Es un día de calor (ese calor abusivo de Buenos Aires, que
se mete entre la piel y las ropas y te empapa de transpiración
en un instante) entro al estudio VSV, un departamento pequeño
frente a una plaza entre Belgrano y Colegiales. Dentro de algún
tiempo se mudarán, siguiendo el camino de otros estudios
de arquitectura argentinos que se instalan en sedes especialmente
pensadas para transmitir su imagen profesional y desarrollar sus
propuestas (los profesionales y los obreros de las fábricas
recuperadas parecen ser los verdaderos empresarios en la Argentina:
arriesgan, aman su producción, planifican, invierten...).
VSV es un estudio chico, pese
a la magnitud de algunas de sus obras. El ir y venir de colaboradores
y asesores se mezcla con las correcciones a alumnos de la facultad,
las entregas de concursos, y la administración de las obras.
Los propios arquitectos atienden a fleteros que deben transportar
una mesada de mármol, u organizan las compra de bebidas para
atender a las visitas. Finalmente, paso a la sala de reuniones con
Marcelo Vila y Adrián Sebastián, disfruto del aire
acondicionado que en esta habitación funciona a pleno, y
me explican el proyecto para el Centro de Justicia de Santiago de
Chile, cuyo concurso de anteproyectos acaban de ganar asociados
al estudio chileno de Cristián Boza.
La colaboración entre
arquitectos de ambos lados de la Cordillera de los Andes ha generado
un proyecto muy simple y ambicioso a la vez. Un único edificio,
centrado sobre una plaza cívica o "ágora de la justicia",
unifica los 3 elementos originales del programa, que establecía
la autonomía de las distintas parcelas del emplazamiento.

La unificación de los programas,
aunque respeta esta condicionante, representó una decisión
muy arriesgada que pudo haber dejado al proyecto fuera de concurso.
Pero los autores prefirieron sostener esta propuesta por su valor
simbólico y su contribución a la caracterización
urbana del edificio. "Cristián Boza tuvo inmediatamente
la idea de conectar este gran edificio con el parque y la estación
de metro ubicada unos doscientos metros al este - me explica
Adrián Sebastián -, a través de un boulevard
de prioridad peatonal que le da una gran vida al entorno barrial
existente".

Con mucha naturalidad, la charla
deriva hacia la estrecha relación entre proyecto de arquitectura
y producción de ciudad en la obra de VSV, algo que según
Marcelo Vila, "es una constante en muchas de nuestras obras:
los parques de Puerto Madero con la Costanera Sur, el proyecto de
la autopista ribereña que tenemos desarrollado, el proyecto
en el que estamos trabajando para AUSA - empresa concesionaria
de las autopistas de Buenos Aires, hoy de propiedad del Gobierno
de la Ciudad -, que trabaja todo el tramo de la Autopista Lugones
desde la General Paz hasta el peaje, con foco en la relación
entre la ciudad y el río. Todos estos proyectos tienen una
componente urbanística hegemónica".
café de las ciudades: En
su producción siempre es evidente que la propuesta de los
edificios va más allá de la respuesta arquitectónica
a un programa, ¿como fue evolucionando en el estudio esta visión
de la arquitectura como formadora de ciudad?
MV:
En general esto tiene que ver con un mecanismo que es siempre inductivo,
no deductivo. Tiene que ver con proyectos concretos, a través
de los cuales, por una visión ideológica del estudio,
damos respuesta a una serie de pensamientos urbanos. Por ejemplo,
hace 3 años sacamos el tercer premio del Concurso para el
Parque de la Ciudad Universitaria de Buenos Aires. Ese proyecto
nos sirvió para reflexionar sobre la cara de la ciudad que
se relaciona con el Río de la Plata, la que va desde la puerta
norte (General Paz y Lugones) hasta el puerto. Conceptualmente,
Buenos Aires tiene 3 caras lindando con el agua y una cuarta cara
que es la Avenida General Paz. Las tres caras ribereñas tienen
tres relaciones distintas con el agua: desde la puerta norte hasta
el puerto, con el río abierto; en el área central,
desde el Puerto hasta la Boca, con la reserva ecológica y
el río contenido en la Laguna de los Coipos; y en la tercer
cara la relación con el otro río que entra, que es
el Riachuelo
(ver café de las ciudades número 3).
