El
Derecho a la Ciudad
El derecho a la ciudad y al patrimonio cultural materializado en la
forma urbana lo encontramos inscripto en la categoría de
los derechos colectivos de las generaciones presentes y
las futuras, así como los derechos a un medio ambiente sano
y sustentable, a la diversidad y a los mecanismos de participación
ciudadana, se expresan en este debate abierto entre los administradores políticos, los técnicos y la comunidad. Tanto la Constitución Nacional
como la de la Ciudad Autónoma
de Buenos Aires y los pactos internacionales constitucionalizados
amparan estos principios,
entre los que figuran los derechos culturales, inc. 22 del
art. 75 (CN).
Una ciudad amigable significa (según el Plan Urbano Ambiental) lograr
buenos niveles de calidad ambiental para toda la ciudad;
no siendo este un valor abstracto, el mismo se expresa en
el patrimonio edificado, en el paisaje urbano, en las formas,
costumbres y tradiciones. En ese sentido la visión histórica
de la ciudad es común a todos los que la habitamos y por
lo tanto compartimos las acciones congruentes hacia el futuro.
La memoria es un permanente ejercicio de reflexión
sobre el presente a partir de la búsqueda del sentido del
devenir histórico, con ella articulamos la presencia
del pasado en el presente; en tanto la percepción que tengamos
de la ciudad histórica determina la ciudad del futuro. Cuando
sentimos como propia la herencia de las generaciones pasadas
y compartimos esto como un sentimiento colectivo, le estamos
otorgando un valor simbólico.
Buenos Aires esta vinculada en forma directa al Área Metropolitana,
esta articulación histórica no surge de manera aleatoria,
sino a través de una estructura que se remonta al siglo XVI,
con el trazado de caminos reales, de división y usos del
suelo, de asentamientos originarios y ex-novo, de localizaciones
y corredores productivos. Esta impronta territorial forma
parte del sistema de permanencias, como sistema de estructuras
patrimoniales; la comunidad de la ciudad de Buenos Aires
tiene la obligación de tutelar
lo propio, pensándolo como parte de la
Nación, ya que esta se lo ha otorgado
en guarda.
Definimos la ciudad como producto de su historia y geografía, con la
impronta formada por las huellas de cada período, una suma
de estratos en los que cada
generación sucesiva ha dejado algo de sí. Comprendemos
nuestro destino como una construcción colectiva que atañe
a generaciones sucesivas unidas por un fuerte lazo de identidad
y pertenencia común. Todos los bienes que consideremos patrimoniales,
objetos arquitectónicos y espacio público, reflejan a la
sociedad que los generó y comprendemos a través de ellos
las luchas y conflictos en la historia del poder territorial.
El planeamiento urbano es una
herramienta de control de los efectos negativos del mercado:
pone orden, establece límites a la propiedad privada mediante
restricciones al dominio, interpreta derechos consagrados
por la Constitución y restringe los del Código Civil.

El
Derecho al Patrimonio
En su origen, un bien a preservar se ligaba a lo estético y estilístico,
percibidos como una cuestión propia de las “Bellas Artes”.
Al incorporarse los principios de diversidad, este concepto
se ha ampliado hasta considerarlo dentro del sistema de
los recursos no renovables, incluyendo una significativa
variedad de tipos y escalas de bienes, que constituyen un
conjunto de manifestaciones diversas, complejas e interdependientes,
asociadas íntimamente a la identidad cultural
de la comunidad que las ha producido y las produce.
En nuestro mundo globalizado, las ciudades valen por lo que se diferencian;
y se diferencian por su historia y geografía, que se ve
reflejado en su patrimonio conservado, un recurso sostenible
que debe pensarse como un recurso estratégico, con un valor diferencial,
un valor agregado y una ventaja comparativa para el desarrollo
de nuestra ciudad. Cuando un eslabón de esta cadena de valor
es desvirtuado, el sistema se resiente en su totalidad.
