:
“Un rizoma no responde
a ningún modelo estructural o generativo. Es ajeno a toda idea
de eje genético, como también de estructura profunda”.
La
propia naturaleza está llena de rizomas. Las ratas cuando huyen
forman rizoma. La mala hierba es rizomática, siempre crece según
una rama u otra, crece en los espacios-entre,
en los vacíos. Las hormigas son un rizoma, es imposible acabar
con ellas, porque siempre se reorganizan según unas u otras
de sus líneas. Incluso sus hormigueros son rizomas. Complejas
redes de transporte, alimentación o defensa definen sus hábitats,
los hormigueros. La pantera rosa convierte todo aquello que
toca de color rosa, expandiendo su dominio, fusionándose con
su entorno, apoderándose de lo que le rodea.
ESCALAS
Cierto
es que se repiten modelos de organización y orden de la materia
a muy distintas escalas. Podemos partir de una escala global,
y poco a poco ir disminuyendo, incluso llegando a la escala
de la célula, y comprobaremos que los
seres vivos tienen una particular forma de ocupar el espacio,
organizarse y relacionarse. Comparando los distintos seres
vivos en distintas escalas encontramos fenómenos que se repiten
de forma invariable. Personas, animales, vegetales, células,
virus. Todos ellos tienen, en cuanto que seres vivos que viven
bajo una serie de condiciones comunes a todos
(el globo terráqueo), unas pautas de supervivencia, colonización,
organización. Para poder establecer comparaciones gráficas que
nos permitan ver este fenómeno, tan sólo hay que acertar con
el tamaño de la lente con la que se mira, simplemente escoger
el tamaño adecuado para cada especie.
La
civilización ha llegado al punto de definirse como una red continua
y en continua expansión, las ciudades actúan como polos, que
se conectan entre sí mediante redes de infraestructuras, que
a su vez actúan como motor de crecimiento de nuevas concentraciones.
Todo el sistema funciona unido, compresiones
y expansiones ordenan la huella construida. Nuestra huella
en el territorio es un magma de materia en continuo movimiento
que encuentra zonas donde el flujo se densifica intensamente.
Evidentemente; estas zonas son los núcleos urbanos.
Tanto
los sistemas macroescalares (ciudades, continentes) como los
sistemas microescalares (corales, hormigas, células, neuronas)
trazan las redes que los definen de forma análoga.

Desde
la macroescala del globo terrestre hasta la microescala de la
neurona, aparecen patrones de organización similares (imágenes
de Europa y las ciudades de Nueva York, Los Angeles y Londres,
por cortesía del Earth Sciences and Image Analysis Laboratory,
NASA Johnson Space Center).
SOCIEDAD
Hasta
ahora hemos encontrado que el medio en el que vivimos y nos
relacionamos, en tanto que seres vivos, se rige por la multidependencia y la autoatracción
de distintas entidades. Sigamos ahondando en estas relaciones
de co-implicación.
En
1965, Christopher Alexander escribió el ensayo “A city is not
a tree”. Afirmaba en este texto que las ciudades no son estructuras
lineales, y que su funcionamiento estriba en estas relaciones
de co-implicación que activan los distintos sistemas que operan
en la ciudad, mediante la ayuda o la interacción. Él no definía
estas relaciones como rizomáticas, pero utilizaba el término
semitrama. Alexander pone un ejemplo clarísimo del día a día:
“En
una esquina hay una farmacia y en la acera un semáforo. En la
entrada de la farmacia hay un kiosco donde se exponen los diarios
del día. Cuando la luz del semáforo está roja, la gente que
espera para cruzar la calle se detiene ociosamente al lado de
la luz y, como no tiene nada que hacer, ojea los diarios desplegados
en el kiosco, que puede ver desde el lugar en donde está la parada. Algunos sólo
leen los encabezamientos, otros compran un diario”.
Tan
simple y tan complejo. En el acto de comprar el periódico intervienen:
la persona, la esquina, el semáforo, el kiosco, y el propio
diario. Igual de importantes son las relaciones entre lo
inerte del sistema, como la relación de lo inerte con lo vivo
que activa y pone en funcionamiento todo.
