N. de la
R.: El texto de esta nota reproduce la ponencia
del Arq. Norberto Iglesias, Presidente del Instituto Territorio,
Municipio y Ciudad, presentada al Seminario de Investigación
Entre el Estado y el Mercado - Gobernanza y acceso a la vivienda en cuatro metrópolis de
América latina, realizado en la
FADU/UBA, Buenos Aires, los días 19 y 20
de abril de 2010.

La
vigencia de las políticas públicas de vivienda, tanto desde
el punto de vista de los voluminosos montos de inversión verificados
a partir de la reconstrucción política posterior a la crisis
del 2001 (“Tan solo,
la cantidad de las intervenciones desarrolladas entre 2004-2007
iguala las intervenciones realizadas en los últimos 27 años
-1976-2003”, Informe realizado por el Equipo Infohabitat,
UNGS, para la
Subsecretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda
de la Nación, SSDUV, 2007)
como desde las crecientes discusiones del ámbito académico,
en sintonía con organizaciones de base ligadas a la problemática,
no hacen más que recuperar una tradición desplazada durante
varias décadas por las políticas neoliberales: el compromiso
del estado con la satisfacción de una de las demandas básicas
para alcanzar el desarrollo humano integral: la vivienda
(a la par de educación y salud). Estos debates no sólo promueven
una profundización de estas políticas, la ampliación al concepto
integral de derecho a la ciudad, universalizándolo sino que
también repasa el rol de los actores sobre los cuales descarga
la responsabilidad de sostenerlas.
Desde
la perspectiva municipal (que pretendo representar): ¿qué
rol les cabe a los gobiernos locales en este escenario?
Miriam
Rodulfo, en un trabajo reciente,
caracteriza a las políticas publicas de la última década como
una “gestión pública
de interdependencia subordinada” en la cual el municipio
participó cada vez más activamente (sobre todo en la fase
2003-2009) en este concierto. La principal novedad, desde esta
perspectiva, es “el
proceso de recentralización de la política a nivel nacional a partir
del financiamiento del Programa federal de Construcción de
Viviendas (PFCV) implementado a través de las provincias y
los municipios”. Esta circunstancia revalorizó la gestión
municipal en algunos aspectos del proceso (adjudicación, provisión
de suelo, promoción de proyectos, negociación de conflictos
y, a veces, ejecución) recuperando sendas de actuación singulares
que florecieron a fines de los ´80 y decayeron en la gobernación
de Duhalde (programas descentralizados
impulsados en la gestión del gobernador Antonio Cafiero:
Protierra, Procasa,
etc.)), especialmente en el AMBA.
El
desvío de algunos objetivos del programa, como la atención
prioritaria de los sectores con NBI, apuntado por Raúl F.
Wagner, no invalida el efecto reductor
del déficit ni el perfil de los adjudicatarios que, en la
mayoría de los proyectos, pertenecen a las clases populares.
Sin embargo, en relación a la atención de aquella demanda crítica,
los programas complementarios han tenido un
impacto limitado: de un total de 38.681 soluciones habitacionales
financiadas por la nación en la
Provincia de Buenos Aires, solo 7.255 (19%)
fueron producidas fuera de la lógica de la contratación pública
a empresas (fuente: elaboración propia de Juan Pablo del Río en base a datos de oficiales del IVBA a noviembre del 2008, obra
citada). No se trascendió los límites del programa, en relación
a las modalidades alternativas de ejecución ni a las características
de informalidad urbana de ciertas poblaciones. Se
privilegió la producción numérica y la vivienda llave en mano,
justificadas, tal vez, por los objetivos primarios de su lanzamiento:
la reactivación de la industria y la producción de empleo.