El concurso de Ciudad Universitaria
entraba en lo que llamamos tramo 1, la relación que tiene
la ciudad con ese río expuesto, que en principio tiene para
nosotros dos grandes categorías: una, el paseo expuesto,
la relación directa de la ciudad con el río, de la
calle La Pampa hacia el Puerto, donde de hecho hay una costanera
y la ciudad tiene relación directa con el agua. Pero hay
un grave problema: detrás de ese contacto tan franco, está
el sistema de grandes vacíos, el Aeroparque y el Parque de
Palermo. Y desde Pampa hasta la "puerta norte", del otro lado, es
al revés: la ciudad va llegando mejor con su tejido hasta
Lugones, pero por otro lado la costa, como es una costa insular,
no tiene resuelta la relación con el río. Nosotros
simplemente teníamos que hacer un parque en ese lugar, pero
a partir de ese parque, elaboramos un pensamiento con una posible
relación de la ciudad en todo ese frente, y para eso propusimos
dos grandes decisiones:
- una avenida colectora paralela a
Lugones, continuidad del paseo expuesto que es la Costanera
Norte, que volviera a asomar pasando la General Paz en la costa
de Vicente López, para después vincularse en la
periferia norte con Olivos, Martínez, San Isidro, etc.
Cuando todos esos tramos tuvieran un pensamiento continuo, uno
podría ir desde San Fernando hasta el Puerto de Buenos
Aires y entrar a Puerto Madero en un solo paseo.
- la relación con el río
a través de un sistema perpendicular de accesos,
que llamábamos espigones, que pudieran entrar a estos parques:
el Parque de los Niños, el de la Ciudad Universitaria,
el previsto Parque del Este, futuros parques como por ejemplo
en el club CUBA que es una concesión, una vez que esta
se venciera. Por otro lado, este sistema perpendicular, previendo
un sistema de cruces de la autopista Lugones, podría vincularse
con algunas arterias principales que tiene la ciudad y así
vincular claramente la ciudad con el río.
Todo este pensamiento que nosotros
experimentamos en aquel concurso, desemboca ahora en un convenio
en el cual estamos trabajando con AUSA a través del Gobierno
de la Ciudad y de la Facultad de Arquitectura, para resolver concretamente
este problema. Siempre para nuestro estudio las obras son motivo
de reflexiones que exceden a la obra, que de alguna manera resuelven
temas urbanos, y en general nos ha pasado que a partir de estos
pensamientos se generan proyectos y encargos de otra escala.

. 
Nuestra historia con Puerto Madero
es más o menos la misma. El concurso original es por unos
parques, pero termina en una reflexión urbana que involucra
a la autopista como un nuevo parque. Nuestra propuesta para
la autopista considera que hoy la ciudad tiene en su área
central un vacío de 4 kilómetros de largo por 200
metros (como promedio) de ancho, donde no está resuelta la
relación entre la ciudad tradicional y Puerto Madero. Hay
un sistema de vacíos que por un lado deben resolver la conectividad
transversal de la autopista, y por otro esta conectividad perpendicular
de la ciudad, Puerto Madero y el río, tres entidades espaciales
paralelas pero que no terminan de resolverse.
café de las ciudades: ¿Como
surge este proyecto para la autopista?
MV: Cuando hacemos el proyecto de los
parques, lo incluimos en un pensamiento más amplio, sobre
todo el sistema del espacio público de Puerto Madero, y dividimos
la noción de los parques y la Costanera Sur en tres sistemas:
la traza del espacio público, los 4 boulevards, y la Costanera
Sur como vinculante.
