Una ficción metropolitana contemporánea
(por entregas).
De
Carmelo Ricot, con Verónicka Ruiz
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Entremés
- Solo por excepción (III y última del entremés)
/
El experimento Rochester

Muchas veces
nos preguntamos, y sabemos además que es un tema que se suele
tratar en las reuniones de la organización central, si es
válida esta forma de gestión, que nos inhibe de tomar
decisiones más allá de los procedimientos establecidos,
pero que nos deja una gran libertad de decisión como equipo
en cuestiones que, vistas con una óptica cotidiana, pueden
suscitar privilegios para algún integrante (como en mi caso,
estas tardes tan agradables en tu compañía), e incluso
algún tipo de celos internos que podrían afectar la
cohesión organizativa (y aquí debo decir, por fortuna,
que no ha sido el caso de nuestra fase). Particularmente, no soy
uno de los más convencidos de las ventajas de este sistema.
Pero por otro lado, debo reconocer que ha permitido desarrollar
en forma exitosa una buena parte de la investigación programada,
y que las heterodoxias como las que ahora tienes la oportunidad
de descubrir (me refiero tanto a la que me llevó a compartir
una cama contigo, como a la que ahora mismo cometo al revelarte
un secreto interno de la organización), son parte de una
ortodoxia más amplia que se permite este tipo de desviaciones,
ni siquiera controladas. Algunos opinan incluso que dichas supuestas
desviaciones no son más que partes de un plan más
general, que nos queda oculto a los investigadores y organizadores
de menor grado. Creo también que es parte de un principio
general de las nuevas organizaciones en esta etapa (que algunos
denominan cultural) del capitalismo, tanto en instituciones públicas
como la que nos financia, como en empresas privadas, y en particular
las más vinculadas a la innovación cultural y tecnológica.
¿Sabías,
por ejemplo, que en las oficinas de Yahoo! trabaja, en el
horario del turno noche, un nudista, que realiza las más
complicadas operaciones de programación y desarrollo, totalmente
desnudo en su box (alguna vez fue "denunciado" por una empleada
de limpieza, a quien "agradecieron" el dato y la cambiaron
de turno, para evitar conflictos)? Las corporaciones multinacionales
contratan filósofos y profesores de lógica para que
hagan, al interno de la organización, el rol de opositores
y cuestionadores. Varios de los investigadores que trabajan en este
programa se masturban en la contemplación de las performances
y videos, y esta conducta es aceptada por la dirección central,
con la que por otro lado no tenemos más contacto que a través
de dos o tres supervisores que vienen cada tanto (cada uno de ellos
supervisa a la vez aspectos administrativos, profesionales y científicos,
el mismo tipo que revisa los análisis de laboratorio discute
con nosotros por los vales de nafta o los gastos de comida), los
e-mails que enviamos y recibimos a Rochester, y los llamados telefónicos
a unos señores y señoras de los que solo sabemos los
nombres, sin que nunca nos hayan dicho si se trata de gente con
capacidad de decisión, o meros telefonistas que consultan
con otros miembros de la organización.
El mismo objeto
de la investigación que realizamos, y en esto debo desmentir
a mi compañero que te recibió y te explicó
el porque de nuestro trabajo, es bien distinto, o mejor dicho, trasciende
a aquel de estudiar las conductas sexuales y sus repercusiones orgánicas
en el individuo, y no se realiza en este país y en esta ciudad
por una mera cuestión de costos -en ese momento, les sirvieron
los ravioles de verdura y les mostraron una serie de salsas, ella
eligió 4 quesos y el tipo un mixto de tuco y pesto, ella
pidió agua mineral y él vino tinto-, sino por otros
motivos que, aunque nadie nos ha dicho explícitamente, tampoco
nadie se molesta en ocultarnos.
Sabrás
(sos una persona informada, estudiás, aunque estás
un poco atrasada en tu carrera, y esto que te digo no te resultará
extraño) que los estudios modernos del comportamiento individual
y colectivo han alcanzado una sofisticación acorde a la de
otros campos del conocimiento humano. Hoy es posible determinar,
con una simple encuesta sobre temas aparentemente tan inocuos como
las preferencias en marcas de jabones, o la opinión sobre
cuestiones deportivas, y con un muestreo correctamente elegido,
y en muy breve tiempo, tendencias y pautas de respuesta política
de gente que ni idea tiene como se va a comportar en la próxima
elección, revuelta social o revolución.
