N. de la
R.: La temática de este texto fue desarrollada
originalmente en A cidade e as redes. Sociabilidade e Política
na cidade telemediada, incluido en los anales del X
ENA - Encontro Nacional do ANPUR realizado en
la ciudad de Belo Horizonte en agosto de 2003, y ampliada
en la tesis doctoral A Cidade no Capitalismo Global. Espaço,
Território e Novas Tecnologías, defendida en junio de 2006
en la
Universidad
Federal de
Rio de Janeiro - UFRJ; será además
contemplada en el libro A Cidade Telemediada, próximo
a ser en Brasil.

El
mundo contemporáneo pasa por numerosas transformaciones,
resultado de las influencias de la intensa revolución científica
e tecnológica. Esta altera profundamente la inserción humana
en el mundo y modifica
el sentido que tiene la presencia y la ausencia, la proximidad
y la distancia, generando una multiplicidad de planos
espaciales y temporales. De este modo, muda el sentido de
la
localización. Estar en el lugar no significa mas ocupar el lugar:
las nuevas tecnologías de red permiten estar simultanea
y instantáneamente en diversos lugares, experimentando la
multiplicidad intensa del planeta (Puigbonet, 2006).
Una
nueva espacialidad y una nueva temporalidad, un nuevo modo
de vivir y de existir en el planeta; todas las esferas de
la vida humana están cubiertas por un intenso cognitivismo,
el conocimiento está presente en todos los
intersticios de la vida humana. Las actividades humanas
pasan a ser ejecutadas con la presencia activa de los nuevos
conocimientos y las nuevas tecnologías, que poseen eficiencia,
eficacia elevada y un alto desempeño en la ejecución de
las tareas para las cuales fueron diseñadas.
La
ciencia avanza rápidamente y el diluvio tecnológico se extiende
sobre el planeta, llegando inclusive al interior del cuerpo
humano. El conocimiento manifiesta una
tendencia creciente hacia la virtualidad; de la misma
forma, las nuevas tecnologías adquieren una creciente virtualidad,
en cuanto el tamaño de los objetos tecnológicos disminuye
progresivamente y, en algunos casos, son imperceptibles
a los sentidos humanos, como es el caso de la nanotecnología.
La
revolución tecnológica transforma profundamente la naturaleza
de la vida individual y colectiva, con la presencia activa
de la cibernética, la robótica, la inteligencia artificial,
las redes telemáticas, la nanotecnología, la ingeniería
genética y la genómica, entre otros muchos campos de la
ciencia y de la tecnología, de tal forma que no existe mas
ninguna esfera de la vida humana que no esté cubierta de
un manto de conocimientos y no sea mediada
por una enorme diversidad de objetos tecnológicos.
El
mundo contemporáneo vive una nueva realidad con la difusión
de los nuevos conocimientos y de las nuevas tecnologías
y en este escenario de la vida social la acción social se
transforma profundamente, los hombres pueden ejecutar acciones
simultanea e instantáneamente en todo o planeta, sin ninguna
restricción física o geográfica, transponiendo las fronteras
del territorio. Profunda desterritorialización de los procesos sociales, provocada
por las redes telemáticas, que transforman profundamente
la localización de los objetos y de los procesos sociales
en la sociedad humana.
El
planeta fue cubierto por una extensa tela luminosa, donde
los pulsos tecnológicos e informacionales recorren el planeta
en la velocidad de la
luz. Los muros y las murallas de las ciudades
cayeron, la ciudad se torna transparente, expuesta
en la visibilidad intensa de los medios infográficos, la
ciudad abierta expuesta al mundo; el espacio urbano se torna
crítico, todo se torna visible y la visibilidad transforma
la ciudad en imágenes que transponen un mundo sin fronteras,
donde todos los locales del mundo están integrados por los
senderos luminosos de las redes telemáticas (Graham y Marvin,
2001).
Los
lugares singulares (topos) se tornan multiplicidad en el hiperespacio,
en la confluencia de nuevos y diversos planos espaciales
y temporales. Foucault se refirió al heterotopos, a la convergencia
de muchas dimensiones espaciales y temporales, a ejemplo
de los espejos superpuestos y la superposición
múltiple de espacios y tiempos (Foucault, 67).

Gilles
Deleuze y los espejos superpuestos
Fuente:
Southern
Oregon University
La
economía se desterritorializa, las fábricas desaparecen,
la economía opera mediante robots e instrumentos dotados
con inteligencia artificial, la producción se diluye en
el espacio extenso del planeta y se convierte en cadena
productiva global, integrada a un sistema financiero que
se mueve por el planeta como una montaña rusa, creando
y destruyendo riquezas en una velocidad asustadora.
