New York, barrio por barrio
Un
ambicioso y complejo programa de rezonificación urbanística.
La administración
del alcalde Michael Bloomberg busca dejar su sello en la normativa
territorial neoyorquina. Tras la inacción que caracterizó
a las oficinas de planificación urbana durante los años
de "Rudy"
Giuliani
(cuyo intento más serio de renovación urbanística
fue abortado ante objeciones del sector inmobiliario), ahora se
están analizando distrito por distrito, barrio por barrio
y, en algunos casos, manzana por manzana, los cambios necesarios
para compatibilizar los intereses de los desarrolladores con los
deseos de los vecinos. Y, por supuesto, con la economía
del municipio: tanto en la posibilidad de intervenir activamente
en la construcción de infraestructuras y servicios que potencien
las acciones previstas como, en un sentido más amplio, en
cuanto a la consolidación del rol hegemónico de la
ciudad en la economía global.
El zoning
de New York data de 1916, y se estableció como consecuencia
de la polémica ocasionada por la construcción de los
42 pisos del rascacielos Equitable. En 1961 se realizó una
serie de cambios y ajustes, y la acción del Departamento
de Planificación bajo la actual dirección de Amanda
Burden parece ser el principio de una tercera etapa en la zonificación
de la ciudad. En este caso, centrada en el abordaje proactivo
de proyectos estratégicos que combinan espacio público
y superficie para rentas urbanas, y en la densificación de
las grandes avenidas, manteniendo inalteradas las características
de las calles intermedias.
A diferencia
de aquel primer zoning de 1916, centrado en la separación
funcional de industria y residencia y otras clases de resguardos
contra la superposición de actividades incompatibles, los
planes actuales atienden a la nueva economía del conocimiento
y de los servicios avanzados a la producción que, según
Saskia
Sassen (ir a número
10 de cdlc),
caracterizan a New York como "ciudad global". Pero también
se intenta combatir ese efecto no deseado (a veces...) de las ciudades
globales, como es la gentrificación de las áreas
centrales. El resultado es una serie de proyectos que prevén
la construcción de cientos de miles de metros cuadrados de
oficinas, condominios de lujo, y algunas viviendas subsidiadas
para sectores de ingresos medios y bajos. Y entre los instrumentos
usados para conseguir estos objetivos se encuentran, por ejemplo,
la bonificación de indicadores de densidad, ocupación
y altura, a cambio de la construcción o financiamiento de
vivienda subsidiada o de aportes a los fondos de mejoramiento de
distritos, el reembolso de los mayores impuestos a cobrar en el
área en los fondos de mejoramiento, o la venta de espacios
aéreos.

Distintas
estrategias:
Según
el New
York Times,
el Departamento de Planificación desarrolla cuatro tipos
distintos de proyectos de rezonificación:
- Conversión
de antiguas fábricas y áreas industriales
en zonas de comercio y residencia. Esto afecta especialmente a
aquellas propiedades ubicadas en zonas costera, ubicación
ideal para la construcción de lujosos condominios residenciales.
- Zonas
de oficinas, que competirán con los más de un
millón de metros cuadrados de oficinas construidas en los
últimos años en New Jersey, del otro lado del Río
Hudson (competencia que es explícita en el discurso del
departamento).
- Zonificación
contextual de zonas sometidas a intensa presión desarrollista,
con miras a mantener el carácter de ciertos barrios y en
especial de las calles interiores, aumentando en cambio la densidad
en las avenidas. Estas operaciones implican un estudio muy detallado
("de grano fino") de las alturas, alineamientos de calles,
índices de asoleamiento, etc., y procuran evitar la implantación
de edificios de gran impacto y escasa sutileza contextual.
- Reducción
de índices en barrios residenciales, una variante más
estricta de la estrategia anterior, que en general se aplica en
barrios de muy alto nivel económico y, dicho sea de paso,
electoralmente muy favorables a Bloomberg. Algunos ven una contradicción
en estas medidas que se oponen al normal desarrollo de los mercados
inmobiliarios, cuando en otras áreas menos favorecidas
(como el oeste de Harlem) se desestiman por ese mismo motivo propuestas
de vivienda subsidiada y protección de la industria.


