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AÑO 6 - NUMERO 54 - Abril 2007

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Título Subtítulo Ciudad
Número Revista
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La mirada del flâneur (I)

El deseo de conocer Barranquilla

Curramba, La Arenosa, Puerta de Oro I Por Carmelo Ricot

 

N. de la R.: La nota de Ricot incluye una serie de datos no chequeados sobre la ciudad de Barranquilla, que la superioridad editorial solicitó fueran debidamente aclarados para su publicación; el señor Ricot prefirió dejar los párrafos citados en su estado de indefinición, aduciendo el carácter "no técnico" de la nota y asumiendo la responsabilidad por el mismo, salvedad con la cual se publica.

Jaime y Margarita, dos amigos bogotanos que pasaron unos días en mi casa en Buenos Aires, olvidaron en el apuro de su partida un compact disc grabado con canciones del Caribe colombiano. Habíamos estado bebiendo ron y comiendo helado y bailando con esa música mientras esperábamos el taxi que los llevaría al aeropuerto; Margarita, que es caribeña, me había advertido en un momento que alguna vez debería visitar Colombia en Carnaval, y que en tal ocasión ellos me llevarían a Barranquilla, donde me aseguró que se festeja como en ningún otro lado la festividad pagana de disfraces y desvíos. "Ni siquiera en Río", confirmó Jaime la promesa de su esposa.

Solo tenía hasta entonces de Barranquilla la referencia de Betsy, una amiga muy simpática que ahora vive en la Argentina pero a la que nunca le había preguntado nada sobre su ciudad. La guía Lonely Planet de Sudamérica, que leí hace unos años, la menciona como una de las "trampas" que debe evitar el viajero en este continente, una ciudad caótica solo redimida por canalizar el desarrollo regional y evitar así el crecimiento excesivo y la degradación de Cartagena. Como a otras "trampas" mencionadas ya las conocía y, en general, acordaba con incluirlas en esa categoría, di la calificación como válida sin preocuparme demasiado.

Otras dos referencias eran la antigua canción cuyo estribillo cuenta que "se va el Caimán, se va el Caimán, se va para Barranquilla" (canción de la que ignoro si su versión original es la que se cantaba en los años de mi adolescencia en las cantinas de Suárez y Necochea, donde entre cada una de las infinitas repeticiones del estribillo se insertaba un motivo picaresco) y la aclaración que había leído unos años después sobre la verdadera naturaleza del Caimán, que no es un reptil cuyas costumbres migratorias lo lleven a la ciudad de la referencia, sino el nombre popular de un tren que se dirige o se dirigía hacia esa ciudad (considerando su cercanía, imagino posible que sea el mismo tren que otra vieja canción atribuye a Santa Marta a falta de tranvía...). El autor de esta aclaración usaba ese ejemplo para ilustrar su hipótesis acerca del escaso conocimiento mutuo que tenemos entre nosotros los habitantes de Latinoamérica, supuesto que no parece desatinado si consideramos estos malentendidos que estoy comentando. Lo cierto, entonces, es que hasta la involuntaria adquisición de ese CD, el nombre de Barranquilla evocaba en mi conciencia unas imágenes difusas de ciudad industriosa, vibrante pero desordenada y poco atractiva, cuna de simpáticas personas como mi amiga Betsy (carácter este que se debe asociar a toda Colombia, cuyas gentes parecen tener como atributo nacional ese magnífico don de la simpatía), surcada por trenes de asociación zoomórfica y menos agraciada que la también cercana Cartagena.

