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Año 12 / Número
131
/ Septiembre 2013 /
ISSN 2346-9080 >
REVISTA
DIGITAL |
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> SUMARIO |
La
mirada del flâneur |
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Incongruencias
de un restaurant de Tribunales
I
Por
Carmelo
Ricot |
A
YK

Desde hace ya un cuarto
de siglo nos juntamos a cenar los martes en un restaurant
cercano a Tribunales. Elegimos el lugar porque estaba
cerca de nuestras oficinas y no muy lejos de los barrios
donde vivíamos la mayoría. Ahora algunos trabajan o
viven más lejos, pero siempre hay una excusa para combinar
un trámite, un curso o la compra de alguna vestimenta
o aplicación tecnológica con la cena de la banda. El
día martes está en general exento de compromisos familiares,
casamientos, partidos de fútbol u otros impedimentos
para la reunión de amigos, salvo en diciembre por la
necesidad de acomodar las despedidas de año en los diversos
colectivos que integramos individualmente. Por eso las
reuniones se cortan poco antes de las fiestas y las
reiniciamos en febrero, cuando empezamos a volver de
las vacaciones. Somos siete; rara vez nos encontramos
todos, pero nunca hay menos de cuatro, lo que garantiza
la amenidad impersonal que nos atrae de los encuentros.
La mesa es siempre
la misma y está reservada a perpetuidad. Unos años después
de iniciar la rutina, alguien escuchó que al entrar
dos de nosotros un mozo le dijo a otro “llegaron los
de la 31” y ahí nos enteramos del número de la mesa.
Cuando llamamos a principios de año para reiniciar la
reserva, o cuando queremos pedir un plato en especial,
nos identificamos como “la mesa 31 de los martes” y
no con nuestros nombres, que ni los dueños ni el personal
conocen a pesar de los años pasados.
Hablando del personal, son mozos de oficio y
eso nos gusta; ni diseñadores ni actrices en espera
de triunfar en su profesión: gastronómicos, distantes
cuando hay que serlo pero atentos a las cambiantes demandas
de una mesa numerosa. Sin ser pretenciosa, la comida
es rica y abundante, y los precios razonables. Así era
cuando lo conocimos, así fue durante años y así continúa.
Todo esto explica nuestra
fidelidad al lugar; la fidelidad al grupo es algo más
difícil de entender. Compartimos en general el sistema
de valores y adscripciones ideológicas de los varones
heterosexuales de clase media profesional bonaerense,
formada en la educación pública, alejada de los extremos
en política. Todo esto nos genera una cierta tendencia
a asumir nuestra ideología como natural, pero a la vez
nos hace razonablemente tolerantes de la opinión ajena.
Cada uno de nosotros se desvía un poco de la media en
algo: la práctica religiosa, el snobismo cultural, la
costumbre monogámica o la búsqueda de la seducción permanente.
Pero a su vez, estos ligeros desvíos nos permiten cotejar
nuestras diversas maneras de encarar la vida y alternar
las conversaciones rutinarias sobre política, fútbol
y mujeres. También me pasa a veces que el rumbo de la
charla se aparta de mi interés y me encuentro en silencio,
fingiendo a los demás y a mí mismo que estoy escuchando
cuando en realidad mi interés se ha desplazado hasta
un tema del entorno inmediato o a una observación distraída
de los gestos y las expresiones corporales de mis amigos.
En
una de esas ocasiones empezó a inquietarme una vaga
preocupación acerca de la disposición y número de las
mesas. Concretamente, tenía en la cabeza el número que
designa a nuestra ubicación y la geometría aparente
de la disposición del local y algo parecía no corresponder.
