
La
Horqueta
fuori le mura
Durante
la Semana Santa de este 2009, la Municipalidad de San Isidro (el más rico y elegante
de los distritos que constituyen el Area Metropolitana
de Buenos Aires) intentó cercar con un muro parte de su
límite con el vecino partido de San Fernando, de manera
de cortar la comunicación entre el próspero barrio de
La Horqueta y la humilde vecindad
de Villa Jardín, al otro lado de la fronteriza calle Uruguay.
Según el Intendente de San Isidro, Gustavo Posse, la obra
fue planificada por pedido de algunos vecinos del lado
sur de la calle, ante la sucesión de hechos delictivos perpetrados por individuos
que la usarían para escapar hacia el condado
vecino (como se dice en las traducciones de las
series policiales norteamericanas).
A
diferencia de otros muros de la vergüenza, el Muro de
La Horqueta no se distinguía
por la solidez constructiva ni por la sofisticación tecnológica.
Los organismos técnicos encargados de su diseño y construcción
previeron un simple dispositivo de parapetos de hormigón
premoldeado y alambrados superiores, modulados entre postes
metálicos. En la práctica, el pretendido Muro no alcanzó
para contener la furia
de los vecinos que, indignados por la segregación
a la que se los pretendía someter, se encargaron de demoler
(literalmente) una política pública de seguridad
a golpes de maza y empujones colectivos. ¡Sic transit gloria mundi!

Barrio
de La Horqueta, San Isidro
La
Horqueta
in my mind
El
nombre del barrio La Horqueta se debe a la particular
forma que adquiere en planta la bifurcación
de la
autopista Panamericana, entre sus
respectivos ramales a Tigre y a Escobar y Pilar, inmediatamente
al norte del cruce con la Avenida Márquez
(o Camino de Cintura). La
Horqueta se encuentra entonces claramente
delimitada por estos dos brazos de la
autopista. Hacia el norte el tejido urbano
está cortado por una serie de equipamientos deportivos
y recreativos (Boulogne Golf Club, San Isidro Club), fábricas,
barrios privados y terrenos ferroviarios en el límite
entre los municipios de San Isidro y San Fernando: de
este modo, la calle Uruguay y el
Camino Real Morón - San Fernando constituyen el borde
norte del barrio. Estos límites duros y bien consolidados generan
un carácter de cluster cerrado, con muy pocos accesos
desde el exterior: solo se ingresa a La
Horqueta por los cruces viales de Sucre,
Int. Tomkinson, José Ingenieros y Uruguay, desde el este,
y Capitán Juan de San Martín y Camino Real, desde el oeste.
A
fines de los años 50, con la construcción de la
autopista, la zona se consolida como un área de casas
quintas y, en su extremo norte, establecimientos industriales
(Osram, Avon y otros), que paulatinamente van remplazando
a las antiguos usos rurales intensivos: chacras, criaderos
y viveros (de los cuales muy pocos persisten). Con el
tiempo, las casas
quintas van transformándose, de segunda residencia o vivienda
de fin de semana, en residencia principal de sus moradores,
y las nuevas edificaciones se construyen con dicho propósito.
La Horqueta
se consolida así, en especial en el último cuarto del
siglo XX, como un área residencial para sectores de ingresos
medios altos y altos, uso hegemónico que solo se interrumpe
en la implantación de la sede del Colegio Goethe y en
el eje comercial de la calle Blanco Encalada.
El
uso residencial se caracteriza por la marcada homogeneidad social de los pobladores.
Los principales atractivos del barrio para estos sectores
parecen ser la fuerte segregación espacial que originan
las barreras constituidas por ambos ramales de la
Autopista Panamericana, las calles arboladas
y de poco tránsito y las excelentes conexiones vehiculares
que brindan ambos ramales de la Autopista Panamericana.
