Historia en dos ciudades
Urbanización
y urbanidad en Tandil y en José C. Paz.
Por
Mario L. Tercco
Dos noticias
aparecidas en la misma semana en sendos diarios argentinos invitan
al debate sobre la forma en que se están desarrollando los
procesos de urbanización en el Area Metropolitana de Buenos
Aires y en el interior del territorio bonaerense.

El martes dos
de noviembre, La
Nación
informaba sobre el extraordinario crecimiento demográfico
y turístico que está experimentando la ciudad
de Tandil, en pleno centro de la provincia, a 331 kilómetros
al sur de Buenos Aires y al pie de las sierras que interrumpen la
llanura pampeana: "hay un 394 por ciento más de plazas
de alojamiento que en 1996; la población que habita en las
sierras aumentó un 22 por ciento desde 2001 y la distribuidora
local de energía eléctrica coloca más de 1500
medidores de consumo por año". Según el Censo
Nacional del
año 2001, la población del municipio de Tandil llegaba
a poco más de 100.000 habitantes, mientras que en la actualidad
se radican entre 3 y 4 familias por día, en su mayor parte
provenientes del Area Metropolitana de Buenos Aires.. La contrapartida
de este boom demográfico es la presión descontrolada
del mercado inmobiliario sobre los terrenos ubicados en la falda
de las sierras, que amenaza destruir el paisaje natural, y el aumento
del valor del suelo urbanizable, que triplicó o cuadruplicó
su precio en el lapso de 3 años. Como una respuesta provisoria,
mientras se estudian los impactos de la nueva situación,
la Municipalidad propuso un proyecto de ordenanza para suspender
por 180 días las construcciones en zonas serranas "hasta
tanto se discuta y acuerde un plan de ordenamiento territorial de
la región".

Mientras tanto,
en la "extrema
periferia"
de la metrópolis Buenos Aires, el Municipio de José
C. Paz aprobó una ordenanza para vender 53 cuadras del
Barrio Parque Peró a sus residentes y convertirlo así
en un barrio privado. Según informa Clarín
del viernes
5 de noviembre, Parque Peró es "un complejo de 25
manzanas fundado hace más de 70 años. Allí
hay unas 300 propiedades, pero sólo viven permanentemente
120 familias. El resto de las viviendas funciona como casas de fin
de semana de personas que compraron durante los ‘90, tentadas por
el verde y la paz que se respira en el barrio, donde hay desde chalets
lujosos hasta casas humildes. En 1991, los habitantes de Parque
Peró lograron que el Municipio les permitiera cercar el barrio,
a cambio de que ayudaran financieramente a una escuela. La justificación
fue que, con tantas calles abiertas, era frecuente que entraran
ladrones. Ahora el barrio tiene una sola entrada, con una garita
de seguridad que pagan los vecinos. En teoría, el tránsito
por esas calles es irrestricto, pero en la práctica sólo
ingresan los habitantes o visitas". En el 2001, la Sociedad
de Fomento Parque Peró solicitó a la Municipalidad
comprar las calles internas del Parque y convertirlo en barrio privado.
En septiembre de este año, el Concejo Deliberante aprobó
una ordenanza que autoriza la venta de las calles por 1.267.042
pesos argentinos (algo más de 400.000 dólares) que
deberán ser utilizados "para obras públicas y
para generar fuentes de trabajo".
José C. Paz era hasta 1995 parte del Municipio de General
Sarmiento, una jurisdicción que abarcaba también los
actuales distritos de San Miguel y Malvinas
Argentinas,
con una población cercana al millón de habitantes.
La división dejó a José C. Paz como uno de
los municipios más pobres y con una base económica
más débil de toda la metrópolis. Según
Página
12
del domingo 7 de noviembre, es el distrito que recibe más
subsidios por habitante: "en José C. Paz viven 230
mil personas en condiciones de vulnerabilidad extrema. Según
estimaciones del gobierno municipal, cerca del 50 por ciento de
la población está desocupada y el 80 por ciento se
encuentra por debajo de la línea de pobreza. El principal
ingreso de los vecinos proviene de programas sociales que el Gobierno
nacional y la Provincia de Buenos Aires ejecutan en el municipio".
