Ciudad próxima
Urbanismo
sin género.
Por
Zaida Muxí Martínez
Introducción
Los cambios
en la economía mundial han incidido sobre la forma y las
dinámicas de nuestras ciudades y, también, sobre la
variedad de origen y de modos de vida de los que las habitamos.
Estas modificaciones nos plantean nuevos retos y paradójicamente
la necesidad de retomar otros que se creían superados: el
derecho a la ciudad para todas y todos… La compleja realidad
urbana que habitamos no debería posibilitarnos el seguir
trabajando sólo desde la abstracción del dibujo, desde
los conocimientos estrictamente técnico-profesionales, no
podemos pretender creer que somos capaces de representar y entender
las necesidades de una variedad de gentes y culturas cada vez más
diversas.



Diversidad
de la población. Fotos: Zaida Muxí
Y no sólo
por la inmigración sino porque cada uno de nosotros ya no
se corresponde estrictamente con el patrón ideal que hizo
posible la ciudad moderna en la que aun nos basamos en el proyecto
de ciudad. Déjenme que me explique: la ciudad actual o tardo-racionalista
es la ciudad de las funciones de la Carta de Atenas con un decorado
escenográfico que le da diversidad y "diversión",
quitándole la solemnidad higienista propia de la modernidad;
y a la vez es también una ciudad infinitamente repetida,
una igual a otra sin referencias.


Ciudades
divertidas: ciudadanas y ciudadanos
no contamos sino como consumidores y turistas,
ajenos a la vida real y cotidiana. Fotos: Zaida Muxí
Se trata de
huir de un modelo de ciudad, comenzando por huir del término
ya que la idea de modelo comporta la definición de un ejemplo
trasladable y repetible, y la ciudad está lejos de poder
ser un elemento clónico.
Necesitamos
un pensamiento y una práctica urbana de la proximidad, de
lo pequeño, no sólo la ciudad del dibujo que es la
ciudad de la distancia de un mundo perfecto a la medida de nuestro
papel o nuestra pantalla. Se confunden realidades con líneas,
sin embargo, la ciudad es la vida cotidiana, el día a día.
Las ciudades son cada una única e irrepetible, la ciudad
como definición es una asociación de gentes diversas,
esta aseveración nunca ha sido tan cierta como a principios
del siglo XXI: orígenes diversos, opciones de vidas diversas,
intereses diversos… y sin embargo, los "renders"
que pretenden ser la realidad anticipada contienen todos los
mismos personajes.
Es necesario,
por supuesto, tener una idea o proyecto general, global de ciudad,
con sus respectivos planos y dibujos, para poder incorporar variaciones
y realidades que correspondan a la proximidad y no a la lejanía.
La ciudad del príncipe que domina a los otros es la de la
maqueta o foto aérea, donde todos y todas somos fichas móviles
según el capricho de un juego que juega otro ("El
mapa es más puro que el territorio, porque obedece al príncipe",
Corboz, 2004). Por ello, aunque se actué circunstancialmente
como técnicos - técnicas y como políticos -
políticas, no se ha de olvidar que en primer lugar somos
ciudadanos y ciudadanas y en tanto que tales hemos de trabajar de
manera participativa para proyectar el futuro de nuestras ciudades.
Los retos futuros
de las ciudades, tanto aquellos pertenecientes a las demandas de
escala global como las de escala local sólo se llevarán
a término de manera equilibrada y sostenible, es decir, que
perdure y mejore en el futuro al tiempo que se creen nuevos sentidos
de pertenencia, si se hace con la participación activa de
toda la ciudadanía, políticos- políticas y
técnicas-técnicos pero también, y fundamentalmente,
las gentes diversas que habitamos las ciudades.
Nombrar
la ciudad en femenino
Género
es la construcción cultural de roles atribuidos a los sexos,
esta construcción asigna espacios y da prioridades. Lo privado
y lo público, pares complementarios y a la vez antagónicos.
Lo cotidiano es secundario y relativo; el exterior, lo público
es principal e importante, por lo tanto solo formulable desde
las teorías neutrales, racionales y abstractas, no desde
la experiencia. Esta valoración discriminadora tiene su formalización
en el orden doméstico y en el orden urbano, dos figuras que
son complementarias e inseparables.

