Bogotá y su
sabana
El fenómeno
de la suburbanización física y demográfica.
Por
Carlos Roberto Peña Barrera
Los desplazados
por el conflicto interno armado en Colombia no se deben contextualizar
dentro de un escenario tan reciente como el que refiere la ley 387
de 1997 (que lo define así: "Es un tipo de desplazamiento
producto de la obligación de migrar dentro del territorio
Nacional abandonando su localidad de residencia o actividades económicas
habituales, porque su vida, su integridad física, su seguridad
o libertad personales han sido vulneradas o se encuentran directamente
amenazadas, con ocasión de cualesquiera de las siguientes
situaciones: conflicto armado interno, disturbio y tensiones interiores,
violencia generalizada, violaciones masivas a los derechos humanos,
infracciones al derecho internacional humanitario, u otras circunstancias
emanadas de las anteriores que puedan alterar o alteren el orden
público"). Los desplazados son una herencia hispánica.
Por ejemplo, los indígenas fueron desplazados. Lo fueron
también aquellos que huían por la guerra bipartidista.
Y hasta nuestros días ésta continúa, y no tanto
como fenómeno, sino como una tradición. Las huellas
se han dejado ver en el devenir de la geografía. Las tierras
indígenas pasaron a ser de los españoles, y luego
de que se mezclaron con la raza africana, esclava en este continente,
la tierra cobró un matiz multivariado. La geografía
virgen de América se vendía, se compraba y se usufructuaba.
Actualmente no se cultiva con todas las frutas y vegetales que se
quisiera, no. La coca, la amapola y la marihuana han reemplazado
tamaña riqueza. Los alzados en armas son los custodios de
estas miles de hectáreas sembradas con cultivos ilícitos.
Parece que cada paso por sembrar lo ilegal se revierte en un
promotor del crecimiento acelerado y sin dirección planificada
de la gran urbe del país: Bogotá y su Sabana.
Una geografía de migrantes
En honor a la
majestuosidad del cóndor, los Muíscas llamaron a esta
tierra Cundurcunca. Sin embargo para el 6 de Agosto de 1538, con
la llegada de los del otro lado del Atlántico, la tierra
del cóndor y de los Muíscas dejó de llamarse
así para ser bautizada Santa Fe de Bogotá. Tierra
que luego pasó a ser de haciendas como Canoas, Yerbabuena,
Hato Grande, Tibabuyes, El noviciado, Fute, Conejeras, El novillero,
y otras (Sociedad Geográfica de Colombia 1998:59). La herencia
de los españoles de desplazar a los indígenas a tierras
adustas, de desplazar forzosamente a los negros desde el África
hasta América, quedó arraigada en el devenir de la
historia. La descendencia de aquellos descubridores resucitó
ese mismo espíritu para mediados del siglo XX. Las confrontaciones
sangrientas entre liberales y conservadores provocaron el desplazamiento
de muchas personas a las que para ese tiempo se llamaba expulsados,
movilizados o migrantes (Delgado, Henáo 1998:63). Desplazados
forzadamente de Boyacá, Santander, Tolima, Meta, Huila y
Cundinamarca (Montañez, Gustavo 1994) llegaron a la antigua
Cundurcunca para seguirla construyendo y morando. En la Cuenca Alta
del Río Bogotá, más conocida como Sabana de
Bogotá, se encuentran gentes de toda la geografía
del País. Los que dicen ser de Bogotá en realidad
no lo son mucho; no muy lejos su sangre los une a otros municipios
o departamentos. Pero aunque para muchos las uniones de sangre signifiquen
algo tan importante, para otros no lo son tanto. La sangre ha sido
causa de división, de desarticulación, de miedo y
de desesperanza. En este sentido, las confrontaciones no se refieren
a los desacuerdos entre liberales y conservadores, sino más
bien a un conflicto armado interno entre las guerrillas, el ejército
y los paramilitares. Los resultados de los mismos sólo han
provocado el éxodo de gentes que huyen de sus tierras
para refugiarse en las ciudades, cambiando todo por nada.
En la actualidad,
la Sabana de Bogotá es el supuesto seguro de todas estas
personas que se han visto fracturadas familiarmente, que han visto
el término de sus relaciones laborales, perturbándoseles
las oportunidades educativas, alimentarias, de vivienda y medicina
(Deng, Francia 1998). El fin de estos desplazamientos es muy incierto.