Este
tipo de procesos también se da dentro de las relaciones propiamente
humanas, en nuestra forma de trazar mapas y redes.
En
una sociedad tradicional, si pedimos a alguien que nombre a
sus mejores amigos, todos terminarán nombrándose entre sí, demostrando
con ello que componen un grupo cerrado. Un pueblo está formado
por un número de grupos cerrados de este tipo. En cambio la
estructura social de hoy en día es totalmente distinta. Si pidiéramos
a una persona que nos nombrara a sus mejores amigos, y a estos
amigos que nombraran cada uno a los suyos, encontraríamos algunos
amigos en común, pero la tendencia sería a que el cuadro de
relaciones sería más complejo a medida que cada uno nombrara
a sus amigos. Habría líneas de desterritorialización y reterritorialización
en la red de amistades, que unirían o separarían las amistades
de unas personas respecto a las otras. En la sociedad de hoy
en día es cada vez más difícil encontrar grupos cerrados a los
que hemos hecho referencia anteriormente, y en cambio es cada
vez más común que las
“redes de amistades” se entretejan formando estructuras complejas.

Grupos
cerrados de personas, propios de una sociedad arcaica.

Grupo
entrelazado de personas, propio de la sociedad actual.
REDES
La
civilización del siglo XXI ha conseguido conectar todo el globo,
ahora somos capaces de hablar, trabajar en tiempo real junto
a alguien que está al otro lado del planeta. Parece ser que
la característica que mejor define a la sociedad a la que pertenecemos
es que es capaz de generar redes de colaboración.
Los mismos procesos económicos del mundo capitalista global
utilizan estos modus operandi. La fabricación de cualquier
cosa no está vinculada espacialmente al lugar donde se va a
vender, utilizar, o promocionar cualquier producto. Es más,
lo que mantiene vivo nuestro sistema no es el clásico producción-venta,
es mucho más importante el flujo continuo de capital. Aunque
la mayoría de las veces este capital sea ficticio, lo importante
vuelve a ser esta inestabilidad constante; el flujo continuo
es lo que mantiene el equilibrio del sistema.
Nuestras
ciudades están repletas de redes complejas de este tipo. Redes
de metro, canalizaciones de agua, sistemas eléctricos, son todos
sistemas rizomáticos, no lineares y totalmente ajerárquicos.
Nuestras infraestructuras son rizomáticas, y esto es lo que
nos permite que el sistema siga funcionando cuando hay averías,
puntos en reparación, o remodelaciones de estas infraestructuras.
Cuando un punto de estas redes entra en crisis, y por tanto
se establece una discontinuidad, el sistema es capaz de regenerarse inmediatamente
por otras vías que palien la ruptura que ha tenido lugar.
Sería
incomprensible no mencionar la red que ha logrado un mayor grado
de transformación de nuestra sociedad. Internet: la red de redes,
la conexión global. Ha sido capaz de cambiar el modo en que
hacemos operaciones bancarias, nuestros hábitos de compra o
incluso la forma de comunicarnos.
La
era industrial se caracterizó por la diferenciación entre hogar
y trabajo, en cambio, siglo y medio después, y gracias a la
red de redes, el lugar de trabajo sufre un nuevo cambio, se
deslocaliza, no tiene porqué haber un local de trabajo.

Mapa
del metro de Tokio + mapa funcional casa Mora
PROCESO
PROYECTUAL
La
forma de producir un proyecto arquitectónico participa también
de un proceso de tipo complejo, en el que numerosos factores
entran en juego. Programa, lugar, materia, presupuesto, funciones,
cliente, geometría, tradición, investigación, cultura. Es imposible
que un proceso con tantas variables sea un proceso lineal. Es
un proceso de ida y vuelta, de avance
y retroceso. Una decisión puede llevarnos a tomar otras
cuatro, y una de esas cuatro otras tres, e incluso llegar a
un punto en el que una de las ideas que nos ha llevado a decidir
otras siete se quede obsoleta o cuanto al menos susceptible
de revisión.
