Durante la mayor parte de su historia, las ciudades complejas
han estado abarrotadas de gente, negocios y sueños. La construcción
en altura se tornó así un rasgo clave de muchas ciudades.
El atentado del 11 de septiembre de 2001 fue un golpe a la noción
de que la densidad y los edificios altos son algo deseable. Luego
de los ataques, mucha gente sostuvo que el terrorismo había
sellado el fin del rascacielos.

La densidad
es en si misma un rasgo del siglo XXI. Vienen a la mente las megaciudades
del Sur global, que desde Bombay a Sao Paulo están creciendo
cada vez más grandes y densas. Sin embargo la densidad también
aparece en lugares con redes y telecomunicaciones globales, sea
en aquellas mismas ciudades o en Nueva York. Los entornos densos
son un rasgo de los sectores económicos de punta y de las
áreas urbanas más creativas.
Pero la resistencia
a los edificios altos está creciendo, aun cuando todavía
se reconoce a la densidad como necesaria y divertida. La pregunta
es entonces si la densidad solo puede ser obtenida a través
de edificios altos: ¿que otras formas puede tomar la densidad?
Dependiendo de que y como construyamos, produciremos distintas
clases de desarrollo económico.
Sobre
la vigente utilidad de la concentración espacial, o por que
aun podemos usar "toda aquella densidad"
La misma noción
de aglomeraciones densas, de concentraciones de edificios de alta
densidad está bajo ataque. Hay largos, excelentes, y aburridos
tratados que nos explican por que la aglomeración espacial
no reporta ya los beneficios que alguna vez dio a empresas y mercados,
ya que hoy tenemos telecomunicaciones globales y operamos en redes
desparramadas por todo el mundo. El lenguaje de la globalización
y las tecnologías de la información sugieren que todo
ocurre en alguna escala global, en mercados electrónicos,
lejos de lugares específicos.
Podemos entonces
preguntarnos por que continuamos viendo la verticalidad y la densidad
como la forma dominante en muchos de los nuevos grandes proyectos
urbanos alrededor del mundo, incluso en Nueva York luego de los
ataques de septiembre de 2001. Estos temas están bien ilustrados
por el caso de la reconstrucción del Bajo Manhattan. Todos
los proyectos seleccionados y presentados en diciembre de 2002 incluyen
edificios extremadamente altos y densos.


¿Como se reconcilia
esto con la alta tasa de espacio vacante para oficinas, de alrededor
del 17%? Esto, incluso luego de que cientos de miles de metros cuadrados
fueran destruidos (el equivalente a todo el distrito de oficinas
del centro de Atlanta) y de que muchas empresas se hubieran ido
hacia el Midtown, Connecticut y Nueva Jersey. Todos estos son argumentos
válidos, pero solo cuentan la mitad de la historia. La otra
mitad es que las actividades estratégicas y creativas
(sean económicas, culturales o políticas) prosperan
en la densidad.
En una economía
global, con incertidumbre en los mercados y condiciones cambiantes,
los sectores más avanzados y especulativos necesitan concentraciones
de recursos y talentos, entornos densos donde la información
no solamente circule sino que sea producida (y como hemos visto
recientemente en Wall Street, incluso que a veces sea inventada...).
Gerenciar y servir las operaciones globales de las empresas y los
mercados necesita una enorme concentración de infraestructuras,
edificios y talentos en su "estado del arte".
La geografía
de la globalización económica consiste a la vez de
estos nodos concentrados, y de las redes y mercados electrónicos
que cruzan el mundo. Hoy existe una red de alrededor de 40 ciudades
globales, de mayor o menor importancia, que proveen esos nodos concentrados.
Nueva York está en el nivel más alto de esta red,
junto con Londres, Francfort, Tokio, y París, y su rol continúa
siendo crucial aun después de la devastación del 11
de septiembre.
El hecho de
que exista una considerable división de funciones y capacidades
entre estas ciudades (todas tienen una pequeña diferencia
en lo que ofrecen a la economía global) subraya aun más
la vigencia del rol de Nueva York.
Aun cuando la
densidad continúe como un rasgo clave de estas ciudades globales,
debemos aclarar que la necesidad de lugares densos y complejos
no significa que los edificios de gran altura sigan siendo
beneficiosos para sus propietarios. Tony Travers, autor de un importante
estudio sobre el tema (The Politics of London: Governing the
Ungovernable City), sostiene que no podemos establecer si los
rascacielos de gran altura pueden actualmente resultar rentables,
en parte porque los desarrolladores no están dispuestos a
abrir sus contabilidades y entonces se hace imposible responder
la pregunta. Pero tenemos evidencia de que pasados los 20 pisos,
se hace muy caro construir. Todo parece indicar que los pisos más
bajos están subsidiando a los pisos más altos. Travers
agrega que "mientras los costos de construir edificios en gran
altura no han cambiado mucho desde el 11/9/01, la disposición
de empresas y personas a mudarse a pisos altos si que ha variado".
