Dos torres torcidas
El Gobernador
George Pataki y el Alcalde Michael Bloomberg presentaron finalmente
el proyecto para la Torre
de la Libertad,
en el Ground Zero de New York. La Torre fue proyectada por Daniel
Libeskind y David Childs, o por David Childs y Daniel Libeskind,
según se prefiera. Libeskind es el vencedor del concurso
organizado por la Lower Manhattan Development Corporation para el
Master Plan del área; Childs, de la firma Skidmore Owings
and Merrill, es el arquitecto designado por el promotor Larry Silverstein,
quien posee la concesión del área. La Torre seguirá
teniendo 1.776 pies de altura, como en la propuesta original de
Libeskind en homenaje al año de la Independencia de los Estados
Unidos, pero Childs intodujo algunos cambios en función de
las necesidades del desarrollador. Según el informe oficial,
la Torre de la Libertad "adhiere a los principales criterios
de diseño del Master Plan y los extiende". La rotación
del edificio le da una forma asimétrica que se supone evoca
el perfil de la Estatua de la Libertad. La Torre será inaugurada
en el año 2008, y los otros cuatro edificios de oficinas
previstos se irán completando desde entonces a razón
de uno por año. Será (¿cómo no?) el-edificio-más-alto-del-mundo,
aunque con una pequeña "trampita": tendrá solo setenta
pisos utilizables, pero llegará a los 1776 pies con la incorporación
de una gran antena de comunicaciones (según una encuesta
del New York Times, el 62% de los neoyorquinos no estarían
dispuestos a trabajar en uno de los pisos más altos del nuevo
edificio). También habrá turbinas eólicas que
generarán el 20% de la energía que consumirá
el edificio. Ashok Gupta, director del Programa de Aire y Energía
en el Consejo de Defensa de Recursos Naturales, sostuvo al respecto
que "lo que ocurrió el 11 de setiembre estuvo relacionado
de forma indirecta con el hecho de que recibimos una parte importante
de nuestra energía de zonas del mundo donde no nos quieren".
La Torre de la Libertad tendrá 300.000 m2 de espacio de oficinas,
costará alrededor de mil millones de dólares, y será
construida por Tishman Construction Corporation, la misma empresa
que levantó las Torres Gemelas.
Mientras tanto,
en Dublín, Irlanda, otra torre girada sobre su eje fue elegida
como ganadora del concurso para el "edificio emblemático"
de Liffey Campshires, una zona portuaria en proceso de renovación.
Entre los 500 participantes fue seleccionado el proyecto de los
irlandeses Burdon Dunne Architects / Craig Henry Architects. La
torre está enteramente recubierta por una doble piel de vidrio
y combina usos residenciales con negocios, oficinas y restaurantes
integrados al área recreativa pública de los docks.
El giro de la torre empieza en este caso en coincidencia con la
alineación de los edificios vecinos. En sus dos pisos superiores,
y disfrutando de unas vistas espectaculares sobre Dublín
y sus alrededores, el edificio incluye un exclusivo estudio de grabación
para la banda musical U2, orgullo de la ciudad.

Torre
de la Libertad, NY, Daniel Libeskind y David Childs, o David Childs
y Daniel Libeskind

Proyecto
original según el Master Plan de Daniel Libeskind

Torre
en Liffey Campshires, Dublín, Burdon Dunne / Craig Henry
Sobre
el Ground Zero, ver notas en los números
0, 4-5
y 7
de café
de las ciudades.
Informe
e imágenes de la Torre de la Libertad, en el sitio
de la LMDC.
Otra
historia con edificios más altos del mundo, arquitectos y
desarrolladores buenos y malos, y también con final feliz,
en la nota sobre la película Uno
contra todos (The Fountainhead)
de este número de café
de las ciudades.
¿Qué
opinan nuestros lectores/as sobre el
proceso de diseño de la Torre de la Libertad?
