N. de la
R.: El texto de esta nota fue escrito
originalmente para su inclusión en el libro “Le frontiere
infra-architettoniche: Barcellona·L'Avana·Hong Kong”, Ed. No Mad - Yuzu
Lab, compilación de artículos
de diversos autores, curada por
Anna Nufrio,
del Politécnico de Milán.

En abril del 2005 estalló en España con toda virulencia la polémica de los llamados “minipisos”,
a partir del apoyo del Ministerio de Vivienda de España
a una serie de propuestas de investigación de apartamentos
de 30 m2 para colectivos específicos, presentadas
en Barcelona en el marco del Salón de la Construcción
“Construmat”. En dicho Salón se presentó el proyecto APTM (acrónimo
de “apartamento”), con el objetivo de investigar y reflexionar sobre el proyecto de viviendas asequibles y adaptables
a nuevas necesidades sociales, así como sobre el
espacio mínimo habitable de la vivienda social. En dicho
evento, seis equipos de arquitectos presentaban sus
investigaciones en forma de prototipos, con una superficie
media que no superaba los 30 m2. El proyecto APTM contaba
con la colaboración del Ministerio de Vivienda, el Departament
d'Habitatge i Medi
Ambient de la Generalitat
de Catalunya y el Ayuntamiento
de Barcelona. Tras su visita al Salón, la entonces Ministra
de Vivienda sugirió que se podía tener en cuenta la
idea de una vivienda mínima de 30 m2 para el nuevo Plan
Nacional que se estaba delineando, lo cual levantó una
agria polémica en la sociedad y los medios de comunicación.
Sin
entrar en dicha polémica –que no es objeto de este trabajo–,
desde este artículo queremos remarcar que ello
no era un tema nuevo en Cataluña, donde desde años
antes se venía apostando por apartamentos de reducidas
dimensiones para determinados colectivos, con resultados
satisfactorios para la
Administración promotora y los usuarios
finales. En el presente artículo se analizará en concreto
la política de vivienda protegida para jóvenes y adultos
mayores impulsada desde los distintos niveles del gobierno
catalán a partir del año 2003, con especial énfasis
en el análisis tipológico
de las soluciones ensayadas hasta el momento. Previamente
se explica de forma breve el marco de actuación gubernamental,
y se analiza con datos estadísticos la situación social
que ha dado lugar a la búsqueda de estas soluciones.
Políticas
de construcción de vivienda asequible
Desde
el inicio de la burbuja inmobiliaria en el año 2000,
y como consecuencia
del continuado incremento de precios de la vivienda,
nuevos grupos sociales se fueron viendo excluidos del
acceso a la vivienda en propiedad, conjuntamente con
unos alquileres cada vez más caros en función de
la variación al alza del precio del suelo y la vivienda
nueva. Ante este panorama, el Estado, que se había desentendido
del problema de la vivienda de protección pública durante
los años de bonanza económica, se vio en la necesidad
de volver a actuar para dar respuesta a estos colectivos
desplazados. En el caso que nos ocupa -Barcelona y Cataluña-,
las políticas de vivienda pública se despliegan desde
tres organismos diferenciados, correspondientes a los
distintos niveles de la Administración:
1.
El INCASOL (Institut Català
del Sòl), principal organismo
de desarrollo de la política pública de suelo, dependiente
de la Generalitat
de Cataluña, a nivel de gobierno de la Comunidad autónoma;
2.
El IMPSOL (Institut Metropolità
de Promoció del Sòl),
órgano de gestión de la Mancomunidad de Municipios
del Área Metropolitana, a nivel supramunicipal
de la conurbación de Barcelona;
3.
El PMH (Patronat Municipal
de l’Habitatge), a nivel municipal.
A
partir del año 2003, desde estos diversos organismos
y tras detectar determinados parámetros de necesidad
en los colectivos demandantes de vivienda, se plantea
incluir en los distintos planes oficiales nuevas tipologías
de vivienda, flexibilizando
para ello las estrictas normativas en cuanto a densidad,
dimensiones mínimas, etc., creando nuevas claves urbanísticas
específicas de aplicación en la ciudad. Estas nuevas
tipologías irían dirigidas a dos colectivos concretos,
ambos con problemas de acceso a la vivienda tradicional
por sus bajos niveles de ingresos: los
jóvenes de 18 a 35 años, y los adultos mayores de más
de 65 años. Para estos últimos, en general, se promoverían
conjuntos de vivienda asociados a servicios sociales
específicos, como Centros de día o viviendas tuteladas,
dependientes de otros organismos de la
Administración, como la Conselleria
de Benestar Social.
El
impulso normativo que propicia cambios tipológicos va acompañado también de cambios en la gestión,
abriendo el abanico
de la oferta oficial de Vivienda Protegida –habitualmente