Otros tipos
de propuestas de zonificación tienen una orientación
más temática o sectorial que de tratamiento
de áreas específicas. Por ejemplo, existen programas
para alentar la creación de cafés en las veredas de
muchos barrios donde hoy no están permitidos, o a modificar
la prestación de servicios de estacionamientos o recolección
de residuos, para edificios de interés comunitario como escuelas
y sanatorios. También se pretende estimular la realización
de espacio de uso público y propiedad privada, y concretar
la costanera de circunvalación de Manhattan. Y hasta se incorporan
conceptos de corrección política, como el de cambiar
la expresión "iglesias" por "casas de culto",
pare mejor expresar la diversidad religiosa que caracteriza a la
ciudad.
Por
los barrios
En aparente
sintonía con el slogan oficial que define a New York como
"ciudad de barrios", los proyectos abarcan a todos
los boroughs (distritos) neoyorquinos. En el Downtown de
Manhattan, por ejemplo, no muy lejos del promocionado proyecto de
Libeskind – Childs para el Ground
Zero
del World Trade Center, se propone la intervención de Hudson
Yards. Se trata de un desarrollo de torres alrededor de un parque
que atraviesa el interior de las manzanas entre las avenidas 10ª
y 11ª , de la calle 34 a la 39. Está previsto conectarlo
a un paseo que se generará en el oeste de Chelsea, convirtiendo
un ramal ferroviario abandonado en un eje paisajístico. Los
propietarios de las áreas cercanas se beneficiarán
con la venta de derechos aéreos para edificar con mayores
alturas que las actualmente permitidas. El plan tiene la expresa
intención de contribuir a que Manhattan mantenga su condición
de principal centro financiero internacional. El equipo consultor
que elaboró el Master Plan de la zona incluye, entre otros,
a Cooper Robertson & Partners y a Arquitectonica, y a especialistas
en paisaje, diseño sustentable, tránsito e ingenierías.
El proceso
de formulación de un plan urbano de estas características
requiere varios años de gestión. El proyecto del Hudson
Yard, por ejemplo, se inicio en junio de 2002, cuando el Departamento
de Planificación, asociado con la Corporación para
el Desarrollo Económico de la Ciudad de Nueva York, contrató
a un equipo multidisciplinario para diseñar un Plan Maestro
para la transformación del área. El Departamento realizó
una serie de forums informativos
en noviembre
de 2002 donde la Ciudad presentó el Análisis
Urbano realizado por los consultores. Previamente, en diciembre
de 2001, el Departamento presentó un borrador de
plan que sirvió de base para los trabajos de planificación
actuales. En junio del 2002, la Ciudad contrató
a otro equipo de Consultores para preparar análisis de mercado,
proyectar el desarrollo potencial del área y realizar un
cronograma del desarrollo, y para evaluar nuevos desarrollos que
soporten la financiación de las obras de infraestructura.
En octubre de 2002 la Autoridad de Transporte Metropolitano (MTA), en
conjunto con la Ciudad, inició un estudio ambiental
que analiza la propuesta de rezonificación para el área,
incluyendo la extensión del Subterráneo. El
trabajo final fue presentado en junio de 2003 incluyendo 18 alternativas
divididas en cinco grupos. 15 reuniones publicas se realizaron durante
2002, 40 durante 2003 y 14 en el curso del 2004. Estas reuniones
incluyen Senadores y Representantes al Congreso, el sindicato de
los trabajadores del acero, cámaras de comercio locales,
sociedades de arquitectos, la Autoridad Portuaria y toda organización publica que
se interesara y decidiera participar.
El Departamento
de Planificación está decidido a que este proyecto
de planificación de gran escala se desarrolle en
colaboración con el publico. Los procesos de revisión
públicos y de las agencias involucradas demandaron varios
años y el plan definitivo se prevé estará
terminado a fines del 2004. Durante este tiempo se han organizado
varios debates públicos, presentaciones y forums con la comunidad.
Finalmente una
vez presentada formalmente la Aplicación, el Community Board
tiene 60 días para revisarlo, y durante los siguientes 125
días el proyecto puede todavia ser modificado hasta que el
Concejo lo apruebe. A partir de allí se actualiza
el Plano de Zonificacion, se realizan los planos de calles
y parques y se seleccionan los terrenos para iniciar el Desarrollo.
Según
el Departamento de Planificación, "este proyecto
aprovechará una infrecuente oportunidad de construir un vasto
y dinámico distrito en el corazón de nuestra ciudad,
un lugar donde la gente querrá trabajar, vivir, visitar e
invertir". Las autoridades aseguran que el proyecto incluirá
generosos espacios abiertos, un agradable frente costero, 24 horas
de actividades y "la arquitectura innovadora que
merece New York".