Por
lo tanto, podemos decir que el propio proceso proyectual es y debe ser
rizomático. Es un proceso en el que la validez de las ideas
está en el aire hasta casi el mismo instante de la construcción,
ideas que se descartan por una serie de motivos, quedan en el
rastro que vamos dejando a medida que avanza el proyecto, pudiendo
volver a entrar en el juego en cualquier momento.
HABITAR
EL SIGLO XX
A
lo largo del siglo XX, distintas corrientes de pensamiento fueron
objeto de estudio, interpretación y ensayo por parte de arquitectos
y artistas.
Mies
dio forma al pensamiento Nietzschiano en sus estudios de casas
patio de los años ’20 y ’30. La cabaña de Heidegger no era sino
la materialización del propio pensamiento del filósofo. La Casa de la Lluvia de Navarro Baldeweg
o la Casa
del Sol de Jorn Utzon en Mallorca son claros ejemplos del pensamiento fenomenológico. El positivismo dio lugar a uno de los
movimientos más dominantes en el panorama arquitectónico del
siglo XX. Las distintas factories de Andy Warhol representaban
los valores del pensamiento freudo-marxista. Ray y Charles Eames,
Ralph Soriano o Pierre Koenig pusieron en práctica las tesis
del pragmatismo norteamericano en estupendas casas preparadas
para disfrutar la
vida. El sujeto
nómada que nació del deconstructivismo habitaba en las Pao
que Toyo Ito extendía por la ciudad de Tokio o en la
Virtual House sin ubicación de FOA.

Virtual
House de FOA y Pao de Toyo Ito, propuestas para el hábitat del
sujeto deconstructivista.
Rizoma es un concepto tan potente que merece un lugar entre
los ejemplos mencionados. Un paso más. Merece que se haga un
apartado de la corriente deconstructivista y estudiar hasta
dónde nos puede llevar. Descubrir algo más que un parásito en
la gran urbe. Un modo de habitar distinto al que nos
proporciona una simple cabaña en medio de la jungla urbana.
Más
que proponer la casa rizoma, lo que nos interesa es descubrir
nuevas herramientas que nos ayuden a seguir pensando. Herramientas
adecuadas para enfrentarnos a los proyectos que requiere la
sociedad actual. Describir y pensar los proyectos bajo los términos
que definen el rizoma: multiplicidad, co-implicación, conexión,
heterogeneidad, ruptura asignificante. Analizar primero para
proponer después. No importa clasificar la arquitectura. Lo
que sí importa es relacionar, trazar mapas, conectar el pensamiento con la práctica arquitectónica y la práctica con
el pensamiento. Teoría y práctica no van siempre de la mano,
pero son líneas que convergen en puntos, y sin duda estos puntos
son tremendamente densos, en cuanto que son capaces de responder
tanto a las exigencias de un proyecto material como a la coherencia
de un discurso teórico.
En
este territorio se encuentra la casa Mora, proyectada por
Iñaki Ábalos a comienzos del siglo XXI para I. Mora. Una casa
para vivir, para almacenar lo vivido y construir su propio mundo
interior.
HERRAMIENTA:
SISTEMA
Una
marchante de arte es sin duda un cliente especial, que requiere
una casa especial. Una casa que pudiera hablar por sí misma y explicar quién es su habitante,
cuáles son sus inquietudes y sus deseos. No es extraño pensar
que la casa sería a la vez su propio museo particular. El proyecto
se encamina a definir una casa-museo.
MODELOS
Encontramos
en las casas árabes un modelo a partir del cual empezar la búsqueda
de la casa museo; observando las imágenes podemos ver las organizaciones
laberínticas de estas ruinas. En ellas se observa que carecen
de corredores, las estancias se suceden las unas a las otras
y la figura del patio siempre está presente en la
planta. Moverse en estas casas significa atravesar
espacios.

Ruinas
de casas árabes
En cuanto a los museos, había que estudiar cómo se organizan,
cómo son sus espacios, cómo se recorren, extraer una serie de
conclusiones y adaptarlas a un esquema doméstico. Las proporciones
de las salas de exposiciones son algo especiales, el ancho y
el alto de la sala están intrínsecamente relacionadas
y denotan la importancia de la sección; en cuanto a la longitud,
podríamos decir que es el parámetro más libre.
