Somos grandes y nos
casamos hace poco. Como
parte de la unión, hemos decidido reunir nuestros libros
después de una corta deliberación sobre la
inconveniencia de mantener independientes las bibliotecas.
El verano y su inmovilidad han postergado la acción,
sin embargo ya vamos percatándonos que hay muchos libros
repetidos, algunos exactamente iguales, otros de ediciones
distintas. Para Navidad, mis padres nos regalaron dos
libros, uno no lo teníamos. El otro sí. Para no seguir
multiplicando libros repetidos, fuimos a la librería
de la ciudad en que nací a reponer el obsequio.
La librería, ubicada
convenientemente frente a la plaza principal, es bastante
moderna y amplia, con sus libros de mayor circulación
en la entrada -esos de consumo rápido: autoayuda, política
express, etc.- y los libros especializados al fondo.
Como en toda ciudad chica, la librería está llena de
gente y libros y se
pueden conseguir títulos que en ciudades como Córdoba
se encuentran ya agotados. En estos días, aprovechando
las ventas de fin de año, habilitaron todo un entrepiso
con ofertas. Hacia allí nos dirigimos con la tímida
emoción que produce cualquier juego o búsqueda del tesoro,
en la íntima espera de encontrar entre esos libros venidos
a menos, alguno que merezca nuestra atención intelectual
y, por qué no, la fantasía de algún incunable. Como
deberíamos haber imaginado, muy lejos de la biblioteca
de Alejandría, la mayoría eran compendios de recetas
editados por algún periódico y muchas novelas de dudosa
calidad entre manuales de como tener hijos, panqueques,
mascotas o sexo tántrico.
De cualquier mesa de
“saldos y retazos” siempre tengo por principio el impulso
de llevarme algo, o por lo menos aplico toda mi voluntad
en la tarea, ya que -en este caso- los libros se nos presentaban como ofrenda, para otorgarles nuevamente
el valor venido a menos. Y así fue que lo encontré.
Aunque antes me topé, después de superar la sección
de como tener plantas en departamento, con
Borges, Cortázar, Bioy Casares reproducidos una
y mil veces en ediciones baratas, de bolsillo, de mini
bolsillo, por entregas, y por supuesto, de luxe. Me
quedé pensando en esa rara particularidad argentina,
ese consumo cultural de clase media. ¿Serán tan leídos
y demandamos que tienen el privilegio de tan prolifera
reproducción? ¿O los tres pertenecen al Olimpo argentino,
casi como si definieran nuestro campo cultural más allá de sus escritos,
de sus palabras y, más aún, de quien o cuantos los leen?
¿Son un privilegio las ediciones baratas o, por el contrario,
un descredito? Sin respuestas precisas me dirigí a un
anaquel móvil, con libros iguales, chiquitos, de tapa
negra y letra blanca. Uno de ellos me llamó la atención,
al tiempo que el único y aburrido vendedor le anunciaba
a otra posible clienta que quedaban pocos minutos para
cerrar hasta el próximo año nuevo.

Norah
Lange es la sirena, el escritor Oliverio Girondo está
en el centro.
La acompañan como marineros: el escritor chileno
Pablo Neruda (tercero desde la izquierda),
Conrado Nalé Roxlo, Evar Méndez y Emilio Pettoruti,
entre otros, en la presentación de su libro 45
días y 30 marineros.
Norah Lange, rezaba en letras grandes, y mucho más chico
el título: “Personas en la
sala”, edición muy barata del Centro Editor de América Latina,
que con precisa convicción tituló a la colección “Biblioteca
Básica Argentina”. Hace ya un tiempo que “la voz” de
Silvina Ocampo me acompaña en la lectura. Y digo la
voz porque me produce una fascinación especial esa escritura tan personal, tan de primera
persona y, por qué no, tan lateral que es imposible
no intuir en ella su “ser en el mundo” desde su condición
femenina. Aun cuando la cuestión de género, cuando se
hace teoría explicativa, deja cierta confusión o malestar
intelectual por sesgada o incompleta, creo entrever
que “lo femenino” en tanto posición y rol parece construir,
o mejor aún habilitar, una necesaria introspección,
la creación de “lenguaje” en un campo inexplorado (esa
sutil mirada en transversal sobre los discursos dominantes
u oficializados los volví a encontrar en formas tan
disimiles como los discursos filosóficos de Hannah Arendt
o en la arquitectura de Lina Bo Bardi).