Los
espacios de poder público son para los hombres. Lo privado,
y el interior son femeninos; lo público, el exterior son
masculino.
Fotos: Zaida Muxí
El discurso
de género se articula en la aceptación de la estructura
patriarcal, de jerarquías y que está garantizada su
repetición y perpetuación por el parentesco. Esta
escenificación y puesta en práctica de roles tiene
dos espacios: la casa y la ciudad. Es necesario desvelar
los discursos y significados detrás de las formas.
"(...)
Gerda Lerner, por su parte, ha descrito el género como ‘la
definición cultural de la conducta definida como apropiada
a los sexos en una sociedad dada en una época dada. Género
es una serie de roles culturales’. (...) Todo esto quiere
decir que lo que conocemos como «hombre» y lo que conocemos como
«mujer» no consiste en un conjunto de atributos, en un conjunto
de objetos predominantemente naturales, sino que se trata en gran
parte de construcciones culturales. (...) Victoria
Sau ha definido el patriarcado como ‘una toma de poder histórica
por parte de los hombres sobre las mujeres cuyo agente ocasional
fue de orden biológico, si bien elevado éste a la
categoría política y económica’. (...)
en la organización dominante del conocimiento, las mujeres
hemos quedado fuera. Porque, tradicionalmente, el sujeto del pensamiento,
el sujeto del discurso, el sujeto de la historia, el sujeto del
deseo es un ser masculino que se declara universal, que se proclama
representante de toda la humanidad. Según el pensamiento
de la diferencia sexual, el sujeto del conocimiento no sería
un ser neutro universal, sino sexuado; y el conocimiento que
ese sujeto pretendidamente universal ha producido a lo largo de
la historia sería solamente conocimiento masculino, conocimiento
en el que la mujeres no nos reconocemos. Porque, en las sociedades
patriarcales, los hombres habrían construido su identidad
masculina como única identidad posible, y nos habrían
negado a las mujeres una subjetividad propia. De ahí la condena
ancestral al silencio. Por tanto, lo que conocemos como femenino
en el patriarcado, no sería lo que las mujeres son o han
sido en el pasado, sino lo que los hombres —o algunos hombres— han
construido para ellas, han dicho que ellas son. Y lo son en relación
especular con lo masculino, vacías por tanto de contenidos
independientes. Precisamente esta carencia de subjetividad femenina
independiente sería necesaria para la perpetuación
del patriarcado, para que las mujeres aceptemos nuestra subordinación
social en el marco de una familia fundada en el contrato sexual"
(Rivera Garreta, María-Milagros, 2003).
El desafío
es construir un espacio sin género ni orden patriarcal,
por lo tanto, sin jerarquías, un espacio para visibilizar
las diferencias, un espacio de todos y todas en igualdad de valoración
de miradas, saberes y experiencias. Resignificar la construcción
de nuestras ciudades a partir de la experiencia que del mundo tengan
hombres y mujeres, dos maneras de enunciar una realidad única.
Se trata de
afirmar la experiencia de cuerpos sexuados que signifique el reconocimiento
de las diferencias, de la identidad escogida y construida, que será
la que posibilite una empatía auténtica con los otros,
permitiendo la pertenecía o adscripción a grupos o
a conjuntos sociales desde una verdadera sintonía y elección
y no desde la imposición de una jerarquía cultural-educacional-social.
La representación
histórica, a través de cuadros, y contemporánea,
a través de la publicidad, sitúan perfectamente los
espacios de influencia asignado a cada género: para los
hombres la calle (pensar en la diferente connotación
de hombre público, de la calle y mujer pública, de
la calle) y para las mujeres un interior controlado.
Las ventanas
son el marco a través del cual lo femenino, como modelo cultural
y jerárquico, se cuela en el exterior, ventanas reales o
metafóricas: vive el exterior a través de las experiencias
del hombre de la casa; la calle es observada desde la ventana
y desde la televisión viviendo así la mujer una
realidad mediada por otros. Siendo ésta una construcción
deseada, buscada por las jerarquías dominantes, ya que aunque
se desconozca o se niegue la presencia de mujeres en el ámbito
exterior, las mujeres han estado y están presentes. Revolucionarias
francesas o proletarias del XIX, sólo por citar algunas,
también hicieron posible cambios en los que no se les reconoce
su participación, sino ¿por qué, por ejemplo, cuesta
tanto encontrar una calle con nombre de mujer (que no sea reina
o santa), que es una manera directa de reconocer presencia, construir
discurso e historia?