Sin
ser un referente explícito, el Nasher Sculpture Center de Dallas
que firma Renzo Piano, tiene mucho de lo que será la casa Mora. El museo
de Piano se organiza en cinco bandas paralelas que dan cabida
tanto a la parte administrativa y gestora del museo como a las
mismas salas de exposición. La experiencia espacial en este museo viene
dada al atravesar estas bandas, caracterizadas por una atmósfera
gaseosa que ha conseguido el arquitecto mediante los dispositivos
para el control de la luz.

Nasher
Sculpture Center, Dallas, Renzo Piano (cortesía del Renzo Piano
Building Workshop).
CASA
NÓMADA
La
forma de vida del habitante, que por su profesión debe desplazarse
de ciudad en ciudad constantemente, había de verse reflejado
desde el inicio en su propia casa, no tan sólo con los objetos
que pudiera coleccionar como recuerdos de sus viajes, sino desde
el propio proyecto.
La casa Mora se proyecta
en la
abstracción. Será una pieza autónoma, capaz
de adaptarse a cualquier emplazamiento con unos ligeros retoques,
una casa que se podría construir en cada una de las ciudades
donde el cliente establece su itinerante morada. Un artefacto que activa el territorio donde
se posa, transformando el paisaje en lugar.
De
hecho la casa se encuentra en medio de nada y en el centro de
todo, en esa inestable pero atractiva posición que representa
la
periferia. Situada en uno de los bordes del
parque natural de los Alcornocales (Cádiz), el contacto
salvaje con el medio en el que se posa es vital para la casa. No hay una parcela,
no hay una valla que limite nuestro dominio, el único límite
es el que establece la propia casa con sus cuatro fachadas,
más allá está el infinito.
El
modo que tiene la casa de fijar su posición en el terreno es
agarrando, rodeando una porción de la naturaleza que va a ocupar.
Con dos de sus patios dará caza a dos árboles del lugar, atrapando un fragmento del entorno, entrelazando
lo natural y lo artificial.

Croquis
inicial de la casa Mora (los dibujos
de la casa
Mora son cortesía de Iñaki Ábalos).
BANDAS
En
los croquis iniciales ya podemos ver lo que será la esencia
de la casa.
Un cuerpo que se asienta en el terreno como
pieza autónoma. A modo de pabellón, la
casa en su conjunto es una gran habitación. Hay que recalcar
la importancia de las proporciones. Un rectángulo de 30 x 18 metros, que se posa sobre una malla de bandas
paralelas. Veamos cómo se organiza el interior.
¿Cuál
es la medida justa que nos va a dar la diversidad y la autonomía
que requiere esta construcción que se posa autoritariamente
sobre el suelo?
Cinco
es el número de crujías. El cinco, el pentagrama, nos permite
tener una banda central, dos laterales y otras dos intermedias.
Esta diversidad de posiciones va a condicionar las características
de los espacios interiores.
En
las bandas laterales encontramos el contacto directo con el
exterior. La banda central permitirá gozar de la intimidad y
el recogimiento agradable que genera la penumbra. Las bandas
intermedias mediaran entre el centro y la periferia. Además,
los 18
metros de profundidad será esa justa medida
que permitirá perforar la planta mediante patios y no perder la compacidad y autonomía
del conjunto. Permite a la casa ser una pieza autónoma, que
atrapa en su interior porciones de paisaje, anclándose al lugar
elegido para su construcción. Un pentagrama con 3,6 metros de interlineado; aproximadamente, nos
proporciona un ancho de habitación válido para cualquier actividad
que requiera el acto de habitar. Se fija la altura y el ancho
de crujía, como en el museo, la longitud de los espacios será
el parámetro más libre. Nuevamente medidas, proporciones.

Casa
Mora, planta de la solución definitiva.
