La
Revolución Urbana (II)
De un urbanismo
de oferta a un urbanismo de demanda: oportunidades, peligros y abusos.
Jordi
Borja (disertación)
MC (trascripción)
N.
de la R.: El siguiente texto es la trascripción de la conferencia
organizada por café de las ciudades
y brindada por Jordi Borja el pasado 6 de abril en el bar Tuñón
de Buenos Aires. Es la segunda y última de la serie de notas
sobre La Revolución Urbana,
iniciada en el número 31. En la trascripción de la
charla se ha incluido el debate posterior con el público,
por la riqueza de las intervenciones y de las respuestas.También
se ha preservado el carácter coloquial de la charla, con
solo algunas modificaciones menores a efectos de eliminar redundancias
y aclaraciones ocasionales propias del lenguaje oral.

cdlc:
Presentar a Jordi Borja en Buenos Aires es por cierto un orgullo
para café
de las ciudades, pero además en este caso tiene
una serie de connotaciones especiales. En estos días hemos
convenido con las autoridades de la UOC, universidad "virtual" catalana
en cuyo marco se desarrolla el Master
en Gestión de la Ciudad en el siglo XXI (del que
nuestro invitado es director), realizar tareas de cooperación
relativas a la difusión y organización del Master.
Por otro lado, la presencia de Borja en Buenos Aires, ante un público
especializado e interesado en las cuestiones de la ciudad y del
urbanismo, es una oportunidad de reflexionar sobre la ciudad contemporánea,
sus desafíos y oportunidades. Pero es especialmente adecuado
para analizar críticamente el desarrollo del Modelo Barcelona,
en especial en sus últimos años y en sus aspectos
más cuestionables, y para discutir si se trata de desviaciones
del modelo original o efectos perversos del mismo éxito social,
cultural, económico y político que tuvo el Modelo.
Por otro lado, para analizar los "usos" que Buenos Aires hizo del
modelo Barcelona en la gestión de los años recientes,
y en especial cuales fueron sus referencias: si la integración
democratizadora de sectores anteriormente excluidos del beneficio
de la urbanización, las prácticas de consolidación
de las periferias, las actuaciones de creación de espacio
público de calidad, etc., o si por el contrario (y en mi
humilde opinión con mayores posibilidades) se tomaron los
aspectos cosméticos y escenográficos de estas prácticas,
o se privilegió una encubierta especulación inmobiliaria
a gran escala con ropajes de planificación contemporánea.
Algunos
de estos temas surgirán seguramente a lo largo de esta charla
y del debate posterior, a los cuales quiero entrar rápidamente.
Pero para empezar, corresponde aclarar que, pese a que la charla
se había previsto originalmente como dedicada a "Los
nuevos oficios del urbanismo", nuestro conferencista nos ha
propuesto alterar el título original y cambiarlo por el más
inquietante (y prometedor) de "La revolución Urbana"...
JB:
El mundo político intelectual ha cambiado tanto en los últimos
años que alguien como yo, que siempre había sido considerado
dentro de la izquierda como un derechista, sin quererlo se encuentra
hoy en la extrema izquierda, que es algo que siempre me había
dado horror. Pero bueno, así son las cosas...
Sobre la revolución:
hace un tiempo nos hicieron una entrevista conjuntamente con Oriol
Bohigas para una revista que está muy bien y que se llama
La Calle, en Barcelona. Al finalizar nos pidieron "bueno, digan
algo más para terminar"; yo no me acuerdo de lo que
dije, creo que no tiene ningún interés, pero si de
lo que dijo Bohigas: "que lo que se necesita es la Revolución".
En ese maldito Forum
de las Culturas
que se hizo en Barcelona a lo largo de los meses de mayo a septiembre
de 2004, tuvimos unos encuentros urbanos. En ellos había
dentro de todo una línea que era magmática y caótica,
confusa y difusa. Fue una serie de diálogos intelectuales
que, lamentablemente, fueron muy interesantes y poco influyentes,
porque el entorno era tal que cualquier cosa que hicieras ahí
quedaba muy banalizado, muy perdido. A pesar de su interés,
yo tuve la misma sensación que si se hubiera organizado un
seminario de formación de militantes revolucionarios o marxistas
en un Corte Inglés. Esa era la sensación que yo tenía,
pero los debates urbanos fueron realmente muy interesantes. Y una
cosa curiosa: en esos debates, que duraron unas dos semanas (algunas
personas que hoy están aquí participaron de ellos),
me sorprendió especialmente la participación de los
norteamericanos, porque eran de un catastrofismo tremendo sobre
el futuro de la ciudad. Y gente muy distinta entre sí,
porque Tom Angotti es un hombre de la New York University, claramente
ubicado a la izquierda, muy latinoamericano (se ha ido casando siempre
con latinoamericanas, creo que va por la tercera), pero Michael
Cohen es otra cosa. Mike
Dear
de Los Angeles, que ha hecho un libro muy interesante sobre los
modelos de ciudad de Chicago a Los Angeles, es un investigador muy
serio y riguroso, y es distinto de David Harvey; Neill Smith es
un intelectual bastante radical, muy distinto de Saskia
Sassen.
Pero todos coincidieron en presentar una visión bastante
apocalíptica del futuro de la ciudad. Es verdad que viviendo
en Estados Unidos y con Bush de Presidente mucho optimismo histórico
no puedes tener, pero no deja de ser curioso... Sassen diciendo
"señores, se están creando las condiciones para
que surja un fascismo urbano que comande todo"; otros,
que "las ciudades se van a destruir, etc.".
¿Quiénes,
en cambio, decían cosas más positivas? Bueno, los
chinos. Ellos han encontrado la "solución". Ciudades
absolutamente nuevas y banales, con espacios lacónicos; ¿qué
podemos hacer para que tengan carácter de ciudad? ¡Pues hacer
un SoHo en cada ciudad! Un
SoHo, un Hollywood
(ustedes
en Buenos Aires ya tienen cierta práctica en esto...). Pero
ese programa que presentaron los chinos era un programa que se está
haciendo, no era la idea de un profesor. El conferenciante chino,
Stephen Lau, dijo que lo que se está planteando en China
es que cada ciudad grande tenga su SoHo; no se lo que resultará
de esto en 4 o 5 años. Pero sí que me sorprendió
esta visión de los norteamericanos, que incluso presentaban
casos: Mike Dear, de quien muchos amigos me criticaron que lo invitara,
dijo "me llamaron de una ciudad (no me acuerdo cual)
que había ganado un campeonato de béisbol, y querían
hacer un acto público para festejarlo", para que
se reuniera toda la gente, como Madrid lo hace en la Gran Vía,
en la Cibeles, Barcelona en las Ramblas o en la Plaza del Angel.