Las negociaciones de paz sólo han provocado que la geografía
colombiana se haya desnutrido en su soberanía. Finalmente,
lo único cierto es que los migrantes se añaden con
gran participación al crecimiento vegetativo de Bogotá
y su Sabana. Y como lo destaca la socióloga Rocío
Londoño (1998:5): "El éxodo de millones de
gentes del campo hacia las ciudades a causa de la violencia y del
atraso de la economía agraria han urbanizado (y suburbanizado)
abruptamente la capital del País (y su Sabana) en
términos de la magnitud de la población urbana"
(de la vivienda y de los cascos urbanos; los paréntesis son
del autor).
Un crecimiento físico y demográfico
Según
Heidegger (1889-1976), "construir es propiamente morar.
El morar es la manera como los mortales están sobre la tierra.
Y el construir como morar se desarrolla en un construir que cuida,
a saber, el crecimiento; y en un construir que erige viviendas"
(1998:146., traducido por Samuel Ramos). Ahora bien, haciendo una
retrospectiva intercensal, se puede verificar, según estadísticas
del DANE, que este construir y este morar suscitados en la Sabana
de Bogotá han ido creciendo aceleradamente.
Para 1964-1973,
periodo en el que Bogotá ya contaba con una conurbación
explícita (la conurbación se presenta de dos formas;
explícita, cuando se anexan legalmente territorios - municipios-
a la gran ciudad o metrópolis, e implícita: cuando
el anexo se presenta por el crecimiento mismo de la gran ciudad
y algunos territorios de su entorno pero no se formaliza de manera
legal -Mendoza, Alberto 2000-; para este caso, un ejemplo claro
es el de Soacha con Bogotá; ha sido tal su fusión
que, si no fuera por las direcciones, no se podría tan sencillamente
percibir el paso del límite entre la gran urbe y este municipio)
con Bosa, Engativá, Fontibón, Suba, Usaquén
y Usme (1° de Enero de 1955), previniendo el crecimiento de la capital
del País (Mertins, Günter 1998:101), la tasa anual de
población urbana (TAPU) de Bogotá era de 7,91% y la
tasa anual de población promedio urbana (TAPPU) de la Sabana
era de 5,93%. Es decir, Bogotá se urbanizaba y los cascos
urbanos sabaneros no pretendían todavía dejar su carácter
rural o de pueblitos. Además de esto, la tasa anual de vivienda
promedio urbana (TAPVU) de la sabana era de 3,9% y la tasa anual
de vivienda urbana (TABÚ) de Bogotá era de 6,42%.
Lo que muestra y enfatiza que el crecimiento de Bogotá se
estaba consolidando, y no sólo por los desplazados de la
confrontaciones bipartidistas de la década anterior, sino
también por el masivo despoblamiento de la zonas rurales.
Sin embargo, cabe aclarar que para este periodo todavía no
se podía decir que el acelerado crecimiento demográfico
y físico se desbordaba hacia las afueras de la capital del
País; es decir, el fenómeno de suburbanización
todavía no se gestaba (CES/SENA 1994:60).

Para 1973-1985,
el fenómeno de crecimiento físico-demográfico
o suburbanización se puede entender debido a que la TAPU
de Bogotá tan sólo crecía un 3,31%, mientras
que la TAPPU de la Sabana lo hacían en un 8,66%. Lo cual
muestra claramente la emigración desde Bogotá (Mertins,
Günter 1998:102) hacia sus afueras, convirtiéndose el
modo de ser y hacer rural o de campo en un modo de ser y hacer urbano
o citadino. Ahora bien, el comportamiento de la TAVPU sabanera era
de 8,14%, mientras que la TAVU de Bogotá era de 12,82%. Lo
cual indica que las inmigraciones desde otros municipios de Cundinamarca
y de otros departamentos empezaban a consolidar cada vez más
el morar y el construir en la periferias de la ciudad y por los
llamados corredores norte y nororiental (Cota, Tenjo, Chía,
Cajicá, Tocancipá, La Calera) y suroccidental (Soacha
y Sibaté) y por los corredores industriales (Mosquera, Madrid,
Facatativá, Cajicá, Zipaquirá, Cogua y Sopó)
y de floricultura (Madrid, Facatativá, Funza, Suesca, Tenjo
y Chía). Los moradores se identifican claramente según
su condición socioeconómica; estrato alto y medio-alta
hacia los municipios norte y nororientales, estrato medio y medio-bajo
hacia el noroccidente y medio-bajo, bajo y bajo-bajo hacia el suroccidente.
