
conocimiento, reflexiones
y miradas sobre la ciudad
r e v i s t a d i g i t a l
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el primer lunes de cada mes
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AÑO
7 - NUMERO 65 - Marzo 2008
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Cultura
de las ciudades |
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¿Quién
dijo que las palabras no se degustan? I
Por
Cecilia Novello |
N.
de la R.: Esta nota fue publicada originalmente en la revista
Esperando
a Godot, Nº 16, 2007.

Tomaremos
al café desde un espacio particular, desde un punto
de vista. Nos lo tomaremos cortado. Sin azúcar
y sin leche esta vez, para revolverlo y beberlo a sorbos,
entre pedazos de historia, leyendas. Y desde la voz de un
pensador al que acá haremos hablar, sobre un tema que
estimamos no sospechó tratar.
Rescataremos
el café en el lenguaje, armaremos la palabra
"café" entre una sopa de letras, letras vivas
que lo fueron construyendo, alimentando y prolongando. Y que
lo siguen haciendo circular entre la comunidad argentina…tal
vez mundial.
Puede
que este artículo suene como un giro forzado acerca
del sentido del café ¿Tanto hay para decir sobre un
café? ¿Por qué teorizar sobre algo tan cotidiano?
¿Por qué no simplemente degustarlo?
Contra
esos guiños de reduccionismo, nos preguntamos: ¿Quién
dijo que las palabras no se degustan? ¿Quién dijo que
el lenguaje no es un cuerpo vivo que late, crece y se transforma
en el tiempo?
En lo
cotidiano existe una vibración, un mensaje ancestral
de un lenguaje compartido. Tomarse un café, sentarse
en la mesa de un Café, es casi parte de nuestra habitualidad…no
nos sorprende, todos lo sabemos hacer. Trasciende latitudes,
capacidades, culturas y jerarquías. Se ha constituido
en hábito.
Vamos
a rescatar al café en su circulación social
y discursiva, vamos a leerlo en el lenguaje de
los hombres… y por esto a vivirlo como cosa humana.
Porque el café es una bebida con historia, poderosa,
mítica y legendaria. Brebaje estimulante, de cocinas,
de salones, de rincones, de vidas privadas, de lugares añejos
y modernos. El café es cosa pública que
se incrusta en el lenguaje de todos los días, en letras
de tangos, en las metáforas, en balbuceos de porteños
melancólicos, en noches de espera, en los bares de
ruta, en estudios interminables, en las frases populares infinitas.
Se hizo institución, lugar de paso, de distracción,
de refugio, de meditación: "Nos vemos en el Café",
"La vi en el café", "Nos juntamos en
la Cafetería".
Michel
Foucault se pregunta por Las palabras y las cosas,
acá nos preguntamos por el café, tomado como
esa cosa bien humana, que en un mismo movimiento se
encarna en la palabra y la genera.
Desde
las categorías de este pensador, parecería que
el café guarda una "semejanza" con
ese algo que nos comunica universalmente; su ser común
con los hombres, se marca e impregna en cada letra
y palabra conjugada que lo nombra, lo indica y lo elogia.
Tal vez sea una marca más de los enlaces con nuestro
lenguaje primigenio, ese que nos hace hablar a todos. A continuación,
el café toma la palabra.

Entre las palabras y el café, hay semejanza
"Desde
el siglo XIX, el lenguaje no se asemeja de inmediato a las
cosas que nombra, no está por ello separado del mundo;
continúa siendo, de una u otra forma, el lugar de las
revelaciones y sigue siendo parte del espacio en el que la
verdad se manifiesta y se enuncia a la vez"
Michel
Foucault
(Las palabras y las cosas. Una arqueología de las
ciencias humanas, Siglo veintiuno editores, Buenos Aires,
2002)
Cuenta la leyenda que, en una época remota, un pastor
llamado Kaldi advirtió que, justo después de
haber comido las cerezas rojas de un arbusto silvestre, sus
cabras comenzaron a comportarse de manera extraña,
brincando exultantes y excitadas como si algo las hubiera
inflamado. Kaldi lo probó y también se sintió
estimulado. Es así como se las llevó a un monasterio
cercano, en donde el Abad procedió a cocinar las ramas
y los frutos; después de arrojarlas al fuego, empezó
a valorar la bebida que emanaba por ser muy aromatizante
y tentadora.