Si
bien el barrio carece de adecuados equipamientos comerciales,
recreativos, educativos, de salud, administrativos, etc.,
la señalada conexión vehicular permite el rápido acceso
a esas funciones en automóvil privado. Claro está que
esto restringe la posibilidad de residir en el barrio
a familias cuyos ocupantes dispongan de al menos uno o dos automóviles particulares, en una relación cercana a uno
por cada integrante adulto. De esta forma, los habitantes
de la Horqueta tienen un acceso
relativamente rápido y sencillo a equipamientos comerciales
como el Unicenter-Jumbo o el Shopping Soleil-Carrefour,
a los centros de salud ubicados entre la
avenida Márquez y la avenida de la Unidad Nacional,
a los centros educativos privados del municipio de San
Isidro y, a través de la Avenida Márquez,
a los equipamientos del centro de San Isidro. Pero al
tenerlos en el exterior de su barrio, a la vez se aseguran
condiciones de tranquilidad y disfrute de la naturaleza propios de la
baja densidad suburbana.
Como
contrapartida, el barrio carece de espacios públicos o
privados representativos y aglutinadores de la comunidad,
con la sola excepción del mencionado eje comercial sobre
la calle Blanco Encalada,
casi en la intersección de las bisectrices del triángulo
sobre el que se ubica el barrio. Este es un centro caracterizado
por algunos comercios diarios y periódicos, la
galería Las Brujas (a partir de la cual
se originó dicho centro comercial, y de la cual se dice
que fue creada por vecinas del lugar cansadas de la falta de lugares de reunión
en el barrio) y algunos establecimientos gastronómicos,
bancarios, etc. La saturación de las plazas de estacionamiento
en el área indican que la forma predominante de acceso
a este eje comercial es el automóvil privado, a pesar
de que por su ubicación estratégica ya mencionada, el
lugar es fácilmente accesible a pie o en bicicleta desde
casi toda La Horqueta. Este déficit
puede atribuirse a razones culturales (excesiva dependencia
del automóvil privado por parte de residentes que, como
ya hemos dicho, basan su movilidad en dicho medio de transporte),
pero también en el inadecuado diseño de las calles (hostiles
al tránsito peatonal y ciclístico) y, no menos importante,
en la sensación
de inseguridad reinante en nuestra sociedad a partir
de las sucesivas crisis económicas y sociales que caracterizaron
los últimos 30 años. La misma inseguridad a la que el
municipio quiso responder con el malhadado muro.
La
imagen del barrio se caracteriza por las calles arboladas
y la edificación de baja altura y densidad, en general
con construcciones de tipo chalet de tejas o similar.
En los últimos años, la consolidación de la Autopista Panamericana
como eje de comunicación metropolitano, y del barrio como
área residencial de prestigio, aumentaron la demanda de
vivienda en el área y así estimularon la aparición de
varios emprendimientos del tipo dúplex, que
en general reproducen las características paisajísticas
ya mencionadas.
A
pesar de la fuerte separación de La Horqueta respecto al mundo
exterior y sus peligros, la percepción de
la tribu residente es precisamente la contraria: la de vivir en un barrio
excesivamente vulnerable
a la intención de acceder en la que insisten, porfiados,
los forasteros. Ya en los 80, La
Horqueta fue dotada de unos estratégicos
canteros de ladrillo, ubicados en medio de algunas esquinas
para dificultar el acceso de ómnibus escolares al Colegio
Goethe. Y según algunos vecinos, el pedido del muro se
originó en la intención de disminuir de 30
a 10 los accesos externos al barrio
(las cifras están tomadas de un informe periodístico y
no disponemos de fuentes sobre sus fundamentos).
La arquitecta Alejandra Potocko, conocedora del barrio, sostiene que esta iniciativa tiene antecedentes en el barrio. Se discutió muchos años
sobre la posibilidad de colocar garitas con barreras en
los accesos desde Panamericana y Acceso Norte, con la
intención de evitar fugas" si sucedía algún hecho delictivo. También
se han cerrado con esa modalidad calles cortadas, permitiendo
sólo el acceso de los residentes, todoesto con
seguridad privada. Por suerte estas medidas duraron poco
tiempo, gracias a la queja de otros vecinos.