Las mujeres
han estado presentes activamente en todos los momentos históricamente
decisivos de la cultura occidental pero han sido invisibilizadas.
Este es un problema aun hoy presente. No se reconoce más
que una manera de hacer y explicar las cosas, por lo tanto las mujeres
que hayan roto los tabúes y las jerarquías han sido
silenciadas, apartadas…
La categoría
de análisis más difícil es la categoría
mujeres. La teoría de géneros plantea la dificultad
de desbrozar qué parte del pensamiento "femenino o de
mujeres" es propia y cuál es la que asignan los roles
culturales, por tanto patriarcales y jerárquicos…
"Pensar
en otros términos plantea el problema de si es posible pensar
desde fuera de la cultura, desde fuera del orden simbólico
en el que las mujeres hemos sido socializadas, desde fuera del orden
patriarcal en este caso. Hay quien sostiene que no, que nada escapa
a la marca de la cultura que tenemos, pues es esta la que nos humaniza…
hay quien sostiene que es posible un "pensamiento del afuera",
fuera del espacio clásico de las representaciones… el pensamiento
de las mujeres ha buscado y hallado, sin embargo, siglo tras siglo,
(...) pensar en otros términos, pensar fuera del sistema
es, pues posible" (Rivera Garreta, 2003).
La experiencia
de vivir en la ciudad en un cuerpo sexuado en femenino tiene que
ser enunciada y escrita. Nos hemos acostumbrado a asumir
que existe un cuerpo de conocimiento neutral que se asocia con saberes
técnicos. Y, sin embargo, esta afirmación está
lejos de ser cierta, vivimos una sociedad que se ha forjado bajo
una visión dominantemente masculina, y un sistema patriarcal
de orden simbólico. Hacer visible la diferencia es el primer
paso para construir un orden simbólico diferente, en el que
las mujeres podamos decirnos desde nuestra experiencia vital.
En el mundo
de la posmodernidad, que a mi entender significaría asumir
las diferencias, el fin de una única mirada dominante nos
ha de posibilitar reivindicar la primera diferencia -hablar de diferencia
nunca es hablar de desigualdad- entre el ser hombre y el ser mujer.
A partir de construir este mundo dual, a veces complementario, pero
esencialmente diferentes, podemos comenzar a pensar en hablar de
procesos de igualdad.
"…La
experiencia personal, su estatuto de originalidad, está muy
desprestigiada en nuestra época, a este desprestigio han
contribuido sobre todo el estructuralismo y la crisis de la subjetividad,
el desmoronamiento de la identidad estable, todo eso que se suele
llamar «la muerte del autor»: un pensamiento que antepone las estructuras
del discurso al individuo que habla, acusando de esencialista el
recurso a la propia experiencia como justificación de algo.
La experiencia femenina personal vive, en cambio, en la práctica
política del movimiento de mujeres" (Rivera Garreta,
2003).
Frente a la
valoración excesiva del saber racionalizado y hecho universal
por el poder se ha de valorar la experiencia real del otro, en
este caso la otra. La posibilidad de decirse comienza por poder
describir la propia experiencia, por valorar las transmisiones de
saberes no reglados y por activar la capacidad crítica desde
cada mirada.
Breve
reseña de las aportaciones de mujeres al pensamiento urbano.
La invisibilidad
de las mujeres no es sólo la de la mujer-persona sino que
también lo es, en la formación académica que
recibimos técnicos y técnicas del urbanismo, de aquellas
que han contribuido y contribuyen al pensamiento de la ciudad.
No es fácil
rastrear aportaciones de mujeres, ya que la historia se ha encargado
de borrar sus huellas. En este sentido un trabajo encomiable es
el que realiza Dolores Hayden (1982) desde hace más de dos
décadas, en el que visibiliza las aportaciones de las mujeres
pioneras en el pensamiento de la nueva ciudad norteamericana. La
oportunidad de un nuevo mundo no se podía dejar pasar, así
lo comprendieron muchas mujeres y, también, hombres que participaron
conjuntamente en proyectos de nuevas maneras de vivir. Este
pensamiento reformista estaba fundamentalmente dirigido al espacio
de la casa, a las tareas domésticas. Entendiendo la casa
como célula básica del tejido urbano y por lo tanto
cambiando ésta podía pensarse una estructura urbana
diferente.