El requerimiento básico para que no ocurra consiste esencialmente
en la aplicación de normativas que contemplen el equilibrio
sustentable entre los cambios que natural y lógicamente
se operan en el medio; y la permanencia de los rasgos que
otorgan al mismo su particular carácter.
Producto de la génesis espasmódica entre Plan Estratégico y Plan Urbano Ambiental,
donde falta incorporar el sistema de estructuras patrimoniales,
el resto de las herramientas de gestión (Normas, Códigos)
ha sufrido modificaciones de buena fe, que fueron realizadas
en épocas de recesión, pretendiendo justamente estimular
la actividad del sector inmobiliario y de la construcción
con aumentos de la capacidad constructiva del área promocionada.
Pero al no profundizar en los instrumentos de preservación,
el sistema se desarticuló,
abriendo un frente por el cual ingresó el tumulto vecinal.

La
protesta vecinal
Los flâneurs
-turistas, paseantes y vecinos sensibles de la ciudad -que
deleitan su espíritu con la percepción del paisaje urbano-
se han transformado en activistas “globales y locales”, que a
la manera de eternautas urbanos
han dicho “¡Basta!” frente a la destrucción del paisaje
urbano de la ciudad de Buenos Aires.
Basta de Demoler
(b!D) es una OSC (Organización del
Sector Civil) emergente de este escenario, que convoca a
los vecinos de la ciudad que se sienten agraviados por la
impunidad y la falta de procedimientos con la que actúan
los funcionarios de la administración pública, la improvisación
e insensibilidad manifiesta de los desarrolladores inmobiliarios
y la desidia de las corporaciones profesionales. En ese
sentido, nos visualizamos como un
aporte efectivo a la calidad institucional local.
Comenzó como un organismo con presencia territorial, del barrio de
Recoleta, pero sus reivindicaciones trascendieron rápidamente
estos límites. El teatro “El Picadero” es el ejemplo paradigmático,
dónde se sintetizan los aspectos tangibles del edificio y los intangibles del
reclamo a la memoria, identidad y justicia del genocidio
cultural provocado por la
dictadura. En Buenos Aires la diversidad
se manifiesta a partir de la posibilidad de hablar no sólo
de una identidad urbana sino, más bien, de la suma de identidades,
puesto que algunos de sus barrios poseen historia, características
morfológicas y de paisaje y rasgos sociales propios. La
arquitectura, en su ética y estética, ha contribuido mediante
el mestizaje de sus formas a la percepción que corresponde
al principio de la unidad en la diversidad. Esta
es la ventana que se abre al debate de los Planes de Comuna,
que cada barrio debe elevar desde su Comuna al Gobierno
de la Ciudad.
Ante este cuadro de situación, OSCs de similares
características se transformaron en actores dinámicos de la construcción de la agenda de las políticas públicas
de la
ciudad. Encontramos el origen de estos
movimientos constituido por dos vertientes: la jurídica
es herencia de la reforma de la Constitución Nacional
de 1994, con la incorporación de estos derechos de cuarta
generación, generosamente incluidos en la Constitución de la Ciudad Autónoma
de Buenos Aires del año 1996; por otro lado, la vertiente
expresada por las organizaciones sociales, como continuación
del estado de “autogobierno” de las asambleas barriales
posteriores al 2001.
La protesta vecinal reivindica la acción directa frente a acontecimientos
debidamente fiscalizados y admitidos en la normativa urbanística
vigente. Frente a las sospechas (que en algunos casos se
visualizan como evidentes signos de corrupción política,
sean estos por acción u omisión) la vía
judicial, legislativa o administrativa son los instrumentos
que han permitido paralizar o condicionar la intervención
del sujeto privado y el público, en determinados tipos de
obras.
Dictámenes positivos por parte de la justicia o por la propia administración
(cuando se allana a los argumentos esgrimidos por las OSCs), subvierten el orden constituido. El edificio jurídico
tambalea frente a la existencia de derechos que amparan la propiedad privada y al propietario, pero que entran
en colisión con el interés colectivo.

