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La
extrema periferia
Ricardo de Sárraga
relaciona lo doméstico y lo barrial en un barrio de Florencio
Varela
El otro día
salió un anuncio en el diario que decía "se vende
terreno en la luna", y le digo a mi marido ¿qué te parece
si vamos a vivir allá? Estuvimos conversando de eso, de que
hay parcelas a $45, y le digo, vamos a la luna, y me dice estamos
en la tierra, y le digo: esto es la luna.
(De Jacinta, pobladora
de San Francisco, a Ricardo de Sárraga)

Una mirada que
combina los saberes disciplinarios de la antropología social,
la arquitectura y el urbanismo, sostiene la tesis
doctoral de Ricardo de Sárraga
sobre la relación entre los universos "intradoméstico"
y "extradoméstico" en una barriada popular de la periferia
más extrema de Buenos Aires. El objeto de la investigación
es el poblado de San Francisco, en el municipio de Florencio Varela,
al sur de la capital argentina y en su segunda corona metropolitana.
A diferencia
de distritos como San Isidro, Morón o Quilmes, e incluso
el más lejano Pilar, que crecieron a partir de núcleos
urbanos consolidados con anterioridad a la llegada de la "mancha
de aceite metropolitana", la historia de Florencio Varela recién
comienza a fines del siglo XIX, aunque al poco tiempo se independizó
del municipio de Quilmes y se estableció como partido. La
ciudad, típico poblado pampeano cabecera de un hinterland
agrario, se desarrolló con parsimonia y seguridad
durante el "primer pueblo", como Sárraga llama al período
entre 1891 y la entreguerra. Lentamente la ciudad metropolitana
se va aproximando, primero en forma de mercado para los cultivos
intensivos, lugar de descanso y saneamiento y hasta sede de películas
y conjuras (algunos de los preparativos del golpe de estado fascista
de Uriburu, en 1930, se realizaron en una quinta varelense). Silenciosamente,
mientras tanto, comenzaba la silenciosa y persistente invasión
de otros habitantes de la ciudad: la masa de inmigrantes venidos
primero del interior del país (los cabecitas negras
de Tucumán, del Chaco, de Santiago del Estero) y luego de
países limítrofes. Entre 1947 y 1980 producen uno
de los más espectaculares saltos demográficos que
registra la Argentina, pasando de 10.000 a 173.000 habitantes (hoy
son 350.000, con una variación intercensal entre 1991 y 2001
de un 36,9 %).
"¿De donde
vinieron, cuando? ¿Quién los dejó venir?", se
pregunta la nieta de un varelense del "primer pueblo", uno de esos
tranquilos comerciantes, profesionales o funcionarios que casi sin
darse cuenta sintieron que eran invadidos por extraños. Arturo
Jauretche los llamaría "rotarios", los socios respetables
del Rotary Club o el Club de Leones que en las reuniones del Club
Social hacían conjeturas sobre el resultado de las elecciones
y el triunfo eventual de radicales o conservadores, sin entender
los guarismos que luego daban el triunfo por cifras arrasadoras
al peronismo.
La ilusión
de la ciudad, más que la ciudad misma, transformaba las
antiguas quintas y estancias varelenses en los nuevos barrios que
alojaban a los recién llegados. El viejo negocio de transformar
suelo rural en urbano enriquecía a los desarrolladores del
"loteo salvaje", sin más atributos que (en el mejor de los
casos) unas calles mal trazadas, unos mojones que separaban los
terrenos, y a veces el cableado eléctrico aéreo, sobre
postes. Así surgieron decenas de barrios, así surgió
San Francisco, a un lado y luego a otro de la olvidada Ruta 53 (la
que lleva a Chascomús), en el extremo sur del municipio.