Un par de tardes trabajando en mi casa con la música de fondo del CD olvidado, y la posterior adquisición de un reproductor de MP3, que me dio la posibilidad de guardar la música de Jaime y Margarita y escucharla en mis viajes al Centro, me permitieron acceder a una información asombrosamente completa sobre la ciudad de la que tan poco sabía, e inclusive trasladarme a otros sitios vecinos de esa, por lo visto (o mejor, por lo escuchado), hermosa región. Así, de la escucha de canciones cantadas por gente de la que, excepción hecha del gran Carlos Vives, muy poco sé, como Joe Arroyo, Juan Piña, Joe Quijano y su combo El Cachana, Rafael Orozco, Nelson Henríquez o Alfredo de la Fe, gané no solo el conocimiento de nuevos (para mí) referentes de esa riquísima cantera musical que, por comodidad, se sintetiza en el demasiado genérico nombre de "música tropical" o del Caribe (o, peor aun, salsa) sino también una referencia más detallada de las características generales de Barranquilla.

Como Nueva Orleans, dice Vives con cierta imprecisión geográfica, la ciudad de Barranquilla tiene río y tiene mar: el Magdalena, que imagino caudaloso, y el infinito Caribe ("una gran sociedad", resalta Arroyo). Un cañón dice Henríquez que saluda al Magdalena, al que además besa una luna maravillosa (Piña dixit), y en un puente llamado Pumarejo, que imagino en su desembocadura, se unen el mar y el cielo. Esa interfase entre el río y el mar está poblado de manglares, o al menos lo estaba cuando llegaron los fundadores en 1629, y de playas y médanos, si hemos de explicar el apelativo de La Arenosa con que se conoce a la ciudad. Su carácter portuario hace de la ciudad la Puerta de Oro de Colombia, otro apodo con que coinciden sus festejantes en celebrarla. La exhuberancia del paisaje circundante se expresa en las flores de "bonitas batatillas" y los patios de guayaba y de ciruelos que Henríquez le atribuye, al menos a la "vieja" Barranquilla. Seguramente exagerando, Alfredo de la Fe llega a calificarla como "la ciudad más hermosa vista por ojos humanos", abriendo una enorme brecha con el sambenito de "trampa" que Lonely Planet endilgaba a La Arenosa.

Son instituciones y equipamientos significativos de Barranquilla su Universidad Autónoma del Caribe, su estadio Coliseo Cubierto, donde se realiza "el Festival de Orquestas", y "el conjunto barranquillero" de fútbol, el Juniors (al que, con poca tribuna en su haber, el cubano De la Fe iguala con el Sporting, seguramente su clásico rival). Las sucesivas canciones enumeran espacios públicos como la Plaza de la Aduana, la Plaza San Nicolás, el Camelón, la 72 donde "comemos chuleta, ay, con arroz" (de paso: ¿la 72 es calle o carrera?; ¿es donde están los puestos de chuleta con arroz, o un restaurante donde esta es particularmente sabrosa, o la calle que mejor rima para señalar una costumbre gastronómica que se extiende por toda la ciudad?), el Paseo, Pradomar y, entre ambos, La Felicidad (¿un barrio, una playa, un restaurant, una calle?).

Aunque todas las músicas populares del mundo saludan la belleza de las mujeres del lugar donde se compusieron, estas canciones son particularmente convincentes: hablan de mujeres "de lindo talle" que se menean como la flor de la patilla, festejan "que rico bailan" o comparan a la Luna "de rosa" con una moza barranquillera, "tan airosa". Rafael Orozco les atribuye una "sin igual hermosura, de ojos radiantes y labios rojos, sabor de fruta madura" y ser elegantes como una palmera real en la arena. El ya citado meneo acompaña bailes de inocultable influencia africana, como el garabato, el mapalé ("mueve los hombros", me había ya instruido Margarita sobre el secreto de esa danza endiablada) o la Curramba (¿baile, o nombre popular del Carnaval barranquillero, o nombre popular de la propia ciudad? - que en ese caso dispondría de tres apelativos de potente expresividad, uno por su accesibilidad, Puerta de Oro, otro por su geología, La Arenosa, y el propio Curramba de resonancias parranderas, además de otros como Perla de las Antillas, Reina de la Salsa o Reina del Mar).