Los proyectos
en marcha para este "lejano oeste" neoyorquino incluyen
la ampliación del Centro de Convenciones Jacob K. Javits,
y la construcción del nuevo estadio del equipo de fútbol
americano de los Jets. Esta última es una de las partes más
controvertidas de toda la operación, y es justificada por
las autoridades en la necesidad de mejorar las chances de la ciudad
para lograr ser designada como sede de las Olimpíadas del
2012. Pero la fuerte oposición vecinal ("¿por
qué construir un estadio en una ciudad donde es difícil
encontrar asientos en las escuelas?", se preguntan algunos)
parece adelantar un fracaso similar al del proyecto de Giuliani
para el nuevo estadio de los Yankees.



En el downtown
de Brooklyn, y en Long Island City, en ambos casos áreas
cercanas a la ribera del East River, también está
prevista la creación de espacios de oficinas: los proyectos
proponen (en palabras del Departamento de Planificación)
"un vibrante mix de residencia, industria liviana, empresas
comerciales y actividades culturales". Para preservar el
carácter mixto del área en la actualidad, el proyecto
del área costera de Greenpoint-Williamsburg (que abarca unas
170 manzanas) permitirá la coexistencia de industria liviana
con usos residenciales, y el acceso irrestricto a los paseos costeros.




En cambio, en
lugares como Staten Island y Throgs Neck (Bronx), Bay Ridge y Bensonhurst
(Booklyn) y el corredor entre College Point y Kew Gardens en Queens,
se intenta preservar la escala residencial de baja densidad.
Ciertas operaciones
como la realizada en el este de Harlem, donde se incrementaron los
índices en las avenidas principales para permitir la construcción
de edificios de apartamentos de 12 pisos de altura, procuran restablecer
el mercado residencial en las áreas exteriores al corazón
de Manhattan.
Brooklyn:
progreso y gentrificación
Algo similar
ocurre en Park Slope, otro de los barrios en boga en la otrora "cenicienta"
de los distritos neoyorquinos, el Brooklyn. Allí los precios
de los nuevos apartamentos han subido de menos de 4.000 a 6.000
dólares el metro cuadrado en los últimos 3 años.
Una rezonificación realizada en abril del año pasado
permite realizar edificios de 12 pisos de altura sobre la Cuarta
Avenida, preservando algunas áreas de baja densidad. Según
Burden, "esta es una oportunidad de balancear preservación
y crecimiento". En los nuevos desarrollos residenciales,
se reproducen algunos caracteres iconográficos de la arquitectura
tradicional del área: mansardas de cobre, arcos ojivales
en las entradas, pequeños arcos en los parapetos donde se
apoyan los techos, y barandas curvas en los jardines delanteros.
Como ocurre
en la mayoría de los barrios expuesto a la gentrificación,
la población de Park Slope declina en número, aunque
aumenta la cantidad de viviendas: de 1980 a 2000, los residentes
pasaron de 65.200 a 62.200, pero se agregaron 800 viviendas a las
29.000 unidades existentes. Y el porcentaje de residentes mayores
de 25 años creció del 50 al 60% entre 1990 y el 2000.
Esto refleja el arribo de jóvenes profesionales solteros
o sin pareja estable, en reemplazo de las antiguas familias del
barrio. Una de las razones de este auge es que las áreas
elegantes de Brooklyn, desde las que se accede en pocos minutos
a Manhattan en subte o en taxi, tienen apartamentos de superficies
amplias a relativamente bajo precio, o por lo menos menores
que en la isla: un matrimonio entrevistado por el New York Times,
se mudó recientemente desde un pequeño apartamento
del Upper West Side a un apartamento de unos 140 m2 de superficie,
cuyo precio fue 590.000 dólares. "Nunca hubiéramos
conseguido el mismo espacio por ese precio en Manhattan –dicen-,
y además tenemos amigos que se han mudado a este barrio y
lo aman". Por lo pronto, el área genéricamente
definida como Park Slope abarca a muchas manzanas que hasta hace
unos años eran solo "el sur de Brooklyn". Varias
señales ratifican ese nuevo carácter "trendy"
de Brooklyn: un desarrollador planea comprar la licencia de
los Nets de New Jersey para instalarlos en una nueva sede, diseñada
por un arquitecto de fama mundial en la esquina de las avenidas
Flatbush y Atlantic, en el barrio de Prospects Heights (ver el número
16
de
café
de las ciudades);
uno de los últimos episodios de la serie televisiva Sex
and the city muestra al tout Manhatan trasladándose
en masa a un pequeño teatro allende el East River para la
presentación de una obra independiente.
