
conocimiento, reflexiones
y miradas sobre la ciudad
r e v i s t a d i g i t a l
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el primer lunes de cada mes
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AÑO
6 - NUMERO 61 -Noviembre 2007
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> SUMARIO |
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Economía
y Política de las ciudades |
"Acordate
que la tierra no es de nosotros..."
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El
mercado inmobiliario en las villas de Buenos Aires, según
María Cristina Cravino.I
Por
Marcelo Corti
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Hace algunas
semanas se realizó en la Legislatura de Buenos Aires
la Audiencia Pública por un proyecto de modificación
normativa en el distrito U20 del Código de Planeamiento
Urbano, ubicado entre los barrios de Palermo y Colegiales.
Como suele suceder en esta ciudad, la audiencia resultó
un diálogo de sordos entre las posiciones de los funcionarios
y los reclamos vecinales. Entre posturas atendibles de preservación
barrial, contradicciones entre la postulación de un
urbanismo metropolitano y la inmovilidad social del barrio
("volvete a Mataderos", le gritaron a una vecina
que no compartía la opinión del grupo mayoritario)
y un pretendido asambleísmo-anarco como paradigma de
planificación urbana, cayó como un baldazo de
agua fría la intervención de una de las vecinas
del grupo radicalizado de la audiencia. Dijo esta señora
que, en su opinión, el brigadier Cacciatore había
sido el mejor intendente de Buenos Aires, entre otras cosas
porque "había sacado las villas de la ciudad".
La intervención de la ciudadana fue inoportuna para
las veleidades de democracia directa que postulaban los opositores
al proyecto oficial, pero no careció de una inquietante
"justicia": buena parte del dinámico
desarrollo de esa zona que la tilinguería reinante
bautizó Palermo Hollywood, se debe a la expulsión
de la villa de Colegiales durante la dictadura (ya en los
’90, una suerte de "rebelión barrial" para
protestar por la realización de viviendas sociales
en una parte de la antigua villa logró frenar ese proyecto
sosteniendo las banderas de la seguridad, los espacios verdes
y el valor de las propiedades). Algo parecido aconteció
en el Bajo Belgrano (también sede de algunos focos
de trotskismo ABC1), a partir del desalojo de una villa para
garantizar el "ornato" del vecino estadio de River
Plate en ocasión del Mundial de Fútbol de 1978.
La puja
por el espacio de la Ciudad como asiento de sus diversas
clases sociales no ha desaparecido nunca de Buenos Aires,
aunque las operaciones de la dictadura restringieron fuertemente
la presencia de los sectores más pobres en el rico
norte porteño. Recientemente, la densificación
y crecimiento en altura de las villas miseria de Buenos Aires
y las diversas noticias sobre viviendas villeras ofrecidas
en venta o alquiler han sido tratados en una gran cantidad
de artículos periodísticos y discusiones políticas
(a veces con seriedad, a veces con ligereza). La antropóloga
argentina María Cristina Cravino analiza, en un libro
de reciente publicación,
este emergente mercado inmobiliario constituido en las villas
de emergencia de Buenos Aires.

Cravino
realiza su investigación a partir de un mecanismo que
combina encuestas, historias de vida, entrevistas y observación
participante. El trabajo se focaliza en las particularidades
de tres de las villas más pobladas de la Ciudad:
la de Retiro (que tanto escandaliza a las buenas almas porteñas
y a los medios, precisamente por su ubicación céntrica
y norteña), la de Barracas y la del Bajo Flores. O
como prefiere la nunca inocente toponimia, la 31, la 20-24
y la 1-11-14 (opción en que la abstracción burocrática
del número vela la realidad territorial de las localizaciones
villeras). Como referencia metropolitana, la investigación
abarca también La Cava de San Isidro, el asentamiento
San Sebastián en Quilmes y un conjunto de barrios contiguos
en San Fernando (las villas San José y La Paz y el
asentamiento Hardoy).
A diferencia
del peruano Hernando
de
Soto,
que confía en el valor de la propiedad como mecanismo
de desarrollo de los pobres latinoamericanos, el mercado que
describe Cravino se acerca más al concepto de acceso
que describe Jeremy Rifkin que al viejo ideal patrimonialista
de la clase media argentina ("primero la casa",
suele ser la expectativa en un país donde el 70% de
la población habita una vivienda de su propiedad).