MULTIPLICIDAD
El
propio sistema que da forma a la casa es capaz de generar infinidad
de soluciones con pequeños cambios. Podríamos construir una
colonia de casas Mora, todas ellas iguales y diferentes a la vez. Pero tal vez lo que
le dé un valor especial, es que es
una y todas a la vez.
Perdería
toda relación con el paisaje si se insertase la casa en una
matriz de casas Mora. No tendría sentido. La multiplicidad se
convertiría en azar, todo valdría. Apostamos por el sistema
que permite múltiples variaciones, pero sólo con la intención
de escoger aquella que mejor responda a la situación indicada.
Observando
el proceso de investigación que se nos ofrece de la casa y ahondando
un poco en cada una de las plantas podemos descubrir una serie
de acontecimientos arquitectónicos que son fruto del propio
funcionamiento del “juego”.
Lo
primero destacable de toda esta colección de versiones es que
no se presentan bajo ningún orden, el magma de soluciones conforma una unidad
en sí misma y no es fruto de una evolución lineal. Ahondando
en las plantas observamos que un pequeño cambio, como lo podría
ser el trasladar el acceso de una banda a otra, genera una serie
de cambios en todos los espacios circundantes. Esto no nos indica
otra cosa sino que los espacios de la casa no sólo se definen
por sí mismos y sus cualidades, también lo hacen a través de
los espacios que los rodean y las relaciones que establecen
con ellos. La existencia de un patio, la comunicación con la
estancia vecina con una puerta u otra, la ausencia de tabique
entre dos espacios contiguos, la permeabilidad o la opacidad
de los límites de los espacios, su posición respecto al pentagrama,
son los parámetros que definen la batería de habitaciones, contenidas
a modo de fábrica de ladrillos, dentro del rectángulo contenedor.
RECORRIDOS
Y SITUACIONES
La
ortogonalidad de la planta y los alzados de la
casa Mora se rompen al poner el primer pie
en el interior de la misma. El sistema se rompe,
se fragmenta. Una sucesión de recorridos diagonales y recorridos
en “s” se entrelazan en el interior de la casa. Bien podríamos comparar el gráfico de circulaciones
con un mapa de metro de cualquier ciudad.
Líneas
que se cruzan, sin un orden aparente y sin ninguna jerarquía. Líneas que se conectan
casi en cualquier punto. El ángulo recto, que tan eficazmente
se comporta en cuanto a criterios constructivos, no tiene tanto
sentido al hablar de la capacidad cinética del ser humano. Cuando
caminamos, describimos trayectorias rectas o curvas, enlazando
curvas cóncavas y convexas.
Esta
diagonalidad que
se quiere conseguir en el interior está patente en el magma
de soluciones iniciales. Incluso los espacios o estancias de
la casa empiezan a organizarse apoyándose en esta diagonalidad.
De hecho podemos ver que en un principio, se huye del esquema
de zonificación (aunque por otros motivos aparezca en la versión
final), situando los dormitorios en posición completamente opuesta
dentro de la casa, ocupando dos esquinas no contiguas.
FORMA
El
rizoma, por su propia naturaleza y por las características que
lo definen, es capaz de generar forma por sí mismo. Pero tan
cierto como esto es que dicha forma no está sujeta a ningún
tipo de expresión formal predeterminada.
La casa Mora establece su propia forma a partir del sistema
que la
genera. Las particiones interiores, o la adición de espacios que
conforman la casa, guardan una relación homotética con el rectángulo
contenedor. Es decir, cada uno de los espacios que conforman
la casa son de proporciones idénticas a la gran habitación contenedor
que es la
casa Mora. Encontramos diversas escalas o grados
de intimidad dentro de la escala doméstica, la escala de lo
público y la escala de lo privado, y nuevamente se repiten los
modelos de organización en todas ellas. La escala de lo doméstico
también está formada por una multiplicidad de escalas puestas
en relación.
CENTROS
Y PERIFERIAS
Desde
el inicio del proyecto hay una voluntad férrea de preservar
el centro de la planta, la penumbra, para los espacios comunes.