Cuando hice consciente esa divergencia, traté de resolverla
y fue así que terminé contando la totalidad de las mesas
disponibles en el local. Para mi sorpresa, descubrí
que ese total no sobrepasaba las 18 unidades. Alguien
me hizo una pegunta en ese momento y me olvidé del tema,
hasta unas pocas semanas después, en que otra distracción
me llevó nuevamente al desajuste entre la denominación
de la mesa y la cantidad efectiva a la vista. Esta vez
me costó más que la anterior volver al hilo de la reunión;
de hecho, estuve hasta el final de la noche especulando
con distintas posibilidades que podrían explicar la
diferencia. Ninguna era satisfactoria. Aunque hubieran
decidido empezar la numeración por el 10, la cantidad
de mesas no hubiera alcanzado a 31; si por un motivo
muy extraño empezaban con el 20 (y por otro lado, ¿por
qué empezarían con el 20?), la mesa no era la undécima
ni contando hacia delante ni hacia atrás; nuestra mesa
no estaba en la tercera fila contando de atrás, adelante,
la izquierda ni la derecha, ni tampoco era la primera,
lo que anulaba la chance de una mesa “3-1”.
En la cena siguiente
me acerqué discretamente a la caja, con una pregunta
banal para espiar el diagrama que usaba el encargado
mientras escuchaba su respuesta. Lo que vi
no aclaró nada. Volví a la mesa y uno de los
mozos, preocupado por mi incursión a la caja, me preguntó
si estaba todo bien con el pedido y la atención, a lo
cual le respondí que sí, que por supuesto, como siempre.
No se si una charla
particularmente interesante o mi deseo de olvidar el
asunto me mantuvieron al margen de mi preocupación en
la cena siguiente, pero en la que siguió fui el primero
en llegar y retomé mi observación participante del salón.
Del otro lado de la caja, en sentido contrario a la
ubicación de los baños y con cierta dificultad de acceso,
al menos desde nuestra posición, la última mesa tenía
como fondo una pared con un espejo. Mirando con más
atención descubrí un tabique revestido en madera que
asomaba rematando la caja, pero en un plano anterior
a la pared del espejo. Estaba por acercarme cuando llegaron
dos de mis amigos y tuve que desistir. Al terminar la
cena, y aunque alguien se había ofrecido a llevarme
en auto hasta cerca de mi casa, le dije que tomaría
un taxi y luego de despedirme del grupo en la puerta,
pretexté la necesidad de ir al baño para reingresar
al salón, ya sin testigos. Era tarde y las mesas comenzaban
a vaciarse; eso me facilitó llegar a la pared del espejo
y comprobar que, efectivamente, había un espacio entre
el muro y el tabique de la barra. La mesa estaba vacía
y pude ubicarme frente
a ese espacio, muy estrecho y de la profundidad
de la barra y la cocina posterior, rematado en una puerta
con tablero superior de vidrio repartido. Jugado como
estaba, encaré los 3 o 4 metros del pasillo hacia la
puerta vidriada, a pesar de la advertencia amistosa
de uno de los mozos (“señor, ¿busca el baño?”). Lo que
vi del otro lado me terminó de desconcertar.

Aunque ya era tarde
y no había clientes, del otro lado de la puerta aun
estaban encendidas las luces y había gente trabajando
para limpiar un salón y acomodar unas mesas, del mismo
tipo, diseño y terminación que las de nuestro restaurant,
coincidencia explicable fácilmente porque en la práctica
se trataba de una sala que también le correspondía.
Debo haberme quedado un par de minutos mirando hasta
que el mismo mozo que me había advertido del baño me
dijo, amablemente, “señor, ya estamos cerrando”. Di
la vuelta, le sonreí como pude y me fui caminando comedidamente
apresurado hacia la calle. Sobre la calle paralela,
frente a la puerta de servicio del Tribunal, encontré
la entrada del salón oculto. Era más estrecho que el
nuestro, pero más profundo, y hacia el fondo, como en
una especie de púlpito, se adivinaba la barra, la caja
y el fondo de la cocina, compartida con el local donde
yo cenaba una vez por semana desde hacía casi 25 años.
La noche era agradable
y, como siempre que estoy confundido y necesito aclarar
las ideas, me puse a caminar sin plazos de llegada.