Fernando Pastor,
arquitecto del estudio de Cesar Pelli, explica esta tendencia en
que "más que un barrio neoyorkino, Brooklyn es la
cuarta ciudad mas populosa de los Estados Unidos, con una fuerte
y diversa comunidad comercial, áreas residenciales integradas
al Downtown, actividades culturales e instituciones de educación
de primera categoría y con una red de transporte muy avanzada
y bien distribuida. La proximidad a Manhattan, solo separada de
la isla por el East River, cruzado por varios puentes como el Brooklyn
Bridge, la hace una atractiva opción para relocalización
de empresas y neoyorquinos que buscan dejar los altos impuestos
y costos de la isla sin perder su proximidad".


Bonificación
urbanística y zonificación inclusiva:
Un ejemplo de
bonificación urbanística es el One Beacon Court,
un condominio de lujo en Lexington Av. entre la 58 y la 59, diseñado
por el estudio de Cesar Pelli. 13 de sus 24 pisos, y más
de la mitad de sus 105 departamentos (cuyos precios oscilan entre
2,1 y 26 millones de dólares, lo que hace algo improbable
que allí se instale la sede corporativa de café
de las ciudades...) han sido posibles gracias a que sus
desarrolladores construyeron o pagaron casas para gente de ingresos
limitados en otras zonas de la ciudad. Los constructores reciben
hasta cuatro metros cuadrados de compensación en derechos
de desarrollo por cada metro cuadrado de vivienda subsidiada
que realizan en algunos de los barrios más elegantes de la
isla. Por ejemplo, para agregar 44 departamentos de unos 90 m2 cada
uno al Lyric, un edificio de 23 pisos en Broadway y la 95, el desarrollador
debió construir 11 apartamentos subsidiados en West 105.
Otro grupo empresario construyó un condominio de 20 pisos
unas cuadras al norte de Broadway, en la esquina con la 107, y gastó
900.000 dólares en un lote de menos de 200 metros cuadrados
en la 108 para construir 5 departamentos: así obtuvo un 20%
de bonificación en su proyecto. Los apartamentos subsidiados
se alquilan a un costo de entre 600 y 800 dólares mensuales,
y sus usuarios deben cumplir con las estrictas condiciones de ingreso
(por lo menos según los envidiables standards neoyorquinos,
que consideran merecedor de estos subsidios a personas cuyos ingresos
ronden entre los 25.000 y los 35.000 dólares anuales) y ganar
un sorteo". En los últimos años se han construido
más de 100 apartamentos subsidiados en toda la ciudad.
Similares medidas
se han adoptado en New Jersey, Maryland y California. Pero cabe
la pregunta sobre los reales efectos sociales de esta "zonificación
inclusiva", una medida que permite a los desarrolladores
generar 4 veces más unidades de vivienda de lujo por cada
vivienda protegida. ¿Esto no tiende a consolidar, más
que corregir, el fenómeno de gentrificación? Es
cierto que el principal costo para los desarrolladores no es el
de la construcción de las viviendas subsidiadas, sino la
altísima incidencia del precio del suelo sobre estas. Esto
justificaría la aparente desproporción del bonus,
pero es previsible que el efecto final de estas bonificaciones sobre
el precio de la tierra es justamente hacerlo subir aun más,
con lo cual las pocas unidades de vivienda protegida irán
quedando cada vez más como pequeños islotes de "mixtura"
social en un mar de condominios "chics".
En general,
tanto las operaciones de expulsión de industrias como la
reducción de índices urbanísticos en vastos
sectores de la ciudad, tienden a aumentar la incidencia del costo
de la tierra y a encarecer la vivienda, lo cual dificulta la
permanencia de sectores populares e incluso favorece mecanismos
más o menos "espontáneos" de segregación
racial. Estos mecanismos de gentrificación son comunes a
todas las grandes ciudades norteamericanas: en la reciente película
Río Místico, dos protagonistas comentan la
invasión de yuppies a un barrio periférico
de Boston, y risueñamente proponen como antídoto "una
ola de crimenes".
New York es
en tal sentido el centro de una zona de altísimos precios
de propiedades. Según Pastor, "los precios son entre
un 80% y 100% mas altos que los de New Haven, que es la ultima estación
del tren desde Grand Central Station. Los pueblos mas cercanos a
New York van equilibrándose a los precios citadinos. Por
supuesto que la gran mayoría de la gente que trabaja en
New York vive en los barrios alrededor de Manhattan, que
en realidad son ciudades autónomas, con sus autoridades,
distritos escolares, policía, bomberos, etc.".