Las transacciones del mercado villero asumen la carencia
de derechos sobre el suelo en el que se ubica la vivienda:
a falta de escrituras y papeles, funciona la palabra o la
simple presencia de un testigo de hecho; el vendedor aclara
en el acto del traspaso cosas como "acordate que la tierra
no es nuestra" o "vos aceptaste comprar el material,
lo que estaba o no edificado allá vos"... Hay
en esto también la "imperfección"
o particularidad de un mercado que no ha terminado de establecer
la vivienda como bien de cambio y se funda en sus valores
de uso.
El mercado
no es abierto, porque se desarrolla especialmente al interior
de comunidades, y no tiene necesariamente continuidad ni competencia
con el mercado oficial, si bien ambos son paralelos y complementarios.
Este mercado se explica también con las ideas de pacto,
de legalidad alternativa o de mercado con reglas propias:
un mercado racionado o restringido, en términos
neokeynesianos.
La autora
apela a la imagen de "esferas separadas, aunque con fronteras
difusas" y aclara que la dimensión de este mercado
en Buenos Aires no puede asemejarse al de México o
Brasil, donde aparece la figura del intermediario profesional
o broker del mercado informal. En el caso argentino,
las lógicas de las transacciones continúan
operando dentro del campo de la necesidad y la reciprocidad,
o en todo caso dentro de una lógica de mercantilización
de dichas relaciones, más que en una lógica
de ganancia capitalista. De todos modos, ni la lógica
del mercado capitalista ni las lógicas de las redes
de reciprocidad son hegemónicas, si bien Cravino advierte
que el mercado de compra-venta se acerca más a las
lógicas de reciprocidad y el submercado de alquiler
presenta lógicas más cercanas a las capitalistas.
Las diferencias con el mercado formal no solo se explican
en las carencias de los actores del mercado informal sino,
en general, en su diferente racionalidad, porque los actores
son otros y porque las relaciones de poder establecidas (y
los propios conceptos de legalidad e ilegalidad, y su diagrama
de opciones) son diferentes.

Las transacciones
se realizan en un marco de confianza y flexibilidad, generalmente
entre conocidos o miembros de un mismo grupo de pertenencia;
para el imaginario villero, comprar o alquilar es algo legitimado
por la lógica de la necesidad, pero la venta tiene
el desprestigio de la especulación.
Ni los
villeros de la Ciudad ni, mucho menos, los del Gran Buenos
Aires, con ingresos aun menores, pueden acceder a la compra
de viviendas y ni siquiera a su alquiler en el mercado formal
(al problema de ingresos se suma allí la ausencia de
documentaciones y garantías requeridas para un contrato
formal). El promedio de las transacciones en las villas llega
a los 5.000 pesos (unos 1.700 dólares), muy por
debajo de los 20.000 dólares que constituyen el costo
mínimo de un departamento en el mercado oficial.
La villa
miseria porteña no es el único recurso de quienes
no pueden acceder al mercado formal: existen las casas o fábricas
tomadas, los conventillos y hoteles-pensión, la propia
calle (en el más extremo de los casos, si bien una
tendencia reciente es la ocupación de terrenos intersticiales
en sitios de escaso control y gran peligro ambiental, como
los espacios laterales del ferrocarril), la villa en el primer
cordón del conurbano o el asentamiento en la periferia.
La excepción a esta regla es el acceso formal al "mercado
del usado" en la periferia, o a viviendas del estado
como las construidas por el IVC en el Bajo Flores (que de
todos modos, y por diversos motivos, no es una opción
significativa). El ciclo habitual del acceso a la vivienda
es el de allegamiento a la casa de un familiar o amigo,
el alquiler de un cuarto y la posterior compra de
una casa.
Con su
asentamiento en las villas de la Ciudad, los villeros construyen
capital locacional a partir de la accesibilidad a los
servicios urbanos, la constitución del vecindario y
el estilo de vida y, en muchos casos, la posibilidad de ingreso
a programas sociales. "La localización residencial
es uno de los elementos más importantes en el universo
familiar de los pobres", debido al acceso a externalidades.
Y también, al uso del espacio doméstico para
actividades productivas (taller, comercio) o comunitarias
(comedor, centro religioso). Según Pedro Abramo, "la
aparición de territorios autárquicos desde el
punto de vista de los procedimientos urbanísticos y
jurídicos también incorpora una dimensión
económica", dentro de la cual se ubican actividades
tan diversas como los talleres de costura, el comercio local
o el narco-tráfico.