Así
comenzó a circular el café desde Etiopía,
hasta Arabia y hacia el mundo, conformándose en uno
de los secretos mejor guardados de las civilizaciones. A través
de los mercantes de las Rutas de las Especias, llegó
a Europa recién en el siglo XVII, expandiendo sus plantaciones
a Latinoamérica para nunca más desterrarse de
su tradición.
Mientras
el café circulaba y se propagaba por espacios y tiempos,
mientras seguía estimulando y energizando almas y cuerpos
de culturas diversas; durante las fusiones de lenguas, intercambios
y mercadeos de puertos a puertos… algo sucedía con
el lenguaje de los hombres, con la concepción del conocimiento,
con la escritura y las grafías…con los legados culturales
de un lenguaje vivo que hoy nos determina.
Había
una pregunta subrepticia que murmuraba esa época: ¿Qué
relación existe entre las cosas, entre la naturaleza
y los hombres, entre los nombres y las cosas nombradas?
Michel
Foucault se dirige a ese período de la historia occidental
para analizar "La prosa del mundo", título
que lleva el segundo capitulo de su obra: Las palabras
y las cosas. Rescataremos, a nuestros fines, algunas consideraciones.
Foucault
advierte que en el siglo XVII la semejanza ha desempeñado
un papel constructivo en el saber de la cultura occidental:
"Fue ella la que guió la exégesis e interpretación
de los textos; la que organizó el juego de los símbolos,
permitió el conocimiento de las cosas visibles e invisibles,
dirigió el arte de representarlas". Es por este
motivo que se propone bucear en la riqueza de la "trama
de la semejanza" de entonces, palpable en cuatro figuras
esenciales: convenientia ("vecindad de los lugares",
junturas y bordes difusos entre las cosas), aemulatio ("libre
de la ley del lugar" permite la imitación de las
cosas sin encadenamiento ni proximidad, "recorre en silencio
los espacios del mundo"), analogía (genera
similitudes no visibles y aligeradas, pero puede aparecer
en un número infinitos de parentescos) y sympathia
("recorre en un instante los vastos espacios",
atrae unas cosas hacia las otras por un movimiento
visible). Estas figuras todavía emulaban una semejanza
de las cosas con la naturaleza y el lenguaje de los hombres...
tradición que hoy nos sigue marcando.
Las similitudes
se señalan en la superficie de las cosas, dice Foucault,
y agrega que no hay semejanza sin signatura, sin registro
ni desciframiento, porque entiende que "el rostro
del mundo está cubierto de blasones, de caracteres,
de cifras, de palabras oscuras".
El esbozo
de este marco teórico tiene la intención de
nutrir la hipótesis sobre la idea de una cierta semejanza
entre palabra y cosa, entre lenguaje de los hombres y experiencia.
Tratando de restituir la palabra que nos convoca, "el
café", a esa semejanza que lo hace legible para
todos. Procuramos religar este enunciado a sus orígenes
de conveniencia, emulación, analogía y simpatía.
El café fusiona, comunica, encadena, aproxima,
permite esos parentescos entre sus evocaciones, y por supuesto
que siempre garantiza esa atracción tan invisible,
pero tan efectiva a la vez, de encontrar, saborear, y acompañar.
Hay una liga entre cosa y lenguaje que se basa sobre una semejanza
ancestral, porque como señala Foucault: "El lenguaje
se propone la tarea de restituir un discurso absolutamente
primero, pero no se puede enunciarlo sino por aproximación,
tratando de decir al respecto cosas semejantes a él
y haciendo nacer así al infinito las fidelidades vecinas
y similares de la interpretación".

¡Hay café, caféeeeee!