UN
Studio y cómo vivir en los próximos 5 años,
al menos en Amsterdam
El pasado 11
de Diciembre se abrió oficialmente al público el pabellón
Living
Tomorrow,
en una estratégica localización del área sudeste
de Amsterdam. La obra es el resultado de una colaboración
entre la organización belga Living Tomorrow y la oficina
de arquitectura UN
Studio,
liderada por Ben van Berkel y Caroline Bos (autores entre otras
obras significativas del Puente Erasmus en Rotterdam y del proyecto
para el Museo Mercedes Benz en Stuttgart). A la pregunta sobre qué
es Living Tomorrow, los autores responden: "no es una casa ¡gracias
a Dios! No es tampoco una oficina, un showroom, ni siquiera un edificio
público. Es una combinación de laboratorio, galería
y auditorio. Es una comodidad temporaria donde varios emprendedores
pueden exhibir y demostrar sus técnicas innovativas e investigaciones
para las casas y los lugares de trabajo donde habitaremos en el
futuro inmediato".
UN Studio fue contactado en 1999 por Living Tomorrow para asesorar
a la organización en su iniciativa, de alcance mundial. Actuando
como consultores, y no como arquitectos, las ideas de los arquitectos
holandeses no necesariamente debían ser construidas. Este
fue un rol desacostumbrado para UN Studio, que sin embargo se adhirió
con entusiasmo al experimento por considerarlo muy contemporáneo
y estimulante de nuevas búsquedas y miradas.
El pabellón
de Amsterdam funcionará solo durante 5 años. En la
planta baja los visitantes encuentran un auditorio, un salón
de actividades múltiples, una sala de exposiciones y una
cocina. En los cuatro pisos superiores hay más salas de exposición,
un pequeño restaurant y otros servicios. Las fluidas curvas
de la fachada ilustran el concepto (usual en la obra de UN Studio)
de que las partes horizontales y verticales de un edificio constituyen
un espacio y una forma continuos.

En
México DF, autopistas de dos pisos; en Buenos Aires, paradas
de omnibus de doble altura...
A mediados de
2005 la ciudad de México tendrá 25 kilómetros
de vialidades en segundos pisos, una vez que se terminen los trabajos
en el Periférico, en el tramo de San Antonio a San Jerónimo.
Esto aseguró (según reproduce La
Jornada en
su edición del 15 de diciembre) el jefe de Gobierno del Distrito
Federal, Andrés López Obrador, poco antes de inaugurar
el nuevo distribuidor vial Zaragoza. Esta obra tiene 3 niveles de
desarrollo y es parte del Eje Troncal Metropolitano, del cual se
prevén más obras el próximo año: el
alcalde informó que en febrero del próximo año
estarán terminados los dos primeros puentes, de un total
de ocho que tendrá el tramo hasta la salida a la carretera
a Cuernavaca.
La obra forma
parte de una recuperación urbana integral, que incluye trabajos
de limpieza de desagües y siembra de pasto en los taludes de
las autopistas, y un convenio con los transportistas que operan
en la Terminal de Autobuses de Pasajeros de Oriente (TAPO), para
que colaboren en el mantenimiento general y en la limpieza y regeneración
de áreas, como la que quedará libre cuando sean retirados
los comerciantes asentados en uno de los extremos de la terminal.
Mientras tanto,
en la autopista Panamericana de Buenos Aires se realizó una
curiosa renovación de las paradas de colectivos (autobuses)
ubicadas en su colectora. La obra no se hizo para aumentar la superficie
de refugio para los usuarios, ni mejorar las condiciones de ingreso
y salida (unas rampas que parecen evocar las escalinatas ceremoniales
por las que en ciertas culturas se llevaba a las víctimas
a ser sacrificadas a los dioses), ni para facilitar la transferencia
a los colectivos que atraviesan la autopista. El objetivo fue en
cambio generar una pared más alta en la que fijar publicidad,
de modo que los automovilistas que circulan por la autopista puedan
disfrutar de este valioso servicio sin ser molestados por los guard
rail de cemento que impedían ver los carteles en la versión
primitiva de los refugios. Claro está que con el daño
colateral de que el techo que "protege" a los usuarios de soles
veraniegos y lluvias torrenciales, queda ahora a unos 5 metros de
altura sobre sus cabezas, con lo cual en realidad no es mucho lo
que los protege. Otro típico trabajo del Cartel
de Buenos Aires...