Los franceses, cuando ganaron el Mundial de fútbol (después
de "envenenar" a los brasileños, dicen algunos...),
ocuparon los Champs Elysees desde la Plaza de la Concorde hasta
el Arco de Triunfo, yo tengo una fotografía fantástica
de esa celebración. El caso es que aquella ciudad norteamericana
no tenía un lugar para encontrarse y festejar, entonces Dear
desde Los Angeles les pregunta por teléfono "¿pero,
no tienen ningún lugar que sea accesible, central y donde
la gente pueda reunirse?", "mire (le contestaron),
el único espacio grande que tenemos es un gran estacionamiento",
"bueno, hagan del estacionamiento su espacio cívico"...
Claro, esto
quiere decir que estamos en una situación donde hay más
urbanización que ciudad e incluso en América Latina
(yo se que ahora Argentina tiene tasas de crecimiento positivas,
pero no es lo habitual de los últimos 15 o 20 años
en el continente) hay urbanización sin crecimiento
económico. En Europa lo que hay es urbanización sin
crecimiento demográfico. Cito de memoria en los últimos
40 años la población de la región de Madrid
se ha multiplicado por 2, pero el suelo urbanizado se ha multiplicado
por 5. En Barcelona, en los últimos 20 años, la población
de la región metropolitana (depende por donde cortes) es
la misma, de entre 3,5 y 4 millones, pero el suelo urbanizado se
ha multiplicado por 2. Esto representa unos costes de sostenibilidad
muy fuertes, pero también representa segregación social,
también representa costes sociales. La distancia es
un coste, no es lo mismo para un viejecito o para un niño
vivir en estos lugares como hay ahora, esas casas que parecen Auschwitz
que hay ahora al sur de Madrid, o en Getafe,
donde sea, donde para ir a un lugar donde haya vida debes ir hasta
a un centro comercial que está a unos cuantos kilómetros,
que vivir en estos barrios de Barcelona o de Buenos Aires donde
aunque seas una persona de pocos ingresos sales a la calle y quizás
a 50 metros, o 100 o 200, tienes por lo menos un kiosco, con cositas.
Hay una pérdida de calidad de vida, de sostenibilidad, de
gobernabilidad (porque estos territorios urbanizados son cada vez
más complejos, más segregados, más fragmentados,
más privatizados, etc.).
Bueno, entonces,
¿qué es lo que está pasando? Y lo que está
pasando son dos cosas: uno, es lo que Francois Ascher llama una
Revolución Urbana, desde el punto de vista territorial. Una
revolución urbana en el sentido que la ciudad ya no es
lo que era; fíjense que nuestro imaginario aun muchas
veces es la ciudad industrial. Los que más o menos somos
profesionales de la cosa ya sabemos que es la ciudad con sus periferias,
metropolitana, etc., pero ya estamos en otro momento. Todo el pasado
lo llevamos encima: la ciudad colonial, preindustrial, barroca,
industrial, la ciudad metropolitana con sus periferias, etc., pero
después hay una tercera dimensión enorme, de geometría
variable, donde aparecen los espacios segregados, los espacios lacónicos,
los enclaves, los parques temáticos, etc. Y no solamente
en la nueva urbanización sino también en la degradación
de la vieja urbanización. Barcelona se está convirtiendo
en un parque temático. Yo hice un articulito, que va a ser
publicado en la revista de la Universidad de La Plata que dirige
Patricia Pinto, Geograficando, pero ese articulito me lo
pidió Patricia justo cuando yo acababa de hacer una intervención
en un debate diciendo precisamente que la ciudad estaba perdiendo
su alma, y por eso el artículo se titula "La ciudad
tiene un corazón antiguo". El corazón antiguo
no es la ciudad colonial o medieval, sino las preexistencias en
general, son
las fábricas, lo que tiene de alguna forma memoria incorporada.
Y bien, en ese artículo explico por que es preocupante la
dinámica que parece dominar en este momento en estas ciudades
que han tenido éxito, por eso insisto mucho en los efectos
perversos del éxito si no se prevén porque, estupendo,
"vienen inversionistas", estupendo, "hemos creado
una nueva centralidad", pero... los precios se disparan. Se
expulsan ciertas actividades, se abandona capital fijo a favor de
capital volátil, se expulsan sectores de bajos ingresos a
favor de los turistas y los congresistas. En el ámbito del
Fórum,
como decía una revista que creo que era Domus, "que
nadie espere encontrar en el urbanismo barcelonés de los
años 2000 aquello que tanto nos gustaba en el urbanismo de
los años ´80", el urbanismo ciudadano, el espacio público;
este es en cambio un urbanismo pensado para los clientes de afuera,
para la gente de otro lado, los que vienen a un congreso. E inclusive
dudo que para esto sirva, porque ya hay congresos que después
de haber contratado la zona del Fórum se han ido a otra parte
porque no querían estar en una zona tan frígida.
Porque una de
las cualidades de la ciudad es que es sensorial; la ciudad es el
olor, la ciudad es la gente en la calle, la ciudad es tocarse con
otra gente, que encuentres que te frotan... Claro, estar allí,
en un edificio muy discutible, como son los edificios del Fórum,
donde para llegar al mar, que estás al lado, tienes que atravesar
unas cuantas hectáreas de cemento, no es lo más deseable,
incluso desde ese punto de vista.
Por lo tanto
aquí tenemos un problema: que la ciudad está urbanizando
el territorio y al mismo tiempo se está autodestruyendo.
A esto se añade que la sociedad urbana es otra cosa, y esto
es un poco más complicado, porque no solamente es otra cosa
porque aparecen zonas marginales, o segregadas, o relegadas, que
es peor (cuando el niño que te pide algo por la calle o cuando
estás sentado en la mesa de un bar, y te viene a vender algo
que en realidad es una forma de pedirte limosna, hablas con el y
te dice que sus padres no se mueven de la villa, porque no tienen
ni trabajo ni esperanza; esto ya no es la población marginal,
en el sentido del "ejercito de reserva" de mano de obra,
es una población relegada, que está afuera,
excluida). Hay zonas de segregación, por eso cuando me dicen
"claro, es un problema que en el centro histórico de
Barcelona se hayan creado estos barrios con tanta presencia de población
inmigrante"... ¡menos mal! Primero, que mantienen vitalidad
urbana en el centro, y segundo, ¿sería mejor que estuvieran
relegados a 20 o 30 kilómetros del espacio urbanizado? Es
mucho mejor en Río de Janeiro vivir en una favela que vivir
en la Baixada Fluminense, es incomparablemente mejor.