En un caso se
defienden las sierras y la calidad de vida, en otro se pretenden
defender las condiciones de seguridad de un barrio aislado entre
la pobreza. En ambos casos, la normativa y los instrumentos del
planeamiento resultan inadecuados para gestionar una realidad
compleja y especialmente contradictoria.
Una realidad
que obliga a plantear preguntas sobre la actual tendencia de radicación
territorial. Por ejemplo: ¿la gente se está yendo de la megaciudad
de Buenos Aires para reiniciar una vida más civilizada en
pequeñas ciudades del interior del país, beneficiadas
por la ventaja relativa de precios de productos agrícolas
y con mejores performances ambientales y sociales?
En diciembre
de 2002, durante la peor etapa de la crisis argentina, Gustavo
Karaman y Pablo Reynoso explicaban
en el número 2 de café
de las ciudades su idea
de la huida de la metrópolis hacia emprendimientos productivos
solidarios en el interior de la provincia. El inverosímil
auge de Tandil parece relacionado con esta idea (aunque probablemente
no restringida a sectores de extrema pobreza, como planteaban Karaman
y Reynoso, sino ampliado a diversos sectores de la clase media)
. No como una huida antiurbana sino, por el contrario, como la
búsqueda de una urbanidad perdida en la desangelada megalópolis
porteña.
Mientras Tandil
aun puede plantearse sus crisis de crecimiento y negociar el destino
de los futuros desarrollos territoriales José C. Paz solo
discute si las calles cercadas por un muro serán propiedad
de sus vecinos o del Municipio: en ningún caso públicas,
en una periferia que parece haber perdido toda aspiración
de civismo. Nadie cuestiona la privatización en sí:
un vecino sostuvo que "si se venden las calles, la Sociedad de
Fomento funcionará como un consorcio y empezaríamos
a pagar expensas". Otro, que "nos están extorsionando:
dicen que si no compramos las calles nos sacan el cerco actual".
Y un funcionario de la Municipalidad (¡...!) considera que "la
lógica es que la gente compre las calles: ahora se da una
situación de privilegio. Si no, tendríamos que cercar
cualquier otro barrio. A los vecinos les conviene: subiría
el valor de sus propiedades. Los servicios públicos los seguiremos
brindando nosotros".
Esta privatopía vecinal tiene su correlato en la explosión
tandilense, donde una empresa desarrolladora (Lagos y Sierras de
Tandil SRL) radicó un recurso de amparo ante la Justicia,
en el que solicita se le permita lotear y construir un barrio cerrado
sobre una ladera casi virgen, "con amplia arboleda y con
una vista imponente del Lago del Fuerte, principal espejo de agua
de esta ciudad". La
Nación
habla de 44 parcelas de 100 a 150 metros cuadrados cada una (superficie
que parece demasiado restringida y que probablemente corresponda
a la de las viviendas o adolezca de un cero...). ¿Cuál
es la justificación de un barrio cerrado en una ciudad
sin problemas graves de inseguridad, de escala intermedia y en contacto
directo con el paisaje natural y rural?
La respuesta
municipal, con los 180 días de "cuarentena", habla
de un vacío de instrumentos normativos adecuados (en la ciudad
de Buenos Aires, otra disposición frena por 180 días
la radicación de locales gastronómicos en uno de los
barrios de moda, Las Cañitas). En esto está implícita
la falta de respuestas de la Ley 8912 (que regula desde 1977
el uso del suelo y el ordenamiento territorial en la Provincia de
Buenos Aires). Mientras que en José C. Paz la ley no es capaz
de impedir la privatización y desurbanización de un
sector de la ciudad (y mucho menos ofrecer una alternativa a las
actuales tendencias de desarrollo metropolitano basadas en la urbanización
cerrada), en Tandil es insuficiente para contener el crecimiento
desordenado y destructor del paisaje.
MLT
Ver
las notas Queremos
cambiar el escenario, porque la ciudad ya no nos acepta
(entrevista a Gustavo Rodríguez Karaman y Pablo Reynoso),
Muros
de la Vergüenza
y La
extrema periferia,
de Ricardo de Sárraga, en los números 2, 14 y 16,
respectivamente, de café
de las ciudades.
Sobre
Malvinas Argentinas, otro de los nuevos municipios surgidos de la
división del antiguo distrito de General Sarmiento, ver la
nota El
impacto metropolitano de los grandes proyectos urbanos,
de Norberto Iglesias, en este mismo número de café
de las ciudades.
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