
François Ascher muere en Paris el 8 de junio de 2009.
Es un sociólogo urbano fundamental pero también algo más, mucho
más. De formación económica y sociológica, de vocación política
y dotado de una curiosidad intelectual omnívora. Un profesional,
investigador y profesor orientado a la acción. El gobierno francés le concedió en el año 2009 el Premio
Nacional de Urbanismo otorgado por unanimidad, por primera vez
en la historia, por un tribunal independiente y de prestigio.
François Ascher se inicia profesionalmente como investigador y se orienta hacia una sociología urbana “intervencionista”,
es decir vinculada a la reflexión y a la acción
políticas. Es responsable de la
Comisión “vivienda” del Comité Central del
Partido Comunista francés y sus primeras publicaciones tienen
una clara vocación de incidir en las políticas públicas. Es
uno de los protagonistas de dos importantes coloquios que producen
dos publicaciones influyentes en la época: Urbanisme monopoliste, urbanisme
democratique (CERM, 1973) y Pour un Urbanisme (Nouvelle
Critique, 1974, con Jean Louis Cohen). Y publica su primer libro, Demain la ville?
Urbanisme et politique,
con Jean Giard
(1975). El encanto de este periodo altamente político
se rompe con la ruptura de la “union
de la gauche” y la subsiguiente crisis
de un redogmatizado PC. Ascher dimite
de sus responsabilidades en el Partido. Como sociólogo está demasiado atento a las nuevas dimensiones de la modernidad, como actor político
aspira a obtener resultados
concretos, como persona es demasiado “partidario de la felicidad” para
soportar la rigidez malhumorada.
A
partir de los años ‘80 desarrolla una importante carrera académica,
de investigador y ensayista, independiente, pero sin abandonar
sus motivaciones políticas y su vocación “práctica”. Desarrolla
una importante actividad asesora en el poderoso Ministère
del Equipement (Plan Construction,
Urbanisme et Architecture),
en la
Federación de Empresas de Obras Públicas y
en la DATAR
(ente estatal para la planificación territorial). Sus campos
de interés se amplían al conjunto de fenómenos que permiten
analizar las dinámicas urbanas, hacer
prospectiva de la ciudad y de las formas de vida: el turismo,
los transportes, las identidades culturales, el individualismo
moderno, las nuevas tecnologías urbanas,
la economía “cognoscitiva”, la evolución de la relación
espacios-tiempos urbanos, etc.
Es
uno de los responsables del recién creado Institut français
d'urbanisme, centro
de formación de postgrado que integra las disciplinas de análisis
social con las de intervención sobre el territorio.
También
fue profesor de l'Ecole de Ponts
et Chaussées, estableciendo así una
interesante colaboración de los cientistas sociales con las profesiones duras de la ingeniería
y las formalizadoras de la arquitectura. Hasta
su fallecimiento continuaba ejerciendo estas funciones en ambos
centros. Ha presidido el “Consejo científico de investigación
concertada sobre la ciudad” del Ministerio de Educación y fue
uno de los fundadores del Club Villes-Aménagement, que reúne a
los directores de los grandes proyectos urbanos y del cual continuaba
siendo uno de los animadores.
Hasta
su desaparición preside el Consejo científico del Instituto
para la Ciudad en movimiento,
que contribuyó a fundar, y ha popularizado la noción del derecho a la movilidad como uno de los objetivos principales de las
políticas urbanas, completando así “el derecho a la ciudad”
que expuso Lefebvre. En la ciudad actual, en la metapolis
o ciudad de ciudades (regiones altamente urbanizadas pero discontinuas)
la movilidad es indispensable para poder acceder a la vivienda,
al trabajo, al consumo, al ocio, a las relaciones sociales diversificadas,
a la multiplicidad de las ofertas urbanas. La autonomía de las
personas requiere una oferta multimodal compleja que debe compatibilizar la sostenibilidad y reducir
los impactos de los sistemas de transporte en el territorio
con el desarrollo de los mismos, para garantizar la accesibilidad
de todas las personas y de todas las partes del territorio,
tanto por razones de funcionalidad como de justicia social.

A
partir de los años ‘90 Ascher se convierte en uno de los “pensadores” sobre la ciudad
más conocido e influyente en Francia y en los medios intelectuales
y profesionales de los países europeos y americanos.
En
1994 publica un libro que se convertirá en una referencia del
urbanismo de nuestra época: “Metapolis.
El futuro de las ciudades” (Ed. Odile
Jacob). El análisis del fenómeno urbano de la “sociedad
postindustrial” tiene en esta
obra uno de sus textos “clásicos”.