Destacan las
propuestas de casas sin cocina, que serán una variable
imprescindible en todas las propuestas tendientes a una igualdad
de oportunidades. Si ciertas actividades fueron extraídas
del hogar para mejorar su eficiencia (educación, salud,…),
siguiendo los criterios mecanicistas y racionales del XIX, ¿porqué
no ha corrido la cocina la misma suerte? (Muxí 2005) Seguramente
porque en el alimento se depositan una serie de características
simbólicas que no interesa cuestionar, la madre como nutriente
biológica, pura naturaleza, sustraída de los valores
de conocimiento. Sin embargo, son muchos los ejemplos de barrios
y viviendas sin cocinas o con cocinas compartidas, desde su aparición
pública en la Exposición Internacional de Chicago
de 1893, propuesta por Ellen Swallow Richards. Esta idea de cocina
pública y espacios de comer familiares en las casas tendría
sus seguidores: en las ciudades jardín de Welwyn y Letchworth
se atendió a las particularidades de sus futuros habitantes,
proponiendo casas sin cocina, viviendas cooperativas para gente
sola y viviendas para los mayores: "El máximo defensor
de la vivienda cooperativa en Inglaterra, Ebenezer Howard, admiraba
a los reformadores americanos como Edward Bellamy y Marie Howland
(...) en 1889 ayudó al British Nationalist Club a preparar
los planes para un experimento utópico en Essex, las notas
para el diseño de esta colonia, publicada en Nationalization
News en 1893, se convirtieron cinco años después en
Las ciudades jardín del mañana (...) Howard
con sus asociados Raymond Unwin and Barry Parker desarrollaron la
Cooperative Quadrangle donde las tareas domesticas eran compartidas
por una cooperativa de inquilinos, como la unidad básica
residencial de una ideal ciudad jardín..." (Hayden,
1982).
Finalmente,
en 1909 Howard pudo realizar en Letchworth la primera ciudad jardín,
donde en un comienzo se evitaron las construcciones cooperativas,
la construcción de "Homesgarth", treinta y dos
apartamentos sin cocina en cooperativa, "enfatizando su
innovación como una respuesta pragmática a la cuestión
de los sirvientes y a la cuestión de la mujer, cuando se
dirigía a clientes de clase media. En 1913, Howard y su mujer
se trasladaron a vivir en este conjunto...".
Dolores Hayden
también ha trabajado con la memoria de ciudadanas y ciudadanos,
nunca tenidos en cuenta, construyendo a partir de trabajos participativos
un nuevo paisaje de la memoria en Los Ángeles "The
Power of Place". Sus trabajos pioneros muestran que el
discurso único no es representativo y significa dominio de
unos sobre otros.
En su libro
Redesigning the American Dream: The Future of Housing, Work,
and Family (1984, 2002) examina cómo las mujeres han
sido sistemáticamente excluidas o se las ha hecho sentir
inseguras en los ambientes urbanos. Previamente había
escrito un ensayo publicado en 1981, "What would a non sexist
City Be Like? Speculations on Housing, Urban Design and Human Work",
que comienza:
"El
lugar de la mujer es en el hogar" ha sido uno de los principios
más importantes en el diseño arquitectónico
y en la planificación urbana en los Estados Unidos de América
durante el último siglo. Un principio más bien implícito
que explícito para la profesión del diseño,
conservadora y dominada por los hombres (...) esta cuestión
ha generado mucho menos debates que otros principios fundamentales
de la ciudad americana contemporánea en la era del monopolio
capitalista, que incluye la presión destructora de la urbanización
de tierras privadas, la dependencia fetichista del vehículo
privado, y el uso desmedido de la energía… las mujeres desoyendo
esta norma han ingresado en masas en la fuerza laboral pagada. Edificios,
barrios, y ciudades diseñadas para mantener en el hogar a
las mujeres las constriñen física, social y económicamente.
(...) el remedio para esta situación es desarrollar un nuevo
paradigma del hogar, del barrio y de la ciudad(...) que deberá
soportar más que restringir las actividades de las mujeres
trabajadoras y sus familias (...)".