En
este contexto, el debate sobre estos programas habitacionales
aborda el proyecto -si es en un foro de arquitectos-, destaca
su impacto económico -si se trata de una discusión entre economistas
o empresas-, apunta algunos déficits
urbanos producidos por su actual implementación -si es en
el ámbito académico- o enfatiza la necesidad de ampliar la
oferta y desarrollar variantes que atiendan a los sujetos
con relaciones sociales constituidas, pero sin bienes personales
y/o que no admiten relocalizaciones
sin desmedro de sus fuentes de ingresos -si se trata de un
foro sobre hábitat popular, ya sea académico y/o de ONG`s-.
Estas
variantes no solo responderían a la satisfacción de las necesidades
de vivienda sino que se plantean, en la generalidad de los
casos, como ejercicios
de organización social y/o política.
En
recientes paneles en los que participé (IV Bienal de Urbanismo,
organizada por el CAPBA en Luján, Provincia de Buenos Aires, en noviembre
del 2009), los responsables de las cooperativas de vivienda
del Uruguay declararon que estos programas “generan
organización
social” y la organización de base Movimiento
Tierra y Libertad dijo que “los
ladrillos son sólo una excusa”. Lo propio caracterizó
a la experiencia de Villa Palito, en La Matanza: una exitosa experiencia de compleja articulación
entre los sectores populares y el estado y un verdadero
desafío a nuestra labor profesional.

Vivienda para la clase media
Ahora
bien, poco y nada se discute sobre el déficit de la clase
media, que representa el 40% de la población argentina (“la
Clase Media
-C2 y C3-, que tiene una demanda de aproximadamente 74.100
viviendas anuales, es atendida por la oferta privada en sólo
22.400 viviendas”, Sprovieri y Bulat), sector cuya demanda de viviendas no es atendida,
dado que no recibe subsidios ni es acogido por planes de construcción
de viviendas con fondos públicos, ni tiene posibilidades de
acceso al crédito por no calificar para el mismo o por
no poder afrontar el pago de las cuotas debido a la relación
de las mismas con la escala de sus ingresos. Desde la perspectiva
de la gestión, hubo anuncios sobre líneas de crédito subsidiadas
con fondos del BHN o del ANSES que no han prosperado. Desde
la perspectiva de un interesante espacio de confluencia de
los sectores populares organizados y algunos ámbitos académicos
sobre el hábitat, se lo desconoce: el “Informe sobre la situación
del Derecho a la
Ciudad en Argentina”, (documento titulado
“La perspectiva de un conjunto de organizaciones sociales
no gubernamentales, organismos académicos, investigadores,
docentes y estudiantes de la República Argentina”,
mimeo) destinado a ser presentado
en el V Foro Urbano Mundial de Rio
de Janeiro, 22 al 26 de marzo de 2010, no tipifica ninguna
línea de acción referida a la necesidad de crédito para los
sectores medios.
Se
suele justificar esta ausencia en que su financiación debe
ser atendida por el mercado, lo
que permitiría que los fondos públicos se destinen exclusivamente
a asistir a los sectores más desprotegidos de la población.
¿Debemos
canalizar todos los esfuerzos en la aplicación de los programas
vigentes o podemos ampliar la oferta del estado hacia los
sectores medios? ¿Se sostiene un modelo de desarrollo integral
respondiendo solamente a la satisfacción de la demanda de
los sectores excluidos?
Si
nos limitamos a valorar las experiencias aisladas, promovidas
por la propia comunidad o sus organizaciones: siempre han
existido y son una fuente en la que debemos abrevar, pero
no cuentan para disminuir los indicadores de desigualdad en
el acceso a condiciones dignas de hábitat. Si pretendemos
que impacten numéricamente en la población NBI, deberemos reclamar que siga habiendo
un Estado que asuma el problema e invierta ingentes recursos
en su financiamiento.
El
panorama político argentino (y el contexto latinoamericano)
ya nos hace dudar que sigan las mismas políticas de inversión
pública que caracterizaron estos últimos 6 años. Se ha señalado
que la vigente es una política de gobierno y no de Estado.