de venta, o de alquiler con opción a compra– a diversos tipos de alquiler con precios por debajo
de los precios de mercado: el “alquiler
protegido” (con precios máximos en función del nivel
de renta familiar), el “alquiler
asequible” (dirigido a jóvenes hasta 35 años, a
adultos mayores de 65 años, y a colectivos con problemas
de inclusión social, como las mujeres maltratadas o
las familias monoparentales), y el “alquiler
social” (para colectivos de más bajos ingresos,
que no les permite acceder al denominado “alquiler protegido”).
Se intenta así cambiar el perfil habitual de la política
de vivienda protegida en España, en un intento por potenciar el alquiler y la sustitución de vivienda cada cierto tiempo
en función de la situación vital de cada usuario,
en concordancia con otros modelos centroeuropeos y nórdicos.
Diagnóstico
de la situación social
Lo
que ya se intuía como nuevas necesidades de la sociedad
a partir del año 2003, toma forma con datos y estadísticas
concretas volcados en diversos estudios, como “El problema
de l’habitatge en la vellesa a Catalunya” (Tesis doctoral de Jordi Bosch
Meda, publicada por la Fundación
Jaume Bofill en el 2007, realizada a partir de los datos aportados
por el Censo de Población y Vivienda de 2001) y el “Llibre Blanc de l’habitatge a Barcelona” (Antón Costas; Ajuntament
de Barcelona, Insitut Municipal
d’Urbanisme, 2007; datos estadísticos
reelaborados a partir de una muestra del Departamento
de Estudios Fiscales del Ayuntamiento de Barcelona entre
los años 2001 a 2004; y datos de la
Agencia Tributaria volcados en el estudio
“Mercado del trabajo y pensiones en las fuentes tributarias”.
2004.). Este último fue un encargo específico del Ayuntamiento
de Barcelona con el objetivo de analizar los problemas
de accesibilidad a la vivienda producto del fuerte incremento
de precios, e identificar los colectivos con mayores
dificultades en este sentido, orientado a la elaboración
de recomendaciones que ayudaran a diseñar la política
de vivienda de años futuros.
De
estos estudios e informes destacamos algunos de los
datos obtenidos por los autores citados para el caso
concreto de la ciudad de Barcelona:
•
Entre los años 2001 y 2004 han subido más intensamente los precios y
alquileres de las viviendas más económicas, con
lo que los colectivos más perjudicados son precisamente
los de rentas más bajas; los que vivían hasta entonces
en las zonas de la ciudad con precios inferiores, los
que buscan un nuevo alquiler, o los jóvenes.
•
El aumento del
esfuerzo económico por acceder a la vivienda ha sido
mayor para los hogares con menos ingresos, que han
visto aumentar dicho esfuerzo a un ritmo del 13% anual,
con una media de 21,2 años de ingresos para pagarse
una vivienda de segunda mano en el año frente a los
5,5 años que necesitaban los hogares con mayores ingresos.
Pero curiosamente dicho esfuerzo, medido en “esfuerzo
financiero” (porcentaje anual de los ingresos destinado
al pago de la hipoteca) fue disminuyendo, a raíz de
la disminución del interés de la financiación hipotecaria,
factor que explica la fuerte demanda inmobiliaria de
estos años.
•
Así y todo, dicho esfuerzo financiero representaba en
el año 2004 para el 25% de hogares con menores ingresos
un 98.4% de su renta anual para poder pagar una hipoteca,
lo que demuestra claramente la imposibilidad de su acceso
al mercado de vivienda. Y para el tramo de rentas medias-bajas,
dicho esfuerzo se situaba en el 52%. Cabe destacar aquí
que para las instituciones financieras el nivel de endeudamiento
máximo para otorgar un crédito hipotecario ronda el
35% de la renta anual del solicitante, con lo cual queda
claro que prácticamente la totalidad de hogares de rentas bajas y medias-bajas ven imposibilitado
el acceso a la vivienda de propiedad en el mercado.
•
En términos de alquiler, se detecta que mientras la
media de esfuerzo financiero en régimen de alquiler
rondaba el 25%, los colectivos con rentas bajas dedicaban
un 77.5% de su renta al pago del mismo, y las rentas
medias-bajas un 40%, ambos colectivos con niveles de
esfuerzo superiores a los mencionados anteriormente
del 35%, y que habitualmente se considera que determina
el límite máximo de solvencia.
•
En el análisis por franjas de edad, se observa un esfuerzo más intenso en los
dos extremos del ciclo vital, jóvenes y adultos
mayores, que se corresponde con la distribución de renta
a lo largo del ciclo de vida de las personas. Se detecta
que los menores de 25 años deberían dedicar la práctica
totalidad de sus ingresos al pago de una hipoteca, y
que para los jóvenes entre 26 y 35 años dicho esfuerzo
llegaría al 40%, siempre por debajo del límite de solvencia.
Esto mismo sucede con los mayores de 65 años.

