
conocimiento, reflexiones
y miradas sobre la ciudad
r e v i s t a d i g i t a l
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el primer lunes de cada mes
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AÑO
6 - NUMERO 57 - Julio 2007
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Cultura
de las ciudades (II) |
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La
fundación poética del barrio porteño: Boedo,
Pompeya, Almagro, Chiclana... I
Por
Marcelo Corti |

Tardó
4 años y medio en aparecer el tango en café
de las ciudades, y aun así lo hace con prevenciones.
No respecto a su valor musical y cultural, a la calidad poética
a la que lo llevaron autores como Manzi y Expósito,
ni mucho menos respecto a su potencial expresivo urbano
(quizás para distinguirlo de la música folklórica
del interior rural argentino, existe un apelativo que sintetiza
este maridaje del tango y lo urbano: el de "música
ciudadana"). La prevención de la que hablo se
refiere en cambio a dos aspectos contrapuestos:
- por
un lado, el resquemor frente a la banalización
marketinera del tango, a los shows para turistas, a
los bailarines acrobáticos y los tópicos del
compadrito y la papusa;
- por
otro, el temor de cdlc
a tratar con impericia una cuestión que desde lo
musical, lo poético y lo cultural requiere de un
estudio cuidadoso y que como tal tenido especialistas ilustres.
Trataremos
de minimizar estas prevenciones con una proclamación
inmediata de modestia: tanto de los objetivos de esta
nota (un simple homenaje a los santos lugares de la
pasión azulgrana y a Boedo, que son los temas de este
número especial) como respecto a su desarrollo, que
meramente transcribirá la letra de algunos tangos memorables
y la acompañará con mínimos comentarios.
La historia
del tango, como la de Boedo, registra cortes dolorosos. Mencionaré
uno, generacional, que me toca por razones epocales. Hubo
a partir de los años ’60 (o quizás un poco antes),
una negación juvenil del tango que hizo pensar en la
posible desaparición de su vigencia. La crisis poética,
los conflictos sobre el "verdadero tango" y, especialmente,
el abandono del tango bailado, fueron a la vez el marco y
la consecuencia de esa brecha cultural abierta entre
padres e hijos.
Sea cual
fuera el futuro del relativamente reciente renacimiento tanguero,
y todo lo exasperante que sea el tematicismo que lo marca,
al menos este revival implica la recuperación de una
producción artística excepcional y de una formidable
cultura urbana.
Aclarado
este punto, empecemos por lo esencial (el corazón de
Boedo...).

Sur
Homero
Manzi y Aníbal Troilo compusieron este tango en 1948.
Según el recordado periodista Julio
Nudler,
"Manzi encarna, más que ningún otro,
la presencia de la poesía en la letra del tango. Fue
un poeta que no publicó ningún libro de poesías.
El medio de su poética fue siempre la canción,
desde los motivos camperos hasta la música urbana,
en la que alcanzó su mayor realización. De esa
manera gozó de inmensa popularidad, sin renunciar nunca
a sus convicciones de poeta. Apeló a la metáfora,
incluso surrealista, pero no avanzó demasiado por ese
camino, que quizás hubiera dificultado la comprensión
de su mensaje por el hombre común. No utilizó
el lunfardo (argot de Buenos Aires) para expresarse, pese
al compromiso popular de su obra literaria. A diferencia de
otros grandes autores, sus letras no ofrecen crónicas
de la realidad social ni imparten consignas morales. Sus versos
suelen estar llenos de nostalgia, como el tango mismo. A través
de ellos, Manzi arroja una mirada plena de ternura y compasión
hacia los seres y las cosas. El barrio pobre, suburbano,
es su gran escenario". Nudler considera a Sur como
"probablemente la obra suprema del género en
aquella esplendorosa década, (que) resume el sentido
más profundo de su obra".
San Juan
y Boedo antiguo y todo el cielo,
Pompeya y, más allá, la inundación,
tu melena de novia en el recuerdo,
y tu nombre flotando en el adiós...
La esquina del herrero barro y pampa,
tu casa, tu vereda y el zanjón
y un perfume de yuyos y de alfalfa
que me llena de nuevo el corazón.
Sur... paredón y después...
Sur... una luz de almacén...
Ya nunca me verás como me vieras,
recostado en la vidriera
y esperándote,
ya nunca alumbraré con las estrellas
nuestra marcha sin querellas
por las noches de Pompeya.
Las calles y las lunas suburbanas
y mi amor en tu ventana
todo ha muerto, ya lo sé.