Pero, incluso reformulando la ley 24.464 para incorporar la
experiencia de los últimos años, la mirada política retrospectiva nos hace
dudar también sobre las garantías de su implementación.
Incluso, para saldar esta deuda social de manera sustentable
dependemos especialmente, además del resto de las políticas
sociales (salud y educación) y económicas, de la vigencia
de un modelo de desarrollo económico fuertemente inclusivo
y redistributivo.
Más
allá de las responsabilidades de las estructuras políticas
y sus líderes: ¿nuestro stablishment (deseoso de tomar las riendas del Estado ante la amenaza populista,
a través de cualquier forma) sostendrá una política en este
sentido? ¿Y la sociedad en su expresión electoral (reducida
hoy a la expresión de la “opinión pública”, que impregna de
sus valores hasta los segmentos populares)? Las dudas nos
embargan pero me niego
a renunciar a la utopía de una sociedad integrada y justa.
Por
ello, más allá de propiciar y difundir todas las experiencias y herramientas hábiles a
estos fines, considero que debemos dar la lucha, fundamentalmente
en la arena política, para propiciar el contexto social que
los sostenga ante cualquier avance.
Para
los que trabajamos en pos de un modelo inclusivo, es hora
de reconocer que los sectores mas castigados todavía no canalizan
sus demandas e intereses de manera totalmente eficaz en términos
políticos, ni los expresan electoralmente de manera contundente.
Sin embargo depende de una tarea evolutiva de base organizativa,
en ciernes, más que de la ausencia de un corpus
teórico y programático, que existe y muy desarrollado.
¿No
es hora de incluir a los sectores medios en el proyecto, como
en otros períodos históricos?
¿No es necesario también reducir el déficit habitacional de
este sector, considerando sus impactos sociales y políticos?
¿Nosotros mismos, no estamos incluidos en esta clase media
como universitarios, profesionales y hasta funcionarios de
las estructuras de todos los niveles del estado?
Las
claves de esta incapacidad para actuar en este segmento siempre
han sido colocadas en el sistema financiero. Un sencillo análisis
reconoce dos importantes factores que sumados podrían potenciarse
tendiendo a resolver el problema de la vivienda para las clases
medias:
· alta demanda insatisfecha de un sector
que cuenta con cierta capacidad económica pero baja capacidad
financiera
· alta capacidad inversora disponible y predispuesta
a la inversión en determinadas circunstancias.
Justamente,
lo que hay que resolver es cómo sumar ambas necesidades, hallando
la metodología que facilite el repago de la vivienda por parte
de los compradores y, por el otro, la ingeniería financiera
que permita canalizar un importante flujo de capital disponible
a la financiación de la construcción. “Para la instrumentación
financiera debe contarse con un Sistema Financiero Habitacional Integrado, que permita potenciar
los fondos disponibles como instrumento para multiplicarlos” (Resnik Brenner).
Este sistema no debería basarse solamente en incentivos a los inversores
sino también capitalizar otras acciones del estado que dieron
éxito en otros momentos históricos “La
sanción de la
Ley de Propiedad Horizontal flexibilizó el
acceso a la propiedad inmobiliaria y el uso del suelo urbano”,
“El instrumento básico fue el Banco Hipotecario Nacional,
quien desde la reforma bancaria de 1946 se transformó en el
organismo responsable del crédito para la vivienda”, “Además
del otorgamiento de pequeños créditos con amplias facilidades
para la construcción de viviendas en forma individual, también
promovió la construcción directa de vivienda”, “Los efectos
de ambas leyes pueden medirse en el aumento del porcentaje
de viviendas en propiedad en la
Capital entre 1947 y 1960, del 17,6% de viviendas
ocupadas en 1947 por propietarios, se pasó en 1960 al 45,6%”
(Gutman y Hardoy).