En su
origen (como en general en todos los países, incluso
los desarrollados) este tipo de vivienda constituía
una solución transitoria, en su mayor parte propia
de la transición del campo a la ciudad, que precedía
al ascenso social. Solo cuando este desaparece como mito
fundante de la sociedad argentina, la villa se convierte en
una forma autónoma de acceso a la ciudad.
La política
de expulsión aplicada por la dictadura siguió
una estrategia en la que se sucedieron el congelamiento,
el desaliento y la erradicación. Esta política
se focalizó, como se ha dicho, en las villas del norte
de la ciudad; llegaron a quedar en Retiro apenas 45 familias,
que resistieron el desalojo con ayuda judicial y religiosa
y aprovechando las primeras reacciones de la sociedad frente
a la brutalidad de los métodos de expulsión.
Tras el regreso de la democracia, comenzó el proceso
de repoblamiento de las villas, en su mayor parte concentrado
en el sur de la ciudad, salvo en el caso de Retiro. Este repoblamiento
añade a la población villera originaria los
flujos resultantes de la pauperización de sectores
trabajadores de bajos ingresos o desocupados y de las corrientes
inmigratorias producidas desde las provincias del norte
argentino o desde países limítrofes, a partir
del estancamiento o destrucción de las economías
regionales.
Las comunidades
de inmigrantes tienen un fuerte carácter endógeno
y reproducen a su interior la desconfianza hacia otros grupos
nacionales que se da en sectores importantes de la sociedad.
Así, cada una de las villas analizadas tienen un fuerte
componente de identidad nacional, en especial la del Bajo
Flores con la comunidad boliviana y la de Barracas con los
paraguayos (incluso esto genera la importación de
prácticas de mercados formales o informales originarios,
como por ejemplo las formas organizativas o la aplicación
del crédito anticrético boliviano).
No obstante,
la realidad torna más compleja esta segregación
primaria y aparecen alianzas estratégicas entre, por
ejemplo, los empresarios coreanos de la confección
que estimulan el trabajo en talleres domésticos ubicados
al interior de las villas como forma de externalizar los gastos
de electricidad. También se generan segundas corrientes
inmigratorias, en especial hacia Europa durante la gran recesión
argentina entre 1998 y 2002, y de la devaluación ese
último año (lo cual a su vez constituye la explicación
para un buen número de venta de casas).
La pérdida
de la esperanza en el otrora anhelado ascenso social y la
desconfianza ante la nueva oleada inmigratoria genera en los
viejos vecinos (los "instalados") la sensación
de una pérdida de la sociabilidad de décadas
atrás. Se mantiene en esto la distinción entre
pobres "dignos" e "indignos". "La
villa", sostiene Cravino, "es un espacio de contención
social, pero no unificado ni homogéneo, sino de pequeños
espacios sociales, a veces superpuestos, a veces excluyentes".

Cravino
ubica el mercado inmobiliario villero en el cruce de una compleja
red de interacciones sociales y políticas, de las que
el mercado general de la vivienda en la metrópolis
es una parte fundamental, pero que no agota las múltiples
entradas a su objeto de estudio. Este abarca la inserción
de los villeros en el paradigma del "ascenso social"
argentino, la diversidad de oleadas inmigratorias, el rol
de los sectores más pobres de la población económicamente
activa en la reproducción del capitalismo local, las
estrategias de acceso de estos sectores a los beneficios de
la ciudad, los diversos posicionamientos y discursos del
Estado frente al problema villero y las formas organizativas
de los distintos barrios y del movimiento villero en su conjunto
(con especial atención en el modo en que estas formas
organizativas, en especial las de segundo grado, se constituyen
como esenciales en la mediación ante el Estado). Este
modelo de mercado se construye con aportes que van desde las
nociones de campo y habitus de Bordieu y los estudios
sobre el consumo de García Canclini hasta el estudio
de la urbanización capitalista por Topalov.
Cravino
advierte que, aun cuando la lógica de la necesidad
explique buena parte de la informalidad residencial de los
pobres, esa lógica no es estática y está
cruzada por los propios ciclos biológicos y familiares
y por las estrategias de reproducción de las unidades
domésticas (‘es necesario replantearse las visiones
de la vivienda en un sentido estrecho, escindida del lugar
de trabajo").