Según
razona Eduardo Reese en una entrevista en Página 12, lo interesante es que la gente de La Horqueta puede venir a pasear
por la puerta de mi casa, pero no
puedo ir yo a pasear por la puerta de su casa

Muro
de la Horqueta derribado. Foto:
Alejandra Potocko
El
huevo de la serpiente
Entre
profesionales, funcionarios, técnicos y académicos del
urbanismo, el episodio de La Horqueta generó la misma
unanimidad (en este caso, más previsible) que en el conjunto
de la sociedad civil, que tanto en San Isidro como en
otros sitios rechazó y ridiculizó la propuesta del muro. La lista de correo electrónico
Política Urbana Argentina recogió por ejemplo la opinión
de Celina, arquitecta: como
el intendente Posse, lamentablemente siempre van a existir
quienes en el ejercicio del poder tengan excelentes ideas,
rápidas, de intolerancia y solución final para actuar en realidades
urbanas y sociales complejas, cuando la tensión llego
al máximo. Por supuesto, para que prosperen deben tener
el consenso de todos nosotros. Como profesionales que
de distintas maneras hacemos, pensamos y creamos ciudad
tenemos la obligación de no permitir por apoyo o omisión
que se levanten estos muros -aun en el ámbito de las ideas-,
porque sino cada vez será mas remota la posibilidad de
tener una sociedad democrática y ciudadana.
Jorge
, que trabaja como consultor auxiliar urbano para el PROMEBA
(Programa de Mejoramiento de Barrios) de San Fernando,
refiere que el
lunes y martes pasado vimos atónitos cómo se colocaba
el muro y el enrejado. Los vecinos se manifestaron pacíficamente.
Hasta los vecinos
de San Isidro están en contra de la medida y obviamente
es repudiada desde todos los sectores del Municipio de
San Fernando, que realizó un recurso de amparo. Propongo
que quienes podamos, desde el puesto de dirigentes, académicos,
docentes, profesionales o simplemente como ciudadanos,
tratemos de contribuir dando a conocer esta noticia y
tratando de explicar el grave error que esto reviste desde
el punto de vista tanto urbanístico como social y humano.
Por mi parte, junto con mi equipo de trabajo organizamos
talleres de capacitación y concientización
ciudadana regularmente en el barrio y vamos a proponer
nuevas instancias a raíz de lo sucedido.

"Noticia"
apareida en el número 159 de la Revista Barcelona
A Raúl Fernández Wagner no lo sorprende la decisión de
construir el muro. Es
más, sostiene, creo
que está bien, no el hecho, sino que haya tomado tanta
difusión, y esté generando un creciente rechazo. Hoy es
el muro, así como antes fue la operación abanico
(que se aplicó en la
Horquilla, la villa de la
Horqueta) que significaba expulsar (¿dispersar
en abanico, quizás?) a los pobladores de las villas, y
la mas reciente ordenanza -que extiende dicha operación-
para limitar las condiciones de acceso a las viviendas
del Plan Federal, con lo que se interviene en la urbanización
de las villas y se expulsará mas población. En fin, estemos
atentos, porque en el marco de la campaña destituyente
(para mi mucho más que del actual gobierno)- se viene
echando una sombra sobre las garantías y derechos de la democracia. Por eso este
rechazo que provoca el muro -que espero sea
generalizado- puede aportar un aire fresco, pues pareciera
que esa población, meloneada
por los medios con discursos xenófobos, se encontraría
no obstante dispuesta a pelear por la ciudad abierta,
en contra del ghetto. Si después podemos sostener
y relacionar esto con un sentido más amplio de derechos,
donde podamos enmarcar la lucha social por la ciudad en
una lucha por el derecho a la ciudad, habremos avanzado.
Para
Laura, arquitecta y ex concejal, los
derechos de acceso a espacios públicos van desapareciendo.
A mi entender, enfrentamos algunas cuestiones que se vienen
arrastrando históricamente: la apropiación de los espacios
públicos como plazas y parques y aún la vía pública, que
va siendo cercada por el supuesto de la inseguridad,
o la limitación del acceso a los cursos de agua.
