N. del A.: Una versión anterior de este artículo fue publicada
en la
Revista de Arquitectura, Sociedad Central
de Arquitectos. Edición temática: “¿Por qué crece la
ciudad?”. Vol. 244., pp. 82-85.
¿Qué esperamos, reunidos en el foro?
Dicen que hoy estarán aquí los bárbaros (…)
¿Por qué este desconcierto, esta súbita
inquietud? ¡Qué graves los rostros!
¿Por qué tan rápido se vacían las calles y las plazas?
¿Por qué todos retornan preocupados a sus casas?
Porque ha caído la noche y los bárbaros no llegaron
y algunos que vienen desde las fronteras
dicen que ya no hay bárbaros.
Y ahora, ¿qué será de nosotros sin los bárbaros?
Esa gente era, al menos, una solución.
“Esperando
a los bárbaros” Konstantinos Kavafis,
1904

Contraste
urbano en Jakarta, Y. Effendy, 2006.
Fuente: Tesis
de doctorado de Devisari Tunas, TUDelft.
Desde al menos las últimas tres décadas fragmentación se ha vuelto una palabra
recurrente en los discursos urbanos. Más allá de las
diferentes acepciones que el término pueda tener y los
usos que de él puedan hacerse –ya discutidos en otros
textos; p. ej. Kozak, 2004– es evidente que existen
manifestaciones físico-espaciales que han motivado la
persistencia del debate acerca del carácter fragmentado
de las metrópolis contemporáneas. Las nociones de “ciudad
archipiélago” (Gorelik, 2011), “ciudad
partida”, “cuarteada”
(quartered city), “urbanismo astillado” (splintering
urbanism), “metropolaridades”
(términos acuñados por Marcuse y van Kempen, Marcuse,
Graham y Marvin, y Soja, respectivamente), por citar
sólo unas pocas, apuntan en una misma dirección: el
reconocimiento de nuevas formas de separación o la exacerbación
de formas divisorias preexistentes, que en el período
contemporáneo parecieran cobrar un creciente protagonismo en la forma y estructura de las ciudades y regiones
metropolitanas.
Como
hipótesis preliminar, Rod Burgess argumenta que la relación
entre distancia social y distancia espacial ha vuelto
a cambiar desde el último cuarto del siglo XX. Según
Burgess, en la sociedad pre-industrial la distancia
entre clases sociales era sustancial, pero la distancia
espacial era corta. Amos
y esclavos vivían cerca unos de otros. En la sociedad
industrial, con la aparición de las clases medias, la
distancia social se acortó pero la distancia espacial
se agrandó. Las ciudades se volvieron más extensas,
los barrios obreros se localizaron cerca de las fábricas
en las periferias industriales, generalmente muy lejos
de las zonas elegidas por las clases altas, y en el
medio se ubicaron los estratos medios. La distancia
espacial generalmente replicaba el gradiente social.
En la sociedad post-industrial la distancia social se
ha vuelto a ampliar. Después de décadas de políticas
monetaristas, preeminencia del sector financiero en
la economía global y procesos de desindustrialización
generalizados en buena parte del mundo occidental, la brecha entre ricos y pobres ha alcanzado
cifras inéditas desde al menos los años veinte del siglo
pasado. Sin embargo, en muchos casos la distancia espacial
ha vuelto a acortarse con la aparición de enclaves ricos
muy próximos a enclaves de pobreza (por otro lado,
a partir del desarrollo de nuevas infraestructuras,
las nociones de cercanía y lejanía han cambiado; las
distancias no son medidas en kilómetros sino en tiempo
de conexión). El caso de barrios cerrados contiguos
a villas miseria –un fenómeno generalizado en muchas
regiones del mundo, incluyendo Sudamérica– es un buen
ejemplo en este sentido. La separación por distancia
espacial de la “ciudad industrial” es a menudo reemplazada
en la actual “ciudad post-industrial” por un tipo de
separación impuesto por la contundencia de los límites,
el despliegue de dispositivos de seguridad y distintas
formas de fragmentación urbana. En este contexto, la
relación entre proximidad y accesibilidad ha sido resignificada.
Vivir próximo no implica compartir espacios en ciudades
donde cada vez existen menos lugares de encuentro universal
y el principio de exclusividad es el que con mayor potencia
rige la producción de nuevas tipologías urbanas.