Desarrolla sus ideas en un libro más “político”, en 1998:
“La República contra la ciudad. Ensayo sobre
el futuro de la
Francia urbana” (Ed.
de l'Aube, 1998), una obra que proporciona
pistas para renovar las políticas urbanas de las ciudades europeas,
tanto en lo que se refiere a la organización institucional como
a la gestión de las movilidades y, en general, a las nuevas relaciones entre espacios y tiempos
en la vida urbana. La reflexión reciente de Ascher
sobre la sociedad urbana del siglo 21 culmina con una obra ambiciosa
de título imposible: “La sociedad hipermoderna.
Ensayo sobre la sociedad contemporáneas. Ante estos acontecimientos que
nos superan, simulemos que somos los organizadores” (
2001-2005). Los grandes temas apuntados en libros y artículos
anteriores se desarrollan en esta obra, claramente sociológica:
el proceso moderno de constitución del individuo, la sociedad
“hipertexto”, el capitalismo “cognoscitivo” o la
net-economía, la sociedad de riesgo y las regulaciones colectivas,
la “glocalización”, la modernización
de la
política. Se trata de una obra densa, de 300
páginas, destinada a durar. Esta apertura hacia nuevos campos
es constante en el autor. En los inicios de este siglo se interesa
por la gastronomía como “dimensión reveladora de la vida urbana
hipermoderna”, tanto por el fast food y la macdonaldización que nos acecha como por la sofisticación
de Ferrán Adrià,
aunque a la hora de elegir, como Vázquez Montalbán, al que lee
con gusto -nunca tan apropiado-, sabe distinguir y elegir bien.
El resultado será un libro Le mangeur hypermoderne (2005).
Su
preocupación por la renovación
de la política se expresará a principios de este siglo en
un libro excitante: “La sociedad cambia, la política también”
(2007).
Ascher, sin embargo, no abandona la reflexión y las propuestas de acción
sobre la
ciudad. En el año 2001 publica un
excelente libro de síntesis, Les
nouveaux principes de l'urbanisme (2001, publicado en castellano por Alianza
Editorial en 2004, con un prólogo de Jordi
Borja). Un libro intelectualmente excitante y políticamente
eficaz, de reflexión sofisticada y de expresión clara, de lógica
implacable y de audacia imaginativa. El análisis
sobre la tercera revolución urbana moderna, la que sucede
a la ciudad del renacimiento y a la urbe metropolitana de la
revolución industrial, la metapolis o ciudad de lugares y flujos actual, se ha convertido
en una clave indispensable para el análisis de la sociedad del
siglo 21. Y la última parte del libro, los 20 principios del
nuevo urbanismo, es uno de los mejores hilos de Ariadna para
entender y hacer urbanismo hoy, un vademecum que ningún urbanista puede ignorar.
La
reflexión urbana continúa en estos últimos años por medio de
artículos y documentos de trabajo sobre la movilidad, la gobernabilidad
metropolitana, el desarrollo urbano sostenible, etc. En el año
20008, ya gravemente enfermo publica “Los nuevos compromisos
urbanos”. Concibe, dirige y realiza el catálogo de la exposición
La Rue (La
Calle) que a partir del año 2007
se realiza en Paris y luego empieza a recorrer el mundo. En
América latina, impulsada por Andrés Borthagaray,
se podrá ver en los años siguientes en Buenos Aires, Rosario,
Santiago de Chile, Bogotá, Río de Janeiro, Sao Paulo.
En
los dos últimos años se enfrenta con coraje y lucidez a un cáncer de riñón
que muy pronto se revela imparable. Sufre varias operaciones,
combate a la enfermedad, no pierde el buen humor pero tampoco
acepta una agonía que se eternice indefinidamente. Hasta el
final, casi totalmente paralizado, mantendrá una actividad constante:
recibe a los amigos todo el tiempo (soy testigo, en los últimos
tiempos he viajado una vez al mes a Paris y siempre he comprobado
que su agenda de visitas estaba todos los días completa), disfruta
de su familia pues evita el hospital y, como me dijo quince
días antes de fallecer, “he conseguido ser feliz todo este tiempo”.
Un
tiempo en el que escribe su última obra, “El diario clínico
de un hipermoderno” (2008, versión
española en Alianza Editorial 2009). En este libro, que se presenta
como un conjunto de cartas a personas muy próximas, analiza
su enfermedad y la relación del enfermo con el mundo. Hace balance
de su vida profesional y política, reflexiona sobre la pareja
(“libres juntos”) y en las cartas a sus hijas analiza, entre
la objetividad y el afecto, como cada una de ellas expresa
unas dimensiones propias de la sociedad hipermoderna
o hipertexto.
Un
libro excepcional, tan inteligente como emotivo, que transmite
un pensamiento tan actual como innovador. Y que nos ofrece un
ejemplo de vida inolvidable.
JB
De
François Ascher, ver también en
café
de las ciudades:
Número
44 I Tendencias
El
movimiento en el corazón de la modernidad
I La urbanidad latente en los espacios del desplazamiento. I
François Ascher, Traducción: Andrés Borthagaray