San Francisco
es un limbo fuera de lo rural y fuera de lo urbano al mismo
tiempo. Dos colectivos (autobuses) lo conectan al centro de Varela,
pero también al centro de la metrópolis, a la Plaza
Constitución (una de las tres terminales ferroviarias que
toman en triángulo el centro porteño). El oficial
es el 148, el Halcón, que da sus colores y su apodo
al club de fútbol de Varela, el Defensa y Justicia. Pero
está también el Trucho, la cooperativa que
administra ómnibus desvencijados, pero más baratos
y con mejor frecuencia. Están fuera de la Ley, pero Sárraga
les reconoce una legalidad: la de conectar a la gente de San
Francisco con la ciudad. El boleto cuesta 1 peso hasta Varela
y 1,35 hasta Constitución: siempre mucho para los magros
ingresos de la gente del barrio, que debe evitar los viajes "superfluos".
En el habla cotidiana argentina, lo trucho es lo falso, clandestino,
eventualmente de baja calidad. Los autobuses truchos como el que
llega a San Francisco se llaman así por carecer de habilitación
legal para funcionar, aunque en la práctica resuelven problemas
de transporte. Pero cuando un conductor atropella y mata a alguien,
como pasó en el 2000 con un niño que salía
de su escuela, simplemente se va y desaparece sin dejar huella.

Al llegar desde
la ruta, San Francisco es un conglomerado de calles de nombre insólito,
o mejor dicho ni siquiera nombre sino números ¡de cuatro
cifras! Nadie acepta seriamente vivir en la calle "1427" y (como
en Macondo, donde el mundo era tan reciente que las cosas no tenían
nombre y se señalaban con el dedo) se habla de "atrás
de tal portón o frente a tal árbol". La extraña
toponimia se debe a la confusión que generaba la repetición
de los nombres de los mismos próceres en las decenas de barrios
surgidos con los loteos salvajes que acompañaron la crecida
demográfica. Por eso se optó por numerar, aunque tampoco
sobraban números y por eso las 4 cifras...
Todo es precario,
que no sutil. Las calles no tienen cordones, son de tierra. Las
casas no tienen más de una planta y rara vez están
revocadas. Pero San Francisco no es una villa miseria (la versión
argentina de la favela brasileña o las poblaciones
chilenas), algo que se ocupan de recalcar los vecinos: hay calles,
manzanas, lotes. Algunas casas son ocupadas ilegalmente, otras tienen
títulos legales. Y entre los escasos orgullos locales está
el arbolado y el contacto con la naturaleza. El barrio limita
con las quintas de los japoneses y portugueses, que proveen algún
alimento sustraído o algún empleo circunstancial,
mal pago.
De cada lado
de la ruta hay una escuela primaria. Del lado oeste hay un centro
de infantes (entre jardín de infantes, parvulario, guardería
y comedor infantil) manejado por dos vecinas ligadas al Intendente
(dos punteras, caudillas barriales cuyo "privilegio" es una bolsa
más de comida o el manejo de una "caja chica"). Del lado
este, un centro de salud oficial y un galpón de materiales
de un plan de viviendas (el "Protierra"), que en la práctica
funciona como salón comunitario. Una iglesia católica,
una iglesia evangélica. Todos desconfían entre sí
y critican la acción de los otros, todos son reservados en
la información que le dan a Sárraga. Pero, mal que
mal, componen una red solidaria, todo lo clientelizada y
politizada que se quiera, que enfrenta la extrema pobreza y los
problemas sociales y familiares. Ayudan también los vecinos
más instalados: Pancho Calero y su quiosco "polirubro", con
el que llega a un ingreso interesante, muy por encima de la media
barrial; el parrillero Villagra, que organiza campeonatos de fútbol
para vender "choripanes"; el gomero Maciel, que hace 30 años
juntó firmas para pedir la luz y en la Municipalidad le dijeron
que para eso había que ponerle un nombre al barrio. Como
es devoto de San Francisco de Asís, eligió ese santo.
Maciel ignora el raro privilegio del que gozó al poder establecer
el nombre del lugar en el que vive.