Fuera
del ámbito técnico, otros sanisidrenses ven con preocupación
la iniciativa del muro. Santiago, empresario e integrante
de la ONG Inicia,
dice querer puentes y no muros; este
año organizaremos una maratón en el partido de Vicente
López (vecino a San Isidro) justamente para construir
puentes de inclusión. Ricardo, que es abogado,
cree que el muro es
un bochorno; no tiene nombre; es tan brutal y pelotudo
que todo el mundo se opone. Pero quisiera saber cuantos
de los que rechazan el muro estarían de acuerdo con erradicar
La Cava y otras villas del partido.
También
Laura vincula el imaginario acerca de la villa con el
episodio de La Horqueta: San
Isidro tiene más muros que el de la calle Uruguay, como por ejemplo el que divide La Cava de sus vecinos acomodados.
Y para Fernández Wagner, este
muro es el corolario de una acción que viene de muchos
años y que pudimos ver entre 2003 y 2005 trabajando en
La Cava.
El intendente Posse
siempre quiso sacar las villas de San isidro. La tierra
vale mucho. Pero no pudo. El trabajo de la comisión de
tierras y los vecinos de La Cava, las acciones del CELS
y del COHRE (con amparos incluidos) impidieron las acciones.
Siempre la salida fascista estuvo presente. Discriminación,
estigmatización y criminalización (pobres igual
a delincuentes) siempre formaron parte de su discurso.
Incluso, cuando justifico el muro en un reportaje dijo
algo así como que las villas ya las tienen controladas;
este era el paso siguiente. Este es solo un punto más.
Posse siempre procedió así. Aprietes
(a nosotros nos interpeló un trabajador social-matón cuando
fuimos a La Cava... a ver que queríamos)
y tampoco nadie me saca de la cabeza que la abrupta salida
del cura (progresista) que por años había trabajado en
la villa se debió al acuerdo entre Posse y el Obispo Casaretto.
Había que abrir el camino....

Otros
muros en el mundo: en este caso, en Belfast, Irlanda,
para separar un barrio católico de otro protestante.
Foto: Crítica Digital.
La
fórmula del crimen y algo que ya sabíamos
En
su artículo Crime and punishment: an economic approach, publicado en 1968 en el
Journal of Political Economy N. 76, Gary Becker desarrolló
un modelo matemático que pretendía explicar la tendencia
de un potencial delincuente a cometer actos ilícitos a
partir del análisis económico de costos y beneficios del acto delictivo. Becker propuso una fórmula:
BN=
(1-P) Pu c W
Donde:
BN:
es el beneficio neto pecuniario y no pecuniario del acto
delictivo
1-P:
es la probabilidad de no ser atrapado por el sistema policial
y judicial (siendo P la posibilidad de serlo)
Pu:
es la pena en caso de ser atrapado
c:
otros costos para llevar a cabo el delito
W:
wages, salarios
perdidos debido a disponer del tiempo de trabajo en la
economía legal para en cambio planificar y cometer el
delito
El
informe El Desorden
Urbano - Los problemas locales de la calidad
de vida y el crecimiento (FIEL, 2007), del cual referimos
este modelo, explica que la persona cometerá el delito
si BN>0 y si BN>m, siendo m una suerte de umbral moral, determinado, influido
o modificable a través de la cultura y la educación. Con convicciones
morales firmes, un sujeto no se quedará con una valija
llena de dinero encontrada en la calle, mientras que otro
que carezca de ese umbral podrá matar a un
niño indefenso para robarle un par de zapatillas.
La
fórmula de Becker tiene la virtud de desacomodar el diálogo
de sordos entre fachos
y garantistas
ingenuos. Para estos, resulta difícil digerir el plus
pro-delictivo de una baja penalidad esperada; sin embargo,
nótese que según esta fórmula un código de penas tan severo
como el cubano no resultaría temible para un delincuente
que confiara en no ser atrapado por deficiencias
o connivencias del sistema policial (una maldita
policía) o judicial. La baja en los ingresos salariales
de los trabajadores (W) o su ausencia por
una alta tasa de desempleo (en especial cuando ésta se
focaliza en ciertos núcleos sociales y/o territoriales)
y la amplitud de la brecha entre riquezas ajenas y salario
razonablemente esperable en el mercado legal son, como
es evidente para cualquiera que no esté cegado por anteojeras
ideológicas, un factor exponencial de crecimiento del
delito. No (como dice creer la derecha que creemos los
socialdemócratas) porque la gente que es despedida de
su trabajo y no obtiene otro tome automáticamente el camino
del delito, sino porque largas décadas de desempleo y exclusión
generan el campo ideal para que el crimen sea considerado
una forma eficaz de sostenerse en la vida.