San Juan y Boedo antiguo, cielo perdido,
Pompeya y, al llegar al terraplén,
tus veinte años temblando de cariño
bajo el beso que entonces te robé.
Nostalgia de las cosas que han pasado,
arena que la vida se llevó,
pesadumbre del barrio que ha cambiado
y amargura del sueño que murió.
Sur... paredón y después...
Sur... una luz de almacén…
Manoblanca
Saliendo
del Nuevo Gasómetro hacia el este, por Cruz o Perito
Moreno, se llega en pocas cuadras a la Avenida Del Barco Centenera.
En la esquina de esta con Tabaré, un mural recuerda
este hermoso tango del mismo Manzi con música de Antonio
De Bassi. Centenera y Tabaré es también la esquina
donde el tropero Antonio Musladino tenía su herrería,
es decir, "...la esquina del herrero, barro y pampa…".
Dónde
vas carrerito del este
castigando tu yunta de ruanos,
y mostrando en la chata celeste
las dos iniciales pintadas a mano.
Reluciendo
la estrella de bronce
claveteada en la suela de cuero,
dónde vas carrerito del Once,
cruzando ligero las calles del Sur.
¡Porteñito!...
¡Manoblanca!...
¡Vamos, fuerza, que viene barranca!
¡Manoblanca!... ¡Porteñito!...
¡Fuerza, vamos, que falta un poquito!
¡Bueno!
¡bueno!... ¡Ya salimos!...
Ahora sigan parejo otra vez,
que esta noche me esperan sus ojos
en la Avenida Centenera y Tabaré.
Dónde
vas carrerito porteño
con tu chata flamante y coqueta,
con los ojos cerrados de sueño
y un gajo de ruda detrás de la oreja.
El orgullo
de ser bien querido
se adivina en tu estrella de bronce,
carrerito del barrio del Once
que vuelves trotando para el corralón.
¡Porteñito!...
¡Manoblanca!...
¡Vamos, fuerza, que viene barranca!
¡Manoblanca!... ¡Porteñito!...
¡Fuerza, vamos, que falta un poquito!
¡Bueno!
¡bueno!... ¡Ya salimos!...
Ahora sigan parejo otra vez
mientras sueño en los ojos aquellos
de la Avenida Centenera y Tabaré.

Almagro
En 1930,
Vicente Ronca presentó este tango de su autoría
al Padre Lorenzo Massa, fundador de San Lorenzo de Almagro.
Con un envidiable sentido del marketing, el cura Lorenzo le
propuso a Ronca que adoptara como apellido artístico
el de "San Lorenzo". Vicente San Lorenzo pasó
a ser entonces el cantor, y Almagro, de San Lorenzo y Martini,
el tango en cuestión:
Como recuerdo, barrio querido,
aquellos tiempos de mi niñez...
Eres el sitio donde he nacido
y eres la cuna de mi honradez.
Barrio
del alma, fue por tus calles
donde he gozado mi juventud.
Noches de amor viví;
con tierno afán soñé,
y entre tus flores
también lloré...
Que triste
es recordar!
Me duele el corazón...
Almagro mío,
que enfermo estoy!
Almagro,
Almagro de mi vida,
tu fuiste el alma de mis sueños...
Cuantas noches de luna y de fe,
a tu amparo yo supe querer...
Almagro,
gloria de los guapos;
lugar de idilios y poesía,
mi cabeza la nieve cubrió;
ya se fue mi alegría
como un rayo de sol.
El tiempo
ingrato doblo mi espalda
y a mi sonrisa le dio frialdad...
Ya soy un viejo, soy una carga,
con muchas dudas y soledad.
Almagro
mío, todo ha pasado;
quedan cenizas de lo que fue...
Amante espiritual
de tu querer sin fin,
donde he nacido
he de morir.
Almagro,
dulce hogar,
te dejo el corazón
como un recuerdo de mi pasión.
Milonguita
Compuesto
en 1920, este es uno de los primeros ejemplos del Tango Canción.
El autor de su música, Enrique Delfino, explica que
"con Samuel Linning, que hizo la letra, andábamos
en busca de temas populares. Queríamos salir un poco
de la humeante calle Corrientes, cuya mezcla de vida diurna
y nocturna ya se había vuelto un poco monótona
para nosotros. Por eso nos íbamos por los barrios,
sobre todo para el lado de Boedo, hacia Pavón, Chiclana...