Otra aportación
significativa y, posiblemente, más reconocida ha sido la
de Jane Jacobs, quien en 1961 escribiera Muerte y vida de las
grandes ciudades americanas. Que formaría parte, con
toda una serie de escritos aparecidos en esa década, del
cuerpo de conocimiento crítico e independiente que marcarían
el pensamiento urbanístico que cuestiona la ciudad de la
función, la ciudad de la máquina y la ciudad que olvida
a sus habitantes.
Otra aportación
ya clásica e imprescindible fue la visión aportada
por Denise Scott Brown a los trabajos que realizaría en colaboración
con Robert Venturi; es especialmente relevante el trabajo que realizaron
conjuntamente con Steven Izenour Aprendiendo de Las Vegas (1972).
La mirada de Denise Scott Brown más popular, acostumbrada
a resaltar las aportaciones de la gente común y encontrar
en ello aspectos para aprender se sumaron al conocimiento más
clásico y académico de Robert Venturi; la unión
de ambas miradas es el sello que signa la ingente producción
de este equipo.
La falta de
reconocimiento al trabajo compartido llevó a que Denise Scott
Brown realizara la siguiente aclaración en el prólogo
a la edición de 1977:
"(...)
La nota de Robert Ventuuri sobre la autoría de la primera
edición, con su reconocimiento de coautores y colaboradores,
fue virtualmente ignorada por casi todos los que reseñaron
el libro. Los resentimientos personales ante el caballeroso tratamiento
a mi aportación y las atribuciones que en general han hecho
arquitectos y periodistas me llevaron a analizar la estructura social
de la profesión, su dominación por machos de la
clase alta y el énfasis de sus miembros en el Star System
arquitectónico. El resultado es un articulo titulado "Sexism
and the Star System in Architecture" (Venturi, Izenour,
Scott Brown,1998).
Una aportación
importante a un urbanismo con visión de mujer fue realizada
desde la geografía urbana feminista, siendo las precursoras
las académicas de Gran Bretaña, haciendo importantes
aportaciones que comenzaban con cuestiones derivadas de la propia
experiencia:
"Recuerdo
con claridad un espectáculo que solía impresionarme
mucho cuando tenía nueve o diez años. Yo vivía
entonces a las afueras de Manchester, e "ir a la ciudad"
era un suceso (...) en el trayecto cruzábamos el valle llano
del Río Mersey (...). Toda esa planicie, la extensión
entera Manchester, se dividía en campos de fútbol
y de rugby (...) se cubría hasta donde alcanzaba la vista
de cientos de personas pequeñitas que corrían por
todos lados persiguiendo balones (...). Yo no iba a esos campos
de juego; parecían estarme vedados, tratarse de otro
mundo […] mi pretensión se limita a afirmar que espacio y
lugar, los espacios y los lugares, así como el sentido que
tenemos de ellos se estructuran recurrentemente sobre la base del
género (...) esta estructura genérica del espacio
y lugar simultáneamente refleja las maneras como el género
se construye y entiende en nuestras sociedades, y tiene efectos
sobre ellas" (Massey, 1998).
En territorio
español, desde la recuperación de la democracia se
ha visibilizado un pensamiento feminista que también ha llegado
a la arquitectura y el urbanismo (Bofill, 2005). Antes he de aclarar
la peculiar situación que se da en nuestro contexto, ya que
a pesar de existir una primera mujer, Matilde Ucelay, egresada de
la Escuela de Arquitectura de Madrid antes de la sublevación
y posterior guerra civil que llevarían a la dictadura franquista,
no será hasta el año 1964 que comenzó, y con
cuentagotas, a haber arquitectas egresadas de las escuelas españolas.
Este retraso académico ha llevado consigo que la formación
de las futuras arquitectas esté signada por la visión
masculina y pretendidamente neutral de la enseñanza y
por lo tanto de la profesión, llevando a ocultar sensibilidades
y miradas no avaladas por la repetición académica.
Aun a riesgo
de dejar olvidos, señalaría algunos trabajos y autoras
claves en el urbanismo con visión de género en territorio
español, dentro de las I Jornadas de Feministas Independientes
en 1980, en Barcelona. Anna Bofill propuso en la conferencia Mujer
y arquitectura (Bofill 1981) una mirada diferente de las mujeres
sobre el entorno, poniendo de manifiesto la relación entre
estructura patriarcal y la forma de nuestras ciudades. En 1984,
en unas jornadas interdisciplinarias organizadas por el Seminario
de Estudios de la Mujer de la Universidad Autónoma de Madrid
se hace una primera incursión sobre el uso del espacio en
la vida cotidiana.