Un par de veces estuve por tomar un taxi, pero finalmente
llegué a mi casa a las 3 de la mañana. Al día siguiente
fui más tarde a la oficina y al mediodía anuncié que
me iba a hacer unos trámites. Tomé el subte y me bajé
en la estación Uruguay, de donde caminé unas cuadras
hasta el restaurant de enfrente de Tribunales, me ubiqué
en una mesa chica y pedí el menú del día. Reconocí los
platos y los precios, la lista de bebidas y el naturalismo
en el estilo de los cuadros que decoraban las paredes,
como asimismo el gusto por los espejos y la madera de
revestimiento. Reconocí a algunos mozos que hacía tiempo
no veía en las cenas, y confirmé que la cocina y la
administración funcionaban como rótula entre los dos
locales del mismo restaurant. En la boleta que pedí
figuraba mi mesa de aquel día como la número 7, pero
ya había hecho el ejercicio de asignar una numeración
a cada una de las mesas de ese salón y del de los martes,
y nuestra mesa era claramente la número 31.
Llamé a la oficina
para avisar que el trámite se había complicado y que
no volvería. Otra vez, aunque ahora a la luz del día,
volví caminando a casa.
Falté a la cena los
dos martes siguientes, pretextando un viaje el primero
y directamente sin avisar al siguiente. El lunes me
llamaron para ver si estaba bien y respondí que sí,
y que el martes nos veríamos, como siempre, en el restaurant
de costumbre.
CR
El
autor es suizo y vive en Sudamérica, donde trabaja en
la prestación de servicios administrativos a la producción
del hábitat. Dilettante y estudioso de la ciudad, interrumpe
(más que acompaña) su trabajo cotidiano con reflexiones
y ensayos sobre estética, erotismo y política. De su
autoría, ver Proyecto
Mitzuoda
(c/Verónicka Ruiz) y sus notas en números anteriores
de café
de las ciudades, como por ejemplo
Urbanofobias (I) en
el número 70, El
Muro de La Horqueta (c/ Lucila Martínez A.) en el número 79, Turín
y la Mole
en el número 105 y Elefante
Blanco
en el número 116. Es uno de los autores de Cien
Cafés.
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Política
de las ciudades
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Las
calles recuperadas
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Ciudades
brasileñas: el mundial de fútbol y la crisis del modelo
urbano
I
Por
Paulo Roberto Rodrigues Soares |
El
objetivo de este artículo es realizar un análisis de
las protestas en Brasil teniendo por base la crisis
urbana que vive en país en esta segunda década del siglo
XXI. Pérdida de calidad de vida, carencia de infraestructuras,
transporte público deficiente, atascos diarios en las
grandes ciudades y escalada de violencia son algunos
de los síntomas de la crisis que afecta las ciudades
brasileñas, aunque en los últimos diez años la economía
haya crecido y el país adquirió la condición de "potencia
emergente" y de una de las más grandes economías
mundiales. Una primera cuestión: algunos análisis, incluso
internacionales, apuntan estas protestas como "inéditas"
en la historia brasileña, llegando incluso a proclamar
la consigna "el gigante despertó".Una vez
más consideramos apresurados tales juicios. Brasil tiene
una larga tradición de movimientos de masas, por lo
menos desde la década de 1960. Empezamos por las grandes
movilizaciones por las "reformas de base"
(fiscal, política, agraria y educacional) en 1963, la
gran manifestación "de los 100 mil" en junio
de 1968 en Río de Janeiro en plena dictadura militar.
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Movilidad
de las ciudades |
Fachadas
y calles, dos caras de una misma moneda
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Prólogo
a El
espacio de la movilidad urbana, de
Manuel Herce Vallejo y Francesc Magrinyà
I Por
Andrés
Borthagaray |
Manuel
Herce es autor de una serie de estudios particularmente
valiosos sobre cuestiones de movilidad urbana, con un
aporte lúcido que permite comprender temas centrales
de la ciudad contemporánea. Este libro en particular,
escrito junto a Francesc Magrinyà, es un bienvenido aporte a un enfoque metódico
sobre el movimiento en ciudades y territorios en plena
mutación. Contribuye a transformar un concepto reduccionista,
basado en el estudio casi excluyente de flujos vehiculares
de tránsito y transporte, en uno más amplio referido
a la movilidad. Quien lea estos trabajos no se limitará
a considerar la idea de movilidad como un sinónimo a
la moda para hablar de transporte, sino que lo tomará
como un verdadero concepto superador, con otro significado.
El célebre economista Paul Krugman
postula que “nunca hay que subestimar el poder destructivo
de una mala idea”. Tampoco, podríamos agregar,
el poder constructivo con que el mejor conocimiento
disponible puede ayudarnos a cambiar la calidad de vida.