El desempeño de b!D
como una OSC de última generación es satisfactorio, en tanto
que no se queda solamente en el reclamo testimonial: tiene
suficiente masa crítica para la propuesta y la acción, obteniendo respuestas
inmediatas a sus reivindicaciones, trascendiendo la coyuntura
con referencias técnicas y académicas de excelencia, que
alimentan herramientas del derecho que se utilizan para
judicializar los reclamos. La
gestión política y la técnica de gobierno quedan a la intemperie,
descolocados ante dictámenes irrefutables, exteriorizándose
ante el ciudadano la falta de políticas apropiadas, la impericia
o el mero discurso político vacío de contenido.
Otra particularidad de b!D es que está constituido por un bloque heterogéneo de personas,
que tiene una actitud positiva para insertarse desde los
márgenes y en los intersticios, caracterizado por una diversidad
estimulante y contradictoria: ex-asambleístas, profesionales
del patrimonio y ambientalistas, vecinos, extranjeros, funcionarios
de gobierno local y nacional, desarrolladores e inversores
y esencialmente una generación joven que se identifica con
la defensa de estos valores, impregnando la organización
con sus formas de comunicarse y transmitir información por
medio del arte y las tecnologías de la
comunicación. Esta sinergia
entre personas que expresan sus diferentes representaciones,
creencias y valores simbólicos de una comunidad, propicia
las acciones que los tienen como protagonistas, provocando
la asociatividad con lo reivindicado
y su carácter sustentable y sostenible en el tiempo. Dado
este nivel de complejidad de la trama de sus integrantes,
podemos concluir que un pensamiento integral sobre la ciudad
subyace en el debate interno de la OSC, estableciendo una visión
global de la reivindicación que los convoca y sus soluciones,
una precisa articulación entre la parte y el todo.
No olvidemos que la postergada elección de los representantes a las
descentralizadas Comunas
barriales propicia la falta de calidad institucional y consecuentemente,
una crisis de liderazgos
y de representación. Debemos pensar como lógica la secuencia
que va de un vecino “preocupado y protestón”
al militante barrial, al cuadro político. En este marco
podemos visibilizar a los referentes barriales preocupados por la
resolución de la agenda local, trascendiendo por el camino
que va del espacio testimonial al político.
La convergencia entre los intereses de la protesta vecinal y los medios
de comunicación han constituido una relación funcional recíproca.
Tal es así que el arquitecto Jaime Lerner,
ex-gobernador del Estado de Curitiba (ex-presidente de la Unión Internacional
de Arquitectos-UIA) y actual asesor del gobierno de Brasil,
considera este tipo de asociación como parte del “Ministerio
del Miedo”, visto como la presencia de una
auditoria externa “on line” de la gestión del gobierno.
Concluimos que la participación ciudadana es de control,
al tiempo que garantiza la pluralidad de opiniones frente
a las arbitrariedades y negligencias de los gobiernos.
Las nuevas tecnologías informáticas y de la comunicación encuentran
su réplica local de las tendencias globales en nuestra organización.
Permiten un efecto “rebote” de la información que trasciende
las fronteras geográficas; la OCS tiene reporteros espontáneos
locales e internacionales que cumplen un rol multiplicador y en algunos casos aportan información sensible
o actúan por iniciativa propia con el background de b!D.
La incorporación de jóvenes con una sensibilidad acorde a los principios
de b!D,
propicia que los eventos generados por la organización sean
registrados minuciosamente de manera digital y articulados
en distintos formatos. Los formatos, tanto los tradicionales
como los innovadores, mutan según los consensos logrados
para su materialización: las “intervenciones urbanas” en
el espacio público pueden variar entre una proyección multimediática
sobre la fachada del edificio salvado, una canción relacionada
con “Demoliciones” del canta autor Antonio Birabent,
una llamada del tamboril de Las Lonjas de San Telmo, instalaciones
y vídeos en You Tube,
blogs y Google Earth geo-referenciado,
una Perfomance musical como el
“Réquiem a un edificio a demoler”, sumados a las tradicionales
pintadas en aerosol, stencils, mariposas, pins y todo el menú comunicacional
orientado al objetivo buscado.