 
Intereses
encontrados, y la pregunta por los costos
Como señala
un artículo del New York Times, "para bien o para
mal, estas propuestas podrían dar forma a la calidad de vida
y la vitalidad económica de la ciudad por varias décadas.
Y aunque son enormemente ambiciosas, algunos planificadores están
preocupados de que no estén lo suficientemente pensadas".
Los más críticos señalan la aparente falta
de pensamiento estratégico hacia la ciudad tal como será
en los próximos 50 o 100 años, y la excesiva complacencia
hacia las demandas de los desarrolladores inmobiliarios.
Dentro de esta
visión puede englobarse también a las agrupaciones
vecinales que defienden su actual calidad de vida y se sienten
amenazadas por las consecuencias ambientales de estos proyectos.
Los residentes del West Side, por ejemplo, ya han desarrollado exitosas
campañas de oposición a proyectos como la de una autopista
elevada en los `80, y más recientemente contra el proyecto
de Donald Trump para construir un frente costero de torres elevadas
entre la calle 59 y la 72. Y en la actualidad enfrentan la propuesta
para el estadio de los Jets, probablemente con aliados tan poderosos
como los empresarios teatrales de Broadway y los dueños del
Madison Square Garden.
Unos y otros
concuerdan, sin embargo, en el diagnóstico que Michael Schill
(director del Furman Center para el sector inmobiliario y políticas
urbanas en la Universidad de New York) sintetiza en una frase: "estamos
en un momento de la historia en el cual la cara de la ciudad puede
cambiar para siempre".
Por supuesto,
una compleja estrategia de competitividad económica
y una delicada ingeniería financiera están en el corazón
de estos proyectos de renovación urbana. Daniel Doctoroff,
comisionado del alcalde para el desarrollo económico, sostiene
que "la administración Bloomberg reconoce como una
parte básica de la economía moderna a la transición
de una gran economía basada en la industria a una economía
postindustrial". Aclara, sin embargo, que la administración
está comprometida a mantener y fortalecer la industria
que aun permanece en la ciudad. y que, tras décadas de
perder empleos, la industria comienza a estabilizarse. Según
Doctoroff, "la industria remanente tiene una gran ventaja
competitiva en su localización".
Ahora bien,
¿será capaz el Ayuntamiento de sostener las enormes inversiones
en infraestructura y servicios que requiere la realización
de estos ambiciosos proyectos? Hace pocos días el alcalde
y el Gobernador Pataki anunciaron que el costo de los proyectos
para el oeste de Manhattan llega a los 2.800 millones de dólares.
Algunos legisladores anunciaron que se opondrán, por ejemplo,
a utilizar 350 millones del presupuesto del presupuesto de la autoridad
del Battery Park para solventar la expansión del Javits Center.
La administración ya viene de un polémico incremento
del 18,5% en las tasas inmobiliarias, e intenta acordar con la industria
hotelera (una de las más interesada en la realización
de los proyectos para el área) una tasa de un dólar
y medio por noche por cada cuarto de hotel, para alimentar un fondo
de infraestructuras en apoyo de estos planes.
Pastor considera
que, pese a la ambición que expresan estos planes, tiene
un componente de realismo si se considera que "están
basados en la participación privada de cientos de developers
en la ciudad mas pujante del mundo". Un
dato parece darle la razón: más de 60.000 permisos
de construcción fueron otorgados en los últimos 40
meses, más que los que se concedieron entre 1990 y 1998.
Esto también parece diluir las dudas acerca de si la demanda
de espacio de oficinas en los distintos boroughs neoyorquinos
será suficiente como para justificar la cantidad de proyectos
de rezonificación que incluyen ese programa. Y considerando
que este incremento de demanda se da en un momento histórico
signado en gran parte por la masacre de septiembre de 2001, quedan
claras al mismo tiempo la vitalidad de New York cómo ciudad,
y la persistencia de las grandes ciudades como hitos sociales,
culturales y políticos en la vida de la humanidad.
MC

La
sección
de real estate (entre otras) del New York Times,
trae con frecuencia buena información sobre los procesos
urbanos de la ciudad. De hecho, gran parte de esta nota está
basada en artículos publicados en dicho diario los días
14 y 28 de diciembre, 18 de enero y 26 de marzo.