Los parques son "construcciones", espacios
arecintados y que tienen programas. El Parque Central, por ejemplo,
va a ser un auditorio para 150 mil personas: es un parque pero
es también un edificio. El parque que ya está
inaugurado incluye tres plazas con límites específicos
y con programas específicos. Este sistema de trama adolecía
de un vinculo que juntara en su base el sistema de tramas, y para
ese vínculo pensamos en la autopista, pero más que
en ella, en ese sistema de vacíos de 4000 metros por 200
metros, que propusimos como un gran parque. Hace 3 años llevamos
al Gobierno de la Ciudad la propuesta de hacer en ese lugar el proyecto
de un parque que, junto con los boulevards y la Costanera Sur, vinculara
definitivamente la ciudad, Puerto Madero y el río. Un sistema
verde que se monte en ese lugar de la ciudad, vincule la costanera
y los boulevards con este nuevo parque, y en definitiva haga "saltar"
a la ciudad hacia el río. Dentro de ese sistema, la autopista
aparecía como una pieza de paisaje más, la noción
no era resolver un nexo vial sino resolver un parque. Le llevamos
esto al Gobierno de la Ciudad y lo escucharon, Roberto Converti
en ese momento era Subsecretario de Planeamiento, lo escucharon
y ahí quedó. Al año siguiente, Converti asume
como Presidente de la Corporación Antiguo Puerto Madero,
y nos llama para decirnos que a la Corporación le interesaba
que esto se resolviera de ese modo. Así nos contratan el
desarrollo de esa pieza, trabajamos casi durante casi un año
en un convenio marco con la Corporación, desarrollando el
proyecto con asesores viales con los que terminamos de definir anchos
de calzada y otros aspectos de ingeniería de tránsito.
Creo que en la actualidad se ha retrocedido, por que hoy se está
volviendo a pensar en la autopista solamente como un problema vial.
Si algo habíamos aportado nosotros fue el entender que el
problema vial es solo uno de los tantos problemas que tiene la ciudad,
y que el mayor problema es resolver la relación con el río
en este tramo (el que nosotros llamamos tramo 2), que hoy no está
resuelto y para el cual la autopista podía ser una buena
excusa. Hoy se están evaluando otra vez las soluciones viales
en trinchera, en viaducto, y no hay ningún pensamiento sobre
un segmento de la ciudad que tiene 20 hectáreas. La autopista
que proponíamos era un parque que se va adecuando a los niveles
de acuerdo a como es la ciudad en ese lugar: cuando la ciudad sube
salta por arriba, cuando baja, la acompaña y en cuatro tramos
distintos se resolvía el problema.
Intereses enfrentados
café de las ciudades: Esa
aproximación urbana a la arquitectura (o esa extensión
urbana de la arquitectura), ¿tiene algún punto de vista
hegemónico? Me refiero a la creación de espacio público,
la búsqueda de una mayor equidad social o de igualar oportunidades,
la promoción del desarrollo económico, social o político,
la ciudad como soporte de la movilidad, el aspecto morfológico
y la conformación de una imagen homogénea: son muy
variados los enfoques con los que en los últimos años
los arquitectos y otros profesionales se han aproximado a la ciudad.
¿Cual es el que a ustedes más les interesa para hacer
ciudad desde los encargos o concursos?
MV: Desde nuestro punto de vista, se
podrían definir a grosso modo tres formas de ver la
ciudad desde la arquitectura:
- Con el Movimiento Moderno, el valor
está puesto en el edificio aislado y la noción de
la ciudad es la de un sistema de soporte y de conectividad.
- El postmodernismo incorpora la visión
que yo llamo morfológica - tipológica de la ciudad,
la de los planos en blanco y negro, donde el espacio público
aloja las situaciones colectivas, y el privado define ese ámbito
común. Esta visión, que aun hoy se sostiene en algunos
ámbitos, está perimida.
- Y aparece una nueva visión,
donde la ciudad es la densificación de distintos sistemas
que aparecen esparcidos sobre el territorio. Hoy es imposible
entender la ciudad como una pieza autónoma, hay en cambio
otra noción, la de territorio, el soporte geográfico
de un sistema de variables, ambientales, físicos, comunicacionales,
culturales, paisajísticos, infraestructurales, etc.,
Este soporte geográfico presenta distintos grados de densificación:
las ciudades son los puntos de mayor densificación y
de mayor superposición de estos sistemas.
