“...Terquedades
será una tribuna de doctrina” (C. Ricot)

Hay
dirigentes políticos que consideran inteligente y reflexivo
al electorado cuando los vota, pero lo acusan de inmaduro
si los rechaza. Son los mismos que suelen ensayar profundas
y valerosas “auto”-críticas... ajenas. Es, por ejemplo,
lo que hizo Elisa Carrió el pasado 28 de junio, concluidas
las elecciones legislativas argentinas en las que fue
derrotada: reconoció la derrota, pero la derrota de
Kirchner (varias horas antes, hay que decirlo, que el
propio Néstor). La conmiserativa alusión de Mauricio
Macri a los votantes de Pino Solanas como “románticos
irresponsables”, o la referencia de Hermes Binner al
“síndrome de
Estocolmo” de los votantes de Carlos Reutemann se inscriben
en el mismo registro.
No
es cierta aquella vieja máxima de que “el pueblo nunca
se equivoca” (se equivoca a menudo, por cierto) pero
sí que en una democracia es imprescindible respetar
la voluntad popular. En todo caso, la tarea del buen
político es rastrear en su propia incompetencia el origen
de la falta de respuesta o la incomprensión popular.
Para los “K”, por ejemplo, es muy tranquilizador culpar
a los medios y a las corporaciones emprsariales por
su retroceso. pero no estaría
mal que analizaran sus propios y sinuosos movimientos;
en particular, la contraposición entre el discurso progresista
con el reiterado uso mercadotécnico del eterno optimista
Daniel Scioli, las alianzas con dudosos empresarios
como Cristóbal López y hasta las propias y jugosas concesiones
al mismo grupo Clarín al que luego reprocharon su postura
empresarial ante las elecciones.
¿Es
el del kirchnerismo un ciclo terminado? Hasta ahora
ha demostrado tanta audacia en el desarrollo de su proyecto
como nula voluntad de adaptación política y negociación.
Las andanzas de Guillermo Moreno en el INDEC tienen
otras consecuencias que la manipulación de los datos,
que ya es grave: sin estadísticas ciertas, es impensable
planificar, y sin planificación es imposible una política
progresista. La mera lectura de los comicios pasados
debería haber motivado un inmediato cambio de gabinete
que hasta ahora no parece estar en marcha, salvo por
las disímiles renuncias de Graciela Ocaña y Ricardo
Jaime. La falta de reflejos y la reticencia a los cambios
pueden motivar que los cambios se los terminen imponiendo
sus adversarios, esa sería la derrota más grave de los
protagonistas del ciclo político iniciado en mayo de
2003 (la excelente nota Darse
cuenta, de José Natanson en Página 12 del
domingo 5 de julio, es hasta ahora lo mejor que se ha
escrito sobre las causas y consecuencias de la derrota
K; a ella remito para expresar mi opinión sin necesidad
de cambiar una coma del texto).

La
euforia bailantera de la
Unión Pro en la tarde del domingo contrastó
con su apostolado en pos de la fiscalización de las
urnas en las semanas previas. En esa cruzada, las huestes
del “Colorado” Francisco De Narváez llegaron a pedir
que los votos no fueran controlados por “los de siempre”
(¿los que fiscalizaron cuatro triunfos consecutivos
de Felipe Solá en la Provincia de Buenos Aires, por ejemplo?) y confundieron
la jurisdicción del porteño Barrio Comandante Piedrabuena.
Carrió, con un discurso similar, llegó a proponer el
rescate de los pobres de las garras del clientelismo.
Como se señaló en esta misma revista, lo que los pobres
necesitan es salir de la pobreza: del clientelismo saldrán
solos una vez que dejen de ser pobres. Lo que además
omitió mencionar Carrió es que su falta de fiscales
se relaciona en gran medida con su falta de inserción
militante en los barrios pobres.
En
esa cruzada “republicana”, nadie, ni siquiera el kirchnerismo
o Pino Solanas, mencionó lo que quizás haya sido el
mayor atropello institucional de esta convocatoria:
13 años después de adquirir rango constitucional, el
pueblo porteño sigue imposibilitado de elegir a las
autoridades de sus Comunas.