La
página del Departamento
de Planificación
de la Ciudad de New York
presenta muy buena información sobre los planes y proyectos
de rezonificación, incluido el plan estratégico de
la agencia, y un muy buen mapa de la "Ciudad de Barrios".
Ver
en el número
17
la nota de Josep Alías sobre el Plan
de París.
Ver
notas sobre New York en los números
0, 4-5,
10
y otros de café
de las ciudades.
Zoning y Carta de Atenas
Con frecuencia
se confunde el zoning normativo de la ciudad de New York
y otras codificaciones similares, con la rígida separación
de funciones preconizada por el urbanismo moderno ortodoxo.
O como lo señala Odilia Suárez, el zoning del Movimiento
Moderno y el zoning estructuralista, "que mezcló
todos los usos y le dio una función estructural a cada zona"
(Revista de Arquitectura de la SCA n° 203). Son en realidad conceptos
distintos: el primero tiene objetivos higienistas y de minimización
de molestias. El urbanismo de las 4 funciones (habitar, trabajar,
recrearse
y circular)
tiene un sentido más amplio, de estructuración
general y hasta ideológica de la ciudad, con todas las
dificultades de congelar la etapa analítica del análisis
urbano en una propuesta de concreción efectiva.
Pero no obstante
la asociación que se hizo en su momento entre este urbanismo
y la producción fordista, y la visión crítica
que sobre estas ideas predominan a partir de los trabajos del Team
X, el fenómeno contemporáneo de los Grandes Objetos
Urbanos (shopping malls, aeropuertos, autopistas, urbanizaciones
cerradas, parques de oficinas) parece responder a aquella concepción
de la ciudad por funciones separadas. Claro que con cierto
grado de perversión, especialmente por el carácter
privatizador de estas experiencias, y por su vocación fragmentadora
de la ciudad y el territorio. Nada más opuesto a las grandes
esperanzas de renovación e integración social que
animaban la redacción de la Carta de Atenas.
Giuliani:
¿sobrevalorado?
La imagen positiva
que, dentro y fuera de New York, posee el ex alcalde Rudolph Giuliani,
parece poco explicable en función de la real transformación
urbana de la ciudad durante los años de su gestión
(1993-2001). A diferencia de otros alcaldes prestigiosos, desde
Haussmann a Maragall, la administración de "Rudy"
no ha dotado a New York de transformaciones territoriales perceptibles,
ni siquiera de nuevos mecanismos de desarrollo inmobiliario. El
prestigio del republicano Giuliani se asienta, en cambio, sobre
su atildada actuación durante los trágicos
episodios del 11 de septiembre de 2001, y en especial sobre el aumento
de la seguridad urbana y la consiguiente mejora de la calidad
de vida en ciertos barrios de la ciudad. Este aumento de la seguridad
suele atribuirse a las políticas de "tolerancia cero"
impulsadas por Giuliani, una variante de la teoría de "la
ventanilla rota" de su primer Jefe de Policía, William
Bratton. Se pasó así de la idea de garantizar la
calidad y compostura del espacio público, como forma
de desalentar las conductas criminales, a la idea de no dejar ningún
tipo de contravención sin castigo para desalentar la escalada
de violencia y las carreras criminales. Los descensos de las tasas
de criminalidad registrados durante la era Giuliani parecieran confirmar
la eficacia de estas teorías, pero muchos críticos
afirman que las mismas tasas de mejora en seguridad se registraron
también en la gran mayoría de las ciudades norteamericanas
en el mismo período, incluso en aquellas donde gobernaban
administraciones liberales.
La verdadera
razón de la mejora residiría, en cambio, en el crecimiento
sostenido de la economía durante los años de la
presidencia Clinton, y en el ostensible mejoramiento de la condición
social de los afroamericanos (que aumentó el costo de
oportunidad de iniciar una carrera delictiva). Incluso, una
controvertida investigación liga la legalización del
aborto en los años ´70 con la disminución del número
de hijos de madres solteras adolescentes y de minorías étnicas,
el grupo social más propenso a ingresar en la delincuencia.
El merito de
Giuliani no sería, de acuerdo a estas interpretaciones, más
real que el del brujo que baila la danza de la lluvia. Por el contrario,
la aplicación de las ideas de Guliani habría incrementado
los episodios de violencia policial y de criminalización
de la pobreza y la diferencia étnica, ya castigadas por
los recortes en los planes sociales (una de las actividades favoritas
de los republicanos, junto con el bombardeo preventivo de países
exóticos y el chismorroteo sexual sobre sus adversarios electorales).
|