Esa es la ciudad hoy, que no tiene
nada que ver con las nociones tipológicas del blanco y negro,
del espacio público y el privado, aquella ciudad arecintada
que empieza y termina en un sitio.
AS: Para nosotros la ciudad es la resultante
de la interacción de una gran cantidad de factores, donde
intervienen los intereses confrontados del tejido social, y es también
la resultante cultural de ese proceso, donde hay intereses que
definitivamente están enfrentados.
café de las ciudades: ¿Y
como interviene la arquitectura ante esos conflictos?
AS: Me parece que el arquitecto debe
tomar una posición ideológica y pensar estos conflictos
desde algún lugar. Yo creo que no existe la neutralidad
en este punto, y a veces es bastante difícil identificar
como puede uno expresar determinado sistema de pensamiento, en términos
materiales y construidos, Más allá de las particularidades
de cada proyecto concreto, nuestro compromiso ideológico
apunta a generar (con las limitaciones propias de las herramientas
de la profesión), espacios democráticos, participativos,
que se completen con el actor social involucrado, y desde ese compromiso
operamos en lo concreto. Por ejemplo, en el caso del Centro de Justicia,
este sector de ciudad fue motivo para reflexionar sobre la transparencia,
y como tal espacio de construcción de un nuevo ágora
de la justicia, que se traduce en esta plaza. Podíamos haber
pensado un proyecto vacío de ese contenido, más "cómodo",
para que incomodara menos las relaciones entre la institución
de la Justicia y el pueblo: este proyecto, en ese sentido, es muy
"incómodo" porque genera un espacio donde todo está
muy cercano y muy transparente (más allá de otras
consideraciones sobre el impacto global que pueda tener en la ciudad).
En los parques de Puerto Madero nos
ha pasado algo bastante parecido: los pensamos como una reflexión
sobre un parque urbano de fin de siglo, como edificios a cielo abierto
construidos, que se cargan de sentido en la medida que tengan una
apropiación razonable por el usuario.
Pero rebobinando, creo que en la actualidad
hay dos ciudades: la ciudad formal y la ciudad informal.
Sobre la ciudad informal, los arquitectos tenemos al momento cero
de reflexión y cero de compromiso, al menos en la Argentina.
Me parece que es un tema abandonado, un tema pendiente: la ciudad
sigue teniendo un desarrollo, incorpora nuevos habitantes, pero
nadie se ocupa, es un tema librado a las leyes estrictamente especulativas.
Y es una ciudad que cada vez se hace más inabarcable, si
ves México DF o Sao Paulo. La ventaja que tenemos en Buenos
Aires, es que aun estamos a tiempo de establecer mecanismos como
para incorporar estas grandes porciones de ciudad, que están
fuera de la reflexión de los profesionales involucrados.
Y está la ciudad formal, delimitada,
urbanizada, provista de servicios, predominantemente de clase media
aunque con sectores de más bajos recursos, contenida en un
marco institucional del municipio. Me parece, como desafío
positivo, que se están empezando a gestar, desde las instituciones
y desde lo profesional, algunos mecanismos que apuntan a mejorar
las condiciones de la ciudad (al menos de esta ciudad central),
y generar espacios democráticos. Para mí, Puerto Madero,
que hace 15 años planteaba el gran debate sobre si sería
un espacio para una elite, privatizado, es la muestra clara de que
si hay una reflexión sobre la gestión y sus mecanismos,
es posible la construcción de espacio público de altísima
calidad urbana.
Un
espacio público que permite la convivencia de distintos actores
sociales, a partir de encontrar mecanismos para la redistribución
de recursos que pone un actor en condiciones de comprar un apartamento
en una situación de privilegio. Yo creo que la ciudad
tiene que tener muchos Puerto Madero, es una de las cosas que
estamos tratando de pensar en el estudio.