Bueno, por lo
tanto tenemos estos problemas de exclusión territorial, de
que la globalización comporta muchas veces la destrucción
de la base económica de la ciudad, cosa que ustedes conocen
muy bien por lo que representó la década de los ´90
en la Argentina, la destrucción del capital fijo y también
de las habilidades de las personas, ¿no?. El otro día estaba
charlando con un señor de Finlandia: sabrán que Finlandia
es el último grito en la economía, es el modelo, por
lo menos es el modelo que tenemos más cerca los occidentales,
especialmente los europeos, porque los países asiáticos
son demasiado distintos. Bueno, este señor hizo un pequeño
estudio sobre Barcelona, se entrevistó con bastante gente,
y me decía "yo no entiendo por qué ustedes parecen
tan interesados en desarrollar la nueva economía. ¡Lo que
tienen que hacer es modernizar la que ya tienen?", porque
pueden tener algo de Nueva Economía pero nunca serán
competitivos en la Nueva Economía, porque en eso están
más atrasados, o por lo menos tardarán mucho en hacerlo,
pero en cambio lo que si necesitan y es mucho más factible,
es mucho más integrador (y quizás en el fondo mucho
más competitivo) es modernizar la vieja economía:
la que tengas. Pero esto, nos encontramos ante una sociedad que
no es la sociedad industrial, donde las ofertas públicas,
las ofertas políticas podían dirigirse a grandes
masas de la población que se suponía que tenían
intereses homogéneos.
Esto también
explica la crisis de los partidos políticos: los partidos
políticos tendrán a veces líderes incompetentes
o incluso corruptos, tendrán aparatos clientelares, todo
lo que se quiera. Pero es imposible en la sociedad actual que los
partidos políticos representen a la sociedad; es metafísicamente
imposible. Porque la sociedad en estos momentos está muy
individualizada, muy fragmentada, y las personas tienen intereses
y valores muy contradictorios. El Papa, aunque a muchos no nos gustara,
tenía un discurso retórico que hacía que unos
estuvieran a favor de él por los derechos humanos y otros
por los principios dogmáticos, unos porque exalta la familia
y dice que la única religión verdadera es la católica,
y los otros porque habla de la pobreza y de los derechos de los
trabajadores, etc. Pero en cambio un partido político tiene
que realizar opciones, para presentar un programa electoral, para
gobernar, para lo que sea. Entonces, siempre la gente estará
mal representada por un partido político, porque en este
momento el comportamiento de los ciudadanos es mucho más
errático que antes. En materia de transporte público:
si la ciudad es densa el transporte funcionará bien, pero
si pensamos en términos de movilidades de trabajo, ya no
funciona, porque un tercio de la movilidad cotidiana en las ciudades
europeas es por trabajo, pero los dos tercios restantes, no (y aquí
o ya es así o no será muy distinto dentro de poco
tiempo, si hoy no lo es). El uso de la ciudad debe funcionar las
24 horas para gente distinta.
Antes se podía decir "¿cuales son nuestros referentes?
¡pues las clases populares!". ¿Qué son ahora las clases
populares? Ahora se habla de las clases marginales, que es otra
cosa, pero ¿las clases trabajadoras? En la misma familia se dan
comportamientos muy distintos y hasta contradictorios en
el uso de la ciudad. Cuando el joven sale el viejo entra, uno sale
a disfrutar de la noche y el otro a dormir. Las demandas están
muy individualizadas: tenemos que pasar, yo diría, de un
urbanismo de la oferta a un urbanismo de la demanda; es decir, establecer
unos mecanismos distintos, distintos de los partidocráticos
y burocráticos en que se definen las ofertas y pensar que
si hacemos una oferta de vivienda, o de transporte, la sociedad
se adaptará porque hay grandes estratos. Pues: ya no hay
grandes estratoses mucho más complicado que esto, ¿no? Entonces
tenemos que pasar a un urbanismo (en un sentido amplio de la palabra),
a unas políticas urbanas basadas en la demanda; por
ejemplo, algunas empresas de transporte están pensando en
transporte público a la carta, o individual. ¿Porque
si no qué haces con los pensionados, los jubilados que están
viviendo en polígonos periféricos, cómo salen,
cómo utilizan la ciudad?
Esta sería
la primera idea, una segunda idea sería la innovación
política; para ejercer esto tenemos que innovar la política
haciendo lo que propone Ascher: continuando con su libro sobre la
Revolución Urbana, él dice que ante una economía
muy cohercitiva
necesitamos un urbanismo reflexivo, reflexivo no solamente por pensante,
sino porque actúe y alimente la oferta y la demanda entre
las instituciones, los profesionales y los distintos actores sociales.
Una innovación política que supone, por ejemplo, cómo
gobernar los nuevos territorios. Ayer me preguntaban "pero
bueno, ¿cómo gobernarlos?"; yo no tengo la solución
preparada, pero por lo menos tenemos que pasar de unas políticas
basadas en el poder soberano de las instituciones y en la compatibilización
de competencias entre esas instituciones ("esto es el estado,
esto es la Provincia, esto es el Municipio, esto es la Ciudad")
a unas políticas urbanas mucho más contractuales:
contractuales entre las instituciones y muchas veces también
contractuales entre la sociedad civil y las instituciones. Mucho
más contractuales, porque sino simplemente no funcionan,
se congelan las cosas. Y esto ya viene de tiempo.
Y en tercer
lugar, si queremos un urbanismo más de demanda y una innovación
política basada en la contractualización, tenemos
que legitimar los derechos ciudadanos. Fíjense que
en nuestra sociedad industrial están legitimados cierto tipo
de derechos: por una parte el liberalismo político legitimó
los derechos civiles y políticos, la representación,
el derecho a la organización, el derecho de opinión
(derechos que en muchos países han llegado muy tarde; por
ejemplo, los derechos de la mujer aun están ahí a
medias), y después se legitimaron los derechos de las personas
en el marco del trabajo, en el marco económico, los derechos
económico sociales, y algunos derechos básicos de
reproducción social: la educación y la salud, y más
o menos la vivienda, cómo derecho programático que
está en las constituciones, pero no como derecho ejercitable.
El derecho de voto que te da la Constitución lo puedes reclamar;
el derecho a tener una vivienda, no lo puedes reclamar, aunque se
supone que orienta las políticas públicas. Pero el
derecho a la vivienda a 30 kilómetros de un lugar con sentido,
con centralidad, sin accesibilidad, es el derecho a la
segregación.