En 1991 la antropóloga
Teresa del Valle publica el estudio "Las mujeres en la ciudad,
un estudio aplicado a Donostia" y en 1997 "Andamios para
una nueva ciudad". En 1995 Isabel Segura publica la Guía
de Mujeres de Barcelona, donde se buscan las huellas de los pasos
de las mujeres por la ciudad desde la época romana hasta
la actualidad, espacios prohibidos y espacios vividos, leyendo la
historia urbana desde otro lugar, haciendo visible aquello más
allá del monumento, los márgenes de la historia tradicional.
En la década
de los noventa se harán encuentros y jornadas en varias ciudades
de manera habitual, comenzando en 1997 en Vitoria con "La ciudad
con, de, desde, para, según las mujeres". En Madrid
la asociación La Mujer Construye organiza en 1997 los primeros
"Encuentros de mujeres en arquitectura" que se repetirán
cada año. En 1999 en Barcelona se realiza el primer Congreso
de las Mujeres de Barcelona, trabajo de participación de
los consejos de mujeres de los diez distritos realizándose
una ponencia "El espacio urbano, los tiempos y las mujeres"
donde se hacen propuestas sobre vivienda, espacio urbano, accesibilidad
y seguridad urbana. Este año también se publica por
la Fundació Maria Aurèlia Capmany el "Manual
de Recomendaciones para la concepción de los aglomerados
urbanos desde la perspectiva de género" como resultado
del proyecto europeo "Las mujeres y la ciudad" realizado
por Anna Bofill, Isabel Segura y Rosa M. Dumenjó.
En el año
2005 se realizaron en Barcelona las I
Jornadas Urbanismo y Género,
que resultaron de un gran impacto mediático y contaron con
la participación de técnicas nacionales y extranjeras
de un amplio abanico profesional. La peculiaridad de estas jornadas
fue la implicación de diferentes organismos y que su amplia
difusión hiciera que no se limitara a un saber entre pocas
sino una discusión abierta. Estas jornadas fueron coordinadas
por Isabela Velásquez.
Entre otras
arquitectas, urbanistas, y profesoras que levantan una voz disidente
frente a la neutralidad impuesta destacaría la labor de Inés
Sánchez de Madariaga (2004), que ha realizado numerosas investigaciones
y escritos en torno a urbanismo y género. También
destacan grupos de mujeres que desde una labor técnica y
cívica incentivan tanto la participación de las mujeres
como el abordaje del tema urbano desde otro punto de vista: Grupo
Suburbanas de Sevilla, Rurbanas de Cataluña, Precarias a
la Deriva entre otros grupos.
La
ciudad del tercer milenio
La mirada de
la experiencia femenina sobre la ciudad construida, una mirada crítica
que tiende a una adecuación del entorno construido para mejorar
la igualdad de oportunidades en el uso y disfrute de la ciudad,
tiene que ver en una primera aproximación con hacer visible
las necesidades de todos y todas aquellas que no son tenidos ni
tenidas en cuenta en el pensamiento dominante. La ciudad se planifica
mayoritariamente para un hombre (rol de género y no sexo)
de mediana edad, en plenas condiciones físicas, con trabajo
estable y bien remunerado que le permite tener coche privado y que
tiene en casa una esposa que le aguarda con todo hecho y preparado.
Pensemos sino en la proporción de inversión pública
ligada a mejoras viarias para vehículos privados (mejora
de calzadas, autovías, túneles, rondas…) comparada
con la inversión en un trasporte público más
eficiente, más detallado, que llegue a más puntos
y con mayor frecuencia. La proporción de usuarios de vehículos
privados es mayoritariamente masculina y en parte mínima
con respecto al total de la población. Queda claro, por lo
tanto, para quién se proyecta la ciudad y el territorio.
Las mujeres,
por la vivencia de acompañante, asignación ligada
al género, solemos destacar las dificultades y necesidades
de otros y otras, no la mirada exclusivista ni neutra universal.