Salones, comedor, zonas de usos varios se agrupan en torno a
la banda central. De esta forma se recuperan en cierto modo
los espacios frescos y en sombra que son los salones de las
casas típicas de pueblo. Hacen referencia a aquellos espacios
que sin tener un uso específico albergaban todas las actividades
que los habitantes de la casa desarrollan en común. Esas habitaciones sin nombre, que por su indeterminación
se convierten en los espacios más útiles del hogar. Estos
espacios interiores se relacionan entre sí a través de ventanales
corredizos o puertas dos hojas, haciendo hincapié a la unión
de estos espacios más que a la separación. En cambio
se desplazan a la periferia los espacios de recogimiento: los
dormitorios. Las piezas del perímetro funcionan como elementos
independientes, como pequeñas casas dentro de la casa.
PERÍMETROS
Hemos
comentado que el proyecto nace de una idea abstracta, y que
las múltiples variantes sufren un proceso de comprobación cuando
el elemento abstracto aterriza y se posa sobre el terreno. Veamos
cuáles son las repercusiones del asentamiento del sistema en
el suelo. Para ello no podemos fijarnos más que en la versión
final.
Contemplamos
cuatro perforaciones en la planta, cuatro patios que van a matizar
los espacios. Curiosamente, tres de ellos se desplazan hacia
los bordes. Dos de ellos flanquean la cocina, uno será el acceso
y el otro un patio donde comer o charlar a la sombra de una
parra. Estos patios perimetrales rompen con la geometría estricta
de la gran habitación. El rectángulo puro se convierte en un perfil dentado que atrapa pequeñas porciones del paisaje. También
juega un papel fundamental la piscina. Dentro y
fuera a la
vez. La piscina actúa, además de permitir el
baño y la natación, como un colchón térmico en los días calurosos
de verano. Podríamos hablar de la piscina como línea de fuga
del sistema.
Un
elemento entre lo natural y lo artificial que contribuye al
cosido del perímetro con el paisaje que lo rodea. Hablando de
perímetros, no podemos olvidarnos de las secciones y los alzados.
También éstos tienen perímetros. Aunque la casa se desarrolla
únicamente en un plano, y todas las relaciones se dan en él,
se busca para las piezas menos agraciadas un toque distintivo.
De este modo, el hall de acceso y el vestidor, quizá las dos
piezas con menor interés dentro del sistema, ganan altura, conformando
el perfil de la casa y rompiendo la horizontalidad de la línea
de cornisa. Observando la posición en planta de estos dos espacios
observamos que los elementos sobreelevados respecto al resto
de la casa dibujan una nueva diagonal.

Perímetros,
la casa atrapa pequeñas porciones del espacio exterior, que
se insertan en el esquema espacial.
MATERIALES
La
casa se debía construir con las más sencillas técnicas de construcción,
poniendo valor a las técnicas de acondicionamiento pasivo. Por
otro lado, todo proyecto arquitectónico está supeditado a satisfacer
tanto las normativas urbanísticas como las inquietudes del proyectista.
Las normativas obligaban a construir una casa blanca, y el arquitecto
quería construirla de plástico. Llegar a una solución de que
cumpliera ambos condicionantes no fue una tarea difícil. La
casa se construiría con paneles de policarbonato blanco.
Orientar
bien la casa, buscar el sol de forma correcta y aprovechar las
brisas se toman como materiales para construir. Si todo esto
funciona, ya está casi todo hecho, lo único que falta es proteger el interior de la lluvia y el viento.
De
modo que las casa se construiría con lo mínimo. Ni pilares,
ni vigas. Muros de tabicón paralelos, el propio esquema espacial
se convierte en esquema estructural. Sobre estos muros, unos
perfiles para repartir de manera uniforme las cargas. Encima
de los perfiles, una chapa metálica, como la de los forjados
colaborantes, y sobre la chapa una buena tongada de tierra.
La solera de hormigón sería el mismo pavimento. Nada más. Una auténtica chabola. Una construcción
sencilla, de mínimos, que deja todo el protagonismo al espacio,
los habitantes y los objetos.
SUJETO
OBJETUAL
¿Cómo
es el sujeto que habita el rizoma? ¿Qué hace en casa? ¿Cómo
y con quien la comparte?