En el
último número de la revista chilena Eure
hay un
magnífico artículo de Alfredo
Rodríguez,
Ana Sugranyes y otros, donde se sostiene que el problema de la vivienda
no son los "sin techo", sino los "con techo".
Porque techo ya tienen, lo que no tienen es ciudad, acceso
a la ciudad. Yo creo que tenemos este reto: ¿a que tiene derecho
la gente en la ciudad? ¿Tiene derecho al lugar, a la monumentalidad,
a la accesibilidad? Del derecho a la movilidad, mi amigo Joan Torres
de Barcelona, dice siempre que es tan derecho humano como el derecho
a la educación o el derecho a la salud, y eso es verdad.
Yo creo que tenemos que construir esto. Mi guión para esta
charla era esquemático y mucho más largo, pero de
la misma manera que ese artículo un poco (o bastante) crítico
sobre la dinámica que se está produciendo en Barcelona
podrán encontrarlo en Geograficando (que nombre tanguero,
¿no?), este guión que yo había titulado La
ciudad como esperanza, retos y respuestas en la dichosa globalización
tiene sistematizadas algunas de estas ideas de las que he hablado
esta noche y podría publicarse, si el editor lo considera
oportuno, en café
de las ciudades (aplausos).
cdlc:
Seguramente el comité editorial lo aceptará...
Pero probablemente ahora tendremos algunas preguntas de los asistentes.
Jorge
Valera, arquitecto:
¿Podría precisar un poco más esta cuestión
del urbanismo de la demanda? ¿Demanda específicamente de
qué?
JB:
No
lo puedo precisar mucho, primero porque este planteamiento se me
ocurrió hace muy pocos días. Pero es que se me ocurrió
no a partir de la especulación sino a partir de las realidades.
Cuando me encontré la semana pasada en Chile, discutiendo
sobre las políticas de vivienda, encontré que ahora
a la gente le han hecho viviendas y de todos modos protesta... Cuando
yo estaba en el Area Metropolitana del Barcelona, de esto hace unos
15 años, inauguramos un parque al lado de un barrio bastante
marginal, bastante duro. Este parque a mi me encantaba, el equipo
de arquitectos que lo hizo era muy joven y muy bueno, me gustaba
mucho. Hace poco, un par de años, tuve que hacer un informe
sobre este barrio, sobre como funcionaba, y me di cuenta que nadie
iba al parque. En otro lugar, ese parque hubiera sido excelente.
Aquí estaba lleno de recovecos, de zonas no visibles, etc.,
y la gente simplemente tenía miedo de ir. Se había
convertido en un refugio de drogadictos; solamente cuando se organiza
una vez por año un gran festival de flamenco se llena el
parque. Además, la normativa que pretende "defender
los espacios públicos" prohíbe que allí
se instalen actividades, aunque sea un mercado ambulante o un lugar
donde se alquilen bicicletas, aunque sea un bar o un restaurant.
Hubo un intento de poner allí una escuela, pero no cuajó
porque allí no se podía ubicar nada.
Rogelio Salmona
una vez me contó que fue con su nieto a un parque absolutamente
urbano en el centro de Bogotá, y que no lo dejaron entrar
porque el niño llevaba una bicicleta. Quiere decir que hay
cosas que solamente el contacto con la población... yo no
digo que todos los ciudadanos tengan que diseñar, pero sí
que el diseño requiere de un diálogo, de una concertación,
porque si no incluso la gente bien intencionada y profesionalmente
válida se puede equivocar.
En Méjico
me explicaban que se hicieron unas paradas de buses y que nadie
se atrevía de ir a esas paradas de noche, porque estaban
diseñadas de tal manera que eran muy bonitas de día,
pero que de noche aquello, si estaban protegido por la parada nadie
te veía desde la calle y se producían atracos y violaciones.
¿Podemos encontrar otros ejemplos? Y si al mismo tiempo decimos
que las sociedades son cada vez más complejas, que la gente
tiene intereses muy individualizados, etc., pues tenemos que funcionar
de otra manera, y tenemos que tranquilizarnos, no tener prisa, para
hacer las cosas bien. Eso no quiere decir "no empezar mañana"
sino ir haciendo las cosas a medida que se van pensando y se van
dialogando, porque sino incluso de buena fe puedes cometer muchos
errores. A mi no me gusta demasiado la terminología "participativa",
porque puede ser confusa.
¿Quien participa, cómo, cuando, etc.? Me gusta más
decir "escuchen, aquí la construcción de la ciudad
no puede estar monopolizada por nadie": lo que requiere es
gestión de proximidad, mucho más del poder
local que del poder nacional o estatal. Requiere proximidad y requiere
dialéctica, con los sectores sociales, económicos,
etc. Yo no estoy a favor del capitalismo y de las empresas privadas,
pero sin una relación con los sectores económicos,
lo que puedes hacer se
compromete bastante.
Por lo
tanto, tienes que tratar con ellos pero creando antes un marco
que te de posibilidad de defender los intereses públicos,
lo cual a veces requiere un marco legal. Por ejemplo, difícilmente
harás una política de vivienda cuando el éxito
de la ciudad dispara los precios del suelo, si no has construido
un patrimonio público de suelo. Así será muy
difícil que puedas hacer políticas de vivienda. No
se, quizás cuando sea mayor ya sabré sistematizar
teóricamente lo que es el urbanismo de la demanda.

Luis
Domíguez, del Instituto de Geografía de la UBA:
Al oir hablar de urbanismo de la demanda, recordaba una expresión
que usó David Harvey hace algo así como 20 años,
en un libro que creo que no fue traducido al castellano, La urbanización
del capital. El hablaba en ese momento, cuando recién se
empezaba a hablar de todos los "post" de los que tanto
se dijo después en la década del ´80 y del `90, de
la urbanización keynesiana y la urbanización postkeynesiana.
refriéndose a la urbanización keynesiana decía
que era una urbanización del lado de la demanda, y de la
poskeynesiana, que se presentaba como una urbanización del
lado de la oferta, y justamente planteaba la urbanización
del Puerto de Baltimore como una urbanización desde la oferta
(haciendo un juego de palabras con algunas términos que se
usaban en los países anglosajones con respecto a lo que pasaba
en la economía). Esta es una asociación libre de ideas
que no se si puedo cerrar conceptualmente, pero quería preguntar
si hay alguna asociación entre esta idea de urbanismo de
la demanda y la necesidad de que el urbanismo o las políticas
urbanas vuelvan a ocuparse de la demanda en el sentido de las necesidades
básicas y no básicas de la población. Y eso
me recuerda también una frase que te oi decir hace unos años
en el estilo provocador que te caracteriza, cuando decías
que el urbanismo es el arte de lo superfluo, que uno no puede pensar
el urbanismo como construcción de las redes básicas,
etc., porque se supone que eso ya tiene que estar para poder pensar
en un urbanismo de calidad. Perdón por este comentario un
poco largo y desordenado, pero quizás esta idea de la demanda
tiene que ver con la idea de volver a ocuparse de las necesidades
básicas y no solo de las "no básicas" de
la población, sobre todo en un contexto como el de América
Latina. La pregunta es si a esta altura es posible el urbanismo
o las políticas urbanas en ciudades del Tercer Mundo o como
lo llamemos.