1.
Diagrama del esfuerzo financiero de compra por edades,
representado como % entre la cuota hipotecaria sobre
la renta disponible. En naranja, según datos del 2000;
en negro, según datos del 2004. Fuente: “Llibre
Blanc de l’Habitatge a Barcelona”.

2.
Diagrama del esfuerzo financiero de alquiler por edades,
representado como % entre el valor del alquiler sobre
la renta disponible. En naranja, según datos del 2000;
en negro, según datos del 2004. Fuente: “Llibre
Blanc de l’Habitatge
a Barcelona”.
•
En el análisis del caso concreto de los jóvenes, se
detecta un retardo en la edad de emancipación. Asimismo,
el motivo principal de emancipación deja de ser la formación
de pareja, para ser simplemente el independizarse, constituyendo
hogares unipersonales o compartidos sin parentesco entre
los miembros, lo cual determina la necesidad de nuevas
tipologías, disminuyendo claramente el peso de las tipologías
tradicionales para la pareja con hijos. Se demuestra
la necesidad de un mayor parque de viviendas pero de
dimensiones más reducidas para este colectivo.

Fuente:
“Llibre Blanc de l’Habitatge a Barcelona”

Fuente:
“Llibre Blanc de l’Habitatge a Barcelona”
•
En el análisis del colectivo de adultos mayores se vislumbra
rápidamente como la
pirámide poblacional y la mayor esperanza de vida determinarán
en un futuro no muy lejano una fuerte presión sobre
las políticas oficiales. En este colectivo, la gran
mayoría vive de forma independiente, sustentándose en
su jubilación, pensión, o ayudas sociales, aunque en
el año 2000 más del 73% tenía unos ingresos inferiores
a 360 €/mes. Esta situación de bajos ingresos que impiden
hacer frente a un adecuado mantenimiento de la vivienda
propia, sumada a una antigüedad media de sus viviendas
de 58,4 años, lleva a que una gran parte de ellas estén en condiciones
de habitabilidad insalubres
o directamente de infravivienda.
Se demuestra necesaria una política de sustitución y/o rehabilitación
de este parque habitacional específico, en condiciones
económicas abordables para este colectivo.