Y ahí
estaba Norah Lange, musa y diosa de nuestro olimpo
literario. Hoy sería más conocida por el chisme
de haber sido el primer amor de J.L. Borges y, acto
seguido, la esposa de Oliverio Girondo;
después vendría su origen noruego, exótico como
el color rojo de su pelo.
La
tarde de la calle, 1925, prólogo de J.L.Borges, ilustración
de Norah Borges
Pero
hay que leer
a Norah Lange. Woody Allen, en su maravillosa
película “Medianoche en Paris”, se da el privilegio
de reunir en una mesa a la vanguardia del siglo XX e
imaginárselos “descargados de historia”, viviendo en
un presente que siempre es más confuso e indeterminado.
Buñuel ya nos
había contado en su libro autobiográfico los increíbles
intercambios que se producían en un mismo espacio-tiempo parisino entre Picasso,
Dalí, García Lorca, etc., etc., y que posibilitaron
la creación de todo un nuevo campo cultural. Para la
misma época, Borges decía en sus conversaciones con
Bioy Casares: “Yo pensaba:
qué rico es Buenos Aires; pensar que a dos cuadras de
esa casa (la de Ricardo Rojas) estaba la tuya, y a dos
cuadras la de Xul (Solar). No es extraño que esa gente coexista en el espacio, sino en el tiempo".
Y en las veladas de
sábado de las hermanas Lange en la calle Tronador estaban
todos y se cruzaban todos. Como testigo mudo, como la
foto fantasma de Hotel del Resplandor de Kubrick, la
foto de la presentación del libro de Norah, 45 noches
y 30 marineros, nos trae los ecos de esa vanguardia
cultural local que definirá de alguna manera nuestra
manera de entender “la modernidad”.
Y Norah Lange, muy
querida, (Macedonio Fernandez, Alfonsina Storni y por
supuesto Borges halagarán su persona con entusiasmo),
escribe. Y cuando la leemos, nos trae en otros planos
la escritura de Borges, quien le prologará y ayudará
a editar su primer libro, al punto que crea el efecto
de desdibujar las influencias.
Porque la escritura
de Norah es envolvente. Construye una voz personal,
un lenguaje del pensamiento, del relato con “uno mismo”,
profundamente experimental. La palabra se subordina
a esa construcción. Tridimensional, las ideas se convierten en palabras y se hacen objetos. Storni dirá
en su poema dedicado a ella: “sabía
reducir el mundo hasta cuadricularlo en una ventana”
(Alfonsina Storni a Norah Lange, 1928). Ese universo
autoreferencial, ese asombro por los sentimientos y
vivencias propias, esa exploración interior en conjunto
con la deconstrucción del lenguaje para volver a construir
lo íntimo, hacen a la literatura de Lange profundamente
atractiva aún fuera de su tiempo.
Una publicación de
sus obras completas por la editorial Beatriz Viterbo
en el 2006, al cumplirse 100 años de su nacimiento (1905-1972)
y algunas reediciones de sus libros se enmarcan en un
creciente interés por visibilizar aquellas producciones
que en principio parece estar fuera de canon. Seguramente
es justicia, además de permitir que un nuevo libro se
acomode orgulloso en nuestra biblioteca.
CIP
Fragmento
del comienzo de “Personas en la sala”, Norah Lange,
1950
Cuando los demás rememoraban
la calle Juramento siempre me sorprendía la facilidad
con que recobraban una fecha destina a perdurar, algún
episodio sin interés, el júbilo aquietado de cuanto
aconteció en ella. Apenas se apartaban de la casa donde
vivimos dos años y, cuando lo hacían, era para alejarse
de ella, definitivamente, hasta que un día cualquiera,
sin querer, alguien la acercaba de nuevo.
