
Amanecer en Varanasi.
Son
las diez de
la mañana. La principal calle
turística-comercial de Mumbai, Mahakavi Bushang Marg,
dentro del barrio típico de Colaba, se despierta lentamente.
La actividad comienza recién pasada la media mañana, ya
que la noche anterior terminó más allá de las once. Los “puesteros”, que expanden sus telas
repletas de manufacturas, indumentarias, calzados, accesorios
y souvenirs, comienzan a montar sus negocios ambulantes
en las mismas tablas que han utilizado para dormir
toda la noche. En India ocurre
así: la tabla es negocio, cama, mesa, silla, casa. El
espacio público es donde se proyecta toda la vida de una
persona: donde duerme, come, se afeita, tiene sexo y sobrevive.

Calle
en el barrio antiguo, Delhi.

Tienda
en las calles de Jaipur

Ropa
al sol en la costa de Varanasi.

Recovas
en Mumbai.
La India es un país muy difícil
de describir. El
tiempo, el ruido, la gente, la basura van decantando
de a poco en la razón y en las percepciones hasta “curtir”
al alma, para entregarse a vivir un mundo completamente
diferente.
India
es segregación, es pobreza, es lujo y crecimiento. Es
tradición y religión. India
es múltiple.

Familia
Sikh, Amritsar.

Rambla
de Mumbai.

Mezquita
en el Fuerte Rojo, Delhi.

Barrio
del Taj Mahal, Agr
¿Cómo
describir un país donde todos los adjetivos y las descripciones encajan
perfectamente en un tiempo-espacio que parece no tener
orden ni lógica, más allá del caos y la desolación?

Construcciones
sobre el borde de la vía de tren, Delhi.
El
espacio público es de los hombres; las mujeres están aparte,
como personajes de atracción
para el mundo occidental gracias a sus vestimentas típicas
y su poca comunicación con el mundo exterior a la casa. La casa es mínima,
por lo cual la
intimidad se desarrolla en el afuera. El afuera es
abrumador.

Estación
de tren New Delhi.

Familia,
Chandigarh.

Ingreso
a templo hinduista, Jaipur

Sesión
de barbería en la calle, Varanasi.
No
parecen haber huellas de un Estado que deslumbra por su
ausencia. Las leyes
son las que el mercado informal y la calle imponen.
No parece haber nada y parece haberlo todo al mismo tiempo.

Transporte
publico, Chandigarh.

Golden
Temple, Amritsar.
Este
país de contradicciones comienza a relatar su historia
hace miles de años, pasando de un estado tribal a teocracias
y monarquías absolutas; vio el nacer de religiones como
el hinduismo, el budismo o el jainismo (500 a.C.). En el año 700 arriba el islamismo al
país y con él una serie de imperios inestables y decididamente
bélicos. Convivieron por miles de años múltiples poderes
políticos y religiosos que, sustentados por una dura tradición,
forjaron el presente de la India. El sur, que se consolidó
hinduista, sería luego en gran parte captado por los portugueses
y el catolicismo. El norte se conformó islámico (ahora
también está poblado por sihks y budistas). Desde el 1600
hasta el año 1858, cuando los británicos toman el control
formalmente en el territorio, estas tierras continuaron
siendo campo de batalla por la dominación de lo que parecía
ser la tierra prometida para muchos.
El
15 de agosto de 1947, con el movimiento de liberación
pacifista hindú encabezado por Mahatma Gandhi, India se
vuelve un país independiente, cediendo espacio a una serie
de enfrentamientos con China y Pakistán que hasta hoy
persisten en las fronteras. Toda esta historia de belicosidad
esta cruzada por una realidad espiritual-religiosa que
atraviesa todos los planos de la
vida. Desde los múltiples altares en
la calle hasta los rezos en los comercios: a la mañana,
el día no comienza
si los dioses no dan su consentimiento.
Ghats,
Varanasi.

Jaipur.
Doblamos
hacia la costa, caminamos no más de dos cuadras y el escenario
cambia abruptamente. Se erige entre las construcciones
el Hotel Taj Mahal, probablemente uno de los más lujosos
del mundo; el mismo que a fines del año pasado (26 de
noviembre del 2008) sufrió un ataque. El ser turista tiene
privilegios que dan un poco de vergüenza y la “rubiez” es aquí pasaporte para todo los
lugares. Cruzando tres puestos de seguridad, algunas
preguntas y rayos X, se ingresa en un mundo completamente
diferente (en realidad debería decir antagónico). Es un
muro el que divide la riqueza más opulenta de la desnutrición,
la pulcritud de la basura, el ruido aturdiendo los oídos
de la música. Es otro muro más de la vergüenza. Un límite
físico que significa miles de años de esclavitud, discriminación,
castas, religión, dogma y opresión.

Amber.

Old
Delhi.
¡Pero
qué bella es la
India! Su gente, los colores, los olores, los fuertes y castillos, los mercados.
Si, India también es asombrosamente bella.
Mi
viaje duró 40 días. Recorrí grandes ciudades como Mumbai
o Delhi. Otras más pequeñas como Amritsar, Jaipur, Agra
y por último, otras que
por su singularidad merecen un capítulo aparte,
como Varanasi o Chandigarh. Recorrí el Norte y el Sur,
en ómnibus, tren, auto y avión. Estuve en los lugares
más hermosos que he visto en mi vida y en los más detractores
de la dignidad humana.
Pero
así se muestra: Incredible India.
LW
La
autora es arquitecta y ayudante docente en la cátedra
de urbanismo de Alfredo Garay en la FADU-UBA.
En
las próximas ediciones de café
de las ciudades:
La Mega-ciudad Dual.
Experiencias en Mumbai y Delhi.
Una
cara y muchas cecas. Amritsar,
Jaipur, Agra.
Holly Benares: Varanasi.
The
City Beautiful: Chandigarh.
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a Latinoamérica.
“Incredible India” es el slogan estrella utilizado por Gobierno Nacional
para la promoción turística del país.
Ver
en este número el comentario a Slumdog Billionaire, la
película que transcurre en Bombay / Mumbai, en la
nota De
villero a millonario (miseria y violencia urbana en el
cine reciente).