Obligaciones protocolares o sinceros homenajes, la cita de músicos famosos es una invariante de las canciones barranquilleras: Peñalosa ("gran compositor"), Bolañito, Francisco El Hombre, Chema Gómez, el Supercombo Los Chéveres... Pero la heroína barranquillera por excelencia parece ser una cantante citada una y otra vez, Estercita Forero, la "Novia de Barranquilla". Otro recurso estilístico de las letras es la abundancia cinética de viajes y recorridos, donde muchas veces los músicos dicen estar de paso en un lugar o ir o venir de otro. Así aparecen otras ciudades y lugares de la región, recurso que se exaspera en las idas y venidas de Carlos Vives: "aquel día que estuviste en Urumita (y no quisiste hacer parranda)", "viajando para Fonseca yo me detuve en Valledupar", "alguien me dijo ¿de donde es usted, que canta tan bonito esta parranda?". Esa movilidad de los músicos y la mención de ese nombre musical que es Valledupar permite a Vives insertar historias como la de la brasileña que Rafael Escalona conoció "esa mañana", o la del viejito Compae Chipuco que solo cree en Pedro Castro y en Santo Ecce Homo y que "vive a orillas del río Cesar" (nuevamente una pregunta derivada: ¿es el Cesar afluente del Magdalena o corren ambos indiferentes a vaciar sus aguas en el gran Caribe?).

La atracción de la música me hace desear conocer Barranquilla, aun cuando el mismo CD trae canciones de Shakira, otra hija dilecta de la ciudad, según parece. A diferencia de las maddalenas que le trajeron a Proust el sabor del pasado, la música barranquillera me evoca algo desconocido, que se vuelve objeto de deseo y quiero explorar. En algún momento me impuse el propósito de conocer Barranquilla en un próximo Carnaval; visitaré su Plaza de la Aduana y comeré chuleta con arroz, si es posible "allá en la 72"; saludaré el encuentro del Magdalena y el Caribe desde el Puente Pumarejo, y bailaré como pueda garabato y mapalé, y visitaré, de paso, Valledupar y Santa Marta.

Desde la colección de datos que el ritmo y la sección de vientos hacen impactantes, construiré un conocimiento de la Barranquilla real. Sabrosa o decepcionante, la ciudad que me atrajo a partir de su representación musical me resultará amiga o indiferente, me dará nuevas pistas sobre el modo en que el arte genera el deseo de la ciudad o aquel, más inquietante, en que la ciudad usa el arte como uno de sus infinitos ardides de seducción.

CR



Sobre Barranquilla, a pesar de la inexplicable reticencia de Ricot a proveer información oficial, cdlc recomienda la lectura de la página Web de la Alcaldía Distrital. También, el sitio oficial de su Carnaval.

Sobre ciudades colombianas, ver también en café de las ciudades:

Número 32 I Lugares
Bogotá y sus dos modernidades I Un Foro Internacional del Espacio Público estimulante y civilizado, en una ciudad donde la cordialidad y la cultura ciudadana compiten con la lógica de los bunkers. I Marcelo Corti

(continuar la búsqueda en café de las ciudades)

 
Lima: de la urbe fundacional a la ciudad de los Borbones
Historiografía y periodificación del urbanismo virreinal limeño (1535-1824) I Por Isaac D. Sáenz

El gran reto de la ciudad fundacional fue cómo establecer un trazado y organizar el territorio en una trama preconstruida bajo parámetros nativos. Se trataba de una intervención, en primer lugar, sobre el espacio, donde lo urbanístico se supedita a las nuevas relaciones que se establecen con el medio, entendiéndose éste como una tabula rasa y no como producto de un extenso proceso, no obstante la presencia de infraestructuras y arquitectura indígena.
La organización espacial de la Ciudad de Los Reyes partía de la Plaza Mayor, que constituía un espacio aglutinador y simbólico del poder colonial, además de núcleo de articulación de la urbe.