Jorge
Valera: A
esta altura de mis años me pregunto si la representación
es efectiva, si el representado y el representante no están
en mundos absolutamente incomunicados y el representante lo único
que puede representar es a si mismo, y el representado queda desvinculado
totalmente. Por eso me pregunto si la demanda es el clamor íntimo
del representado y el representante tiene la obligación moral,
ética y obligatoria de sus votantes de representar lo que
el representado pide.
Alfredo
Garay (arquitecto y urbanista, actual Subsecretario de Urbanismo
y Vivienda de la Provincia de Buenos Aires):
A mi me interesó mucho esta propuesta que hacés
de un urbanismo transaccional, contractual, sobre cosas específicas.
¿Eso significa el abandono del Plan? ¿Cómo es la relación
entre el pensamiento estratégico y este tipo de cuestión
que hoy en día sería acusada de fragmentaria, focalizada,
etc.?
Marcelo
Robutti (arquitecto y urbanista):
Me quedé pensando si el urbanismo de la demanda no puede
interpretarse como el urbanismo de la demanda efectiva. Hay zonas
en el Area Metropolitana de Buenos Aires donde hay demandas efectivas
que pueden materializarse y hay zonas donde hay demandas pero no
pueden efectivizarse porque no existen los ingresos necesarios.
JB:
En primer lugar, yo asumo que puedo decir cosas completamente contradictorias.
A
Jacques Derrida,
que ahora se ha muerto, le hicieron una entrevista en Le Monde hace
unos meses sobre Europa, y se manifestó a favor de la Unión
Europea y después dijo que la Unión Europea era una
cosa lamentable, absolutamente antidemocrática y todo eso,
y el periodista le dijo "escuche, señor Derrida, usted
está diciendo lo contrario a lo que dijo más arriba".
"¿Y qué?", le respondió. Es que a mi me
ocurre lo mismo acerca de Europa: el otro día al salir de
un debate acerca del voto a la Constitución Europea, nos
encontramos 4 personas con la misma historia política, con
la misma sensibilidad, espontáneamente acostumbramos estar
siempre de acuerdo en todo, con características distintas,
un filósofo profesor de la Universidad, una dirigente sindical
de Comisiones Obreras, una militante activa de ATTAC
y yo. Entonces hicimos comentarios acerca del tema de la Unión
Europea, y nos preguntamos que íbamos a votar. La dirigente
sindical, a pesar de que la dirigencia de Comisiones Obreras llamaba
a votar por el sí, dijo que iba a votar no porque era lo
que le pedía el cuerpo; el filósofo dijo que por pragmatismo
iba a votar que sí porque era mejor eso que lo contrario;
la señora de ATTAC, que hacía campaña activa
contra la Constitución, dijo que se iba a abstener; y yo
dije que tenía tantas razones para votar sí , como
para votar no o como para abstenerme. Y las cosas
son así, muchas veces. Entonces, yo se que el urbanismo de
la demanda se presta a muchas confusiones: ¿nos referimos a la demanda
solvente? ¿nos referimos a la demanda que puede expresar un
colectivo social concreto y que puede ser en defensa de privilegios
("no queremos que venga gente pobre a esta zona, no queremos
que haya transporte público"; yo he visto en Coyoacán,
México, campañas de la gente en contra de que llegara
allí el transporte público)? Es decir, se presta mucho,
puede ser como decías tu Freddy, al abandono de la idea de
plan. Por eso, como soy contradictorio en este punto, hoy después
de hablar del urbanismo de la demanda he hablado de la necesidad
de hacer ciudad y he hablado de los derechos ciudadanos. Me
parece que hoy estos derechos están muy poco asumidos, es
decir los derechos de las personas en la relación laboral
están mucho más construidos que los derechos de las
personas en la relación territorial. Y creo que por ejemplo
la gente tiene que tener derecho a intervenir y a influir en la
definición de su paisaje urbano, de su lugar, etc. Ahora
bien, estos derechos no pueden suponer que se vulneren otros derechos
de otras personas. Por ejemplo, el otro día un señor
que se supone que es de izquierda me decía de Barcelona que
no le gustaba el monumento que han puesto al lado de la iglesia
de Santa María del Mar, en el centro histórico. Ahí
han puesto un monumento que recuerda a las víctimas de la
defensa de Barcelona cuando los españoles nos ocuparon en
1714 (desde entonces vivimos ocupados...). A mi tampoco me entusiasma
ese monumento, pero
este señor decía "a los vecinos no nos gusta
y por lo tanto hay que sacarlo". Yo paso todos los días
por ese lugar andando de mi casa al trabajo por ahí, y no
me parece mal que esté ahí, es un referente. Los vecinos
de este entorno no sois los únicos propietarios; claro que
tenéis derecho a hacer conocer vuestra opinión pero...
puede haber más opiniones, ¿no? No podemos dejar que solo
los que viven alrededor de una escultura sean los que pueden decir
si la escultura tiene que estar ahí, porque eso es un espacio
público.
Por lo tanto,
estoy convencido que se puede hacer un uso muy perverso del concepto
de urbanismo de la demanda, pero de lo que se trata es de pensar.