En el
final de su investigación, Cravino reencuentra (sin
tomar partido) los ecos de la vieja polémica entre
Turner y Pradilla sobre la vivienda producida por el estado
y la autoconstrucción popular como forma de acceso
a la vivienda, pero también de sobreexplotación
(aunque considera esa dicotomía como falsa). También
aclara la existencia de otras
formas de informalidad
que no pueden ser explicadas por la pobreza, como la clandestinidad
de construcciones de clase media y alta, en especial en countries
y barrios cerrados de la periferia metropolitana.

Según
Cravino, "para comprender este proceso se deben desentrañar
las relaciones sociales en las que está inserto. Tanto
las formas económicas se ven influenciadas por las
formas de relacionamiento del espacio barrial como, a su vez,
el espacio barrial se ve influenciado por las formas en que
se desarrolla el mercado inmobiliario". "La acción
colectiva" (sostiene) "apunta, entonces, a correr
la frontera de lo permitido, centrando como interlocutor
al Estado, el actor principal que puede o no reconstruir el
campo y sus reglas de juego".
En palabras
de Gustavo Riofrío que cita la autora, "los
problemas que se deben enfrentar para atender las necesidades
de la vivienda popular (...) no consisten en destruir los
mercados existentes y sustituirlos por un solo mercado libre
al estilo norteamericano, sino en encontrar las relaciones
entre diferentes modos de vida y de producción que
coexisten en el país y en nuestras ciudades. (...)
las diferentes formas en que se manifiesta la ley del valor".
O siguiendo a David Harvey: el resultado lógico del
derecho de propiedad de las ciudades capitalistas es una organización
territorial en la que cada territorio contiene un grupo con
valores, funciones de utilidad y conductas relativamente homogéneas;
la ciudad constituye así un mecanismo fundamental
para la redistribución del ingreso real. La paradoja
que en este sentido identifica Cravino es que se llega a la
villa, espacio símbolo de la pobreza, intentando justamente
escapar de la pobreza. En definitiva, "los hombres construyen
la ciudad formal, mientras viven en condiciones precarias,
y las mujeres contribuyen a la limpieza de esas viviendas,
mientras en sus casas tienen que luchar con las condiciones
deficientes que hacen que allí tengan que frecuentemente
lavar a mano y bañar a sus hijos con baldes".
El problema
de las villas no es entonces un problema de planificación
urbana sino que responde a causas estructurales: pobreza
extendida y creciente, y en un sentido amplio, la relación
mercado-Estado-sociedad. Por lo tanto, sus actores no pueden
ser considerados un "sector marginal" de la población
(como pretende la explicación culturalista).

Entre
sus meritos, el libro de Cravino se destaca por el rigor con
el que se construye (más allá de la clara postura
personal de la autora en solidaridad con los pobres de la
ciudad) un campo de estudio a partir del cual se puede comprender
la complejidad del problema villero; requisito ineludible
para avanzar en su solución. Sobre todo, en una ciudad
que se debate en la ausencia de Plan (o cuyo último
Plan fue elaborado hace ya 50 años) y que debió
renovar recientemente su emergencia habitacional, ante el
fracaso de varias décadas (incluida la última,
la de la autonomía) en resolver la cuestión
de la vivienda; en donde abundan las interpretaciones simplistas
sobre problemas como el de las villas, esas rápidas
posturas que van desde el romanticismo militantista hasta
la barbarie de mercado. En este contexto resulta estimulante
un trabajo fundado en una sólida investigación
y que, en palabras de su autora, sostiene "la idea de
pensar las ciudades con sus sujetos para hacerlas más
democráticas, más justas".
MC
Las
villas de la ciudad - Mercado e informalidad urbana, María
Cristina Cravino, 282 páginas 21 x 15 cm., Universidad
Nacional de General Sarmiento.Los
Polvorines (2006) ISBN 987-9300-86-6. A la venta en Librerías
Prometeo
y otras.
María
Cristina Cravino (antropóloga e investigadora docente
del Instituto
del Conurbano de la Universidad Nacional de General Sarmiento),
es una de las coordinadoras del Curso
de Postgrado "Acceso al suelo urbano para sectores populares
en Argentina",
organizado por el Instituto del Conurbano de la Universidad
Nacional de General Sarmiento (ICO-UNGS) y el Lincoln Institute
of Land Policy (LILP), que se realizará durante los
meses de noviembre y diciembre. De su autoría, ver
en café
de las ciudades:
Número
56 I Tendencias (I)
Transformaciones
estructurales de las villas de emergencia
I Despejando mitos sobre los asentamientos
informales de Buenos Aires. I María Cristina Cravino
I
Número
49 I Política de las ciudades (II)
Teoría
y política sobre asentamientos informales I
Cuestionario a Raúl Fernández Wagner y María
Cristina Cravino, en vísperas del Seminario en la UNGS.