En ésta, nos conquistó su ambiente de calle
modesta, su frescura popular, su gente. Así nos inspiramos,
Linning en los versos, yo en la música". Según
Guillermo Anad, en abctango.com,
"estamos aquí frente a la figura de dos flâneurs:
artistas que recorren las calles de Buenos Aires en busca
de inspiración y que nos recuerdan un poco al Baudelaire
que según Walter Benjamin amaba la soledad; pero la
quería en la multitud. (...) El gran tema de Milonguita,
su subject-matter, no es solamente "el cabaret
como lugar de perdición" como lo señala
la historia tradicional del tango. No, aquí hay algo
más. Mucho más: el gran tema de Milonguita
es el paso del Tiempo. Es que en Milonguita están
presentes casi todos los grandes temas de la poética
del tango. Ahí están la pollera, las trenzas,
y la noche; el alma y la mujer; el placer, el lujo y el cabaret;
los hombres, el frío y el alcohol; el tango en sí
mismo, el cotorro y el bacán; el llanto, el champagne
y el percal; la soledad, la nostalgia, la tristeza, el chamuyo
y la esquina; el mal ("el mal paso"), los sueños,
el barrio y la pebeta, el recuerdo...los recuerdos. En fin,
el paraíso y el amor perdidos".
¿Te acordás, Milonguita? Vos eras
la pebeta más linda ‘e Chiclana,
la pollera cortona y las trenzas,
y en las trenzas un beso de sol.
Y en aquellas noches de verano,
que soñaba tu almita, mujer,
al oír en la esquina algún tango
chamuyaste bajito de amor.
¡Esthercita...!
Hoy te llaman Milonguita,
flor de lujo y de placer,
flor de noche y cabaret.
¡Milonguita!
Los hombres te han hecho mal,
y hoy darías toda tu alma
por vestirte de percal.
Cuando sales a la madrugada,
Esthercita, de aquél cabaret,
toda tu alma temblando de frío
dice: ¡Ay si pudiera querer...!
Y entre el humo y el champán
de la noche
pa’l cotorro te saca un bacán...
¡Ay qué sola, Esthercita, te sientes...!
Si llorás... ¡Dicen que es el champán!

Barrio de tango
Desde
su Santiago del Estero natal, la familia de Homero Manzi se
radicó cuando este tenía siete años en
el "humilde y alejado barrio de Pompeya (dice
Nudler). Cada elemento de aquel paisaje -desde el largo
paredón que recorría camino de la escuela hasta
el terraplén del ferrocarril, en una mágica
reunión de ciudad y pampa- quedará capturado
en algunas de sus letras posteriores", entre ellas
la de Sur y esta de 1942:
Un pedazo
de barrio, allá en Pompeya,
durmiéndose al costado del terraplén.
Un farol balanceando en la barrera
y el misterio de adiós que siembra el tren.
Un ladrido de perros a la luna.
El amor escondido en un portón.
Y los sapos redoblando en la laguna
y a lo lejos la voz del bandoneón.
Barrio de tango, luna y misterio,
calles lejanas, ¡cómo estarán!
Viejos amigos que hoy ni recuerdo,
¡qué se habrán hecho, dónde estarán!
Barrio de tango, qué fue de aquella,
Juana, la rubia, que tanto amé.
¡Sabrá que sufro, pensando en ella,
desde la tarde que la dejé!
Barrio de tango, luna y misterio,
¡desde el recuerdo te vuelvo a ver!
Un coro de silbidos allá en la esquina.
El codillo llenando el almacén.
Y el dramón de la pálida vecina
que ya nunca salió a mirar el tren.
Así evoco tus noches, barrio 'e tango,
con las chatas entrando al corralón
y la luna chapaleando sobre el fango
y a lo lejos la voz del bandoneón.
Julián
Centeya (poeta y cronista del tango) describe así "el
paisaje de Homero" (fuente: Club
de Tango):
"Antes de entrarle a Boedo, y en su confesado meridiano
de San Juan, donde le advirtió antigüedades de
muros y totalidad de cielo, Homero Manzi, que vivía
entonces en la casita de Garay cerca de la cortada Danel,
había hecho su aprendizaje de calles en Pompeya.
De ahí que, necesariamente, su recuerdo, forma única
de recuperarlo, se enmarque en alta luna asomada sobre el
raleado caserío, el potrero echado, ramas de viento
estrangulándose en cañaverales, desoladas esquinas
pobres, el corralón, luces amarillas del almacén
tajeando el lomo de barro de la calle angosta con márgenes
de zanjas, el zaguán penumbroso, el patio rectangular
con planterío latero, el turbio bodegón, la
cantina gringa (...) Nunca más tendrá el viejo
barrio un narrador más sincero ni más profundo
como lo fue Homero".