"Parada
de ómnibus de doble altura - Foto: gentileza Marcelo Robutti"
Wal-Mart
y una oferta mortal
En The
Guardian
del 15 de diciembre, John Sutherland nos cuenta una terrorífica
historia del viernes posterior al Día de Acción de
Gracias, que es cuando comienzan las ofertas de fin de año
en los negocios y tiendas de los Estados Unidos. La cadena Wal-Mart
ofreció una "cantidad limitada" de reproductores de DVD al
increíble precio de 29 dólares (como dirían
los vendedores ambulantes de Buenos Aires, "si precio se le puede
llamar..."). A las 6 de la mañana del 28 de noviembre, Patricia
VanLester comprobó que aquel día Dios no ayudaba a
los que habían madrugado: primera en la fila ante las puertas
del Wal-Mart de Orange City, Florida, fue empujada, tirada al suelo
y pisoteada por la horda de compradores en busca de la oferta increible.
Cuando los paramédicos consiguieron abrirse paso entre la
multitud, la mujer de 41 años estaba inconsciente en uno
de los pasillos del hipermercado, pero aun sostenía firmemente
entre sus manos su reproductor. Forcejeando con los clientes, lograron
rescatarla y llevarla al centro de traumatología más
cercano. Para la VanLester aquel fue realmente un Viernes Negro,
como se lo denomina en la jerga comercial. Shuterland refiere las
repercusiones del incidente, resumidas en la conclusión de
periodistas y líderes religiosos de que "América (del
Norte) está enferma y la civilidad ha muerto".
Wal-Mart fue
fundada por Sam Walton en Arkansas en 1962 (el mismo año
de nacimiento de Patricia VanLester). Con el tiempo se convirtió
en la más grande corporación del mundo: 4 de las 10
personas más ricas en el mundo son de la familia Walton.
La cadena siempre tiene precios alrededor de un tercio más
baratos que sus competidores, logro al que contribuyen sus compras
en gran escala y sus proveedores de países subdesarrollados,
que fabrican productos con costos ridículos de mano de obra.
En estados unidos, los empleados de la cadena cobran la mitad de
salario que sus compañeros de otros supermercados, y tienen
estrictamente prohibido sindicalizarse.
"Metafísica
del ferrocarril"
En Página
12 del sábado 20 de diciembre, Leonardo
Moledo escribe la magnífica nota "Metafísica del ferrocarril",
que reproducimos a continuación:
Rumores llegan
de Oriente: el tren japonés Maglev a base de levitación
magnética alcanzó una velocidad de 560 km/h durante
un ensayo, rompiendo así su precedente récord de 552
km/h. No es poco decir, pero en cierta forma, diez kilómetros
por hora más o menos es casi una insignificancia en la historia
de los trenes y el impacto que tuvo su irrupción en un mundo
de estrecheces provincianas y bajas velocidades y calorías.
La verdad es que a lo largo de la historia las cosas se movían
lentamente. En el siglo XVIII, la velocidad de los viajes no era
distinta a la del siglo I, es decir, mil setecientos años
antes: unos dieciséis kilómetros por hora. Pero en
1829 la locomotora Locomotion de George Stephenson mostró
que por primera vez se había creado un aparato capaz de correr
más rápido que los caballos: esas máquinas
primitivas alcanzaban la nada despreciable velocidad de 30 km/h,
que asustaba a los viajeros (los desmayaba el vértigo) y
que llevó incluso a científicos tan serios como Arago
a pronosticar que las vacas dejarían de dar leche y las mujeres
serían incapaces de concebir.