Uno
de los motivos por los cuales la yuxtaposición de enclaves
pobres y ricos se ha vuelto común en muchas de las ciudades
que podrían entrar en la categoría de “post-industriales”
está relacionado con las transformaciones producidas
a partir de cambios estructurales en las economías urbanas,
incluyendo la decadencia de los antiguos barrios industriales
desencadenada a partir del cierre masivo de fábricas
y el consecuente aumento del desempleo en esas áreas.
Junto a la tugurización de vastos territorios de las
antiguas ciudades industriales y el descenso en la escala
socio-económica de una importante proporción de sus
habitantes –ex obreros industriales– una enriquecida elite de la economía de servicios
produjo nuevos entornos urbanos de lujo. De modo
tal que mientras los antiguos barrios obreros perdían
dinamismo y capacidad de generar puestos de trabajo,
las áreas de
la metrópoli elegidas por las nuevas elites del sector
terciario y cuaternario comenzaron a demandar numerosos
empleados para tareas de baja remuneración; lo que
la literatura anglosajona llama el “menial
service sector”: empleados para tareas domésticas,
de seguridad, mantenimiento edilicio, de pequeñas infraestructuras
y demás. Consecuentemente, del mismo modo que vivir
cerca de la fábrica era –y sigue siendo– la estrategia
más conveniente para la clase obrera en las “ciudades
industriales”, vivir cerca de barrios cerrados y shopping
malls lo es para una creciente población pobre de
las metrópolis contemporáneas. Esto ocurre tanto en
ciudades des-industrializadas como en otras que nunca
tuvieron un sector industrial significativo, pero que
en la “era post-industrial” adoptaron también estas
modalidades generalizadas de hábitat. Por otro lado,
los movimientos demográficos ocurren en todas
direcciones: sectores pobres se localizan en los intersticios
y bordes de emprendimientos ricos con el fin de
aprovechar las externalidades que éstas generan, y sectores
medios y altos se desplazan a zonas tradicionalmente
pobres, atraídos por las características de los nuevos
emprendimientos cerrados, construidos generalmente
en entornos con un muy bajo valor de suelo que generan
una gran rentabilidad para sus desarrolladores.
El
tipo de separación característico de la que aquí llamamos
genéricamente “ciudad industrial”, puede conceptualizarse
apropiadamente mediante la noción de “segregación”,
es decir “la distribución desigual de los grupos sociales
en el espacio”, y cuantificarse a través de instrumentos
tales como el Indice de Disimilaridad (este índice, desarrollado por Otis D. Duncan
y Beverly Duncan en los años cincuenta,
varía entre 0 (ausencia de segregación) y 1 (segregación
total) y se interpreta como el porcentaje de sujetos
del grupo social cuyo grado de segregación se intenta
determinar que deberían cambiar su lugar de residencia
a fin de que la razón entre este grupo y el resto de
la población –u otro grupo social de referencia– en
cada unidad espacial sea idéntica a su razón en el conjunto
de la ciudad.
Sin
embargo, ciertas formas de separación, típicas en ciudades
de la era post-industrial, con fuerte presencia física
en la forma y estructura de la ciudad, pero especialmente
simbólica en sus imaginarios, no son perceptibles a
través de estas herramientas. Como ha demostrado Gonzalo
Rodríguez Merkel, la
existencia de un asentamiento precario y un barrio cerrado
en un mismo radio censal, por ejemplo, incide sobre
los instrumentos que miden la Segregación Residencial
Socioeconómica (SRS), disminuyendo el grado de segregación
registrado. Este fenómeno, denominado por el autor como
“falsa mixidad socio-espacial” (Figs. 1 y 2), ilustra
la necesidad de contar con otras herramientas interpretativas
complementarias que sirvan para conceptualizar este
tipo de puntos ciegos en las metodologías de medición
de la SRS.

Fig. 1: Muestra de mapas de segregación en ciudades
argentinas, con casos de “falsa mixidad socio-espacial”
resaltados en celeste. Cociente de Localización (variable
proxi: nivel
de instrucción máximo de jefe/a de hogar).
Fuente: Rodríguez Merkel, 2011

Fig.
2: Casos de fragmentación urbana en ciudades argentinas
en una muestra de radios censales
con sobre-representación de sectores de Nivel Socio-Económico
Alto (NS4) y Bajo (NS1).
Fuente: Rodríguez Merkel, 2011
Muy
a menudo los términos “segregación” y “fragmentación”
son utilizados intercambiadamente, como meros sinónimos,
sin reparar en las especificidades de cada uno de estos
conceptos. De este modo, ambas nociones son aplanadas para denotar,
genéricamente, algún tipo de separación o división en
la ciudad. Sin embargo, si bien es evidente que
tanto “fragmentación” como “segregación” intentan dilucidar
fenómenos urbanos interrelacionados y frecuentemente
simultáneos, su utilización más rigurosa y específica
permite alumbrar diferentes facetas de estas cuestiones.