El Municipio de Malvinas Argentinas
Parece
inviable, considerando la estructural incapacidad financiera
de los municipios argentinos debida a su postergada autonomía,
pretender ampliar su rol por fuera de los márgenes impuestos
por las líneas de financiamiento vigentes, sostenidas por
el presupuesto nacional (PFCV).
Sin
embargo, los mismos desafíos que tenemos para sostener políticas
municipales de hábitat para los indigentes son los que hay
que superar para abordar la problemática de los sectores medios:
puede mejorar notablemente la eficacia con
voluntad política y herramientas adecuadas. Por ejemplo:
creando fondos municipales integrados a través de tributos
específicos; activando el rol inmobiliario de los municipios,
implementando adecuadas prácticas de recobro de la inversión
o recuperando plusvalías
urbanas.
Considerando
que en el PFCV “…no siempre existe un destinatario de las viviendas claramente establecido”
(“excepto en el caso del Subprograma de villas
y asentamientos precarios, la asignación social de las viviendas
del PFCV queda en manos de los municipios, quienes confeccionan
las listas de “beneficiarios”, adjudicación que en muchos
casos se resuelve mediante intermediarios y/o punteros políticos”
R. F. Wagner, art. Citado), es tan improcedente destinar sus cupos a sectores
de altos ingresos, restándoselos a los más postergados, como
desestimar esta demanda insatisfecha, dejándolo a la resolución
por parte del mercado.
Aunque
las experiencias alternativas sean aisladas y no se generalicen,
los municipios argentinos
no tiene trabas jurídicas ni competenciales
para desplegar políticas de desarrollo urbano autónomas e
innovadoras. La clave para esta inconsistencia está en
la incomprensión de las responsabilidades del gobierno local
en la materia y la desatención de estos desafíos por parte
de las autoridades locales y los profesionales que formulan
y llevan a la práctica estas acciones.
El
Municipio de Malvinas Argentinas, nacido como gobierno local
autónomo en 1995, es un típico exponente de la realidad urbana
de la periferia del AMBA, caracterizado en sus orígenes por
sus patrones de suburbanización:
más de 200.000 personas habitando una trama urbana “planificada”
por los agrimensores mediante la sucesión de loteos (el primero
en 1913 y la mayoría, posteriores a los ´60); con bajísimos
niveles de dotación de infraestructura (1% de cloacas, 15%
de agua por redes, 20% de pavimentos); sin equipamientos en
salud; sin articulación y jerarquización
de sus centralidades (todas ligadas a las estaciones del Ferrocarril
Belgrano Norte); con predominio de edificación residencial
autoconstruida, de baja altura;
cierta informalidad urbana; con indicios de fragmentación
espacial debido a la ocupación de las áreas de alta calidad
urbano-ambiental por urbanizaciones cerradas; etc.
El
hecho que el mismo Intendente (Jesús C. Cariglino, con mandato vigente hasta 2011) elegido en 1995
permanezca en el cargo hasta hoy, permitió continuar y profundizar
un proceso muy proactivo de transformación
de este territorio a partir del crecimiento
meteórico de los recursos y su aplicación a este proceso
(su presupuesto pasó de 26 millones de pesos argentinos a
más de 200 millones en 14 años): se ha triplicado la extensión
de las redes de agua corriente; estructurado y consolidado
la red vial primaria; establecido un sistema de salud pública
modelo y promovido grandes inversiones privadas y públicas,
estas últimas financiadas por el presupuesto nacional o provincial
para resolver problemas hidráulicos ancestrales.
En
materia urbana aplicó políticas innovadoras que se condensaron
con la vigencia de su Plan Urbano, el primero en una ciudad
de más de 50.000 habitantes en la Provincia de Buenos Aires
desde la vigencia del Decreto-Ley
8912 de 1977 (el Plan de Ordenamiento y Desarrollo
Urbano se propone “Transformar,
de la manera más concreta y eficaz posible, el suburbio que
habita la mayoría de los residentes de Malvinas Argentinas
en una ciudad compleja en sus funciones, diversa en sus usos,
heterogénea en sus escenarios, inclusiva en lo social y calificada
en su espacio público”).