En este sentido, en el construir los estratos superiores se reflejan
en barrios jardín, bungalows y quintas, mientras que los
inferiores en viviendas sociales y barrios subnormales (Grupo de
Consultoría Urbe Ltda. 1984:39-40).

Para 1985-1993,
el fenómeno de suburbanización físico-demográfico
o "mancha urbana o conurbación difusa" (Mitchell,
John 2001:89); o "explosión urbana y crecimiento
demográfico, (...) expansión incontrolada"
(Donald, Chen 2001:76); o "proceso de polarización
revertida hacia la hinterland, (...) crecimiento urbano"
(Mertins, Günter 1998:99); o "ensanche de los núcleos
urbanos" (Mendoza, Alerto 2000:75); o "proceso
de crecimiento urbano y regional" (Grupo de Consultaría
Urbe Ltda 1984:44); o "malla urbana que es dominada por
la macrocefalia" (Montañez, Gustavo 1994:33), se
acentúa cada vez más. La TAPPU en la sabana aumenta
a 9,02%, mientras que la de Bogotá sigue descendiendo, llegando
hasta 3,01%. La TAVPU en la sabana asciende aún más,
alcanzando un 14,41%, mientras que la TAVU en Bogotá se precipita
a un 0,31%. Todo lo cual indica que los campos se vuelven parte
de la ciudad, que los cascos urbanos de los municipios perimetrales
de Bogotá se densifican y que cada vez más el crecimiento
físico y demográfico de Bogotá, junto con los
flujos migratorios y el crecimiento vegetativo de los municipios
sabaneros, se reflejan en una mancha de aceite, en un "construir
como morar" cada vez más urbano y aceleradamente menos
rural, en una coligación de residentes de las ciudades con
los de las áreas rurales de antaño (Donald, Chen 2001:78).

Para 1993-2000,
sí que se desboca el fenómeno de suburbanización
físico demográfica. La TAPPV en la Sabana, aunque
disminuye, continúa siendo alto, 8,56%, con respecto a la
TAPU de Bogotá, 4,36%. La TAVPU en la sabana disminuye a
menos de la mitad con respecto al periodo pasado, descendiendo hasta
6,45%, mientras que la TAVU de Bogotá continúa en
su mismo margen, 0,32%. El construir como morar no solamente se
presenta en los campos bogotanos (Usme, Bosa, Suba, Engativá),
además de los cascos urbanos de los municipios sabaneros,
sino que, debido a la búsqueda de tranquilidad, exclusividad
y aire puro (estratos superiores), y debido a la marginalidad,
el desplazamiento forzado y a la pobreza (estratos inferiores),
también se empieza a manifestar en las propias zonas rurales
de los municipios sabaneros (Funza, Tenjo, Tocancipá, Sesquilé,
Cota, Tabio, Madrid, Chía, Cajicá, Gachancipá
y Nemocón). Se consolidan entonces flujos pendulares campo-cascos
urbanos y campo, cascos urbanos-ciudad debido a la dinámica
de labores industriales, de floricultura y de bienes y servicios,
como también por la necesidad del rebusque, del estudio
en las universidades y del trabajo informal (Montañez, Gustavo
1994:254).
Incidencias
del desplazamiento forzado en el índice de suburbanización
físico demográfico
El índice
de suburbanización es el resultado de un modelo multivariado
que involucra directamente el fenómeno de suburbanización.
Variables como vivienda, personas y área de las cabeceras
municipal fueron transformadas a unas relaciones que muestran el
carácter mismo de los municipios de la Sabana de Bogotá
con respecto a este fenómeno. Los pasos a seguir fueron los
siguientes:
- Variable Vivienda:
Esta variable permite sacar una Tasa Anual de Crecimiento. La tasa
comprendió los periodos 1993-2000. Para 1993 se tomaron los
datos de vivienda que el DANE obtuvo según el censo de este
año. Para el 2000, se tomaron los datos de propiedad horizontal
y residencial hasta dos y tres pisos de Catastro Distrital y de
la Seccional de Cundinamarca. De igual forma esta variable permitió
realizar las relaciones (personas por vivienda, viviendas por hectárea)
y una proporción a escala para el año 2000. Esto se
realizó para los 26 municipios que conforman la Sabana de
Bogotá y también para el Distrito Capital.