Aquí hay elementos científicos para distinguir uno de
otro.
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Política
y Movilidad de las ciudades |
El
Metrobus en la Avenida 9 de
Julio |
Eficacias
e ineficiencias. Una oportunidad desaprovechada
I
Por
Francisco Ortiz y Norberto
Spirtu |
Es
igualmente saludable que el debate en torno a la problemática
de transporte y movilidad de la ciudad se esté planteando
en torno a mejoras en el sistema de transporte público,
descartando soluciones basadas en la expansión de la
infraestructura vial, que han conducido a ciclos viciosos
ya estudiados, en los que la expansión induce demanda
llevando en el corto y mediano plazo a nuevas necesidades
de expansión de esa infraestructura, a la vez que se
incrementan los costos generales de mantenimiento. Asimismo,
creemos conveniente señalar que consideramos que el
modo conocido como BRT (por sus siglas en inglés bus
rapid transit) puede y debe integrarse
armónicamente al sistema de transporte público de la
Región Metropolitana de Buenos Aires para contribuir
a resolver algunos de sus problemas de movilidad. Sin
embargo, existen una serie de cuestionamientos, compartidos
por quienes suscriben esta nota, sobre la manera en
que se concibió, planificó, diseñó y ejecutó el proyecto.
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Hábitat
y Política
de las ciudades |
La
producción social del hábitat en América Latina |
Desafíos
para una Región en transformación I
Por
María Mercedes Di Virgilio y María Carla Rodríguez |
Dichas
transformaciones conviven con un contexto de crisis
global y civilizatoria en el que los debates sobre el
modelo productivo, el tipo de desarrollo y las tensiones
entre el modelo de desarrollo socio-productivo y la
cuestión ambiental se amplifican de manera creciente.
En este marco consideramos oportuno revisitar el campo
de la producción social del hábitat, habida cuenta de
que la cotidianeidad de grandes mayorías populares de
la región se desarrolla en relación con dichos procesos.
¿Qué ha ocurrido a lo largo de la última década? ¿Qué
tendencias se reconocen? ¿Qué políticas se han ensayado?
¿Qué dificultades se afrontan? La Producción Social
del Hábitat (PSH) y el conjunto de modalidades de autoproducción
impulsadas históricamente por los sectores de menores
ingresos, se desarrollaron como consecuencia de la persistente
brecha entre las características y alcances de la producción
capitalista de vivienda y la demanda social de vivienda
y hábitat.
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POSICiones
cordobesas |
Zona
F
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Buenas
intenciones, malos diagnósticos, nula incidencia
I Por
Carola Inés Posic |
Por
estos días el Concejo Deliberante de la ciudad
pondrá en discusión un proyecto de modificación
de las denominadas zonas F (F1, F2, F3 y F4) de la actual
Ordenanza de Ocupación del Suelo. Las Zonas F,
que engloban a 29 barrios de la ciudad, designan a "aquellas
áreas residenciales de ubicación periférica,
destinadas a consolidarse con un uso residencial de
baja densidad, con vivienda individual y/o agrupada,
admitiéndose la vivienda colectiva únicamente
en las parcelas frentistas a corredores que la propia
normativa detallada". El Proyecto, cuyos fundamentos
fueron anunciados a través de una nota periodística,
busca "conservar el perfil residencial de los barrios"
alterados por "la incesante instalación
de emprendimientos comerciales y administrativos".
Así se propone reducir la altura edificada de
10,5 metros (que permite construir tres a cuatro pisos
aproximadamente) a 7,5 metros. De esta manera solo se
podrá construir planta baja y un piso en el interior
de cada zona, permitiendo los 10,5 metros en corredores.
Por otra parte, se alentará la construcción
de mayor cantidad de viviendas en un 25%.
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Una
mirada arrabalera a Buenos Aires
I Columna
a cargo de Mario L. Tercco.
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En
este número:
Terquedad
pre-electoral
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El
"derecho" a ser expulsado de la ciudad, el predio del Batallón 601 en Villa Elisa y un repudio a la represión neuquina.