Nosotros no somos una asamblea legislativa que debe dictar normas,
este es un lugar de discusión y yo intento introducir cosas
que a mi me parecen nuevas, por ahí son banales o de nuevas
no tienen nada. Pero me da un cierto reparo pensar si yo volvería
a hacer lo que hacía otras veces, cuando empecé a
trabajar: empezar a hacer planes sin hablar con nadie. Pero
esto lo dejé enseguida esto porque tuve una experiencia,
en el año `69, con un pequeño equipo donde éramos
muy jóvenes, un equipo de arquitectos, ingenieros, etc.,
decidimos presentarnos a un concurso (estábamos en plena
dictadura) para hacer un plan para una de las zonas más proletarias
de Barcelona. Bueno, empezamos a trabajar, a recoger información,
y un día en un departamento que utilizábamos como
estudio, que era del padre de uno de los arquitectos, se presentan
4 o 5 tipos, con cara más bien de pocos amigos, uno de ellos
con uniforme de conductor de autobús, y nos dicen "ustedes,
sabemos que se están informando sobre el barrio y que se
quieren presentar al concurso, pues si no hablan con nosotros, nada
conseguirán". Eran dirigentes vecinales de estructuras
informales, porque en aquel entonces no había asociaciones
de vecinos constituidas en Barcelona. Y bueno, nos fue muy útil,
y a ellos también les fue útil, porque finalmente
la propuesta que hicimos no ganó (cosa que ya sabíamos
porque entre otras cosas en esa época teníamos que
trabajar clandestinamente porque estábamos buscados por la
Policía y cosas así) pero quedo segunda
en el
concurso, se hicieron una serie de asambleas vecinales, constituyeron
una macroasociación, Nueve Barrios, que después se
descentralizó en 9 asociaciones, e hicieron de nuestro Plan
su proyecto reivindicativo. Este proyecto después
fue asumido por el Ayuntamiento democrático bastantes años
después, en los años `80 y, lo que también
es curioso, el mismo movimiento vecinal ya lo consideraba insuficiente,
y hubo un nuevo proceso reivindicativo y negociador. Bueno, en estos
momentos esa zona de Barcelona es una zona fantástica, algunos
de ustedes la conocen. Es una zona donde se ha conseguido mantener
el carácter de vivienda popular, pero con equipamientos,
con espacio público, etc., y con conflictos.



Lucas Gallak,
un alumno de nuestro Master, hizo un trabajo sobre la oposición
de una parte de ese movimiento vecinal a la construcción
de un gran estacionamiento. ¿Por qué? Porque al haber un
gran estacionamiento público con tarifas bajas, no les dejarán
estacionar el auto en la calle... Es que antes había pocos
autos, ahora hay mucho espacio público que cada vez está
más ocupado por los autos que dejan, porque a pesar de ser
un barrio popular tienen dos autos por familia. Es decir que también
hay que tener en cuenta esto, que en el diálogo social
aparece lo mejor y lo peor de cada uno, aparecen posturas que
son muy de privilegio, porque pretender privatizar el espacio público
dejando el auto es una pretensión de privilegio.
Marcelo
Corti, editor de cdlc:
A veces creo que en nuestra época, con esta cuestión
del fin de los grandes relatos y la muerte de las ideologías,
ya nadie se anima a tener una idea global sobre la ciudad y lo que
ocurre es que cualquier grupo minoritario, pero que esté
convencido de lo que quiere (sea una reivindicación social,
ambiental, étnica, lo que sea) tiene muchas chances de imponer
su parecer y reducir así la cuestión a su exclusivo
interés minoritario.
María
Rosa Traficante, arquitecta:
El sector social es el que busca la demanda, en cambio en el
sector público se trata de tapar la demanda. ¿No será
que en general los políticos son omnipotentes y autoritarios
y no buscan el consenso de la población en lo que hace al
espacio público?
JB:
Bueno, creo que esto se merece una respuesta inmediata. En primer
lugar, lo que ha dicho Marcelo sobre la imposición de las
minorías, creo que esto ocurre. Creo que una de las obligaciones
de una administración pública democrática es
promover que se escuchen todas las voces, porque hay muchas
voces calladas. Por ejemplo, yo muchas veces he estado en reuniones
de barrio donde solo había hombres (y que decían unas
barbaridades...) con posiciones mucho más de privilegio que
cuando hay mujeres. Me he dado cuenta que hay una serie de grupos
vulnerables, a las cuales las mujeres son mucho más sensibles
que los hombres: por ejemplo, los personas mayores, los niños,
etc. Eso incluso me llevó a escribir un artículo acerca
de que la ciudad futura (en un sentido teórico, deseable)
será feminista, será construida a partir de valores
más femeninos, porque yo siento que el urbanismo, la inercia
urbanística, está muy pensada por hombres adultos
que trabajan y que tienen auto. Y realmente la organización
de la ciudad tiene mucho de machista en sus espacios y en sus tiempos.
Por lo tanto, me parece que de la misma forma que es obligatorio
que un urbanista, que un arquitecto que piense en diseño,
sea más o menos global, tiene que pensar de que forma la
gente se va a manifestar contra el gobierno, sea el gobierno que
sea. Es importante que haya estos espacios de manifestación
colectiva, en contra o a favor: finalmente, el cambio histórico
siempre se produce en grandes espacios públicos de grandes
ciudades. Pues, por suerte en Praga tenían la Plaza San
Wenceslao y no tuvieron que ir a un estacionamiento... Me parece
que se trata no solamente de tener en cuenta a unas minorías,
sino de que en cada colectivo social por lo menos surjan unas minorías
que sean interlocutores y que puedan liderar las demandas efectivas.

En segundo lugar,
yo insisto mucho: no quisiera ahora convertirme en el defensor del
urbanismo de la demanda, porque puede dar lugar a muchos abusos,
aunque sí creo que es una cosa a tener en cuenta; pero también
las ciudades necesitan proyectos globales, necesitan imaginación
intelectual, necesitan utilizar una acumulación del saber
urbanístico para que no se hagan cosas que están
mal y que ya se saben que están mal. Cuando, por ejemplo,
se hacen en la ciudad vías rápidas segregadas que
cortan el contacto con los frentes de agua... Yo vengo de Valparaíso,
donde están proponiendo ahora unas vías rápidas
frente al mar y en primera línea bloques de viviendas de
lujo o semi lujo, porque esto es lo que es
un negocio inmobiliario asegurado ¡Y
esto se hace desde el sector público! Esto ya se sabe que
está mal. Incluso desde el punto de vista de la economía
capitalista está mal, porque es matar la gallina de los huevos
de oro, porque poner
en un espacio relativamente pequeño 6 bloques de vivienda
de lujo en primera línea frente al mar es una barbaridad
y se sabe que es una barbaridad. Como ya se sabía que todo
el urbanismo que se estaba haciendo en Sao Paulo en los años
`90, en la época de Maluf, esas vías rápidas,
era una barbaridad. Esto no lo sabe todo el mundo, pero hay un saber
acumulado de la cultura urbanística, un saber que muchas
veces es más comparativo y más práctico que
una investigación teórica y que indica que hay cosas
que no hay que hacer. Por lo tanto, el uso de las demandas es para
establecer una dialéctica, no una imposición.