Los
procesos económicos y sociales pasan a ser telemediados
por una diversidad de sistemas como los de comunicación
de masas y las redes tecnológicas como la Internet. La sociabilidad humana, los modos de construir
las matrices de relaciones sociales y los métodos de ejercicio
del poder social sufren una profunda transformación (Puigbonet,
2003).
Simultáneamente,
la sociedad humana se territorializa aceleradamente en la concentración
espacial provocada por la automatización, que reúne
dentro del espacio integrado de la región económica parques
productivos y tecnológicos donde están concentrados los
bolsones de capital humano y el stock de conocimiento e información, variables estratégicas de una
economía y una sociedad que se torna virtual y tecnológica.

El
robot y la producción cibernética
Fuente:
Wikipedia
La
economía cibernética, la automatización, la presencia de
robots y la inteligencia artificial y las rigorosas exigencias
para la constitución de capital humano producen un excedente
elevado de recursos humanos que resulta en un
volumen de población que se desplaza por el planeta,
acumulándose en áreas urbanas, germen de las megalópolis,
formando los laberintos y el caos urbanos y el consumo predatorio
de los recursos naturales, generando riesgos para el ecosistema
planetario y poniendo en peligro la permanencia del hombre
en la superficie del planeta Tierra.
El
proceso de control y regulación de la economía global se
construye en la dicotomía
de los espacios abiertos integrados por redes telemáticas
y la concentración de los centros productores de riqueza
dentro de los limites da economía regional. Extraña lógica
de descentramiento espacial y concentración económica.
La
ciudad contemporánea es una ciudad abierta sin fronteras,
integrada a todos los puntos del planeta; sin embargo, la
ciudad contemporánea es económicamente un espacio altamente
concentrado. En algunas ciudades están radicados los centros
del poder mundial, en donde se encuentran los centros de
comando de la economía global y en donde están acumulados
los bolsones de capital humano y conocimiento estratégico
mundial. En otras ciudades están radicados los clusters
regionales de producción, donde se produce la riqueza
que circula en el mundo (Scott, 2007).
La
economía global está marcada por un proceso contradictorio, la concentración
económica en los límites de la región y las megalópolis
y, simultáneamente, la formación de la ciudad abierta, donde
las fronteras caen bajo los efectos de las redes telemáticas.
En esa ciudad abierta, transparente y sujeta a la visibilidad
extrema que derrumba todas las fronteras, son erguidos muros
infranqueables, por causa de la rigidez del capital
humano y del conocimiento y la información, altamente concentrados
en el mundo (1998).

La
ciudad global
Fuente:
Wikipedia
La
economía global es una economía urbana, la producción y
el consumo constituyen procesos que ocurren en el espacio
urbano. Incluso la producción primaria se torna progresivamente
urbana: el campo se urbaniza y de este modo la humanidad
está siendo encaminada hacia el punto ciego anunciado por
Henri Lefebvre, el punto mas elevado de la revolución urbana,
cuando la urbanización substituye a la industrialización
y ocurre el advenimiento de la sociedad urbana (Lefebvre,
1983).
La
economía urbana provoca una urbanización y una concentración poblacional
aceleradas. Una de las principales manifestaciones de
la economía urbana es la presencia activa del automóvil
como medio de transporte individual. El auto utilizado para
desplazamientos personales constituye un icono de la civilización
moderna. La modernidad impuso a la humanidad un estilo de
vida y un modo de producir y reproducir la vida material
de los hombres, cuya mayor expresión es la civilización
industrial; uno de sus símbolos mas relucientes es precisamente
el auto, que se constituye en un medio para todos los momentos de la vida humana, inclusive
aquellos micromomentos mas íntimos, de forma tal que el
hombre moderno creó una dependencia del automóvil para vivir
en la ciudad (Newman y Kenworthy, 1999).
El
coche individual ocupa todos los espacios de la ciudad,
los caminos se tornan autopistas y la ciudad es ocupada
por los automóviles que causan el caos urbano. Nada puede
representar mejor este escenario de la vida contemporánea
que el proyecto del modernismo urbano de Le Corbusier. La
ciudad como una tarjeta de navidad que esconde su extremo
individualismo y condena
a los ciudadanos a vivir en la soledad intensa, compartida
con el murmullo intenso de la multitud.
En
el caos urbano provocado por el coche individual no existe
más vida colectiva compartida. En la soledad del asiento
del coche la vida humana es desperdiciada absurdamente,
los vidrios oscuros y el aire acondicionado retiran al hombre
del colectivo humano. Sentado en el asiento del coche el
sujeto ve pasar el
paisaje como contemplación. La soledad en medio de la
multitud, a la que está condenado el ciudadano de las megalópolis
(Beck, 1998).