Un hecho que a la larga reducirá la viabilidad económica
de los edificios muy altos.
La lógica
económica de la densidad pide entonces una experimentación
arquitectónica, tan comprometida con la obtención
de rentas inmobiliarias como con el arte.

Las
variadas arquitecturas de la densidad
En los últimos
40 años la arquitectura ha progresado tanto que la densidad
puede ser obtenida en un número realmente mucho más
amplio de formas que aquel rascacielos que fuera icono del estilo
de los '60. Sin embargo, la opinión pública aun está
rezagada respecto a lo que puede ser construido, como demuestran
algunos errores frecuentes sobre el tema.
Todavía
es común pensar, por ejemplo, que la horizontalidad es más
o menos incompatible con la densidad y la verticalidad: Los Angeles
es en esto el ejemplo número 1, seguido por otros desarrollos
dispersos a lo largo de los Estados Unidos. No hay una relación
necesaria entre edificación horizontal y entornos "ralos"
(pensemos en cualquier ciudad medieval) pero los norteamericanos
nos hemos acostumbrado a asimilar "chato" y "ralo".

Esta
creencia también alimenta una segunda noción, la de
que la horizontalidad es algo que solamente ocurre al nivel de planta
baja.
Una tercera
noción es que la verticalidad significa irse hacia arriba,
dispararse hacia el cielo, más que cavar bajo la tierra para
desarrollarse. Es cierto que el espacio subterráneo en Nueva
York no tiene muy buena fama (estamos inclinados a pasar muy rápidamente
por nuestro más familiar espacio subterráneo, el metro,
y tenemos buenas razones). Pero ciudades tan diversas como Moscú
y Tokio han construido espacio habitable de buena calidad en sitios
subterráneos de transporte.
Por último,
los edificios de alta densidad y en altura han sido asociados a
espacio público muerto a nivel de la calle. Nueva York está
lleno de ejemplos de los '80 y '90, pero en la misma época
Francfort fue pionero en realizar espacios públicos vivibles
en la base de sus rascacielos.

La arquitectura
de pobre calidad continua reforzando estas nociones comunes sobre
la densidad. Pero cada uno de estas cuatro creencias puede ser reconcebida.
La horizontalidad arquitectónica ha recobrado importancia
en un tiempo en el que las redes económicas, culturales y
políticas (que operan horizontalmente más que jerárquicamente)
han sido reconocidas como cruciales. Hoy podemos pensar en arquitecturas
en red que produzcan espacios horizontales capaces de generar altas
densidades y que lo hagan por arriba y por debajo del nivel de la
calle. Con nuestras nuevas capacidades técnicas podemos
pensar en la verticalidad y en sus posibilidades para la densidad
como extendiéndose hacia abajo y creando complejos espacios
subterráneos, para actividades comunes y no tan comunes.
Quizás el mayor desafío sea la cuarta cuestión:
¿que ocurre cuando las estructuras verticales llegan al nivel de
la calle? Podemos tener una vida densa y vibrante al nivel de la
calle en un entorno de edificios altos y masivos, pero los edificios
deben ser altos en una nueva manera.
 
El tema de la
densidad y el diseño vertical ha sido muy bien estudiado
por el Programa de Ciudades en la Escuela de Economía de
Londres, que ha producido uno de los mejores estudios en esta cuestión
(ahora adoptado como política oficial por el gobierno británico).
Algunas claves propuestas en ese informe son de interés para
nuestro tema. Una de ellas es que no hay una correlación
de 1 a 1 entre altura y densidad. Tres edificios de 30 pisos hacen
el mismo trabajo que uno de 90, pero el modelo de los 3 edificios
permite mayor experimentaciones formales, y también, según
el estudio, tasas más altas de retorno de la inversión.
Un segundo hallazgo tiene que ver con la adaptabilidad y el volumen
del edificio. La construcción comercial más reciente
es de edificios "gordos" con plantas de piso gigantescas. Estos
edificios corren peligro de transformarse en dinosaurios. El estudio
demostró que los edificios de oficinas de gran altura y poco
espesor puede ser convertidos con mucha mayor facilidad en viviendas,
mientras que los "masivos" son mucho más costosos de adaptar.