Si
(como el griego afirma en el Cratilo)
el nombre es arquetipo de la cosa,
en las letras de la rosa está la rosa
Y todo el Nilo en la palabra Nilo
Jorge
Luís Borges
("El Golem", en El otro, el mismo (1964);
Obras Completas, t. II, Buenos Aires: Emecé, 1996)
Con tan sólo afilar el oído y agudizar la mirada
podemos escuchar el sentido del café, su musicalidad,
su semejanza acústica; y podemos ver, en sus
diversas versiones, cuántas imágenes , colores
y formas aparecen entramadas y dialogando en un lenguaje común
. Sus caras son tantas como voces lo pronuncian.
Están
quienes lo invocan desde su energía e intensidad: "Fuerte",
"doble", "cargadito". Quienes lo nombran
desde los sentidos: "suave", "amargo",
"dulce", "con edulcorante". Están
aquellos que lo señalan según su medida: "cortado",
"un poquito"… y los que directamente lo miden por
su envase: "una taza", "en jarrito".
Existen
quienes lo valoran como una excusa de distracción:
"¿Vamos a tomar un café?" y los que te lo
invitan: "¿Tenés un minuto? Te invito un café".
Están quienes van por su billar, y la reunión,
y por los sábados con trampas.
Muchas
veces se convierte en testigo de infidencias: "¿Nos tomamos
un cafecito?, así te cuento" (¡Oh de nosotros!
si pudiese declarar). Hay voces que lo nombran junto a su
aderezo: "con leche", "con crema", "con
chocolate", o aún si fuese "sólo con
una gotita de leche por favor". Algunos lo juzgan por
su pureza: "¿es de filtro?", mientras que otros
lo estiman por su tiempo y velocidad: "instantáneo,""express".
En las letras de "Café
La humedad"
(de "Cacho" Castaña), alguien murmura:
"No me pregunten si hace mucho que la espero: un café
que ya está frío y hace varios ceniceros".
Algunos
no necesitan más que un café a su lado: "lo
quiero solo, solito", en cambio están quienes
viajan por el mundo para conocer su multiculturalismo: "capuccino",
"italiano", "irlandés".
Unos cuantos
lo eligen como compañero de emociones: "una lágrima".
Es estimulo,
compañero de esperas y sacrificios: "me tomé
tres tazas de café…sino me dormía", "Yo
solamente necesito agradecerte la enseñanza de tus
noches que me alejan de la muerte" (C. Castaña).
Espacio de intelectuales: "Café
literario",
y también como punto de espacios virtuales: "Cibercafé".
Hay quienes lo piensan con el estómago: "con una
medialuna", "¿puede ser con un tostado?", "¿Postre?...no,
prefiero un cafecito".
Aunque
sea infante: "cafecito", o ya un adulto: "Café"…
se lo trata con respeto: "un café por favor".
El primer
Café de Buenos Aires se abrió en 1799, en la
actual esquina de Presidente Perón y San Martín;
se llamó Café de los Catalanes, y de ahí
en adelante el Café se transformó en el ágora
de la ciudad, y de muchos pueblos del interior del país.
Para intelectuales, literatos, artistas, trabajadores, políticos,
hombres, mujeres, ricos y pobres, las paredes y mesas de innumerables
Cafés de la ciudad, pueden atestiguar el timbre de
las voces que siguen repiqueteando.
Foucault
dice que en la interpretación hay fidelidades vecinas
y similares, y nosotros agregamos que, mientras siga expresándose
el hombre, más "parentescos" y enunciados
comunes se irán tramando en torno al café. La
cadena es infinita, o tan finita como vida tenga el lenguaje.
Esa cadena
de sentidos e interpretaciones entreveradas es la marca legible
de que el lenguaje está vivo, que siempre circula,
y se nutre, entre los que se comunican.
En la
noche, una poción oscura prolonga la vigilia para que
las palabras puedan continuar con la sintaxis de oraciones
lógicas; y por la mañana… anticipa el desayuno
de las primeras palabras del día. Y ya en el ocaso
de un sol que se pone, Homero Manzi evoca aquellos fantasmas
del pasado que vuelven y que insisten cuando en las tardes
toma su taza de café (Mi Taza de Café, letra
de Homero Manzi).