La mujer como madre, cuidadora, nutridora (nuevamente papeles de
género) habla por experiencias compartidas: aceras insuficientes
para acompañar a alguien que necesita ayuda, para pasar con
carros de bebés o carros de la compra; la iluminación
de las calles que continúa primando iluminar la calzada cuando
los coches llevan luz en detrimento de la iluminación de
la acera. Lo vemos, por ejemplo, en la iluminación con farolas
tipo de carretera en calles con aceras arboladas que dejan con
poca luz el espacio de peatones. Los transportes públicos
siguen primando los traslados obligados, considerando éstos
sólo de áreas de residencia a áreas de trabajo
y zonas de estudio, sin considerar los traslados –más complejos
por lo tanto más difíciles de analizar y responder-
de las mujeres, cuyos recorridos no son nunca de punto a punto,
sino que son en zigzag, aprovechando el espacio entre actividades
para hacer otra. Los caminos escolares están muchas veces
llenos de obstáculos, dificultades y peligros, llegando muchas
veces al colmo de una escuela sobre una vía más o
menos rápida con una acera de 2 o 3 metros. La penalización
del peatón es otra queja, ¿cuánto han de andar los
peatones para llegar a un paso de cebra? Sabemos que menos semáforos
potencian un tráfico más fluido y por lo tanto más
rápido, nuevamente nos preguntamos ¿para quién se
piensa esta ciudad?
La seguridad
y la percepción de la seguridad son muy diferentes para las
mujeres que para los hombres, por ello es importante ponerse en
nuestra piel a la hora de planificar espacios públicos. Usos,
límites, transparencias, visibilidad e iluminación
son variables a tener en cuenta según la experiencia de mujeres.

Espacio
seguro- espacio inseguro: estación de tren - Estación
de Plaza Cataluña, Barcelona, proyectada con mirada de mujer:
transparencia para evitar espacios invisibles y por lo tanto inseguros.
Siempre se está acompañada por las miradas desde el
otro lado. Proyecto de Anna Bofill. Parque en la avenida Meridiana
"jardins del bosquet dels encants" El diseño no
ha tenido en cuenta la percepción de seguridad. La topografía
y el tupido follaje bajo no dejan relación visual calle-interior
y viceversa, se crea un espacio inseguro interior donde, a pesar
de los juegos infantiles, no suele haber mujeres ni niños.
Fotos: Zaida Muxí
La política
del tiempo y los horarios es otra complicación. Compaginar
horarios de colegios, actividades extraescolares y un trabajo en
la esfera productiva requiere un gran esfuerzo, cuando no la claudicación
de las propias aspiraciones personales y profesionales de las mujeres.
Las mujeres
reclaman una ciudad compleja y de proximidad, con buen transporte
público y en espacios públicos seguros que permitan
elegir en libertad el uso que hacemos de la ciudad.
Ahora bien,
si hace más de treinta años que la crítica
feminista denuncia el sesgo de las políticas urbanas que
favorecen a los hombres y a la ciudad funcional, como una estructura
que no favorece la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres,
¿cómo es posible que aun perviva el pensamiento de la
ciudad por partes?
Nuestra sociedad,
atontada por imágenes de consumo, se olvida de ver más
allá de la superficie, de la piel. Una imagen vale más
que mil palabras y, en este caso, de manera negativa. Un "render"
con falsos edificios y falsos habitantes son escenografía
de discursos vacíos que enmascaran la especulación
inmobiliaria, a la cual no le interesa el fin del dominio patriarcal.
Se continúa
pensando y proyectando la ciudad en paquetes monofuncionales, aunque
se haya cambiado el envoltorio y las razones con que nos son presentadas.
Por un lado, tenemos escenografías de casas unifamiliares
con jardín, actividades de ocio y diversión para todas
y para todos, y por otro se evita el discurso de clase, por lo tanto
de reforma social, que había detrás de las propuestas
de la primera mitad del siglo XX.
Cómo
se pueden entender sino las diferentes ciudades de diferentes
cosas que aparecen en las verdaderas ciudades, donde se pervierte
el significado en aras de la especialización disfrazada del
nombre que significa espacio de y para todos y todas, espacio abierto,
diverso y de libertad. Piénsese en Valencia y la llamada
Ciudad de las artes y las ciencias se llama ahora a si misma "la
ciutat"; en Barcelona la ciudad judicial; en Santiago de Compostela
la ciudad de las artes; las ciudades con nombre de club de fútbol…y
en Argentina, más concretamente en Buenos Aires, Nordelta
la ciudad-pueblo, la ciudad privada, términos incompatibles
y antagónicos formando un nuevo monstruo de segregación
y fragmentación.