Y lo que tú
has dicho del autoritarismo de los políticos... yo no estoy
nada convencido de eso, de que en el urbanismo haya autoritarismo
de los políticos, lo que puede haber es sumisión
a dinámicas económicas y sociales, puede haber
a veces sumisión a demandas minoritarias. El antiguo alcalde
de París, cuando había un proyecto urbano iba a una
reunión con vecinos, y si había un colectivo, el que
fuera (en general, "gente bien"), que se oponía
a ciertos proyectos, pues los paraba a todos. Esto es lo contrario
al autoritarismo, es gobernar sin molestar a nadie, aunque estos
posibles molestados solo estuvieran defendiendo rentas de posición,
porque se oponían a operaciones de vivienda. Por eso a mi
me parece que en urbanismo la característica principal de
los políticos no es el autoritarismo, sino más bien
la debilidad. Y que el tiempo de los políticos no es el de
los proyectos urbanos. Estos requieren desarrollos temporales de
5, 10, 15 o 20 años, y los políticos te dicen "es
que yo quiero algo que se vea dentro de los próximos dos
años porque es cuando yo tengo elecciones", y que no
genere protestas, etc.
cdlc:
Si no hay más preguntas, pasamos a la cena...
JB:
Es como se dice en las bodas, hablen ahora o callen para siempre
(final con risas y aplausos).
JB
(disertante) - MC (trascripción)
La
Revolución Urbana comenzó
en el número 31, con el texto de de Borja elaborado para
la Universitat Autònoma de Barcelona, fragmento de la introducción
a los textos de David Harvey y Neil Smith "Revolución y contrarrevolución
en la ciudad global".
De
Jordi Borja, ver también las notas La
ciudad conquistada y Barcelona
y su urbanismo, y el comentario "Tendencia
no es destino", sobre su libro "La Ciudad Conquistada", en los
números 2, 21 y 15, respectivamente, de café
de las ciudades.
Agradecemos
la inestimable colaboración de Luis Lehmann, Presidente de
la Asociación
Vecinal de Retiro,
en la organización y difusión de la charla de café
de las ciudades
con Jordi Borja en el bar Tuñón.
Sobre
los Diálogos de Urbanismo del Fórum 2004 de Barcelona
ver la nota Certezas
de incertidumbres, en el número 24 de café
de las ciudades. Sobre el urbanismo de dicho Fórum,
ver la nota 1,
2, 3, ¿muchas Barcelonas...?
en el número 24 de café
de las ciudades.
Sobre
Saskia Sassen, ver la entrevista digital Una
visita guiada a la Ciudad Global,
en el número 10 de café
de las ciudades.
Sobre
Alfredo Rodríguez, ver la entrevista El
problema de los "con techo"...
en el número 19 de café
de las ciudades.
De
Michael Dear, ver la nota Ciudades
postfronterizas / ¿mundo postfronterizo?
en el
número 24 de café
de las ciudades.
Apéndice:
guión original de la charla de Jordi Borja en el bar Tuñón
La
ciudad como esperanza, retos y respuestas en la dichosa globalización
1. La ciudad
global no existe, pero la globalización influye… relativamente
en la ciudad actual
La globalización
como seudo explicación universal: el taxista de Buenos Aires,
el tráfico, la globalización y la utopía.
La revolución
urbana (según Ascher) no se explica únicamente por
la globalización, aunque si que hay factores tecnológicos
socializados o globalizados que inciden especialmente:
Las nuevas dimensiones
del hecho urbano, la ciudad a tres dimensiones, urbanización
no es ciudad, efectos sociales de las distancias y de las segregaciones
en las regiones urbanizadas... los impactos de las nuevas tecnologías
de información y comunicación y de los modernos sistemas
de transporte y conservación (la movilidad y las comunicaciones
como elementos determinantes de los sistemas y comportamientos urbanos
actuales)
Las transformaciones
de las estructuras sociales y la mayor autonomía del individuo:
migraciones y multiculturalismo, la fragmentación de las
clases sociales de la sociedad industrial, individualización
y diversificación de los comportamientos urbanos (tiempos,
espacios, movilidades, relaciones sociales e identidades), macdonaldización
cultural, etc.
Areas de exclusión
territorial o "hiperdegradadas", temática muy importante
en áreas urbanas países "en desarrollo"
o sin desarrollo actualmente: un tercio población urbana
global, dos tercios en América latina, tres cuartos en el
conjunto países menos desarrollados…la otra cara de la moneda:
los barrios cerrados (gated cities u offworlds)
Los impactos
de los capitales volantes y de las decisiones económicas
"externalizadas" sobre el capital fijo o la base económica
regional, la vulnerabilidad económica como la otra cara de
la "oportunidad" de la globalización…en los países
"en desarrollo" los efectos destructivos de las políticas
de ajuste estructural sobre el empleo y sobre la "urbanización
sin crecimiento"
La difícil
gobernabilidad de unos territorios fragmentados funcional, social
y políticamente en los que conviven áreas o enclaves
globalizados, zonas urbanas tradicionales más o menos especializadas
para sobrevivir y zonas de exclusión social y cultural… ¿la
conflictividad asimétrica? ¿la competencia localista?
2. Sobre las reacciones sociales territoriales a los efectos perversos
de la globalización y de los usos que se hacen de ella, o
en su nombre…
La reacción
"identitaria" frente a la homogeneización y sus
ambivalencias: una reacción cohesionadora, recuperadora o
"inventora" de tradiciones y de mitos, de afirmación
del valor diferencial…pero que en sociedades urbanas multiculturales
puede también derivar en confrontación o marginación
en relación a minorías culturales allegadas.
La reacción
identitaria puede reforzar la resistencia y las alternativas locales
de carácter socio-económico como la defensa del empleo,
la oposición a proyectos que suponen un mal uso del territorio,
la recuperación y renovación del capital fijo y de
las actividades diversas de la región, etc. El espacio socio-económico
significativo, el que define y expone la productividad y la atractividad
del territorio es hoy un espacio urbano-regional.
La crisis de
gobernabilidad genera a su vez respuestas positivas de distinto
tipo: la proyección internacional de las ciudades y la competencia
entre ellas, nuevas formas de cooperación o articulación
"metropolitana" y a la vez procesos de descentralización,
exigencia de nuevas competencias y más recursos, reivindicaciones
autonómicas, de autodeterminación o de secesión,
creación de ejes o macro-regiones, incluso transfronterizas,
etc.
