El más inmundo Cartel de Buenos Aires.
Un insulto
de Ford a la ciudad, y la consiguiente creación del premio
de café
de las ciudades a las malas y buenas prácticas
urbanas (a imitación de la Fundación para el Progreso
de Madrid), siendo Ford y la Fundación El Ceibo los respectivos
ganadores del 2004.
Por
Mario L. Tercco
Hace unas semanas
se instaló sobre el edificio de Cerrito y Sarmiento un inmenso
cartel publicitario de Ford: desde entonces me he estado preguntando
de que manera podría castigarse la alevosa agresión
que ese engendro le profiere al paisaje y, especialmente, a la cultura
de la ciudad de Buenos Aires.

Así las
cosas, una noticia
llegada desde Madrid
me ha dado una idea al respecto. El hecho es que la Fundación
para el Progreso de Madrid dio a conocer la versión 2004
de su lista de buenas y malas prácticas urbanas: parece ser
que la reforma de la M-30 ha sido el gran "horror urbano" del año,
mientras que lo mejor resultó la ampliación de la
red de Metro. Esta noticia madrileña me dio la idea de establecer
(muy sobre la hora del año y a sola voluntad personal, modalidades
que procuraremos evitar en próximas ediciones) un premio
a las buenas y malas prácticas en la ciudad de Buenos
Aires. El citado cartel de Ford se lleva con todo merecimiento el
premio a las malas artes porteñas. Veamos por qué,
con antes un poco de historia y de marco cultural.
¿Por qué en la Lugones no y en la 9 de Julio sí?
No entiendo
mucho por que los defensores del paisaje urbano de Buenos Aires
se centran tanto en las pantallas de la Autopista Lugones (que en
definitiva podría asimilarse a cualquier strip del
mundo, y que atraviesa un sector no del todo fotogénico de
la ciudad), mientras que está fuera de todo debate el
aquelarre publicitario que bordea al corazón de la ciudad:
el cruce de la Avenida 9 de Julio con la calle Corrientes y la Diagonal
Norte, el emblemático Obelisco y la Plaza que llamamos de
la República. Ese cruce monumental, honrado con la toponimia
patriótica de nuestra fecha patria y de nuestra aspiración
republicana, está rodeado de cartelerías de toda laya,
publicitando desde payasos hamburgueseros hasta pelados que arreglan
controles remotos. Si los carteles de los cines y teatros de Corrientes
al menos respetaban un ritmo vertical de fachada y correspondían
a una estética epocal, los anuncios de los que hablamos responden
a la única idea de que la arquitectura, los edificios, la
ciudad, son solo un soporte para colgarle publicidad, y el
ciudadano, el hombre de la calle Corrientes, el "hombre que
está solo y espera" de Scalabrini Ortiz, un mero espectador
pavloviano de los estímulos que le envía la publicidad.
Ignoro cuando se produjo el desastre, pero supongo que fue muy poco
después de abierto ese cruce urbano por excelencia: los dibujos
de Prebisch de 1936 nos muestran una arquitectura racionalista y
austera, componiendo severas alineaciones de fachadas con rigor
urbano clásico; en cambio, mis primeros recuerdos de la esquina
del Obelisco, apenas llegado a Buenos Aires en los ´70, ya incluyen
la parafernalia cartelera. De la vocación parisina a la ciudad
de los carteles: un espacio de estructura monumental transformado
en un remedo triste de Picadilly Circus, Ginza o Times Square. Como
diría el editor de este café,
la artera mano del Cartel
de Buenos Aires
en guerra contra la ciudad.