Para las consultoras
líderes y para los organismos internacionales de inteligencia,
el descenso en las mediciones de audiencia de una telenovela en
Brasil, o el creciente número de apuestas por determinado
número en la quiniela uruguaya, son indicadores tan transparentes
de las conductas sociales como para una mamá lo es el llanto
de su bebé para saber si tiene sueño o si sufre los
dolores de dentición. Los avances en este campo son tan espectaculares
o más que los que se han registrado en materia de ingeniería
genética o tecnologías de la información, y
explican movimientos de otra forma ininteligibles en el campo de
la política internacional o las finanzas globales.
Los vaivenes
de la moda, los cambios en los hábitos alimentarios, las
preferencias deportivas, permiten a estos exploradores de la conciencia
social tener un panorama prospectivo que haría empalidecer
al oráculo de Delfos, por la exactitud de su pronóstico
y por la extensión de su área de análisis.
Pero todo eso, con su importancia y su enorme desarrollo teórico,
no es nada frente a las posibilidades que abre el conocimiento de
las conductas más privadas e íntimas del ser humano,
aquellas que se desarrollan en la soledad de las habitaciones y
que tienen que ver con el sexo de las personas, con sus prácticas
eróticas y genitales. Presumimos, nosotros los habitantes
de esta sociedad de la información, de una supuesta franqueza
y sinceridad sin precedentes en la explicitación de nuestras
vidas personales en lo que a sexo y fornicación se refiere.
Pero lo cierto del caso es que pocas veces como en nuestra época
la explicitación de las prácticas sexuales está
tan distorsionado por los mitos, los prejuicios y las vergüenzas
personales de las gentes, aun de aquellas que más alarde
hacen de su liberalidad de costumbres y conversación.

Las encuestas
resultan distorsionadas, las investigaciones son mediadas por los
intereses y miedos particulares de los entrevistados, aun el arte
no logra transmitir con la fidelidad necesaria la verdadera naturaleza
de las cosas que suceden todos los días, a toda hora, en
todo lugar, cuando gente común y corriente entrevera sus
cuerpos en esa vieja coreografía de empujes y contraempujes,
de piernas que se abren y se cierran, de rotaciones y crispaciones.
A mediados de los 70, en plena Guerra Fría, las principales
agencias de control y represión internacional coincidieron,
a miles de kilómetros de distancia entre sí (para
no hablar de su distancia ideológica - política) en
comprobar su absoluta ignorancia en la manera en que las variaciones
en la praxis y representación de las conductas personales
con respecto a la genitalidad y la fornicación se correlacionaban
con las pautas sociales y colectivas de representación y
cambio político. Al mismo tiempo, algunos investigadores
comenzaban a asociar las conclusiones de los estudios sexológicos
en boga a partir de los 50 y 60, con cierta reiteración o
discontinuidad de criterios en el imaginario social (más
allá de las particularidades de la liberación de las
costumbres, el cambio generacional, etc.). Para los investigadores
más lúcidos, quedó claro que el tipo de experimentación
que vos acabás de realizar como participante observada, resultaba
la más honesta y verídica aproximación a ese
tipo de conductas sexuales, que a su vez y como ya te dije, representan
la parte oculta de ese iceberg con el que podemos identificar al
imaginario colectivo, social, político y económico.
Con financiación
generosa e ininterrumpida, con la buena cobertura de la experimentación
fisiológica y psíquica, y con la colaboración
de centenares, miles de personas en todo el mundo pagadas en forma
más que generosa (como habrás comprobado) por solo
hacer en este tipo de laboratorios lo que hacen gratuitamente en
sus dormitorios varias veces a la semana, esta rama de la medicina,
de la psicología o de la sociología, como quieras
mirarlo, avanzó de una manera que, para alguien demasiado
celoso de su libre albedrío personal o de su condición
de ciudadano librepensador, puede aparecer inquietante o hasta directamente
terrorífico -en este punto, el muchacho hizo una pausa para
engullir algunos ravioles y un sorbo de vino pero, también,
para impresionar a nuestra heroína, que sin embargo solo
empezaba a experimentar algo de fastidio por la demora en llegar
a la pensión, y la consiguiente necesidad de tomar nuevamente
un taxi-.