En San Francisco
abundan las variantes del infierno. Están las violaciones
de niñas sodomizadas por sus circunstanciales padrastros,
o embarazadas por un primo a los 12 años. Está la
Junta, pandilla de gamberros que sin futuro ni presente se
junta a pedir una moneda o provocar a mujeres y gente que pasa sola,
a pasar el tiempo hasta que aparece la oportunidad de robar o traficar.
Y los chicos que van a comprar papel brillante al quiosco para que
sus padres o hermanos armen los sobrecitos con cocaína de
mala calidad. O el trabajo de los chicos y los inmigrantes ilegales
en las quintas, por un peso por día: un trabajo ni siquiera
esclavo, porque al esclavo se lo alimenta. O los funcionarios que
revenden varias veces el mismo terreno, con papelitos sellados que
luego ocasionan las peleas entre pobres. El infierno más
sutil, sin embargo, el más extendido, es esa sensación
de que con poco se podría salir adelante, pero que ese
poco (el gas natural, el asfalto, el ruberoid para que no
entre el frío a la Casilla, el pequeño negocio familiar
para aumentar los ingresos, la universidad para al menos uno de
los hijos) es inaccesible.

La señal
de ocupación de un terreno, legal o no, es la Casilla.
Una construcción precaria, que en algunos casos se compra
prefabricada y en otros se arma con chapas de cinc o cartón
y madera de encofrado. En el mejor de los casos lleva una aislación
de ruberoid, papel asfáltico que impide el paso de la lluvia
y el viento. Pero siempre implica la voluntad de habitar, el primer
paso al que luego sucederá la construcción eterna
de una casa "de material", es decir de ladrillos y cemento. Lo dicen
quienes conocen bien estas urbanizaciones informales: los pobres
primero habitan, después construyen y luego legalizan su
posesión, exactamente lo contrario de lo que hace la
sociedad formal... La ayuda de un cuñado o un hermano, los
materiales que sobran de una obra en construcción, una ventana
rescatada de una demolición, todo sirve para construir. Los
materiales se agrupan alrededor o dentro de las casillas, así
se los protege contra robos, y de paso se aíslan mejor las
delgadas paredes.
Sárraga
describe (con espanto y admiración a la vez) las estrategias
de los pobres para habitar. Nada es fijo, ni siquiera el
lugar donde duermen las personas. Hoy se duerme en una cama, al
tiempo en otra, siempre compartiendo un mismo lecho entre varios
hermanos o entre padres e hijos. No existe el ritual de la sala
de estar: en varios de los chalets del Protierra provistos por la
gobernación, el living es un lugar de guardado o de tendido
de ropa donde además duermen varios de los hijos. Las cocinas
formales no se usan para cocinar, los baños no tienen descarga
por depósito, sino que se usan tachos. Todo es abierto y
flexible, por necesidad, no porque hayan leído al Archigram
ni porque les vayan los lofts... Sárraga propone que se construyan
carcazas bien aisladas del frío, el calor y la lluvia, y
que la gente se maneje adentro como le convenga (como proponía
el holandés Habraken en sus Supports). No tiene sentido hacer
placards con interiores refinados, porque la gente guarda la ropa
en cajas a la manera de las gangas (negocios de ofertas)
en las estaciones de tren. Sárraga propone que en cambio
se entreguen mejores muebles de cocina, otro déficit ostensible.

En San Francisco
las casas no empiezan ni terminan con las familias. La hija
de un matrimonio puede vivir en una casa vecina, o en la otra manzana.
Cuando se termina la casa "de material", sólida, la Casilla
no se demuele: queda para algún hijo que se casó,
o para un primo que se separó, o en algún caso se
desarma y se vuelve a armar a la vuelta. En un terreno del Protierra
pueden vivir 16 personas, entre el chalet y la Casilla. Lo doméstico
se extiende al barrio, y a su vez el barrio y sus instituciones
penetran en lo doméstico, en una insospechada dimensión
urbana del habitar individual y familiar.