Este
modelo de Becker no hace otra cosa que confirmar lo que
ya sabíamos: una Argentina donde el sector más pobre de
la población no tiene otra salida que su talento para
el fútbol o para el delito, será necesariamente más insegura
que la Argentina de mediados del siglo XX. Pleno empleo y las instituciones del Estado
de Bienestar son la clave de cualquier política de
seguridad a largo plazo. Cualquier político, periodista
o personaje público que diga estar preocupado por la inseguridad
y no aclare esto, es un ignorante o está engañando a su
auditorio. También está mintiendo si, para el corto plazo,
no menciona la necesidad de bajar radicalmente los índices
de corrupción policial y del sistema penitenciario.

Según
La Nación del 11 de abril, Vecinos de San Fernando
jugaban ayer y se divertían en el muro derribado sobre
la avenida Uruguay.
Foto: LA
NACION, Ricardo Pristupluk
Otros
huevos: los de la concordia
Mientras
tanto, el sábado 11 de abril una nota
de Gabriel Di Nicola en La Nación informa que
un abogado
que vive en La
Horqueta, en San Isidro, regaló
una caja de huevos de Pascua a un comedor de un barrio
humilde de San Fernando, que iba a quedar detrás del
polémico muro que levantaba el intendente Gustavo Posse.
El gesto de Alberto La
Cámera hacia los niños del comedor Coco
Guzmán, del barrio Villa Jardín, tiene para el titulero
de La Nación un valor más trascendente: Los vecinos lograron unir lo que el muro de
Posse dividió
No
tan convencido de esta tesis mitrista, Eduardo Reese sostiene
en la mencionada entrevista que la fragmentación social, la desigualdad y la segmentación han sido el
núcleo duro de la herencia del menemismo y la dictadura,
que desde el 2003 no se pudo romper: los indicadores sociales
han mejorado, pero la desigualdad no se modificó, igual
que la informalidad en el acceso a la tierra. Y ahora la fractura
social está concretada en la pared de Posse. Es preciso
pensar esto desde la política social, la política urbana,
trabajar sobre un mejor reparto de los beneficios del desarrollo
urbano. Reese, para quien en Argentina es posible tocar 20 millones de cosas, menos la renta de la
tierra recuerda también que en
la dictadura, Cacciatore echaba a los pobres diciendo
que para vivir en Buenos Aires había que merecerlo. Posse
hace el muro y dice que quiere proteger a los vecinos
de La
Horqueta. ¿Cuál es la diferencia, si
en los efectos sociales resulta igual?.
Otro
urbanista, Rodolfo Macera, opina en una nota
publicada en el Diario de Arquitectura de Clarín
que hay sólo dos caminos a seguir: Uno, apostar por la concentración de la riqueza, la fragmentación, la
sofisticación de los sistemas represivos y el levantamiento
de muros cada vez más altos. El segundo, es volver a intentar
transcurrir un nuevo proceso histórico de inclusión promoviendo
una redistribución más justa de la riqueza. En el territorio
implica apostar por la inversión en educación y salud
pública, las políticas activas de generación de empleo,
la integración y urbanización de las áreas urbanas degradadas,
la expansión de las redes de infraestructura, el derribamiento
de muros, la apertura de calles, y la generación de espacio
público de calidad y seguro. A este segundo
camino, según Macera le debemos
todo lo bueno que somos,
por mucho o poco que esto sea. Es un camino largo, difícil
y conflictivo, pero el único que al cabo puede llevarnos
a volver a ser una Nación digna y respetada en el mundo.
No es ciencia ficción, supo ser la Argentina.