Pirámide
de población de Cataluña en el 2005. En la zona central,
más claro, se grafíca la población
que vive en edificios con problemas de conservación.
Fuente: “El problema de l’habitatge
en la vellesa a Catalunya”.
•
A la problemática de estos colectivos determinados se
suma el fuerte
impacto producido por los movimientos poblacionales,
tanto internos como externos, que aumentan la presión
sobre el mercado y las propias políticas oficiales de
vivienda, con diversos modelos de asentamiento, tanto
de concentración/segregación del tejido existente, como
de dispersión, dependiendo en general de las diferencias
culturales de cada colectivo. En el estudio se detecta
que una vez pasado el período de asentamiento, los requerimientos
residenciales de estos colectivos no difieren mayormente
del resto de colectivos autóctonos con similares niveles
de renta, pero con una estructura de edades diferente
–más jóvenes- que aportan un alto potencial de creación
de nuevos hogares, presionando sobre el mercado con
una fuerte demanda de nuevas viviendas.
Haciendo
ciudad…
Las
políticas oficiales comienzan a detectar estos cambios
en el paradigma de Vivienda de Protección Oficial (VPO)
a partir del año 2003, decidiendo realizar algunos emprendimientos
piloto en los cuales probar la introducción de cambios normativos
que permitan nuevas tipologías de hasta 40 m2 de superficie
útil, para lo cual se convocan diversos concursos
públicos bajo la órbita del INCASÒL para la promoción
de vivienda para jóvenes (“Concurs
per a joves
arquitectes”; Generalitat de
Catalunya, Direcció General d’Arquitectura i Habitatge; Institut Català del Sòl; 2003), bajo la nueva clave urbanística “hj” (“habitatge jove”, vivienda joven). A partir de estas primeras experiencias,
desde el año 2004 se da un fuerte impulso a la nueva
política de vivienda impulsada por la
Generalitat, con la convocatoria de numerosos
Concursos de Asistencia Técnica, para asignar a las
mejores propuestas arquitectónicas los nuevos proyectos.
Estos emprendimientos han representado hasta la fecha
un total de 175 actuaciones para la construcción de
7.610 viviendas (“CAT:Concurs d’Assitència Tècnica: concurs d’Arquitectura per habitatge protegit a Catalunya”, volumenes 0 a 9;
Generalitat de Catalunya, Departament de Medi Ambient i Habitatge, Direcció d’Habitatge; Institut Català del Sòl; 2006, 2007, 2009;
“CIT: Concurs d’Innovació
Tècnica: concurs
per a la redacció de projectes i la construcció d’edificis d’habitatge protegit amb incorporació
de nous sistemes
i tecnologies innovadores”; Generalitat
de Catalunya, Departament
de Medi Ambient i Habitatge,
Secretaria d’Habitatge; Institut
Català del Sòl;
2008).

4.
Plantas en negativo de las distintas propuestas ganadoras
de los concursos de vivienda del Incasòl,
colocadas todas a la misma escala, agrupadas por tipologías
de implantación: se pueden detectar propuestas irregulares,
en esquina, entre medianeras, en torre, en tiras, en
manzana cerrada, etc. Fuente: reelaboración propia a
partir de un dibujo original de X. Monteys,
Eduard Callís
i Anna Puigjaner.
En
estas actuaciones, convocadas por el sistema de concursos
para garantizar la libre concurrencia y transparencia
del proceso licitatorio, se apuesta por el “hacer
ciudad” desde la esfera pública, centrando las actuaciones
en parcelas de fuerte presencia urbana en la mayoría
de los casos, e interviniendo en diferentes escalas
y metodologías. Así encontramos desde propuestas de
vivienda de compra-venta protegida tradicional, a remodelaciones
de barrios históricos o antiguas colonias, pasando por
la vivienda dotacional para
jóvenes y adultos mayores -en la cual nos centraremos-;
con parcelas irregulares en cascos antiguos, entre medianeras,
en esquina, a cuatro vientos en nuevos ensanches de
extensión urbana; con tipologías irregulares de micro
completamiento urbano, en torre, en bloques lineales, etc.
Toda esta variedad
tipológica, parcelaria, urbana,
y de autoría de los proyectos, permite que la política
de vivienda oficial, si bien más laboriosa, no produzca
bloques indefinidos repetidos hasta la saciedad, sino
conjuntos urbanos
adaptados a su entorno, de adecuada escala, y que
se permiten pasar desapercibidos al contextualizarse,
quizá una de las mayores virtudes que podría (y tal
vez debería) tener una intervención gubernamental.