En
compensación, los millones de automóviles que cruzan la
ciudad consumen de forma predatoria combustible fósil, contaminando
la atmósfera terrestre con las emisiones de dióxido de carbono,
elevando la temperatura del planeta, anunciando una crisis
global en la biosfera, que puede extinguir la vida humana
en el planeta.

Congestionamiento
urbano en São Paulo
Fuente:
Wikipedia
La
urbanización acelerada produce una compleja arquitectura
y un sistema de residencia humana que exige grandes inversiones
de infraestructura y causa numerosas crisis. Ese modelo
urbano y arquitectónico, construido según los recursos técnicos
de la civilización moderna, no solo degrada las condiciones
de vida de la población sino que provoca un consumo
irracional de recursos naturales, contribuyendo agresivamente
a la destrucción del ecosistema planetario.
Basta
apenas considerar el desperdicio en el consumo de agua potable
para uso doméstico en el modelo de arquitectura e ingeniería,
que se remonta a inicios de la modernidad: el agua tratada
químicamente es utilizada en los sistemas de higiene corporal
y derramada en los sistemas de cloacas, contaminando los
ríos y los mares del mundo.
La
misma cosa se puede decir de la matriz energética mundial,
que entró en colapso las últimas décadas del siglo XX, asociada
con la destrucción del ecosistema provocada por el consumo
desproporcionado de combustibles fósiles y por los modos
de vida humano en las ciudades contemporáneas (Lovelock,
2007).
Los
residuos químicos y orgánicos de los hogares, los hospitales
y la producción industrial se amontonan en los suburbios.
En la gran mayoría de las ciudades, la industria de los
residuos urbanos no avanza con la velocidad suficiente en
relación a la tasa de producción de desechos, que crecen
asustadoramente en el mundo, causando problemas de salud
en la población y contribuyendo también a la destrucción
de ecosistema planetario.
El
consumo depredador de los recursos naturales anuncia un
horizonte de crisis para la civilización humana,
considerando que las reservas de recursos naturales no renovables,
como por ejemplo, el petróleo, tienden a reducirse progresivamente.
El fin de la era del petróleo, anunciado por Hubert en los
años cuarenta, cuando las reservas aún eran abundantes,
coloca en debate la cuestión del futuro de la humanidad
en ese modelo depredador de ciudad que se consolidó en la
civilización moderna (Sarkis, 2006).
La
bioenergía es una fuente de energía limpia que no emite
dióxido de carbono y no contamina la atmósfera terrestre.
Sin embargo, la producción de biomasa necesaria para la
producción de biocombustíble retira alimentos al consumo
humano y extensas áreas son destinadas para producción de
biomasa para bioenergia, como en el caso de la caña de azúcar.
Esto impide que tierras sean utilizadas para producir alimentos,
sin dejar de considerar los riesgos del corrimiento de la
frontera agrícola y la destrucción de extensas áreas silvícolas,
necesarias para el equilibrio del ecosistema planetario.
Alimentos
como el maíz, el trigo y la soja son desviados del consumo
humano para la producción de combustibles para los coches
individuales: la
paradoja de que ocho millones de seres humanos sean sometidos
al hambre para mover los coches de dos millones de personas,
al cual se refiere la eco-economía de Lester Brown (2001).
Programar
la producción de biocombustibles conservando el mismo volumen
del consumo depredador de energía, como ocurre en la actualidad
con los combustibles fósiles, puede condenar a millones
de seres humanos a vivir en la pobreza y la miseria social.
Los biocombustibles constituyen fuentes de energía limpia
y no contaminan la atmósfera; sin embargo, pueden desequilibrar
la oferta de alimentos en el mundo y contribuir substancialmente
a la eliminación de bosques, la erosión del suelo y la desertificación
del planeta, provocando un daño irreversible en la biosfera
y comprometiendo el futuro de la humanidad.
La
ciudad contemporánea es una ciudad de redes, donde los conceptos
de espacio y de tiempo, de presencia y de ausencia, de proximidad
y de distancia, fueron alterados profundamente. En esta
ciudad, la arquitectura sufrió una mudanza profunda
de sentido; los objetos arquitectónicos, como los edificios
y las habitaciones no vienen más definidos estrictamente
por la forma y la función, dado que se convirtieron en complejos
sistemas comunicacionales, abiertos y globales, constituyéndose
en nodos de una extensa red planetaria.