En el encuentro del suburbio y la pampa, con el barro y el
cielo como elementos en común, el tango resulta ser
el eje fundante del mito de los barrios. Al decir de Adrián
Gorelik en La Grilla y el Parque, "así como
el proceso de construcción pública del barrio
queda en manos de ese cúmulo de instituciones sociales
que lo constituyen en un espacio público novedoso"
(la escuela, la sociedad de fomento, el club) "podría
decirse que su proceso de construcción mítica
queda en manos de la lteratura y del tango, con todas las
vinculaciones con la naciente cultura popular masiva".
Una ligazón especial une así la gran poesía
tanguera del Sur con la propuesta social y estética
de los escritores de Boedo, y con la consolidación
del gran club de Boedo.
MC

Sobre
el Grupo literario de Boedo, ver la nota
de Gabriela Yocco en este número de
café de las ciudades.
Sobre
San Lorenzo, ver la nota Boedo
Universal en este número de café
de las ciudades.
Excelentes
sitios de tango en la Web: Abc
Tango,
Todo
Tango.com,
con magníficas notas de Julio Nudler, y Club
de Tango, con muy buenos foros de discusión.
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Cultura
de las ciudades (I) |
Dos
escuelas: Boedo y Florida
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Buenos
Aires y sus cafés como un espacio urbano para la
creatividad literaria I
Por
Gabriela Yocco |
La
calle Florida, eje del porteñismo aguerrido,
de la extraña mezcla de vanguardia, cosmopolitismo
y xenofobia de estos años, sigue siendo la calle
de la elite. Una calle sin espíritu, como la
definiría, palabras más palabras menos,
Roberto Arlt. Una calle en la que todos se reconocen,
se saludan, se reafirman en su sensación de pertenencia
a esa "clase" de legítimos portadores
de lo porteño puro, de la pura idiosincrasia
de una ciudad. Entre tanto, Boedo comienza a crecer
desde el loteo de quintas hasta parcelas de bajo costo,
destinadas a las viviendas de los inmigrantes. Este
cambio urbanístico también implicó,
por supuesto, cambios en la estructura cultural del
barrio.
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De
Florida a Boedo, 2007
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La
opción por el Sur I
Por
Marcelo
Corti |
En
Boedo entre San Juan y la cortada San Ignacio, los bares
con nombres de escritores simulaban para nuestro grupo
una continuidad con un pasado que en realidad fue desechado
por décadas hasta que se descubrió su
potencial para el armado de un incipiente circuito turístico.
Fue una buena ocasión de discutir que tan real
y que tan mitológico es el ciclo "arrabal
– barrio obrero – sur profundo" que propone el
tango Sur (del que no se discutió, en cambio,
su calidad poética y musical, bien expresada
a capella por la profesora Yocco). Siguiendo el recorrido,
el Pasaje Totoral se mostró como un hermano pobre
y desconocido de los pasajes de Palermo Viejo que, 30
o cuarenta cuadras al norte, hoy se reivindican como
un supuesto SoHo porteño.
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Boedo
Universal
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Desplazamientos
y retornos urbanos de la pasión azulgrana I
Por
Mario L. Tercco |
Finalmente,
la Ciudad Deportiva y su Estadio Pedro Bidegain constituyen
la avanzada de Boedo hacia el sur profundo y desangelado,
el Bajo Flores recuperado a partir del Plan Regulador
de 1958-62. La posesión de este predio, que hasta
mediados de siglo XX era parte de un insalubre bañado,
fue pieza de cambio en la extorsión que sufrió
el club en la última dictadura. (con un celebre
relator de fútbol como cómplice y vocero).
La zona sigue siendo hoy tan postergada como lo era
en los ’60; cercana sin embargo al núcleo original
de Boedo, tanto la Ciudad Deportiva como su barrio necesitan
que el eterno discurso vacío sobre el Sur se
lleve a la práctica desde el poder político
y que el área se integre realmente a la Ciudad.
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Esa
cosa que perdió en Buenos Aires
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El
triunfo de Macri y la "sofisticada política"
porteña I
Por
Marcelo Corti |
Una
elemental lectura política indicaba que la destitución
de Ibarra votada por los legisladores en marzo del 2006
era funcionalmente eficaz a la expectativa macrista.