Está claro que el mecanismo
de Puerto Madero, hoy por hoy (y más allá de las observaciones
que se puedan hacer: los cuestionamientos sobre si es lógico
que el directorio sea estrictamente político, la necesidad
de calificación profesional para tomar las decisiones de
directorio, etc.), es un tipo de mecanismo que viabiliza la construcción
de una mejor ciudad, más abierta, más democrática,
por lo menos con respecto a nuestro contexto latinoamericano y subdesarrollado.
Contexto
sobre el cual el taller de Marcelo Vila en la FADU - UBA realiza
todos los años experiencias conjuntas con otras facultades
de arquitectura de la región: Montevideo, Rosario, Santiago.
Son verdaderas ferias trashumantes, donde decenas de alumnos y docentes
se movilizan como pueden para conocer la realidad de las ciudades
donde deberán proyectar.
Al final del ciclo la movilización
se reitera, en el otro sentido, para comparar la producción
de los alumnos de ambas partes. Fue a través de una de estas
experiencias como empezó la relación con el estudio
de Boza. De ahí la siguiente pregunta.
café de las ciudades: Las utopías a veces se concretan
de la manera más banal, o como se dice, "a la ocasión
la pintan calva". Esta experiencia de colaboración regional
o internacional la utopía de una arquitectura latinoamericana,
el diálogo entre arquitectos de distintos países,
se da en el caso de ustedes con Cristián Boza a partir de
la colaboración académica. Ayuda también una
circunstancia cambiaria favorable en cuanto a montos de honorarios
y costos de asesores y colaboradores. ¿Piensan que es posible,
en el actual contexto histórico regional, pasar de una serie
de arquitecturas nacionales ensimismadas, a un diálogo cultural
más amplio y más progresivo?
AS: A mi me parece que este proceso,
al que podemos ver desde lo "micro" de una coyuntura cambiaria,
en realidad tiene más que ver con una cascada de situaciones
que llevan a la posibilidad de la regionalización. Me parece
que al identificarse este sistema de ciudades que componen la medialuna
fértil de América del Sur (Río, Sao Paulo,
Montevideo, Buenos Aires, ciudades trascendentes como Córdoba,
Rosario, Mendoza, Porto Alegre, y que puede llegar hasta Santiago
de Chile, de un modo análogo a la "banana azul" europea),
donde la tecnología posibilita el entrecruzamiento de información,
viabiliza y facilita la mixtura y la producción, empiezan
a aparecer estos resultados. Está pasando una cosa muy interesante:
la construcción de un modelo común donde la noción
de frontera se diluye, y empiezan a aparecer un montón de
elementos que hacen posible construir un proyecto común,
objetivo y material, como en este caso el Centro de Justicia. Creo
que este proyecto, como tantos otros, es producto de esta noción
mayor que nos supera como arquitectos, y tiene connotaciones de
intercambio económico y cultural que se va potenciando con
las posibilidades de la comunicación y de la tecnología.
MV: Con este tema hay dos lecturas:
una, es la cuestión coyuntural. Muchas veces los medios difunden
estas colaboraciones como una mera posibilidad cambiaria, y esa
es la visión más mediocre que uno podría tener
de esta situación. Yo hablaría en cambio de un proceso
más profundo, que se caracteriza por dos momentos diferenciados:
hace diez o quince años, donde la construcción de
este pensamiento latinoamericano surge de la generación de
tipos más grandes que nosotros, proceso que claramente comienza
con los SAL (Seminarios de Arquitectura Latinoamericana): hay una
fuerte vocación de estos tipos que inician un sistema de
relaciones. Pero, a mi gusto, no vinculaban exactamente el pensamiento
y la arquitectura, aunque lo pareciera. Había modelos
de pensamiento que tenían que ver con lo ideológico
y lo político, y arquitecturas que no terminaban de vincularse
indisolublemente en esos términos. Y en un mundo que era
sustancialmente distinto. Esta construcción correspondía
a una visión de resistencia, a la idea de sentar bases para
resistir. El mundo que nos toca vivir a nosotros tiene la gran diferencia
del valor de un mundo regionalizado. Y en ese sentido a nosotros
nos toca vivir en una ciudad como Buenos Aires, que es mucho más
parecida a Santiago de Chile que a cualquier otra ciudad de la Argentina.