I Raúl Fernández Wagner y María Cristina
Cravino
Sobre villas y asentamientos informales, ver también
en café
de las ciudades:
Número
58 I Política de las ciudades
Sobre
el futuro de la Villa de Retiro I Carta abierta
al Jefe de Gobierno electo de Buenos Aires
Número
19 I Tendencias – Política
Favelas
en la ciudad: articular, no separar I Los muros
de la vergüenza (II). I Jorge Mario Jáuregui
Número
12 I Entrevista
"Políticas
para construir ciudad, no para hacer casitas" I
Jorge Jáuregui y el programa Favela Barrio, de Río
de Janeiro. I Jorge Jáuregui
Número
16 I Tendencias:
La
extrema periferia I Ricardo de Sárraga
relaciona lo doméstico y lo barrial en un barrio de
Florencio Varela. I Marcelo Corti
Sobre las teorías de Hernando de Soto:
Número
1 I Economía
Clandestinos
en la ciudad del Tercer Mundo I En "El misterio
del capital", Hernando de Soto propone algo más inteligente
que erradicarlos. I Marcelo Corti
Sobre otras
formas de clandestinidad...:
Número
8 I Economía
La
ciudad clandestina I Ocupaciones y "oKupas",
abusivismo, privatización forzada. I Marcelo Corti
Ver
también la declaración por la Reforma Urbana
en la Argentina:
Número
36 I Política de las ciudades (III)
Por
la reforma urbana en Argentina I Declaración
en el Día Internacional del Hábitat.
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Política
y Planes de las ciudades |
El
fuego fatuo del emergente periurbio y las luces del
atardecer suburbano
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Problemas
metropolitanos y dilemas políticos I
Por
Artemio Pedro Abba |
El
tejido urbano del suburbio se constituía por
una relación entre espacios adaptados y canales
de movilidad (o de actividades localizadas y actividades
de interrelación) que guardaba cierta familiaridad
con el que se establece en el urbio pero de menor intensidad.
La característica es que predominan los traslados
que comienzan y terminan con tramos peatonales dentro
del ámbito urbano público. En el periurbio
lo dominante es la nueva relación entre ámbitos
privados a través de movilidades no peatonales
(predominantemente mediante el uso del automotor privado)
generando patrones de espacio construido (espacios adaptados
y canales) diferentes.
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La
naturaleza regresa a la ciudad
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Planificación
ecológica y participación de las comunidades
en Venezuela I
Por
Sergio Laxalde |
Una
postura que hemos adoptado es ubicarnos explícitamente
como intermediarios entre el Estado y la comunidad.
Los investigadores latinoamericanos en Reforma del Estado
vienen promoviendo hace tiempo una respuesta semejante
a la pregunta: ¿en qué instancia se deben traducir
las entregas sectoriales que hace el Estado (educación,
deporte, vialidad, etc.) a las soluciones integradas
que requieren las necesidades de la población
(inequidad de oportunidades, aislamiento, deterioro
del cuadro de vida, etc.) y exigen nuestros principios
constitucionales (desarrollo sustentable, participación,
transmisión del poder a las bases sociales)?
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Buenos
Aires 1536-2006
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La
Historia urbana del Area Metropolitana, por Margarita
Gutman y Jorge Enrique Hardoy I
Por
Marcelo Corti |
Las
sucesivas etapas de la formación metropolitana
son abordadas con precisión y buena síntesis
informativa, relacionando las ventajas locacionales
de Buenos Aires, los condicionantes económicos
de su crecimiento, la interacción con el territorio
nacional y las circunstancias más estrictamente
urbanísticas del desarrollo metropolitano, en
especial las vinculadas a los costos del suelo y los
modos de producción del centro, los barrios y
la periferia. Así discurren las etapas fundacionales,
la displicente apatía colonial, los desarrollos
republicanos, la Gran Aldea, la París
del Plata y la conformación fáctica
(pero no institucional) de la megaciudad actual.