UN
SUJETO IMPERSONAL
Echemos
una rápida ojeada a lo que nos proponían los arquitectos a finales
del siglo XX. Las cabañas postestructuralistas contienen los
elementos básicos para el día a día, no contemplan el pasado,
no hay lugar en ellas para almacenar objetos, recuerdos o vivencias.
Únicamente hay espacio para aquellos objetos que nos van a facilitar
a mantener nuestra higiene-estética, satisfacer nuestra ansia
de información y descansar mínimamente para volver a saltar
a la selva urbana. Observando estas “casas” no podríamos averiguar
prácticamente nada de la vida de sus habitantes. Incluso más,
si el habitar es dejar huella, prácticamente estas casas podríamos
definirlas como casas
inhabitadas. Se convierten en usos horarios que atravesamos
regularmente, sometidas al ciclo de las 24 horas, en los que
se nos proporciona las dosis de privacidad que nos hacen coger
fuerzas para subsistir en las grandes urbes.
El
sujeto deconstructivista no tiene memoria histórica, vive al
día. No se prepara para el futuro ni tiene recuerdos del pasado,
lo único que le importa es el instante en el que se encuentra.
Es una figura poco crítica, en cuanto que acepta sin más mínima
queja el mundo que le rodea, no lo cuestiona, simplemente se
adapta a él y lo utiliza para sobrevivir, es un
parásito del sistema. Es un individuo para el que los valores
de memoria, herencia, linaje ó tradición no tienen ningún sentido.
MÁS
ALLÁ DE UN SIMPLE ERRANTE
El
sujeto que habita la casa Mora es heredero del
parásito, nómada o cómo queramos denominarlo. La
cliente de la
casa Mora es una persona joven, soltera y sin
hijos, como la mujer que habita las Pao de Toyo Ito. Por su
profesión debe estar en constante movimiento a lo largo y ancho
del globo terráqueo. Su vida transcurre de lugar en lugar, pasando
estancias cortas de uno o dos meses de ciudad en ciudad. Basilea,
Londres, Nueva York, París, Roma, Milan. Todo un nómada. Una persona sin centro de operaciones que se constituye como centro
allá donde se encuentra. El sujeto de la casa Mora es una familia en sí misma, una típica
familia del siglo XX, el soltero, la familia
unipersonal. Pero a su vez el sujeto que nos ocupa siente
la necesidad de trascender la figura del nómada, de tener un
lugar propio, un lugar para construirse como sujeto, dejar constancia
de quién es y alejarse del ritmo frenético que le proporciona
su condición de nómada y su profesión. Pero no necesita que
este lugar esté ligado al pasado, a su herencia familiar. No
es necesario conservar las raíces, puesto que va
a crear sus propias raíces a partir de sus vivencias personales.
Una casa para pasar las vacaciones, relajarse, reír, soñar,
invitar a sus amigos. Una casa donde despreocuparse de todo
y entrar en un mundo nuevo. Un poco como Alicia en sus viajes
al mundo de las maravillas o a través del espejo.
La
casa, los objetos que contiene, las personas a las que da cabida,
la luz, la sombra, todos interactúan para crear una atmósfera.
La casa no se define de forma autosuficiente, sino que lo hace
a través de todo lo que contiene. Y a su vez tanto la casa como
los objetos contenidos nos están diciendo quién es su dueño.
La casa Mora será su propia
galería de las maravillas donde construir su propio ego. Un
paseo a través de la sucesión de espacios que conforman la casa
nos bastaría para conocer de buen grado quién
quiere ser su dueño en su interior. Los grupos de amigos
que la acompañarán en los períodos que habite la casa podrán
observar las obras de arte y los recuerdos de los viajes que
también habitan la casa; por tanto, además de una casa para
construir su propio ego, será una casa para mostrarlo a aquellos
seres elegidos, invitados por el coleccionista a compartir sus
sueños y sus ilusiones. Habrá lugares de reunión,
pero también lugares de aislamiento, se podrá estar en comunidad o en solitud.