Todo lo anterior
nos lleva a reconsiderar la ciudad tanto como urbs o aglomeración
por una parte y como polis o civitas por otra. La nueva urbs es
una ciudad-región discontinua, con diversidad de centralidades
desiguales en muchos casos, de límites confusos y de geometría
variable.
La civitas
o polis hoy aun se identifica con el municipio pero éste
vive bajo un régimen obsoleto de sumisión a un modelo
de Estado uniformista y soberanista. A esta disfunción se
añade la dificultad de construir un poder político
local-regional que corresponda a la ciudad real.
La innovación
política es hoy una urgencia democrática.
3. La revalorización de la ciudad como realidad y como utopía.
El mito recurrente
de la muerte de la ciudad, o de la ciudad agónica que siempre
vence a la muerte (Jane Jacobs).
Los costes sociales
y de sostenibilidad de los actuales modelos de urbanización,
tanto en los país más desarrollados como en los menos
desarrollados (Informe Habitat-NN UU 2003, artículo M. Davis).
La visión apocalíptica tiene una base real: 2000 millones
de personas más en las ciudades antes de 20 años.
El riesgo de
la tribalización de la ciudad, de la dialéctica infernal
entre miedos y violencias y del creciente fascismo urbano (que se
anuncia en EE UU, ver Saskia Sassen).
El renacimiento
de la ciudad como "utopía democrática" en
la cultura política europea y americana: la cuestión
de la ciudadanía, del espacio público y de la gobernabilidad
de proximidad y participativa. De la ciudad perdida a la ciudad
conquistada.
La revalorización
de la ciudad, o el "hacer ciudad", por medio del urbanismo.
Las dialécticas difusión-densificación, centralidades-movilidades,
polivalencia funcional-mixtura social, historia (o memoria) de las
tramas urbanas y vida social cívica, diferencia y cualidad
urbanas, planeamiento territorial-planeamiento estratégico
(o entre planes y proyectos), gestión de proximidad y gobernabilidad
regional, etc.
La ecuación
cohesión social-sostenibilidad-competitividad (o productividad)-cultura
cívica (o pautas culturales mínimas compartidas)-gobernabilidad
democrática en sociedades y territorios complejos.
El urbanismo
como reforma social y como horizonte alternativo frente a la sumisión
al mercado, la aceptación de las exclusiones, la arquitectura
como objetos singulares.
La cuestión
de los valores y la construcción de imaginarios de "ciudad
futura" (New York, Buenos Aires, Barcelona 2050) y el análisis
comparativo de casos actuales positivos o negativos.
4. El derecho a la ciudad o la renovación de los derechos
ciudadanos.
El ámbito
urbano-regional como regulación política en el mundo
globalizado y la cuestión del Estado: del monopolio soberanista
y de la regulación uniformista a las regulaciones básicas
(supra y estatales) y a las relaciones contractuales.
La redefinición
de los ámbitos de los territorios urbano-regionales (desde
las macro-regiones hasta la reinvención de comarcas o microterritorios)
y la importancia de la "cooperación" entre las
entidades locales y con la sociedad civil ("urbanismo reflexivo"
y "economía cognoscitiva").
Por una reconsideración
de los derechos ciudadanos: los derechos urbanos (relación
con el territorio) y los derechos cívicos (relación
con la política.
Los derechos
urbanos como respuesta a las nuevas desigualdades sociales en el
territorio urbano-regional y al carácter formal (ficticio)
de las ofertas urbanas "universales". La multiplicación
de los colectivos vulnerables, excluidos o capitis disminuidos.
La fragmentación del territorio y la multiplicación
de las segregaciones.
La obsolescencia
de los derechos urbanos básicos: vivienda, educación,
sanidad, servicios básicos, seguridad...
El derecho a
la ciudad: lugar y vivienda, espacio público y monumentalidad,
estética y calidad ambiental, accesibilidad y visibilidad,
centralidad y equipamientos, movilidad y comunicación en
el espacio y el tiempo, mixtura social y funcional, etc. El derecho
a la ciudad como derecho regional metropolitano.
El derecho a
la ciudadanía plena y universal: ciudadanía de residencia,
renta básica, formación continuada, identidad cultural,
justicia local, socialización de las "tics", políticas
públicas preventivas de seguridad y justicia local, protección
de oficio por parte de los poderes de proximidad, democracia participativa-deliberativa.
El doble desafío
intelectual, profesional o político: Hacer ciudad y construir
ciudadanía.
Ciudadanía
o barbarie.
5. Los nuevos desafíos de la gestión de la ciudad
y la multiplicidad de oficios, habilidades o profesiones.
La complejidad
de las políticas urbanas y la necesidad de integración
de las actuaciones públicas, de la gestión de proximidad
y de la comunicación y participación ciudadanas. La
inoperancia de las competencias exclusivas y compartimentadas, de
la gestión jerárquica y burocrática, de los
encargos profesionales sin comunicación con la ciudadanía.
La diversidad
de profesiones y oficios implicados y la obsolescencia de las divisiones
tradicionales en cuerpos funcionariales (lógica reglamentista)
y en monopolios de hecho de algunas corporaciones profesionales
(lógica sectorial).
La incorporación
de nuevas profesiones y sensibilidades: geógrafos y paisajistas,
antropólogos y psicólogos sociales, ambientalistas
(ecólogos, biólogos, etc) y gestores del medio "natural",
historiadores y expertos en artes plásticas, comunicólogos
y gestores culturales, politólogos y expertos en participación,
gestores empresariales y animadores económicos, policías
y expertos en seguridad, "mediadores" y educadores especializados
(de calle, de minorías culturales, de colectivos de riesgo,
etc)... éstas y otras profesiones se añaden a las
tradicionales: planificadores urbanos, arquitectos, ingenieros civiles
o de transportes, economistas, juristas, etc.
La relativa
debilidad "profesional" de las Administraciones públicas:
a) la indefinición
de las competencias requeridas para ejercer funciones políticas
complejas locales en un mundo global
b) los funcionarios
y su necesaria adaptación a nuevas funciones que requieren
iniciativa, flexibilidad, comunicación, predisposición
al cambio, etc.
c) los cuerpos
profesionales y la adquisición de cualidades de pensamiento
estratégico y de integración de competencias
La urgencia
de renovar los sistemas de formación, de reclutamiento y
de encargos para responder a los nuevos desafíos de gestión
de la ciudad y del territorio. Por una nueva relación entre
Administraciones locales-regionales, Universidades y instituciones
o corporaciones culturales y profesionales.
La formación
transversal o la constitución de un corpus básico
que permita la cooperación entre cuerpos políticos
y profesionales diversos. El caso del master o postgrados de la
UOC.
JB
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