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Gobierno
local, desarrollo y ciudadanía
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De
la pirámide y la división de competencias
a la retícula y la convergencia funcional I
Por
Fabio Quetglas |
Ese
modelo, similar a una línea de montaje, donde
se puede decir "fortalezcamos este eslabón",
es un modelo que está cambiando; no porque lo
decidió un teórico de la academia; sino
por el impacto de las nuevas tecnologías en el
Estado. Hay una creciente convergencia funcional, en
la que cada vez se repiten más los esquemas como
el siguiente: un nivel de gobierno crea un programa,
otro nivel de gobierno califica los recursos y otro
nivel de gobierno lo aplica. Es creciente este fenómeno
de un nivel de gobierno que diseña o controla
los estándares, o los financia, y otro nivel
que se encarga de otro aspecto de su realización.
Se rompe así la lógica de la división
y se pasa a la lógica de la convergencia.
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Los
libros y la ciudad
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De
Buenos Aires al DF, la misma gramática maternal
I
Por
Iván Peñoñori |
Bajar
al metro, en la Ciudad de México, se siente un
poco a ser olvidado, a que nadie nos ve, a ausentarse.
Es una estratagema que resulta. Y a pesar de que las
estaciones sigan sembradas de gente, el vagón
funciona como la antesala de la privacidad. Pasar del
Zócalo capitalino a la soledad del cuarto, sin
este interludio, resultaría un quiebre insoportable.
En el metro existe una biblioteca gratuita dispuesta
para el viajero. Se puede leer durante todo el trayecto.
El metro carece de experiencia: nadie es mejor persona
por haber viajado más en él, nadie se
lleva un aprendizaje. Sin embargo los libros no vuelven,
se extravían. México resulta el mejor
lugar para leer literatura argentina.
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Buenas
y Malas Prácticas Urbanas 2007
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Fotos
prohibidas - Kuala Lumpur – Beijing - Singapu - Centro
de Santiago - Kavanagh - Water-Taxi - Parque Alem -
ABL porteño.
Y
una "competición" paralela: ¿cuáles
son los mejores, o más influyentes, o más
recomendables libros escritos sobre ciudad y urbanismo
a lo largo de la historia?
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Una
denuncia sobre Ciudad Juárez y un análisis
de la relación entre el voto y el territorio
en la Argentina.
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Acceso
popular al suelo urbano en Argentina - Ciudad, periferia
urbana y habitabilidad, coloquio en Bogotá -
Cambio Climático y Energías Alternativas
- Seminario Internacional de Ordenamiento Territorial,
en Mendoza - Forma y Simetría - Mercados de Suelo
Informales y Regularización de Tenencia, en Caracas
- XII Seminario de Arquitectura Latinoamericana, en
Concepción y Chiloé - Nuevos instrumentos
de financiamiento y planificación - Seminario
de Gestión democrática de ciudades - Argentina
Urbana - Rutas de Aprendizaje, territorios rurales con
identidad cultural en Perú, Ecuador y Chile -
Maestría en Desarrollo Sustentable - Gestión
Local del Hábitat, en Rosario - ¿Un mundo suburbano?
- Gregotti y la extensión de Pudong, en Shanghai
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ACERCA DE CAFÉ DE LAS CIUDADES
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café de las ciudades
es un lugar en la red para
el encuentro de conocimientos, reflexiones y miradas sobre
la ciudad. No es propiedad de ningún grupo, disciplina
o profesión: cualquiera que tenga algo que decir
puede sentarse a sus mesas, y hablar con los parroquianos.
Amor por la ciudad (la propia, alguna en particular, o todas,
según el gusto de cada uno), y tolerancia con las
opiniones ajenas, son la única condición para
entrar. Hay quien desconfía de las charlas de café:
trataremos de demostrarle su error. Nuestro café
está en cualquier lugar donde alguien lo quiera disfrutar,
pero algunos datos ayudarán a encontrarlo. Estamos
en una esquina, porque nos gustan los encuentros, y porque
desde allí se mira mejor en todas las direcciones.
Tenemos ventanas muy amplias para ver la vida en las calles,
y no nos asustan sus conflictos. Es fácil llegar
caminando a nuestro café, y por eso viene gente del
centro y de todos los barrios (sí alguien prefiere
un ambiente exclusivo, que se busque otro lugar). No faltaran
datos sobre cafés amigos, porque nos gusta andar
de bar en bar: ¿cómo pedirle a los parroquianos que
se queden toda la noche en el nuestro? Esa es la única
cadena a la que pertenece el café
de las ciudades: la
de todos los cafés únicos e irrepetibles,
en cualquier esquina de cualquier ciudad.
Marca en trámite
Editor y Director: Marcelo Corti
Diseño: Laura
I. Corti
Corresponsal
en Buenos Aires: Mario L. Tercco
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