- Cuando fui
convocado para este experimento, y a pesar de la pátina de
prestigio e incluso cierto barniz de liberalidad de la Universidad
de Rochester, no tarde mucho en darme cuenta de la verdadera naturaleza
del proyecto. Pero sin siquiera haberlo comentado con mis compañeros,
me sorprendió que a los pocos días comenzaran a realizarse,
primero en forma casi clandestina, y después abiertamente,
y ante los propios miembros de la coordinación organizativa,
este tipo de comentarios por parte de los miembros más lúcidos
del equipo investigador. Todos los comentarios, incluso los más
complacientes, hacían hincapié en que el verdadero
comitente del proyecto no es la Universidad, sino que esta le da
(claro que a muy buen precio) una cobertura intelectual a una operación
de inteligencia y control social por parte de una agencia, seguramente
estatal, que se ocupa de cuestiones de inteligencia, contrainsurgencia
o represión de actividades ilícitas.

Al tiempo, ocurrió
algo que nos dejo estremecidos, si bien se trataba de una experiencia
que casualmente había tenido uno de los miembros del equipo,
pero que no pudimos corroborar más que por la confianza que
tenemos en su racionalidad y lucidez, y porque estamos absolutamente
seguros de que no es un tipo fantasioso o fabulador. Esta persona
fue comisionada un día para llevar un sobre con los resultados
del informe mensual a una oficina determinada, de la que solo le
dieron la dirección y el nombre de la persona a la que tenía
que entregarlo "en mano", según le ordenaron.
Nada en especial
pasó ese día, solo que nuestro compañero, al
entrar en la oficina donde estaba el destinatario del sobre, alcanzó
a ver en una mesa de reuniones a un grupo de personas, que parecían
coordinadas por una de ellas, un señor de unos 50 años,
elegante sin excesivos refinamientos, aplomado y de suave pero perceptible
autoridad. Nuestro compañero permaneció en esa sala
unos 2 minutos, y ese fue todo su contacto con esta gente.
Al poco tiempo,
y solo en algunos diarios (y no en las secciones más destacadas)
trascendió un conflicto registrado entre dos agencias de
inteligencia y espionaje, una nacional y otra internacional, por
cuestiones de interpretación y jurisdicciones. Nada especial,
nada que no ocurra con cierta frecuencia, salvo que los ineptos
de la agencia local no encontraron mejor forma de presionar a la
agencia foránea que la de hacer publicar, mediante una infidencia,
una foto del responsable de dicho organismo para nuestro país.
Esto representó el fin de la carrera de dicho personaje,
y el comienzo de un incidente burocrático internacional entre
nuestro país y la potencia afectada, que solo tuvo, por su
propia naturaleza, un eco muy sordo en algunas publicaciones contestatarias
y en otras vinculadas a ese tráfico de informaciones. Algunos
meses más tarde, y en uno de nuestros accidentados cambios
de gobierno, saltó todo el staff político de la agencia
nacional, y parte de su elenco estable, aquel que estaba vinculado
a la irresponsable publicación de la foto de ese individuo
cuya primera obligación es justamente la de mantener el anonimato
sobre su persona. Bien, resulta ser que nuestro compañero,
al leer la primera publicación sobre el tema, justamente
la que contenía la foto del personaje, ¡reconoció
en esta foto la cara del sujeto que había visto presidiendo
la reunión en aquella oficina a la que había concurrido
a llevar nuestro informe!
Varios miembros
de nuestro equipo renunciaron en ese momento, algunos por miedo,
otros por convicciones políticas o desacuerdo con el tipo
de prácticas de control social que implica nuestro trabajo.
La mayoría nos quedamos, y aunque nunca hablamos de estos
temas, creo que se puede hacer una somera división entre
aquellos que se quedan por carecer de opinión formada sobre
las cuestiones políticas y éticas que rodean nuestro
trabajo, otros por considerar que ese tipo de control de conductas
es necesario para el correcto desarrollo y mantenimiento de una
homeóstasis social o por simpatizar o acordar con las ideologías
e intereses implicados en ella, y otros, entre los que me incluyo,
porque aunque disentimos con los fines y objetivos finales del proyecto,
consideramos que su realización es inevitable, es independiente
de nuestra presencia o prescindencia, e incluso (como piensan algunos),
no tiene la eficacia como instrumento político y social que
sí tiene desde el punto de vista científico e intelectual.
Los que así piensan con respecto a la eficacia del sistema,
sostienen que en realidad estas investigaciones son altamente valiosas
para auscultar el imaginario social, pero que no agregan un ápice
a la posibilidad de los poderes de moldear ese imaginario, y que
este suele discurrir de las maneras más imprevisibles e inmanejables.
Tema como para polemizar, sin duda, yo no tengo opinión formada
al respecto.