 
Normativa urbana, casuística y visión procedimental
Sobre el debate "¿Evaluar impactos o planificar la ciudad?" I Por Artemio Pedro Abba

Que en 90 días se haya efectuado un diagnóstico de la situación por parte del Gobierno de la Ciudad, monitoreado por los actores involucrados (las organizaciones barriales, las empresas constructoras e inmobiliarias), y se hayan fijado algunos "procedimientos" especiales en estos "barrios en transición" (que se verá en el futuro hasta que punto son operativos) pareció un resultado impensado al inicio del conflicto. Se podría arriesgar la hipótesis de que el desarrollo institucional al interior de la ciudad de Buenos Aires es mayor de lo que suponía y avala la postura de incremento de lo procedimental en la gestión urbana.

 
Cordialidad y peligro en San Francisco
De los forty niners a Eric Cartman I Por Marcelo Corti

La buena arquitectura victoriana, la animada vida de las calles y el benigno clima de litoral marítimo coadyuvan a un carácter general de ciudad amable, seguramente la más amigable y liberal del pequeño grupo de ciudades estadounidense de impronta europea. Influyen de seguro en esta cordialidad urbana las herencias potenciadas de la beat generation de Kerouac, Burroughs y Ginsberg (de la que queda como testimonio la buena librería del poeta Lawrence Ferlinghetti en North Beach), el verano del amor de los hippies aun presente en Haight Ashbury, las revueltas estudiantiles de Berkeley y el poderoso movimiento gay.

 
Las políticas urbanísticas en su laberinto (II)
El Código de Planeamiento Urbano de Buenos Aires o la quimera de la Planificación: la densificación vertical de la Avenida Pedro Goyena, en Caballito y Flores I Por Daniela Szajnberg y Christian Cordara

Las modificaciones del CPU, desde 1989 en adelante, implicaron una flexibilización de las regulaciones postulativas del original, por ejemplo al duplicar el FOT de manera generalizada en varios distritos, al diversificar distritos residenciales y centrales, al ampliar los usos mixtos compatibles con vivienda o al generar condiciones, en el año 2000, para enrasar alturas o pedir cambio de uso industrial a residencial por convenio urbanístico.
El CPU tiene la capacidad de incidir en la estructura de precios del suelo urbano, y en consecuencia, de dar sentido a la transferencia de renta.

 
La metáfora babilónica
"Buenos Aires en llamas". I Por Mario L. Tercco

El más sofisticado de los intelectuales que execraron a Buenos Aires fue Ezequiel Martínez Estrada. Su libro La Cabeza de Goliat (1940), que complementa a Radiografía de la Pampa como ensayo de sociología territorial, es el más ilustrado y vehemente compendio de argumentos por los cuales Buenos Aires merecería casi ser reducida a cenizas, como en la metáfora del incendio que hoy propone Attaque. Ya en el comienzo, una cita de Rilke advierte que "una gran ciudad es cosa contra natura". Entre otras cosas, Martínez Estrada sostiene que:
- ...una ciudad, sea Roma, Cartago, Nueva York o Buenos Aires, es un tumor maligno que pocos gobiernos se deciden a extirpar.
- ...el pueblo que no necesita de la ciudad más que para albergarse mientras construye una civilización, ese es grande en verdad.

Proyecto Mitzuoda I Una ficción metropolitana contemporánea (por entregas). I De Carmelo Ricot, con Verónicka Ruiz

Entrega 30: Doble de cuerpo
Itinerario de un artista - Exposición multimedios - La fuga del hastiado - Indicios de una alteración - Opera prima y consagración - La música de los espacios secuenciales

 

Vázquez Zuleta y el turismo en la Quebrada de Humahuaca, Nidia Acero y las políticas de genero en Medellín. Laxalde: más sobre el zoning.

 

Calidad, contaminación y preservación del recurso agua, en Buenos Aires - Ciudades que Enamoran, en Paraná - Viaje de arte a New York - Congreso de Arquitectura del Paisaje, en México DF - Financiamiento a documentales sobre ciudades latinoamericanas - Dott, innovación social y diseño - Convención de Ordenamiento Territorial y Urbanismo, en La Habana - Seminario Internacional de Ordenamiento Territorial, en Mendoza - Una nueva forma de hacer ciudad

 

 

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