5.
Una de las primeras experiencias, convocada en forma
de concurso para arquitectos menores de 40 años, para
reflexionar acerca de la vivienda asequible para jóvenes,
bajo la nueva clave urbanística “hj”. En este ejemplo, en un solar de 318 m2 en el Poblenou de Barcelona, donde con la normativa habitual se
hubieran podido proyectar un máximo de 19 viviendas,
se plantea la construcción de 30 viviendas de hasta
40 m2 de superficie útil, para 1 o 2 personas. Esta
es la planta tipo del proyecto ganador, de los arqs.
José María de Miguel, Jonathan Tugores,
y Sergi Serrat.
…
a partir de 40 m2
De
este amplio conjunto de propuestas queremos centrar
la atención en esas nuevas tipologías de un solo dormitorio, para
jóvenes y adultos mayores, las cuales representan
aproximadamente un 43% del total de viviendas de las
actuaciones (datos tomados del artículo “4.169 viviendas,
91 actuaciones del Incasol
a examen”, de Xavier Monteys
amb Eduard Callís i Anna Puigjaner; revista Quaderns, nro. 252; 2006).
Según
el “Libro de estilo” del Incasòl (“Llibre d’estil dels habitatges
de l’Institut Català
del Sòl”) se establece para estas tipologías un mínimo de
superficie útil computable de 30 m2, y un máximo de
40 m2, con un programa funcional de 1 dormitorio doble,
1 sala con cocina integrada, 1 baño, y 1 zona de lavado
independiente, para 1 o 2 personas. No existen mayores
lineamientos, más allá de la necesidad evidente de cumplir
con otras normativas de aplicación como los estándares
mínimos de habitabilidad, o las directivas de accesibilidad.
A partir de estos parámetros básicos se configuran diversas
soluciones, las cuales buscan -en la mayoría de los
casos- conseguir
una mayor sensación de amplitud del espacio a través
de recursos como las vistas diagonales en la vivienda,
la creación de patios o terrazas, la integración del
dormitorio a la sala utilizando tabiques móviles o grandes
puertas correderas, la integración de los espacios de
circulación comunes a la sala o el comedor de manera
controlada, etc.
La
visión en detalle de tantas propuestas diferentes permite
realizar una aproximación a un “catálogo” de soluciones,
como variaciones sobre un tema, extrayendo conclusiones
generales sobre esta tipología de vivienda mínima. Así
podemos ver que se impone casi como una necesidad la integración de espacios y funciones
habitualmente separados en viviendas de mayor superficie,
abundando las soluciones que unen cocina-comedor-sala,
y la práctica desaparición del vestíbulo y pasillos.
En las pocas soluciones en que se mantiene la cocina
segregada en un ambiente diferenciado, o se configura
un vestíbulo, se puede ver como los tabiques que materializan
estos espacios, junto con los barridos de puertas correspondientes,
limitan las posibilidades de aprovechamiento, y se ven
como soluciones “encorsetadas”, reproducciones mínimas
de tipologías de mayor tamaño.

6.
Apartamentos con vestíbulo de acceso, que generan un
exceso de espacios reducidos y barridos de puertas.
En el primer caso se propone evitar esto con el uso
de correderas, no muy adecuadas para la obra pública
ya que suelen presentar problemas de mantenimiento y
uso, sobre todo por gente mayor. Células correspondientes
a los proyectos (de izq. a derecha): 81 viviendas en
Barberà del Vallès / 35 viviendas en El Papiol.
Asimismo,
queda claro que las variaciones tipológicas
son mínimas, y sin una diferenciación aparente entre
las dirigidas a jóvenes y las dirigidas a adultos mayores.
Estas células de 1 dormitorio se tratan de manera indistinta
para uno u otro colectivo, y entre ellas se distinguen
básicamente tres soluciones posibles:
a.
dormitorio y
sala -con diversos niveles de integración- dando a fachada;
y núcleos húmedos retrasados, en general recostados
sobre el fondo, en la zona de acceso desde las circulaciones
comunes, lo cual permite la creación de plenos de instalaciones
fácilmente accesibles desde el pasillo para las tareas
de mantenimiento. Es el tipo más utilizado, con ligeras
variantes en la conformación del núcleo baño-cocina-lavadero,
y con la colocación o no de patios de ventilación asociados
a los mismos. La principal ventaja del tipo es el máximo aprovechamiento de la luz y ventilación
natural sobre las habitaciones más importantes de la
vivienda, permitiendo el diseño de fachadas interesantes
y ambientes más luminosos, pero cuando se conforma una
única crujía da lugar a bloques de poco espesor y largos
pasillos que suponen un ratio de espacios comunes /
espacio habitable en el límite de lo aconsejable.
Cuando
el planeamiento permite bloques de mayor profundidad
se generan crujías dobles con pasillo central, con lo
cual el mencionado ratio mejora sensiblemente, pero
genera dudas el correcto asoleamiento del 50% de las viviendas, ya que depende de la
orientación general del bloque.