La
elección de Pino demostró que no todo el voto de castigo
al kirchnerismo es de derecha. Estuvo más cerca de la
vencedora Gabriela Michetti que de los terceros Prat
Gay y Carrió; ¿puede aspirar a ser el Ken Livingstone
porteño? Estará en su inteligencia asumir la necesidad
de consolidar con una propuesta urbana convincente (en
el único distrito enteramente urbano del país) lo conseguido
a fuerza de respeto popular y astucia frente a candidatos
poco felices (más allá de su verdadera postura ideológica,
lo cierto es que Alfonso Prat Gay parecía más un ministro
del actual gobierno porteño que un opositor, y de hecho
en las semanas previas a la elección se lo dio como
una próxima incorporación al gabinete macrista).
Más
sólido, aunque muy lejos aun de construir una alternativa
mayoritaria, fue lo del Intendente de Morón, Martín
Sabbatella, en la Provincia. Como
se ha dicho, lo logró dando el handicap de no representar
ni a la ortodoxia “pejotista” del kirchnerismo ni a
las más virulentas expresiones, por derecha y por izquierda,
de la oposición anti K. Tiene además el mérito de haber
iniciado su construcción política en la gestión del
territorio, algo que ya generó consecuencias positivas
en el caso de los socialistas rosarinos.

El
voto histórico de la Unión Cívica Radical logró reconstituirse a partir
del meritorio trabajo de Gerardo Morales. El Acuerdo
Cívico y Social que integra el centenario partido (y
que en gran parte es una recomposición de sus propios
desprendimientos) obtuvo un voto a nivel nacional superior
al de su propia media histórica, alcanzando un 30%;
se reconstituyó en la Ciudad y la Provincia de Buenos Aires
y volvió a tener concejales propios en el Gran Buenos
Aires, y se perfila como un seguro participante del
ballotage presidencial del 2011. Es cierto que las fracciones
peronistas unidas llegan casi al 60% de los votos nacionales,
pero ¿es tan fácil unirlas?
Sería
una lástima que esta alternativa de poder se pusiera
al servicio de una propuesta tan poco clara como parece
ser la del Vicepresidente Julio Cobos, ganador en Mendoza,
pero “Cleto” (que no parece demasiado distante del ganador
bonaerense De Narváez) parece correr con ventaja frente
a una eventual candidatura del gobernador santafesino
Binner (aun cuando este no quedó mal parado en su provincia,
donde su lista ganó la elección para diputados, la pérdida
de la senaduría por la mayoría a manos de Reutemann
debilita en algo su hasta ahora pujante desarrollo político).
Con las “agachadas” y contradicciones de toda fuerza
popular en la
Argentina (miren sino al justicialismo,
que hace 22 años gobierna la
Provincia de Buenos Aires) el radicalismo
es el partido del voto universal, de la Reforma Universitaria,
del primer acceso de los trabajadores a la clase media,
de la fundación de las grandes empresas nacionales,
del artículo 14 bis de la Constitución,
de la ley de medicamentos de Oñativia, del juicio a
las Juntas Militares de la dictadura del `76, de la
ley de divorcio, del retorno a la democracia en Latinoamérica.
Nunca fue bueno para el radicalismo girar a la derecha,
como demuestra lo que le pasó en el 2001.

El
paso de los años y la sucesión de los gobiernos sigue
demostrando la necesidad de implementar políticas territoriales
y urbanas específicas en la Argentina. Las
grandes decisiones en materia de cuidado ambiental y
manejo de recursos (sojización, minería, manejo hídrico),
distribución poblacional en el territorio, gobernabilidad
metropolitana, movilidad y accesibilidad, equidad socio-territorial
y cumplimiento efectivo del derecho a la vivienda y
la ciudad siguen esperando la atención de la política
(incluyendo en ese campo a la militancia y la dirigencia,
pero también a los intelectuales, las organizaciones
sociales y los medios). Esa es una de las deudas de
la democracia, que además es preciso reivindicar como
objetivo en si mismo, en momentos en que el golpe de
estado en Honduras alerta sobre la supervivencia de
viejos horrores en la región.
MLT
Sobre
democracia en la Argentina, dictaduras latinoamericanas
y necesidad de políticas territoriales, ver también
en café
de las ciudades:
Número 74 I Política de las ciudades
Mi
vida en democracia I “Y si algún
despistado a la orilla del camino nos pregunta por qué
luchamos…” I Por Marcelo Corti
Número 68 I Política de las ciudades
Mi
vida en dictadura I De la Libertadora al Proceso I Marcelo Corti
Número 56 I Política de las ciudades
La
necesidad de políticas territoriales.
I Asuntos pendientes de Buenos Aires. I Marcelo Corti
Número 6 I Tendencias
Muchos
problemas, pero... ¿cual es el problema? I
Buenos Aires, sus conflictos urbanos, y una necesaria
definición política I Marcelo Corti
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