- Variable Personas:
Se tomaron los datos de población que el DANE obtuvo para
1993 con sus debidas correcciones y demás, y los datos que
prestaron los municipios mismos según una encuesta que efectuó
la Sociedad Geográfica de Colombia en el año 2000.
No se tomaron las estimaciones para el 2000 según el DANE,
porque no corroboraron la realidad demográfica de los municipios,
cosa que se pudo comparar con los datos que proporcionaron los mismos
municipios. En muchos casos sobrepasaban la población y en
otros se quedaban cortos en gran manera. Por lo tanto, se consideró
mejor tomar los de la Sociedad Geográfica de Colombia. Luego
estos datos permitieron sacar una Tasa Anual de Crecimiento, además
de también sacar las relaciones (personas por hectárea,
personas por vivienda) y una proporción a escala para el
año 2000. De igual forma se hizo para todos y cada uno de
los municipios que pertenecen a la Cuenca Alta del Río Bogotá.
- Variable Área
Urbana en Hectáreas: Esta variable permitió sacar
de igual forma una Tasa Anual de Crecimiento. Los datos que se tomaron
para sacar esta Tasa fueron los que proporcionaron Catastro Distrital
y la Seccional de Cundinamarca de acuerdo a cada año. Contando
que para algunos casos se tuvo que verificar en años posteriores
el verdadero dato, ya que estaban incorrectos. Esto se verificó,
y como resultado se pudieron obtener unos datos fiables. Habrá
que decir que solamente de estos organismos es donde se pueden obtener
los datos, ya que son los que manejan la cartografía y con
esto los demás asuntos que les competen. Luego de estas correcciones
se pudo obtener las relaciones (personas por hectáreas, viviendas
por hectáreas) y una proporción a escala para el año
2000. Con estos datos se trabajó para todos los municipios
involucrados en la Sabana de Bogotá.
En total fueron
nueve variables las que resultaron de estas tres. Cada una de las
variables se llevó a una proporción de 10, según
su cantidad con respecto al mayor. El mayor se escogió siempre
sin incluir a Bogotá, pues sería absurdo comparar
municipios tan pequeños en comparación con esta metrópoli.
De modo que al mayor de los 26 municipios, según cada variable,
se le asignó un puntaje de 10 y al resto le correspondió
un puntaje según el máximo de acuerdo a una sencilla
regla de tres. En algunas relaciones, Bogotá no contó
con un puntaje mayor a diez, pues existen otros municipios que superan
a Bogotá en el contexto de estas relaciones. Esto se corroborará
en el modelo. Luego fueron sumados cada uno de los 9 resultados
fruto de las relaciones de las variables antes explicadas y se dividieron
entre 9 para obtener una media. Así se llego a un índice
dentro de unos parámetros a escala que fueran más
entendibles y analizables. El resultado proporcionó una diferenciación
entre los municipios de acuerdo a estas variables; variables que
demuestran el Fenómeno de Suburbanización Físico
Demográfico.
Estas variables
relacionan la parte física (viviendas) y demográfica
(personas) con la parte espacial (área urbana), pues es en
el espacio mismo de cada municipio en donde se sufre el fenómeno
mismo de suburbanización físico demográfica
(SFD). Además, es claro que una vivienda ocupa un espacio
y una familia una vivienda, de igual forma. Las tasas entregan el
carácter mismo del crecimiento que han sufrido los municipios
en cuanto a población, vivienda y área urbana. Y las
relaciones de personas por hectárea, personas por vivienda
y vivienda por hectárea, denotan la densidad para cada municipio
según estas variables. Por tanto, se obtuvo de estas tres
variables: Tasas de Crecimiento, Densidades y una Escala para el
año 2000. La Escala manifiesta la característica actual
de cada municipio; se puede comprobar que unos municipios tienen
tasas de crecimiento mayores que muchos otros, que son más
grandes en todo sentido, pero no se puede dejar de lado que estos
grandes municipios se llevan por delante a esos otros. De modo que
tomar una escala actual de estas tres variables fue relevante.