Lo que me mueve
a permanecer en el proyecto es, en cambio, más personal.
Recibo una buena paga por hacer este trabajo, accedo a servicios
médicos y sociales que de otra manera me resultarían
casi imposibles, y califico mi currículum con un tipo de
trabajo que me permitirá el día de mañana conseguir
otros buenos trabajos, además de la experiencia y los contactos
adquiridos. Como te decía recién, otro lo hará
si no lo hago yo, aunque reconozco que en ocasiones siento una especie
de desazón moral que sería fácil identificar
con una cierta culpa. En tales ocasiones, nada me hace mejor que
hablar un largo rato con alguna persona, y debo decirte que al terminar
nuestra fase del experimento sentí esa especie de vacío
interior y me resultó necesario tener este diálogo,
para el cual pensé que serías la persona adecuada.
Me imagino que
hoy tu prioridad es la de llegar temprano a tu casa y ocuparte de
tu cuerpo y de tu bebé, y que en este momento me estás
maldiciendo, tanto por el valioso tiempo que te estoy quitando como
por el engaño del que fuiste objeto acerca de mi verdadero
rol en el proyecto (sí bien creo que de habértelo
dicho desde el primer día, no hubieras renunciado a participar
del experimento, pero en cambio hubieras tenido un tipo de prejuicios
y comportamientos condicionados que hubieran distorsionado los datos
que obtuvimos en estas semanas).
La muchacha,
intuitiva por naturaleza y más aun en el estado en el que
se encontraba, evitó confirmar con sus palabras o sus gestos
la veracidad evidente de esta última frase, y prefirió
responder con el silencio y con una ambigua sonrisa que afirmaba
de alguna forma la suposición de su compañero de mesa,
pero a la vez la relativizaba y la ubicaba en un rango de molestias
admisibles y fácilmente olvidables. Un acierto de conducta,
sin duda, a juzgar por las palabras que siguieron.

- Por eso he
decidido buscar un mecanismo de compensación al tiempo extra
que te estoy reteniendo, a la vez que al engaño al que te
hemos sometido (me refiero al de mi rol, no a la naturaleza del
experimento que solo por imprudencia y a la vez confianza en tu
persona te revelo en esta mesa). La muchacha no pudo disimular su
sorpresa y su interés, y esto fue advertido por su interlocutor,
que sonreía comprensivamente mientras completaba su anuncio:
- Acá
te doy unos vales alimentarios, son parte de los recursos que manejamos
en nuestro experimento, tienen más que ver con nuestra logística
interna que con las cuestiones centrales del experimento, y fácilmente
podemos manejar su rendición a las autoridades del proyecto,
con lo cual representan un pequeño esfuerzo para nosotros
y quizás una gran ayuda para tu situación. Calculo
que pueden servirte de aquí al fin de tu embarazo, sin contar
con que puedes utilizarlos para comprar en los supermercados otro
tipo de insumos que los de tu comida cotidiana.
- Gracias, realmente
me es muy útil lo que me ofrecés, y desde mi punto
de vista, no es demasiado lo que puedo reprocharte. En lo personal,
porque vos me ocultaste una información sobre tu función
en el proyecto, pero yo te oculté mi embarazo, más
allá que tus compañeros te lo hayan hecho saber. Me
sentí muy cómoda en tu compañía, y en
cuanto a la naturaleza del proyecto, poco agrega a los objetivos
personales por los que decidí realizarlo, más allá
de coincidir en que no es el tipo de acción que uno pueda
evitar por el hecho de rehusarse a participar, y de que no involucra,
al menos directamente, ningún tipo de violencia directa o
daño sobre nadie.
- Realmente
me gustaría creer en lo que decís, pero debo confesarte
que muchas veces me resulta muy difícil. Sé que las
consecuencias de este experimento solo serán efectivas luego
de múltiples pasos y contramarchas, y que los ejecutores
de las últimas y más directas concreciones tendrán
un rol mucho más concreto que el mío. Pero por otro
lado, no dejo de pensar en los tremendos procesos de manipulación
que sobrevendrán en nuestros países, y en general
en nuestra sociedad mundial, una vez que sean debidamente procesados
los resultados de este y otros proyectos similares que, de una u
otra parte, se están realizando en estos momentos en todo
el planeta.