Este tipo de innovación de las formas de comunicación convoca un espectro
con percepciones disímiles pero concurrentes y visibiliza
las reivindicaciones, sensibilizando al receptor, desafiando
particularmente a las nuevas generaciones de jóvenes a incorporarse
a la categoría de ciudadanos y ser sujetos del cambio social,
en tanto se perciban como parte de una comunidad productora de cultura y no como un objeto al
cual se lo formatea para el consumo de la misma.
Como conclusión, pensamos que b!D,
a través de su testimonio, ha llegado para quedarse y ser
sujeto de este cambio social, legitimando su presencia y
representación del tercer sector ante el GCBA. Su aporte
a la calidad institucional procura que el Estado sea
el que articule y mediatice las reivindicaciones del sector,
armonice la parte con el todo, encuadrándola en los intereses
comunitarios y derechos colectivos. En cuanto a contenidos,
estos también se orientan a formar
parte de la agenda de las corporaciones profesionales y
los medios de comunicación especializados y generales.
APM
y CAB
Los
autores son arquitectos e integrantes de Basta
de Demoler.
Sobre
el Plan Urbano Ambiental, ver también entre otras notas
en café
de las ciudades:
Número
74 I Terquedades I Una mirada arrabalera a Buenos Aires
Terquedad
del Plan Urbano Ambiental
I Mario L. Tercco
Sobre
las Comunas, ver también en café
de las ciudades:
Número
59 I Política de las ciudades
Comunas:
una nueva institucionalidad I La construcción
de centralidades locales en Buenos
Aires I Artemio Pedro Abba
I
Número
46 I Política de las ciudades (I)
El
Planeamiento Urbano y las Comunas I
Los caminos de la descentralización en Buenos
Aires. I Hernán
Cesar Petrelli
Sobre
movimientos vecinales, ver también en café
de las ciudades:
Número
63 I Política de las ciudades
Gente
de Nou Barris I
La transformación de la periferia en la Barcelona post-franquista I Marcelo Corti
Número
71 I Terquedades I Una mirada arrabalera a Buenos Aires
Terquedad
de los vecinos I Mario L. Tercco
Y
sobre el rol de los movimientos vecinales en la preservación
patrimonial:
Número
66 I Cultura y Política de las ciudades
Las
movilizaciones ciudadanas en Salta y Tucumán
I El Norte argentino en defensa de su patrimonio
urbano arquitectónico I Marcelo Corti
Anexo:
Enumeración
de derechos constitucionales que protegen el patrimonio
arquitectónico:
“Todos los habitantes gozan del derecho a un ambiente
sano, equilibrado, apto para el desarrollo humano y para
que las actividades productivas satisfagan las necesidades
presentes sin comprometer las de las generaciones futuras;
y tienen el deber de preservarlo. El daño ambiental generará
prioritariamente la obligación de recomponer, según lo establezca
la ley.
Las autoridades proveerán a la protección
de este derecho, a la utilización racional de los recursos
naturales, a la preservación del patrimonio natural y cultural
y de la diversidad biológica, y a la información y educación
ambientales”. Art. 41, Constitución Argentina.
“Pactos internacionales constitucionalizados
que tratan sobre los derechos humanos y culturales, preservación,
memoria e identidad, con jerarquía superior a las leyes”.
Art. 75 inc. 22, Constitución Argentina.
“... la preservación y la restauración del patrimonio
natural, urbanístico y arquitectónico...”. Art. 27, Constitución
de la Ciudad Autónoma
de Buenos Aires.
“... garantiza la preservación, recuperación y
difusión del patrimonio cultural, cualquiera sea su régimen
jurídico y titularidad, la memoria y la historia de la ciudad
y sus barrios...”. Art. 32 Constitución de la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires (
mandato que expresa de manera indelegable la obligación
del gobierno de orientar, promover, regular y sancionar
un sistema normativo integral de protección patrimonial
eficaz y sus correspondientes instrumentos de gestión).