Para Richard Burdett, Director del Programa de Ciudades, necesitamos
pensar en estos tipos de edificios "como infraestructuras que
pueden ser adaptadas a cualquier cosa que la próxima
fase de la economía nos vaya a requerir"
SS
Una
versión reducida de esta nota fue publicada en el
New York Times
el pasado 26 de enero.
Sobre experimentaciones arquitectónicas acerca de la densidad,
ver "Conexiones vivientes en Brescia - Metrogramma y una propuesta
integradora y contemporánea para la ciudad lombarda",
en número
4-5 de café
de las ciudades.
Otras
definiciones de Saskia Sassen sobre arquitectura
y arquitectos/as en la globalización:
¿Que es
un arquitecto/a? Alguien con múltiples formas de conocimiento,
incluyendo el de como reposicionar la arquitectura en las redes
y flujos.
Aquellos significados
y roles de la arquitectura centradas en la antigua tradición
de la permanencia, son irrevocablemente desestabilizados en las
ciudades de hoy, caracterizadas por las redes digitales, la aceleración,
las infraestructuras masivas para la conectividad, y el creciente
extrañamiento. Esos viejos significados no desaparecen, continúan
siendo importantes. Pero no pueden acomodarse con facilidad a los
nuevos significados.
Hay, claramente,
múltiples desafíos que afronta hoy la arquitectura
como práctica y como teorízación. Al enfatizar
el rol crucial de las ciudades para la arquitectura, construyo una
problemática que no solo es dirigida sino, quizás,
inevitablemente parcial. Es diferente de aquella de los arquitectos
neotradicionalistas que también están preocupados
por la actual condición urbana. Y es diferente de la problemática
focalizada en como las actuales condiciones están cambiando
la profesión y sus oportunidades, o de alguna otra que centra
su instancia crítica en las reflexiones sobre la creciente
distancia entre ganadores y perdedores en la profesión.
Al escribir
esto recuerdo a Sola Morales, fallecido hace poco trágicamente.
El enfatizaba la creciente importancia de las redes, las interconexiones,
los flujos de energía, las cartografías subjetivas,
y de ese modo abría el campo
de una arquitectura transparente, en un sentido muy distinto al
del compromiso moderno con la Glassarchitektur. El construyó
una teorización de "arquitecturas liquidas", no centradas
en el reemplazo de los elementos arquitectónicos opacos con
otros transparentes, sino en los elementos no arquitectónicos
que condicionan el espacio arquitectónico, desde la iluminación
hasta la temperatura o los amoblamientos.
La arquitectura,
además, necesita confrontar la masividad de la experiencia
urbana, la abrumadora presencia de arquitecturas e infraestructuras
masivas en las ciudades de hoy, y la arrolladora lógica de
la utilidad que organiza muchas de las inversiones en las ciudades.
Al mismo tiempo, estas ciudades están llenas de espacios
subutilizados, con frecuencia caracterizados más por sus
significados antiguos, que por los actuales significados. Estos
espacios son parte de la interioridad de una ciudad aun cuando están
fuera de su utilidad organizativa, de sus lógicas de conducción
y marcos espaciales. Esto abre una problemática crítica
acerca de la actual condición urbana, en modos que van más
allá de las nociones de arquitectura high tech, espacios
virtuales, simulacros, parques temáticos, materialidades
del poder.
¿Que es un arquitecto/a?
Hoy es alguien que navega sobre múltiples formas de conocimiento
y ofrece la posibilidad de una práctica arquitectónica
localizada en espacios (tales como las intersecciones de las
redes de transporte y comunicación) donde el ojo desnudo
o la imaginación del ingeniero no ve formas, ni posibilidad
de alguna forma. ¿Como detectaremos las posibles arquitecturas
de espacios que están construidos como silencios vacíos,
como no existencias, para las prácticas arquitectónicas
centradas en la permanencia?
Materialidades
localizadas y espacio global
Hay una clase
específica de materialidad subyacente en los sectores económicos
de punta en nuestra era, dejando de lado el hecho de que tengan
lugar parcialmente en el espacio electrónico. Aun los más
sectores más digitalizados, globalizados y desmaterializados,
tocan el suelo en algún punto de sus operaciones. Y cuando
lo hacen, esto ocurre en vastas concentraciones de estructuras,
muy materiales. Estas actividades ocupan espacios físicos
y espacios digitales. Hay estructuras materiales y digitales a ser
construidas, con requerimientos muy específicos: las actividades
de una empresa están, simultáneamente, desterritorializadas
en parte y muy territorializadas en otra parte, atraviesan el
planeta a la vez que están altamente concentradas en lugares
muy específicos. Esto produce una geografía estratégica
que atraviesa fronteras y espacios, pero que también se implanta
en ciudades específicas, una geografía que explota
las fronteras de la contextualidad.