Esta idea de la regionalización
no tiene entonces que ver solamente con el 1 a 1 cambiario que se
acabó hace un año, hay una voluntad, un camino consciente
que hemos iniciado, en ámbitos académicos, hace 5
años, realizando experiencias de proyecto con universidades
de Chile, de Uruguay, de Brasil, Y esta experiencia tiene que ver
con una realidad donde nuestras ciudades se vuelven más parecidas,
donde creemos que la arquitectura resuelve básicamente problemas
de construcción cultural y en esa construcción cultural
somos más parecidos con nuestros países limítrofes
que con los norteamericanos, por ejemplo. Sobre esa lógica
se funda esta obstinada construcción, la de una generación
que tiene una visión distinta del mundo y de las cosas, que
vincula de un modo más saludable el pensar y el hacer, en
forma no tan declamatoria y sí más real. Cuando uno
ve la arquitectura que produce la joven generación chilena
y la joven generación argentina, está mucho más
vinculada que las grandes declamaciones de hace 10 o 20 años
con respecto a lo que se producía en ambos países.
Con la perspectiva de las obras que se producen, es más parecida
la arquitectura que producimos algunos estudios argentinos de nuestra
generación con la de Aravena, Matías Clos o algunos
estudios jóvenes que están produciendo en Chile, que
la que en teoría y en grandes declamaciones se declamaba
y producía antes. En ese sentido creo que en nuestra generación
hay una construcción inductiva que tiene más fuerza
que la declamatoria.
AS: Es difícil conectar el pensamiento
con el hecho físico y material concreto, porque la arquitectura
tiene una condicionante física muy grande. Pero hay 3 datos
centrales en lo que dice Marcelo, que aparecen en este edificio,
así como en los parques de Puerto Madero, o incluso en la
producción de otra escala, la de las casas. Estos datos tienen
que ver con la noción de lo contemporáneo,
frente a la noción de lo moderno. Lo contemporáneo
nos remite a la resultante de un proceso cultural del que somos
parte, y dentro del abanico de posibilidades, desde lo ideológico,
tendemos a elegir aquellas que traten de ir para adelante, de superar.
Lo austero, un sistema básico de pensamiento del estudio
es, frente a cada decisión, tomar la más austera:
siempre, entre A y B, elegimos lo más austero, en lo tecnológico,
en las superficies, en la eficiencia, en la reflexión sobre
la multiplicidad de posibilidades de un mismo uso en una misma área.
Son cuestiones que tienen que ver con un compromiso sobre lo austero
en una situación periférica como la nuestra. Y sobre
todo cuando uno trabaja en la obra pública, más allá
de que también lo llevamos al campo de lo privado.
MV: Y la tercera opción es lo
propio, que tiene que ver con una visión desde lo geográfico.
En las obras de nuestro estudio, o en la joven generación
chilena, hay una noción de lo propio que abarca la geografía,
el clima, la ciudad, los recursos. Hay un fuerte compromiso con
el sitio, no solo el sitio físico sino también el
sitio físico y cultural al cual pertenecemos. Estos 3 rasgos
de lo propio, lo austero y lo contemporáneo, son patrones
que, aunque no sean explícitos, se reconocen por ejemplo
en la Facultad de Matemática de Aravena.
café de las ciudades: La
noción de lo propio contrapuesta al regionalismo ingenuo...
AS: ...lo propio, sin el gauchito...
Porque ahí hay otro tema: cuando uno construye con estas
herramientas de lo propio, lo propio... es relativo. Los
bloques de cemento que usamos para hacer esta casa (señala
una maqueta) son exactamente los mismos que usa Mario Botta
en Suiza, es una tecnología que se ha universalizado. Tanto
los bloques como los perfiles de aluminio, las ventanas, una gran
cantidad de elementos. Esto introduce otra reflexión que
es apasionante: hasta donde lo propio no es universal. Este debate
nos pone en un lugar distinto a la cuestión declamatoria
de los ´70 donde no existía esa noción de intercambio:
que la tecnología fuera casi la misma, que los bloques fueran
los mismos, que la madera pudiera usarse de la misma forma, que
los vidrios sean de determinada manera, el aluminio, la grifería...