Los
edificios son objetos de comunicación en red. Pueden ser
edificios nuevos o pueden ser edificios antiguos, no tiene
importancia, poco importa la fachada, ni tampoco importa
su forma. Son centros comunicacionales, puntos de una extensa
red mundial formada por las tecnologías cibernéticas que
cubren con su tela luminosa todo el espacio extenso del
planeta.
La
ciudad de las redes albega edificios inteligentes con una
arquitectura que Martin Pawley denomina stealth architecture, donde cada edificio
es portador de complejos mecanismos de inteligencia artificial.
Los objetos arquitectonicos dejan
de ser objetos construídos en el espacio para tornarse objetos
virtuales en una extensa red mundial (Pawley, 2000).

Edificio
y sala de comando de la bolsa tecnológica Nasdaq
Fuente:
Wikipedia
El
edifício de Nasdaq constituye un ejemplo de la contraposición
entre la forma y la función y los sistemas comunicacionales
de la ciudad contemporánea. Un edifício construido en la
ciudad de Nueva York, cuya forma parece comun a otros edificios
en el mismo barrio y en la misma ciudad americana, tiene
la función de albergar el mercado de valores de las tecnologias;
sin embargo, este edificio no constituye un lugar en la
ciudad de New York: es un nodo de una red mundial, está
atado a muchos otros lugares del mundo. Centenares de brokers
financieros localizados en diversos lugares del mundo operan
en la bolsa de valores Nasdaq de Nueva York.
La
ciudad contemporánea es una ciudad telemediada, una ciudad
abierta donde todos los muros y todas las murallas cayeron,
la ciudad sede del espacio crítico, donde hombres y objetos
se tornan visibles y en
esa visibilidad intensa todos los puntos del planeta se
entrelazan en la dinámica intensa del hiperespacio.
La
ciudad telemediada es una ciudad cubierta por sistemas telemáticos,
es también la ciudad real, sede de la urbanización intensa,
ciudad que crece, es la metrópolis, la ciudad donde las
calles se tornan autopistas infestadas de automóviles, donde
se forman los laberintos urbanos, donde ocurre el caos metropolitano
y la vida colectiva se desplaza a las suntuosas construcciones
post-modernas, donde están localizados los centros comerciales,
y la industria del entretenimiento y en donde acontece la
convivencia humana (Davis, 2006).
RP
El
autor es economista, master y doctor en Planificación Urbana
y Regional - Universidad Federal de Rio de Janeiro (UFRJ),
investigador en la Fundação de
Apoio à Pesquisa (FAPEX-BA), consultor del Programa
de Desarrollo del Nordeste Brasileño y profesor universitario.
Está próximo a publicar su libro A Cidade Telemediada. Es gestor del webblog
Inteligencia
do futuro.
Sobre
la ciudad telemediada,ver también en café
de las ciudades:
Número
60 I Economía y Cultura de las ciudades
Inflexiones
urbanas y ciudades globalesI Evidencias y jerarquías
I Fábio Duarte y Clovis Ultramari
Número
23 I Cultura
La ciudad
infiltrada I 10_dencies/São Paulo y los desafíos
de la cultura tecnológica. I Fábio Duarte
Número
10 I Tendencias
Saskia
Sassen: una visita guiada a la Ciudad Global I
Dispersión, centralidad, nuevos movimientos políticos, culturas
alternativas, y una pregunta: ¿de quien es la ciudad? I
Saskia Sassen
Sobre
la crisis energética y las fuentes alternativas de energía,
ver también en café
de las ciudades:
Número
58 I Ambiente
Hidrógeno
y celdas de combustible: sueños y realidadesI
La tecnología de la segunda civilización solar I Horacio
R. Corti I
Número
1 I Ambiente
Limpio
y democrático I La economía del hidrógeno: Jeremy Rifkin anticipa un mundo
donde cada uno produce la energía que consume. I Marcelo
Corti
Sobre
las nuevas murallas urbanas, ver también en café
de las ciudades:
Número
19 I Tendencias – Política
Favelas en la ciudad: articular, no separar I Los muros
de la vergüenza (II). I Jorge Mario Jáuregui
Número
14 I Tendencias
“Muros
de la vergüenza” I Berlín, barrios privados,
Palestina. I Marcelo Corti
Sobre
el rol comunicacional de la arquitectura contemporánea,
ver también el comentario al libro Crisis
de autenticidad, de Fernando Diez, en este número
de café
de las ciudades.
Bibliografía
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Beck. La Sociedad del Riesgo. Hacia
una Nueva Modernidad. Madrid: Paidos, 1998.
Lester
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N° 5, octubre 1984, pp. 46-49. Texto electrónico disponible
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NOTA