Solamente dieciséis
municipios presentaron, según CODHES y la RSS, desplazados.
Los datos presentados son un consolidado estimado, pues la información
periódica no se empezó a realizar por municipios desde
el año 1995, sino luego de que el fenómeno del desplazamiento
se volviera más fuerte. Ahora bien, ya que la presencia de
desplazados en la Sabana de Bogotá (hablando en términos
de número de municipios ocupados, o sea 16 de 27, incluyendo
la Capital) sólo ocupó un 59.26%, entonces quiere
decir que no en mucho tiempo será influenciada totalmente.
Casualmente la presencia de estas personas se encuentra en los
municipios más aledaños a la Capital. Muy seguramente
empezó en los municipios que colindan con la Capital debido
al crecimiento que esta misma suscitaba. Y en este sentido, si se
tuviese un dato periódico, o sea año por año,
tal vez se podría decir que esta ocupación se podría
ir extendiendo cada vez más allá, a los municipios
que bordean la Sabana de Bogotá.
La mayoría
de población desplazada procede de Cundinamarca, Tolima,
Meta, Bolívar, Sucre y Valle (RSS, Seccional Cundinamarca
2001). La participación porcentual con respecto al resto
de la población es de algún modo mínima. Sin
embargo, no lo es en todos los municipios. Por ejemplo, Soacha,
es el municipio que más desplazados posee. Según la
RSS y el CODHES, es el municipio que, con respecto al tamaño
de población, más desplazados incorpora, incluso más
que Bogotá.
La presencia
de desplazados en los municipios no tiene un comportamiento igual
para ambas organizaciones. En algunos municipios, según CODHES,
no hay desplazados. Así, Chía, Tocancipá, Zipaquirá,
Sibaté, Tenjo, Cajicá y Villapinzón, son municipios
que, para esta ONG, no son receptores de estos sucesos. En consecuencia,
sólo 7, además de Bogotá, de estos 16 municipios,
se presentan desplazados. Ahora bien, la RSS incorpora no solamente
los municipios que tienen desplazados según el CODHES, también
hay personas o familias registradas en otros municipios; municipios
nombrados líneas arriba como que no tenían desplazados
según CODHES. Esto es sencillo de explicar. La población
que se desplaza no siempre acude a recibir ayuda por parte del Gobierno,
lo cual implica necesariamente el registro de dichas personas. Muchas
simplemente llegan en anonimato. Se sabe que salieron porque en
los medios de comunicación y en los lugares expulsores se
divulgó, sin embargo no llegaron a registrarse. El temor,
la angustia y demás sentimientos que están tan arraigados
en esos lugares no les dejan registrarse por miedo a ser víctimas
de alguna represalia, como ha ocurrido en otras ocasiones (CODHES
2000). De modo que esta es una de las explicaciones. Lo que casi
si es seguro, es que las personas que se encuentran cuantificadas
y registradas aparecen en ambos casos en los municipios con presencia
de desplazados. Este es el caso de Soacha, Mosquera, Facatativá,
Funza, Madrid, la Calera, Cota y Bogotá. Estos municipios,
según ambas organizaciones, tienen presencia de desplazados.
En estas circunstancias se podría decir, como lo asegura
el mismo CODHES, que un 80% de las personas que se encuentran cuantificadas
en esta organización gubernamental, lo hace de igual modo
en la RSS.
Ahora bien,
el impacto que producen estos desplazados en la SFD de la Cuenca
Alta del Río Bogotá, se ve reflejada, cuantitativamente
y cartográficamente.

La participación
que tienen estos asentamientos, fruto del conflicto colombiano,
en el índice que denota o califica el fenómeno de
SFD, tal vez, en principio, no sea considerablemente participativo.
Sin embargo, el hecho de que la Sabana de Bogotá, y en rigor
la Capital del País, sean el epicentro en el que confluyen
con más intensidad los desplazados anticipa, según
los irrisorios resultados en las mesas de negociación, que
esta región será, en no mucho tiempo, la más
densificada por desplazados.
Soacha, Mosquera,
Funza, Cota, Chía y La Calera presentan asentamientos de
estos migrados por la violencia; participan entonces con vivienda.