Sárraga
declara sentirse un "cronista de guerra" en el transcurso de su
investigación. Como una lógica derivación de
la tarea realizada, decide proponer un programa muy acotado y sensato
a la Municipalidad (un taller de reparación de viviendas
existentes), pero no tiene respuesta. Sin embargo, su trabajo
resulta de gran utilidad para la comprensión de esa gigantesca
incógnita que es el conurbano bonaerense (carne de todos
los lugares comunes, de todos los prejuicios y de todos los sobreentendidos).
El enfoque antropológico de Sárraga es una forma posible
de conocer mejor la realidad de esta periferia metropolitana, sus
conformaciones territoriales y sus modos de habitar. Hay otras (muchas)
tareas por encarar. Por ejemplo, ¿cuál es la relación
entre la población de un lugar como San Francisco y la de
las villas miseria (más urbanas, con mejor posición
aunque peor sitio, en palabras de Milton Santos)? ¿La
particularidad de las formas de habitar es un rasgo cultural o es
un producto de las condiciones de escasez extrema, que desaparecería
con el ascenso social? ¿Cómo articular la investigación
del campo de las ciencias sociales con el saber disciplinario de
la arquitectura y el urbanismo, y ambos con la producción
concreta del hábitat popular? El trabajo de Sárraga
demuestra que hay recursos profesionales para encarar estas tareas.
Falta movilizarlos, y articularlos con una mejora en la calidad
de la política, en todos sus niveles (no solo la municipal).
Entre otras cosas, para que San Francisco sea ciudad, y su
gente ciudadana.
¿Dónde
aparece el Estado, sus estructuras nacionales, provinciales, municipales,
sindicales? ¿Cuál es la historia que puede vincular a estos
actores con la Nación Argentina? ¿Habitan la Nación,
realmente, personas indocumentadas o con desprotección masiva?
¿Cómo quedarán marcados en su vida los hijos de los
abusos, manoseos y violaciones? ¿Cómo queda marcado el presente
de los indocumentados hacinados que -aunque los evitemos- construyen
la economía argentina y facilitan precios finales de góndolas
en exquisitos supermercados? ¿Qué familias edifican los trabajadores
"por tanto", mandando los chicos a la escuela hasta edad avanzada,
valiéndose de una merienda que en muchos casos forma parte
indispensable del sostén nutricio? ¿Qué Argentina
podemos esperar desde grupos como La Junta, drogados, desprotegidos
e ilegales o violentos a la vez?
(Ricardo
de Sárraga)
MC
Ricardo
de Sárraga es arquitecto (egresado FADU-UBA 1988) y doctor
en antropología social, orientación urbana (egresado
FFyL-UBA 2002). Realiza investigaciones sobre la articulación
transdisciplinar en arquitectura, antropología y urbanismo,
tomando como campo empírico a zonas urbanas con infraestructura
deficiente y áreas en emergencia habitacional. Es miembro
de ls Red ULACAV (Red Latinoamericana de Cátedras de Vivienda
Social) y docente en grado y posgrado. Su labor actual es la Beca
Posdoctoral CONICET (con la dirección de M. Lacarrieu y codirección
de D. Kullock).Su sede de trabajo es el CIHaM
(Centro de Investigaciones en Hábitat y Municipio) de
la FADU-UBA.
Su
tesis doctoral "Grupos y prácticas sociales en el ámbito
doméstico de la periferia metropolitana - El caso del poblado
de San Francisco en Florencio Varela" fue presentada en el año
2002 en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad
de Buenos Aires, con la dirección del Dr. Carlos Herrán
y la codirección del Dr. Andrés Piqueras Infante.
Otras
miradas sobre la realidad social y urbana de la periferia metropolitana
bonaerense, en las notas "Queremos cambiar el escenario, porque
la ciudad ya no nos acepta" y "Las 10 boludeces más repetidas
sobre los piqueteros y otros personajes, situaciones y escenarios
de la crisis argentina" en los números
2 y
15
de café
de las ciudades, respectivamente.