El café
ha tomado la palabra, y las palabras se toman un café.

CN
La
autora es Licenciada en Ciencias de la Comunicación
y artista plástica.
Ilustraciones:
Pasaje Discepolo (50 x 60 cm.) y Café de París
(80 x 70 cm.), acrílicos de Cecilia Novello; las fotos
son del Bar Canigó
Sobre
el café
como metáfora urbana, ver las presentaciones de los
números 1 (que hoy es nuestro Acerca
de cdlc)
y 2.
Sobre
los cafés
de Buenos Aires en particular, ver también en café
de las ciudades:
Número
50 I La mirada del flâneur
Los
Cafés de Buenos Aires I Modesta contribución
a un manual del usuario. I Marcelo Corti
Número
38 I 3 años de café de las ciudades
Ronda
urbana por los cafés de Buenos Aires
I Del Británico al Tortoni, lo efímero y lo
persistente en la ciudad I Marcelo Corti
Número
37 I Cultura de las ciudades
Energía,
Catástrofe, Cybercafé I Algunos
indicios de la urbanidad contemporánea. I Marcelo Corti
Número
18 I Cafés de las ciudades (I)
Sálvame,
María I Un bar en Belgrano, y excusas
para ir I Marcelo Corti
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|
Arquitectura
y Planes de las ciudades |
Método
y modelo de Barcelona
|
Entrevista
a Oriol Bohigas: la arquitectura debe asegurar la continuidad
legible de la ciudad I
Por
Marcelo Corti |
Si
no hay forma de diseñar la ciudad por encima
de divisiones territoriales, pequeñas e insignificantes,
no hay manera de hacer una calle decente ni absolutamente
nada. Yo creo que hasta ahora en Barcelona esto no ha
ocurrido, en Barcelona hay una cierta tradición
socialista que tiene la teoría de que al bien
privado se lo debe respetar, pero que hay que poder
someterlo a la conveniencia y las necesidades de la
sociedad. Me temo que esta actitud... (mide sus palabras
antes de afirmar lo que sigue) no es que se esté
perdiendo, pero se está reduciendo respecto a
lo que fue el principio después de la dictadura
franquista.
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Soleri,
la ciudad del futuro remoto
|
Una
alternativa al mercado, el consumo y el sprawl I
Por
Emanuele Piccardo |
En
este sentido, la ciudad proyectada por Soleri no parece
lejana a la experiencia de los foros sociales no globales,
en los cuales se definen propuestas de economías
alternativas al consumo, que propugnan un modelo de
sociedad diferente del actual. Soleri realiza en el
desierto un fragmento de ciudad hecho a semejanza de
una aldea, en el que la dimensión presente condiciona
la totalidad de la vida. Arcosanti está pensada
para 5.000 habitantes sobre un territorio de 25 acres,
dejando libres otros 4.060 acres: un lugar de dimensiones
demasiado exiguas respecto a la realidad americana y
a la percepción urbana de sus ciudadanos.
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Mujeres
públicas
|
Urbanismo
y género I
Por
Col·lectiu punt 6 |
El
urbanismo no es neutro. Al conformar el espacio urbano
se dan prioridades, se reflejan poderes y se visibilizan
derechos. El género es una construcción
cultural que asigna roles a cada sexo. Entendemos que
la ciudad no ha de contribuir a perpetuar la división
de tareas entre mujeres y hombres, entre el mundo de
lo reproductivo y el de lo productivo. La ciudad es
nuestro espacio de socialización compartido,
sin embargo, las mujeres y su experiencia de vida no
están presentes en su definición. El espacio
público, urbano o rural, de gran ciudad o de
pueblo, ha sido proyectado, gestionado, articulado sin
tener en cuenta deseos, necesidades y actividades diversas
de las mujeres.