Hay una gran cantidad de cuestiones que están globalizadas,
que hacen que aun pensando desde lo propio, uno puede ser regional
y a la vez universal, lo que le agrega una cuota apasionante
al tema.
Reflexiones ambientales
café de las ciudades: Estas
cuestiones de lo propio y lo austero, de la adaptación al
sitio, tienen algo que ver con alguna consideración ambiental
que se utiliza en el proyecto del centro de Justicia.
MV: Es una preocupación que
siempre hemos tenido, porque nosotros tenemos una experiencia de
edificios chicos, casas, escuelas o parques. ¿Pero como podía
trasladarse esa reflexión sobre el sitio y el clima a un
edificio de gran escala?
La primer decisión sobre el
tema tiene que ver con este espacio central, que superpone todas
las reflexiones: el ágora, la plaza cívica, que define
un ámbito público y construye un espacio interior.
Santiago tiene dos problemas climáticos: los vientos y el
clima muy seco, por lo cual el exterior no es tan agradable como
puede ser en otras ciudades. Nuestra reflexión medioambiental
tiene que ver, en principio, con la plaza como un lugar contenido
por paredes y protegido de los vientos; segundo, con una fuente
que toma media plaza, con lo cual en los días calurosos aporta
humedad al ambiente. Es una pileta que tiene 100 metros por 40,
de 20 centímetros de profundidad, con lo cual permanentemente
está evaporando y agregando humedad al sitio.

La segunda decisión tiene
que ver con el interior del edificio: la "tira" tiene un sistema
de patios de proporción vertical muy alta, toda la construcción
está atravesada por estos patios rectangulares de gran altura,
Así, en verano esta tira tiene la posibilidad de abrir sus
ventanas y hay un fenómeno de extracción de aire caliente,
a través de estos tubos que trabajan como chimeneas. En invierno,
un sistema de cierre en su parte superior de los patios los hace
trabajar como acumuladores de calor. Con todo esto se logra que
el sistema de aire acondicionado trabaje a un régimen menos
exigente.
.
Hay también una cortina de árboles
perimetral que estaba originalmente en el sitio y que nosotros trasladamos
a este vacío. Es un sistema de árboles de especies
caducas, de gran tamaño (un promedio de 25 metros de altura)
que están ubicadas según la orientación de
la fachada de vidrio a la que se anteponen. Así, el sistema
de fachadas sobre la plaza cívica, resueltas como pieles
muy abiertas y transparentes, en el 80% de su desarrollo ya tiene
una cortina verde por delante, y así la una incidencia de
sol en verano está absolutamente controlada por los árboles.
Las fachadas exteriores se resuelven con una especie de piel de
parasoles: hacia el sur dos lozas horizontales muy abiertas, hacia
el oeste se incorporan parantes verticales, y hacia el este sistema
doble de horizontales.
Existía entonces el desafío
de llevar estas reflexiones, que tenemos en otras escalas, a un
edificio de gran escala, y creemos que aparecen resueltas de manera
muy natural.
café de las ciudades: Uno
de los fundamentos del proyecto es la idea de este recorrido de
acceso y la consiguiente rehabilitación del barrio donde
se implanta el Centro de Justicia. Ahora bien, uno de los elementos
del programa es el área que se deja prevista para la empresa
desarrolladora, área que ustedes ubican al sur del edificio,
y no en el eje de acceso principal. Al quedar el área concesionada
al margen de dicho eje de acceso, ¿no les preocupa que esto
ocasione alguna protesta o condicionamiento por parte de quien gane
la licitación?
MV: No, en realidad creemos que el
edificio y el área de concesión se complementan bien.
Todo se origina en una vocación que tiene nuestro estudio:
operar siempre más allá del problema del edificio.