No era lo único
nuevo que traía el ferrocarril. Hasta entonces, ningún
vehículo había avanzado un milímetro sin que
alguien empujara o tirara de él. Es difícil imaginar
el impacto que debió producir ver un mazacote de hierro que
se movía solo. Sin caballos; absolutamente solo.
Los ferrocarriles iniciaron el viaje masivo e inventaron el turismo,
fueron el esqueleto del imperio inglés y el espinazo de la
expansión norteamericana hacia el oeste; mensajeros, simultáneamente,
de la dominación y el progreso. Las redes ferroviarias configuraron
el espacio y la geografía de países e imperios. Allí
donde llegaba el ferrocarril, llegaban también el rifle y
el poder. Y la globalización. Los ferrocarriles unificaron
el tiempo sobre la Tierra. Era difícil que frente a la primitiva
máquina de Stephenson alguien sospechara que esa mole, pensada
para mover cosas o personas en el espacio, llegaría a cumplir
tareas importantes en el terreno de la metafísica y a reunir
los hilos del tiempo.
Porque a principios y durante buena parte del siglo XIX, el problema
del tiempo era un verdadero berenjenal; cada lugar se regía
por su propia hora solar, medida mediante combinaciones de relojes
de sol y mecánicos: podía haber diferencias de cinco,
diez minutos, media hora, entre ciudades muy próximas. Cuando
en 1784 se estableció un sistema regular de transporte público
en Inglaterra, que pretendía ser puntual, el tema de las
horas locales interfería hasta tal punto que cada carruaje
llevaba un reloj que permitía al conductor perder o ganar
tiempo para llegar puntualmente a los lugares según el tiempo
local. Las cosas se complicaron aún más con el ferrocarril.
Al principio los ferrocarriles respetaron la anarquía horaria;
en París, por ejemplo, los relojes que estaban afuera de
las estaciones, que marcaban la hora local, estaban adelantados
cinco minutos respecto de los de adentro, que daban la hora de Rouen,
cabecera de la red ferroviaria. Y dentro de los trenes, el control
del tiempo era responsabilidad exclusiva del maquinista.
Pero los ferrocarriles son proclives a la filosofía y muy
sensibles al tiempo; hay cambios de vía y controles que hacer
en determinado momento: necesitaban desembarazarse del embrollo
de las horas locales. Aunque nadie lo advertía, los trenes
transportaban el tiempo de un sitio a otro, mezclándolo;
a mediados del siglo pasado, ya habían conseguido que en
Inglaterra se unificara el horario ferroviario, tomando como base
la hora medida en el meridiano de Greenwich (el GMT, Greenwich Mean
Time). George Airy, que tenía el cargo de Astrónomo
Real de Inglaterra, decidió que el tiempo de Greenwich se
distribuyera por medio de señales eléctricas por toda
Inglaterra, mediante cables que seguían las líneas
férreas: durante mucho tiempo, el horario de Greenwich fue
llamado por la gente "tiempo del ferrocarril". Pocos años
más tarde, los ferrocarriles dieron un paso más audaz
y consiguieron que casi todos los relojes públicos de Inglaterra
marcaran la hora de Greenwich. Eran los tiempos en que el telégrafo
conectaba instantáneamente todos los lugares de Europa primero,
y luego Europa y Estados Unidos cuando en 1858 se instaló
el primer cable trasatlántico.