El acto en cuestión
Sobre un edificio
clasicista francés (que en gran parte aparece abandonado,
que ocupa algo más de la mitad de la cuadra, y cuya altura
está unos 10 metros por debajo del promedio de la zona, y
que por si fuera poco luce en su terraza un insólito chalet
que asoma por sobre el anuncio en cuestión...), el anuncio
abarca unos 50 metros por 15 metros de alto. Consta de tres partes:
- Una fondo
escenográfico simulando una ciudad futurista berreta,
con densidad de downtown, donde algunos edificios parecidos
a las oficinas de Catalinas Norte conviven con otros que combinan
la estética de la torre AGBAR, el neogoticismo high
tech y otras vertientes tardomodernas, variaciones del Chrysler,
remates OVNI, alguna alusión metabolista y pasarelas en
el espacio: un Hugh Ferris actualizado por Helmut Jahn, con un
uniforme color azul vidriado. Este fondo se opone a la decadencia
de su soporte borbónico, con la misma ironía y distorsión
de escala que, a su vez, produce involuntariamente sobre estos
pobres rascacielos el chalet Tudor de la terraza.
- Sobre esta
ciudad Potenkim, un cartelón con el escorzo de un auto
y la leyenda "Ka, Fiesta, Focus, todo tiene un principio".
- Y abajo,
tapando las ruinas de la mansarda, otro cartel que interroga "¿Sentiste
un Ford últimamente?", acompañado del logotipo
oval.

Al costado,
y sobresaliendo, el hotel República está coronado
por otro cartel donde se muestra la base del Obelisco incrustada
por un auto rojo: es un aviso de la aseguradora del banco HSBC,
que ofrece "Mejor manejás, menos pagás".
La combinación
es mortífera: una ciudad de chapa pintada que distorsiona
y humilla a la ciudad real, la visión pajuerana
de una ciudad futura que se supone más rica y moderna, cuando
en realidad el futuro y la modernidad que ostenta es el "futuro"
de 1920 actualizado a la imaginería de 1970. Quizás
condicionados por su anunciante, los "creativos" han creado
una visión naif de la ciudad posfordista, pero con
los mismos vicios de la ciudad fordista. El producto es ofensivo
a la ciudad de cuyo centro se aprovecha, una agresión
insultante a la estética y al imaginario de Buenos Aires.
El lado bueno

El premio a
la buena práctica del 2004 en Buenos Aires se lo lleva, en
cambio, la campaña Basura
Cero
que organizan la Cooperativa
El Ceibo
y Greenpeace Argentina. Este programa procura introducir la cuestión
ambiental en la agenda de los vecinos del barrio de Palermo,
y promueve un proyecto de recolección y reciclaje del que
participan vecinos, ONGs, promotores, recuperadores y acopiadores.
Los organizadores de Basura Cero consideran (con razón) que
el tratamiento de los residuos sólidos urbanos es un "grave y
urgente problema ecológico a resolver", y proponen esta
campaña de separación en origen. Se trata de un programa
socio ambiental, por el cual El Ceibo "recupera Palermo
y genera trabajo y conciencia ambiental". Buenos objetivos,
sin duda, para la ciudad real, para los ciudadanos de carne y hueso
que no habitan los rascacielos de chapa del Cartel de Buenos Aires.
MLT

Sobre
el Cartel
de Buenos Aires,
ver la nota del número 12 y la carta
de Pablo Morejón
en el numero 16 de
café de las ciudades.
Sobre
los estropicios publicitarios en el espacio público de Buenos
Aires, ver también la nota Piazza
Navona, un rincón de Buenos Aires,
en este número de café
de las ciudades.
Sobre
la Cooperativa
El Ceibo,
ver la nota del numero 11 de café
de las ciudades.
Para
más información sobre la Campaña Basura Cero
en Palermo, contactar a Cristina Lescano, El Ceibo Trabajo Barrial,
Paraguay 4742, Buenos Aires, (5411) 4775-5152, elceiborsu@yahoo.com.ar
Sobre
los premios de la Fundación para el Progreso de Madrid,
ver la
nota Lo
bueno y lo malo de Madrid
en el café corto de este
número.
Glosario:
Para
lectores no argentinos: berreta es una palabra del
lunfardo argentino (hoy algo en desuso, reemplazada en algunos casos
por trucho) que alude a baja calidad y escaso compromiso
estético; es algo parecido al cutre español
o al chimbo venezolano.
Pajuerano
es un mote despectivo, también algo en desuso, aplicado
a los asombrados visitantes que llegaban desde el interior argentino
a Buenos Aires (de p`ajuera, construcción verbal con
la que se supone que los provincianos indicaban su origen, y nótese
aquí la contradicción topológica entre ser
"del interior" del país y al mismo tiempo ser "de
afuera" de la gran ciudad).
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