El renacimiento de las estaciones
ferroviarias
Una renovación
urbana con "dulces y látigos", en Austria y Alemania.
Por
Thomas Hagedorn

Viena
Europa: propuesta arq. Wimmer
En la Europa
de la década de los `80 se desarrolló la consciencia
sobre el uso que el hombre hacía de la tierra y la consciencia
de los problemas ambientales, en particular los causados por el
tránsito automotor. En este contexto se discutía que,
desde la Segunda Guerra Mundial, se habían favorecido solamente
los sistemas viales.
Además
de los proyectos prestigiosos de unos pocos trayectos de alta velocidad,
y el invento del tránsito en frecuencias regulares, no se
había invertido mucho en los ferrocarriles.
Administrados
por los Estados, los ferrocarriles existían como medio de
transporte precario, utilizado básicamente por la población
de bajos recursos que no había podido comprarse un auto.
El uso del mismo, por su parte, había alcanzado un nivel
fuera de lo ambientalmente saludable. El slogan "quién
construya calles va a cosechar transito" se había
concretado.
Se pensó
que la respuesta a este fenómeno estaba en el desarrollo
reforzado del ferrocarril. Por eso se planificó el sistema
a la perfección, con inversiones en vías, material
rodante y estaciones.
Durante décadas
las estaciones y los barrios vecinos se habían convertido
en zonas descuidadas, donde se acumulaban los problemas sociales,
pero la sociedad decidió que había llegado la hora
de un cambio. Estas zonas necesitaban una reforma y un mantenimiento
urgente, con lo que se podría atraer más usuarios
para el transporte publico y descongestionar los centros de transito,
de ruido y contaminación excesiva.
Comenzados los
´90 aparecieron dos tipos de proyectos: la reforma de las estaciones
en sí y la remodelación de los terrenos cercanos
a la estación, ambos conocidos en lengua alemana como
el "renacimiento de las estaciones".

Viena
Europa: vista aérea actual a las dos cabeceras y terrenos
alrededor de la estación
Las estaciones
Para las estaciones
se planificó un mantenimiento general o una remodelación
acompañada de la implementación de espacios para el
comercio, refinanciándose las obras con el ingreso generado
por los comercios.
Cada país
definió inversiones de distinta importancia. Alemania invirtió
un promedio de más de 100 millones de € en cada una de las
estaciones de las ciudades grandes de mayor frecuencia (entre 100.000
y 400.000 personas por día), en tanto que en las ciudades
austríacas, en general más pequeñas –con excepción
de Viena-, con flujos de entre 10.000 y 40.000 personas por día,
se invirtieron sumas de entre 10 y 30 millones de € por proyecto.
En algunos proyectos austríacos se decidió construir
casi por completo algunas estaciones, mientras que otras, particularmente
alemanas, solo se refaccionaron, por ser monumentos históricos.
Con el deseo
de mejorar las estaciones en su función de "puerta
de entrada" a la ciudad, los ferrocarriles atrajeron mucho
apoyo por parte de las comunidades locales y del Estado en forma
de subvenciones y flexibilidad legal.
Aunque la implementación
de una alta cantidad de superficie destinada a comercios era criticada,
se observaba que esta combinación de shopping con
estación favorecía al comercio y a los viajeros. Además
era necesario introducir un sistema capaz de mantener el lugar,
para evitar el descuido experimentado durante las décadas
pasadas. Los ferrocarriles alemanes y austríacos llamaron
a este sistema "servicio, seguridad y limpieza"
liderado por un "manager" para cada una de las
estaciones grandes, responsable de la imagen de las mismas. La impresión
de un lugar descuidado no debía volver a producirse.
El primer proyecto
clave fue el de Leipzig, la estación más grande de
Alemania, donde se implementó una remodelación que
implicó 30.000 m² de superficie comercial. Este proyecto
sirvió de ejemplo para las grandes inversiones siguientes
que, poco a poco, fueron imitadas por muchas ciudades medianas y
pequeñas, transformando sus estaciones en lugares modernos
y confortables. Actualmente, existe una gran competencia entre las
ciudades que todavía no cuentan con una estación modernizada.
Con "dulces y látigos", empujan a los ferrocarriles
a renovar sus estaciones.