Para mí, en cambio, aquella casa solo constituyó
el sitio más cómodo y propicio para vigilar la otra.
A medida que alguien se equivocaba con un recuerdo y
una voz paciente corregía el color de un vestido, la
noche que se llamó al médico, yo me distanciaba poco
a poco, porque la calle Juramento siempre sería para
mí -al menos en el primer momento, no bien escuchaba
su nombre, aunque después pudiese ser otras cosas- una
sala a la calle, con rincones apenas más penumbrosos,
y tres rostros claros que parecían vivir a gusto. Esa
sala no era la nuestra, y aunque yo recorriera la calle
Juramento en busca de algo olvidado, a fin de perfeccionarlo
y tal vez preferirlo, solo lograba asirme a esa media
cuadra final que había bastado para transformarla en
la calle predilecta, explicablemente predilecta.
Claro que todo no sucedió
enseguida. Así como para los demás nuestra casa era
la que se hacía sitio, de inmediato, con su enumeración
de voces recién conocidas, habituándose despacio a largas
conversaciones de barrios y patios -las amistades imprevistas
frente al buzón, o al cerrar una persiana, o al llegar
de la estación en un coche victoria con la capota baja--,
para mí adquiría significado después, mucho rato después,
cuando ya no se hablaba de ella y yo había dejado de
mirar la otra. Por eso durante mucho tiempo parecí distraída,
como si llegara tarde cuando recordaba la nuestra, porque
primero debía apartar la otra, entera e intacta en mí
recuerdo para que no me molestara…
Poema
Tarde a Solas, de Los Días y las Noches, 1926
Vacía
la casa donde tantas veces
las
palabras incendiaron los rincones.
La
noche se anticipa
en
el piano mudo
que
nadie toca.
Voy
a solas desde un recuerdo a otro
abriendo
las ventanas
para
que tu nombre pueble
la
mísera quietud de esta tarde a solas.
Ya
nadie inmoviliza las horas largas y cerradas
a
toda dicha mía.
Y
tu recuerdo es otra casa
grande
y quieta
por
donde yo tropiezo sola.
Y
mis latidos forman una hilera de pisadas
que
van desde su puerta hacia el olvido.
NL
Para
más información sobre Norah Lange se puede consultar
el sitio
oficial de Lange y Girondo.
Carola Inés Posic es
comunicadora especializada en temas urbanos. Es corresponsal
en Córdoba de café
de las ciudades; ver la presentación
del número 104 y las notas:
Número 110 I POSICiones
cordobesas
Córdoba
se va “de caravana” I … y vuelve hecha una urbe
latina. I Por Carola Inés Posic
Número 109 I
NUEVA SECCION: POSICiones Cordobesas
Renovarse
es vivir I Las
formas del crecimiento I
Por Carola Ines Posic
Número
108 I
NUEVA SECCION: POSICiones
Cordobesas
¡Es
tan difícil poder ver cine!
I Habemus Papam y el Director desbordado. I Por Carola Inés Posic
Número 107
I
NUEVA SECCION: POSICiones Cordobesas (I)
La paradoja de la conservación I El barco de Teseo
encalla en las costas del Suquía I Por Carola Inés Posic
Número 107 I NUEVA SECCION:
POSICiones Cordobesas (II)
Patrimonio y después I Miradas
desde el sur. I Por Mariana Isabel Bettolli
Número 106 I NUEVA SECCIÓN:
POSICiones Cordobesas
Los
deseos de Villa El Libertador I Sobre barrios, elecciones
y política I Por Carola Inés Posic
Número 105 | NUEVA SECCION
- POSICiones Cordobesas
Belgrano
de Alberdi: un pirata en primera I Fútbol
y Ciudad I Por Carola Inés Posic
Número 104 | Planes y Política
de las ciudades
El
lugar de todos | Consideraciones sobre el
área central de la ciudad de Córdoba | Fernando Díaz
Terreno
Número 104 | Arquitectura
y Política de las ciudades
Ciudad
frágil, Peatonal frágil
| Obras en Córdoba: ¿Ensañamiento o ignorancia?
| Inés Moisset