Los tres legisladores kirchneristas que participaron
del juicio político expresaron las distintas
posibilidades ante la elección: un voto a favor
de la destitución, una abstención y un
voto en contra. Cuesta creer que estos oscuros diputados
no hubieran podido ser disciplinados a la estrategia
política del Presidente: o bien el kirchnerismo
apostó a la debacle de Ibarra, o bien hizo una
lectura incorrecta de la situación. Tampoco pudieron
disciplinar a Telerman, a pesar de que era el hombre
del peronismo en la fórmula del 2003.
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El
autor y el intérprete
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Le
Corbusier y Amancio Willliams en la Casa Curutchet I
Por
Daniel Merro Johnston |
En
1947 se conocen personalmente en París. El argentino
explica su magnífica propuesta para un edificio
de oficinas que terminaba de proyectar y sueña
con un futuro industrial, preciso y moderno para sus
obras cuando Le Corbusier le presenta a Jean Prouvé.
Pero la prueba de fuego llegaría en 1949, cuando
Le Corbusier lo elige para dirigir su proyecto más
reciente, la Casa Curutchet en La Plata. En ese momento
cambian los roles: de amigos a colaboradores. En lugar
de debatir sobre conceptos y teorías de la modernidad
en abstracto, tendrían ahora que compartir la
misma obra y en algunos casos situarse uno a cada lado
del atril. Las condiciones variaron sustancialmente:
de maestro y discípulo a autor e intérprete.
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Proyecto
Mitzuoda
I
Una
ficción metropolitana contemporánea (por
entregas). I
De
Carmelo Ricot, con Verónicka Ruiz
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Epílogo
(segunda parte)
Donde
se explica un curioso episodio de paternidad compartida,
falseamiento de identidades y retiro del mundo.
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Adiós
al maestro Vilca, desalojo en Santiago y el blog de
Susana Fernández Quesada.
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Semana
de Boedo - Ciudad e inmigración, en Buenos Aires
- Muebles Improbables, por Miguel Jurado - Miradas perdidas
y corazones solitarios, muestra fotográfica en
Barcelona - Revista OÍDLES - Inversión,
concentración y desindustrialización -
Concurso de experiencias exitosas en gestión
del agua - XXII Jornadas de Investigación Urbe
y Territorio, en la FADU-UBA - Seminario Hipótesis
de Paisaje, en Santiago - Piacenza Futura: experimentar
la renovación urbana - Laboratorio de la Vivienda
del Siglo XXI, en Barcelona - Dott, innovación
social y diseño - Convención de Ordenamiento
Territorial y Urbanismo, en La Habana - Seminario Internacional
de Ordenamiento Territorial, en Mendoza - XII Seminario
de Arquitectura Latinoamericana, en Concepción
y Chiloé - Himnos del Ciclón... - El grito
de Soriano.
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ACERCA DE CAFÉ DE LAS CIUDADES
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café de las ciudades
es un lugar en la red para
el encuentro de conocimientos, reflexiones y miradas sobre
la ciudad. No es propiedad de ningún grupo, disciplina
o profesión: cualquiera que tenga algo que decir
puede sentarse a sus mesas, y hablar con los parroquianos.
Amor por la ciudad (la propia, alguna en particular, o todas,
según el gusto de cada uno), y tolerancia con las
opiniones ajenas, son la única condición para
entrar. Hay quien desconfía de las charlas de café:
trataremos de demostrarle su error. Nuestro café
está en cualquier lugar donde alguien lo quiera disfrutar,
pero algunos datos ayudarán a encontrarlo. Estamos
en una esquina, porque nos gustan los encuentros, y porque
desde allí se mira mejor en todas las direcciones.
Tenemos ventanas muy amplias para ver la vida en las calles,
y no nos asustan sus conflictos. Es fácil llegar
caminando a nuestro café, y por eso viene gente del
centro y de todos los barrios (sí alguien prefiere
un ambiente exclusivo, que se busque otro lugar). No faltaran
datos sobre cafés amigos, porque nos gusta andar
de bar en bar: ¿cómo pedirle a los parroquianos que
se queden toda la noche en el nuestro? Esa es la única
cadena a la que pertenece el café
de las ciudades: la
de todos los cafés únicos e irrepetibles,
en cualquier esquina de cualquier ciudad.
Marca en trámite
Editor y Director: Marcelo Corti
Diseño: Laura
I. Corti
Corresponsal
en Buenos Aires: Mario L. Tercco
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