Los crímenes,
las mentiras, las genuflexiones, las políticas de exterminio
material o intelectual, los programas económicos, podrán
o no ser consecuencia de este ejercicio. Pero cada vez que alguna
atrocidad, algún asesinato, algún despropósito
sea cometido en el planeta, o peor aún en nuestra región
o en nuestro país, no podré dejar de pensar en que
la decisión estratégica fue tomada, en una oficina
muy lejana al del lugar de los hechos, por un fulano con poder,
que acababa de leer las conclusiones y recomendaciones de alguna
de las fases de nuestro experimento.
Me preguntaré
muchas veces en mi vida cuanto de la felicidad de mis hijos, a quienes
quiero más que nada en el mundo, cuanto de mis maravillosas
vacaciones, cuanto de mi desarrollo cultural y profesional, de mis
cenas en restaurants caros con mi esposa, están unidas a
la miseria, la muerte o la frustración de mis compatriotas,
o de otros hombres y mujeres en otros países o regiones del
mundo.
Por eso, es
que trato de ser generoso y solidario contigo, no por continuar
una relación que ninguno de los dos necesita (más
allá del placer que encontré a tu lado, más
allá de las necesidades del experimento) ni por la perversa
satisfacción de prolongar nuestros encuentros con una charla
en condiciones totalmente distintas. Por lo menos, cuando el insomnio
o la angustia me recuerden la naturaleza de mis actos y elecciones,
podré pensar en que también pude ayudar a alguien
que no tenía demasiados amigos a quienes acudir para solucionar
sus necesidades. La imagen de tu hijo creciendo con salud y a tu
lado, de tu embarazo digno y bien asistido, podrá superponerse
a la de las manifestaciones reprimidas a sangre y fuego, a la de
los chicos desnutridos, a la del crimen político que acaba
con la vida del disidente peligroso. Este era el objetivo de esta
cena, y espero que lo entiendas y me entiendas.
- Te vuelvo
a agradecer, y en lo que a mí respecta me llevo de vos la
mejor de las impresiones, respondió con un buen grado de
sinceridad. Terminaron el postre en silencio, ella se levantó
y le dio otro beso, él la acompañó hasta la
entrada y llamó un taxi, para el que además le dio
algunos pesos más.
Llegó a la pensión y
se quedó unos minutos charlando con la hija mayor de la dueña,
dándole consejos por una pelea con su nuevo novio. Divertida,
entró en la habitación y se quitó su abrigo
y sus ropas, quedando en ropa interior y descalza para realizar
sus ejercicios. Luego del último de estos, tuvo una notoria
somnolencia, pero evitó quedarse dormida y tuvo tiempo de
acomodar los últimos billetes cobrados en el día,
y los vales alimentarios. Avara, codiciosa, repasaba cada unos de
los escondites donde había ido repartiendo los fajos de billetes:
huecos del zócalo, bolsos, libros, bolsillos de la ropa,
el contramarco de la puerta de entrada a la habitación, la
pata hueca de la cama.

A la luz débil
e irreal de la lamparita de 40 watts, asignaba a cada uno de los
montoncitos una función precisa y acotada, con lo cual sentía
que estaba aumentando el rendimiento de su capital y alejando el
peligro de su disipación o despilfarro. Los dólares
contenidos en el revés de la contratapa de un libro eran
los destinados a la compra de la primera ropa para el bebé,
los que se escondían entre sus cosméticos, en principio
destinados a la compra de comida para su dieta, ahora podía
integrar un fondo de seguridad ante eventuales necesidades imprevistas.
La pensión ya la había pagado por adelantado, con
el doble objetivo de quitarse de encima el problema del alojamiento
y evitar las preguntas de la dueña cuando su estado fuera
evidente (ya estaba segura, además, que la simpática
y despreocupada cordialidad chismosa y barrial de la dueña
y sus hijas, eran el complemento ideal de sus charlas intelectuales
y ácidas con Valeria).
Apagó
las luces y se cubrió con la frazada, su mano acariciando
con indolencia el vientre misterioso, su cabeza haciendo cuentas
y buscando nuevas oportunidades de ahorro y de mejor utilización
de sus recursos. Cambió dos o tres veces de posición,
buscando aquella que menores riesgos le ocasionara de contracturas
o cansancios matinales, programó en grandes rasgos las actividades
que realizaría en la mañana, repasó las ventajas
e inconvenientes de conocer o no el sexo de su bebé (y aunque
le agradaba la idea de la sorpresa, todos los factores prácticos
coincidían en lo oportuno de conocer la verdad). Cerró
los ojos, siempre con la mano en el vientre, y al rato se durmió.