La
“segregación de grano fino”, en palabras de Rod Burgess,
requiere la utilización de la
noción de fragmentación urbana, entendida como un modo
de organización espacial determinado por lo cercado
y los obstáculos físicos. En el concepto de segregación lo fundamental es la dimensión social asociada
al espacio bidimensional del plano de la ciudad. Se
opera en primer lugar determinando los grupos sociales
que se pretende mapear en el espacio urbano, para luego
analizar sus patrones de localización de un modo cuantitativo.
En el caso del concepto de fragmentación,
la principal dimensión de análisis es la espacial
–en sus tres dimensiones– y el abordaje es eminentemente
cualitativo. Se examinan las barreras físicas, los obstáculos
y los límites que fragmentan. Estos límites físicos
pueden dividir diferentes grupos sociales, y en ese
caso la fragmentación urbana actúa como “una segregación
acentuada que se inscribe en el espacio a través de
barreras” (Tullier, 2005). En otros casos, como el de
dos o más barrios cerrados contiguos y separados entre
sí por sus respectivos muros y demás dispositivos de
seguridad, la división impuesta por los límites físicos
puede no coincidir con la demarcación de la distribución
de los grupos sociales en el espacio. Es decir, esta
conceptualización de fragmentación urbana admite situaciones
en las que pueda existir fragmentación espacial y continuidad
social. El concepto de fragmentación urbana interpela
un tipo de organización espacial que en la actualidad
es común a todos los usos de suelo –incluyendo residenciales,
comerciales, recreativos y demás. Se trata de caracterizar,
examinar y explicar estos modos de producción de ciudad,
que parecieran estar reconfigurando algunas de las áreas
de mayor dinamismo de las metrópolis contemporáneas.
Interpretar el porqué de la rápida difusión de estas tipologías urbanas cuya característica más saliente
es la determinación de bordes duros que separan áreas
o piezas urbanas –en todas las escalas– de sus entornos
inmediatos. Entre los casos de fragmentación urbana
de más reciente aparición, los más frecuentes son aquellos
cuyo fin es separar a la “ciudad privada” y/o “pseudo-pública”
del espacio público genuino.
Usualmente
se le atribuye a la violencia urbana un rol fundamental en la generación
y reproducción de las tipologías asociadas a la fragmentación
urbana. Sin embargo, tal como señala Burgess, esta
consideración es cuanto menos incompleta y no explica,
por ejemplo, la rápida proliferación de urbanizaciones
cerradas en ciudades del este y sudeste asiático, regiones
con los índices de violencia y crimen más bajos del
mundo. Según Blakely y Snyder –pioneros en el estudio
de urbanizaciones cerradas en Estados Unidos– las tipologías
en las que se podrían clasificar las urbanizaciones
cerradas, y a la vez los motivos que podrían explicar
su difusión, son tres: aquellas cuyo principal propósito
es proveer un determinado “estilo de vida”; dotar de cierto “prestigio social”;
y/o establecer “una zona de seguridad”. A estos
argumentos también puede sumarse la
economía de escalas que suponen estos emprendimientos
para los desarrolladores y la usual anuencia de las
políticas de uso de suelo que generalmente estimulan
grandes operaciones gestionadas por desarrolladores
únicos.
Estos
últimos motivos son clave en la argumentación que proponen
Dick y Rimmer en torno a la idea de “ciudad reagrupada”. Observando específicamente
la nueva geografía urbana de las ciudades del sudeste
asiático los autores describen una tendencia hacia la
producción de complejos cada vez mayores, en superficie
y sofisticación, ubicados en las márgenes de las autopistas,
reuniendo funciones urbanas que habitualmente se encontraban
dispersas en la ciudad. De este modo, centros de compras
y de convenciones, combinados con usos recreativos,
hoteles 5 estrellas y oficinas premium pueden compartir un único perímetro
amurallado, con todos los dispositivos de seguridad
típicos de las urbanizaciones cerradas.
Las
“ciudades reagrupadas” descriptas por Dick y Rimmer
tampoco son sensibles a los instrumentos usuales para
medir segregación que en general contabilizan únicamente
usos residenciales. Tampoco lo son, en menor escala,
los parques de negocios, shopping malls, hipermercados y otros usos de suelo a menudo caracterizados
como ejemplos de insularidades urbanas.