En términos urbanos, el edificio es una excusa para construir
una pieza mayor, en este caso un sistema de 3 vacíos:
- el parque público,
- el boulevard que proponemos, (que
hoy es una calle más, pero la idea es vaciarla de automóviles
y convertirlo en un sistema de acceso peatonal y vehicular restringido),
- y la plaza cívica.
Se
trata de construir un sistema de espacio público que dinamice
el área, que es un tejido industrial deprimido muy parecido
a lo que en Buenos Aires puede ser Barracas. De esta forma la operación
tiene un alcance urbano que va más allá de resolver
el problema específico del edificio.
En cuanto a lo que me decías,
nosotros definimos claramente que el edificio trabaje hacia adelante,
hacia el boulevard. La concesión también se vincula
al edificio por el frente a través de una pieza de planta
baja, una especie de zócalo elevado 1,80 metros por sobre
la calle, que resuelve la relación peatonal por unas escaleras
y accesos, y por otro lado la relación vehicular que entra
por el subsuelo de estacionamiento público. Esa gente emerge
por una rampa, y de esta sale al "planchón". La lengüeta
de este planchón hacia el frente resuelve básicamente
el acceso vehicular. Por otro lado, queríamos que el edificio
trabaje hacia el frente porque, como no vamos a tener dominio de
la concesión, ni de su arquitectura, ni de la implantación,
ni de la forma en que se inserten los programas...
café de las ciudades:...en
el peor de los casos (interrumpo), en que la concesión sea
un mamarracho...
MV:
...¡es lateral! Es así, como uno no tiene control ni
dominio sobre esto, nos parecía interesante que el edificio
claramente apuntara a ese sistema público, de espacio público.
Hacia los 3 frentes restantes el edificio de hecho es más
cerrado. En cuanto a programa, la estructura de armado del edificio
tiene claramente tres franjas, y hacia el lado externo, que es el
más privado, se insertan los jueces, que necesitan una relación
más mediada con el exterior, por lo cual las fachadas son
sistemas de parasoles que van variando según las orientaciones.
Hacia adentro es predominante el vidrio
en la relación público - plaza cívica, que
es hacia adonde "trabaja" el edificio. Atrás hay una vía
ferroviaria, donde se propone abrir una calle paralela, y hacia
el otro frente se da el acceso a la Cárcel, que quedará
en el lugar para evitar el traslado de presos por toda la ciudad
como se da hoy en día. Actualmente los tribunales están
muy repartidos por toda la ciudad, la idea es concentrarlos y que
dejen de circular los camiones celulares con presos por la ciudad
de Santiago, y que simplemente de la cárcel crucen al centro
de Justicia.
café de las ciudades: ¿En
la decisión de concentrar los tribunales en este sector de
la ciudad, se consideró el dinamismo que este uso le da a
las áreas donde se inserta?
AS: Creo que con esta decisión
se generará un debate similar al que hubo en Buenos Aires
cuando se concursó la Ciudad Judicial: con los tribunales
que se pasaban al sur, ese sector ganaba vida por la llegada de
estudios de abogados, bares, librerías, etc., pero se corría
el riesgo de vaciar un poco la actual ubicación de los tribunales
alrededor de Plaza Lavalle (hubo todo un debate sobre el efecto
del proyecto sobre la ciudad). El Centro de Justicia es una obra
de 110.000 metros cuadrados, un volumen construido que para un edificio
institucional es el más grande producido en la historia de
Chile: ¡el Congreso, en Valparaíso, tiene 60.000 metros
cuadrados!
MC
Los autores del proyecto
ganador del Centro de Justicia de Santiago son VSV (arquitectos:
Marcelo Vila, Adrián Sebastián, Javier Vila), asociados
con el estudio de Ezequiel Alvarez, Ricardo Grosso y Daniel Miranda,
y con Jorge Dal Pozzo; y Cristián Boza y Asociados (arquitectos
Cristián Boza, José Macchi, Francisco Danús,
Ernesto Jeame, Fernando Gschwender, Florencia Escudero).
Sobre Santiago, ver
notas
en los números
3 y 4-5
de café
de las ciudades.
presentación
comienzo de la nota
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