Foto:
Alejandra Potocko
Idas
y vueltas de un heredero
Lo
más positivo que nos ha dejado el episodio de La
Horqueta fue constatar que el pedorro
sentido común de TN
y la derecha
argentina tiene (al menos por el momento) alguna
oposición infranqueable en el imaginario de las mayorías
ciudadanas. La casi unánime reacción negativa de la opinión
pública y sus formadores es un dato positivo, porque
demuestra que la paranoia inducida por los medios no es un dato inevitable de la realidad
y que hay espacio para otras formas de comunicación. Sin
embargo, es muy probable que si en el futuro mediato o
inmediato se produjera un asalto o un crimen en La
Horqueta, el resultado más previsible
sería una avalancha de reivindicaciones para la idea del
muro.
Para
Raúl Rizzardi, abogado residente en San Isidro, lo que
ha ocurrido es que las
clases acomodadas del municipio y en general la derecha
argentina han tenido la desagradable sensación de ver
su cara reflejada
en el espejo y que se les apareciera un monstruo
Se repliegan, pero ya recuperarán fuerzas para avanzar
con estos delirios. El diario La Nación, que calificó de oprobioso al
muro, introdujo también la idea de que la
violencia llegó antes que la ley, al referirse
a la demolición del muro con anterioridad al conocimiento
del fallo judicial que ordenó la suspensión de la
obra. Una idea semejante expresó Gustavo
Posse, que también acusó de violentos a quienes
derribaron el muro. En la marcha atrás del Intendente
pueden imaginarse motivos puramente coyunturales y no
una revisión de sus ideas sobre la seguridad vecinal.
Al
respecto, resulta revelador sobre el confuso momento político
que vive la Argentina (más allá de San Isidro) repasar la reciente
trayectoria política-partidaria del Intendente. Su padre,
Melchor Posse, gobernó San Isidro entre 1958 y 1962 y
retomó el poder en 1983, con el retorno a la democracia,
para entregarlo a su propio hijo en 1999. Fue un líder
muy popular entre las clases medias y obreras del municipio,
pero tardó años en ser aceptado por los sectores acomodados
que residen en la zona más cercana al Río de la Plata. Poco
tomó Gustavo del desarrollismo populista de Melchor; su
idea de gobierno se ubica en cambio en un programa de
eficiencia y pragmatismo
orientado a consolidar la matriz de clase media alta sanisidrense.
Sin embargo, esto no ha sido obstáculo para un manejo
oportuno de sus alianzas partidarias, habiendo apoyado
en las elecciones de 2007 la propuesta de transversalidad
del matrimonio Kirchner. Ese giro centro-izquierdista
resultaba muy poco
verosímil y bastó la aparición de señales de agotamiento
en la popularidad del actual gobierno para que Posse comenzara
un callado alejamiento. Actualmente, se menciona su probable
incorporación a la alianza pan-radical que
en la Provincia de Buenos Aires
están gestando la Unión Cívica
Radical y la Coalición
Cívica de Elisa Carrió y Margarita Stolbizer.
Las
idas y vueltas definen el estilo político de Posse; la
permisividad de
distintos liderazgos políticos para incluirlo en sus armados,
en cambio, habla de lo relativas que pueden ser las banderas
políticas (sea el proyecto nacional de redistribución
de la riqueza o la mística republicana de
combate al clientelismo y la exclusión) en la sociedad
argentina. Muchas cartas de lectores y llamadas a las
radios de los días posteriores al episodio de La Horqueta señalaron al respecto
la existencia de otro muro de la vergüenza (en este caso,
un enrejado) en la propia sede del gobierno que tan convencido
está de su compromiso popular: el que corta la
calle Balcarce frente a la
Casa Rosada, dispuesto
como un discreto freno a las manifestaciones populares
que frecuentan la
Plaza
de Mayo.
CR
y LMA
Carmelo
Ricot es suizo y vive en Sudamérica, donde trabaja en
la prestación de servicios administrativos a la producción
del hábitat. Dilettante, y estudioso de la ciudad, interrumpe (más que acompaña)
su trabajo cotidiano con reflexiones y ensayos sobre estética,
erotismo y política. De su autoría, ver Proyecto
Mitzuoda (c/Verónicka Ruiz) y sus notas en números anteriores
de café de las ciudades, como por ejemplo Urbanofobias
(I), en el número 70.