7.
Distintas soluciones del tipo “a”, sin patios de ventilación.
Cocina y baño se recuestan sobre la pared que separa
de las circulaciones, permitiendo conductos de instalaciones
fácilmente registrables. Las crujías son de muy poca
profundidad, entre 6 y 8 metros más el ancho de la circulación.
Proyectos: 117 viviendas en Cerdanyola; arq. Jaime Pastor
/ 48 viviendas en Vidreres;
arqs. Carles Bosch
y Joan Lluís Frigola / 39
viviendas en Molins de Rei; arqs. Carme Ribes y Pere Joan Ravetllat.

8.
Distintas soluciones del tipo “a”, con patinejos de
ventilación, que permiten asegurar una mejor ventilación
y ocultar los tendederos de ropa, que en el segundo
y tercer caso anteriores no quedaba claro dónde se colocan.
Proyectos: 60 viviendas en Sta.
Perpetua de la
Mogoda, arqs.
Manuel Mangas e Imma Ortega
/ 69 viviendas en El Masnou, arqs. Josep
Goday y Javier Ramos / 64
viviendas en Vilanova i la Geltrú, Fabregat &
Fabregat arquitectes.

9.
Agrupación de células en una crujía: excelente orientación
para la totalidad de viviendas, a costa de largos recorridos
de pasillo. Proyecto: 140 viviendas en Sant
Adrià de Besós, arqs. Moisés Gallego y Antoni Font.

10.
Agrupación de células con doble crujía y pasillo central:
mejor ratio entre uperficies
comunes y superficies interiores. Proyecto: 50 viviendas
en Palafrugell, arq. Xavier
Montsalvatge.
b.
dormitorio en
el ingreso, junto al pasillo de acceso; núcleos húmedos
en posición central; y sala-comedor sobre la fachada.
Esta solución se adecua a crujías más profundas, pero
adolece de algunos inconvenientes, como la imposibilidad
de integración de dormitorio y sala, o los problemas
de intimidad y ruido que siempre se generan en la difícil
relación dormitorio-pasillo. No obstante, permite un
tipo de vivienda más estrecho y profundo, de una única
crujía, con lo cual se
puede orientar prácticamente el 100% de las salas-comedor
a fachada y el correcto asoleamiento,
resignando el asoleamiento
del dormitorio.

11.
Distintas soluciones del tipo “b”, con una crujía más
profunda que las anteriores. Es particularmente interesante
el tercer caso, por las visuales diagonales que propicia
el maclaje de las distintas
áreas. Proyectos: 48 viviendas en Les Franqueses
del Vallès, arq. Ramón Valls
/ 28 viviendas en Santa Margarida
i els Monjos, Roselló
i Sangenís arquitectes
/ 100 viviendas en Mataró,
Espinet·Ubach arquitectes.
c.
organización
de la vivienda en torno a un núcleo abierto, una
terraza semicubierta, con dormitorio y sala retrasados, ventilados
e iluminados a través de esta “loggia”;
y cocina y baño sobre fachada. O como variante del tipo
“a”, estrechando un comedor central y dormitorio y sala
en los lados de una terraza abierta. Esta tipología
es la menos explorada de todas, pero creemos que plantea
interesantes posibilidades, al hacer pivotar la vivienda
en torno a un “tema” que da sentido al espacio, y dando un ambiente más a los ocupantes, un
espacio abierto especialmente interesante en el clima
mediterráneo en el que vivimos. Este tipo también
genera crujías estrechas y una gran utilización de superficie
de fachadas, por lo que queda muy limitada su posible
aplicación a los márgenes marcados por el planeamiento.