En
este contexto (los datos del censo 2001 revelan: Población:
73.000 hogares / 290.000
habitantes; Déficit de viviendas nuevas: 13.000 hogares,
17%; Parque de viviendas
precarias: 24.500 hogares, 33%; Villas
y asentamientos: 2.000 hogares, 2%; Crecimiento
inter censal: 21.5 %, 15.700 hogares; Regularización dominial pendiente: 10.000
familias, 13%),
se aplicaron mucha decisión y esfuerzos en estructurar
la resolución de las problemáticas del hábitat a través de
la construcción de viviendas, utilizando hasta el 2003 sólo
recursos locales frente a la inexistencia de financiamiento
provincial o nacional. A pesar de ello se construyeron más
de 200 viviendas sobre lotes fiscales, en tipologías de conjuntos
chicos de entre 5 y 47 unidades; se creó en 1996 un fondo
específico afectado al hábitat; se adquirió suelo para este
y otros fines (más de 100 has.) y se constituyó en el 2005
un organismo autárquico (el Instituto Municipal de Desarrollo
Urbano y Vivienda - IMDUVI). Esta última iniciativa, más la
aparición del PFCV en el 2004, permitieron ajustar y consolidar
varias líneas de actuación, conformando una verdadera experiencia
alternativa en producción de viviendas.
Este
modelo se basa en algunos pilares:
1) Fuerte convicción política de asumir el
rol municipal en el mejoramiento del hábitat
2) Aplicación
de recursos presupuestarios propios
3) Subsidios
de otros niveles de gobierno (en este caso el PFCV)
4) Disponibilidad de suelo bien localizado
(comprado a través de su Banco de Suelos)
5) Autarquía
para el proceso (localización, proyecto, construcción, adjudicación
y recobro)
6) Rigurosidad
de un sistema financiero para sustentar el plan
7) Innovación en las actuaciones
Las
operatorias encuadradas en esta alternativa son el Programa
Municipal de Viviendas 2006 y la producción de suelo para
el mercado de viviendas.
Programa
Municipal de Viviendas 2006
Conjugados
los recursos del PFV y la nueva estructura de gestión que
ofrece el Municipio, se produjeron un total de 635 viviendas
(250 viviendas con recursos del PFV I, 366 del PFV II y 19
con recursos propios), destinándose 58% a
sectores con NBI mediante subsidios explícitos y el
42% de las unidades a personas que pudieran pagar una cuota
equivalente a un alquiler en el mercado formal y afrontar
un anticipo previo a la entrega de aproximadamente el 20%
del precio de la unidad.

Esta
última operatoria se posibilitó y caracterizó por:
·
Línea de financiamiento directa nación/ municipio
·
Complemento financiero
del municipio para elevar las calidades de las viviendas (en este caso superior al del PFV)
·
Convenio singular de descentralización operativa con el Instituto
Provincial de la
Vivienda en el que se autoriza (y compromete)
al municipio a conservar el dominio de la tierra, a extender
las escrituras en el momento de la entrega de la unidad, a
cobrar integralmente el plan de cuotas, a recuperar primero
las inversiones municipales antes de remitir el recupero correspondiente
al IVPBA, al que se le deducirá el 30% en orden a la colaboración
municipal
·
Venta de las unidades a través de IMDUVI en colaboración con inmobiliarias
locales, mediante un sistema de selección que transparenta
la adjudicación utilizando los criterios de prioridad establecidos
en el PFV (que no excluye a los asalariados de ingresos medios)
ampliado con la evaluación de su capacidad de pago.
·
Construcción en terrenos bien localizados
Los
proyectos ejecutados (información suministrada y actualizada
por la Dirección de Vivienda municipal, en noviembre de
2009.) fueron:
Condominio
Gutiérrez (20 viv.) y Conjunto Los Álamos (19 viv.)