Una pregunta
que yo tengo para hacer, es si la clase de materialidad específica
subyacente a esta economía de interfase tiene implicaciones
para la arquitectura, más que la simple necesidad de "construir".
Pareciera haber tres cuestiones en relación a esto:
- La primera
es el tipo particular de subeconomía, internamente conectada
en red, parcialmente digital, mayormente orientada a mercados
globales y a una gran extensión operativa
de múltiples sitios alrededor del mundo.
- El segundo
tema es más escurridizo, y quizás puramente teórico
(aunque yo no lo creo así), y tiene que ver con el punto
de intersección entre los espacios físicos y digitales
dentro de los cuales opera una empresa, o más en general,
esta subeconomía.
- El tercero
es la cuestión de la contextualidad en la práctica
arquitectónica. Las características particulares
de esta subeconomía en red (en parte profundamente centrada
en sitios particulares, en parte desterritorializada y operando
en un espacio global digital) parecerían corroer los
conceptos establecidos sobre el contexto o escenario local para
construir.
Una Subeconomía
conectada
A grandes rasgos,
este sector está constituido de un gran número de
empresas relativamente pequeñas y altamente especializadas.
Aun si algunas de estas empresas de servicios financieros, en especial
luego de las recientes fusiones, puede movilizar enormes sumas de
capital y controlar enormes activos, son empresas pequeñas
en términos de empleos y del espacio físico que ocupan,
comparado por ejemplo con las grandes empresas manufactureras. Estas
son mucho más intensivas en su capacidad de empleo, no importa
cuan automatizado pueda ser su proceso de producción, y requieren
cantidades mucho más grandes de espacio físico.
En segundo lugar,
las empresas especializadas de servicio necesitan, y se benefician,
de la proximidad de empresas especializadas afines (servicios financieros,
legales, contables, pronósticos económicos, evaluación
de créditos y otros servicios de consultoría, especialistas
en computación, relaciones públicas, y otros tipos
de expertizaje en un amplio rango de campos). La producción
de un instrumento financiero requiere una multiplicidad de insumos
altamente especializados, provistos por este amplio rango de empresas.
La proximidad
física se ha mostrado claramente como una ventaja, dadas
las complejidades y la importancia de dar respuestas rápidas:
es que las transacciones directas son con frecuencia más
eficientes y baratas que las telecomunicaciones (tomaría
un enorme ancho de banda y aun no tendríamos
la entera colección de actos de comunicación, el modo
taquigráfico en que enormes cantidades de información
pueden ser intercambiadas en forma directa). Pero al mismo tiempo,
este sector conectado opera en parte en el espacio digital, así
que también está conectado en una forma desterritorializada,
no vinculada a la proximidad física.
La intersección
entre espacio real y digital
Hay una nueva
topografía de la actividad económica, que es evidente
en esta subeconomía. Esta topografía entrelaza el
espacio real y el digital. No hay en la actualidad ninguna empresa
o sector económico totalmente virtualizado. Aun las finanzas,
la más digitalizada, desmaterializada y globalizada de todas
las actividades, tienen una topografía que entreteje el espacio
real y el digital. Con diferentes rasgos, en diferentes tipos de
sectores y empresas, las tareas de una empresa están en la
actualidad distribuidas entre estas dos clases de espacios; más
allá que las actuales configuraciones estén sujetas
a considerables transformaciones a medida que más tareas
sean computarizadas o estandarizadas, los mercados sean aun más
globalizados, etc. La telemática y la globalización
han emergido como los motores fundamentales que reformulan la organización
del espacio económico. Esto va desde la virtualización
espacial de un creciente número de actividades, hasta la
reconfiguración del entorno construido para la actividad
económica. Sea en el espacio electrónico o en la geografía
del entorno construido, esta reformulación involucra cambios
organizacionales y estructurales.
La pregunta
que tengo entonces para los arquitectos/as es si el punto de
intersección entre estas dos clases de espacios, en una empresa
o en una topografía dinámica de actividades, merece
ser estudiado, teorizado, reflexionado y explorado. Esta intersección
es pensada (quizás con escasa agudeza) como una línea
que divide dos zonas mutuamente excluidas. Yo preferiría
ensanchar esta línea en una "frontera analítica",
que demanda su propia especificación y teorización
empírica, y contiene sus propias posibilidades para la arquitectura.