Pero los ferrocarriles no habían terminado su tarea: en 1880
consiguieron establecer la hora de Greenwich como hora legal en
toda Inglaterra. Y cuatro años después, pudieron reunir
un verdadero Congreso del Tiempo en Washington; delegados de veinticinco
países acordaron que el tiempo universal fuera el GMT, y
recomendaron dividir al mundo en "zonas de tiempo" (los
actuales husos horarios). Poco a poco, todos los países del
mundo fueron estableciendo un tiempo unificado en su territorio
–o, cuando el territorio se extiende mucho en la dirección
este-oeste, varios–, coordinado con el horario del meridiano de
Greenwich, que se toma como meridiano "cero". Después,
los trenes se subieron a los barcos y cruzaron los ríos,
se metieron bajo tierra en las ciudades, se transformaron en bólidos
que recorren las vías a 200 kilómetros por hora, y
en trenes levitantes que alcanzan casi los 600 kilómetros
por hora. Como delicados objetos metafísicos, ajenos al devenir
de lo real, aunque controlándolo perfectamente, los trenes
siguen atravesando, cada vez más rápido, el espacio-tiempo
que ellos mismos construyeron.
Cien
años de Miami
El New
York Times del
21 de diciembre dedica una nota a los cien años de Miami,
la ciudad más adecuada para desarrollar negocios en América
Latina (según la revista América Economía,
ver número
4-5
de café
de las ciudades). La fama y el atractivo de Miami superan
largamente su importancia demográfica: "solo" 362.500 habitantes,
según el censo del año 2000, aunque según la
nota, "la ciudad tiene los mismos problemas que cualquier megalópolis".
Muchos más, sin embargo, son los turistas que llegan a la
ciudad en busca de las playas soleadas de Miami Beach y de sus shopping
malls. Meca de las vacaciones y los negocios de la farándula
latinoamericana, Miami es también uno de los principales
atractores de la inmigración caribeña y sudamericana
hacia los Estados Unidos. A pesar de las historias sobre deportaciones
y desengaños, los latinos que residen en Miami la ven como
una ciudad donde es posible acceder con cierta facilidad a un status
de clase media estadounidense, e incluso a la riqueza. Según
el artista Roberto Behar, "en Los Angeles, si eres latino estás
en la cocina de un restaurant. Aquí, la mezcla de culturas
ocurre en las playas, en las inauguraciones de arte, en todos los
niveles. Miami es como un bebé: sea lo que sea que tu hagas,
sientes que puedes ser parte de la historia del lugar". Behar
y su esposa Rosario Marquardt desarrollan atractivas instalaciones
y obras de arte urbanas. Su obra más reciente es el Living
Room, remedo de una típica sala americana con sus paredes
empapeladas de rosa, y sus sillones confortables, y abierta a la
visión de los transeúntes en una esquina de North
Miami Avenue. Como otros inmigrantes y estudiosos de la ciudad,
comparan a Miami con la New York de fines de siglo XIX, multicultural
y abierta a las influencias de cuantas gentes arribaran a la ciudad.

Los conflictos
sociales, la corrupción política y la violencia narco
son frecuentes en Miami, ciudad donde los ghettos étnicos
(cubanos en el exilio, por supuesto, pero también colombianos,
haitianos, y ahora argentinos) y los barrios pobres contrastan con
el lujo de los condominios, los hoteles de 5 estrellas y las mansiones.
El downtown, centro despoblado y peligroso al caer la tarde,
es ahora objeto de políticas activas por parte del gobierno
comunal. Como parte de ellas se está construyendo el gigantesco
Performing Arts Center, diseñado por Cesar Pelli, a un costo
de 334 millones de dólares. La intención de las autoridades
y los desarrolladores inmobiliarios es convertir a Miami en la capital
del ALCA (Area de Libre Comercio de las Américas), una vez
que esta asociación estratégica quede conformada.
Para ello deberán vencer la competencia de Atlanta, Georgia,
que se autoproclama como "la puerta de las Américas", aunque
es difícil concebir una bisagra más evidente que Miami
entre el Norte y el Sur del continente. Behar y Marquardt proponen
un símbolo geográfico para ese liderazgo: dar a la
isla Henry Flagler, frente a la ciudad, la forma de una estrella
visible desde los aviones que llegan al aeropuerto de Miami, la
Ciudad Mágica.
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