12.
Distintas soluciones del tipo “c”, con amplias terrazas
como centro de atracción. Proyectos: 60 viviendas en
Santa Perpètua de la
Mogoda, Codina·Prat·Valls
i arquitectes associats
/ 28 viviendas en Calaf, arq.
German Català / 47 viviendas en Les Preses,
arq. Josep Pla i de Solà-Morales.
Respecto
a este último tema, los espacios abiertos como parte
de la vivienda, muy pocas soluciones apuestan de manera
decidida por su incorporación, quedando la mayor parte
de las veces como simples balcones. Desde la propia
experiencia proyectual, y
viviendo y construyendo en el clima mediterráneo, estoy
convencido de las bondades de una terraza con una superficie de5 a 9 m2, con una proporción
ligeramente cuadrada y que permita la colocación de
una mesa y sillas. Así se constituye en un espacio
abierto polivalente, que se podría considerar una habitación
más de la vivienda, aprovechable durante 9 a 10 meses
al año, y con un precio por metro cuadrado construido
inferior al de la superficie interior. En este sentido,
las normas de
los organismos oficiales no tienden precisamente a propiciar
este tipo de soluciones, ya que no permiten computar
de superficie exterior más de un 10% de la superficie
útil interior, con el máximo de 40m2 para el total,
con lo cual, en el caso más optimizado y agotando ese
máximo obtendríamos un apartamento de 36.36 m2 interiores
i 7.2 m2 de terraza, muy ajustados para resolver la
organización interna de la vivienda. Entiendo que una
ligera variación de dichos parámetros –por ejemplo,
no considerando las superficies exteriores dentro del
límite de 40 m2 útiles-, permitiría una mayor investigación
de tipologías como las de tipo “c” enumerada más arriba,
especialmente interesante en nuestro clima. Y el
aumento de costo por unidad que conllevaría queda más
que justificado al obtener apartamentos pequeños con
una “habitación” más.

13.
Proyecto de viviendas para adultos mayores que genera
una terraza con una proporción tal que permite colocar
una mesa y sillas, además de los tiestos y el canario
de la “señora Rosa”, y valoriza la terraza abriendo
las carpinterías de sala y dormitorio hacia ella. Una
amplia puerta corredera termina de dar un espacio diáfano
que transmite sensación de amplitud en pocos metros
cuadrados de superficie. Proyecto: 24 viviendas para
adultos mayores en Altafulla,
Tarragona; arqs. Adrian
Mallol + Joauim Padró.

