Reforma Urbana chilena:

SE MOTIVAN NUEVAS FORMAS PARA HACER CIUDAD

 

La Reforma Urbana, en Chile, es un proceso de reflexión, estudios y acciones que busca mejorar la calidad de vida de las ciudades de este país. Se ha centrado en su primera etapa en el diagnóstico de los mecanismos existentes para el desarrollo urbano, las demandas de los habitantes y la percepción que las personas tienen de sus ciudades. El Presidente de la República al iniciar su gobierno en el 2000 definió como uno de los ejes de su gestión la problemática de las ciudades, y el Ministro de Vivienda y Urbanismo convocó a más de 80 personalidades del mundo de la cultura, la política, las universidades, el sector público, los inversionistas y las organizaciones sociales, con el objeto de definir un primer diagnóstico transversal que concluyó en las principales líneas de acción de la Reforma Urbana.

A la fecha se cuenta con un conjunto de propuestas que buscan reformar la manera de hacer ciudad y con una organización en el Ministerio de Vivienda y Urbanismo para coordinar las acciones. El 2003 se perfila como un año en el cual se debe enfatizar la acción por sobre la reflexión y realizar proyectos concretos que hagan de las ciudades chilenas mejores lugares para vivir.

Actualmente, se está trabajando fuertemente en el área de normativa y regulación urbana, y los cambios que se proponen para la Ley General de Urbanismo y Construcciones están orientados a dotar al territorio de nuevos mecanismos de regulación urbana condicionada, los cuales permitirán que las zonas rurales sean capaces de enfrentar las presiones del desarrollo de la ciudad, ampliar el espectro de actores involucrados en el desarrollo urbano facilitando los mecanismos de incorporación del sector privado; y flexibilizar las regulaciones de manera que se reconozcan las particularidades ambientales, paisajísticas, económicas y sociales de cada región y/o ciudad. En esta dirección se orientan las modificaciones legales recientemente ingresadas a la Secretaría General de la Presidencia para su tramitación en el Congreso. Con ellas, cada región podrá desa rrollar su Plan de Desarrollo Territorial, de manera de potenciar la relación del territorio con las áreas urbanas, y se permitirá el desarrollo de proyectos inmobiliarios en zonas no urbanas de manera condicionada, es decir, con la exigencia de requisitos de equipamiento urbano, acceso y conexión con los centros más cercanos, entre otros. También se están tramitando en el Congreso las iniciativas para permitir que los privados participen en el financiamiento de infraestructura urbana y se creó un mecanismo de bonos de descontaminación ambiental para motivar la producción limpia. Claramente, la Reforma Urbana Chilena apunta a la descentralización y creciente manejo y autonomía local de las decisiones urbanas, y al mismo tiempo, reconoce que la acción del sector privado en la dotación de infraestructuras y servicios y en las decisiones inmobiliarias influye rad icalmente en la gestión de las ciudades.

Por otra parte, la Reforma Urbana implica dotar de mejores obras públicas a las ciudades y la celebración del Bicentenario de la Independencia de Chile ha motivado la generación de un plan de 58 proyectos interurbanos e interregionales -relacionados principalmente con la conectividad regional e interurbana y la oferta de terrenos para nuevos asentamientos-, y de proyectos urbanos en las 26 ciudades bicentenario –los que son iniciativas tendientes a mejorar los espacios públicos, la vialidad, el transporte, la infraestructura urbana de cada una de ellas-. Se espera que los cambios en la normativa, la implementación de nuevos mecanismos de gestión y una mayor incorporación del sector privado en las acciones para el desarrollo urbano, ayuden a materializar estos planes. En esta línea, proyectos emblemáticos en zonas interiores deterioradas, tales como el Portal Bicentenario y el Anillo Central Metropolitano en Santiago, avanzarán este año en los desarrollos de planes maestros e inversión. 

Otra tarea que se ha propuesto la Reforma es la integración de la ciudadanía en el hacer ciudad y el vivir la ciudad. Para ellos se ha optado por entregar señales concretas; el año 2002 se realizó el Concurso Nacional de la Buenas Prácticas Urbanas, por medio del cual se premiaron 84 iniciativas ya realizadas que contribuyen a una mejor calidad de vida en las ciudades tales como construcción de espacios públicos, rehabilitación patrimonial, sistemas de transporte, mecanismos de reciclaje de basura, acciones de diseño, etc. Este año 2003 se implementará un convenio con las principales universidades del país para desarrollar acciones en conjunto.

La Reforma Urbana de Chile se desarrolla en un contexto de globalización, lo que significa que las ciudades son foco de inversión para capitales de todo el mundo y, a su vez, compiten por las inversiones, es decir con otro tipo de negocios y oportunidades a nivel internacional, no sólo con otras ciudades. Esto exige mayor flexibilidad para la inversión urbana porque las posibilidades para los dueños del capital son múltiples, por lo que no sólo se debe flexibilizar la normativa sino que también consolidar las relaciones entre ciudades y con el territorio, a través de una red de infraestructura regional e interregional.

Por otra parte, en este escenario cada urbe compite con el resto por ser la que ofrece mejores alternativas laborales, educacionales, recreativas, etc.; y el desafío es desarrollar las potencialidades de cada una de las ciudades chilenas y aprovechar sus ventajas comparativas que redundarán en su competitividad. Para eso deben ser capaces de adaptarse a los cambios y ser sensibles a las tendencias nacionales y mundiales.

Mario Tala

Secretario Ejecutivo de la Reforma Urbana.