Unidades
de 80 m2,
muy bien localizadas y equipadas, con espacios comunitarios
y entregadas con escritura e hipoteca a favor del municipio.
Aporte
financiero municipal equivalente al 62% del costo de la construcción
(superior al del PFV). Los costos de Suelo e infraestructura
fueron a cargo del municipio, así como la provisión de todos
los servicios, incluida la red cloacal.
Su
costo promedio de $ 120.000 por unidad incluye los costos
de construcción, la infraestructura, el suelo y los gastos
indirectos de administración. Se abona en cuotas fijas de
$600 a partir de la adjudicación, constituida en un Boleto
de compra-venta, debiendo integrar antes de la entrega el
20% del precio, a través de anticipos adecuados a las posibilidades
de los compradores.
La
inversión total fue de $ 4.470.000. ($ 2.800.000 de origen
municipal, con plazo para su recupero establecido en 4 años).

Proyecto
Seguí (230 viv.)
Unidades,
tipo dúplex de 70
a 90
m2, localizadas a 5 cuadras de la estación
Pablo Nogués y equipadas, entregadas
con escritura e hipoteca a favor del municipio.
Aporte
financiero municipal equivalente al 51 % del costo de la construcción
(superior al del PFV). Los costos de suelo e infraestructura
fueron a cargo del municipio así como la provisión de todos
los servicios, incluida la red cloacal.
Su
costo promedio de $ 130.000 por unidad incluye los costos
de construcción, la infraestructura, el suelo y los gastos
indirectos de administración. Se abona en cuotas fijas de
$ 800 a partir de la adjudicación, constituida en un Boleto
de Compra-venta, debiendo integrar antes de la entrega el
20% del precio, a través de anticipos adecuados a las posibilidades
de los compradores.
La
inversión total fue de $ 24.380.000. ($ 12.328.000 de origen
municipal, con plazo para su recupero establecido en 2 años)
Financieramente,
ambos proyectos fueron sostenidos por los aportes municipales,
especialmente en épocas de demora de los desembolsos nacionales.
Estos recursos provinieron del Fondo Municipal de Tierra,
Vivienda e Infraestructura social (FOMUVI, Ordenanza 23/96
y modificatorias) fondeado, entre otros aportes, por el recupero
de las viviendas producidas entre 1996-2003 (que ascendió
a $ 1.975.200 hasta el presente) y la propia recaudación de
anticipos y cuotas del programa en marcha.
De
la inversión municipal propia del Programa se han recuperado
e integrado al FOMUVI, a la fecha, la suma de $ 10.807.200.

Operatorias
de producción de suelo orientada al mercado privado de viviendas
Estas
operatorias se montaron, en un principio, en un Gran Proyecto
Urbano de naturaleza política, denominado Nueva
Centralidad Malvinas, formulado para el fortalecimiento
de la identidad local y la constitución de una centralidad
antes inexistente. Este proyecto de 62 hectáreas aportará
espacios verdes para en una escala regional, servicios y equipamientos
que retendrán a un importante segmento de nuestros residentes
que actualmente consumen fuera del municipio por falta de
oferta local de servicios y productos propios de cualquier
centro urbano, incluyendo la vivienda para sectores medios.
NCM se propone transformar una fracción, utilizada
hasta el ‘96 como polvorín militar, en la nueva centralidad
orientada a consolidarse como el corazón del partido.
Se ejecutará por proyectos, a través de una gestión concertada
entre el Estado y el sector privado, especialmente el local,
y se financiará a través de la captación de las plusvalías
generadas por el proyecto (en 1998 se adquirió la tierra en
$ 7.000.000 y en el 2007 alcanzaba un valor residual potencial
de $ 50.000.000, gracias a la valorización producida por el
cambio normativo y la provisión de infraestructura).