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De
incumplimientos ("promesas del este")
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Los
códigos del diálogo metropolitano o los
discursos pour le gallery
I
Por
Artemio Pedro Abba |
Como
contraste, en el segundo mes del año volvieron
los discursos o monólogos de los aprietes, más
propios de cafishios o malevos, que del oficio
de asumir, conjuntamente, la metropolitanidad. Pareciera
que se priorizan otras dimensiones de la política
que se alejan de la resolución de los problemas
más concretos del habitante metropolitano: el
transporte, los servicios básicos, la seguridad,
la salud, la educación, lista incompleta de los
más mencionados. La mayor o menor tensión
política entre los actores institucionales de
mas alto nivel nacional provoca la apertura o cancelación
del diálogo entre los actores institucionales
metropolitanos.
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Las
Ciudades Judiciales
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Y
las cosas del hacer...
I
Por
Marcelo Corti |
En
el CJS, las distintas sedes componen un único
edificio claustral, presentando una suerte de puerta
de entrada hacia el centro de la capital chilena. La
concepción monumental acentúa el carácter
del edificio como asiento de uno de los poderes del
Estado y componente fundamental del funcionamiento social,
mientras que en Cataluña se apela a una imagen
que parece enfatizar la diversidad de instancias del
proceso judicial y adecuarse al vértigo de su
ubicación metropolitana. La variedad volumétrica
desdramatiza, si se quiere, la institucionalidad del
edificio y el carácter de sus funciones; no obstante,
también en este caso existe un atrio común
de acceso a la mayoría de las sedes judiciales.
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Una
mirada arrabalera a Buenos Aires
I Columna
a cargo de Mario L. Tercco.
|
En
este número: Terquedad de los residuos
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De
Rosario a Brasilia, los Solteros de Humahuaca, pregunta
sobre un centro comercial en Salamanca, Cuba, la calle
entre pactos y batallas, Caveri, Casonas del Cerro y
Mercado de Palermo.
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Piacenza
futura, en Barcelona - Especialización en Desarrollo
Local en Regiones Urbanas, en la UNGS - Actualización
del proyecto, en la FADU - UBA - Gestión Local
del Hábitat, en Rosario - ¿Un mundo suburbano?
- Proyectar en ámbito fluvial, en Milán
- Imaginarios urbanos y participación
social, en Costa Rica - Las marcas de la esclavitud
- Más consenso en el área metropolitana
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ACERCA DE CAFÉ DE LAS CIUDADES
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café de las ciudades
es un lugar en la red para
el encuentro de conocimientos, reflexiones y miradas sobre
la ciudad. No es propiedad de ningún grupo, disciplina
o profesión: cualquiera que tenga algo que decir
puede sentarse a sus mesas, y hablar con los parroquianos.
Amor por la ciudad (la propia, alguna en particular, o todas,
según el gusto de cada uno), y tolerancia con las
opiniones ajenas, son la única condición para
entrar. Hay quien desconfía de las charlas de café:
trataremos de demostrarle su error. Nuestro café
está en cualquier lugar donde alguien lo quiera disfrutar,
pero algunos datos ayudarán a encontrarlo. Estamos
en una esquina, porque nos gustan los encuentros, y porque
desde allí se mira mejor en todas las direcciones.
Tenemos ventanas muy amplias para ver la vida en las calles,
y no nos asustan sus conflictos. Es fácil llegar
caminando a nuestro café, y por eso viene gente del
centro y de todos los barrios (sí alguien prefiere
un ambiente exclusivo, que se busque otro lugar). No faltaran
datos sobre cafés amigos, porque nos gusta andar
de bar en bar: ¿cómo pedirle a los parroquianos que
se queden toda la noche en el nuestro? Esa es la única
cadena a la que pertenece el café
de las ciudades: la
de todos los cafés únicos e irrepetibles,
en cualquier esquina de cualquier ciudad.
Marca en trámite
Editor y Director: Marcelo Corti
Diseño: Laura
I. Corti
Corresponsal
en Buenos Aires: Mario L. Tercco
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