Nacida
en Olivos, Lucila
Martínez Acassuso vive en San Isidro, es etnóloga y preside
la Delegación Becar
de la
Asociación de Amigos de la
Línea Retiro-Tigre, con sede en Victoria.
Ver
el artículo Un
muro para reflexionar, de Rodolfo Macera, en
el Diario de Arquitectura de Clarín, y la entrevista
de Soledad Vallejos a Eduardo Reese, publicada como Fractura
social en Página 12 del 9 de abril.
Sobre
San Isidro, ver también entre otras notas del número
48 de café
de las ciudades:
Número
48 I Lugares
San
Isidro, año 300 I Una historia desordenada
y personal de mi ciudad. I Marcelo Corti
Sobre
muros de la vergüenza, ver también en café
de las ciudades:
Número 49 I Mensajes al café
Más
sobre Tenerife, distintos tipos de cafés y un muy buen
texto de Fernando Diez sobre la cuestión de los muros.
Número
19 I Tendencias Política
Favelas
en la ciudad: articular, no separar I Los muros de la vergüenza (II). I Jorge Mario Jáuregui
Número
15 I Mensajes al Café
Las
más bonitas postales digitales para el 2004, comentarios
sobre Muros de la Vergüenza y los situacionistas, y una
generalizada indignación con Juan Carlos De Pablo.
Número
14 I Tendencias
Muros
de la vergüenza I Berlín,
barrios privados, Palestina. I Marcelo Corti
Sobre
la derecha argentina, ver el primer prólogo de:
Número
15 I Política
Las
10 boludeces más repetidas sobre los piqueteros y otros
personajes, situaciones y escenarios de la crisis argentina I Con
un prólogo sobre la derecha, otro sobre Jauretche, y un
epílogo sobre la consigna más idiota de la historia. I Carmelo Ricot
Sobre
el enrejado de la
Plaza de Mayo, estas notas de julio de
2003:
Número
9 I Lugares
La
transformación del espacio representativo I
Plaza de Mayo (I), Buenos
Aires, Argentina. I Adriana Ciocoletto I
Número
9 I Lugares
Mi
Buenos Aires querido... (cuando yo te vuelvo a ver)
I Plaza de Mayo (II): las palmeras quemadas.
I Mariela Iglesias
Y
sobre el Informe de FIEL El Desorden Urbano:
Número
58 I Economía de las ciudades
El
desorden urbano, según FIEL
I Los problemas locales de la calidad de vida y el crecimiento
en las ciudades argentinas I Marcelo Corti
Glosario
de argentinismos:
Facho:
Aunque la palabra deriva de fascista, se la usa para nombrar distintas
versiones locales de la derecha autoritaria, más que a
la ideología fascista de Mussolini propiamente dicha (para
la cual, como para la sostenida por Franco o en general
a sus simpatizantes, se usa simplemente el vocablo fascista).
Garantista:
Apelativo que utilizan algunos sectores, generalmente
fachos, para menospreciar las posturas personales
de aquellos que reclaman por el respeto a las garantías
legales y los derechos humanos en la acción de combatir
el delito, en especial si se trata de jueces.
Melonear:
Trabajar sobre el melón (forma popular de
referirse a la cabeza). Influir, persuadir.
Pedorro:
Vocablo vulgar, referido a aquel que se excede en
el lanzamiento de gases y ventosidades. Por extensión,
se aplica a algo banal, poco elaborado, de baja calidad,
ordinario.
Pelotudo:
Tonto, idiota, imbécil, estúpido, gilipollas, majadero,
comemierda, huevón. A diferencia de boludo,
que en contextos insultantes o agresivos tiene el mismo
significado, la palabra no es usada como apelativo amistoso.
TN:
canal de televisión por cable Todo Noticias, dedicado
como su nombre lo indica a la transmisión exclusiva de
noticias. Integra el Grupo Clarín.
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