14.
Proyecto de viviendas para jóvenes que amplia las circulaciones
comunes permitiendo expandir la vivienda y hacer uso
de los espacios de relación. También se crean pequeñas
terrazas individuales con una carpintería de cierre
que en invierno permite que funcionen como acumuladores
de calor por efecto invernadero. Este fue uno de los
primeros proyectos con que se experimentó en las nuevas
tipologías, a partir de un concurso para jóvenes arquitectos.
Luego se ha sido más estricto con los ratios, y este
“derroche” de espacios comunes no se ha podido repetir,
pero este ejemplo es una clara muestra de las bondades
de este tipo de despilfarros… Proyecto: 24 viviendas
para jóvenes en Sant Andreu, Barcelona; arqs. Emiliano
López, Mónica Rivera, Guillermo Zuaznabar.
Conclusión
Analizadas
las distintas propuestas, sin pretensiones de exhaustividad,
queda un amplio abanico de temas que pueden ser objeto
de análisis futuros. El panorama que nos muestra el
catálogo de soluciones que estos concursos han materializado,
es suficiente para demostrar que el apartamento “existenzminimum”
(textualmente, del alemán: mínimo de subsistencia; es
un concepto que fue invocado por los arquitectos de
la “Nueva Objetividad” alemana en los años ’20 del siglo
pasado, abocados a proponer nuevas viviendas sociales
de bajo costo pero más dignas, buscando su optimización
desde el estudio de los mínimos aceptables y necesarios
para el ser humano en términos de espacio, densidad,
luminosidad, ventilación, servicios básicos, acceso
a parques al aire libre, conectividad, e infraestructuras,
entre otros) de hasta 40 m2, objeto de debate, es una solución factible y que cuando está
bien diseñada genera espacios dignos, que transmiten
sensación de amplitud, funcionales, flexibles, y perfectamente
adecuados para colectivos sociales específicos. Y este
punto es claro: no se considera que sea una solución
universal, como no son universales los problemas a los
cuales dar respuesta. Es una solución adecuada para personas que
viven solas, o en pareja sin hijos, coincidiendo
muy bien dicho perfil con los extremos de las franjas
de edad estudiadas previamente: jóvenes que buscan su emancipación, parejas
noveles, o adultos mayores que ya no tienen a los hijos
en casa, viudos, etc.
Asimismo,
es una solución
adecuada para su gestión en régimen de alquiler, que
permite una mayor rotación de usuarios, un adecuado
mantenimiento, y una ocupación intensa; siendo también
las franjas de edad antedichas las que mejor pueden
acogerse a esta opción, ya que los jóvenes en cuanto
cambie su situación vital pueden buscar una vivienda
más grande; y los adultos mayores pueden vivir en un
espacio más acotado y controlado –sobre todo si las
promociones van unidas a servicios sociales o asistenciales–,
disponiendo de una “renta inversa” (instrumento financiero
que funciona como un préstamo con garantía hipotecaria,
dirigido a personas mayores de 65 años; la entidad financiera
paga al propietario de la vivienda una cantidad mensual
de forma temporal o vitalicia, sin que el propietario
ni sus herederos pierdan la propiedad de la vivienda,
los cuales pueden rescatar la hipoteca al heredar) si
son dueños de su propia vivienda, o pagando una cantidad
adecuada a sus jubilaciones o pensiones.
Al
ser viviendas sensiblemente menores a las tipologías
habituales de compraventa de Protección Oficial, permite la construcción de mayor cantidad
de unidades con un mismo presupuesto y en un mismo solar,
lo cual hace viable su explotación con menores precios.
Pero en ningún caso se la ve como una solución generalizable. Estas viviendas
mínimas plantean su propia lógica, la cual no es extrapolable
para dar solución al problema de vivienda de otros colectivos,
con sus propias especificidades. Por todo lo expuesto,
desde estas páginas se considera a esta vivienda mínima
como una tipología adecuada para el régimen de alquiler
asequible, dirigido a dar solución a los problemas habitacionales
de los colectivos citados.
Un
punto muy interesante que queda por investigar es el
concepto de “volumen
habitable” por sobre el de superficie útil, el cual
ya se planteaba en la exposición APTM que dio lugar
al debate de los “minipisos”
con que se daba inicio a este artículo. Algunas de las
propuestas allí presentadas consideraban espacios con
una altura de hasta 4 m., muy por encima de los 2.50
m. legalmente establecidos para la vivienda. La idea
de volumen habitable (conjuntamente con la de costo/m3
en lugar de costo/m2) puede dar lugar a viviendas de poca superficie pero con mayor
volumen que las actuales, que podrían incorporar el
concepto de flexibilidad / crecimiento en función
de una futura subdivisión del espacio interior con altillos,
dando lugar a una vivienda espacialmente interesante,
que puede evolucionar en el tiempo junto con sus usuarios.
Creemos que este es un camino válido de investigación
futura, que puede dar lugar a interesantes prototipos
en los próximos años. Pero sabiendo que habrá
que hacer un trabajo pedagógico muy intenso para convencer
a administraciones, medios de comunicación, y potenciales
usuarios…
AMiM
El
autor es Arquitecto, egresado de la Universidad Nacional de La Plata, Master “Historia,
Arte, Arquitectura y Ciudad” de la Universitat
Politècnica
de Catalunya.
Sobre mercado inmobiliario y políticas urbanas
en Barcelona y Cataluña, ver también en café
de las ciudades:
Número
39 | Economía de las ciudades
Capital
financiero, propiedad inmobiliaria y cultura | David Harvey y Neil
Smith explican la ciudad de
la renta monopólica. | Marcelo Corti
Número
87 | Política de las Ciudades (I)
Siete
líneas para la reflexión y la acción
| Después de la “burbuja” inmobiliaria en Barcelona | Jordi
Borja
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