Su Plan Maestro, consolidado como Plan Particularizado,
homologado por el gobernador de acuerdo a los procedimientos
de convalidación establecidos por la normativa provincial,
destina 12 hectáreas para el desarrollo residencial, previéndose
construir, en un plazo de no menos de 10 años, 160.000
m2 de nueva residencia.
El
Plan particularizado establece que las viviendas que se produzcan
en estas 12 hectáreas sean financiadas en un 100% por el mercado,
a través de una regulación municipal cuyos puntos fuertes
son: la venta de parcelas
con cargo de edificación prefijado en la oferta a través de
concursos de proyecto y precio mediante Licitación Pública;
el establecimiento previo de la morfología, edificabilidad
y calidades mínimas; el compromiso municipal de proveer
las infraestructuras y la venta en el mercado por sus
desarrolladores.
La vocación de promover y garantizar la participación
de los inversores locales (que hoy fugan sus recursos hacia
otros centros urbanos próximos, como San Miguel) ha recomendado
formular una variante adecuada a estos fines, que reserva
algunas licitaciones a la oferta pública de participación
por módulos de u$s 20.000/50.000
a pequeños y medianos inversores locales, a través de la constitución
de fideicomiso para cada proyecto, donde el municipio operará
como desarrollador/promotor público de cada operación. En
esta variante, el municipio no sólo captará las plusvalías
por la producción de suelo, como en el
modelo anterior, sino que cobrará su prestación
de servicios (proyecto, administración fideicomiso, comercialización).
Los
dos primeros proyectos a lanzar próximamente corresponden
a las primeras parcelas a promover (de 9.031
m2 en total) cuyos anteproyectos licitatorios
prevén un total de 284 viviendas de 1, 2, 3 y 4 ambientes,
con cocheras cubiertas en PB y amenities.
La inversión privada prevista será de 17 millones de pesos.
El precio base licitatorio para el suelo en venta será de
100 u$s/m2 (el municipio compró
la tierra a 11 pesos/m2).

Conclusiones
Estas
operatorias se están desplegando sin mermar esfuerzos en promover
y fortalecer las acciones de regularización dominial, de mejoramiento
de asentamientos y villas (PFCV + Mejoramiento de Barrios),
de mejora del parque habitacional existente (Ejecución de
Programas Mi casa + Mejor Vivir) y de continuidad del PFCV
para los sectores con NBI.
La
novedad más importante, además de la orientación hacia esta
demanda de clases medias, está en el aprovechamiento de recursos derivados de la
propia dinámica económica, con su gran impacto en el desarrollo
urbano y social del distrito, en la captación de inversores
locales, en el crecimiento económico y en la oferta de empleo.
Ningún objetivo despreciable para escenarios de periferia
como el que enmarca la experiencia. Todo
ello sin dejar de destacar que inciden
directamente en el mercado de suelo, captando plusvalías
y actuando en la regulación de su precio, utilizando las propias
leyes del mercado.
Sabemos
que no alcanzará con los fondos municipales y lo que pueda
“caer” de los programas nacionales o provinciales para alcanzar
metas ideales en materia de hábitat.
Sabemos
también que la sustentabilidad de la experiencia no solo
dependerá de la buena administración financiera del FOMUVI
sino de las políticas nacionales en la materia.
Sin
embargo, la Municipalidad de Malvinas
Argentinas habrá estado a la altura de los desafíos y estará
familiarizada con la captación de plusvalías urbanas de manera
directa, simple y eficaz, e inmejorablemente preparada para
captar el crédito bancario del sector público y/o privado,
cuando reaparezca.
Habrá
aplicado nuevas herramientas públicas para la satisfacción integral del hábitat,
sin prejuicios.
NI
El
autor es Arquitecto con Maestría en Administración Pública
Local (Universidad Carlos III, Madrid), Consultor, Docente
de Planeamiento urbano en la cátedra Garay (FADU-UNBA) y Asesor de la Federación Argentina
de Municipios. Fue Administrador General del IMDUVI entre
2005 y 2007 para el Municipio de Malvinas Argentinas.