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Encuentros,
Jornadas, Seminarios, Congresos: Espacio
Público. Urbanismo y Movilidad, on
line con la FIU - Seminario Henry Lefebvre y la revolución
urbana, en Santiago - Seminario Internacional “Ciudades,
cultura y futuro” - Foro de reflexión Ciudadanía - Democracia
– Participación - Encuentro Nacional de Arquitectura
Comunitaria, en Tucumán - Congreso Virtual La Forma.
Aportes Disciplinares - Congreso
Latinoamericano de Sociología, en Santiago - Conferencia
online. Agua y planificación - El reto de fluir - III
Tercer Encuentro Internacional Estado, política y transformaciones
sociales en América Latina, en Mar del Plata -
Vivienda Colectiva Sostenible, en Barcelona Convocatorias
y Concursos: Riesgos
al Sur, Especial de Desastres y Sociedad en Argentina
- Casos Relevantes de Políticas de Suelo, Webinarios
del LILP - Concursos Holcim
de construcción sostenible - Anales 43, IAA - IV Premio
Internacional Alfonso E. Pérez Sánchez – Arte del Barroco
- RIUrb - Revista URBANA -
Cuadernos de Vivienda y Urbanismo
Cursos
y programas académicos: Master en Gestión
de la Ciudad - Introducción a la Arqueología de Buenos
Aires - El proyecto y la historia; cinco visiones de
la arquitectura del siglo XX y un epílogo - Cursos
on-line del Lincoln Institute
of Land Policy
- La “teoría de sistemas” en
la transformación de la cultura urbana, en la Di Tella
- Carrera de Urbanismo en la Universidad Católica de
Chile Exposiciones
y muestras: Pecados y virtudes
o "El extraño caso del Dr. J y Mr. C", por
Juan Fontana - Ciudades Reveladas, I Muestra Internacional
de Cine y Ciudad, en Buenos Aires - CON o SIN techo,
en el CPAU - Sulcis, fotografías de Davide Pagliarini - PASOLINI ROMA, en el CCCB - Razón y ciudad, Manolo
Laguillo en Museo ICO
Noticias
y publicaciones: Ganadores
Beca Presidente Nestor Kirchner 2013 - Observatorio
Nacional de Datos de Transporte (ONDaT) en Argentina - Grandes Projetos
Urbanos - Cuaderno Urbano 14 - Componente Participativo del Plan Integral de Movilidad de Rosario - El bono
demográfico.
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ACERCA DE CAFÉ DE LAS CIUDADES
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café de las ciudades
es un lugar en la red para
el encuentro de conocimientos, reflexiones y miradas sobre
la ciudad. No es propiedad de ningún grupo, disciplina
o profesión: cualquiera que tenga algo que decir
puede sentarse a sus mesas, y hablar con los parroquianos.
Amor por la ciudad (la propia, alguna en particular, o todas,
según el gusto de cada uno), y tolerancia con las
opiniones ajenas, son la única condición para
entrar. Hay quien desconfía de las charlas de café:
trataremos de demostrarle su error. Nuestro café
está en cualquier lugar donde alguien lo quiera disfrutar,
pero algunos datos ayudarán a encontrarlo. Estamos
en una esquina, porque nos gustan los encuentros, y porque
desde allí se mira mejor en todas las direcciones.
Tenemos ventanas muy amplias para ver la vida en las calles,
y no nos asustan sus conflictos. Es fácil llegar
caminando a nuestro café, y por eso viene gente del
centro y de todos los barrios (sí alguien prefiere
un ambiente exclusivo, que se busque otro lugar). No faltaran
datos sobre cafés amigos, porque nos gusta andar
de bar en bar: ¿cómo pedirle a los parroquianos que
se queden toda la noche en el nuestro? Esa es la única
cadena a la que pertenece el café
de las ciudades: la
de todos los cafés únicos e irrepetibles,
en cualquier esquina de cualquier ciudad.
*Marca en trámite
*Las notas firmadas no expresan
necesariamente la opinión del editor.
STAFF
Editorial Café
de las ciudades
ISSN 2346-9080
Director: Marcelo Corti
Diseño: Laura
I. Corti
Corresponsal
en Córdoba: Carola Inés Posic
Corresponsal
en Buenos Aires: Mario L. Tercco > 
CONTACTO
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