Sin embargo esta variable se dedujo, para sacar el índice
de participación, de las que ocupan las personas por cabecera
de municipio. Esto se hizo en vista de la ausencia de información.
El Inurbe, Entidad que se encarga de financiar las viviendas de
interés social, incluidas aquí las de los desplazados,
para la región de estudio, la Sabana de Bogotá, no
tienen registro alguno en el cual se plasme una adquisición
de vivienda o a lo sumo una solicitud. Por lo tanto, se puede decir
que, o bien se han adquirido en anonimato o simplemente no se han
adquirido. Y la segunda es la más plausible, pues el Inurbe
y el Incora, dentro de sus requisitos, piden que se programen un
ahorro y que tengan cierta suma de ingresos y esto es, para los
desplazados, casi inalcanzable. En vista de esto, sólo por
medio de la relación antes mencionada se pudo concluir cierta
cantidad de viviendas. El resto de las operaciones fue casi similar.
Y lo fue, a diferencia de los pesos asignados a las relaciones a
modo de densidad: Per/ha, Per/viv y viv/ha; también para
las tasas y las personas, vivienda y área urbana. Con respecto
a las tasas se hizo lo siguiente. Se sumaron para cada municipio
y este resultado se multiplicó por 0,1, lo mismo se hizo
para las densidades. Pero para las personas, viviendas y área
urbana a escala se hizo por 0,8 para un total de 1 ó 100%.
Luego, cada
uno de estos resultados se sumó y posteriormente, a este
nuevo resultado, se le dividió entre nueve, como número
característico de las nueve variables que califican el índice.
Finalmente esto resultó en un índice, índice
que entonces se pudo interpretar y relacionar como participativo
del índice de SFD de las cabeceras municipales sabaneras.
Estos pesos
se asignaron por varias razones. La primera porque las tasas y las
densidades, y en este sentido, sin importar las relaciones a cuantificar,
darían el mismo resultado. Por ejemplo 1000/100 ó
100/10. La segunda, porque si esto no se hiciera de este modo, casi
los resultados finales serían los mismos; es decir, el índice
de SFD de las cabeceras municipales y el que provocan los sucesos
migratorios forzados darían iguales resultados. Y así,
el restante 0.8 u 80% se le asignó a las variables en escala,
puesto que estas son en realidad las que cambian. Así, los
resultados tendrían una idónea forma de participación
dentro del fenómeno de SFD.
En suma, la
participación de estos asentamientos –morar como construir-
muestran un grado de atención, seguramente no mucho en comparación
al fenómeno mismo que se suscita en las cabeceras y campos,
pero si el suficiente en el sentido de atención a esta población
tan vulnerable. En sí, se puede decir que el fruto de la
falta de acuerdos en las mesas de negociación y el cese de
hostilidades, es el desplazamiento; y como éstos se dirigen
en gran medida hacía la Sabana de Bogotá y con más
rigor a Bogotá, entonces estos repercuten en el ya avanzado
fenómeno de SFD. De hecho y siguiendo esta lógica,
se podría pensar que si se llega a la tan anhelada paz,
los desplazamientos cesarían y por tanto el crecimiento
demográfico y físico que estos desplazamientos provocan
lo harían también. Pero lo que no dejará de
avanzar, según lo analizado en el transcurso del texto, es
el fenómeno de SFD tanto en cabeceras como en campos, haciendo
de esta región una gran metrópolis, una región
que absorbe el morar y el construir rural en suburbano y luego en
urbano, incorporando a su merced y sin cesar a estos municipios,
volviéndolos poco a poco parte de la gran macrocefalia bogotana.

Propuestas
y Conclusiones
Complementar
los formularios, registros, o documentos para el caso del fenómeno
del desplazamiento con espacios que detallen la situación
del desplazado no solamente dentro del contexto de la violencia,
sino dentro del campo mismo de su vida a seguir. Es decir, saber
en dónde vivirán y de qué forma lo harán.
Con el fin de saber si poseen o no vivienda, si es en arriendo o
en qué caso, con el fin de que esto sirva para llevar un
control en cuanto a la demanda de vivienda para desplazados. Por
lo que el INURBE, además de la RSS y el CODHES, se pondrán
en la tarea de saber si estas personas tienen o no un sitio en dónde
morar, y en qué condiciones las ocupan. Esto servirá
para generar proyectos de vivienda de interés social para
estas personas, que en verdad no tienen como programarse un ahorro;
de modo que se habrán nuevas alternativas de vivienda económica,
que sea de autoconstrucción o dentro de otras modalidades
que estas personas puedan sobrellevar.