De
su autoría, ver también en café
de las ciudades:
Número
11 | Tendencias
“La
mundialización como nosotros la queremos”
| Recomendaciones para las ciudades globales del Mercosur.
| Norberto Iglesias
Número
26 | Proyectos de las ciudades (II)
El
impacto metropolitano de los grandes proyectos urbanos
| Los casos de Puerto Madero y la Nueva Centralidad de Malvinas Argentinas. | Norberto
Iglesias
Número
44 | Arquitectura de las ciudades
Burguesía
porteña: ¿culta? | Los límites de una
clase: el propietario y los compradores de la torre Grand
Bourg y de Nordelta. | Norberto
Iglesias
Número
89 I Lugares
Cidade
Livre, hogar de los trabajadores que construyeron Brasilia
I Un campamento provisorio que se transformó en ciudad I Por
Norberto Iglesias
Número 90 I Política y Planes de las ciudades
¿La muerte del urbanismo “petista”?
I El debate disciplinario en Brasil I Por Norberto Iglesias
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Sobre
el Decreto Ley 8912 de la
Provincia de Buenos Aires, ver en café
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la serie Un análisis crítico de la legislación argentina:
Número 85 I Planes de las ciudades
El
Decreto-Ley 8912/77 de Ordenamiento Territorial y Uso del
Suelo en la Provincia de Buenos Aires I Un análisis crítico de la legislación argentina
(IV) I Marcelo
Corti
Número
89 I Planes de las
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Reglamentaciones
y contradicciones de “la 8912”
I Un análisis crítico de la legislación argentina (VIII) I
Por Marcelo Corti
Sobre
recuperación de plusvalías urbanas, ver también en café
de las ciudades:
Números 35, 36 y 37
| Economía de las
ciudades ()
Instrumentos
para la recuperación de plusvalías en Bogotá (I),
(II)
y (III)
| Marco teórico y
experiencias internacionales. | Gloria
Henao González
Número 80 | Economía de las ciudades
Sobre
la captación de plusvalías urbanísticas
| Una herramienta para la construcción de ciudades
más justas y sustentables | Grisela García Ortiz
Sobre
planes y programas de vivienda en Argentina y otros países
de América Latina, ver también entre otras notas en café
de las ciudades:
Número 52 | Política de las ciudades (I)
Vivienda
social y suelo urbano en la Argentina de hoy
| Conflictos y posibilidades | José Luis Basualdo
|
Número
55 | Política de las ciudades
La
vivienda en el desarrollo humano de Bogotá
| El subsidio a la demanda, la calidad urbana
y las ataduras del pensamiento | Ismael
A. Molina Giraldo |
Y
sobre la cuestión de la clase media:
Número 66 I Terquedades
Una mirada arrabalera a Buenos Aires
Terquedad
de las clases medias (y sus críticos) I Columna
a cargo de Mario L. Tercco
Bibliografía:
-
Fernández Wagner,
Raúl:
"Interrogantes sobre la sustentabilidad
de la política habitacional Argentina” , Conferencia
en el Seminario Iberoamericano de Ciencia y Tecnología para
el hábitat popular (2006).
-
Resnik Brenner, Ing. Moisés: “La vivienda en la Argentina”, en un Capitulo
del Plan Fénix.
-
Rodulfo, Arq. DP Miriam Beatriz:
"El Estado y la respuesta habitacional para los sectores
de menores recursos en la
Pcia. de
Buenos Aires en la última década", Cátedra Políticas
de Vivienda, PROPUR/FADU/UBA.
-
Sprovieri, Arq. Eduardo Juan, y
Bulat, Lic. Tomás “La Financiación
de la Vivienda
para la
Clase Media, Situación actual y pronóstico,
(CAVERA, 2008).