Estas
consideraciones refuerzan la necesidad de refinar la utilización de los
términos que intentan definir estos fenómenos urbanos.
En definitiva se trata de avanzar en el desarrollo de
conceptos y marcos teóricos que permitan comprender
más exhaustivamente las transformaciones socio-espaciales
que inciden sobre la forma y estructura de las ciudades.
Un conocimiento que resulta fundamental a fin de
desarrollar instrumentos, políticas, y programas
de regulación y gestión urbana apropiados, con el fin
de impulsar y promover un derecho a la ciudad ampliado,
el derecho lefebvriano a la vida urbana en ciudades
inclusivas.
DK
El
autor es Arquitecto (UBA).
Doctor en Arquitectura y Urbanismo (Oxford Brookes
University). Investigador en el Centro de Estudios Urbanos
y Regionales (CEUR-CONICET). Profesor Adjunto de la
FADU-UBA. Profesor Asociado en el Buenos Aires Program, Washington
University in St. Louis. Es uno de los autores de Grandes
Proyectos Urbanos,
recientemente publicado por Editorial
café
de las ciudades.
De su autoría o sobre su trabajo, ver también en café
de las ciudades:
Número 83 | Urbanidad contemporánea
El
neoliberalismo y “la Ciudad de los Fragmentos” | Entrevista a Daniel Kozak | Marcelo Corti
Número 114 | Planes y Proyectos de las ciudades
Insumos
para el debate metropolitano
| Sobre el libro “Planes, proyectos e ideas para el
AMBA” (CPAU) | Daniel Kozak
Sobre fragmentación urbana, ver también en café
de las ciudades:
Número 58 | Arquitectura
(y Planes) de las ciudades
20
Ideas, 20 años
| La prehistoria
de una Buenos Aires fragmentada | Marcelo
Corti |
Número 100 | Política de las
ciudades (III)
Fragmentación,
subejecución, exclusión | Análisis de las políticas de hábitat y movilidad en la Ciudad Autónoma
de Buenos Aires durante 2010 | Lucía
Capelli, Luis Cecchi, Nicolás Ferme, Eugenia Giraudy,
Rocío González, Luna Miguens, Jordana Timerman, Geraldine
Oniszczuk e Ignacio Puente (CEPS)
Número 106 | Política de las
ciudades
Un
sistema de transporte insuficiente y selectivo |
Una ciudad
que se disuelve en fragmentos | Artemio
Pedro Abba
Textos
citados
Blakely, E. J. y Snyder, M. G. (1997)
“Fortress America: gated communities in the United States”.
Washington, D.C.: Brookings Institution Press, p. 38.
Burgess, R. (2005) “Technological Determinism
and Urban Fragmentation: A Critical Analysis”. En: 9th International Conference of the ALFA-IBIS
Network on Urban Peripheries. Pontificia
Universidad Católica de Chile, Santiago de Chile, 11-13
de julio, pp. 127-137 y 134-135.
Dick, H. y Rimmer, P. (1998) “Beyond
the third world city: the new urban geography of south-east
Asia”. Urban Studies.
Vol. 35 (12), pp. 2303-2321.
Gorelik, A. (2011) “Roles de la periferia. Buenos Aires: de ciudad expansiva
a ciudad archipiélago”, en Correspondencias.
Buenos Aires: SCA-Nobuko, pp. 265-293.
Kozak, D. (2004) “Urban Fragmentation in a cultural context”. En: Carmona,
M. y Schoonraad, M., eds. Globalization,
Urban Form & Governance. Delft University Press,
Delft, 2004; y Kozak, D. (2005) “Entre la celebración
del fragmento y la condena a la fragmentación”. En:
9th International Conference of the ALFA-IBIS
Network on Urban Peripheries. Pontificia
Universidad Católica
de Chile, Santiago de Chile, 11-13 de julio,
pp. 249-256.
Rodríguez
Merkel, G. (2011) “Desigualdades socioeconómicas y segregación
residencial en la Argentina, 1991-2001: Niveles,
tendencias y aportes teórico-metodológicos para su estudio”.
Tesis Doctoral. Facultad de Ciencias Sociales, Universidad
de Buenos Aires.
Thuillier,
G. (2005) “El impacto socio-espacial de las urbanizaciones
cerradas: el caso de la Región Metropolitana
de Buenos Aires”. EURE. Vol. 31 (939), pp. 5-20.