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Sumario
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Proyectos
de las ciudades
(I)
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El
Eixo Tamanduatehy en el ABC paulista
Una
experiencia latinoamericana de recuperación del
espacio post-industrial.
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El
Proyecto Eixo Tamanduatehy se plantea en forma sinérgica
con otros proyectos de revitalización económica
y urbana. Abarca un área de 12,8 km2 y congrega
y planifica esfuerzos de recalificación urbana,
económica, social y ambiental del área,
siguiendo modelos de urbanismo inclusivo, desarrollo
económico e inclusión social. La viabilidad
del proyecto está dada por el compromiso de los
actores locales: gobierno, comunidad, iniciativa privada
e instituciones públicas y privadas.
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La
mirada del flanneur
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Aeropuerto.
Usted
no está en la lista de pasajeros.
Por María Berns
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¿Por
qué no se comunica con su banco? (deteniendo
el ademán del hombre hacia el teléfono
en el mostrador) Hay un teléfono público
junto al baño. El hombre evita las miradas de
los pasajeros, que desde la fila, revelan al perdedor.
¿Qué le diría su mujer en estos
momentos? Trataría de calmarlo, dos pastillitas
lilas bastan para calmar esa ansiedad.
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Cultura
de las ciudades
Nuestros
antepasados (II)
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El
cuarteto de Alejandría.
La
ciudad, y su Poeta.
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El otro gran logro del Cuarteto, y el que más
nos importa en esta nota, es la representación
de una ciudad que aparece vívidamente descripta
como un personaje más de la novela. "La
ciudad -al decir de Durrell- que se sirvió de
nosotros como si fuéramos su flora, que nos envolvió
en conflictos que eran suyos y creíamos equivocadamente
nuestros, la amada Alejandría".
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Proyectos
de las ciudades
(II)
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Cinco
breves reflexiones sobre la experiencia y las enseñanzas
del proyecto Eixo Tamanduatehy
"La
necesidad y voluntad política de desarrollar equitativamente
la ciudad".
Por
Eduardo Reese |

Muy escasas veces nos encontramos frente a proyectos
integrales que no formen parte de esas áreas
de oportunidad, o de interés, o de valorización
de una ciudad. El proyecto del Eixo no tiene el objetivo
de "vender" la ciudad al exterior, no se compone
de una sumatoria de firmas prestigiosas, no intenta
imponer una marca, no pretende contribuir a una estrategia
comunicacional y de posicionamiento internacional.
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Mensajes
al Café
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Pablo
Morejón y la sufrida espera de un colectivo en
la Panamericana, datos y comentarios sobre notas, y
muchos saludos de lectores/as.
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Café
Corto
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Mercado
del suelo y políticas urbanas
Curso - Taller
del Instituto del Conurbano de la Universidad Nacional
de General Sarmiento, en conjunto con la Lincoln Institute
of Land Policy.
Plusvalías
y burbuja inmobiliaria española, nuevamente...
"La idea
usual que acostumbra a atribuir el aumento del precio
de la vivienda a la escasez de suelo urbano y urbanizable
queda sin respaldo cuando se observa que la expansión
de este suelo se ha venido situando muy por encima de
las necesidades de edificación".
Polémica
y convocatoria por Niemeyer en la costa amalfitana
La pequeña
ciudad de Ravello encargó al brasileño
Oscar Niemeyer la realización de un auditorio
para la realización de su festival de música
clásica.
Brooklyn
le quita los Nets a New Jersey y consolida su recuperación
La mudanza de los Nets sería una metáfora
perfecta para cerrar y revertir medio siglo de decadencia.
Escuela
móvil
Utilizar la escuela como lugar de referencia social
para el poblado donde se ubica.
VI
Seminario Montevideo: accesibilidad, centros y periferias
Entre los días 7 y 20 de marzo de 2004. El tema:
Accesibilidad - centro/s y periferia/s en el Montevideo
Metropolitano.
Cortázar,
universal
Su "Rayuela" unió Buenos Aires, Montevideo
y París en la oscura historia de amor de Olivera
y la Maga.
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