CR
c/VR
Próxima
entrega (18): La afirmación positiva
Una visión
panóptica. La eficacia de las caricias. No lejos de la fábrica.
Los motivos de su conducta. Hipótesis oportunista. Certero
impacto del Artista Pop.
Carmelo Ricot
es suizo y vive en Sudamérica, donde trabaja en la prestación
de servicios administrativos a la producción del hábitat.
Dilettante, y estudioso de la ciudad, interrumpe (más que
acompaña) su trabajo cotidiano con reflexiones y ensayos
sobre estética, erotismo y política.
Verónicka
Ruiz es guionista de cine y vive en Los Angeles. Nació en
México, estudió geografía en Amsterdam y psicología
en Copenhague.
En entregas
anteriores:
1:
SOJAZO!
Un gobierno acorralado, una medida impopular. Siembran con soja
la Plaza de Mayo; Buenos Aires arde. Y a pocas cuadras, un artista
del Lejano Oriente deslumbra a críticos y snobs.
2:
El "Manifesto"
Desde Siena, un extraño documento propone caminos y utopías
para el arte contemporáneo.
¿ Marketing, genio, compromiso, palabrerío? ¿La ciudad como
arte...?
3:
Miranda y tres tipos de hombres
Lectura dispersa en un bar. Los planes eróticos de una muchacha,
y su éxito en cumplirlos. Toni Negri, Althuser, Gustavo y
Javier.
4:
La de las largas crenchas
Miranda hace un balance de su vida y sale de compras. Un llamado
despierta la ira de una diosa.
El narrador es un voyeur. Bienvenida al tren.
5:
El Depredador
Conferencia a sala llena, salvo dos lugares vacíos. Antecedentes
en Moreno.
Extraño acuerdo de pago. Un avión a Sao Paulo.
6:
Strip tease
Ventajas del amor en formación. Encuentro de dos personas
que no pueden vivir juntas pero tampoco separadas. Miranda prepara
(y ejecuta con maestría) la recepción a Jean Luc.
7:
Nada más artificial
Extraño diálogo amoroso. Claudio parece envidiar a
Jean Luc, pero sí que ama a Carmen.
Virtudes de un empresario, razones de una amistad.
8:
Empresaria cultural
Carmen: paciencia, contactos y esos ojos tristes. Monologo interior
ante un paso a nivel.
Paneo por Buenos Aires, 4 AM.
9:
La elección del artista
Bullshit, así, sin énfasis.
Cómo decir que no sin herir a los consultores.
La ilusión de una experiencia arquitectónica. Ventajas
de la diferencia horaria.
10:
Simulacro en Milán
La extraña corte de Mitzuoda.
Estrategias de simulación. Las afinidades selectivas. Una
oferta y una cena. La Pietà Rondanini. Juegos de seducción.
11:
Más que el viento, el amor
Al Tigre, desde el Sudeste. El sello
del Depredador. Jean Luc recuerda la rive gauche, Miranda espera
detalles. La isla y el recreo. Secretos de mujeres. El sentido de
la historia.
12:
El deseo los lleva
La mirada del Depredador. Amores
raros. Grupo de pertenencia. Coincidencias florales. Influida y
perfeccionada. Un mundo de sensaciones. Abusado por el sol.
13:
Acuerdan extrañarse
Despojado de sofisticación.
Las víboras enroscadas. Adaptación al medio. Discurso
de Miranda. Amanecer. Llamados y visitas. ¿Despedida final? Un verano
con Mónica.
14:
No podrías pagarlo
Refugio
para el amor. Viscosas motivaciones. Venustas, firmitas, utilitas.
Una obra esencialmente ambigua. La raíz de su deseo. Brindis
en busca del equilibrio.
15:
La carta infame
Estudios
de gestión, y una angustia prolongada. Demora inexplicable.
La franja entre el deseo y la moral. Lectura en diagonal a la plaza.
Sensiblería y procacidad.
Entrega
16: En la parrilla de Lalo
Paisaje periférico. Estudio de mercado. Sonrisa melancólica,
proporciones perfectas.
Un patrón apenas cortés. Elogio del elegante. Suite
Imperial. Desnudez y democracia.
Entrega
(17): La investigación
aplicada
Más
de lo que quisiera. Temas de conversación. La insidiosa duda.
Estrategia del celoso. Peligros. La casa del pecado. Suposiciones
y conjeturas.
Entremés
- Solo por excepción (I) / La drástica decisión.
Entremés
- Solo por excepción (II)
/ Los trabajos y los días
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