La casa rizoma es un organismo complejo, con capacidad suficiente
para unir y separar a
las personas según la voluntad de las mismas. Capaz de albergar
varios hogares discretos y a la vez hacerlos converger a todos
bajo un mismo techo.
DEVENIRES
Con
la importancia que tienen los objetos en la definición del sujeto,
es impensable estudiarlos por separado. Sujeto y objetos se
complementan, hasta el punto de no poder entender el sujeto
sin sus objetos, o no entender el porqué de los objetos sin
conocer a su poseedor. Aquí nos encontramos de nuevo con una
relación rizomática, el devenir sujeto de los objetos. La construcción
del propio ego en función de cómo se desterritorializa y se
reterritorializa en los objetos, o a la inversa; puesto que
siempre es posible esta relación de co-implicación.
Y
lo mismo podríamos decir de los objetos entre sí. Las piezas
de arte de la casa definen el propio espacio construido; y la
casa junto con los objetos son un todo. Construcción
de la casa mediante la adición: adición de objetos, personas,
espacios, recorridos, visuales, y, y, y, y
...
UNA PENÚLTIMA REFLEXIÓN...
El
siglo XX estuvo muy influenciado por la corriente positivista,
y su éxito fue inversamente proporcional al número de corrientes
que desencadenó. Cierto es que la casa positivista pecaba de
un exceso de orgullo que dejaba a los propios habitantes de
la casa un tanto al margen, o incluso exagerando, los convertía
en unas piezas más del mobiliario, todo estaba dirigido al triunfo
del objeto construido. No había lugar para la privacidad,
ni casi tampoco margen para desarrollar todas aquellas actividades
domésticas que truncarían las perfectas imágenes congeladas
que estamos acostumbrados a contemplar en cualquier libro o
revista de arquitectura.
Por
otra parte, el final del siglo XX acabó con la destrucción del
sujeto y su inmersión y disolución dentro del sistema capitalista,
con sus grandes urbes, su consumo desenfrenado y sus relaciones
efímeras y banales. El sujeto había perdido su propia identidad,
convirtiéndose en un aparato más, o agenciamiento en términos
deleuzianos, dentro de la gran máquina capitalista. Un individuo
que incluso durante sus períodos de vacaciones y mediante el
consumo continuo contribuye a que el
funcionamiento del sistema no cese.
Llegado
a este extremo, el individuo del siglo XXI, directo sucesor
del sujeto deconstructivista, poco a poco va estableciendo una
parcela propia donde poder encontrarse a sí mismo, recuperando
su identidad propia. Este proceso de reafirmación del yo no
puede estar completamente al margen del marco en el que desarrolla
su vida, y es por eso que, a través del propio sistema el
sujeto va a trazar los mapas que le lleven a encontrar su propia
identidad. Estos mapas enlazaran individuos y objetos, desterritorializándose
y reterritorializándose los unos en los otros, deviniendo ambos
en lo que hemos denominado el sujeto objetual.
Las
propuestas de vivienda para el sujeto deconstructivista estaban
planteadas en base a mínimos. Pequeños espacios de cobijo que
apenas dan cabida a las acciones que el acto de habitar engloba
y que, tal vez, hayan tenido su parte de responsabilidad en
el bombardeo de viviendas mínimas que hemos sufrido en los últimos
años y que tanta polémica han suscitado.
Frente
a esta postura proponemos viviendas complejas, mapas que manifiesten
el triunfo de lo múltiple, viviendas que sean capaces de satisfacer las
necesidades del nuevo individuo que nace heredero del parásito.
Un nuevo sujeto que no abandona su condición de viajero o nómada
pero que requiere de un lugar propio donde poder construir su
ego, acumular aquello que lo define y aquello que lo proyecta
hacia un futuro que un día llegará a ser presente.
AMM
El
autor es arquitecto por la Escuela
Técnica Superior de Arquitectura
de Valencia y Master en arquitectura Laboratorio
de la Vivienda del siglo XXI
por la Escuela Técnica
Superior de Arquitectura de Barcelona. Actualmente
reside y desarrolla su actividad profesional en Barcelona.
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