El espacio de la pantalla de la computadora, que se podría
pensar en una primera instancia como una forma de esa intersección,
no lo es, o al menos es solo una representación parcial.
Admito que esta
pregunta me ha obsesionado y que no he ido demasiado lejos en responderla.
Es para mi una instancia de una tendencia más amplia, muy
difundida en las ciencias sociales: la "línea divisoria"
como el modo desproblematizado de relacionar / separar dos zonas
diferentes (cualesquiera que puedan ser: conceptuales, teóricas,
analíticas, empíricas, de significado, de práctica).
¿Que operaciones son colocadas dentro y cuales son excluidas al
poner una línea en determinado lugar? Es del todo posible
que estas sean operaciones analíticas relacionadas al tipo
de trabajo que yo hago y que ellas tengan poco significado en arquitectura.
No son ciertamente un tema en el pensamiento convencional de las
ciencias sociales.
¿Que significa
la contextualidad en este escenario?
Una subeconomía
conectada, que opera parcialmente en el espacio real y parcialmente
en el espacio digital alrededor del planeta, no puede ser contextualizada
fácilmente en términos de su entorno más próximo.
Tampoco las empresas aisladas. La orientación es simultáneamente
hacia si mismas y hacia lo global. La intensidad de sus transacciones
internas es tal que anula las consideraciones sobre la localidad
o región más amplias dentro de la cual existen. En
mi investigación sobre ciudades globales he encontrado claramente
que estas ciudades desarrollan una orientación más
fuerte hacia los mercados globales que hacia sus mercados internos
(hinterlands). De ese modo invalidan una proposición
clave de la literatura sobre sistemas urbanos, la de que las ciudades
y los sistemas urbanos integran y articulan el territorio nacional.
Las ciudades pueden haber tenido esa función durante el periodo
en que la manufactura y el consumo de masas fueron las máquinas
dominantes del crecimiento en las economías desarrolladas
y prosperaban sobre la posibilidad de una escala nacional.
Pero este no
es el caso en la actualidad, con el ascenso de sectores tan digitalizados,
globalizados y desmaterializados como las finanzas. Las conexiones
con otras zonas y sectores en este "contexto" son de una clase especial,
y conecta mundos que pensamos como radicalmente distintos. Por ejemplo,
la economía informal de muchas comunidades de inmigrantes
en Nueva York provee algunos de los trabajadores de baja renumeración
para los "otros" trabajos que necesita Wall Street, la capital de
las finanzas globales. Lo mismo ocurre en París, Londres,
Francfort, Zurich. Aun cuando esas zonas y esos trabajadores no
son considerados parte del contexto, y la localización, de
la economía conectada de la que estamos hablando, yo considero
que lo son.
¿Cual es entonces
el "contexto", lo local, en estos casos? La nueva subeconomía
conectada ocupa una geografía estratégica, parcialmente
desterritorializada, que atraviesa fronteras y conecta una variedad
de puntos en el planeta. Solo ocupa una fracción de su escenario
"local", sus límites no son aquellos de la ciudad donde está
localizada ni los de su "barrio". Esta subeconomía tiene
interfases con la vasta concentración de recursos muy materiales
que necesita cuando toca el suelo, y con el hecho de su desarrollo
global. Su interlocutor no es lo que la rodea, su contexto, sino
el hecho mismo de lo global. Pero aun así esta hincada,
al menos en un momento de su dinámica, en entornos muy específicos
y construidos materialmente.
No estoy segura
de lo que esta simultanea implantación en un contexto
específico, y el desgarramiento de
ese contexto (con su remplazo por lo global) pueda significar para
la arquitectura. La operación estratégica no es
la búsqueda de una conexión con los "alrededores",
con el contexto. Es en cambio la instalación en una geografía
transfronteriza estratégica constituida a través de
múltiples "localizaciones". En el caso de la economía
yo veo una redefinición de escalas: las viejas jerarquías
(local, regional, nacional, global) ya no cuentan. No es yendo a
la próxima escala en términos de tamaño como
se consigue la integración. Lo local ahora negocia directamente
con lo global: lo global se instala en lo local y lo global está
en si mismo constituido a través de una multiplicidad de
locales.
SS
Sobre
los temas tratados en esta nota, ver también en café
corto
de este númerolas notas Libeskind vs. Silverstein:¿quien
ganó? y
Marcos y el proyecto de la Hiperpolis.
presentación
comienzo
de la nota
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