Ya que la situación
del conflicto armado interno en Colombia todavía se encuentra
en la esperanza de todos; que todavía se sienta a la mesa
una y otra vez; que mientras se cree conseguir la paz todavía
se está combatiendo desde toda la geografía del territorio,
es importante que los municipios, no solamente los de la Sabana
de Bogotá, comprendan que en cualquier momento estas personas
llegarán. Por lo que prever dentro de las políticas
de desarrollo de estos municipios un rubro, una reserva económica,
unos espacios integrales para estas personas, será más
que necesario. Por lo pronto se podrán asesorar con las organizaciones
gubernamentales y no gubernamentales para conocer el contexto de
este fenómeno y así estar listos para cualquier eventualidad.
En cuanto al
fenómeno de suburbanización físico demográfica,
se propone lo siguiente:
- Ante todo
conocer que buscar el crecimiento racional es poner límites
al crecimiento urbano, fomentar un desarrollo que ofrezca
opciones de transporte, conserve los espacios abiertos y revitalice
el casco antiguo.
- Buscar más
alternativas, estilo "pico y placa", para descongestionar
las vías y descontaminar el cielo contaminado.
- Desarrollar
en conjunto, de manera participativa con la comunidad, con los
habitantes mismos de los diferentes municipios de la Sabana de
Bogotá y las organizaciones competentes, además
de las mismas universidades, un plan adecuado para mejorar
la calidad ambiental.
- Crear centros
de investigación que operen directamente con los municipios
para conservar el uso del suelo, para rehabilitar los barrios
y los espacios subutilizados de acuerdo a la premisa: calidad
de vida para todos y para los que vendrán.
- De igual
forma, que estos centros de investigación se haga sentir
con propuestas de crecimiento racional que involucre, por ejemplo:
incentivos económicos creativos, nuevas técnicas
de construcción, nuevos planes urbanísticos que
están directamente ligados a proyecciones demográficas
e información al público en general para que sepan
cuáles serán los costes de un crecimiento irracional.
- Los centros
de investigación deberán estudiar el influjo de
las zonas urbanizadas menos desarrolladas sobre el interior de
la Capital como trabajos de pasantía o de grado. De igual
forma, que los trabajos durante los semestres también se
proyecten al análisis de las diferentes zonas de la ciudad
y de los municipios con más alto grado de suburbanización
con el fin de que se densifiquen con nuevos desarrollos urbanísticos
dirigidos especialmente a los estratos menos favorecidos, entre
estos los desplazados.
Ya que el ejemplo
que entrega la Gran Urbe a los municipios de la Sabana de Bogotá
es la de ser una metrópoli congestionada de vehículos,
es importante plantearle a los municipios un desarrollo prospectivo
dirigido no al automóvil sino a otros medios de transporte,
especialmente las vías peatonales y las ciclorutas. Paralelamente,
rediseñar los planes de ordenamiento territorial con
el fin de que no se extiendan los municipios más allá
de su casco normal, sino conservar las áreas rurales como
pulmón de la cabecera y como sitios de esparcimiento y recreación
campestre.
En rigor, la
Ciudad de Bogotá no deberá extenderse, en ninguno
de los casos, a humedales, ni reservas forestales ni a los cursos
fluviales; por lo que rediseñar y proponer alternativas en
cuanto a al desarrollo de los próximos años de la
Ciudad será tarea de los centros de investigación.
Por último, promover el estudio y análisis de ordenanzas
que estén ligadas al desarrollo urbanístico con el
fin de que sean anuladas si así se requiere. Esto, para fomentar
la densificación de la ciudad (crecimiento vertical: edificios)
y no seguir en la rutina de miles de casas y poca propiedad horizontal.
CRPB
El
autor es Ingeniero Catastral y Geodesta, Investigador y Consultor.
Sobre
Bogotá, ver las notas Bogotá
y sus dos modernidades,
y la nota Instrumentos
para la recuperación de plusvalías en Bogotá
I,
II
y III,
de Gloria Henao González, en los números 32 y 35,
36 y 37, respectivamente, de café
de las ciudades.
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