Solamente una
imagen: autopistas, viviendas adosadas sin equipamientos educativos,
sanitarios, culturales ni tampoco comercio, áreas de naves
industriales, y entre ellos terrenos yermos … este es el paisaje
de la ciudad (a veces llamada ciudad territorio, para disminuir
el impacto negativo de decirle no-ciudad o suburbio sin atributos)
que estamos construyendo sobre el territorio. Además del
insostenible modelo de crecimiento dependiente ¿cómo se imaginan
las vidas de estos habitantes quienes planifican?, ¿cuántos
autos hay por vivienda? ¿cómo se compagina tener hijos y
trabajar?, ¿cómo se compagina hacer las tareas domésticas
y trabajar en la esfera productiva…?, en definitiva ¿qué
vida es posible en este mosaico infinito de fragmentos inconexos?
Todo ello no
parece importar a quienes dibujan esos falsos paraísos de
las ciudades globales. Ciudades que necesitan mostrarse siempre
nuevas, relucientes, y divertidas, ser espacios para la diversión
y el "dolce far niente"; se pretende esconder y
prohibir todas aquellas actividades y personas que no son decorativas,
que pongan en entredicho tal espejismo.
La ciudad tardoracionalista
(Montaner-Muxí, 2001) no deja de ser una repetición
pervertida de la ciudad moderna, que aun podía entenderse
bajo un ideal de igualdad universal para todas las clases, aunque
su realización lejos haya estado de este ideal. La ciudad
por partes, la ciudad de las funciones segregadas ha degenerado
en una ciudad triplemente segregada por funciones, clase y género.


La
ciudad por partes: sin relaciones de proximidad. Moviéndonos
de burbuja en burbuja. Fotos: Comisión de Fotografía
de la Delegación de Estudiantes de la ETSAB.
Mientras existan
dos esferas de trabajo, uno remunerado, reconocido y visible y otro
no remunerado, no reconocido e invisible no podremos hablar de un
nuevo orden simbólico; en la base de una división
de tareas injusta y no reconocida está el sistema jerárquico
patriarcal, sea el sexo que sea el que asuma cada rol de género.
ZMM
La
autora es doctora arquitecta, profesora del departamento de urbanismo
y ordenación del territorio de la ETSA, Barcelona.
De
la autora, ver también su nota Ciudades:
lugar social o financiero
y la entrevista Buenos
Aires en los `90 y otras consecuencias de la ciudad global,
en los números 15 y 24, respectivamente, de café
de las ciudades.
Sobre
las I Jornadas de Urbanismo y Genero, ver la nota La
casa sin género es la casa del género,
de Adriana Ciocoletto, en el número 32 de café
de las ciudades.
Nombrar
la ciudad en femenino:
Titulo
tomado del libro de Rivera Garretas, María-Milagros Nombrar
el mundo en femenino. Pensamiento de mujeres y teoría feminista.
Barcelona: Ed. Icaria, 2003 (1ed. 1994). Y explicado por ella de
la siguiente manera: "Nombrar el mundo en femenino se refiere
a la obra de reconocimiento y de creación de significado
de las relaciones sociales hecha a lo largo del tiempo por mujeres.
A esta obra de creación de significado, de reconocimiento
del sentido del mundo en que vivimos, se le llama hoy día
hacer orden simbólico. No es, sin embargo, un proyecto del
siglo XX. Pienso que en todas las épocas de la historia ha
habido mujeres que han vivido y han dicho el mundo en femenino desde
su experiencia personal. Unas, las genias, como Eloísa, Margarita
Porete, Teresa de Cartagena, Teresa de Jesús. Virginia Woolf
o María Zambrano nombraron el mundo a lo grande, acertando
a consumar con su vida y su escritura una revolución, una
revolución simbólica, que logro captar el sentido
nuevo y clave de toda una época, su verdad particular…"
(yo aquí añadiría a Christine de Pizan, Mary
Wollstonecraft, Flora Tristán, y muchas que seguro olvidamos…;
nótese a modo de ejemplo casual que en el corrector del programa
Microsoft Word la palabra genia no figura, si haciéndolo
la palabra genio).
ZMM
Notas
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