Viena
Europa: propuesta estructura urbana arq. Hotz/Hoffmann
Los
terrenos cercanos a la estación
Hacia la década
de los ´90 las empresas ferroviarias tomaron conciencia de que los
vastos terrenos de los alrededores de las estaciones, que 150 años
atrás eran parte de la periferia, ahora ocupaban el centro
de la ciudad. Estos espacios tienen un valor potencialmente
significativo, pero desvalorizado por su imagen descuidada.
Esto se pensó
resolver a partir de la reforma del lugar central: la estación.
El uso de los alrededores como estaciones de carga o talleres ya
se había trasladado fuera de la ciudad, hacia zonas cercanas
a las autopistas. El lugar, entonces, parecía solo esperar
una revitalización.
Los ferrocarriles
querían realizar ganancias notables con la venta de aquellos
terrenos, por lo menos en las ciudades económicamente
exitosas, con precios altos en sus mercados inmobiliarios y poco
espacio restante para la construcción. Los ingresos tenían
que contribuir al perfeccionamiento de la red ferroviaria regional.
Para este tipo de ciudades en Alemania se crearon los conocidos
proyectos 21, como por ejemplo Munich 21 o Stuttgart 21. Estas ciudades
tenían estaciones cabeceras (terminales) que se querían
transformar en estaciones de paso. Las estaciones terminales
eran vistas como obstáculos importantes en la red de alta
velocidad, porque los trenes tenían que pasar dos veces
por el mismo camino en su trayecto hacia adentro y afuera de la
ciudad.

Munich:
desarrollo de terrenos a lo largo del ferrocarril.
Se quería
acceder a las estaciones existentes por vía de túneles
por debajo de los centros de las ciudades, para poder atravesarlas
en forma directa. Así se esperaba acortar el tiempo de duración
del viaje entre 10 y 20 minutos. Pero como la construcción
de túneles era costosa (en muchos casos, implicando un mayor
monto que las ganancias previstas por la venta de terrenos), se
comenzó a dudar si los pocos minutos ganados valían
tanto dinero. Aún hoy se sigue discutiendo la viabilidad
de estos proyectos.
Quedaron entonces
los proyectos urbanísticos con un carácter de alta
densidad, e incluso de construcciones altas como rascacielos (como
en Lille, Munich, Zurich, Viena). Esto correspondía a la
moda contemporánea y se lo justificó por la situación
céntrica del lugar, por los costos altos para poder movilizar
estos terrenos (necesidad del traslado de funciones importantes
de la infraestructura ferrocarril, eliminación de contaminación,
etc.) y por la necesidad de demostrar la rentabilidad de los proyectos.
Después
de años de discusión, las municipalidades lograron
bajar las alturas o las densidades planificadas y asegurar una
cierta calidad en estas zonas importantes, con la implementación
de reglas sobre porcentajes mínimas de superficies construidas
de parque y vivienda, para evitar los resultados que hubiera exigido
la lógica del mercado: solamente oficinas y comercios. En
este compromiso se observa que la idea de la "ciudad europea",
con sus funciones integradas y su imagen resultante de una creación
artística y democráticamente reflexionada, es una
realidad, diferenciándose de la ciudad desregulada y desintegrada
norteamericana.

Ssalzburgo:
propuesta para la construcción de oficinas
sobre terrenos cercanos a la estación.
Proyectos
El proyecto
más importante se está realizando en Berlin. Gracias
a altas subvenciones de parte del gobierno alemán, se reactivó
la red ferroviaria rota por la partición alemana durante
la Guerra Fría y se renovaron las estaciones tradicionales
(Alexanderplatz, Friedrichstrasse, Zoo y Este). En el cruce del
trayecto existente de la Stadtbahn, que atraviesa la ciudad de este
a oeste, y un nuevo túnel norte-sur, se está construyendo
una nueva estación central que se quiere abrir en el año
2006. Los terrenos de sus alrededores, que están a mitad
de camino entre los dos centros de Berlín, pero lejos de
aquellos, en una zona tranquila hasta ahora, esperan todavía
su desarrollo ya planificado. El
valor esperado lo va a crear la nueva estación, que todavía
no está funcionando.
La densidad planificada es moderada, resultado del dogma berlinés
sobre la altura deseada de las construcciones, dogma que la ciudad
solo permite abandonar en unos pocos lugares céntricos.

Berlín
Central
También
en Viena, la capital austríaca, se quiere construir una nueva
estación central que todavía no existe. La nueva estación,
a la que se puso el nombre Viena Europa, crea una estación
de paso por la conexión de dos estaciones terminales. Sobre
la realización se está discutiendo desde hace décadas,
pero nunca se comenzó. A pesar de los múltiples intereses
contradictorios que se dan dentro de la administración ferroviaria
de Austria, el renacimiento de las estaciones de tren, los ejemplos
exitosos internacionales y el (momentáneamente) fuerte fomento
por parte de la Municipalidad y del Estado, están favoreciendo
la decisión de construir finalmente la estación.
TH

Viena
Europa: propuesta arq. Wimmer
El autor es urbanista, alemán y vive en Buenos Aires. Trabajó
varios años para proyectos del departamento inmobiliario
de los Ferrocarriles Austríacos.
Sobre
políticas de transporte en Europa, ver la nota "La gestión
de la movilidad",
de Lucas Gallak, en el número
9
de café de las ciudades.
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